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EL PODER DE LAS PALABRAS

La Biblia nos dice: "muerte y vida están en poder de la lengua"


(Proverbios 18:21). Esto significa que, en la actualidad, es mucho lo
que está en juego con lo que decimos. Y en las sociedades
alfabetizadas como la nuestra, la palabra "lengua" incluye lo que
escribimos, tipeamos, pintamos o firmamos.

Lenguas de muerte
Algunas personas mueren debido a algo que se ha dicho. La lengua
puede llegar a ser un arma de destrucción masiva, instrumento
desencadenante de holocaustos y guerras. Ej. Hitler
La lengua también puede terminar con matrimonios, familias,
amistades, iglesias, carreras, esperanzas, entendimiento,
reputaciones, esfuerzos misioneros, y gobiernos.
Lenguas de vida
Pero algunas personas también viven por causa de cosas que se han
dicho. La lengua puede ser un “árbol de vida” (Proverbios 15:4). La
lengua puede reconciliar pueblos y hacer la paz (“bienaventurados
los que procuran la paz”, dice Mateo 5:9). La lengua puede formar
matrimonios hermosos, familias fuertes, e iglesias saludables. La
lengua puede dar esperanza al desesperado, extender el
entendimiento y difundir el evangelio.

¿Qué saldrá de tu boca hoy? ¿Vida o muerte? ¿“Golpes de


espada” o sanidad (Proverbios 12:18)?

El corazón mueve la lengua


Todo depende de con qué se está llenando el corazón. Jesús dijo:
“de la abundancia del corazón habla [la] boca” (Lucas 6:45). El
corazón criticón produce una lengua que critica. El corazón que se
cree justo por sí mismo produce una lengua que juzga. El corazón
amargado produce una lengua mordaz. Y el corazón desagradecido
produce una lengua quejosa.
Pero el corazón que ama produce una lengua llena de gracia. El
corazón fiel produce una lengua sincera. El corazón apacible produce
una lengua reconciliadora. El corazón que confía produce una lengua
llena de ánimo.

Por lo tanto, llena tu corazón con gracia embebiéndolo en la Biblia. Y


ten cuidado al tomar las palabras de muerte de los periódicos, de la
radio, de la televisión o de las redes sociales.

Y ora lo siguiente: “Señor, pon guarda a mi boca; vigila la puerta de


mis labios” (Salmo 141:3).

El mundo está lleno de palabras de muerte. “El mundo entero está


bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19 NBLH), quien “fue un
homicida desde el principio… y padre de la mentira” (Juan 8:44). No
nos unamos a su lengua “incansable y maligna” (Santiago 3:8 NTV).
Porque “somos de Dios” (1 Juan 5:19) y creemos en su Hijo Jesús,
“el Verbo” (Juan 1:1), “la verdad y la vida” (Juan 14:6), y el único que
tiene “palabras de vida eterna” (Juan 6:68). Unámonos a él diciendo
estas cosas.

Lenguas para hoy


Hoy, haz de tu boca una “fuente de vida” (Proverbios 10:11). Sé
“tardo para hablar” en general (Santiago 1:19). Anima más que lo que
críticas. Busca oportunidades de hablar con bondad y con amabilidad
(Efesios 4:32). Di algo cariñoso a alguien que amas en un momento
inesperado. Busca siempre hablar palabras “para edificación”, que”
imparta[n] gracia a los que escuchan” (Efesios 4:29).

Sé una persona con una boca llena de vida.

“Y ahora los encomiendo a Dios y a la palabra de Su gracia, que es


poderosa para edificarlos” (Hechos 20:32 NBLH)

Hablar negativamente es costoso en el reino espiritual, mientras


que observar, tener cuidado de lo que decimos puede traer
recompensa espiritual.
En Jericó, el pueblo de Dios marchó en silencio alrededor de la
ciudad durante seis días. Cuando finalmente gritaron al séptimo día,
las paredes cayeron inmediatamente. Su silencio y sus gritos en el
momento oportuno les valieron la victoria. Esto también es cierto para
nosotros individualmente. Si guardamos nuestro discurso, podemos
ganar una gran victoria.

Además, nuestras palabras no sólo tienen el poder de traernos la


muerte o la vida en este mundo, sino también en el mundo espiritual.
Jesús dijo que los hombres tendrán que dar cuenta, en el día del
juicio, de toda palabra descuidada que hayan pronunciado. Porque
por nuestras palabras seremos juzgados, y por ellas seremos
condenado (ver Mateo 12:36-37).
Las palabras son tan importantes, que vamos a dar cuenta de lo que
decimos cuando estamos ante el Señor Jesucristo.

Jesús habló claramente de nuestras palabras ociosas, pero su


advertencia a menudo no es escuchada. Jesús dijo que por cada
palabra ociosa habrá un tiempo de contabilidad en el día del juicio.
¿Palabras ociosas? Las palabras vacías son cosas que decimos
descuidadamente, sin preocuparnos por su impacto en los demás.
Nosotros demasiado rápido asumimos que los pecados de nuestra
lengua son pecados menores, pecados que Dios pasará por alto. Sin
embargo, Jesús era plenamente consciente de la naturaleza
devastadora de nuestras palabras.

CONOCIENDO LA FUENTE DE LA REDENCION DE LA LENGUA


"No dejéis que de vuestra boca salga ninguna palabra malsana, sino
sólo lo que sea útil para edificar a los demás según sus necesidades,
a fin de que beneficie a los que escuchan"
Efesios 4:29

En este pasaje, Pablo está enfatizando lo positivo sobre lo negativo.


La palabra griega traducida como "malsano" significa "podrido" o
"asqueroso". En un principio se refería a las frutas y hortalizas
podridas. Ser como Cristo significa que no usemos lenguaje soez y
sucio. Por alguna razón, mucha gente hoy en día piensa que es
machista o liberador usar humor vulgar, chistes sucios y lenguaje
soez, pero este tipo de conversación no tiene lugar en la vida de un
cristiano.
Pablo continúa: pero sólo lo que es útil para edificar a otros de
acuerdo a sus necesidades, para que pueda beneficiar a los que
escuchan. Esto es una reminiscencia de sus palabras a los
Colosenses: Que vuestra conversación sea siempre llena de gracia,
sazonada con sal, para que sepáis responder a todos (Colosenses
4:6; ver también Colosenses 3:16).

La verdad es que el cristianismo no es una religión de "no hacer".


Como seguidores de Cristo debemos emular el ejemplo de
Jesús cuyas palabras estaban tan llenas de gracia que las
multitudes se asombraron (ver Lucas 4:22).

Jesús nos recuerda que las palabras que hablamos son en realidad
el desbordamiento de nuestros corazones (Mateo 12:34-35). Cuando
uno llega a ser cristiano, hay una expectativa de tener un cambio de
habla; porque vivir para Cristo hace una diferencia en la elección de
las palabras.
La boca del pecador está "llena de maldición y de amargura"
(Romanos 3:14); pero cuando entregamos nuestras vidas a Cristo,
confesamos con alegría que "Jesús es el Señor" (Romanos 10:9-
10). Como pecadores condenados, nuestras bocas son silenciadas
ante el trono de Dios (Romanos 3:19), pero, como creyentes,
nuestras bocas son abiertas para alabar y glorificar a
Dios (Romanos 15:6).

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