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Santiago 3 - Informe Exposición
Santiago 3 - Informe Exposición
2. Desarrollo
El tema que hoy veremos también está relacionado con esto y se trata del capítulo 3, la lengua.
Según la versión de la biblia que tengamos, el título que está puesto en este capítulo varía: La
lengua (RV60), Control de la lengua (NTV), Hay que domar la lengua (NVI), entre otras.
La estructura de este capítulo, según el comentario de Guy N. Wood sobre la epístola, sería:
Por último, otro comentarista Pablo Alberto Deiros, estructura de la siguiente manera este
capítulo
1
Pablo Deiros. Comentario Bíblico Hispanoamericano, Santiago y Judas, (Miami: Editorial Caribe), 166.
El texto de estudio en la presente exposición dice lo siguiente:
Lucas 1:64 - Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a
Dios. Zacarías, el padre de Juan el Bautista
Hechos 2:26 - Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, Y aun mi carne
descansará en esperanza; (Salmo de David 16:9, aunque en el hebreo no aparece la
palabra “lengua” propiamente tal, sino corazón, lib·bî, y carne, be·sa·ri)
Romanos 14:11 - Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda
rodilla, Y toda lengua confesará a Dios.
Filipenses 2:11 - y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios
Padre.
No me detendré en todos los versículos, sino que me enfocaré en aquellos que hablan de
la lengua particularmente y complementaré con aquellos que refieren a esta de manera implícita,
pero que aportan también a lo que el autor está tratando de enseñar.
Versículo 2. Todos fallamos mucho. La versión RV dice todos “ofendemos” muchas veces.
Esta ofensa refiere a los errores que comentemos en lo que envuelve a la lengua, a lo que
hablamos, lo que decimos. Y aquí es crucial entender que todos fallamos, el autor se incluye, y nos
podemos incluir tú y yo. Nuestra lengua, nos lleva a tropezar, ofender, fallar, pecar. Luego
continua, “si alguien nunca falla en lo que dice” o “no ofende en palabra”, “es una persona
perfecta, capaz también de dominar todo su cuerpo”. El desafío que está comenzando a
vislumbrar Santiago, es el de, por medio de la guía de Su Espíritu, controlar nuestra lengua para
alcanzar esa meta de ser el “hombre o la mujer perfecta”, meta que, por cierto, es imposible de
alcanzar. Pero, dicho de otra manera, presenta el desafío de alcanzar la meta que es ser cada día
más similares a Jesucristo, quién sí es el varón perfecto. Alcanzar a ser personas plenamente
desarrolladas y maduras. El control o freno de nuestra lengua nos permite caminar por el camino
de la santidad de Dios. “Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto” (Mt
5:48). Si podemos notar, este versículo tiene relación con 1 Juan 1:8-10
Todos fallamos, y esto es algo constante, permanente. Pero Dios es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y esto también es algo constante, permanente.
El autor hace alusión a cómo un miembro tan pequeño dentro del cuerpo, la lengua, puede
hacer alarde de grandes hazañas, demostrando como un objeto tan pequeño, comparado con
todo el cuerpo, puede ser poderoso y de mucha influencia. La lengua tiene ese poder. Hace alarde,
se jacta (dice la RV) y es capaz de contamina a todo el cuerpo.
Para el español, como para el latinoamericano, la palabra es el comienzo de todas las cosas.
«En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios» (Jn. 1.1). La palabra
es Dios, o al menos es la expresión de Dios. Es un verdadero don del cielo el poder hablar.
Versículo 8. “Ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser
refrenado”. Acá no debemos entender de que la lengua no pueda ser domada, en el sentido de la
imposibilidad del hombre de poder domarla. No quiere decir que el hombre, al no domar la
lengua, tenga la excusa para el abuso y mal uso de ella, ni que Dios asigna una tarea imposible,
pero demanda que se haga. Sino que, al igual que los animales salvajes, cuando estos son
domados, ya son menos peligrosos de lo que eran. Lo que Santiago quiere decir es que tenemos
que estar constantemente vigilando las cosas que pertenecen a la lengua, aquello que decimos, o
incluso lo que no decimos. A veces, podemos pasar mucho tiempo sin decir algo y en un descuido,
comenzar un incendio.
Versículo 9 y 10. “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres
que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición”.
Esta es la mayor contradicción que se nos presenta acá. La lengua puede ser tanto buena como
mala, dependiendo del uso que le demos. Podemos bendecir a Dios, pero podemos maldecir a
otros. La lengua puede ser bendición, o maldición.
¿Cómo concluye Santiago? En el mismo versículo 10, ya que en los siguientes sigue dando más
ejemplo. La exhortación categórica que hace Santiago es: “Hermanos míos, esto no debe ser así”.
Este es el único momento en el que Santiago exhorta el control del mal uso de la lengua. Es una
incongruencia moral que bendición y maldición salgan de la misma boca, y Santiago está
condenando esta actitud y todo tipo de maldición.
4. Conclusiones
5. Reflexiones adicionales
En primer lugar, Santiago exhorta respecto al mal uso de la lengua dentro de la iglesia en dos
niveles: tanto para el liderazgo como los creyentes en general. Desde el comienzo de este capítulo,
está apelando a estos dos públicos: advierte a los que están queriendo enseñar (los líderes), pero
también en decir “todos fallamos” (los creyentes). Por lo tanto, este es un mensaje para todos.
Nuestra lengua, para el que ha sido transformado en Cristo, precisa del freno y gobierno del
Espíritu Santo. Eso marcará la diferencia en alguien que es discípulo de Cristo. En nuestro trato con
los demás, ya sea en un contexto eclesial o no, debemos mostrar una marca distinta en la manera
que hablamos, y no una distinción en cambios de tonalidades de voz, uso de términos exagerados,
ni nade de eso. Refiere al contenido de nuestras palabras. El contenido tiene que reflejar algo
distinto en nosotros como cristianos, algo que distinga, algo que impacte y que transforme.
En segundo lugar, en el contexto general de la epístola, recordemos con lo que comencé “la fe
sin obras es muerta”, los versos de este capítulo nos enseñan que las palabras también son obras
y, por lo tanto, son importantes y merecen nuestra atención y cuidado. Las obras, nuestra
conducta, no solo son actos no verbales. Las palabras, el uso y contenido de ellas también reflejan
nuestras obras.
Y, por último, cabe reflexionar que esto no es solamente un tema de la lengua, sino que es
algo mucho más profundo. Recordemos el pasaje cuando los fariseos acusan a Jesús de que sus
discípulos no se lavaron las manos para comer a lo que Jesús responde: “Lo que contamina a una
persona no es lo que entra en la boca, sino lo que sale de ella (…) lo que sale de la boca viene del
corazón y contamina a la persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los
homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias.
Estas son las cosas que contaminan a la persona …” (Mt 15:11, 18-20). El problema no radica en la
lengua, radica en el corazón del hombre, en sus pensamientos y sus malos deseos. Con nuestra
boca adoramos al Señor, cantamos los domingos, damos la bendición a los hermanos, etc. Pero
con la misma mentimos, criticamos, dañamos. Lo que sale de nuestra lengua es reflejo de lo que
nosotros mismos somos. Pidamos cada día al Señor, que renueve nuestro corazón y estemos
sujetos a la guía del Espíritu Santo, quien es el único que puede ayudarnos a domar y controlar
nuestra lengua para no caer en hipocresía.
Bibliografía
• Woods N., Guy. Un comentario sobre la epístola de Santiago. Nashville, Tenn: Gospel
Advocate Co, 1965.
• Moo, Douglas J. Comentario sobre la epístola de Santiago. ___: Editorial vida, 2009.
• Pérez M., Samuel. Comentario exegético al texto griego del nuevo testamento, Santiago.
Barcelona: Editorial Clie, 2011.
• Becquet Gilles, Pierre Cazaux, Francis Dumortier, Edmon Fudji, Michel Garat, Albert Hari,
Marc Jacob, Guy Oberson, Pierre-Marie Pochou, Céline Schäffer y Gérard Sindt. La carta
de Santiago, lectura socio-lingüística. Navarra: Editorial Verbo Divino, 1988.
• Deiros, Pablo A. Comentario bíblico hispanoamericano, Santiago y Judas. Editado por Justo
L. Gonzáles. Miami: Editorial Caribe, 1992.