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La presencia de la presión social

Desde el inicio de nuestras vidas, las personas queremos sentir que


formamos parte de una sociedad, vemos en nosotros la necesidad
de satisfacer nuestro deseo de pertenencia, por ello, a veces nos
vemos “obligados” a decir o hacer cosas que en realidad no
queremos. Esta presión, puede presentarse en distintas etapas de
la vida, pero se vuelve más intensa en la adolescencia, debido a
que, genera un impacto que influye en nuestro comportamiento, lo
que más adelante, forma nuestra conducta adulta, dicho de otra
manera, la presión social brinda aspectos tanto positivos como
negativos. A mi parecer, son más los aspectos negativos los que
influyen en nosotros, ya que, solemos confundir entre querer
encajar y ser aceptados con sentirse feliz en el entorno.

La presión social es la influencia ejercida por un grupo social que


hace que la persona que la recibe cambie sus actitudes, sus
pensamientos o, incluso, sus valores. Sin embargo, también es un
proceso psicológico por el cual una persona está dispuesta a
cambiar su forma de comportarse o llevar a cabo una acción
determinada con tal de ser aceptada en un grupo de personas. Por
otro lado, esta presión se puede ejercer de forma consciente o
inconsciente; no obstante es en la etapa adolecente donde esta
presión se experimenta con mayor influencia, dado que los jóvenes
pueden sentir que los demás quieren que se comporten o piensen
de una determinada forma, lo que genera en ellos el temor de ser
rechazados o marginados si no cumplen con las expectativas
propuestas (o que estos mismos creen que se les ha puesto),
además, puede generar experiencias traumáticas, en las cuales se
hace presente el miedo por sufrir el más mínimo rechazo.
Agregando a lo anterior, Billy Graham, afirma que “Como a nadie le
gusta perder amigos o ser expulsado de su propio círculo, la presión
social, especialmente durante los años de la adolescencia, es una
fuerza casi irresistible”. De acuerdo con Graham, la presión social
es un tema que estará presente en esta etapa, porque es aquí
donde nos sentimos más vulnerables al dar inicio a la formación de
nuestros criterios, nos damos cuenta de nuestros gustos, lo que nos
apasiona, entre otros aspectos.
Por otro lado, en la edad adulta muchas veces tomamos decisiones
por presión social, un claro ejemplo de esto, es cuando le damos
importancia a los estándares de belleza, cambiando nuestra imagen
e intentamos acoplarnos a ese estándar.

Hoy en día, las redes son un medio para comunicarnos y conectar


con personas con las cuales tenemos intereses parecidos o valores
comunes, no obstante estas están llenas de estereotipos que nos
acaban influyendo de alguna u otra forma, debido a que hay
muchas personas que se toman el mundo de las redes sociales
muy en serio, lo que provoca que la presión en su entorno aumente,
intentando cumplir con las expectativas de los demás,
comparándose con el resto y creyendo que sus vidas son
“perfectas” , que su vida es tal cual la comparten. Así pues,
Shannon L. Alder postula que “La confianza es saber quién eres y
no cambiarlo un poco debido a que la versión de la realidad de
alguien no es tu realidad”. Citando a Alder, cada uno debe
aprender a valorar como son y no aferrarse a una idea de: “Quiero
ser como tal”. Cada uno es dueño de nuestra vida, sin embargo, no
es razón para convertirla en la de alguien más o en la que los
demás quieren que sea.

Asimismo, las opiniones ajenas pueden condicionar mucho en la


toma de decisiones, dado que muchas veces las decisiones están
basadas en la influencia del grupo social, esto sucede porque cada
uno actúa en función de lo que percibe del ambiente social y se
considera que ciertas acciones u opiniones puedan ir en contra de
ese ambiente, es decir, es probable que lo modifique. Estudios
afirman que las personas solemos cambiar de opinión cuando
vemos que todo el mundo tiene un punto de vista contrario al
muestro, esto se debe a que solemos alterar nuestra opinión o
acciones con la finalidad de no ser rechazados y ser aceptados en
la sociedad.
La presión social se origina por una serie de causas que producen
una necesidad de ser liderado por otra serie de personas, el hecho
de que existan diversos factores, producen necesidad en el
individuo de pertenecer a grupos, que desarrollan en la persona una
sensación de bienestar. Las causas son más notorias en personas
que tienen baja autoestima, sentimiento de inferioridad, falta de
personalidad, necesidad de reconocimiento y carencia de afecto,
por ejemplo, a inseguridad personal que sufre una persona hace
que esta sea más sumisa y fácil de manipular lo que provoca que la
presión social en cualquier contexto sea intenso.

Por otro lado, las consecuencias de estas son casi iguales, ya que
por algún trauma que se vive de esta puede generar baja
autoestima, falta de seguridad, miedo al rechazo. Cada uno de
estas consecuencias producen en nosotros que la necesidad por
ser aceptados crezca de manera intensa. Pongamos en caso la
falta de seguridad, la persona siempre va estar ansiosa por saber
que piensan los demás o que pasa si lo hace mal, porque su falta
de seguridad hará que no confié en sus decisiones, dándole mayor
importancia a las opiniones del resto y dejándose llevar. Otro claro
ejemplo es la falta de asertividad, puesto que las personas que son
poco asertivas, les cuesta mucho decir lo que piensan, sobre todo
les cuesta decir “no”. Tienden a ceder de manera casi habitual, lo
que los vuelve más sumisos y no son consecuentes con lo que
piensan y quieren en realidad.
Así pues, queda expuesto que la presión social afecta en todo
ámbito de nuestra vida porque influye en las decisiones que
tomamos en nuestro día a día.

Por otra parte, la presión social es un tema que puede lidiarse y


combatirse dado que es su existencia en nuestra vida siempre
estará presente pero debemos aprender a no dejarnos llevar por el
mismo, su frotación nos ayudara a poder tomar decisiones por
nuestra cuenta y marcar de una manera más objetiva los objetivos
que nos planteamos. Una forma para poder afrontar esta presión es
reforzar la autoestima, ya que una autoestima sana hará que nos
valoremos de una forma adecuada y será más complicado que la
presión social afecte en nosotros.
Desarrollando valores personales y familiares, también se convierte
en una opción para poder afrontar esta presión, puesto que saber
que queremos, el por qué los queremos y sobre todo identificar lo
que no queremos ni es necesario para poder desarrollar una
personalidad fuerte, nos llevara a poder resistir ante la presión
social. Nuestros valores personales harán que tengamos más en
cuenta nuestra opinión y bienestar que la de los demás, eso no
quiere decir que dejemos de ser empáticos, sino que debemos
darnos nuestro lugar como personas.
Otra opción es trabajar en la empatía, aprender a saber ponerse en
el lugar del otro, entender como actuaría la otra persona, pero sin
ceder ante la presión social.

Para finalizar, la presión social es una actitud que existe de manera


consiente, puede verse y sentirse, trae aspectos negativos y
positivos pero en la adolescencia influye de manera negativa ya que
somos más influenciables, se presentan en todos los aspecto,
desde influir en la toma de decisiones hasta la forma en la que
pensamos. Las decisiones que tomamos bajo presión no son
decisiones libres, lo único que hacemos es engañar nuestra forma
de pensar y actuar. Para poder afrontar esta presión es mejor
construir una identidad sana con una personalidad que la refuerce,
para no caer fácilmente en la presión. Y no es lo mismo tener una
identidad con la que te sientes firme y cohesionada y a raíz de ahí
poder ver que encajas o no encajas en ciertos lugares. Pero cuando
la presión social entra desde puntos tan distintos y no lo puedes
recibir desde un centro e identidad estable es cuando pueden llegar
muchísimas dudas y dolor. A veces, puede parecer que la identidad
está solo en cosas concretas, pero está en todo, en todas las
situaciones que vivimos.

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