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La ciudad y los perros.

Esta novela fue publicada en 1963 después de ganar el Premio


Biblioteca Breve en 1962, formando parte junto a la obra de otros autores del llamado ‘Boom
Latinoamericano’.

La ciudad y los perros está constituida por 16 capítulos repartidos en dos partes, cuyas
secciones se dividen en 8 capítulos cada una. Otra historia que posee un vasto número de
capítulos es Campos de fresas, de Jordi Sierra, la cual cuenta con 95 capítulos.

Capítulo I

La ciudad y los perros inicia su trama cuando los cadetes en el patio del Colegio Militar arman
un plan para robarse el examen de química antes de presentarlo. Entre todos los muchachos,
debía ofrecerse un voluntario para entrar al salón y robarse la prueba académica. Como sus
otros compañeros declinaron, Cava se suma como voluntario en el robo.

El Jaguar da órdenes a Cava y éste las cumple casi a la perfección, pero el plan falló cuando
Cava deja evidencias de su delito, con unos trozos de vidrio en el suelo. En otro escenario,
Alberto El Poeta, se imagina al escuadrón robándose el examen, además piensa en que necesita
20 soles y no sabe cómo conseguirlos, si robando o escribiendo cartas. Alberto es de carácter
débil y generalmente es manipulado por sus otros compañeros con gran facilidad.

Capítulo II

Este capítulo menciona a los constantes abusos a los cuales estaba sometido Alberto. Se lleva a
cabo el robo y Alberto tiene la sospecha que fue Cava y su grupo de amigos quienes tuvieron
algo que ver en el delito. El Esclavo fue visto mientras le pasaba las respuestas del examen a
Alberto y es expulsado por 3 días.

El relato da un vuelco hacia el pasado para describir cómo son humillados los nuevos cadetes,
quienes son considerados como los “perros”. El grupo de 3er año constantemente sufría de
vergüenzas  públicas por parte del circulo de Vaca y El Jaguar, mientras que el grupo de 4to año
se unía al círculo para establecer las pruebas correspondiente a las que debían someterse los
nuevos ingresos. El Jaguar quiere vengarse de El Esclavo por delatarlos, lo llama debilucho.

Capítulo III

Nuevamente se expone las torturas que sufrieron los perros, que cada día eran mayores, a tal
punto de sufrir mutilaciones en su cuerpo, como la pérdida de un dedo o una caída aparatosa
desde lo más alto del Colegio Militar. Los cadetes de 4to sostuvieron una guerra a muerte con
los de 5to año y en el capítulo III se explican cada uno de estos encuentros que terminaron en
fuertes peleas y discusiones.

De igual manera, La ciudad y los perros en su tercer capítulo narra la infancia de Alberto, quien
creció bajo el seno de una familia acomodada económicamente, en una de las mejores
urbanizaciones de Miraflores. Por otra parte, está El Esclavo, cuyo verdadero nombre es
Ricardo Arana, de personalidad volátil y sobreprotegido por su madre. Su padre recrimina su
actitud poco masculina y la falta de carácter.

Capítulo IV
Al crecer y mudarse de ciudad, la madre de Alberto cambió su actitud por completo, al
transformarse de una mujer conocedora de la buena sociedad, a una esposa sumisa y manipulada
por su nuevo esposo. Alberto fungía como recadero de Ricardo Arana, El Esclavo. Era él quien
llevaba las cartas de amor que escribía para Teresa. Ricardo anhelaba llevar a su enamorada al
cine, pero no pudo, debido al castigo que el Teniente Gamboa le asignó.
Teresa pertenecía a una clase social modesta. No vivía rodeada de grandes lujos, pero tampoco
pasó por necesidades. Junta ella estaba su tía, quien la vestía para esperar que Ricardo pasara
por ella e ir al cine, pero en su lugar llega Alberto con las epístolas que escribió El Esclavo.
Alberto traiciona a su mejor amigo cuando invita a Teresa al cine  y gasta todo el dinero que le
dejó.

Cuando Alberto regresó a su casa, encontró a su madre envuelta en un mar de lágrimas y con 50
soles en sus manos para irse a una casa de mala muerte. Alberto sigue malgastando el dinero
que le dio Ricardo para fines distintos de lo acordado.

Capítulo V

En el quinto capítulo de La ciudad y los perros hace acto de presencia Paulino, un hombre
vicioso que vende caramelos en el Colegio Militar. Además, incita a los cadetes romper con el
reglamento e ingerir alcohol y tabaco. Es él quien acompaña a Ricardo a cumplir con su
condena, cuando Alberto no podía visitarlo. El Poeta le oculta a Ricardo que gastó su dinero
para llevar a su enamorada al cine y mucho menos que llegaron a un acuerdo para citarse
nuevamente a sus espaldas.
Ricardo sufre cada día por su distanciamiento con Teresa, alega que la ama y la extraña. El
Esclavo piensa que mientras los verdaderos culpables del robo están libres de culpa, él que no
tuvo relación directa con el acto delictivo, permanece encerrado y sin poder recibir visitas con
autorización de Gamboa.

Capítulo VI

El capítulo VI de La ciudad y los perros es la continuación del calvario que vive Ricardo Arana
mientras permanece encerrado y sin levantarse su castigo. Cada momento, cada lágrima
derramada representa un episodio de humillación al que ha sido expuesto desde su permanencia
en el Colegio Militar. Piensa en Teresa, sobre qué opinará al creer que ha sido plantada por no
haberla acompañado al cine. Quiere liberarse del encierro y de él mismo, sacar a flote las
agallas que tanta falta le han hecho para defenderse.
El Esclavo estaría dispuesto a confesar que Cava fue el autor material del robo, mientras que El
Jaguar fue el autor intelectual y pionero de la idea con la firme esperanza de salir en libertad y
buscar a Teresa. Alberto por su parte, no asiste a una de sus clases y permanece aislado
escribiendo novelas pornográficas. Cava es detenido mientras que Ricardo queda en libertad
para buscar a su enamorada, ésto llena de celos a Alberto.

Capítulo VII 

Este capítulo se aleja un poco de las acciones para referir el pasado de El Jaguar y de Teresa. De
igual modo, cuando el rebelde realizó una serie de bromas pesadas al profesor Fontana.
Describe los modos poco femeninos de Teresa, quien no hacía empeño en su imagen para gustar
a los hombres. No le gustaba usar vestidos ni rubor en su rostro.
Boa, quien también pertenece al círculo de inadaptados, recalca que El Jagua es lo más similar
al demonio y considera que es mejor tenerlo de aliado que de enemigo. El capítulo VII de La
ciudad y los perros concluye con otro esbozo sobre la infancia de Alberto.

Capítulo VIII

Con el octavo capítulo finaliza la primera parte de La ciudad y los perros. Aquí se explican con
más detalle cada una de las prácticas militares que desempeña el colegio. Gamboa y otro grupo
de tenientes estaría a cargo de la supervisión de las prácticas, para que se hicieran lo más
eficientes posibles.

Todos los cadetes tenían una tarea especial, unos se encargaban de vigilar la zona, otros de
disparar y el resto de ejecutar las obras escapistas. Una de las balas alcanza a Ricardo, quien
queda tendido en el suelo. Los tenientes responsabilizan a Cava por haberle disparado al
esclavo, por lo que despojan de sus insignias al joven delante de sus otros compañeros.

Segunda parte

La segunda parte de la obra contiene 8 capítulos al igual que la primera. Este esquema permitió
a Vargas Llosa poder maniobrar mejor el hilo conductor de la historia y diferenciarlas por
estructuras y divisiones. A lo largo del mundo literario, se han dado a conocer muchos clásicos
entrañables, tal como es el caso de 100 años de soledad, una obra cumbre de Gabriel García
Márquez.

Capítulo I

Ricardo es llevado de emergencia hasta la enfermería, los tenientes no permiten que nadie pueda
verlo. Alberto siente remordimientos y quiere acceder hasta su habitación, al igual que los
padres del joven. Ambos padres discuten, al sentir culpas por haber criado a su hijo bajo la
sobreprotección.

Capítulo II

Inicia con el velorio y sepelio de Ricardo Arana, alias El Esclavo. El director del Colegio
Militar pone en alto el prestigio de su institución y llama a todos sus militares para sostener la
versión menos escandalosa: el disparo fue accidental. La autopsia reveló que la bala que
impactó a Ricardo provino de un cadete que estaba en su espalda, aunque el director maquilla el
resultando alegando que fue un error médico.

Capítulo III

Alberto efectuó un viaje hacia Lima para olvidar todo lo ocurrido en la última práctica militar.
En su mente siempre estaba Ricardo, recuerda cuando lo traicionó al utilizar su dinero para
invitar al cine a Teresa. Por esta razón, El Poeta explica a la muchacha que no podrán verse
hasta haber pasado un tiempo prudencial y respetar la memoria del fallecido Ricardo.

El Poeta acusa formalmente al Jaguar por matar a Ricardo con toda la mala intención, por
haberlo delatado sobre el robo del examen.
Capítulo IV

Gamboa investiga todo lo relacionadl a la muerte de Ricardo, mientras que Alberto estaba
convencido sobre la culpabilidad de El Jaguar, pero no tenía las pruebas suficientes para hacer
su acusación formal. El director del Colegio Militar pide a Gamboa que no siga escudriñando
sobre la muerte de El Esclavo, porque eso podría acarrear una serie de escándalos que no estaba
dispuesto a soportar.

Capítulo V

Gamboa inspecciona cada arma utilizada en la práctica, para recaudar más pruebas que
validaran el testimonio de Alberto. En otro escenario, los amigos de El Jaguar decidieron
acusarlo sobre el crimen y es trasladado al calabozo, donde es interrogado por Gamboa. El
Jaguar recibe una reprimenda por parte de los otros reos, al mismo tiempo que recuerda las
palabras de su madre, quien lo señala como una mala semilla proveniente del demonio.

Capítulo VI

Uno de los coroneles apoya la decisión del director en cuanto mantener en absoluto hermetismo
el caso de Ricardo Arana. El director por boca de un subalterno, descubre que Alberto escribe
novelas pornográficas y lo cita en su despacho para insultarlo llamándolo pervertido sexual.

El Jaguar sigue negando tajantemente que tuviera las manos implicadas en la muerte de
Ricardo.

Capítulo VII

El tema sobre la muerte de Ricardo fue olvidado gracias a la influencia del director académico
del Colegio Militar. Alberto se retracta de su denuncia, aunque en su interior sabe que actuó mal
y favorecer la impunidad.

Capítulo VIII

Alberto encara a El Jaguar al decirle que fue él quien puso la denuncia en su contra, mientras
que el revoltoso alega que los soplones son los seres más infames que pueden existir en el
mundo. El Jaguar al final confiesa que si mató a Ricardo, con el objetivo de no ver que Gamboa
sea despojado de sus insignias injustamente.

Alberto conoce a Marcela, una chica de la cual se enamora y es de clase pudiente, mientras que
Jaguar se casa con Teresa, la antigua enamorada de El Esclavo. El hombre se regenera y se
convierte en defensor de las causas justas.

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