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Santiago hace referencia en este capítulo al mal uso que el hombre le ha dado a la
lengua. Un pequeño instrumento y órgano que Dios creo en el cual puso en cada uno
de nosotros, tanto para saborear alimentos como para hablar. Dios lo creó con el
fin de que el hombre pudiera alabarle y glorificarle, pero a la vez Satanás lo
utiliza para destruir la obra de Dios, y ha sido una de las armas más eficaz que
Satanás utiliza en nuestros días.
Cada ejemplo presenta algo grande y fuerte controlado por algo pequeño.
El caballo es un animal grande y fuerte. Va a donde quiere y cuesta pararlo
porque tiene mucho poder. Sin embargo, al meter el freno en su boca, lo pueden
controlar para que él vaya a donde se quiere.
Las naves también son grandes. Los vientos y olas del mar le mueven con su
poder. Sin embargo, aun en medio de las grandes tempestades un timón,
relativamente muy pequeño, controla la nave y la dirige a donde el que lo maneja
quiere que vaya.
Santiago señala que tal contradicción no debe existir. El uso repetido de la lengua
para hacer daño a otros, indica que la fuente está contaminada