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I.E.P.

ALMIRANTE MIGUEL GRAU

NOMBRE: thiago silva murga

Profesor: Raúl Eslava López

AREA: Ciudadanía y Cívica

2023
¿Qué es la adolescencia?
La adolescencia es una etapa del desarrollo que se caracteriza
por la transición entre la niñez y la adultez, y tiene como
objetivo prepararnos para asumir los roles de un adulto. En
términos generales, podríamos decir que la adolescencia va
desde los 12 hasta los 22-25 años.

Desde un punto de vista estrictamente biológico, la


adolescencia comienza en la pubertad y acaba cuando los
cambios físicos (en los órganos sexuales y en relación al peso,
altura y masa muscular) ya han ocurrido. Este periodo se
caracteriza también por grandes cambios a nivel de
crecimiento y maduración del sistema nervioso central.

Desde un punto de vista cognitivo, la adolescencia se


caracteriza por alcanzar el razonamiento abstracto y lógico.

Finalmente, desde un punto de vista social la adolescencia es


el periodo que nos prepara para nuestros roles como adultos,
ya sea para el trabajo o para formar una familia. Al ser una
fase de cambios importantes ha recibido distintos nombres y
algunos se refieren a la adolescencia como una época en la
que las personas transitan una "crisis de identidad".

¿Por qué cambia el comportamiento?


Durante la adolescencia tu cuerpo y tu cerebro están
cambiando notablemente.
Es normal que aparezcan nuevos comportamientos y tus
padres u otros familiares pueden sentirse frustrados y/o
irritados. A menudo aparecen dificultades para concentrarte y
una falta de motivación para realizar tus obligaciones.
Algunos adolescentes se vuelven más impulsivos y se
involucran en situaciones de riesgo que pueden tener
consecuencias negativas a largo plazo.

Todos estos comportamientos son normales y ocurren como


consecuencia de cambios a nivel del cerebro.

¿Qué cambios ocurren a nivel del sistema nervioso central?


El cerebro de un adolescente es diferente al cerebro de un
adulto dado que se encuentra en etapa de maduración hasta
los 22-24 años.

Las áreas encargadas del autocontrol, el juicio, las emociones


y la organización se desarrollan durante la pubertad y
principios de la adultez. Es por eso que la adolescencia se
caracteriza por ser un periodo de dificultades en la toma de
decisiones, toma de riesgos y descontrol emocional.

Durante la adolescencia se produce una segunda fase en el


desarrollo del cerebro - la primera ocurre durante los primeros
18 meses de vida -, hay algunas conexiones entre neuronas
que desaparecen y otras conexiones se fortalecen, haciendo el
cerebro más eficiente.
Por esto, aprender a tomar decisiones eficaces y un estilo de
vida saludable tendrá un impacto durante toda la vida, de la
misma forma que los "malos hábitos" durante esta etapa
también tendrán repercusiones a largo plazo. Por ejemplo:
hoy en día las investigaciones muestran que el cerebro de los
adolescentes es más vulnerable a los efectos del alcohol en la
memoria y en el aprendizaje. El consumo frecuente y
desproporcionado de alcohol podrá tener consecuencias a
largo plazo, comprometiendo algunas funciones cerebrales.

¿Qué es la presión de grupo y cómo afrontarla?


La presión de grupo es la influencia que ejerce sobre nosotros la
mayoría, capaz de modificar nuestros pensamientos, sentimientos
y conducta (en adolescentes, la más llamativa se da en el círculo
de amistades). Cuando estamos con nuestro grupo de amigos, nos
fijamos en las actitudes que adoptan ante las distintas situaciones
para confirmar si una conducta es legítima o ilegítima. Por
ejemplo, si alguien en clase viste distinto y oímos cómo nuestros
compañeros le critican, ya nos estamos haciendo a la idea de que
ese tipo de ropa es percibida como incorrecta por nuestro grupo, y
será más probable que al día siguiente no la escojamos para ir a
clase.

¿Cómo surge?
Esta conducta no es exclusiva en adolescentes, sino que nos
acompaña a lo largo de toda la vida, pues viene de la necesidad
que tenemos los seres humanos de adaptarnos a la norma para
favorecer la cohesión social y evitar la censura, el ridículo y la
desaprobación por parte de nuestros iguales. Sin embargo,
adaptarse a las actitudes y conductas del grupo de referencia
puede ser peligroso, pues tendemos a comportarnos según se nos
pide (directa o indirectamente) sin pensar primero en la naturaleza
de ese acto ni en sus consecuencias para otros individuos. Así
mismo, tendemos a trasladar la responsabilidad personal al grupo,
ya que actuamos como parte de él.

En este aspecto, la adolescencia es una etapa especialmente


vulnerable. En ella empezamos a desarrollar nuestra personalidad,
somos esponjas de todo lo que nos rodea, porque estamos
construyendo una identidad que será la que nos defina en nuestra
vida adulta y como pertenecientes de un grupo. Como tal, debe
encajar con las características de nuestro círculo de amistades.

Tipos de influencia
La influencia de los compañeros no siempre es negativa, también
puede ser positiva, favoreciendo nuestra calidad de vida. Esta es
la clave para diferenciarlas:
Influencia positiva. Favorece la mejora en distintas facetas de
nuestra rutina. Por ejemplo, formar parte de un grupo
comprometido con los estudios puede repercutir positivamente en
el rendimiento académico, impulsando la motivación por fijarnos
metas cada vez más altas. Un factor fundamental también es la
búsqueda de nuevas experiencias, que nos abre la puerta a
distintas interacciones sociales e intereses culturales.
Influencia negativa o presión de grupo. Obstaculiza nuestro
pensamiento crítico. Por ejemplo, tener un grupo de amigos que
sólo contempla la opción de salir de fiesta para pasárselo bien
puede impedirnos probar otras actividades que quizá puedan
interesarnos, como practicar deportes, ir a exposiciones, o
simplemente pasear por la ciudad charlando. Esta presión puede
ser expresada indirectamente, por ejemplo, ofreciéndonos probar
una droga, o abiertamente, con frases como “venga que esto no es
nada, todos lo vamos a probar”. Es preciso también analizar la
peligrosidad de la acción o actitud a la que se induce. No es lo
mismo ceder para vestir de una determinada manera, que ceder en
dejar de hablar a una persona de la clase.
Este mecanismo suele funcionar con la existencia de un líder que
rige las normas sociales, y los seguidores que se amoldan. Salirse
de ese «molde» implica no pertenecer al grupo, y por tanto perder
la identidad social. En este desencuentro los miembros del grupo
adoptan una actitud persuasiva (con frases como “ven a la fiesta,
que te lo vas a pasar bien”) o, directamente, agresiva (“eres un
pringao tío, siempre te quedas en casa”). Entonces, el
«inadaptado» suele optar por el conformismo para evitar una
posición marginal.

Cómo afrontarla: puesta en marcha de habilidades sociales


Existen diferentes técnicas que podemos poner en marcha para
salir airosos de situaciones donde experimentamos la presión de
grupo. Aquí os proponemos algunas:
Técnica del disco rayado. El objetivo de esta técnica es ser
persistentes con nuestra intención, sobre todo cuando estamos
tratando con una persona especialmente insistente que nos lleva a
justificarnos o poner excusas (por ejemplo, un amigo que te
presiona para saltarte clase). En esa situación, repetiremos la
misma frase hasta que quede clara nuestra postura, sin miedo a
resultar pesados. Un truco muy útil es expresar primero nuestra
comprensión (“entiendo que tú, comprendo que tú…”) y después
nuestra opinión (“yo no quiero… yo quiero…”).
Técnica del banco de niebla. Nos puede ayudar sobre todo a salir
de situaciones embarazosas o en las que la otra persona está
buscando el conflicto, cuando nosotros queremos posponer o
enfriar la discusión. Consiste en encontrar un elemento de su
discurso con el que estemos de acuerdo y darle la razón. No
debemos utilizar la ironía ni intentar defendernos. De esta forma,
conseguimos crear confusión en el otro. Por ejemplo: –
Estamos hartos, últimamente siempre te vas con otro grupo.
Entiendo que estéis molestos si pensáis que estoy anteponiendo a
otras personas.
Técnica del sándwich. Esta técnica se puede utilizar cuando
queramos hacer una crítica. Para hacerla bien, podemos
imaginarnos un sándwich, en el que las tapas de pan serán
aspectos positivos de la persona y el interior será lo negativo. De
esta forma, empezaremos nuestro discurso con algo que nos haya
gustado de la persona, seguiremos con el cambio de conducta que
queremos pedir y acabaremos con otro mensaje o propuesta
positiva. Por ejemplo, cuando nuestro grupo de amigos siempre
hace los mismos planes, podríamos decir: “me lo paso muy bien
saliendo de fiesta con vosotros, pero me gustaría que algún día
probásemos planes nuevos. Seguro que juntos se nos ocurre algo
guay y distinto para este finde”.

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