Traumatismo craneal y dental

Odontología veterinaria en Équidos

CONTENIDO
1. Objetivos

2. Cicatrización en lesiones orales

3. Manejo de lesiones intraorales

4. Tipos de lesiones
Fracturas mandibulares y maxilares
Fracturas traumáticas de dientes
Fracturas idiopáticas
Fisuras dentales
5. Bibliografía
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Objetivos
Conocer los diferentes tipos de traumatismos y fracturas En este caso, las lesiones pueden encontrarse tanto en
más comunes a nivel oral y aprender a manejar cada uno el margen dorsal de la lengua como en los laterales de
de ellos de manera adecuada. la porción rostral. Estas heridas pueden varias desde
superficiales hasta sección casi completa de la lengua.
La sujeción de la lengua sin liberarla cuando el caballo
Cicatrización se mueve o con una tracción excesiva, puede dar lugar a
en lesiones orales laceraciones del frenillo y lesiones en el hioides (1).

Cuando un caballo presenta incomodidad en la boca e

En la boca existe una gran población de bacterias
hipersalivación, uno de los diagnósticos diferenciales
anaeróbicas y aeróbicas, obligadas y facultativas.
debe ser las heridas más caudales en la lengua,
Sin embargo, las heridas en la cavidad oral, a pesar de
producidas por cuerpos extraños o por traumatismos en
estar expuesta a esta población bacteriana y a alimentos,
dientes. En estos casos se debe utilizar un abrebocas
cicatrizan más rápido que las heridas cutáneas. Esto es
completo para poder visualizarlas, incluso, en algunos
debido a que, tras una herida en la boca, la respuesta
casos será mejor localizarlas mediante palpación.
inflamatoria es menor que en otras zonas del cuerpo.
Además, estas heridas, se encuentran en constante Los espejos pueden ser de gran utilidad en esta zona,
contacto con la saliva, que es rica en inhibidores de pero en caso de estar disponible, la endoscopia oral
proteasas, citosinas y factores de crecimiento. Esto será el método elegido. De manera general, estas
sumado a la buena vascularización de la boca, hace que heridas, una vez se elimina la causa adyacente, suelen
la cicatrización se vea favorecida (1). cicatrizar rápido sin ayuda de intervención veterinaria,
aunque según el tipo de lesión los antinflamatorios y los
Debido a las condiciones de cicatrización de la vía oral
antibióticos pueden estar indicados.
y la falta de eficacia de los tratamientos para ello, en
ocasiones es suficiente el lavado con agua salina o agua
para eliminar los restos de comida que puedan quedar
en la boca y así reducir la contaminación de la herida.
Por la misma razón, excepto que la herida sea muy
grande y exista riego de contaminación de estructuras
más profundas, la sutura de lesiones en esta localización
no suele estar indicada (1).

Manejo de lesiones
intraorales
La causa más común de lesiones en el labio son los
traumas producidos por la embocadura. Estas pueden
ocurrir por una excesiva presión en las riendas o por
atrapamientos del labio entre el hierro y los 06s. Cuando
las lesiones se producen directamente por el uso de
la embocadura, es imprescindible eliminar la causa,
pudiéndose usar, en cambio, embocaduras de goma o
redondear los premolares más rostrales (asiento del
bocado) (1).

Las heridas o ulceraciones en la mejilla suelen estar

producidas por puntas de esmalte, dientes desplazados
o fracturados (1) (Figura 1).

Las heridas en la lengua pueden estar producidas por

sus propios mordiscos, o por traumas por un diente
fracturado o desplazado, o por un cuerpo extraño. Este
tipo de heridas suelen producirse en el lateral de la
lengua. Las lesiones en la lengua también pueden estar Figura 1. Ulceración crónica en mejilla de origen dental. Fuente: Greet T,
producidas por un mal uso de herramientas de sujeción, Ramzan PHI, (1).
como puede ser un chifney.

En ocasiones, y especialmente cuando se producen
heridas por cuerpos extraños, se pueden producir
abscesos o una infección más generalizada. En los
casos de laceraciones severas por la embocadura, es
imprescindible evaluar la herida y la viabilidad de la
lengua mediante anestesia general. Se puede colocar
un vendaje de gasa alrededor de la lengua a modo de
torniquete, caudal al defecto, ya que es una estructura
muy vascularizada (1).
En los casos severos, se puede suturar la lengua mediante
un patrón simple interrumpido vertical cogiendo parte
de la muscular para favorecer una mejor cicatrización y
funcionalidad, teniendo especial cuidado de no dañar la
vasculatura de la lengua. Debido a la alta movilidad de
este tejido, existe alta probabilidad de dehiscencia (1)
(Figura 2).
Las lesiones en el espacio interdental en su mayoría
están causadas por la embocadura. En los casos más
severos pueden llegar a producirse fracturas a este nivel.
Cuando la lesión es superficial, cicatrizan sin problema
siempre que no lleve el bocado.
Figura 2. Laceración severa de la lengua tras su reconstrucción con
sutura de polidioxanona. Fuente: Greet T, Ramzan PHI (1).
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En algunos casos, la mucosa puede quedar desvitalizada,
formándose un secuestro óseo del hueso subyacente,
y dando lugar a dolor localizado en esta área y en las
fístulas (1). El secuestro óseo se diagnostica mediante
radiografías o ecografía, y se trata a través de la escisión
quirúrgica. Este procedimiento puede realizarse con
el caballo en estación mediante sedación y analgesia
regional subgingival. El cierre de la mucosa se produce
por segunda intención. Una vez haya cicatrizado, el
caballo puede volver a ser montado con embocadura (1).
Las lesiones en la orofaringe suelen estar producidas
por cuerpos extraños (trozos de madera por morder el
establo, palos ingeridos con el forraje, etc.), y, debido a
su localización tan profunda, el método diagnóstico de
elección es la endoscopia oral. Estas heridas cicatrizan
bien sólo con la ayuda de lavados orales diarios para
evitar la contaminación bacteriana por el alimento. Estos
caballos presentan disfagia, anorexia, hipersalivación,
y ocasionalmente epistaxis. La extracción del cuerpo
extraño debe realizarse mediante anestesia general o
sedación a dosis altas.
Otra causa de ulceración de la parte caudal de la orofaringe
puede producirse como consecuencia del limado de
los últimos molares, debido a la proximidad de estas
dos estructuras, y puede identificarse por la presencia
de disfagia tras un tratamiento dental. En ambos
casos, si las lesiones son severas, la administración de
antibioterapia puede estar indicada (1).
Las lesiones en paladar son raras y suelen
estar acompañadas de grandes traumatismos
craneoencefálicos con fracturas. Si la herida no es grave,
pueden cerrarse por segunda intención. Sin embargo,
cuando están asociadas a fístulas, deben tratarse
quirúrgicamente, y cerrarse mediante suturas simples
interrumpidas siempre que sea posible, teniendo especial
cuidado de no dañar la vasculatura palatina. Tras el
tratamiento quirúrgico, el alimento debe introducirse
mediante sonda nasogástrica en los primeros 4-5 días,
para reducir el riesgo de dehiscencia.
Las lesiones iatrogénicas del paladar no son frecuentes,
pero pueden ocurrir en la extracción de un diente de lobo
o un molar superior, como la laceración de la arteria
palatina mayor, que se encuentra cerca del margen
palatino de los molares superiores, produciéndose un
sangrado profuso. Esta hemorragia puede controlarse
mediante presión (1). La laceración de la mucosa puede
cicatrizar por segunda intención. Las lesiones que
involucran todas las capas del paladar dan lugar a fístulas
oronosales, por lo que deben tratarse quirúrgicamente.
La dehiscencia en esta área es común en los días o
semanas posteriores (1).
Las lesiones de las glándulas salivales y de sus
conductos ocurren por traumatismos. La más vulnerable
es la parótida, debido a su tamaño y localización.
En ocasiones, tras la rotura de un conducto salival, se
puede producir una fístula facial salival, que da lugar a
descarga de saliva durante la masticación.

De manera general, estos trayectos suelen cerrar de
manera espontánea entre 1-2 semanas. En los casos en
los que eso no ocurre, el conducto se diseca, se separa
de la fístula y se cierra quirúrgicamente. El traumatismo
del conducto salival también puede producirse durante
bucotomías para la extracción de dientes de mejillas
mandibulares y maxilares o en cirugías faciales (1).
Tipos de lesiones
A continuación, se presentan algunas indicaciones para
los principales tipos de lesiones que se pueden presentar.
Fracturas mandibulares
y maxilares
Los traumatismos en la cabeza pueden resultar en
fracturas de: dientes, hueso incisivo, mandíbula,
premaxila o maxila. Estos suelen producirse por patadas
de otros caballos, caídas o choques. Este tipo de
fracturas tienen buenos resultados a nivel funcional y
estético debido a diferentes factores (2), a saber:
• Existe gran cantidad de tejido blando que aporta
abundante vascularización.
• Los huesos de la cabeza no tienen que soportar
grandes fuerzas, a diferencia de los huesos de las
extremidades.
• Los dientes ayudan a la estabilización del tejido
óseo.
• Se dispone de implantes de resistencia adecuada,
y el instrumental necesario es de fácil acceso y
económico.
Sin embargo, su pronóstico depende de la severidad de
la lesión y de las estructuras afectadas.
Por lo general, cuando este tipo de fracturas requieren
un tratamiento quirúrgico, este no suele ser urgente,
por lo que el caballo puede ser estabilizado antes
del procedimiento. Para el diagnóstico, aunque las
radiografías suelen ser difíciles de interpretar debido
a la superimposición de estructuras, estas pueden ser
útiles para localizar las raíces de los dientes en relación
con la fractura, lo que ayudará a la planificación del
tratamiento. La tomografía computarizada puede ayudar
en la apreciación de la configuración de la fractura,
especialmente cuando se obtiene una reconstrucción
tridimensional de la región de la fractura (2) (Figura 3).
Las fracturas simples que involucran a los incisivos (que
no precisen fijación que se extienda hasta los caninos)
pueden tratarse con el caballo en estación, bajo sedación
y anestesia regional de los nervios infraorbitario o
mentoniano. Las fracturas más complejas o en caballos
nerviosos, deben realizarse bajo anestesia general.
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Antes de la reparación quirúrgica, se lava la boca del
caballo para eliminar restos de alimento, especialmente
en las líneas de fractura expuestas. Así mismo, antes
del procedimiento se debe administrar fármacos
profilácticos contra el tétanos. Los antiinflamatorios
no esteroideos (AINES) y los antibióticos de amplio
espectro están indicados en el perioperatorio puesto que
se considera una cirugía contaminada (2).
Las fracturas de mandíbula unilaterales quedan
parcialmente estabilizadas por la hemimandíbula
contralateral, lo que ayuda en los resultados finales de
la reparación. Las fracturas por avulsión de incisivos,
mandíbula y premaxila suelen ser fracturas simples y
pueden repararse con alambres intraorales. Los dientes
que se quedan flojos nunca deben extraerse antes de que
la fractura haya osificado correctamente y exista clara
evidencia de la desvitalización de este. Es importante
tener en cuenta que muchos dientes fracturados son
capaces de sobrevivir tras la reparación de la fractura.
Además, en ocasiones los dientes cumplen una función
de sujeción de los huesos planos de la mandíbula y de los
dientes vecinos, especialmente cuando se usa alambre
para la reparación de la misma (2).
Los cerclajes y fijaciones externas presentan ventajas
frente a las placas y tornillos de fijación interna para
fracturas en esta área. Los cerclajes son baratos
y se pueden adaptar a gran parte de las diferentes
configuraciones de fracturas. Además, las raíces de
los dientes y el espesor delgado del hueso hacen que
la colocación de placas y tornillos sea complicada sin
dañarlos (2). Por otra parte, como resultado de la flora
residente en la cavidad oral, los implantes internos
suelen dar lugar a infecciones, teniendo que quitarlos
posteriormente (2).
Figura 3. Reconstrucción tridimensional por tomografía computarizada
de dos líneas de fractura. Fuente: Fürst AE, Auer JA (11).
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El objetivo en la reparación de fracturas de dientes, de
mandíbula o premaxila es la restauración de alineación
anatómica de las estructuras y conseguir una correcta
masticación. Para ello, durante el proceso de osificación
de la fractura, es recomendable el limado de los dientes
de la arcada dentaria opuesta para evitar el contacto y,
por tanto, fuerzas adyacentes (2).
Las fracturas que involucran los dientes incisivos, el
hueso incisivo, la sínfisis mandibular o la premaxila
suelen tener buenos resultados mediante la reparación
con cerclajes (2).Los caballos con fracturas en el
diastema son buenos candidatos para reparar mediante
cerclajes intraorales. Este procedimiento debe hacerse
bajo anestesia, pues requiere la realización mediante una
broca de un orificio a cada lado de la línea de fractura en
el espacio interdental, para colocar el cerclaje en forma
de ocho (Figura 4).
Las fracturas unilaterales también pueden ser realineadas
y reparadas mediante un cerclaje colocado alrededor del
segundo premolar (306 y 406), asegurado en los incisivos
(2). En caballos jóvenes es recomendable colocar el
cerclaje en el incisivo central de la hemimandíbula
opuesta, para evitar una separación inadvertida de la
sínfisis mandibular (2). Esta técnica también se puede
emplear en fracturas de premaxila, donde los huesos
faciales restantes ofrecerán estabilidad adicional,
además, puede servir como complemento en aquellas
fracturas tratadas mediante placas de osteosíntesis.
Las placas de osteosíntesis se utilizan para la reparación
de fracturas de la rama y el cuerpo de la mandíbula y
las producidas en el espacio interdental maxilar.
Sin embargo, esta práctica presenta limitaciones técnicas
y algunas desventajas por su alto riesgo de infección, su
coste elevado y la necesidad de un profesional con alta
experiencia y equipamiento cualificado. En contrapartida,
las placas de compresión son un excelente tratamiento
en las fracturas de la rama horizontal de la mandíbula,
tanto en el espacio interdental como en el aspecto
caudal y en la rama vertical. En estos casos, los caballos
no suelen mostrar signos de dolor tras la estabilización
de la fractura y pueden alimentarse con normalidad (2).
Tras la estabilización de la fractura, los caballos, en
general, pueden comer con normalidad sin necesidad
de cambiar la dieta, aunque en algunos casos puede ser
necesario, especialmente en fracturas que involucren
premolares o molares. Para evitar la acumulación de
alimento alrededor de los cerclajes, fijadores o acrílicos,
se recomienda lavar la boca del caballo con jeringas
orales si están disponibles, o con mangueras.

En el caso de las fracturas bilaterales, tanto maxilares

como mandibulares, naturalmente conminutas, los
cerclajes suelen comprimir las fracturas, por lo que,
para evitar una osificación irregular, se deberá colocar Figura 4. Dibujo de una fractura vertical del espacio interdental de la
un refuerzo acrílico. De manera general, las fracturas mandíbula tratado mediante un cerclaje en forma de ocho. Fuente: Fürst
bilaterales, necesitan un soporte adicional intraoral o en AE, Auer JA (11).
forma de fijador externo, además de la banda de tensión
(2).

La fijación con tornillos se usa para fracturas

seleccionadas del diastema o la sínfisis de la mandíbula,
especialmente en adultos. Sin embargo, en esa edad las
fracturas de la sínfisis son raras, por lo que su uso es
limitado (2).

Los fijadores externos son una buena opción para las

fracturas de la rama o el cuerpo de la mandíbula, de
premaxila o de maxila. Las ventajas de los fijadores
externos incluyen una reparación cerrada, menor riesgo
de sepsis frente a las placas de osteosíntesis y fácil
extracción de implantes, además de que proporcionan
una estabilidad rígida, sin la necesidad de colocar un
aparato en y a través de un sitio de fractura que ha sufrido
una lesión grave de los tejidos blandos. Las desventajas
son que se requiere de experiencia técnica adicional, y
supone un coste económico más elevado, la posibilidad
de traumatizar las raíces de los dientes, y la infección
frecuente y aflojamiento de los pasadores (2) (Figura 5). Figura 5. Fijador externo tipo II colocado a lo largo de ambas
hemimandíbulas. Fuente: Fürst AE, Auer JA (11).

Tras la reparación de las fracturas, se administran
AINEs durante una semana. Los antibióticos serán
recomendables en fracturas abiertas y/o contaminadas (2).
En cuanto a los cerclajes, estos deben revisarse con
regularidad, pues se aflojan con facilidad y pueden
romperse. Esto puede dar lugar a maloclusiones y
un retraso en la osificación debido a la inestabilidad
producida (2).
El pronóstico de este tipo de fracturas es favorable en la
mayoría de los casos (2).
Fracturas traumáticas de dientes
Los dientes de los caballos son relativamente
resistentes a las fracturas dentales. Sin embargo, las
fracturas por causa traumática, especialmente de
incisivos, son comunes. A través de sus estudios, Dixon
et al, concluyeron que 8 de cada 11 casos referidos de
fracturas dentales tenían una causa traumática. En el
caso de las fracturas de premolares y molares, sólo el 8
% son producidas por traumatismos, generalmente por
patadas de otros caballos o por causa iatrogénica por el
uso indebido de limas, siendo el área más común (71 %)
los dientes de mejilla mandibulares (3).
Es importante recordar que, en ocasiones, los dientes
fracturados pueden ser conservados mediante terapia
endodóntica (3). En todo caso, este tipo de fracturas
suelen ir acompañadas de fracturas óseas en la cabeza.
Finalmente, las fracturas dentales pueden dividirse en
cuatro grupos (4):
• Fracturas de corona no complicada, en la que no
existe implicación de la pulpa. El signo clínico más
común es la inflamación periodontal por acúmulo
de comida.
• Fracturas de corona complicada, en estas fracturas
la pulpa está afectada. Estas pueden dividirse, a
su vez, en agudas, subagudas o crónicas, según el
tiempo que haya pasado desde el traumatismo.
Fracturas idiopáticas
La mayoría de las fracturas de dientes de mejilla son de
causa desconocida, sin historia de traumatismo. Este
tipo de fracturas pueden ser sutiles y pasar inadvertidas
en el examen oral, aunque un odontólogo con experiencia
puede identificarlas (3). La prevalencia de esta patología
oscila entre 0,07-5,9 % (5,6); esto puede ser debido a la
dificultar para reconocer este tipo de fracturas (7).
Los signos clínicos más comunes son problemas de
comportamiento o de mordida, halitosis, presencia de
bolas de alimento en la boca o en el pesebre, pérdida
de peso, descarga nasal e inflamación facial (7).
En ocasiones, los caballos pueden no presentar ninguna
sintomatología, en especial cuando son fracturas
pequeñas en slab, siendo reconocidas en el examen
rutinario de la cavidad oral (3).
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Los patrones de fracturas idiopáticas más comunes
son las fracturas laterales en slab a través de las dos
cavidades pulpares laterales, posiblemente porque los
dientes son más débiles en esta región, por una menor
mineralización de los tejidos en los cuernos pulpares y
fracturas sagitales de la línea media (3,5).
Los dientes de mejilla maxilares representan un 73 % de
los casos de fracturas idiopáticas (7). En estos dientes,
un patrón común son las fracturas sagitales en la línea
media, a través de ambos infundíbulos. Parece que los
dientes con caries infundibulares están predispuestos a
este tipo de fracturas debido a la hipoplasia cemental
infundibular (3).
Los dientes con fracturas idiopáticas tienen un 25 %
menos de dentina, lo que indica alteraciones patológicas
previas en la pulpa. Por lo general, estas fracturas se
suelen resolver clínicamente sin infección apical, lo que
implica una pulpitis mínima o un sellado efectivo de la
pulpa por dentina terciaria. En los casos en los que exista
infección apical, los signos clínicos van a depender del
diente afectado, y será necesaria su extracción.
En ocasiones, los fragmentos de los dientes fracturados
pueden estar inestables y pueden moverse durante
la masticación, causando lesiones periodontales y
consecuentemente dolor, hasta que esos fragmento
se caen (en caso de ser pequeños) o se extraen. Otras
fracturas pueden causar impactación del alimento en el
sitio fracturado, provocando desplazamiento medial o
lateral más comúnmente, pudiendo causar ulceraciones.
Los fragmentos desplazados deben ser extraídos (3).
El tratamiento en este tipo de fracturas incluye la
extracción por vía oral de los fragmentos dentales
móviles o desplazados, la extracción de la pieza dental
completa, el limado correctivo de los bordes afilados del
fragmento, y la reducción del diente opuesto para evitar
el movimiento y su consecuente daño adicional, o en los
casos en los que exista daño pulpar evidente, terapia
endodóntica (7).
Las fracturas secundarias a caries infundibulares se
deben prevenir mediante la eliminación del cemento
infundibular cariado y el relleno del defecto con materiales
restauradores. No obstante, en estos casos es necesario
estudiar la condición del animal para determinar si este
tratamiento será exitoso o no (3).
Fisuras dentales
Becker, en 1962, fue el primero en mencionar la presencia
de fisuras dentales en los dientes de mejilla, como finos
defectos lineales en la continuidad de la superficie
oclusal. Estas fisuras oclusales se encuentran en dientes
sin sintomatología clínica. A estas fisuras también se
les define como fracturas por fisura o finas grietas en la
superficie oclusal de los dientes. La prevalencia de las
fisuras oclusales en caballos es alta (58,2 %) (8).

Actualmente se desconoce la importancia de estas
fisuras, aunque se ha observado que podrían progresar
a fracturas dentales. Las fisuras más profundas y que
involucran la dentina secundaria, pueden servir de puerta
de acceso para la colonización bacteriana de la pulpa y
sus consecuencias (9) (Figura 6).
Este tipo de fisuras son más frecuentes en los dientes
de mejilla mandibulares, en particular en los 08, 09 y
10, siendo los más afectados (30 %) los 09 (10). Los
dientes mandibulares son más propensos a tener
fisuras múltiples (8). La gran mayoría (92,1 %) de fisuras
maxilares se producen en asociación en la dentina
secundaria del cuerno pulpar palatino caudal, mientras
que en las mandibulares se asocian predominantemente
(95,7 %) con los cuernos pulpares bucales (8).
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