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1.

PRESENTACIÓN

Este trabajo surge después de haber leído un párrafo del Directorio para la
vida y la misión del presbítero diocesano de la diócesis de Ebibeyín (pp. 18)
llamándome la atención la cuestión de los sacramentales (aunque no se hable
de ello directamente) ya que es un punto que queda por aclarar a los
feligreses.

Después de todo, este trabajo se dirige sobre todo al pueblo fiel, quienes
día a día van ante el Sacerdote para pedirle una bendición, agua bendita,
imposición de las manos sobre la cabeza, etc., a fin de que ellos, puedan,
sencillamente, adherirse más a la Iglesia fielmente, sabiendo cual es el
sentido de cada uno de los actos que realiza. Al sacerdote, para que,
leyendo este minucioso y diminuto manual tome conciencia de lo que a él le
toca hacer, cual es el rol que le toca jugar como pastor de una comunidad de
creyentes.
Pascual Obama NVÓ ABEGUE

1
2. INTRODUCCIÓN

El objetivo de este “manual” es despertar, primero el interés del sacerdote


en su ministerio sacerdotal; incitarlo a colaborar para la salvación de las
almas a él encomendadas. No es una crítica, ni tampoco una alabanza a él
dirigida. Se trata de ponerlo al día de sus propias vivencias desde una visión
mucho más sacramental; y, seguidamente ayudarle a crear un estilo de vida
para y con su feligresía.

Actualmente, se registra una fuerte demanda de artículos religiosos, lo que


nos lleva a cuestionar sobre el uso al que se les otorga a dichos subsidios ya
que, como sabemos, tienen un solo objetivo y un único fin, el cual es alcanzar
las gracias que nos otorga Dios por medio de la Iglesia. Pero lo lamentable
de todo esto es que la gente no sepa distinguir cuál es el verdadero uso de
esos objetos religiosos, y que sean los cristianos los primeros en incurrir en
dichos actos que desde luego, son sincretistas.

Pues, aquí nos centraremos en el intento de exponer tal asunto como


problema, y de facto, buscar al menos, una solución no tan satisfactoria
pero un tanto alentadora. Por consiguiente les invito a adentrarse en esta
tarea, la cual no me gustaría tildar de difícil.

2
Dirigido especialmente:

A todos los sacerdotes, religiosos/as, agentes de catequesis y a todo el pueblo


Cristiano de Guinea Ecuatorial.

3
3. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

He aquí que traigo este tema tan importante para exponerlo aquí e intentar
buscar una solución –algo que creo que no será tan fácil−, ya que se están
incrementando más los casos.

Muchos nos hemos visto en ocasiones envueltos en un asunto que realmente


traspasa nuestras limitaciones, porque no entendemos bien o quizá nada de
lo que presenciamos.

El ser humano, desde muy antiguo ha intentado entender, dominar,


adueñarse de todo cuanto le rodea, su demasiada curiosidad le hace a veces
predecible ante casos extraños y a veces intenta captar tales sucesos para
sí.

Concretizando y situándonos en el tema, hablaremos sobre la concepción


actual de los sacramentales, de cómo el hombre actual concibe esos actos
como actos de magia y sobre la concepción del sacerdote como un “hacedor
de milagros” que siguen teniendo muchas personas en nuestra sociedad.

Muchos seguimos esperando a que llueva el maná del cielo, nos cruzamos de
brazos y nos ponemos «a mirar las estrellas» como siempre dice el P. Didier
KOLOLO Schp, esperamos que todo suceda en un santiamén; y no es por algo
que Nietzsche dijera que Dios ya está muerto, porque realmente vio esta
comodidad del hombre actual encerrado en su “mundo” sin ninguna
preocupación.

Me acuerdo, si es que la memoria no me falla en el año 2009, cuando tenía


13 años mi madre nos llevó a mí y a mis hermanos a un poblado de Ebibeyín…
Esón Esasom en donde teníamos que vernos con un supuesto “sacerdote” que
según dicen realizaba exorcismos, purificaciones, protecciones y demás
cosas que no sabría explicar.

En este pueblo, aquella misma noche vi cosas tan extrañas a mi poca edad;
por primera vez presencié el acto de un exorcismo que concibo como
extracatólico, y un acto de purificación (que no tuve la oportunidad de
presenciar ya que solo era para mujeres) que se realizó en el rio del pueblo a
las doce de la noche. No cabe duda que este señor mezclaba elementos y
rituales religiosos con los tradicionales; un sincretismo total; ¿la cantidad

4
de gente exacta habida? No lo pude contabilizar porque muchos se
marchaban y otros llegaban. Buscaban algo, algún signo, milagro ¡yo qué sé!
pero lo único que sé es que buscaban algo, algún consuelo que no solo ellos se
han empeñado en obtener sino que sus antepasados también recurrieron a
otros medios diferentes a los que ellos también acuden ahora en la era
contemporánea.

Ellos (nuestros antepasados) y mucho más ellos se han dirigido a estas


fuerzas desconocidas por el intelecto humano como es el caso del biere,
melán, minvú, y otros medios que yo desconozco, para hallar una solución
satisfactoria ya sea personal o colectiva, en esta búsqueda seguimos hoy
intentando hallar la solución por doquier y por seguro, seguirá hasta el
último día en que el mundo vea el sol. La cuestión está en que esta
insaciabilidad del hombre no tiene límites porque ahora atraviesa esferas
que realmente no debería.

Cada vez más en las parroquias, comunidades religiosas está creciendo la


demanda de artículos religiosos; rosarios, crucifijos, oracionales, estampas
de la virgen, de un santo o de un arcángel (sobretodo San Miguel) agua
bendita y cómo no las famosas expresiones: “padre necesito bendición.
Bendígame padre para que las cosas me vayan bien, para que consiga un buen
trabajo, para que apruebe en los exámenes, para conseguir un marido, para
que no se me olviden las cosas”. Etc.

Personalmente, no está mal a que un cristiano tenga objetos de devoción,


tampoco estoy en contra de que un sacerdote bendiga a uno de sus fieles. Lo
preocupante es el uso y la concepción que se hace de dichos artículos y
actos, porque, llegas a una curandería encontrarás el rosario que un día el
sacerdote bendijo para un uso exclusivo (la oración), pero es que ahora este
rosario está bailando mabengo, la imagen de San Miguel la encontraras quizá
en una finca para que sirva de protección. Y mi pregunta es:

Este rosario ¿tiene otra función a más de esa que todos conocemos? ¿Es que
acaso San Miguel matará a la marmota para que no consuma los alimentos
plantados en la finca?

Es increíble la mente humana para imaginarse cosas similares; se registra un


confucionismo total, ¡el hombre se está cayendo en el extremo!

5
La verdad es que no puedo decir que a esa gente les falte la fe; seria quizá
una sobredosis de fe o una ignorancia sobre el uso de esos objetos, pero la
verdad es que creen en algo pero ellos mismos no saben qué es porque si lo
supieran no jugarían con fuego.

Puedo decir también (y con toda seguridad) de que creemos en un Dios que
es inabarcable, desconocido; ya que el intelecto humano no puede alcanzar la
grandeza de este Ser Supremo. Por ello, intentamos crear un Dios conforme
a nuestro entendimiento, un Dios que se ajusta a nuestros límites en cuanto
al pensar y en el actuar, un Dios que obedezca nuestras órdenes a rajatabla.
Bien, eso se debe a que el hombre se acostumbra a ver o a concebir la vida
desde su justa medida, creemos que todo se puede arreglar con un
chasquido de dedos (porque realmente esa es la idea que tenemos de Dios)
siendo que se necesita otra cosa más que eso.

Hasta los más creyentes pueden encontrarse en una adversidad que les hace
cuestionar la existencia de Dios, en la existencia de los milagros y, lo más
peor, dudar de su existencia.

Pues bien, viéndolo desde este punto de vista, podemos empezar por el que
cree y en aquel que impulsa la fe para conocer el origen “real” del problema.

a) EL LAICO COMO PRINCIPAL PROBLEMA

La Iglesia, en lo que es, no solo está compuesta por su jerarquía eclesial,


sino que también hay gentes que, de una manera u otra hacen su función
como el pueblo de Dios; gente que son el verdadero rebaño del supremo
Pastor quienes reciben el nombre de laicos.

Por el nombre de laicos se entiende aquí todos los fieles cristianos, a


excepción de los miembros que han recibido un orden sagrado y los que
están en estado religioso reconocido por la iglesia, es decir, los fieles
cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo,
constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función

6
sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen, en la parte que les toca, la
misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo.1

A esta definición-explicación de lo que es ser laico podemos decir que todos


los cristianos no consagrados a un estado religioso, bautizados en Cristo
Jesús, les son dado dicho estatus.

San Pablo en su carta a los Romanos ya nos introduce en lo que hemos dicho
en la primera parte sobre los laicos.

Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee mucho miembros, y no


desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros,
siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada
uno por su parte los unos miembros de los otros (Rm 12, 4-5)

El pueblo de Dios está formado por consagrados y no consagrados, pero a


cada uno le toca realizar su función en el cuerpo místico de Cristo: la
Iglesia. Pero este pueblo de Dios necesita ser apacentado, guiado y sobre
todo ser cuidado y educado.

Quisiera centrarme en lo último: la catequesis en los laicos.

 Importancia de la catequesis laical

No se puede negar que la Iglesia, desde sus orígenes ha realizado un


trabajo duro para la consecución de lo que tenemos hoy; basta retroceder
en el pasado para asegurarse de ello.

Pero la cuestión está en que los tiempos cambian y las sociedades también y
con ellos la llegada de diversas corrientes en cuanto al modo de pensar, es
por ello que nuestros fieles cristianos necesitan una catequesis bien sólida
en materias y cuestiones de fe para evitar un relativismo católico y moral
de los laicos.

El fiel o laico cristiano no debe ignorar las verdades de su fe, al ser un


miembro de la Iglesia de Cristo mediante el bautismo (desde mi punto de
vista) el laico está obligado a recibir una buena catequesis que le
corresponde por que formando a los laicos en dichas materias no tendríamos
un uso extraoficial de los objetos de devoción.

1
Cons. Dogmát. LG n. 31

7
Los fieles cristianos nuestros, necesitan que les enseñen para que, como
miembros vivos, procuren el crecimiento de la iglesia y su perenne
santificación con todas sus fuerzas, recibidas por beneficio del Creador y
gracia del Redentor.2

b) EL MINISTRO COMO PROBLEMA

Otro que también necesita preparación es el presbítero, porque está al


frente del pueblo de Dios, quien actúa como mediador, guía y enlace hacia la
salvación del género humano.

El pueblo de Dios busca en los labios de los sacerdotes la palabra de Dios


vivo3, los presbíteros, como cooperadores de los Obispos, tienen como
primer cometido el predicar el Evangelio de Dios a todos; para el
cumplimiento del mandato del Señor: Id por todo el mundo y proclamad la
Buena Nueva a toda la creación (Mc 16, 15).4 Pero dicho evangelio no es una
ciencia infusa, una ciencia que viene por sí sola porque, a día de hoy, la gente
quiere escuchar algo nuevo a pesar de la monotonía del Evangelio. Me
explico: cada vez que escuchamos las palabras del Evangelio escuchamos las
mismas palabras según se divida el tiempo litúrgico, pero no hemos de
escuchar las mismas homilías de siempre para no crear una rutina pesada y
aburrida.

Esto en cuanto al campo de la palabra. Pero el presbítero no solo predica


sino que administra otros sacramentos y la eucaristía; por lo que sería muy
irónico que un sacerdote administre un sacramento en el cual él mismo no
posee suficientes conocimientos y, si se diera el caso, imagínense el pobre
pueblo de Dios que sufre.

Si el sacerdote tiene buena formación, sería más fácil que el pueblo pueda
alimentarse bien de la palabra y de los sacramentos, con ello evitaríamos
muchos errores, el fiel sabría con seguridad el significado de cada
sacramento y de cada sacramental (punto que abordaremos más adelante).

2
Cons. Dogmát. LG n. 33
3
Presb. Ordinis. n. 4
4
Ídem. n. 4

8
En fin, buena formación sacerdotal, buena catequesis para los fieles, buena
catequesis para los fieles una iglesia con fieles seguros, y, con ello
evitaremos la sincretización de los actos, ritos y sacramentos de la iglesia.

4. BÚSQUEDA DE UNA SOLUCIÓN

a) La oración como motor principal

Uno de los discípulos del maestro le pide a que les enseñe a orar, y el
maestro se lo concede; tal gracia seguimos recibiéndola hoy mediante la
oración personal, colectiva y cómo no la cotidiana. Pero, ¿Qué es rezar?
¿Cómo y cuándo debemos rezar?

Muchos como yo ahora también se harían esas preguntas o quizá unas más
complejas que estas.

Según Santa Teresa del Niño Jesús, la oración es un impulso del corazón,
una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de
amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría
(Santa Teresa del Niño Jesús, ms autob. C 25r)

“La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes


convenientes” (san Juan damasceno, f. o. 3, 24).5

A la oración también la podemos definir como la relación personal,


consciente, inmediata, amorosa del hombre con Dios (J. Rivera- J.M.
Iraburu; Cuadernos de espiritualidad nº 9: La oración (I) pp. 6)

La oración es una conversación de confianza, y de amistad dirigida a Dios


como Padre, donde se le puede contar las penas, las alegrías y donde se le
presenta el trabajo cotidiano; un espacio donde le puedes alabar, darle
gracias por los beneficios y pedirle por tu vida y por la de los demás etc.…

La oración tiene como base la humildad, la cual es una disposición necesaria


para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de
Dios (cf. San Agustín, serm 56, 6, 9)6

5
Catecismo de la Iglesia Católica n. 2559
6
Ídem

9
Tras contemplar esas diferentes definiciones de lo que es la oración
podemos decir que, como cristianos la oración forma parte de nuestra vida
en todo momento, ya que sin ella nuestra vida sería un sin sentido.

El cristiano, a veces no confía en su oración. Eso es debido a que quiere la


realización inmediata de su petición, concibiendo a la oración como una
evocación, algo que le hace ver a Dios como un ejecutor de sus deseos o en
otro sentido, ver a Dios como una entidad mágica del más allá; como un hada
madrina. Pero esta concepción de Dios es muy primitiva ya que desde
nuestra cultura estamos acostumbrados a consultar a nuestros curanderos
que nos prometen realizar actos extraordinarios en favor nuestro a través
de invocaciones de deidades primitivas ctónicas; y es lo mismo que nos hace
confiar más a veces en el curandero que en la propia medicina moderna. El
hombre quiere una solución inmediata de sus problemas, pero el caso está en
que siempre mira en el lado equivocado.

Pero al Dios que dirigimos nuestras oraciones, no es un dios “primitivo” sino


que es el Dios primero, el que nos creó, el que conoce nuestros corazones,
nuestros pensamientos, un Dios paciente. Él sabe lo que querremos en cada
momento. Es por ello que nuestro corazón solo le debe obedecer a Él.

Lo que deben saber los cristianos de nuestros tiempos es que la oración es


un misterio, una gracia. No es una acción que comienza en el hombre y
termina en Dios. Es una acción que comienza en Dios, actúa la mente y el
corazón del hombre, y termina en Dios.7

El acto de la oración no solo le compete al cristiano fiel, sino que es obra del
propio presbítero ya que él es un mediador entre Dios y los hombres. Y
porque esta obligación que el sacerdote tiene de orar, y no como quiera,
está tan olvidada, incluso no conocida.8

Así como en el oficio sacerdotal representamos la persona de Jesucristo


nuestro Señor, así le hemos de representar e imitar en los gemidos y
oración que el oficio sacerdotal pide.9 El sacerdote debe estar pegado a la
oración, ya que constituye el pozo donde todos bebemos para recobrar las
fuerzas desgastadas por el trabajo del día (oración final de las completas;

7
AA-VV: Cuadernos de espiritualidad nº 9: la oración (I), pp. 7
8
Ídem, pp. 6
9
Ídem, pp. 6

10
jueves), nuestro manantial de agua viva. Y desde luego que, un sacerdote que
se aparta de la oración no goza de la plenitud espiritual que este necesita
para guiar al pueblo de Dios; es por ello que un sacerdote debe estar en
continua oración, lo necesita más que todos ya que el camino es largo y las
dificultades (tentaciones) oscilan a mil.

En fin, la oración debe ser el epicentro del cristiano y del presbítero ya que
en ella nos fortalecemos, obtenemos las gracias espirituales que cada día le
pedimos al Padre y, para ello, el hombre debe ser humilde, sencillo, ha de
tener fe y confiar en su propia oración porque si no confiamos en nuestra
propia oración, si no tenemos fe en la oración entonces; ¿Qué más nos cabe
esperar? La oración es el único medio por el cual podemos hablar con Dios y
Él, en su infinito amor nos responde siempre.

b) Cuestión Sacramentológica

Podemos decir que el cuerpo central de este trabajo es la cuestión de los


sacramentales porque, como se puede apreciar, la vida del cristiano
actualmente está centrada en dichos actos ya que, todo cristiano piensa que
necesita una “protección” espiritual que le haga sentir que Dios lo protege
mediante este medio, se siente más seguro sabiendo que lleva un objeto que
ha sido bendecido por un sacerdote, concibiéndolo así como una presencia
activa de Dios en el objeto.

Para que hablemos entonces de lo que son los sacramentales, veamos


primero lo que son los sacramentos y sus características, ya que de ellos
derivan los sacramentales.

I. El sacramento o sacramentos.

Los sacramentos son signos bastante sensibles y eficaces10 de la gracia de


Dios a través de los cuales se otorga la vida divina; es decir, ofrecen al

10
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica nº 1127

11
creyente el ser hijos adoptivos de Dios. Fueron instituidos por Jesucristo11
y confiados a la Iglesia12.

Pero debemos saber que la Iglesia Católica reconoce 7 sacramentos


(sacramentos de la Nueva Ley) que son: el Bautismo, Confirmación,
Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y
matrimonio; los cuales dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la
vida de fe de los cristianos13. De los cuales 3 son de iniciación cristiana:
tales como el Bautismo, la Eucaristía y la Confirmación. Poseen las siguientes
características:

 Confieren la gracia del Espíritu Santo


 Es un signo indeleble en el cristiano
 Adhieren al catecúmeno a la Iglesia.

Los sacramentos nos presentan una estructura por la cual se rigen y que sin
ella no serían sacramentos. La estructura del sacramento es aquello que
constituye la esencia, lo que no puede faltar para que haya un sacramento.14

Para ello se subraya que el sacramento es encuentro, implica toda la vida


del hombre, y es celebración que implica la misma vida del hombre.15

Resumiendo esas tres partes de la estructura del sacramento diríamos que:

 El sacramento no es solamente la acción de Dios sino también la


participación del hombre. Es un encuentro entre ambos.16 Pero en
dicha participación intervienen tres elementos importantes que
actúan en la acción sacramental de la Iglesia: Dios trinitario, el
hombre como Iglesia y el culto como celebración del encuentro del
hombre con Dios.17
 Además de ser encuentros, los sacramentos son procesos que
implican toda la vida del hombre. La gracia divina no es temporal; así

11
Cf. Concilio de Trento, sesión VII, canon 1
12
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica nº 1131
13
Cf. Ídem. nº 1210
14
Cf. J. E Oyono Nsang, Los sacramentos: lugar de encuentro con Dios y su belleza salvadora, Amigo del Hogar, Santo Domingo, 2015 pp. 53
15
Ídem
16
Ídem
17
Cf. J.E Oyono Nsang, Op. Cit., p. 53

12
como el mismo Dios es eterno, también su gracia para con nosotros es
eterna y continúa.18
 En el sacramento, la celebración y la vida no se pueden separar; se
celebra aquello que se vive y se vive aquello que se celebra.19

Entonces, todo aquello que se encuentra indicado en estos tres elementos


configuran la base del sacramento ya que, si faltan no hay sacramento.

Hemos hecho aquí un esbozo sucinto de lo que son los sacramentos y sus
características para que no haya confusiones entre el sacramento y los
sacramentales y además, no hemos querido ampliar dicho contenido ya que
no es una clase de sacramentología.

II. El Sacramental o los Sacramentales

La Iglesia, en su misión de querer salvar al género humano, ha establecido muchos


medios por los que el hombre puede estar en continuo contacto con su Padre
creador.

A juicio de Juan Esono, los sacramentales son todos los subsidios que usa la Iglesia
y recomienda a su feligresía para ayudarla a crecer en la fe, a fomentar su
devoción, y a convertir las circunstancias de su vida en alabanza a su creador; por
consiguiente, los sacramentales son objetos y lugares sagrados, entre otros:
Rosarios, crucifijos, medallas, escapularios, imágenes, reliquias. La atracción, el
apego y la veneración que posteriormente suscitan y se organizan en torno a tales
objetos es lo que damos el nombre de devoción.20

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los sacramentales son signos sagrados


que han sido instituidos por la Iglesia Católica para que imitando de alguna manera
los sacramentos, se expresen efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la
intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto
principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida.21

En vista a estas definiciones, los sacramentales constituyen un medio eficaz


para alcanzar las gracias espirituales que necesitamos obtener mediante su
continuo uso, veneración y adoración, mediante ellos nos vamos

18
Cf. Idem. pp. 54
19
Cf. Ídem. Pp. 55
20
J.E Oyono Nsang, Los sacramentos: Lugar de encuentro con Dios y su belleza salvadora, Amigo del hogar, Santo Domingo, 2015, pp. 105
21
SC nº 60., Catecismo de la Iglesia Católica nº 1167

13
perfeccionando más hacia la santidad a la que estamos llamados. Los
sacramentales (quede bien dicho) no confieren los mismos dones que los
sacramentos, sino que actúan como medio por el cual el hombre se une más a
Dios, es decir, que los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu
Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia
preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella.22

Como podemos observar, los fieles cristianos o mejor dicho, pocos de los
fieles cristianos desconocen el verdadero uso de los sacramentales, algo que
lleva al sincretismo de los objetos de devoción reconocidos por la Iglesia y
así, su uso extraoficial. Hemos de saber que estas prácticas han llegado a
convertirse a lo largo de la historia, en instrumentos eficaces para
mantener la fe del pueblo y un medio apto para luchar contra las sectas y
herejías que han surgido del seno de la Iglesia.23 Pero lo que no puede ser es
que sean estas prácticas sacramentales las que ahora vayan a ser
sincretizadas por la excesiva religiosidad sacramental.

Como es de apreciar, en nuestra condición actual, lo sensible nos ayuda en


gran manera a comprender lo espiritual, de modo que en cierta forma, la
realidad sobrenatural se nos hace asequible a través de los sentidos,24 pero
no cualquier realidad sobrenatural, sino que la presencia misma de Dios. Él
se nos hace presente mediante la práctica y el uso de los sacramentales, que
son medios visibles u objetos de uso fácil; por lo que a Dios no se le puede
mezclar con otros elementos que no están consagrados a Él. Un ejemplo
sería como el que expusimos en el planteamiento del problema ( apartado 3).
Un rosario bendecido para un uso exclusivo que es la oración, sea al mismo
tiempo un instrumento para invocar otras fuerzas sobrenaturales. Pues
entonces; ¿cuál es el uso verdadero de este rosario? porque, esto ya sería
poner en crisis al principio de no contradicción en su versión doxástica.

El cristiano debería conocer de sobra el significado y el uso de cada uno de


los objetos de devoción. Insisto a que, como ha sido expuesto antes dicho
apartado que, el laico reciba una doctrina sana, una buena catequesis para
evitar un relativismo católico-moral.

22
Cf. catecismo de la Iglesia Católica nº 1670
23
Cf. J.E Oyono Nsang; Op. Cit. ; pp. 107
24
Cf. Idem. pp. 108

14
Pero realmente ¿dónde se encuentra el problema? Pues la respuesta la
tenemos en Víctor Codina quien dice que:

Ofrecemos al pueblo lo que no le interesa (sacramentos), y nos pide lo que


nosotros no le ofrecemos y quizás no nos interesa ofrecer (los
sacramentales).25

Es una reflexión bastante clara, a veces el cristiano necesita más del


sacramental que del propio sacramento con la idea de que mediante un
objeto de devoción obtendrá todos los bienes que necesita para toda su
vida. Es realmente en el sacramento donde Cristo está presente, y es por
ello que el sacerdote debe insistir en el sacramento, pero con eso la
cuestión no es destituir la potencialidad del sacramental sino que se debe
priorizar más el sacramento como medio eficaz para alcanzar la gracia
santificadora.

Entonces, ¿es normal que el sacramental sea “despreciado” hasta para ser
un objeto de burla? Digo burla porque se está viendo el uso despectivo que
se le da y, por más subordinado que parezca su concepción es muy
importante que el cristiano sepa cuál debería ser el uso oficial de dichos
objetos de devoción. No sirven para un uso especulativo, ficticio o
sincretizado sino que sirven de medio para hallar gracia ante Dios.

c) El oficio de enseñar del Presbítero

La importancia de la catequesis del pueblo de Dios ha de ser impulsado


primero por el Obispo después el sacerdote que está al frente de la
comunidad, la cual rige en nombre y en representación del Obispo titular de
la Diócesis.

El Sacerdote es una persona que se dedica con una designación específica a


realizar actos de culto en una religión, en ocasiones como intermediario
entre los miembros de una comunidad religiosa y la divinidad a la que estos
adoren.26

25
J. E Oyono Nsang, Op, Cit., 107. Víctor Codina, Una Iglesia nazarena, Teología de los insignificantes, Sal Terrae, Salamanca 2010, pp. 89
26
Cf. www.wikipedia.es/sacerdote.html

15
Pero esta definición, por más que sea un poco análoga a la que buscamos
para designar al sacerdote de nuestra creencia, no es del todo convincente
porque desde esta definición se puede designar al chaman, curandero,
médium, lo que nos lleva a decir que tal definición no es favorable para
definir al sacerdote católico.

Varios son los nombres o atributos por los que se le conoce al presbítero
católico. Empezaremos definiendo algunos de estos términos:

 Sacerdote
 Presbítero
 Cura

Según la RAE, sacerdote es aquél hombre ordenado para celebrar el


sacrificio de la misa y realizar otras tareas propias del ministerio
pastoral.27

Presbítero, de presbyter, -eri, el cual significa literalmente “el más


anciano”; es el eclesiástico al que se le ha conferido la orden sagrada cuyo
ministerio principal es celebrar la misa.28

Cura, en la Iglesia católica, sacerdote encargado, en virtud del oficio que


tiene, del cuidado, instrucción y doctrina espiritual de una feligresía.29

Como podemos apreciar, estas definiciones ofrecen un determinado perfil


de lo que es un sacerdote católico muy diferente a la primera definición.

Nos centraremos en la definición de lo que es un cura ya que, representa


más con detalle cuál “debe ser” el trabajo del sacerdote católico.

Instrucción y doctrina espiritual de la feligresía son aquellos cometidos en


los que el sacerdote debe centrarse más: instrucción en el sentido de que,
ejerciendo, según la autoridad que les corresponde, el oficio de Cristo,
Cabeza y Pastor, reúnen (los presbíteros) en nombre del Obispo la familia
de Dios, como hermandad de una sola alma, y la conducen a Dios Padre, por
Cristo en el Espíritu.30

27
RAE, XXIII Edición; edición del tricentenario, 2019
28
Cf. Ídem
29
Cf. Ídem
30
Cf. Const. Dogm. Lumen gentium, nº 28. Presb. Ord, nº 6

16
Dicha instrucción tiene como único fin la salvación de las almas, por lo que la
catequesis de los fieles o del pueblo de Dios es o debe ser una “obligación
moral” del sacerdote para con sus fieles. La feligresía necesita nutrirse de
la palabra de Dios, necesita ser instruida en los preceptos del Señor, desea
el manjar sólido (Hb, 5, 14); el cual resulta ser la Palabra de Dios.

En lenguaje más simple y sencillo, los fieles cristianos han de ser instruidos
y formados, deben conocer las verdades de su fe porque si se limitasen solo
a los sacramentos, a la celebración, ya sea diaria o dominical y no conocer el
objeto real de dichos actos es posible que no solo tengamos una comunidad
que esté al borde del sincretismo sino que también haya apóstatas. Con la
debida catequesis evitaríamos primero a que nuestros fieles no sean
engañados por otras confesiones religiosas, y segundo, lograríamos una
confianza total y personal de nuestros fieles.31

Los apóstoles transmitieron a sus sucesores, los obispos y, a través de


éstos, a todas las generaciones hasta el fin de los tiempos todo lo que
habían recibido de Cristo y aprendido del Espíritu Santo.32 Y con ello
llegamos a los sacerdotes quienes bajo la autoridad de sus Obispos les
corresponden instruir a los feligreses en la doctrina espiritual de la Iglesia.

El Obispo delega al sacerdote como representante suyo en una localidad


para ofrecer el Sacrificio de la Santa Eucaristía, la predicación de la
palabra de Dios y del cuidado de los fieles, al igual que el Señor envió a los
apóstoles, los sacerdotes hacen la continuación de los Obispos. La doctrina
espiritual de la Iglesia ha sido y sigue siendo revelada por la Iglesia a través
de sus depositarios que son los Obispos y sacerdotes quienes con la ayuda
del Espíritu Santo ayudan al pueblo fiel a comprender las escrituras.

31
Digo personal en el sentido de que el propio cristiano ya no tenga dudas en lo que cree, es decir, que ya ha alcanzado una madurez en la fe y en la
doctrina la cual acepta no por obligación, o por coacción, sino porque cree.
32
Cf. www.wikipedia.es/tradición_apostólica/CatecismodelaIglesiaCatólica_nº12

17
d) Una comunidad con sed de Evangelio

Como venimos diciendo, tal es la importancia de que el sacerdote sea un


buen maestro de la palabra de Dios, a fin de poder ilustrar e iluminar a la
comunidad cristiana a él confiada.

Por consiguiente, al sacerdote le corresponde alimentarse cada día de la


palabra de Dios, estudiarla, meditarla, para luego difundirla entre sus fieles
con perseverancia, humildad y sencillez, procurando que hasta el último fiel
entienda sin sesgos el mensaje de Dios.

El presbítero, para ejercer su ministerio, se le confiere la correspondiente


potestad espiritual, que ciertamente se da para la edificación de la
Iglesia;33 tal potestad incluye el oficio de enseñar y de predicar como
pastor que es, pues los presbíteros, como cooperadores de los Obispos,
tienen como primer cometido el predicar el Evangelio.34

El acto de guiar a un grupo de personas no es una tarea que se puede


considerar como algo fácil, el líder necesita ser uno que está fuertemente
equilibrado psicológica y emocionalmente, hombre de buena reputación, bien
visto, comprometido por la causa. Estas cualidades deben encarnarse en el
presbítero como líder de un grupo humano a él confiado.

La difusión de la palabra de Dios requiere una preparación muy sutil del


predicador, en él se centra toda la atención del pueblo, él debe ser ejemplo
de lo que predica ya sea de palabra y de obra.

Para concluir, el buen pastor no es aquel a quien buscan las ovejas sino que
es aquel que busca a sus ovejas, va a su encuentro, y es por ello que deben
reconocer a sus ovejas, e intentar atraer aun aquellas que no son de este
redil, para que también ellas oigan la voz de Cristo y se forme un solo
rebaño bajo un solo Pastor.35

33
Cf. Presbiterorum Ordinis nº 6
34
Cf. Ibídem nº 4
35
Cf. Ibídem nº 3

18
5.- CONCLUSIÓN

No queda nada más por decir, ya que casi hemos dicho todo lo que se ha
tenido que decir. Por el bien común de la Iglesia los fieles deben ser
instruidos en los preceptos y mandatos del Señor, de la santa doctrina de la
Iglesia, a fin de que todos en comunión podamos llegar a la salvación que Él
mismo nos promete.

Por consiguiente, el sacerdote ha de ser muy precavido, estable y


equilibrado en todas las dimensiones ya que es el que guía al pueblo elegido
por Dios, y por ello ha de instruir al pueblo fiel (insisto en este aspecto)
para que el pueblo sepa cuál es su posición en el contexto moral, social y
religioso de la Iglesia.

Sirvamos al Señor con santidad todos los días de nuestra vida, a fin de que
podamos alcanzar las gracias por Él concedidas por medio de los
sacramentos y de los sacramentales, los cuales son establecidos por la
Iglesia como medios por el cual alcanzamos las gracias de Dios.

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6.- BIBLIOGRAFÍA

 Documentos completos del Vaticano II 17ª edición, Ed. Mensajero,


Bilbao
 Catecismo de la Iglesia Católica 2ª edición, Asociación de Editores
del Catecismo, Getafe, 1992
 José Rivera, José Mª IRABURU: La Oración (I): cuadernos de
espiritualidad, Ed. Aldecoa, Pamplona, 1976
 Juan Esono OYONO NSANG: Los sacramentos: lugar de encuentro
con Dios y su belleza salvadora, Amigo del Hogar, Santo Domingo,
2015
 Biblia de Jerusalén, descleé de Brouwer, Bilbao, 1976

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