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Solo el juez es sujeto de la actividad valorativa de la prueba

- Por regla general le corresponde al juez de la causa, pero en la práctica de ciertas diligencias
por comisionados (como entrega de bienes o secuestros, cuando surgen oposiciones de
terceros que deben ser resueltas allí mismo) y cuando se separan las funciones del juez
instructor y juez fallador, la actividad valorativa la ejercen también los primeros y el
segundo. El comisionado obra en ese caso en representación del comitente, por lo cual sus
decisiones se consideran como de éste, y si tienen apelación van ante el superior del
segundo. El instructor puede ser un comisionado, cuando el juez de la causa le delega esa
actividad, mas no cuando la ley otorga directamente la función instructora; en el segundo
caso puede decirse que es juez de la causa en esa etapa, pero generalmente se da esa
denominación a quien debe decidirla.
- Cuando existen jueces de hecho o jurados, como en el proceso penal nuestro para ciertos
delitos y en el civil en Inglaterra y Estados Unidos de Norte América, esos jurados son sujetos
principales de la actividad valorativa de la prueba y el juez de la causa tiene una facultad de
apreciación limitada cuando se le autoriza a rechazar el veredicto si lo considera contrario a
la evidencia o a aceptarlo si esto no ocurre, como sucede en Colombia. Si esta facultad no
existe, el jurado resulta único sujeto de esa actividad.

Momento en que se ejerce la actividad valorativa

- la valoración corresponde a la sentencia, pero en ocasiones se presenta en providencias


interlocutorias, cuando por ellas deben adoptarse decisiones sobre hechos distintos de los
que fundamentan las pretensiones de la demanda y las excepciones que se les hayan
opuesto, como sucede en las oposiciones a la entrega o secuestro de bienes, en las
objeciones a dictámenes de peritos, por las recusaciones de jueces, en las tachas de testigos
o de falsedad de documentos, etc.
- Como regla general puede decirse que la valoración o apreciación de la prueba corresponde
al momento procesal en que debe adoptarse alguna decisión sobre los hechos de la causa o
de ciertos problemas incidentales.
- En cambio, la simple admisión de la prueba se limita al estudio de su conducencia,
pertinencia o relevancia, de su utilidad y oportunidad.

Fin de la apreciación de la prueba: se relaciona con el fin de la prueba misma.

- El fin de la prueba consiste en llevarle al juez el convencimiento sobre los hechos a que debe
aplicar las normas jurídicas que los regulan o, dicho de otra manera, la certeza de que
conoce la verdad sobre ellos.
- El diferente sistema de apreciación libre o de tarifa legal, modifica la naturaleza de esa
certeza, que será moral subjetiva en el primer caso, y legal objetiva en el segundo; pero se
tratará de llegar a esa certeza y no de obtener siempre la verdad, que puede o no coincidir
con aquella.
- el fin de la prueba es la comprobación de los hechos, que será real o formal, según el
sistema que la rija; pero una y otra se consigne cuando el juez adquiere el convencimiento
sobre ellos. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que, si a pesar de los medios allegados al
proceso, no puede el juez adquirir el convencimiento sobre los hechos, el resultado de la
prueba será negativo, no se habrá conseguido para ese proceso el fin que en abstracto le
corresponde, no obstante que la actividad valorativa haya cumplido plenamente su función.
- Diferentes el fin de la prueba y el fin de su valoración. Aquél es siempre el convencimiento o
la certeza del juez. El fin de la valoración de la prueba es precisar el mérito que ella puede
tener para formar el convencimiento del juez o su valor de convicción, que puede ser
positivo si se obtiene, o, por el contrario, negativo si no se logra. Por ello, gracias a la
valoración podrá conocer el juez si, en ese proceso, la prueba ha cumplido su fin propio, si su
resultado corresponde o no a su fin. Pero en ambos casos la actividad valorativa ha cumplido
por su parte el fin que le corresponde.
- En cambio, el resultado de la apreciación de la prueba es el mismo resultado de la prueba
para cada proceso; en unos casos el convencimiento del juez, y en otros la ausencia de tal
convencimiento. Dicho de otra manera, el resultado de la prueba se conoce mediante su
valoración.
- Para que haya decisión interlocutoria o sentencia, no es necesario el convencimiento del
juez, y, por lo tanto, que el resultado de la prueba y de su apreciación corresponda al fin
abstracto de aquella. En efecto, el juez tiene el deber procesal de decidir, pese a la
deficiencia o ausencia total de los medios de prueba; en lo penal, esa situación se traducirá
en la absolución del sindicado; en lo civil, en la aplicación de la regla sobre carga de la
prueba, según la cual deberá decidir en contra de la parte gravada con ella.
- Esta regla sustituye la prueba o su deficiencia, pero no la actividad de valoración, pues,
precisamente, y gracias a ésta, llega el juez a la conclusión de que debe recurrir a aquélla,
ante la ausencia de convencimiento sobre los hechos que sirven de fundamento a la norma
sustancial que regula el caso, aunque se hayan aportado pruebas para tratar de
establecerlos.

Unidad y comunidad de la prueba y apreciación global o de conjunto.

- Para esta labor de valoración de los diversos medios de prueba, tomados en conjunto, el
juez no debe hacer distinción alguna en cuanto al origen de la prueba, como lo enseña el
principio de su comunidad o adquisición; es decir, no interesa si llegó al proceso
inquisitivamente por actividad oficiosa del juez o por solicitud o a instancia de parte y mucho
menos si proviene del demandante o del demandado o de un tercero interventor.
- Los diversos medios aportados deben apreciarse como un todo, en conjunto, sin que
importe que su resultado sea adverso a quien la aportó, porque no existe un derecho sobre
su valor de convicción; una vez que han sido aportadas legalmente, su resultado depende
sólo de la fuerza de convicción que en ellas se encuentre.
- La prueba practicada pertenece al proceso, o a quien la pidió o la adujo; de ahí que no sea
admisible su renuncia o desistimiento, porque se violarían los principios de la lealtad
procesal y de la probidad de la prueba, que impiden practicarla para luego aprovecharse de
ella si resulta favorable, o abandonarla en el caso contrario.
- En un proceso dispositivo, como el civil nuestro, puede la parte que pidió una prueba desistir
de su práctica, naturalmente antes que se haya practicado, aun después de haber sido
decretada; pero no cuando se trata de documentos presentados con el memorial petitorio o
que obraban antes en el proceso, porque entonces la admisión o decreto de la prueba lleva
consigo su práctica.
- En el proceso inquisitivo con amplias facultades para ordenar pruebas oficiosamente o
cuando se otorgan para mejor proveer, la renuncia de la parte a la prueba pedida por ella y
no practicada puede ser suplida por el juez si la considera util para el esclarecimiento de los
hechos.
- Cuando se acumulan varios procesos, la prueba practicada en uno sirve para los demás, si el
hecho es común a las diversas causas. Es otra consecuencia del principio de la comunidad de
la prueba y así lo admite la Corte.
- Para una correcta apreciación no basta tener en cuenta cada medio aisladamente, ni
siquiera darle el sentido y alcance que realmente le corresponda, porque la prueba es el
resultado de Jos múltiples elementos probatorios, reunidos en el proceso, tomados en su
conjunto, como una "masa de pruebas".
- Es indispensable analizar las varias pruebas referentes a cada hecho y luego estudiar
globalmente los diversos hechos, es decir, "el tejido probatorio que surge de la
investigación", agrupando las que resulten favorables a una hipótesis y las que por el
contrario la desfavorezcan, para luego analizarlas comparativamente, pesando su valor
intrínseco y, si existe tarifa legal, su valor formal, para que la conclusión sea una verdadera
síntesis de la totalidad do los medios probatorios y de los hechos que en ellos se contienen.
- Todo elemento de prueba tiende a producir una creencia o una duda. Por lo tanto, solo
debemos formar una conclusión luego de haberlos considerado todos y de haber pesado el
valor de cada uno. Es preciso no omitir ninguno de sus aspectos parciales, ni estimarlos con
exceso ni juzgarlos despreciables a fin de que la conclusión resulte digna de fe y la
convicción conforme a los hechos. Es un error atenerse a la primera impresión que producen
los hechos.
- No se trata de una labor de simple lógica, ni de razonamiento puro, porque no existe un
método infalible de razonar.
- El método lógico es indispensable para la corrección del razonamiento, pero" resulta
insuficiente para valorar las pruebas una vez que se rebasa la estimación del efecto
probatorio de inferencias particulares y cuando se busca determinar el de una serie o el de
un conjunto de datos mezclados, como sucede en los asuntos difíciles o complejos", De ahí
que hayamos dicho que además de la lógica juegan papel importante en esta tarea, las
reglas de experiencia que aportan la sicología, la sociología y la técnica, pues es imposible
prescindir de éstas en una correcta apreciación de las pruebas judiciales
- Gorphe afirma que la elaboración del fallo final es un "acto propiamente sicológico", por lo
cual la síntesis lógica no basta para la formación del convencimiento, y recuerda que el juez
necesita de un sentido sicológico que no puede ser reemplazado por los silogismos más
hermosos.
- COUTURE: define las reglas de la sana crítica, aplicables a toda clase de pruebas, como
ciertas medidas de comportamiento social conocidas por la experiencia del juez, y denomina
el actual período de la evolución histórica de la prueba testimonial, como "sicológico o
científico". De esto concluye que la "sentencia no es una operación de pura lógica jurídica, ni
el juez es una máquina de razonar, La sentencia es una operación humana, con todos sus
riesgos y todas sus excelencias, y su valor como tal dependerá siempre, en último término,
de lo que valga el juez como hombre y como ciudadano".
- Para que ese examen de conjunto sea eficiente, debe formarse, como aconsejan WIGMORE
y GORPHE, un cuadro esquemático de los diversos elementos de prueba, clasificándolos de
la manera más lógica, relacionándolos entre sí, debido a sus conexiones más o menos
estrechas, comparando los elementos de cargo con los de descargo respecto de cada hecho,
a fin de comprobar si los unos neutralizan a los otros o cuáles prevalecen, de manera que al
final se tenga un conjunto sintético, coherente y concluyente, todo esto antes de sacar
conclusiones de ellos, de acuerdo con la gran regla cartesiana de "comenzar por poner en
orden los pensamientos" y proceder objetivamente, sin ideas preconcebidas, con
desconfianza o duda provisional respecto de las varias hipótesis.
- Triple tarea: fijar los diversos elementos de prueba, confrontarlos para verificar y apreciar su
verosimilitud, y, por último, sacar la conclusión del conjunto sintético y coherente que de
ellos resulte. Para esto debe utilizarse un método crítico de conjunto y al mismo tiempo
analítico, que se aplica de distinto modo a cada medio de prueba, pero que debe ser lo
bastante general para referirse a la totalidad y lo suficientemente sistemático para
comprender las relaciones entre todos los elementos, sin limitarse a analizar su exclusiva
significación directa, sino teniendo en cuenta las necesarias conexiones, concordancias o
discrepancias, con los demás.
- Gross: el mejor método consiste en considerar el asunto sujeto a la instrucción como un
conjunto sistemático y reconstruir uno mismo los hechos, a medida que se va avanzando,
conectando, y rectificando continuamente los datos obtenidos, de tal modo que resulte un
todo coherente como un organismo vivo. Naturalmente, ese examen crítico, analítico y
sintético, será más eficaz cuando el juez disponga de libertad de criterio y mucho menos si
está sometido a una tarifa legal; pero, aun bajo el imperio de ésta, es indispensable
abandonar el exagerado servilismo a la letra de los textos legales y buscar la sinceridad, la
autenticidad y la exactitud de cada elemento de prueba, sacándole el máximo provecho a las
atenuaciones que al rigor de la tarifa puedan encontrarse.
- Aparecen como elementos de un todo y será su conjunto lo que dará la prueba sintética y
definitiva de los hechos. Verdad elemental que tiende a esfumarse con el sistema de la tarifa
legal, porque "al hipnotizarse con las categorías jurídicas de forma, se ha pronunciado el
encastillamiento en el estudio separado de las pruebas". No obstante, se considera un
defecto de interpretación de la tarifa legal, porque, aun en donde existe con todo su rigor, el
juez debe examinar si las declaraciones de testigos o el dictamen de peritos o los indicios y
documentos y aun la confesión, presentan la adecuada correlación entre sí y con los otros
medios de prueba, que permita reconocer su sinceridad o autenticidad y darles credibilidad,
para negarles mérito de convicción en el caso contrario, a menos que la ley le prohíba
aceptar pruebas en contra de lo dicho en el documento o la confesión.
- En ocasiones los elementos probatorios pierden fuerza al ser apreciados en concurrencia
con otros, inclusive en la tarifa legal, forman "un todo que no se pueda desarticular o
desintegrar en cada una de sus partes, por ser una totalidad concebida en sí misma, en la
que no hay partes actuales, sino partes genéticas, como en el agua ya no hay oxígeno ni
hidrógeno, sino su síntesis".
- Por otra parte, (mando la única prueba aceptada por la ley para un hecho es la de escritura
pública o documento auténtico o confesión, el estudio comparativo de los otros elementos
allegados al proceso es indispensable para conocer su verdadero contenido o significado.
- Esa crítica de conjunto de la masa de pruebas debe orientarse hacia el examen de todas las
hipótesis posibles, sin dejarse llevar por el mayor interés o la simpatía o antipatía respecto
de alguna de ellas, pues sólo examinándolas aisladamente y comparándolas luego, con
serena imparcialidad, es posible llegar a la cxclusi6n progresiva de unas y a la síntesis final
afortunada.
- el juez debe concretar su estudio a los hechos que aparezcan relevantes y sólo está obligado
a considerar las conclusiones que puedan deducirse de los hechos alegados (cuando la ley
exija su alegación para que pueda tenerlos en cuenta) y probados en cuanto contengan, un
argumento jurídico.
- Cuando no hay certeza, sea porque las varias hipótesis resulten en definitiva igualmente
posibles, o porque ninguna esté comprobada plenamente (sin que exista, como es obvio,
presunción legal en favor de ninguna), para poder decidir el juez civil ha de recurrir al
principio de la carga de la prueba y el penal debe absolver al sindicado.

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