Está en la página 1de 109

Concursos

1. Principios generales. La llamada crisis de la empresa. Prevención y preconcursalidad. La


preinsolvencia. Cesación de pagos. Concepto y teorías. Acuerdo preventivo extrajudicial

2. Concurso preventivo. Sujetos legitimados. Presentación. Cumplimiento de recaudos sustanciales


y formales. Apertura. Efectos personales sobre el deudor, patrimoniales y procesales.

3. Proceso de verificación de créditos.

4. Período informativo y de exclusividad. Hacia el acuerdo preventivo: agrupamiento y


categorización de acreedores. Período informativo y de exclusividad. Propuestas, mayorías y
supuestos especiales. Cramdown. Aprobación y fracaso del acuerdo.

5. Alternativas ulteriores: impugnación. Homologación, ejecución y efectos. Nulidad e


incumplimiento. Concurso en caso de agrupamiento.

6. Quiebra. Directa e indirecta. Posibilidad de conversión en concurso preventivo. Recursos y


levantamiento sin trámite.

7. Efectos de la quiebra. Desapoderamiento. Incautación y conservación de los bienes. Período


informativo. Privilegios. Período de sospecha y actos ineficaces. Inhabilitación del fallido.

8. Extensión de la quiebra y responsabilidad de terceros.

9. Continuación de la explotación de la empresa. Las cooperativas de trabajo (ley 26.684).

10. Liquidación: informe final y distribución.

11. Funcionarios y reglas procesales.


12. Conclusión de la quiebra. Clausura del procedimiento.

1. Principios generales. La llamada crisis de la empresa. Prevención y preconcursalidad. La


preinsolvencia. Cesación de pagos. Concepto y teorías

1.1. Principios generales. La llamada crisis de la empresa

Los principios generales básicos que rigen la materia concursal están mencionados de entrada por
la ley vigente 24.522 de Concursos y Quiebras (a la que denominaremos LCQ), que ha tenido varias
reformas, la última por la reciente ley 26.684 (del año 2011).

Los principales principios de esta materia son tres: el estado de cesación de pagos, la universalidad
(que se refiere a los bienes que integran el patrimonio del deudor) y la colectividad (referida a la
relación de éste con la totalidad de sus acreedores). La regulación concursal o falimentaria (vocablo
derivado de la clásica expresión italiana fallimento), que existe precisamente para establecer el
derecho aplicable a la llamada crisis de la empresa, es un género que abarca distintos supuestos e
institutos de la materia. Los principales son el acuerdo preventivo extrajudicial (APE), el concurso
preventivo y la quiebra, a los que les dedicaremos este capítulo.

Ya se refería Rocco, el gran maestro italiano —clásico en la materia—, al fenómeno de la insolvencia.


Entendía que se trata de "un hecho patológico en el desenvolvimiento de la economía crediticia", y
nos brindaba una buena pista acerca de qué es: se trata de la crisis del crédito.

Esta crisis que provoca la insolvencia (o cesación de pagos) trastoca todo lo habitual en el mundo
de los negocios, afecta al deudor, a sus acreedores, trabajadores y terceros. Debido a este fenómeno
es que las leyes abandonan los principios comunes del derecho de las obligaciones para alumbrar la
nueva situación producida con criterios abarcadores de todos esos intereses afectados por ese
hecho novedoso de la crisis, que amenaza con la insatisfacción generalizada de los créditos y la
supresión de la empresa, junto con las nefastas consecuencias para los puestos de trabajo y la
creación de riqueza que todo ello supone.
Para evitar todo esto hoy se trata de que la empresa se mantenga, en tanto sea viable ("principio
de conservación de la empresa") y si esto no es posible, la opción clásica es liquidarla, aunque
actualmente han surgido otras modalidades distintas que explicaremos en este capítulo.

Es que, digámoslo ya, la ley vigente auspicia y favorece con sus directivas todas las posibilidades que
existen y sean susceptibles de evitar la quiebra, la cual se visualiza con razón como un extremo
disvalioso con consecuencias negativas para todos los involucrados.

Sentado lo que antecede, veremos cómo trata la ley esa compleja situación, a la que denomina
"estado de cesación de pagos".

Pero antes debemos referirnos a otras cuestiones generales que estimamos previas.

….

1.4. Cesación de pagos y principios concursales. Hechos reveladores. Conceptos y teorías

Las normas de la LCQaplicables a la referida crisis empresarial y su cesación de pagos, o insolvencia,


que a continuación comentaremos, son las siguientes.

Título I

Principios generales

Cesación de pagos
Art. 1º. El estado de cesación de pagos, cualquiera sea su causa y la naturaleza de las obligaciones a
las que afecte, es presupuesto para la apertura de los concursos regulados en esta ley, sin perjuicio
de lo dispuesto por los arts. 66 y 69.

Universalidad

El concurso produce sus efectos sobre la totalidad del patrimonio del deudor, salvo las exclusiones
legalmente establecidas respecto de bienes determinados.

Prueba de la cesación de pagos

Art. 78. El estado de cesación de pagos debe ser demostrado por cualquier hecho que exteriorice
que el deudor se encuentra imposibilitado de cumplir regularmente sus obligaciones, cualquiera sea
el carácter de ellas y las causas que lo generan.

Pluralidad de acreedores

No es necesaria la pluralidad de acreedores.

Hechos reveladores

Art. 79. Puede ser considerados hechos reveladores del estado de cesación de pagos, entre otros:

1. Reconocimiento judicial o extrajudicial del mismo, efectuado por el deudor.

2. Mora en el cumplimiento de una obligación.

3. Ocultación o ausencia del deudor o de los administradores de la sociedad, en su caso, sin dejar
representante con facultades y medios suficientes para cumplir sus obligaciones.
4. Clausura de la sede de la administración o del establecimiento donde el deudor desarrolle su
actividad.

5. Venta a precio vil, ocultación o entrega de bienes en pago.

6. Revocación judicial de actos realizados en fraude de los acreedores.

7. Cualquier medio ruinoso o fraudulento empleado para obtener recursos.

1.4.1. La cesación de pagos y los hechos reveladores de la misma

La cesación de pagos —o insolvencia, que en nuestro medio es su sinónimo— es el fundamento de


la quiebra y también del concurso preventivo. Junto a sus teorías evolucionó con el correr del tiempo
en la doctrina y en la legislación. Como lo han destacado los grandes juristas nacionales modernos
precursores del derecho comercial y de esta materia, Yadarola y Satanowsky principio y en la que
se denominó teoría materialista, se la identificaba con el incumplimiento del deudor. Luego se pasó
a la idea de que se trataba de un estado, pero solamente reconocible a través del mismo
incumplimiento (teoría intermedia).

Desde el ángulo del incumplimiento, el desequilibrio económico de la insolvencia supone


obligaciones exigibles, pero no se identifica lisa y llanamente ese estado con el incumplimiento de
tales obligaciones, aún agregando a ese hecho el de la mora del deudor. El incumplimiento de las
obligaciones se produce muchas veces sin que el deudor carezca de fondos con que abonarlas o
incluso por el olvido, capricho, creencia de que tiene excepciones que oponer, etc..

En la concepción o teoría amplia, también seguida por la LCQ, la insolvencia es un estado económico
complejo, general y permanente, del patrimonio del deudor, quien no puede pagar con sus medios
o recursos normales y habituales. Se manifiesta a través de esos hechos reveladores enumerados
en el art. 79. Implica la imposibilidad de pagar de aquél y es diferente al hecho del incumplimiento,
ni se debe confundir con ninguno de los otros hechos reveladores, que constituyen otras
manifestaciones distintas de ese mismo estado.
Como bien ha dicho Maffía, no quiebra quien no paga, sino quien no puede pagar regularmente.

Además y por otra parte puede el deudor hallarse en el estado económico de insolvencia y, sin
embargo, seguir cumpliendo las obligaciones recurriendo a procedimientos anormales, cuando no
ilícitos, de procurarse recursos: como la obtención de crédito sobre la base de engañar al que lo
otorga, o en condiciones leoninas, ventas precipitadas y a cualquier precio, cobro de sus créditos
acordando quitas excesivas, o cualquier otro medio destinado a evitar el incumplimiento y con ello
impedir que trascienda su estado de insolvencia o cesación de pagos. En todos estos supuestos el
deudor cumple, pero agrava la situación de sus acreedores con las ilegítimas disminuciones de su
activo y beneficia a los que paga, alterando el principio de igualdad en que todos deben hallarse
colocados. Aquí tenemos un verdadero estado económico de quiebra —si bien disimulado u
ocultado— que puesto en evidencia, exteriorizado incluso por el mismo accionar es indicio para
apoyar la presunción de insolvencia y la consecuente declaración judicial de quiebra.

Lo dicho explica que siendo la insolvencia un estado complejo, la ley no exige una prueba directa
del mismo para hacer procedente la declaración de quiebra y se ha orientado por dar al juez la
discrecionalidad de entenderla configurada frente a los hechos aportados en los autos.

Aunando todo lo que llevamos dicho podemos afirmar ahora que la insolvencia (o cesación de
pagos) es un estado de impotencia —generalizado, permanente y complejo— del patrimonio para
hacer frente con los medios regulares disponibles a las obligaciones que lo gravan. Ese estado, una
vez que se ha expresado o revelado por el medio directo de la confesión del deudor o el indirecto
—v.gr., del incumplimiento—, provoca la intervención judicial que declara la falencia, no de modo
oficiosa sino a petición de quien tiene interés concreto.

La impotencia patrimonial del deudor es en definitiva la razón de ser del instituto y del
procedimiento de quiebra; sin ella no se concebiría la acción colectiva del concurso, instituida como
defensa, no contra el incumplimiento de las obligaciones sino contra la insolvencia y cuya finalidad
es la de liquidar una hacienda endeudada e incapaz de una evolución normal y beneficiosa para el
deudor, los acreedores y la economía general, y asegurar un tratamiento igualitario para aquéllos
en las condiciones y características que a continuación explicamos.

1.4.2. Los principios concursales


Acabamos de ver que la ley menciona en el art. 1º, in fine, la universalidad, y éste es quizás el más
importante principio de la materia. Ya hemos dado cuenta previamente de los tres principales
principios concursales y en esta oportunidad que nos brinda la propia normativa procedemos a
ampliar el tema.

Siguiendo la exposición de Paula Hualde y Francisco Troiani, caracterizamos los distintos principios
con sus precisiones, incluyendo el mencionado, del siguiente modo.

1.4.2.1. Universalidad

Este principio es el más distintivo de los procesos concursales, en la medida en que en este tipo de
juicios convergen las pretensiones de todos los acreedores (en colectividad, faz subjetiva) sobre la
totalidad del patrimonio del deudor (faz objetiva). Ello en oposición a los procesos singulares donde
se discuten pretensiones individuales respecto de hechos, cosas o relaciones jurídicas
determinadas.

1.4.2.2. Igualdad

El principio prior tempore potior iure que da fundamento en las acciones individuales a la
preferencia concedida v.gr. al embargante anterior sobre el posterior, se reemplaza en el proceso
colectivo por la regla de la par condicio creditorum, según la cual todos los acreedores, de iguales
características, deben recibir un tratamiento parejo.

Este principio regula, por un lado, la relación del deudor con los acreedores, impidiendo que el
primero otorgue ventajas a unos en perjuicios de otros, y, por el otro, la relación de los acreedores
entre sí, prohibiendo que se aventajen uno a otros dentro del concurso.
Cabe aclarar que el principio de igualdad cede cuando las relaciones se presentan previamente al
concurso como desiguales, es decir cuando, por ejemplo, coexisten créditos hipotecarios o
prendarios con quirografarios, situación donde, en caso de quiebra, los créditos así garantizados
podrán hacerse efectivos directamente sobre el producido de la cosa gravada postergando en el
cobro a los créditos carentes de tal garantía.

Más aún: la igualdad cede especialmente frente a valoraciones sociales, cambiantes como tales,
pero que, por ejemplo, han llevado a que la ley positiva conceda muy categóricos y muy tutelados
privilegios a los acreedores laborales, precisamente por cuanto se los considera unánimemente el
sector más perjudicado en las crisis empresarias.

Se advierte entonces que la par condicio creditorum es un criterio orientador del reparto basado en
una justa distribución de bienes, pero que no implica, frente a situaciones distintas, una mera
proporción matemática entre todos.

En definitiva y en una justa delimitación de esta regla, debemos señalar que sólo impide conceder
un trato distinto a acreedores de una misma especie.

1.4.2.3. Unicidad

Este principio es una derivación lógica de la universalidad y ha de interpretarse como la


imposibilidad jurídica de coexistencia de dos procesos concursales relativos al mismo patrimonio de
un sujeto.

Tal característica del proceso se complementa y concreta con la de juez único y con el fuero de
atracción.
1.5. El APE (Acuerdo Preventivo Extrajudicial)

Según lo establecido por el art. 69de la ley 24.522, el deudor que se encontrare tanto en estado de
cesación de pagos como en dificultades económicas o financieras de carácter general, puede
celebrar con sus acreedores un acuerdo y someterlo a homologación del juez con los efectos
establecidos en el art. 76 de esa ley.

Señalan Hualde y Troiani que se trata de un mecanismo en virtud del cual el empresario puede
intentar una recomposición privada de la crisis que lo afecta y brindarle a esos acuerdos, mediante
la presentación y posterior homologación judicial, una solidez de la que antes carecían y que tornaba
ineficiente el instituto(19).

Como dijimos previamente, ya la ley 22.917 de 1983 introdujo los acuerdos preconcursales al
reformar la ley 19.551, en un intento de regular una práctica ya existente de composición
consensuada de conflictos económicos o financieros empresariales que posibilitaban
refinanciaciones de deuda y recomposiciones empresarias para la superación de esas crisis.

Sin embargo, el sistema allí concebido, además de haber sido implementado mediante una
incorporación normativa carente de sistematización, no ofrecía seguridad ni al deudor ni a los
acreedores por las razones ya expresadas y básicamente porque, devenida la quiebra, dichos
acuerdos eran susceptibles de revocación.

Fue así que se estructuró un nuevo sistema que permite a los deudores en dificultades la adopción
de medidas que faciliten la superación de la crisis en línea con la corriente que propicia mecanismos
alternativos que posibiliten la prevención de la insolvencia y la recomposición empresaria con una
menor intervención judicial y por medio de un procedimiento que guarda estrecha similitud con el
proceso concursal estadounidense de reorganización, llamado "prepackaged plans"(20).

La siguiente es la principal normativa vigente, a resultas de la cual el instituto ha sido mejorado en


sus lineamientos y se utiliza con mayor asiduidad y eficiencia.

Capítulo VII

Acuerdo Preventivo Extrajudicial


Legitimado

Art. 69. (Texto según ley 25.589,art. 18). El deudor que se encontrare en cesación de pagos o en
dificultades económicas o financieras de carácter general, puede celebrar un acuerdo con sus
acreedores y someterlo a homologación judicial.

Forma

Art. 70. (Texto según ley 25.589,art. 18). El acuerdo puede ser otorgado en instrumento privado,
debiendo la firma de las partes y las representaciones invocadas estar certificadas por escribano
público. Los documentos habilitantes de los firmantes, o copia autenticada de ellos, deberán
agregarse al instrumento. No es necesario que la firma de los acreedores sea puesta el mismo día.

Libertad de contenido

Art. 71. (Texto según ley 25.589,art. 18). Las partes pueden dar al acuerdo el contenido que
consideren conveniente a sus intereses y es obligatorio para ellas aun cuando no obtenga
homologación judicial, salvo convención expresa en contrario.

Requisitos para la homologación

Art. 72. (Texto según ley 26.086,art. 6º). Requisitos para la homologación. Para la homologación del
acuerdo deben presentarse al juez competente, conforme lo dispuesto en el art. 3, junto con dicho
acuerdo, los siguientes documentos debidamente certificados por contador público nacional:

1. Un estado de activo y pasivo actualizado a la fecha, del instrumento con indicación precisa de las
normas seguidas para su valuación;

2. Un listado de acreedores con mención de sus domicilios, monto de los créditos, causas,
vencimientos, codeudores, fiadores o terceros obligados y responsables; la certificación del
contador debe expresar que no existen otros acreedores registrados y detallar el respaldo contable
y documental de su afirmación;
3. Un listado de juicios o procesos administrativos en trámite o con condena no cumplida,
precisando su radicación;

4. Enumerar precisamente los libros de comercio y de otra naturaleza que lleve el deudor, con
expresión del último folio utilizado a la fecha del instrumento;

5. El monto de capital que representan los acreedores que han firmado el acuerdo, y el porcentaje
que representan respecto de la totalidad de los acreedores registrados del deudor.

Ordenada la publicación de los edictos del art. 74, quedan suspendidas todas las acciones de
contenido patrimonial contra el deudor, con las exclusiones dispuestas por el art. 21.

Esta suspensión de acciones incorporó una realidad imperante en el campo práctico y concedió al
APE una clara utilidad.

Mayorías

Art. 73. (Texto según ley 25.589,art. 18). Para que se dé homologación judicial al acuerdo es
necesario que hayan prestado su conformidad la mayoría absoluta de acreedores quirografarios que
representen las dos terceras partes del pasivo quirografario total, excluyéndose del cómputo a los
acreedores comprendidos en las previsiones del art. 45.

Publicidad

Art. 74. (Texto según ley 25.589,art. 18). La presentación del acuerdo para su homologación debe
ser hecha conocer mediante edictos que se publican por cinco (5) días en el diario de publicaciones
legales de la jurisdicción del tribunal y un (1) diario de gran circulación del lugar. Si el deudor tuviere
establecimientos en otra jurisdicción judicial debe publicar los edictos por el mismo plazo en el lugar
de ubicación de cada uno de ellos y en su caso en el diario de publicaciones oficiales respectivo.

Oposición
Art. 75. (Texto según ley 25.589,art. 18). Podrán oponerse al acuerdo los acreedores denunciados y
aquellos que demuestren sumariamente haber sido omitidos en el listado previsto en el inc. 2º del
art. 72. La oposición deberá presentarse dentro de los diez (10) días posteriores a la última
publicación de edictos, y podrá fundarse solamente en omisiones o exageraciones del activo o
pasivo o la inexistencia de la mayoría exigida por el art. 73. De ser necesario se abrirá a prueba por
diez (10) días y el juez resolverá dentro de los diez (10) días posteriores a la finalización del período
probatorio.

Si estuvieren cumplidos los requisitos legales y no mediaran oposiciones, el juez homologará el


acuerdo.

La regulación de honorarios, en caso de existir impugnaciones, será efectuada por el juez teniendo
en cuenta exclusivamente la magnitud y entidad de los trabajos realizados por los profesionales en
el expediente, sin tomar en cuenta el valor económico o comprometido en el acuerdo, ni el monto
del crédito del impugnante.

Efectos de la homologación

Art. 76. (Texto según ley 25.589,art. 18). El acuerdo homologado conforme a las disposiciones de
esta sección produce los efectos previstos en el art. 56(21), y queda sometido a las previsiones de
las Secciones III, IV y V del Capítulo V del Título II de esta ley.

En esta última disposición aparecen las ya señaladas solidez u oponibilidad ulterior de estos
acuerdos que, homologados, son equivalentes a los concursos preventivos (también homologados),
ya que —reiteramos— no caen ante una eventual quiebra del deudor y son obligatorios aún para
los acreedores que no hubieran participado en ellos.

1.5.1. Consideraciones generales

El APE es un instituto basado en el principio de la autonomía privada en materia negocial sustentado


sobre el principio establecido en el art. 19de la Constitución Nacional que permite hacer todo lo que
no está legalmente prohibido.
La nueva ubicación del APE en el Título referido al Concurso Preventivo supone la aplicación
analógica de los preceptos que regulan este proceso, ya sea que se lo considere un tipo
concursal(24), o un subtipo del mismo.

Más allá de las discrepancias doctrinarias acerca de su naturaleza jurídica, lo cierto es que se trata
de un instituto híbrido en tanto es contractual en su origen pero claramente concursal a partir de la
instancia que abre el art. 72LCQ con las características típicas, particularmente en lo que concierne
a sus efectos aún respecto de aquellos acreedores que no hubieren acordado con el deudor.

Sin embargo, para su implementación no es necesario que haya sobrevenido la insolvencia del
deudor ya que son suficientes la existencia de dificultades económicas o financieras de carácter
general —como presupuesto objetivo— aunque esto no obsta a la celebración de este tipo de
acuerdos en caso de haber ya acaecido la cesación de pagos.

….

2. Concurso preventivo. Sujetos legitimados. Presentación. Cumplimiento de recaudos sustanciales


y formales. Apertura. Efectos sobre el deudor: personales, patrimoniales y procesales

2.1. Concurso preventivo. Sujetos legitimados para promoverlo

El art. 5º de la LCQ remite al art. 2º, que indica a los sujetos activamente legitimados, a saber:
"Sujetos comprendidos. Pueden ser declaradas en concurso las personas de existencia visible, las de
existencia ideal de carácter privado y aquellas sociedades en las que el Estado nacional, provincial
o municipal sea parte, cualquiera sea el porcentaje de su participación. Se consideran
comprendidos: 1. El patrimonio del fallecido, mientras se mantenga separado del patrimonio de los
sucesores. 2. Los deudores domiciliados en el extranjero respecto de bienes existentes en el país.
No son susceptibles de ser declaradas en concurso, las personas reguladas por las leyes 20.091,
20.321 y 24.241, así como las excluidas por leyes especiales".
Apuntamos que la ley 25.374 sustituyó el art. 37de la ley 20.321 por el siguiente: "Las mutuales
quedan comprendidas en el régimen de la ley 24.522".

2.2. Presentación

Hay un límite temporal para la presentación en concurso preventivo y lo establece el art. 10:
"Oportunidad de la presentación. El concurso preventivo puede ser solicitado mientras la quiebra
no haya sido declarada".

Téngase en cuenta que esta regla no juega en los casos contemplados por el art. 31de la LCQ. Por
tanto, no se le dará curso a una solicitud de concurso si se encuentra pendiente un pedido de
quiebra dentro del año siguiente de presentada una solicitud anterior que resultara rechazada,
desistida o no ratificada.

2.3. Cumplimiento de recaudos sustanciales y formales

La ley impone en su art. 11 al peticionario del concurso un elenco de recaudos formales, para que
el juez juzgue solamente estos elementos, incluyendo su propia competencia, si el deudor es de los
enumerados en el art. 5º, y no ajeno a los sujetos legitimados para promoverlo.

Tales recaudos formales deben ser cumplidos acabadamente y no le cabe al juez emitir en esta
oportunidad ninguna opinión vinculada a los méritos del deudor, lo que debe reservar para el
momento de homologar o no el acuerdo a que aquél llegara con los acreedores. Incluso la
jurisprudencia se ha inclinado a no agravar interpretativamente las ya severas exigencias legales
que se requieren para la presentación en concurso.
La información suministrada sobre la composición del pasivo concursal será posteriormente
confrontada con la que proporcione el síndico en cumplimiento de sus funciones y será también
objeto del proceso de verificación de créditos que luego estudiaremos.

Debe el deudor enumerar también los libros de comercio y los de otra naturaleza que lleve, con
expresión del último folio utilizado, en cada caso, y ponerlos a disposición del juez, junto con la
documentación respectiva (inc. 6º).

Además de los libros obligatorios —diario y balance-inventario— se trata de "los libros registrados
y la documentación contable que corresponda a una adecuada integración de un sistema de
contabilidad y que exijan la importancia o la naturaleza de las actividades del deudor, de modo que
su contabilidad y documentación resulten con claridad los actos de gestión y su situación
patrimonial".

Los libros permanecen en poder del deudor, porque él no pierde la administración de sus bienes y
por ende precisa seguir registrando sus operaciones.

Si la presentación es manifiestamente deficiente o incompleta, corresponde su rechazo. Se ha


resuelto que el plazo para completar la documentación no es para salvar olvidos u omisiones, sino
para completar los recaudos que el juez entienda no se hayan cumplido en oportunidad de la
presentación.

Esto es en general, pero al respecto se han dictado pronunciamientos diversos, sin uniformidad, y
la concesión del plazo depende del criterio del juez, según las circunstancias particulares de cada
caso.

La reciente ley 26.684,art. 1º, incorporó el inc. 8º de la LCQ, que impone "acompañar nómina de
empleados, con detalle de domicilio, categoría, antigüedad y última remuneración recibida." Como
también una declaración sobre la existencia de deuda laboral y de deuda con los organismos de la
seguridad social certificada por contador público.

La citada ley es la que reguló la situación de las denominadas "cooperativas de trabajo", a cuyo
respecto hemos seguido recientemente a Cracogna, quién expresó con acierto que "la reforma bajo
análisis viene a dar respuesta a la indefinición legal preexistente que habían destacado con
preocupación los juristas no sin alertar que ese silencio legal dio lugar en repetidas ocasiones a un
uso espurio de las cooperativas de trabajo, en el sentido de soslayar el cumplimiento de las
obligaciones laborales y previsionales desde que los asociados de las cooperativas de trabajo ahora
potenciadas son los propios trabajadores y los órganos sociales son ocupados por ellos".

La certificación abarca la deuda provisional (que el texto legal identifica como "deuda con los
organismos de la seguridad social"). Ello apunta a lograr seriedad y tiene una proyección notable
frente al eventual fracaso de la solución preventiva, toda vez que la propulsión que se busca de las
cooperativas de trabajo tienen como núcleo a "...los trabajadores en relación de dependencia que
representen las dos terceras partes del personal en actividad o de los acreedores laborales...". La
requisitoria que presenta la reforma en este aspecto debe verse con buenos ojos, al igual que la
severidad implícita en el matiz analizado.

Bien dice Raspall que "en este párrafo la ley refiere a la denuncia de los empleados, más allá de que
sean o no acreedores de la empresa en dicho momento." En efecto, esta incorporación supera la
previsión del inc. 5º del mismo artículo, que obliga a denunciar todos los acreedores y en su caso
denunciar a los acreedores laborales cuando existan. El inc. 8º va más allá, ya que obliga al deudor
no solo a denunciar los créditos laborales (junto al resto de los créditos) sino a denunciar a los
empleados con todos los datos de los mismos, aun cuando no sean "acreedores". Esta denuncia que
debe realizar el deudor en su presentación, permite al síndico y al juez poder cumplir con las nuevas
pautas de anoticiamiento a los trabajadores que la reforma establece, (art. 14 inc. 10), la integración
del representante laboral en el comité de control (art. 14 inc. 13); el control de los empleados en el
desarrollo del pronto pago (art. 16), el control verificatorio (art. 34 último párrafo).

2.4. Apertura del concurso

Los requisitos de la solicitud —y la procedencia de la apertura— del concurso del deudor cesante
no deben interpretarse de modo tal que puedan frustrar, sobre la base de un excesivo rigor adjetivo,
la imperiosa necesidad de someter al juicio colectivo la situación del sujeto en crisis toda vez que,
por el contrario, la ideología legal apreciada en su conjunto tiende a facilitarle el acceso a la solución
preventiva, según llevamos dicho, por razón de la disvaliosa situación que apareja la quiebra.

La apertura del concurso es un acto fundamental dentro de los trámites del proceso, porque a partir
de ese momento comienzan a desplegarse ciertos efectos que la ley prevé y veremos seguidamente.
Es una resolución que no dirime un conflicto, sino que vertebra y organiza un proceso judicial
destinado a superar la crisis de la empresa.

Las causales fijadas en el art. 13de la LCQ para el rechazo del pedido de concurso son taxativas, lo
que significa que el juez no se puede apartar de ellas para desestimarlo. Esto coincide con la
concepción del concurso preventivo como un medio de sortear la crisis patrimonial y, a la vez, un
modo de conservar a la empresa en funcionamiento.

No comentaremos aquí el largo elenco contenido en el art. 14 de directivas dirigidas al juez del
concurso para la apertura del mismo, sino que lo haremos de modo general y con referencia al
último y más reciente inc. 13º incorporado por la reforma legal citada (ley 26.684,art. 4º): "La
constitución de un comité de control, integrado por los tres (3) acreedores quirografarios de mayor
monto, denunciados por el deudor y un (1) representante de los trabajadores de la concursada,
elegido por los trabajadores".

El análisis que hace el juez para decidir la apertura o el rechazo de la petición se funda en la
apreciación de los elementos brindados por el deudor y está limitado por ese brevísimo plazo de
cinco días para emitir el pronunciamiento. De ahí que pueda sostenerse que la investigación prima
facie del cumplimiento de los requisitos formales, está enderezada a obtener convencimiento sólo
sobre la admisibilidad formal de la apertura peticionada(43), y en caso de rechazo no cabe decretar
la quiebra.

Respecto al comité de control (inc. 13º), su rol es doble: la supervisión abarca el trámite del concurso
y la evolución de los negocios de la empresa concursada.

Raspall ha dado su opinión favorable, y se ha fundado en que "los comités tienen información
adecuada para evaluar si la propuesta del deudor es o no justa y si es cumplible, hecho este que no
es menor a la hora de que los acreedores tengan que emitir opinión sobre su aceptación o rechazo".

En definitiva, se considera necesaria la participación de los acreedores en los procesos concursales


y también como tales, la de los trabajadores en actividad y la de los acreedores laborales en el
comité de acreedores.
2.5. Efectos personales sobre el deudor. El desapoderamiento atenuado

Es un principio general y a la vez un objetivo del deudor concursado que durante el trámite del
concurso preventivo, él no pierde la legitimación para actuar en las cuestiones patrimoniales. Sin
embargo, la normativa concursal también trata de mantener la intangibilidad del patrimonio del
deudor que —como clásicamente suele decirse— es la "prenda común de sus acreedores". Véanse
los arts. 16y 17 de la LCQ.

El concursado no puede realizar actos a título gratuito y, en principio, las cuestiones patrimoniales
que sean de causa o título anterior a la presentación del concurso quedan abarcadas por éste. Y las
posteriores quedan excluidas, pero no son ajenas a la suerte final del concurso.

Todos los actos comerciales del deudor concursado están sujetos a la vigilancia del síndico. Además,
el ya comentado comité de acreedores debe ejercer una permanente actitud vigilante sobre los
actos que el deudor pueda realizar. Bajo esa doble vigilancia el deudor continúa con los actos
ordinarios de su giro comercial (es decir, ventas y cobros corrientes, adquisición de mercaderías,
gastos que demande la administración y conservación del patrimonio, etcétera).

Para los actos que exceden el giro ordinario de la administración el deudor precisa autorización
judicial. La norma cataloga enunciativamente algunos de ellos, siendo el pronto pago de créditos
laborales el principal que requiere autorización judicial.

En esos casos el deudor sólo puede realizar los actos respectivos con la autorización del juez, previa
vista al síndico y al comité de control.

Para el caso de violación de lo prescripto hay dos tipos de sanciones: unas están referidas a la
ineficacia de los mismos actos jurídicos realizados; otras conciernen a la persona del deudor.

Los primeros, ejecutados sin la previa autorización judicial, son inoponibles de pleno derecho a los
acreedores concursales. Lo cual significa —algo diverso a la nulidad— que respecto de ellos carecen
de eficacia, sin necesidad de ejercitar acción alguna, como lo precisaremos más adelante al tratar
en detalle el tema en este mismo capítulo. Pero mantienen su validez para las partes que los
realizaron, pudiendo producir sus efectos típicos con todo su vigor si el acuerdo preventivo que se
celebre después fuera satisfactoriamente cumplido.
Las sanciones que afectan personalmente al deudor tienen distintos grados de gravedad van desde
la designación de un interventor controlador, veedor, coadministrador, hasta su separación de la
administración (art. 17).

A todos estos efectos se los ha denominado —en general— "desapoderamiento atenuado", por
oposición con el desapoderamiento que —en la quiebra— priva derechamente al fallido de la
potestad de administrar sus bienes.

2.6. Efectos patrimoniales

Adviértase que los efectos en los casos de los arts. 18 y 19 se retrotraen a la presentación en
concurso y no rigen desde la apertura del mismo, salvo el agregado de la ley 26.684, que excluyó
del cómputo que menciona a los salarios e indemnizaciones derivados de relaciones laborales, lo
que fue obviamente dispuesto en protección de los derechos de los trabajadores.

En cuanto a los contratos el deudor puede continuar con ellos: art. 20 (texto según la misma ley
26.684,art. 7º) si existen prestaciones recíprocas pendientes. Para hacerlo debe requerir
autorización del juez, y el tema se resuelve previa vista al síndico. En el obvio entendimiento de que
afectaba los derechos laborales antes referidos, se dejó sin efecto —suprimiéndolo— un párrafo del
texto anterior de este art. 20 que dejaba sin efecto los convenios colectivos desde la apertura del
concurso por un plazo de tres años, o el de cumplimiento del acuerdo preventivo, el que fuera
menor. Con lo que el concursamiento del empleador pasa a ser indiferente para el derecho laboral
colectivo.

2.7. Efectos procesales: juicios contra el concursado, fuero de atracción y desistimiento

Hay otras directivas que conforman sendos efectos de la apertura del concurso, una vez dada a
conocer por medio de la publicidad (edictos).
Respecto de los juicios contra el concursado el art. 21 (texto según ley 26.086,art. 4º) suspende por
un lado los juicios de contenido patrimonial en que el deudor sea legitimado pasivo, o sea
demandado; no así cuando lo fuera activo.

Por otro, se configura el fuero de atracción, en cuya virtud dichos procesos preexistentes deben
remitirse (en principio) al juzgado del concurso.

Por último, no pueden interponerse nuevas acciones fundadas en las mismas causas o títulos que
las precedentes, salvo las exclusiones previstas en la norma.

3. Proceso de verificación de créditos

3.1. Las "masas" y los acreedores: concursales, concurrentes y del concurso

El concurso se "divide" en dos masas: (i) la pasiva, integrada por los acreedores; y (ii) la activa,
compuesta por los bienes del deudor.

Otras distinciones que ahora interesan atañen a la posición de dichos acreedores considerados en
"masa" o conjunto (como colectividad), y a cómo se los denomina según se los considere antes o
después de la presentación del deudor en concurso preventivo, o de la declaración de quiebra.
Desde este ángulo la doctrina y la legislación diferencian la situación de aquellos acreedores de
causa o título anterior a la presentación del deudor en concurso preventivo o quiebra y que por esto
mismo devinieron en "concursales", de los que efectivamente se presentaron a esos procesos a
verificar sus créditos y privilegios, a quienes por ello se denominan "concurrentes", una vez
satisfecha tal carga de presentarse a tal fin.
Los conceptos, principios y artículos de la LCQ a los que les dedicaremos los comentarios que
subsiguen, regulan la manera en que los acreedores de la primera categoría (concursales), pasan a
integrar la segunda (concurrentes), cómo lo deben hacer, qué recursos y derechos tienen para ello.

3.2. La carga de concurrir a verificar: concepto, caracteres y finalidad

Hemos dicho recién al pasar que la naturaleza jurídica del medio por el cual los acreedores —
anteriores a la presentación en concurso del deudor— pueden lograr ese resultado constituye una
carga, cuyo concepto como "imperativos del propio interés" ya hemos aclarado antes, en más de
una oportunidad (desde el capítulo 1, sección 1.4. y notas), y ampliaremos a continuación sin
perjuicio de volver sobre el instituto en la quiebra (infra, sección 7.5.1.).

Efectivamente, la calificación jurídica ("naturaleza") que más se adecua y caracteriza al pedido de


verificación de créditos en el concurso preventivo o la quiebra es la de carga(45).

Se trata de una figura que tiene significación por sí misma y es diversa a la obligación, a la condición,
incluso a la condición legal (conditio iuris) y al mismo cargo, o modo, que es una modalidad de las
obligaciones (arts. 558 y ss. del Código Civil).

Se entiende por carga a la imposición de un comportamiento, como premisa para conseguir un


determinado efecto útil, que nace de un imperativo hipotético (Messineo), o jurídico (Couture,
quien señala tres imperativos de esta índole: los deberes, las obligaciones y las cargas).

La verificación de los créditos constituye una de las manifestaciones de la universalidad en sentido


procesal, y es subjetiva en cuanto abarca a la generalidad de los acreedores anteriores al concurso
(la ya referida colectividad), a quienes desde la apertura del mismo y para preservar el patrimonio
del deudor se les impide accionar individualmente (v. art. 21), sometiéndoselos a esa carga para
impedir agresiones patrimoniales singulares que tiendan a satisfacer sus acreencias y a fin de que
éstas sean identificadas dentro del concurso en sus montos, causas y privilegios.

Una definición descriptiva de la verificación de créditos indica que se trata de un proceso, que tiene
cuatro características: es contencioso, causal, típico y necesario.
Su finalidad es declarar la calidad de acreedor del interesado con relación al concursado y frente a
los demás acreedores, otorgándole en consecuencia el derecho a participar en las deliberaciones y
votaciones de las propuestas preventivas o resolutorias del concurso y a cobrar el dividendo que le
corresponda en la distribución, con arreglo a su graduación. El objeto no se limita al reconocimiento
de esa calidad, sino además a establecer si el crédito es quirografario o privilegiado y su cuantía.

También se ha dicho acertadamente, desde una óptica más amplia, que la verificación de créditos
es para el acreedor una puerta de ingreso al concurso que opera en tres campos: (a) sustituye las
acciones individuales; (b) posibilita un control multidireccional o recíproco; y (c) posibilita la
delimitación del pasivo concursal.

Pero sus finalidades no se agotan en ello, ya que —como acabamos de ver— la verificación, además
de declarar la calidad de acreedor, lo hace con relación al deudor concursado —ya sea
preventivamente o fallido— y al resto de sus acreedores, confiriendo con los efectos de la cosa
juzgada los derechos de participar en el acuerdo preventivo o resolutorio al que pueda arribarse, y,
eventualmente, a percibir el dividendo concursal.

Cierto es que su satisfacción impide la caducidad del derecho.

La verificación de los créditos constituye una de las manifestaciones de la universalidad en sentido


procesal, y es subjetiva en cuanto abarca a la generalidad de los acreedores anteriores al concurso,
a quienes desde la apertura del mismo y para preservar el patrimonio del deudor se les impide
accionar individualmente (art. 21), sometiéndoselos a esa carga para impedir agresiones
patrimoniales singulares que tiendan a satisfacer sus acreencias y a fin de que éstas sean
identificadas dentro del concurso en sus montos, causas y privilegios.

3.3. Concepto del proceso de verificación

La verificación de los créditos es un trámite que se da tanto en el concurso preventivo (art. 32LCQ),
como en la quiebra (arts. 126, 200 y ss.).
También se ha dicho acertadamente, desde una óptica más amplia, que la verificación de créditos
es para el acreedor una puerta de ingreso al concurso que opera en tres campos: a) sustituye las
acciones individuales; b) posibilita un control multidireccional o recíproco; y c) posibilita la
delimitación del pasivo concursal.

Pero sus finalidades no se agotan en ello, ya que —como acabamos de ver— la verificación, además
de declarar la calidad de acreedor, lo hace con relación al deudor concursado —ya sea
preventivamente o fallido— y al resto de sus acreedores, confiriendo con los efectos de la cosa
juzgada los derechos de participar en el acuerdo preventivo o resolutorio al que pueda arribarse y,
eventualmente, a percibir el dividendo concursal.

4. Período informativo y de exclusividad

El proceso concursal continúa con

(i) El informe general del síndico (LCQ, art. 39), que es fundamental a este fin y está llamado a
construir una memoria en interés de los acreedores, precisamente para que ellos cuenten con un
adecuado panorama informativo para decidir si apoyan o no la propuesta del deudor.

Tal informe debe ser un completo catálogo, instruido y detallado, de elementos informativos sobre
las diversas materias incluidas, la situación del deudor, los antecedentes de las crisis y sus
proyecciones patrimoniales, teniendo en vistas una posible solución.

Todo esto se fija en interés de los acreedores, quienes —como llevamos dicho— decidirán en su
momento la suerte del deudor, y para ello es necesario brindarles una información suficiente y
completa.

Otra cuestión más a destacar es que este informe general se conecta con el art. 48 y la eventual
transferencia forzosa de las acciones de una sociedad anónima concursada a un tercero, de modo
que el método de tal norma también le brinde seguridad a ese inversor o adquirente del paquete
accionario.
4.1. Agrupamiento y categorización de acreedores

En las disposiciones que siguen, a partir del art. 41, la ley 24.522 flexibilizó el principio de igualdad
entre los acreedores ya comentado, cuya relativización en su momento aplaudimos como un acierto
de la reforma de 1995(52). Entendemos que la categorización debe considerarse facultativa, y
solamente se la podrá tener por obligatoria si el deudor pretende efectuar ulteriormente, en el
marco del art. 45, propuestas diferentes de acuerdo preventivo a diversos grupos de acreedores, en
cuyo caso cobraría sentido esa obligatoriedad, con el agregado de que las categorías deben
apoyarse en el principio de razonabilidad.

Si el deudor no agrupa ni categoriza a sus acreedores, la consecuencia será la pérdida de su derecho


a formular propuestas diferenciadas.

4.2. Período de exclusividad y propuestas de acuerdo

La ley denomina "período de exclusividad", al que el juez fijará en el acto de apertura del concurso
preventivo según lo aconsejen el mayor o menos número de acreedores y las categorías que hayan
sido creadas. Ello así, porque a su término y para ciertos deudores, se abrirá otro plazo a fin de que
terceros interesados traten de acordar con los acreedores para comprar la empresa concursada al
efecto de superar la crisis.

El plazo de la denominada "exclusividad" es de noventa días, prorrogable por otro máximo de treinta
días más, abarca solamente días hábiles (conf. art. 273, inc. 2º, LCQ).

Las propuestas que el deudor puede formular son de diversa índole. Las tradicionales son las de
quita y espera. Pero hay un límite legal para la primera (es decir, la que contiene alguna condonación
de las acreencias) consistente en garantizar el 40% de cada crédito involucrado en la propuesta;
pero no hay límite para la espera y la práctica demostró que se han aceptado propuestas de hasta
doce años de plazo, o más (cuando se profundizó la crisis económica en nuestro país). En nuestra
opinión no cabe manejarse en estos aspectos con pautas rígidas y los mínimos aceptables
dependerán de la situación patrimonial de cada empresa, lo que pueda cumplir y la opinión de los
acreedores.

En este punto cobra gran importancia el tema de la abusividad de la propuesta, que no tiene
definiciones doctrinales ni jurisprudenciales pacíficas porque se encuadra en situaciones de hecho
y ofrece las mismas dificultades conceptuales que la teoría del abuso en general (art. 1071 del viejo
Código Civil). Por ello, y por la índole de esta obra, no cabe que nos extendamos aquí sobre tal abuso
en las propuestas(53), pero sí que alertemos que estas soluciones concursales no pueden constituir
un modo para perjudicar a los acreedores y que el deudor, en su propuesta, debe ofrecer de buena
fe lo que razonablemente pueda pagar, preservando la continuidad de su empresa.

Los destinatarios de la o las propuestas son en principio los acreedores quirografarios o comunes,
agrupados en las ya vistas categorías, o en conjunto para una única propuesta. Y puede incluirse a
los acreedores privilegiados de conformidad con las previsiones del art. 44, que implican admitir un
auto condicionamiento del mismo deudor.

4.3. Plazo y mayorías para el acuerdo

Según el art. 45de la LCQ, para obtener la aprobación de la propuesta de acuerdo preventivo, el
deudor deberá acompañar al juzgado, hasta el día del vencimiento del período de exclusividad, el
texto de la propuesta con la conformidad acreditada por declaración escrita con firma certificada
por ante escribano público, autoridad judicial, o administrativa en el caso de entes públicos
nacionales, provinciales o municipales, de la mayoría absoluta de los acreedores dentro de todas y
cada una de las categorías, que representen las dos terceras partes del capital computable dentro
de cada categoría. Sólo resultarán válidas y computables las conformidades que lleven fecha
posterior a la última propuesta o su última modificación presentada por el deudor en el expediente.

Esta norma establece también que la mayoría de capital dentro de cada categoría se computa
teniendo en consideración lo que se denomina "capital computable" y que consiste en la suma total
de los siguientes créditos: a) Quirografarios verificados y declarados admisibles comprendidos en la
categoría; b) Privilegiados cuyos titulares hayan renunciado al privilegio y que se hayan incorporado
a esa categoría de quirografarios; c) El acreedor admitido como quirografario, por habérsele
rechazado el privilegio invocado, será excluido de integrar la categoría, a los efectos del cómputo,
si hubiese promovido incidente de revisión, en los términos del art. 37.

El deudor deberá acompañar, asimismo, como parte integrante de la propuesta, un régimen de


administración y de limitaciones a actos de disposición aplicable a la etapa de cumplimiento, y la
conformación de un comité de control que actuará como controlador del acuerdo, que sustituirá al
comité constituido por el art. 42, segundo párrafo. En la integración del comité, además de los
acreedores quirografarios y, en su caso, los de cada categoría, permanecerán en su cargo los
representantes de los trabajadores de la concursada. Este texto se añadió por la última reforma
citada, sancionada en 2011.

4.4. Período de exclusividad, propuesta, y audiencia informativa

La propuesta se convertirá en acuerdo si recibiese la aceptación de las mayorías expresadas en la


norma y sin que el juez pueda modificarla (salvo lo ya comentado respecto de las categorías).

Las exclusiones de voto (es decir, las inhabilitaciones o exclusiones del capital computable) son
taxativas y no pueden extenderse por analogía a otros casos no previstos.

El acuerdo obtenido con esas mayorías legales requiere ser homologado por el juez (art. 52) y
supone la novación de los créditos originales (art. 55), que quedan por ello extinguidos y son
reemplazados por las obligaciones concordatarias, produciéndose la novación (art. 56).

La audiencia indicada en la parte final del art. 45 fue concebida como una reunión —ante el Juez—
del empresario concursado, con el comité de acreedores y los acreedores mismos que deseen
concurrir para oír las noticias y analizar la marcha de las negociaciones enderezadas a obtener las
conformidades, y, por cierto, lograr el acuerdo que tiende a preservar la empresa y sus actividades.

Dicha audiencia fue, a su turno, caracterizada como potestativa, toda vez que si no se celebraba,
por alguna razón cualquiera, la consecuencia de tal omisión no era grave, desde que la propia ley
no previó sanción de ningún tipo , a partir de lo cual negamos que el Juez pueda imponer la
comparencia forzada.
La reforma de la ley 26.684 impuso la carga al síndico de citar a los empleados de la empresa, lo cual
apunta, con loable intención, a que los trabajadores (naturalmente los más afectados por la crisis y
los menos informados), tengan al menos la posibilidad de estar al tanto de la celebración del
encuentro.

4.5. Fracaso del acuerdo. Alternativas y supuestos especiales

Los arts. 46 y siguientes contemplan la hipótesis de que no se lograse el acuerdo entre el deudor y
sus acreedores (se sugiere su lectura previa para el entendimiento de esta parte). En tal caso
sobreviene necesariamente la quiebra, salvo el supuesto excepcional de que ocurra el que se ha
denominado "salvataje" por terceros.

Pasaremos a comentarlo luego de la trascripción de sus principales partes, que en esta oportunidad
efectuamos en atención a la novedad de las normas.

Supuestos especiales

Art. 48. (Texto según ley 25.589, art. 13). En el caso de sociedades de responsabilidad limitada,
sociedades por acciones, sociedades cooperativas, y aquellas sociedades en que el Estado nacional,
provincial o municipal sea parte, con exclusión de las personas reguladas por las leyes 20.091,
20.321, 24.241 y las excluidas por leyes especiales, vencido el período de exclusividad sin que el
deudor hubiera obtenido las conformidades previstas para el acuerdo preventivo, no se declarará
la quiebra, sino que:

1) (Texto según ley 26.684, art. 12) Apertura de un registro. Dentro de los dos (2) días el juez
dispondrá la apertura de un registro en el expediente para que dentro del plazo de cinco (5) días se
inscriban los acreedores, la cooperativa de trabajo conformada por trabajadores de la misma
empresa incluida la cooperativa en formación y otros terceros interesados en la adquisición de las
acciones o cuotas representativas del capital social de la concursada, a efectos de formular
propuesta de acuerdo preventivo. Al disponer la apertura del registro el juez determinará un
importe para afrontar el pago de los edictos.
Al inscribirse en el registro, dicho importe deberá ser depositado por los interesados en formular
propuestas de acuerdo.

2) Inexistencia de inscriptos. Si transcurrido el plazo previsto en el inciso anterior no hubiera ningún


inscripto el juez declarará la quiebra.

3) Valuación de las cuotas o acciones sociales. Si hubiera inscriptos en el registro previsto en el


primer inciso de este artículo, el juez designará el evaluador a que refiere el art. 262, quien deberá
aceptar el cargo ante el actuario. La valuación deberá presentarse en el expediente dentro de los
treinta (30) días siguientes.

La valuación establecerá el real valor de mercado, a cuyo efecto, y sin perjuicio de otros elementos
que se consideren apropiados, ponderará

[...]

4) Negociación y presentación de propuestas de acuerdo preventivo. Si dentro del plazo previsto en


el primer inciso se inscribieran interesados, éstos quedarán habilitados para presentar propuestas
de acuerdo a los acreedores, a cuyo efecto podrán mantener o modificar la clasificación del período
de exclusividad. El deudor recobra la posibilidad de procurar adhesiones a su anterior propuesta o
a las nuevas que formulase, en los mismos plazos y compitiendo sin ninguna preferencia con el resto
de los interesados oferentes.

[...]

5) Audiencia informativa. Cinco (5) días antes del vencimiento del plazo para presentar propuestas,
se llevará a cabo una audiencia informativa,

[...]

La audiencia informativa constituye la última oportunidad para exteriorizar la propuesta de acuerdo


a los acreedores, la que no podrá modificarse a partir de entonces.
6) Comunicación de la existencia de conformidades suficientes.

[...]

8) Quiebra. Cuando en esta etapa no se obtuviera acuerdo preventivo, por tercero o por el deudor,
o el acuerdo no fuese judicialmente homologado, el juez declarará la quiebra sin más trámite.

Se incorporó en el transcripto art. 48 un sistema de salvataje de la empresa en virtud del cual en el


caso de concursos preventivos de sociedades de capital (SRL o SA) o cooperativas, que tienen una
cierta entidad que permita excluirlas de la categoría de los pequeños concursos (arts. 288 y 289
LCQ), cuando no obtuvieren las conformidades en el período de exclusividad, se abre una segunda
ronda en la que pueden participar los terceros interesados —acreedores o no— para que pujando
entre ellos puedan adquirir la totalidad del paquete accionario o de las cuotas representativas del
capital, en una competencia en la que deben conseguir las conformidades de los acreedores de la
sociedad concursada a las propias propuestas.

Además, sólo en el caso de que la sociedad tuviese una valuación positiva, deberán pagar un precio
por las cuotas o acciones determinado judicialmente, o acordar con la mayoría de los accionistas o
socios que representen la mayoría de capital un precio menor por el valor residual de la
totalidad(56).

Según Graziabile(57), para establecer la aplicabilidad del art. 48 LCQ no basta con interpretar esa
norma sino que hay que considerar otras de la misma ley. En principio debe tratarse de un gran
concurso, o sea que no se aplica a los pequeños concursos (art. 289). Además juega solamente en
casos de "inobjetable importancia" (sic).

Los supuestos previstos expresamente por la LCQ son:

1. Cuando no se haga pública la propuesta en momento oportuno (art. 43, penúltimo párrafo);

2. Cuando no se hubieran logrado las conformidades con las mayorías necesarias para lograr el
acuerdo y éste no sea impuesto por el juez según el art. 52, inc. 2º) b (primer párrafo, segunda parte
del art. 48 y art. 46);
3. Cuando el juez estime procedente una impugnación contra el acuerdo, que impida su
homologación (art. 51, primer párrafo).

En cuanto a los sujetos, solo abarca a los comprendidos en el concurso preventivo y en los "grandes
concursos" los susceptibles de esta figura son las SA, las SRL, las comanditas por acciones,
cooperativas y las que el Estado sea parte (sociedades de economía mixta, de Estado, sociedades
anónimas con participación estatal mayoritaria). En todos los casos se trata de entes con estructura
empresarial, con socios de responsabilidades limitadas y con la posibilidad de transmisión de las
participaciones societarias.

Además la ley reglamenta un procedimiento específico, divisible en cuatro principales partes (véase
el art. 48 cit.):

(a) la inscripción en un registro de los interesados (acreedores de cualquier clase o terceros);

(b) la valuación de las partes de capital social de la empresa concursada;

(c) la negociación y el acuerdo con los acreedores; y

(d) la adquisición de las partes sociales.

4.6. El "salvataje" o cramdown cooperativo

La situación prevista por el anteriormente transcrito inc. 8º del art. 48de la LCQ conlleva la
frustración del concurso preventivo y coloca a la deudora al borde de la quiebra. Pero aparece
entonces otra alternativa.

La nueva normativa dispone lo siguiente:


Art. 48 bis. (Incorporado por ley 26.684,art. 13). En caso que, conforme el inc. 1º del artículo
anterior, se inscriba la cooperativa de trabajo incluida la cooperativa en formación, el juez ordenará
al síndico que practique liquidación de todos los créditos que corresponderían a los trabajadores
inscriptos por las indemnizaciones previstas en los arts. 232, 233 y 245 del Régimen de Contrato de
Trabajo aprobado por ley 20.744, los estatutos especiales, convenios colectivos o la que hayan
acordado las partes. Los créditos así calculados podrán hacerse valer para intervenir en el
procedimiento previsto en el artículo anterior.

Homologado el acuerdo correspondiente, se producirá la disolución del contrato de trabajo de los


trabajadores inscriptos y los créditos laborales se transferirán a favor de la cooperativa de trabajo
convirtiéndose en cuotas de capital social de la misma. El juez fijará el plazo para la inscripción
definitiva de la cooperativa bajo apercibimiento de no proceder a la homologación. La cooperativa
asumirá todas las obligaciones que surjan de las conformidades presentadas.

El Banco de la Nación Argentina y la Administración Federal de Ingresos Públicos, cuando fueren


acreedores de la concursada, deberán otorgar las respectivas conformidades a las cooperativas, y
las facilidades de refinanciación de deudas en las condiciones más favorables vigentes en sus
respectivas carteras.

Queda exceptuada la cooperativa de trabajadores de efectuar el depósito del veinticinco por ciento
(25%) del valor de la oferta prevista en el pto. i), inc. 7º del art. 48 y, por el plazo que determine la
autoridad de aplicación de la ley 20.337, del depósito del cinco por ciento (5%) del capital suscripto
previsto en el art. 90de la ley 20.337. En el trámite de constitución de la cooperativa la autoridad de
aplicación encargada de su inscripción acordará primera prioridad al trámite de la misma
debiéndose concluir dentro de los diez (10) días hábiles.

Por nuestra parte hemos dicho respecto del salvataje por terceros del art. 48 que la ley 26.684 tiene
el especial designio de propulsar fuertemente las cooperativas de trabajadores como reemplazantes
del empresario cesante, incapaz de obtener acuerdos que impidan su quiebra.

Se trata de ciertas franquicias, cuyas novedades aparecen en el modificado inc. 1º del art. 48 y el
introducido art. 48 bis, que mencionamos a continuación.

(a) Aptitud de las cooperativas para inscribirse como "cramdistas". Aquél transcrito inc. 1º autoriza
de modo expreso a la cooperativa "...de trabajo conformada por trabajadores de la misma empresa
—incluida la cooperativa en formación—..." para que se inscriba como aspirante a competir con la
propia sociedad en crisis (a punto de quebrar) y con otros interesados (incluidos sus acreedores)
para quedarse con el cien por cien de las acciones o de las cuotas sociales (según se trate la forma
societaria de la empresa en crisis de una sociedad anónima o de una sociedad de responsabilidad
limitada).

Es esta una de las reformas que cabe adjetivar como innecesaria: la doctrina ya venía señalando que
no era menester un texto expreso para habilitar a las cooperativas para competir en el sistema del
art. 48 y, de tal modo, procurar el salvataje previsto en la ley Antiguos y señeros precedentes
judiciales se habían expresado en tal sentido, incluso con el beneplácito de los autores.

Quizás la novedad que alguna utilidad aporte es la de aceptar como apta a la cooperativa "en
formación".

(b) Otra cuestión hace a la utilización de las indemnizaciones debidas a los trabajadores en el
"procedimiento" del art. 48: el texto introducido permite "...hacer valer..." las eventuales
indemnizaciones por "falta de preaviso" (arts. 232y 233 de la LCT, 20.744) y por el conjeturable
despido (art. 245 de la ley citada), en el sistema del salvataje por terceros regulado como "supuestos
especiales" en el citado art. 48LCQ.

El planteo es muy llamativo y coincidimos con las anteriores observaciones de Raspall: el despido
no se ha producido, pero es más que probable que acaezca por el hecho de la quiebra cercana (este
art. 48 es operativo cuando, en efecto, el deudor fracasó en la obtención de conformidades de sus
acreedores para con su propuesta de acuerdo preventivo).

(c) En cuanto a la cesión de créditos laborales a la cooperativa cabe cierta sorpresa por la extraña
mutación legal. Si los trabajadores, si optan por la indemnización que les liquidará el síndico, la
estarán necesariamente aportando (cediendo) a la cooperativa naciente, de la cual será capital (o
cuotas de su capital como reza el texto novedoso). Es decir que perderán esa indemnización si la
cooperativa resulta adjudicataria de las acciones o cuotas sociales del ente concursado (el nuevo
art. 48 bis alude a la homologación por el juez, cabe suponer porque el texto no es muy claro
respecto de la adjudicación a la cooperativa si ella triunfa en el "procedimiento"). Al hilo de lo
anterior, y para guardar coherencia, cabrá concluir que la acreencia podrá ser reclamada por la
cooperativa, pero no ya por el trabajador que la cedió.

En verdad debe decirse que se visualiza una solución exótica, a la vez que riesgosa para los intereses
del trabajador que puede perder una indemnización.

(d) Sobre las directivas al PEN y a entes descentralizados de contralor, ya se ha dicho que la reforma
analizada lleva como norte la incentivación de las cooperativas de trabajadores y la facilitación de
su actuación para salvar la empresa en situación agónica, los empleos que brinda y la continuidad
de la actividad que se estima útil a la comunidad en la que se desenvuelve.

5. Alternativas ulteriores del acuerdo

5.1. Auto declarativo del resultado favorable del acuerdo

El art. 49 (texto según ley 25.589,art. 2º) dispone que dentro de los tres días de presentadas las
conformidades correspondientes, el juez dictará resolución haciendo saber la existencia de acuerdo
preventivo. Y que esta norma implica el dictado de una resolución interlocutoria y meramente
declarativa en la que el juez debe evaluar la existencia de las condiciones necesarias para tener por
aprobada la propuesta del deudor.

5.2. Impugnación y resolución

La ley pone una vía de control a disposición de los acreedores para que denuncien eventuales vicios
formales o sustanciales de las mayorías obtenidas por el deudor para lograr el acuerdo. Está prevista
al efecto de poder revertir el antes comentado auto declarativo del art. 49 y las causales son
taxativas.

Están legitimados para deducir esta impugnación: 1) todos los acreedores comunes con derecho a
voto y que hubieran descubierto alguna de las causales enumeradas con posterioridad a haber
expresado su aquiescencia al acuerdo; 2) los que hubieran requerido verificación de sus créditos en
forma tardía; 3) los denominados "revisionistas", esto es, quienes hubieran recibido una declaración
de inadmisibilidad de sus créditos e interpusieron oportunamente la revisión del art. 37LCQ; 4) los
acreedores privilegiados del art. 47, o que hubieran renunciado a sus preferencias presentando sus
conformidades como quirografarios.

No están legitimados: 1) los acreedores privilegiados que no se encuentren en las situaciones


precedentes; 2) los excluidos para expresar su aceptación; 3) el deudor que formuló la propuesta;
4) el síndico del concurso.

5.3. Homologación, ejecución y efectos

5.3.1. Facultades del juez

La norma legal hoy vigente (nos referimos al art. 52LCQ) fijó pautas precisas y concluyentes que
constriñen la discrecionalidad judicial.

Así pues está indiscutiblemente presente en el último inciso de la citada norma, que abarca el mérito
del contenido económico intrínseco de la propuesta, por lo que los magistrados pueden juzgar si
existe o no fraude o situaciones de abuso para los acreedores, o algunos de ellos, y en tal caso
denegar la homologación(59).

Es decir que su potestad es menor, pero debe aplicarse ante situaciones antijurídicas.

5.3.2. Naturaleza jurídica del acuerdo preventivo y de la resolución que lo homologa


A esta altura conviene aclarar que el acuerdo preventivo tiene una raíz procesal y a la vez constituye
en el fondo una convención entre el deudor y sus acreedores que han aceptado su propuesta.

La homologación del acuerdo celebrado con mayorías que el legislador ha establecido es


imprescindible. El juez debe pronunciarse para que ese acuerdo tenga oponibilidad respecto de los
acreedores ausentes, tardíos, disidentes, etcétera, o sea cómo y por qué los obliga también a ellos,
aparte de los que lo firmaron.

Por esto es que resulta importante determinar qué facultades tienen los jueces para homologar o
no un acuerdo preventivo.

La respuesta doctrinal más sencilla, simple y directa que compartimos sostiene que tal
obligatoriedad nace de la ley.

5.3.3. Efecto novatorio

Respecto de la novación ya hemos explicado que implica la extinción y contemporánea


transformación de los créditos originarios —de causa o título anterior a la presentación concursal
del deudor— en las prestaciones que emergen del acuerdo homologado.

Pero debe tenerse presente que esto no alcanza a extinguir las obligaciones del fiador ni de los
codeudores solidarios, que —como lo marca la LCQ en el art. 55— subsisten como tales.-

La aplicación generalizada del acuerdo homologado a todos los acreedores no es sino una
consecuencia más del principio de universalidad, que en su faz subjetiva abarca a la colectividad de
los acreedores, como ya lo hemos visto al comienzo de este capítulo.
5.4. Conclusión del concurso

El art. 59de la LCQ ha acortado la duración del concurso preventivo en relación con el régimen
anterior, que lo extendía hasta el cumplimiento del acuerdo. En cambio el texto actual determina
una más pronta conclusión, circunscripta al proceso en sí del concurso, una vez homologados el
acuerdo y ejecutadas las medidas para su cumplimiento, pero no por ello se prevé una flexibilización
de los controles y límites a los que se somete al deudor hasta que cumpla su propuesta.

5.5. Nulidad del acuerdo y su incumplimiento

Para ir finalizando con las que denominamos "alternativas ulteriores" del acuerdo, también
trataremos —sintéticamente— las dos mencionadas en el título.

La nulidad conforma una acción por dolo análoga a la del art. 931del Código Civil derogado, que se
dirige a obtener la anulación de un acto de nulidad relativa, aunque modificada en los aspectos que
surgen de la normativa transcripta.

Se requiere siempre la mala fe o el dolo del deudor, por lo que si éste es ajeno a los hechos
denunciados (por ejemplo, por haber sido ellos obra de un tercero), no es admisible una nulidad
que lo perjudique al extremo de llevarlo a la quiebra.

En cuanto al incumplimiento, puede ocurrir por varias causas: 1) el deudor no efectuó los pagos
acordados, total o parcialmente; 2) decayeron las garantías del acuerdo; 3) él mismo deudor
manifestó su imposibilidad de cumplir el acuerdo.

En tales casos procederá la quiebra, pero a petición de los legitimados por la norma y no de oficio,
salvo en el tercer supuesto recién mencionado, mientras que en el segundo deberán citarse
previamente a los garantes.
Ante ese incumplimiento es aplicable la mora automática y se generan intereses a cargo del deudor.

5.6. Concurso preventivo en caso de agrupamiento

En este supuesto es necesario que los diversos integrantes del grupo de que se trate tengan una
estructura jurídica diferenciada: sociedad, u otro tipo de persona moral o persona física. De no
existir tal diferenciación jurídica nos hallaríamos ante una persona que simplemente divide sus
actividades económicas en diversos departamentos, factorías etc. manteniendo la unidad del
patrimonio.

En cuanto a la existencia de al menos dos personas físicas o jurídicas que conforman un grupo
económico, con personalidad diferenciada y con caracteres de permanencia, es también necesario
que la solicitud sea formalizada con intervención de todos los componentes, pues si el trámite es
promovido sólo por alguno o algunos de ellos, el juez lo podrá rechazar (art. 65 párr. 1º).

Se ha entendido que el conjunto económico permanente aludido por el art. 65 comprendería todas
las situaciones de "control, tanto interno como externo, de derecho y de hecho, contractual y
extracontractual. Incluye a la persona física controlante y excluye a los agrupamientos
independientes definidos por la falta de control (carteles, agrupaciones de colaboración, uniones
transitorias de empresas)"(61). Al respecto reiteramos nuestra postura, puntualizando que a los
agrupamientos a los que se refiere la ley concursal no implican "necesariamente" una situación de
control, sino una imbricación económica que supone facilitar o tornar inevitable una traslación de
la insolvencia o de sus efectos de una a otra empresa, esto no empece ante la falta de dirección
unificada, ni se asimila a ella o debe tener ocurrencia en ese caso, al menos como elemento
distintivo y tipificante. Entendemos que acotar la norma bajo examen a las situaciones de control o
dirección unificada es limitar su actuación más allá de la letra y el espíritu del legislador.

El grupo debe estar exteriorizado, debe haber un conocimiento general por parte de los terceros
sobre su existencia. Virtualmente ha de existir un sometimiento a una "dirección unificada",
elemento de cohesión del grupo, que lo distingue de otras agrupaciones e implica el poder de
determinar la orientación económica del conjunto de sujetos en función de los objetivos generales
fijados por el "controlante".
En cuanto a la cesación de pagos, lo expuesto en el art. 66 significa que en tal caso es factible el
concursamiento de la persona integrante del grupo aún sin estar en cesación de pagos, lo que
constituye una excepción al art. 1º de la LCQ que en general requiere ese estado.

El juez tiene potestad para considerar la vinculación entre los integrantes del grupo y debe hacerlo
con amplitud, pues en tan temprano estadio, son los miembros de dicho grupo lo que mejor
conocen las alternativas de la crisis que los afectan, y si ellos estiman que por este medio conjunto
podrán ver facilitada la tarea de recuperación, no se advierte —en sentido abstracto— la facultad
de impedirla(63).

6. Quiebra. Directa e indirecta. Posibilidad de conversión en concurso preventivo. Recursos y


levantamiento sin trámite

6.1. Quiebra. Directa e indirecta

La quiebra es el proceso concursal organizado por la ley a fin de responder al estado de cesación de
pagos de alguno de los sujetos deudores a los que ya nos hemos referido al comienzo de este
capítulo, a cuyo fin se liquidan sus activos para sufragar sus pasivos, previa comprobación de la
genuinidad de éstos por las vías y de los modos ya examinados (verificación de créditos).

Es directa la quiebra cuando se declara a pedido de acreedor o del mismo deudor (arts. 80 y 82 y ss.
LCQ).

Es indirecta cuando sobreviene durante el concurso preventivo, en los casos previstos por la ley, o
cuando excepcionalmente el juez debe declararla de oficio, incluso mediando petición de parte pero
sin sustanciación (como por ejemplo en el caso del art. 54LCQ: por falta de pago de honorarios a
cargo del deudor).
Peticionar la quiebra de un deudor es un derecho concedido al acreedor, del que hace uso en su
propio nombre y no en el de la masa de acreedores, que aún no existe como tal.

6.1.1. Legitimación activa

El art. 80de la ley 24.522 autoriza a pedir la quiebra "a todo acreedor cuyo crédito sea exigible"
(haciendo salvedades respecto de los créditos con privilegio especial y los laborales).

La calidad de acreedor legítimo es un presupuesto esencial de la sustanciación del pedido de quiebra


y sólo tal acreedor tiene legitimación para abrir la instancia.

6.1.2. Acreedores excluidos

El legislador ha dejado fuera de la legitimación para interponer el pedido de quiebra a ciertos


acreedores, el cónyuge, los ascendientes o descendientes del deudor, y los cesionarios de sus
créditos debido a sus relaciones con el deudor. La doctrina atribuye, desde antiguo, razones de
orden ético a estas exclusiones.

En lo que atañe a las sociedades, estimamos que los vínculos tendrán relevancia en aquellos tipos
societarios en los que la quiebra de la sociedad importa la de los socios o familiares del solicitante.
En contra de esta opinión se pronuncia Cámara quien entiende que los socios ilimitadamente
responsables son co-fiadores de la sociedad(65), y por lo tanto no es a ellos a los que se dirige directa
o indirectamente el pedido; sin perjuicio de las consideraciones de orden teórico, entendemos que
los efectos prácticos —es decir, la quiebra que sobrevendrá irremediablemente sobre los socios—
hace aplicable la exclusión a la especie.
6.1.3. Legitimación pasiva

El carácter de deudor —sujeto pasivo de la petición de quiebra— será juzgado no sólo respecto de
la relación crediticia sino de la aptitud del sujeto para ser sometido a este proceso. Es decir a ser
uno de los comprendidos por el art. 2º de la LCQ, a cuyo análisis remitimos.

6.1.4. Citación al deudor

Solamente cuando, luego de una etapa instructoria se hubieran acreditado los extremos de
viabilidad, se cita al deudor para que diga e invoque cuanto estime conveniente a su derecho.

O sea, para que ejercite su derecho de defensa. Al respecto apuntamos que de acuerdo con lo
previsto en la LGS (19.550), el domicilio designado por la sociedad en su acto constitutivo como
domicilio social e inscripto en el Registro Público es hábil para practicar allí la citación.

Finalmente téngase presente que el despacho del emplazamiento al deudor cuya quiebra ha sido
solicitada por su acreedor (art. 84LCQ), supone sólo que el juez tiene por acreditados prima facie
los extremos de la petición. En modo alguno se sigue del citado emplazamiento que hubiera
precluido para el juez la posibilidad de volver sobre la efectiva acreditación de tales extremos,
después de producidos el descargo y las probanzas del deudor

6.1.5. Medidas precautorias


Mientras tramita el pedido de quiebra formulado por un acreedor, resulta procedente producir
diligencias tendientes a conocer el activo del accionado y eventualmente trabar medidas cautelares
(un embargo, por ejemplo) sobre los bienes que se descubran para asegurar que no se disipen
indebidamente.

6.1.6. Inexistencia de procedimiento contradictorio previo

El juicio de quiebra tiene carácter universal y es especial la naturaleza del procedimiento, dado que
éste debe contemplar a la vez intereses privados y públicos. La perturbación que la quiebra ocasiona
rebasa los intereses particulares del deudor y acreedor y repercute de modo sensible en la economía
general cuya tutela incumbe al Estado. De ahí que en este juicio los trámites deban ser rápidos.

Sería peligroso para el interés general adoptar un procedimiento contradictorio previo de


antequiebra.

El pedido de propia quiebra implica el reconocimiento del estado de insolvencia, aunque el deudor
lo exprese en términos ambiguos. En consecuencia estimamos que es suficiente la mera solicitud,
sin otro aditamento. La misma presentación del deudor peticionando su propia quiebra implica
confesión judicial del estado de cesación de pagos.

6.1.7. Quiebra indirecta. Casos

Para una mayor practicidad y procurando una rápida comprensión directa del tema, trascribimos
aquí las normas consecutivamente aplicables y las trataremos una tras otra.

Art. 77. Casos. La quiebra debe ser declarada:


1) En los casos previstos por los arts. 46; 47; 48, incs. 2º y 5º; 51; 54; 61 y 63.

6.1.7.1. Rechazo de la propuesta concordataria

Art. 46. No obtención de la conformidad. Si el deudor no presentara en el expediente, en el plazo


previsto, las conformidades de los acreedores quirografarios bajo el régimen de categorías y
mayorías previstos en el artículo anterior, será declarado en quiebra, con excepción de lo previsto
en el art. 48 para determinados sujetos.

El art. 46de la LCQ establece un principio general, tradicional en la materia: debe declararse la
quiebra al deudor concursado que en plazo concedido por la ley para obtener el acuerdo de sus
acreedores no logra la conformidad de éstos en el modo exigible.

Es decir que el deudor debe acreditar la conformidad de los acreedores. Si no lo hace en tiempo y
forma deviene la quiebra con la salvedad del art. 48, si fuera aplicable el caso.

6.1.7.2. Fracaso del acuerdo para créditos privilegiados

Art. 47. Acuerdo para acreedores privilegiados. Si el deudor hubiere formulado propuesta para
acreedores privilegiados o para alguna categoría de éstos y no hubiere obtenido, antes del
vencimiento del período de exclusividad; la conformidad de la mayoría absoluta de acreedores y las
dos terceras partes del capital computable y la unanimidad de los acreedores privilegiados con
privilegio especial a los que alcance la propuesta, sólo será declarado en quiebra si hubiese
manifestado en el expediente, en algún momento, que condicionaba la propuesta a acreedores
quirografarios a la aprobación de las propuestas formuladas a acreedores privilegiados.
El deudor puede realizar propuestas para los créditos privilegiados. Si las hubiere formulado debe
obtener la misma mayoría establecida para los quirografarios, exceptuando el caso de unanimidad
de los créditos con privilegio especial a los que también alcance la propuesta.

La diferencia con los créditos privilegiados es que la negativa de estos casos sólo produce la quiebra
si el deudor hubiera manifestado en el expediente, en algún momento, que condicionaba la/s
propuesta/s realizada/s para los créditos quirografarios a la aprobación de la formulada para los
créditos privilegiados, salvo la posibilidad de que la quiebra no se decrete si procede aplicar el art.
48, donde terceros, diversos del deudor pueden intentar el acuerdo y adquirir el capital de la
sociedad titular de la empresa(66).

6.1.7.3. Fracaso del procedimiento de salvataje por terceros

Art. 48. Supuestos especiales.

[...]

2) Si transcurrido el plazo previsto en el inciso anterior, no hubiera ningún inscripto, el juez declarará
la quiebra.

[...]

5) Vencido el plazo previsto en el inc. 3), sin que alguno de los interesados haya podido obtener las
conformidades correspondientes y hubiere efectuado el depósito previsto en el inciso anterior, el
juez declarará la quiebra.

En la misma resolución se abre el registro, y de no haber interesados se decretará la quiebra (inc.


2º). En caso contrario, los interesados, al inscribirse, conocerán el valor patrimonial que se ha fijado
para la empresa, de donde podrán evaluar el sacrificio que deben obtener de los acreedores en
orden a que sus 'números puedan cerrar' y cuál es la contingencia que aumente respecto del pasivo
por los incidentes de revisión promovidos, si existe interés en ofrecer propuestas de acuerdo a los
acreedores con el propósito de acceder a la adquisición de las acciones o cuotas representativas del
capital de la sociedad deudora(67).

La norma es clara y nos exime de mayores comentarios: en caso negativo se decretará la quiebra
(art. 48 inc. 5º).

6.1.7.4. Impugnación de los acuerdos. Causales y legitimación

Art. 50. Impugnación. Los acreedores con derecho a voto, y quienes hubieren deducido incidente,
por no haberse presentado en término, o por no haber sido admitidos sus créditos quirografarios,
pueden impugnar el acuerdo, dentro del plazo de cinco días siguientes a que quede notificada por
ministerio de la ley la resolución del art. 49.

Causales. La Impugnación solamente puede fundarse en:

Error en el cómputo de la mayoría necesaria.

Falta de representación de acreedores que concurran a formar mayoría en las categorías.

Exageración fraudulenta del pasivo.

Ocultación o exageración fraudulenta del activo.

Inobservancia de formas esenciales para la celebración del acuerdo. Esta causal sólo puede
invocarse por parte de acreedores que no hubieren presentado conformidad a las propuestas del
deudor, de los acreedores o de terceros.

Art. 51. Resolución. Tramitada la impugnación, si el juez la estima procedente en la resolución que
dicte debe declarar la quiebra. Si se tratara de sociedad de responsabilidad limitada, sociedades por
acciones y aquellas en que tenga participación el Estado Nacional, Provincial o Municipal, se aplicará
el procedimiento previsto en el art. 48, salvo que la impugnación se hubiere deducido contra una
propuesta hecha por aplicación de este procedimiento.

Si la juzga improcedente, debe proceder a la homologación del acuerdo.

Ambas decisiones son apelables, al solo efecto devolutivo; en el primer caso, por el concursado y en
el segundo por el acreedor impugnante

Antes de que el juez proceda a la homologación de los acuerdos alcanzados por el deudor con los
acreedores, éstos pueden ser impugnados en virtud de alguna de las causales taxativamente dadas
por la ley.

Esta impugnación, coincide autorizada doctrina(68), tiende a obstaculizar la homologación del


acuerdo logrado. Porque se ha incurrido en vicios o no se han satisfecho los presupuestos legales.

Consideramos que la facultad de impugnar se funda en la existencia de causales de nulidad. Salvo


en lo que atañe al cumplimiento de los requisitos formales para la celebración del acuerdo, las
demás circunstancias, afectan en mayor o menor grado la voluntad de quienes votaron la propuesta,
distorsionando la sinceridad del acto, y como consecuencia mediata, perjudicando también los
intereses de la minoría disidente, y aun los de los acreedores ausentes en la votación.

Las eventuales maniobras que con el sistema de impugnaciones previsto en esta norma se quiere
conjurar deben estar destinadas a inducir a los acreedores a votar favorablemente el acuerdo o,
inversamente, si se trata de ocultaciones, a evitar que los acreedores codicien la liquidación de los
activos como mejor expectativa de cobro.

El plazo para incoar esta acción es de cinco días hábiles, que se computan a partir de que tomó nota
el auto del art. 49. Si prospera la impugnación, el juez debe declarar la quiebra (art. 51), a menos
que el sujeto concursado sea alguno de los que puede someterse al régimen del art. 48.
6.1.7.5. Falta de pago de los honorarios

Art. 54. Honorarios. Los honorarios a cargo del deudor son exigibles a los noventa días contados a
partir de la homologación, o simultáneamente con el pago de la primera cuota a alguna de las
categorías de acreedores que venciere antes de ese plazo.

La falta de pago habilita a solicitar la declaración en quiebra.

Al homologar el acuerdo preventivo, el juez regula los honorarios de los funcionarios del concurso
y los letrados del concursado, conforme a los arts. 265 inc. 1º y 266 de LCQ. Tal resolución es siempre
apelable (art. 272).

Existe la posibilidad de que hayan transcurrido los noventa días y los emolumentos no se
encontraren firmes, o que la primera cuota del acuerdo venciere estando pendiente el recurso en
la alzada aún antes del plazo previsto en la ley; en estos casos se tornaría inaplicable la norma a los
fines de declaración de la quiebra. Además, téngase en cuenta que la falta de pago no produce ipso
jure la declaración de falencia, que deberá ser peticionada por el titular de la regulación, quien bien
podría aceptar una espera o refinanciación. Pero de lo contrario sobrevendrá sin más la quiebra.

La ley ha abreviado el plazo a noventa días corridos(70).

6.1.7.6. Nulidad de los acuerdos homologados

Art. 60. Sujetos y término. El acuerdo homologado puede ser declarado nulo, a pedido de cualquier
acreedor comprendido en él, dentro del plazo de caducidad de seis meses, contados a partir del
auto que dispone la homologación del acuerdo.

Causal. La nulidad sólo puede fundarse con el dolo empleado para exagerar el pasivo, reconocer o
aparentar privilegios inexistentes o constituidos ilícitamente, y ocultar o exagerar el activo,
descubiertos después de vencido el plazo del art. 50.
Art. 61. Sentencia: quiebra. La sentencia que decrete la nulidad del acuerdo debe contener la
declaración de quiebra del deudor y las medidas del art. 177. Es apelable, sin perjuicio del inmediato
cumplimiento de las medidas de los arts. 177 a 199.

La nulidad del acuerdo determina la declaración de quiebra en la propia resolución que acoja la
nulidad. Esta decisión judicial importa trastocar una situación jurídica fundada en la homologación
del acuerdo, en otra configurada por la declaración de la quiebra y sus consiguientes efectos.

Se reiteran algunas de las causales que sustentan la impugnación a los acuerdos votados, prevista
en el art. 50 —dolo empleado para exagerar el pasivo, ocultar o exagerar el activo—, que fueran
descubiertas después de vencido el plazo para impugnar (cinco días después de la resolución judicial
del art. 49) y dentro del año contado a partir de la homologación.

La nulidad puede fundarse asimismo en las acciones de "reconocer o aparentar privilegios


inexistentes o constituidos ilícitamente". Celebrar un acuerdo en tales circunstancias importa gravar
la situación de los acreedores quirografarios, porque la decisión tendrá influencia en el remanente
del activo no afectado a los supuestos privilegios, tales privilegios caerán —durante la quiebra
sobreviniente— por ineficacia o por acción de nulidad. Aquí lo que se pretende es la invalidez del
acuerdo que emergió de una situación patrimonial dolosamente ficticia, más allá de su condición de
fraudulenta.

Están legitimados los titulares de créditos quirografarios verificados, aún los que lo fueron
tardíamente, y aquellos cuyos créditos se declararon admisibles, y mantuvieron la admisibilidad.
También están legitimados los acreedores de créditos privilegiados que renunciaron total o
parcialmente a su privilegio para poder votar un acuerdo para quirografarios. Asimismo lo estarán
los acreedores privilegiados a quienes se les formuló una propuesta concordataria o que les resulte
aplicable.

Como regla, el efecto novatorio del concurso es irreversible. Sólo en el caso de nulidad del acuerdo
preventivo puede llegar a revertirse el efecto novatorio, pues en aquélla el acreedor anterior a la
presentación en concurso preventivo "recupera los derechos que tenía antes del concurso" (art. 62
inc. 2º LCQ). Entonces, salvo que hubiese "recibido el pago total de lo estipulado en el acuerdo" (en
cuyo caso queda excluido de la quiebra": art. 62, inc. 2º in fine LCQ), readquiere el derecho a
concurrir en la quiebra indirecta, por toda la acreencia originaria o por la parte de ella que fuera
proporcional a la parte no cumplida de la prestación prometida en el concordato anulado (arts. 62y
202LCQ).
6.1.7.7. Incumplimiento de los acuerdos homologados

Art. 63. Pedido y trámite. Cuando el deudor no cumpla el acuerdo total o parcialmente, incluso en
cuanto a las garantías, el juez debe declarar la quiebra a instancia del acreedor interesado, o de los
controladores del acuerdo. Debe darse vista al deudor y a los controladores del acuerdo. La quiebra
debe declararse también, sin necesidad de petición, cuando el deudor manifieste en el juicio su
imposibilidad de cumplir el acuerdo en lo futuro.

La resolución es apelable; pero el recurso no suspende el cumplimiento de las medidas impuestas


por los arts. 177 a 199.

Vencidos los plazos, si el deudor no cumple total o parcialmente, las obligaciones asumidas, o no se
otorgan puntualmente las garantías convenidas para el cumplimiento del acuerdo, la ley autoriza a
los interesados a dar conocimiento al tribunal.

En cuanto a quién puede invocar el incumplimiento, la ley se refiere al "acreedor interesado" que
es el acreedor incluido en el acuerdo, al que no se le cumple total o parcialmente la prestación
"concordataria", y a los controladores del cumplimiento, síndico o comité de acreedores, en su caso.

6.2. Conversión de la quiebra en concurso preventivo

6.2.1. Sentido y efectos de la conversión


La llamada conversión de la quiebra en concurso preventivo es una importante novedad introducida
en 1995 por la LCQ, inspirada en la valoración negativa que tiene la quiebra(75). Sin embargo el
legislador le niega la conversión al deudor en casos en que ha fracasado un proceso concursal previo
tendiente a superar la cesación de pagos. Sería irrazonable que fracasado un concurso preventivo,
la empresa cesante acceda a un nuevo concurso preventivoEn cuanto a sus efectos, con la
conversión queda pospuesta una quiebra ya declarada y la consecuente fase liquidatoria en ella. Al
admitirse la conversión, el juez deja sin efecto la sentencia de quiebra, y al hacerlo está efectuando
un pronunciamiento definitivo: aquella sentencia (de quiebra) privada de efectos no los recuperará
en caso de "desistimiento" ulterior.

6.2.2. La conversión en caso de quiebra solicitada por el propio deudor

Una cuestión que no ha sido tratada por el art. 90de la ley 24.522 es la admisibilidad de conversión
de la quiebra en concurso preventivo cuando aquélla fuera pedida por el propio deudor.

El tema fue zanjado en el ámbito de los tribunales nacionales con un fallo plenario que siguió
criterios de amplitud señalados, por ejemplo, por el profesor Chomer.

6.3. Recursos

6.3.1. Reposición

Declarada la quiebra sólo se encuentran habilitados para interponer la reposición o revocatoria (art.
94LCQ) contra la sentencia, el deudor y los socios con responsabilidad ilimitada cuando la quiebra
hubiera sido pedida por acreedor; y por aquellos socios —sin su conformidad— cuando fuera
solicitada por la propia sociedad.

6.3.2. Levantamiento sin trámite (art. 96LCQ)

Según alguna doctrina se trata de una modalidad del mismo recurso de reposición.

La ley autoriza el levantamiento de la quiebra sin trámite cuando el deudor deposita en pago o a
embargo el importe de los créditos con cuyo incumplimiento se tuvo por probada la cesación de
pagos.

También deben depositarse en calidad de pago o embargo los restantes créditos invocados en
pedidos de quiebra en trámite a la fecha de la declaración, con sus accesorios, salvo que respecto
de ellos surja prima facie, la ilegitimidad del reclamo y sin perjuicio de los derechos del acreedor
cuyo crédito no fue impedimento para revocar la quiebra. Los pedidos en trámite deben ser
anteriores a la fecha de declaración.

6.3.3. Efectos del recurso

Surge del art. 97LCQ que el recurso no tiene efectos suspensivos. Por ende, subsisten el
desapoderamiento del fallido y la pérdida consiguiente de la representación contractual y judicial
de su patrimonio, situación que subsiste hasta que el juez levanta la quiebra.

El proceso de quiebra continúa su marcha normal y se deben adoptar todas las medidas tendientes
a llevarlo adelante salvo la disposición de los bienes del fallido, que puedan perjudicar su
patrimonio, excepto cuando se tratare de bienes perecederos, de los que estén expuestos a una
grave disminución del precio y de los que sean de conservación dispendiosa.
La revocación del auto de quiebra determina que queden sin efecto todas las medidas tendientes a
hacer efectivos los principios de igualdad de los acreedores y la integridad del patrimonio; aquéllos
recuperan en su plenitud todos los derechos que gozaban antes de la quiebra y el deudor readquiere
la libertad para disponer de su patrimonio.

6.3.4. Acción de daños y perjuicios contra el peticionario.

Respecto del art. 99LCQ que consagra la responsabilidad por dolo o culpa grave del peticionario de
la quiebra, se ha considerado que no hay motivo serio que aconseje apartarse de las reglas generales
establecidas en la ley civil. Esto es correcto en atención a que el tema no es propio del derecho
concursal. El artículo citado no fija una responsabilidad de tipo objetivo, ni autoriza a presumir el
daño, ni el dolo, o la culpa grave, por la sola revocación de la sentencia.

La pretensión resarcitoria deber ser planteada en forma autónoma al juicio de oposición de la


sentencia de falencia.

La acción indemnizatoria comprenderá, conforme a principios comunes, el lucro cesante y el daño


emergente, material y moral.

7. Efectos de la quiebra: personales, patrimoniales, sobre las relaciones preexistentes y otras en


particular. Desapoderamiento. Incautación del activo y conservación de los bienes. Período
informativo. Privilegios. Período de sospecha y actos ineficaces. Derogación de la calificación de
conducta. Funcionarios y reglas procesales
7.1. Efectos personales de la quiebra

7.1.1. Cooperación del fallido

La colaboración que la ley impone al deudor de manera imperativa está circunscrita exclusivamente
al esclarecimiento de su situación patrimonial y a la determinación del pasivo. Ello significa que el
juez y el síndico carecen de facultades para exigirle alguna información sobre otros temas. La ley
impone la obligación que comentamos al deudor, a sus representantes y a los administradores de
la sociedad en su caso.

Quienes desempeñaron esos cargos desde que comenzó la cesación de pagos están obligados a
suministrar tal información, a pesar de que se hubieren retirado antes de la sentencia de quiebra.

7.1.2. Autorización para viajar al exterior

La LCQ establece en su art. 103 que hasta la presentación del informe general, el fallido y sus
administradores no pueden ausentarse del país sin autorización judicial concedida en cada caso, la
que deberá ser otorgada cuando su presencia no sea requerida a los efectos del art. 102 (la
cooperación antes referida), o en casos de necesidad y urgencia evidentes. Esa autorización no
impide la prosecución del juicio y subsisten los efectos del domicilio procesal. La norma agrega que
el juez puede extender la interdicción de salida del país respecto de personas determinadas, por un
plazo que no puede exceder de seis (6) meses contados a partir de la fecha fijada para la
presentación del informe.
7.1.3. Desempeño de empleo, profesión y oficio

Según el art. 104 el fallido conserva la facultad de desempeñar tareas artesanales, profesionales o
en relación de dependencia, sin perjuicio su desapoderamiento conforme con lo dispuesto por los
arts. 107 y 108, inc. 2º.

Respecto de las tareas "profesionales', el texto legal las permite, en tanto se trate de la misma
profesión ejercida por el deudor.

7.1.4. Muerte o incapacidad del fallido

Dispone la LCQ en su art. 105que la muerte del fallido no afecta el trámite ni los efectos del
concurso. Los herederos sustituyen al causante, debiendo unificar personería. Aclara la norma que
en el juicio sucesorio no se realiza trámite alguno sobre los bienes objeto de desapoderamiento y
se decide sobre la persona que represente a los herederos en la quiebra, con lo cual la ley se anticipa
a la solución de eventuales discusiones de competencia material en dos procesos universales
susceptibles de ser contemporáneos.

7.2. Desapoderamiento

Es un efecto propio y único de la quiebra, uno de los más importantes que ella produce.

El fallido queda desapoderado de pleno derecho de sus bienes existentes a la fecha de la declaración
de la quiebra y de los que adquiriera hasta su rehabilitación. El desapoderamiento impide que
ejercite los derechos de disposición y administración (LCQart. 107).
7.2.3. Sentido del desapoderamiento. Herencias o legados

El desapoderamiento no es otra cosa que la indisponibilidad por parte del deudor de los bienes
afectados al concurso y la insensibilidad de los mismos a las ejecuciones individuales de los
acreedores y a la responsabilidad por obligaciones posteriores a la quiebra. Se trata de restricciones
impuestas por la ley con carácter objetivo, es decir, contemplando a los bienes con relación al
procedimiento de ejecución universal y sus exigencias, y no subjetivamente como una incapacidad
del deudor. El instituto opera y tiene lugar ipso iure, desde la fecha del auto de declaración de
quiebra.

7.2.4. Incautación del activo y conservación de los bienes (LCQ arts. 177 y ss.)

7.2.4.1. Incautación y desapoderamiento

Desapoderar significa, en el caso de la quiebra, privar al comerciante del poder, del señorío, que
ejerce sobre la empresa ya que se ha manifestado impotente para evitar, y mucho menos para
dominar la situación económica de la insolvencia en la cual ha caído la negociación de la cual es
titular. Para nosotros el desapoderamiento es un fenómeno jurídico, una desposesión que se
materializa con los actos de incautación, y no puede ser explicado mediante el secuestro judicial ya
que los fines de este último son puramente privados, es decir para asegurar el cumplimiento de las
obligaciones(80).
La incautación constituye la faz activa del desapoderamiento, asegurando su operatividad. El síndico
asume efectivamente la tenencia de los bienes, preservando la integridad del patrimonio del fallido,
en aras de su liquidación y distribución, finalidad última del proceso falencial.

7.2.4.2. Forma de la incautación

La ley lejos de ser taxativa, deja al arbitrio del juez la elección de las formas que considere más
convenientes de acuerdo con la naturaleza de los bienes.

Si el quebrado tenía establecimiento u oficina o guardare los bienes en depósitos u otros lugares, se
procederá a la clausura de todos ellos

En cuanto a los libros contables llevados por el fallido hasta el momento de su declaración en
bancarrota, el síndico debe en el momento de la incautación, cerrar los espacios blancos que hubiera
en los libros, y colocar, después de la ultima atestación, una nota indicando el número de hojas
utilizadas en cada libro y las irregularidades o enmiendas, agregados u otras correcciones que
constatara. Terminadas las anotaciones, firmará junto con el funcionario o escribano intervinientes
y el deudor, si hubiera estado presente. Recuérdese que igual diligencia se llevara a cabo en los
casos de apertura de concurso preventivo, entregándolos nuevamente al deudor, quien no está
desapoderado de sus bienes.

La clausura se complementa con la entrega directa de los bienes al síndico, previa descripción e
inventario. El inventario deberá practicarse no sólo en las dependencias comerciales o industriales
del fallido, sino también en el domicilio particular de éste(81)(quiebra de persona física). Salvo las
ropas y muebles de uso indispensable del fallido y su familia, que se le entregarán previo recibo que
se agregará al inventario, todos los demás objetos, muebles(82)y alhajas de su pertenencia deberán
describirse e inventariarse.

Si hubiere bienes en poder de terceros, el síndico los recibirá bajo inventario, pudiendo ser —esos
mismos terceros— nombrados depositarios. La decisión quedara a criterio exclusivo del juez de la
quiebra, de acuerdo con el convencimiento que llegue a tener sobre la seriedad y responsabilidad
de los terceros, y no es recurrible por los fracasados depositarios.
7.2.4.3. Efectos jurídicos de la incautación

La incautación suele ser calificada como una asunción de la posesión de lo desapoderado.

La propiedad de los bienes continúa siendo del fallido, por ello la gestión que llevará a cabo el síndico
ha de ser conforme las reglas del mandato, en procura de la mejor administración que en el caso
será la satisfacción de los acreedores del quebrado. El remanente deberá ser devuelto a su dueño,
por ello hablamos siempre de desposesión y no de expropiación y sostenemos la impropiedad de
una disposición que se aleje del respeto de la señalada titularidad.

7.2.4.4. Conservación y administración (arts. 179, 185 y concs. LCQ)

Una gran parte de la actividad de los órganos de la quiebra se refiere a la administración de los
bienes, en especial por el síndico, como lo dispone el art. 109: "el síndico tiene la administración de
los bienes y participa de su disposición en la medida fijada en esta ley".

Al efecto se desarrolla en la quiebra una triple función, que es de conservación, de enajenación y de


distribución.

La conservación consiste pues en el aseguramiento de la subsistencia de los bienes.

La administración supone el aprovechamiento de la aptitud fructífera de esos bienes, en el período


corriente hasta la conclusión de la quiebra o su liquidación y la percepción de los frutos de los bienes
(v.gr., créditos a favor del fallido) que pudieran integrar el patrimonio incautado.
7.2.4.5. Locación de activos desapoderados

Otra vez nos parece oportuno transcribir una nueva norma, en orden al comentario que
seguidamente efectuamos.

Propuesta y condiciones del contrato

Art. 187. (Texto según ley 26.684,art. 15) Propuestas y condiciones del contrato.

De acuerdo con las circunstancias el juez puede requerir que se presenten diversas propuestas
mediante el procedimiento que estime más seguro y eficiente y que se ofrezcan garantías.

La cooperativa de trabajo de trabajadores del mismo establecimiento podrá proponer contrato. En


este caso se admitirá que garantice el contrato en todo o en parte con los créditos laborales de sus
asociados pendientes de cobro en la quiebra que éstos voluntariamente afecten a tal propósito, con
consentimiento prestado en audiencia ante el juez de la quiebra y con intervención de la asociación
sindical legitimada.

La sindicatura fiscalizará el cumplimiento de las obligaciones contractuales. A estos fines, está


autorizada para ingresar al establecimiento para controlar la conservación de los bienes y fiscalizar
la contabilidad en lo pertinente al interés del concurso.

Los términos en que el tercero deba efectuar sus prestaciones se consideran esenciales, y el
incumplimiento produce de pleno derecho la resolución del contrato.

Al vencer el plazo o resolverse el contrato, el juez debe disponer la inmediata restitución del bien
sin trámite ni recurso alguno.

En cuanto a la posibilidad de alquilarle los activos desapoderados a la cooperativa de trabajo(83),


es sabido que el síndico, con la aquiescencia del juez del concurso, puede convenir locación o
celebrar otros contratos sobre bienes desapoderados, con el objeto de allegar fondos al concurso
que permitan optimizar la actividad liquidatoria (art. 186de la LCQ). Pues bien, la reforma del art.
187 permite, expresamente ahora (antes no estaba impedido, aclaremos), que este tipo de
contratos se celebre con la cooperativa de trabajo que formen los empleados de la empresa ya
fallida que trabajen en el respectivo establecimiento, el cual se proyecta dar en locación,
seguramente. El añadido quizás más original es que la garantía que en todo caso es exigible se
satisfaga, en esta hipótesis de contrato con la cooperativa, con las acreencias de sus asociados que
ellos —voluntariamente, ante el juez y con intervención del sindicato, aclara la norma para silenciar
a los mal pensados— total o parcialmente decidan afectar.

7.2.4.6. Facultades del síndico para contratar y medidas urgentes

Para que los contratos que suscriba por el síndico tengan validez, deben contar en principio, con la
aprobación previa del juez del concurso, quien la otorgará si los mismos se ajustan a las exigencias
de la ley: economía de los gastos y valor corriente de los servicios.

Pero la ley contiene una aparente excepción: si la urgencia lo hiciere imprescindible puede disponer
directamente la contratación, poniendo inmediatamente el hecho en conocimiento del juez. Y
decimos que es una excepción aparente porque entendemos que el síndico podrá contratar ad
referendum del juez de la quiebra, y así lo deberá hacer constar en el contrato.

7.2.4.7. Bienes perecederos

Procediendo con el debido celo, el síndico deberá informar al juez sobre la necesidad de adelantar
la venta de ciertos bienes perecederos, que por su naturaleza sean de fácil deterioro o que exista el
peligro de que sufran una grave disminución del precio y aquellos cuya conservación sea sumamente
onerosa (art. 184LCQ). La norma es aplicable a todos los bienes desapoderados.
7.2.4.8. Cobro de los créditos del fallido

Establecen los arts. 182 y 183 que el síndico debe procurar el cobro de los créditos adeudados al
fallido, pudiendo otorgar los recibos pertinentes, y que debe iniciar los juicios necesarios para su
percepción y para la defensa de los intereses del concurso. También debe requerir todas las medidas
conservatorias judiciales y practicar las extrajudiciales.

Para los actos mencionados el síndico no necesita autorización especial.

Las demandas podrán deducirse y proseguirse sin necesidad de previo pago de impuestos o tasa de
justicia, sellado o cualquier otro gravamen.

7.3. Efectos sobre actos perjudiciales a los acreedores

7.3.1. Período de sospecha y actos ineficaces: condiciones generales

El establecimiento de un período de sospecha en las leyes de quiebras se funda en que el deudor es


el primero en saber lo que ocurre con su patrimonio. Habitualmente trata de resistir la configuración
de su insolvencia y además pretende con frecuencia impedir que ella se exteriorice antes de ser
declarado su estado concursal, y más propiamente el de quiebra (directa). En tales condiciones su
actuar tiene el peligro de que realice negocios muy riesgosos e incurra en actos perjudiciales para
sus acreedores (actos por los que se desprenda de bienes, de modo real o simulado, o recurra a
préstamos usurarios con tal de hacerse de fondos líquidos, les pague a algunos acreedores en
desmedro de otros, etc.).
El período de sospecha, que conlleva la posibilidad de que el deudor ha realizado actos que atentan
contra la integridad de su patrimonio, constituye otro instituto típico y exclusivo de la materia
concursal, que posibilita que esos actos sean atacados de un modo diverso y hasta con mayores
probabilidades de éxito que mediante las acciones del derecho común, como la pauliana o la de
simulación.

El período de sospecha se extiende retroactivamente desde la fecha de inicio de la cesación de pagos


que se determine judicialmente y la sentencia de quiebra, o de presentación en concurso
preventivo.

Como analizaremos a continuación, los actos o contratos afectados no serán declarados nulos, sino
válidos entre las partes; pero se tornarán revocables, pudiendo ser declarados ineficaces
(inoponibles) respecto de los acreedores concurrentes a la quiebra, en algunos casos de pleno
derecho, esto es sin juicio (art. 118), y en otros por conocimiento de la cesación de pagos de quién
celebró el acto con el fallido (art. 119), lo cual comúnmente se reclama por el síndico en juicio
ordinario y ante el juez de la quiebra, contra los participantes del acto como legitimados pasivos.

Para la determinación de la fecha de inicio de la insolvencia la ley prevé un trámite en el que los
interesados tienen la posibilidad de efectuar observaciones a la propuesta del síndico, él puede
abrirse a prueba —si existen hechos controvertidos que lo ameriten—, siendo apelable por aquéllos
y el fallido la decisión que se dicte (art. 117).

Se encuentran legitimados para impugnar, persiguiendo la ampliación o la reducción de tal período:


a) los acreedores, individual o colectivamente, interesados en la mayor descalificación de los actos
del deudor como medio para aumentar el activo en la quiebra; b) los garantes del fallido, porque en
determinadas circunstancias pueden ser acreedores de regreso de éste, en su carácter de deudores
principales; c) los terceros a quienes les interesa que no alcance el período de sospecha a la fecha
en que fueron realizados determinados actos del fallido, en cuanto pudiera afectarles su eventual
ineficacia y d) por fin, el propio fallido(85).

Por otra parte téngase en cuenta que la fecha real inicial de la cesación de pagos será una, mientras
que sus efectos a los fines de la posible ineficacia de sus actos tiene el límite de retroacción de dos
años.
7.3.2. Actos inoponibles de pleno derecho. Requisitos y efectos. Supuestos contemplados (art.
118LCQ)

Para asegurar la integridad patrimonial del fallido y afirmar la pars condictio creditorum respecto
de ciertos actos (art. 118) realizados por el fallido con terceros durante el período de sospecha, la
ley crea una presunción juris et de jure de fraude y perjuicio para la masa de acreedores.

Para que opere y surta efectos esta ineficacia se requiere: (i) que el negocio afectado sea un acto
jurídico (y no un hecho jurídico), encuadrable en alguno de los incisos de esa norma, (ii) que sea
válido (pues de lo contrario queda absorbido por la nulidad), (iii) que sea de enajenación, (iv), que
se refiera a derechos o intereses de contenido patrimonial, y (v) que haya sido realizado por el
deudor durante el período de sospecha (para cuya declaración de ineficacia es menester la previa
resolución firme sobre la fecha inicial del estado de cesación de pagos del fallido)(87). El perjuicio
se infiere de la propia naturaleza económicamente disvaliosa de los actos enumerados por la ley.

En cuanto a sus efectos, el acto ineficaz de pleno derecho apareja la restitución del bien por parte
del tercero que contrató con el deudor; y si esta devolución no es posible, debe pagar el valor en
dinero, lo cual está ínsito en la declaración de inoponibilidad. Y, en su caso, la carga de verificar el
crédito emergente, toda vez que la declaración no obsta a la existencia y validez del crédito sino a
la oponibilidad de algunas de sus específicas características (incs. 2º, el pago adelantado y 3º, la
preferencia conferida).

(a) Actos a título gratuito (art. 118, inc. 1º, LCQ)

Estos actos son los que carecen de contraprestación alguna, como la remisión de la deuda, la
renuncia de derechos, que por su naturaleza abarca el desistimiento de acciones, etc.

Para la ley de concursos la fulminación de los actos gratuitos se explica porque la gratuidad es
excepcional en el mundo de los negocios, donde la ganancia está ínsita y por ende son los más
sospechosos de fraude, máxime en una situación patrimonialmente precaria(89).

Concursalmente son actos a título gratuito aquellos por los cuales el deudor atribuya o transfiera, a
cualquier título jurídico o por cualquier otra causa, derechos patrimoniales a un tercero, sea o no
acreedor, durante el período de sospecha, sin recibir a cambio ningún bien equivalente, o sin que
haya a ese respecto ninguna obligación legal de hacerlo. Esto es, en síntesis, que comportan una
disminución patrimonial, sin contraprestación.
(b) Pago anticipado de deudas no vencidas (art. 118, inc. 2º)

Los pagos extemporáneos, por prematuros, efectuados por el deudor durante el período de
sospecha son liberalidades indirectas a favor del acreedor e infringen el principio de igualdad de
tratamiento entre los acreedores.

(c) Constitución de garantía real (art. 118, inc. 3º)

La norma se refiere a la "constitución" de prenda o hipoteca u otra preferencia —en sentido


amplio— y halla su fundamento en la inadmisible mejora de la posición de un crédito quirografario
que altera la par condictio creditorum. En efecto, la palabra preferencia no está empleada como un
"privilegio", sino como "mejora" o "garantía", incluyendo por tanto el concepto toda clase de
mejoras que pueden constituirse, como por ejemplo, reconocimiento de intereses en un mutuo
gratuito, o de mayores intereses en uno oneroso, el acortamiento de plazos etc.(90).

Es menester además que la obligación no estuviese vencida, pues si lo está al momento de


constituirse el derecho real, el acto no será ineficaz de pleno derecho (aunque pueda serlo por
conocimiento de la cesación de pagos: art. 119, a continuación, después de la sección siguiente).

(d) Pago al acreedor peticionante de la quiebra

El art. 122de la LCQ dispone que "cuando el acreedor peticionante, luego de promovida la petición
de quiebra, recibiere cualquier bien en pago o dación en pago de un tercero para aplicar al crédito
hecho valer en el expediente, se presume que se han entregado y recibido en favor de la generalidad
de los acreedores, siendo inoponibles a ellos el otro carácter. El acreedor debe reintegrar al
concurso lo recibido con más sus intereses.

La ley concursal no quiere allí que se la utilice como un medio para cobrar deudas.
7.3.2.2. Actos inoponibles por conocimiento de la insolvencia (art. 119)

El concepto y los efectos de esta otra clase de ineficacia concursal no difieren de los recientemente
estudiados.

La diferencia se halla en los requisitos.

En este caso es preciso, para que opere la ineficacia: (i) que se trate de un acto o negocio jurídico
válido entre las partes (pues contrariamente, como dijimos, quedaría absorbido por la nulidad), (ii)
de enajenación, (iii) con contenido patrimonial, u oneroso (iv), que dicho acto haya sido realizado
por el deudor durante el período de sospecha (para cuya declaración de ineficacia es menester la
previa resolución firme sobre la fecha inicial del estado de cesación de pagos, (v) que el tercero que
celebró el acto con el deudor haya conocido su estado de cesación de pagos, (vi) que cause perjuicio
a los acreedores del fallido, y (vii) que el ejercicio de la acción cuente con la autorización previa de
la mayoría simple del capital quirografario verificado y declarado admisible.

A continuación nos referiremos a los tres últimos requisitos, puesto que los restantes ya han sido
analizados.

(a) Conocimiento del estado de cesación de pagos

La necesidad de dar suficiente seguridad jurídica a las transacciones comerciales y la de evitar que
la masa de acreedores resulte defraudada por maniobras inescrupulosas, llevan a admitir la
viabilidad de la acción revocatoria concursal sólo cuando el conocimiento del estado de cesación de
pagos por parte del tercero haya sido probado por quien lo invoca y no cuando simplemente se lo
presuma.

(b) Autorización previa

La ley requiere como conditio iuris para la demanda del síndico la autorización previa de la mayoría
simple del capital quirografario (no de personas) verificado y declarado admisible (art. 119 in fine).
Por tanto, están habilitados para votarla los mismos acreedores que lo estarían para votar un
acuerdo preventivo, e inhabilitados los mencionados en el art. 45 de la ley(91).
Esta autorización obedece a que un resultado adverso ocasionaría la imposición de costas al
concurso y el crédito respectivo tendría preferencia como "acreedor del concurso". Por tanto, serán
los propios acreedores quienes decidirán si asumen o no tal riesgo.

(c) Existencia del perjuicio

Tal requisito surge de la naturaleza, fundamento y finalidad de la acción que estudiamos y de los
principios generales que disciplinan el régimen de las acciones: sin interés no hay acción. Si el acto
en nada perjudica a la masa no habría razón alguna para negar la validez al mismo, afectando otro
principio consagrado por el derecho común, el de la libertad de las convenciones(92).

Pero téngase además presente que a diferencia del conocimiento del tercero, que debe probarse
por quién ejercite la acción, el perjuicio se supone y no se exige la prueba del mismo: se presume —
juris tantum—, debiendo el tercero probar que el acto no causó tal perjuicio (art. 119, párr. 1º, in
fine). Esta presunción se justifica si se tiene en cuenta que el espíritu y la letra de la ley concursal
vedan al contratante no fallido (in bonis) contratar con quién sepa que su contraparte se halla en
una situación patrimonial comprometida; y, si igualmente lo hace, causando perjuicios, correrá el
riesgo de que en el futuro le sea declarada la quiebra a su contratante con las consecuencias
derivadas de la mencionada revocabilidad de los actos que celebre.

La prueba de un hecho negativo resulta de una complejidad adicional a la carga probatoria común,
como recuerdan Bergel y Paolantonio(93): a) la prueba de un hecho negativo puede dar lugar a una
mayor flexibilidad en la apreciación de los elementos de juicio; b) en tal prueba de un hecho negativo
la actitud de la contraparte no puede ser pasiva y, c) la postura de la contraparte que se ha
desentendido de colaborar en el esclarecimiento de los hechos controvertidos resulta sospechosa,
por más que incumbiese a la otra parte la prueba del hecho negativo objeto de la controversia.

El tercero podrá probar, destruyendo de este modo la presunción de daño que envuelve a todo acto
jurídico celebrado con conocimiento de la cesación de quien deviene fallido:

a) que el acto se realizó en condiciones normales de mercado;

b) que el acto constituyó para el deudor un acto ordinario de su giro comercial, inserto en la
actividad normal de su explotación comercial, o

c) que la ineficacia del acto no beneficia a los acreedores.


A lo que agregamos, en línea de principio, que la equivalencia contable no puede ser tomada como
prueba conclusiva de la falta de perjuicio, ya que éste es relativo a las condiciones de la empresa; y
la falta de ponderación o conocimiento del mismo por parte del contratante in bonis no empece a
la acción, como si fuera probado que conocía el estado de insolvencia del deudor.

7.4. Acción revocatoria concursal. Ejercicio de la acción. Trámite y efectos

7.4.1. Acción por los acreedores (arts. 120 a 124)

El art. 120de la LCQ faculta a cualquier acreedor "interesado" a deducir a su costa esa acción,
después de transcurridos treinta días desde que hubiera intimado judicialmente al síndico para que
la inicie. Lo mismo si quisiera deducir la revocatoria ordinaria de los arts. 338 y ss. del Código Civil y
Comercial de la Nación.

Establece además que, en ambos casos, si se declara la ineficacia, el acreedor tendrá derecho al
resarcimiento de sus gastos y a una preferencia especial sobre los bienes recuperados, la que
determinará el juez entre la tercera y la décima parte del producido de éstos, con un límite preciso
en el monto de su crédito.

Es así que en principio la acción revocatoria concursal y la acción pauliana deben ser ejercidas por
la sindicatura, a la cual le incumbe la carga de la prueba. Y el art. 120 legitima a los acreedores para
promover en forma subsidiaria ambas acciones en caso de que el síndico considere inapropiado
deducirlas.
7.4.2. Legitimación activa y pasiva

Como ya vimos, para el ejercicio de la acción de inoponibilidad concursal se halla legitimado


activamente el síndico, previa la autorización exigida por el art. 119 in fine. Pero ante la inacción del
síndico la ley habilita a los acreedores interesados, quienes puedan resultar beneficiados con la
declaración de ineficacia del acto. En principio los hipotecarios y prendarios no están comprendidos
ya que se hallan garantizados con los bienes gravados, salvo que el producido de éstos no alcance
para cubrir sus acreencias, lo cual debieran probar sumariamente.

Tienen legitimación pasiva quienes participaron en el acto atacado: el tercero contratante con el
deudor, los herederos de éste en su caso, y los subadquirentes, todos los cuales soportarán las
consecuencias de la sentencia.

7.5. Efectos generales sobre las relaciones preexistentes

7.5.1. Verificación de créditos en la quiebra: su sentido y trámite

El principio general en esta materia es el establecido por el art. 125: declarada la quiebra, todos los
acreedores quedan sometidos a las disposiciones de esta ley y sólo pueden ejercitar sus derechos
sobre los bienes desapoderados en la forma prevista en la misma. Quedan comprendidos los
acreedores condicionales, incluso aquellos cuya acción respecto del fallido queda expedita luego de
excusión o cualquier otro acto previo contra el deudor principal.

A diferencia de la anterior "solicitud de verificación" dispuesta para el concurso preventivo (art. 32),
se fija a continuación de aquélla norma la llamada "obligatoriedad" de la verificación: art. 126. Todos
los acreedores deben solicitar la verificación de sus créditos y preferencias en la forma prevista por
el art. 200, salvo disposición expresa de esta ley.
Sin embargo, a continuación se afirma su verdadera naturaleza y sentido con referencia a los
créditos prendarios o hipotecarios, al disponerse que sin perjuicio del cumplimiento oportuno de
esa carga, los acreedores con hipoteca, prenda o garantizados con warrant, pueden reclamar en
cualquier tiempo el pago mediante la realización de la cosa sobre la que recae el privilegio, previa
comprobación de sus títulos en la forma indicada por el art. 209 y fianza de acreedor de mejor
derecho.

La designación legal (solicitud de verificación), no excluye ciertos rasgos típicos de la "demanda" de


verificación, que precisamente concurren a conformar la particularidad del proceso en que forma
parte. Es una demanda que se presenta ante un funcionario judicial que actúa —al efecto— como
órgano hábil para recibirla, pero que no es un funcionario permanente del Poder Judicial.

Esa peculiaridad hace que, por ello, se la considere como una demanda, y judicial, con los efectos
de ésta; y con el carácter introductivo de proceso que ella normalmente tiene pero que se presenta
en sedes materiales diversas en cada caso (el domicilio del síndico) y ante el órgano con la
característica descripta.

En definitiva y en síntesis, sobre el trámite verificatorio y sus formalidades —en el actual régimen
legal—, podemos exponer que se desarrolla de la siguiente forma.

El solicitante formula el pedido de verificación de su crédito al síndico, desde la publicación del


primer edicto (art. 27) y dentro de la fecha fijada conforme con el art. 14, inc. 3º de la LCQ (caso
contrario deberá recurrir al trámite incidental de verificación tardía del art. 56). Debe indicar el
monto, causa y privilegio pretendidos, acompañando con dos copias los títulos justificativos del
mismo.

La exigencia de indicar la causa alude a la causa fuente del crédito, esto es, al hecho, acto o contrato
del cual surge el pedido de verificación (sea incluso un hecho ilícito, un mutuo, una locación, una
compraventa, etc.).

El arancelamiento de las solicitudes de verificación es una innovación de la LCQ (art. 32) respecto
del régimen anterior que no lo preveía. El fundamento es proporcionarle al síndico fondos
suficientes para que pueda desarrollar su actividad sin tropiezos; también significó una manera de
compensar la fuerte reducción sobre sus honorarios.
El síndico devuelve los originales luego de confrontarlos con esas copias, pero puede volver a
requerirlos, en caso necesario, frente a cualquier duda o cuestión que al respecto se pueda plantear.

En uso de las atribuciones propias de su función de órgano del concurso, el síndico investiga,
requiere explicaciones, coteja y solicita las medidas pertinentes para formarse una opinión fundada
sobre el particular.

El deudor y los demás acreedores formulan sus observaciones a la pretensión verificatoria, en la


misma sede de la sindicatura, con lo cual el trámite adquiere el carácter contencioso ya señalado.

El solicitante puede mejorar fundamentos o acompañar nuevos elementos de juicio —respecto de


su solicitud originaria— al síndico.

El síndico produce el informe individual de los créditos, reseñando la pretensión del solicitante, las
medidas de investigación cumplidas, las observaciones de que fuera objeto la solicitud por parte del
deudor o de los demás acreedores, los elementos adicionales acompañados por el solicitante, y su
opinión fundada respecto del crédito y del privilegio.

Con todos estos elementos de juicio, el juez debe resolver respecto de la verificación, la
admisibilidad o inadmisibilidad del crédito y del privilegio.

7.6. Otros efectos sobre las relaciones jurídicas preexistentes

La LCQ disciplina en los arts. 127 y ss. otros diversos efectos de la quiebra sobre tales relaciones.

7.6.1. Prestaciones no dinerarias


Según el art. 127, los acreedores de prestaciones no dinerarias, así como los de las contraídas en
moneda extranjera o aquellos cuyo crédito en dinero deba calcularse con relación a otros bienes,
concurren a la quiebra por el valor de sus créditos en moneda de curso legal en la República
Argentina, calculado a la fecha de la declaración o, a opción del acreedor, a la del vencimiento, si
éste fuere anterior.

La norma citada tiene su correlato en el art. 19 para el concurso preventivo, coherente con el actual
art. 353del Código Civil y Comercial de la Nación.

7.6.2. Vencimiento de plazos

Las obligaciones del fallido pendientes de plazo se consideran vencidas de pleno derecho en la fecha
de la sentencia de quiebra (art. 128).

7.6.3. Suspensión de intereses y excepciones

Así mismo la declaración de quiebra suspende el curso de intereses de todo tipo. Sin embargo, los
compensatorios devengados con posterioridad a la falencia, que correspondan a créditos
amparados con garantías reales pueden ser percibidos hasta el límite del producido del bien gravado
después de pagadas las costas, los intereses preferidos anteriores a la quiebra y el capital.

Tampoco se suspenden los intereses que se devenguen con posterioridad y que correspondan a
créditos laborales (art. 129, texto según ley 26.684,art. 14, cuya finalidad tuitiva ya hemos
comentado).
7.6.4. Compensación

Dispone el art. 130 que la compensación sólo se produce cuando se ha operado antes de la
declaración de la quiebra, y la razón de esto es que de admitirse podría vulnerar el principio de la
par condictio, por lo que sí procede cuando ambos créditos eran líquidos y exigibles con anterioridad
a la falencia.

7.6.5. Derecho de retención

Según el art. 131, la quiebra suspende el ejercicio del derecho de retención sobre bienes
susceptibles de desapoderamiento, los que deben entregarse al síndico, sin perjuicio del privilegio
dispuesto por el art. 241, inc. 5º. El privilegio especial aquí mentado reemplaza en caso de quiebra
al derecho de retención. Consecuentemente el producido de la venta de la cosa retenida se destina
con preferencia al pago del crédito del retenedor. Sólo que, como continúa estableciendo la misma
norma, "cesada la quiebra antes de la enajenación del bien continúa el ejercicio del derecho de
retención, debiéndose restituir los bienes al acreedor, a costa del deudor". Esta solución se justifica
debido a que, en tal hipótesis, el derecho de retención "renace", es decir que vuelve a cobrar plena
vigencia.

7.6.6. Fuero de atracción

Establece el art. 132 (en su texto según ley 26.086,art. 7º) que "la declaración de quiebra atrae al
juzgado en el que ella tramita, todas las acciones judiciales iniciadas contra el fallido por las que se
reclamen derechos patrimoniales. Salvo las ejecuciones de créditos con garantías reales, quedan
exceptuados de este principio los casos indicados en el art. 21, incs. 1º a 3º bajo el régimen allí
previsto".
Ya dijimos que este fuero de atracción —ahora en la quiebra— es una consecuencia de la
universalidad. El sentido de esta disposición es el mismo que la citada, explicada al tratar el concurso
preventivo, con lo que ambos se igualan pero con la —única— excepción de las garantías reales, ya
que en atención a su carácter liquidatorio ellas resultan atraídas.

….

7.7. Efectos sobre ciertas relaciones en particular

Explica Tonón que en el concurso —en general, abarcando la quiebra—, hay ciertos contratos que
continúan, como ocurre con todos los que tienen por objeto bienes o relaciones que no entran
dentro del desapoderamiento; y otros que se hallan con prestaciones recíprocas pendientes, los
cuales quedan suspendidos a la espera de su "asunción" por el concurso, o de su resolución.

Por su parte Rouillón sigue el mismo criterio y clasifica a los contratos en que el fallido es parte en
tres grandes categorías.

1) los que se resuelven: aquéllos con prestación personal pendiente del fallido, de ejecución
continuada y los normativos, así como también los de mandato, cuenta corriente, agencia y
concesión o distribución (art. 147); se incluye además en esta categoría a la comisión de
compraventa (art. 148) como especie de mandato encuadrable en el artículo citado, al contrato a
término (art. 153) y al contrato oneroso de renta vitalicia (art. 158).

2) los que continúan: el contrato de seguro de daños patrimoniales cuando quiebre el asegurado
(art. 154) y la locación de inmuebles cuando el fallido es locador (art. 157, inc. 1º).

3) los que se suspenden hasta resolver su continuación o resolución: contratos en curso de ejecución
con prestaciones recíprocamente pendientes (arts. 143, inc. 3º y 144).
Los efectos singulares sobre cada uno de los contratos mencionados, v.gr. los que están en curso de
ejecución, los que tienen prestaciones recíprocas pendientes, la inaplicabilidad de la resolución
contractual por incumplimiento, los intuitu personae, normativos, etc., la comisión, la sociedad, el
contrato a término y otros, se hallan abarcados por los arts. 143 y ss., a los cuales remitimos por la
misma razón antes expresada.

8. Extensión de la quiebra y responsabilidades de terceros. Supuestos, procedimientos y efectos

8.1. Extensión de la quiebra

Como lo ha dicho Renzo Provinciali: "la quiebra no se extiende sino que se declara". No existe una
quiebra que se propaga sino una nueva y verdadera quiebra de los sujetos que corresponda.

Cada sujeto —persona física o jurídica— pasible de que se le atribuyan responsabilidades o la


quiebra misma, no las padece por extensión, sino por sí mismo, en el campo de su propia actuación,
de su posición legal, de su compromiso patrimonial. Nace originariamente en cabeza de cada
persona vinculada a otra persona en cesación de pagos, su propio estado de responsabilidad
restringida —daños y perjuicios— o amplia; la propia quiebra(99).

La extensión de la quiebra es de interpretación restrictiva., por lo que se deberá denegar la


extensión falencial cuando el caso resulte de dudoso encuadre legal y si la consideramos de carácter
sancionatorio —conforme con Brunetti— nunca podríamos ampliar los casos de quiebra por vía de
extensión analógica(100), dado el principio de legalidad que impide toda aplicación de pena sin ley
previa expresa.

Lo dicho no es uniforme en la práctica, en la que se han verificado ejemplos exitosos de declaración


de extensión de quiebra no reglados strictu sensu por la norma, en la búsqueda de someter al
proceso falencial al auténtico patrimonio actuante y responsable de la insolvencia. Así ha
correspondido la extensión de la quiebra del controlante al controlado, a cuyo patrimonio habían
sido derivadas las ganancias en un intento de burlar la ley.

En esta concepción —que hacemos nuestra— la quiebra antecedente es vista como "hecho
revelador" de la insolvencia del sujeto al que se le intenta declarar (o "extender", en términos de la
norma que se comenta) la quiebra, y en caso de probarse su vinculación concreta con un estado
patrimonial económicamente deficitario y dañoso, cabe tal declaración, como propia.

8.2. Responsabilidades por extensión de la quiebra

8.2.1. Socios ilimitadamente responsables (art. 160LCQ)

Establece la norma citada que "la quiebra de la sociedad importe la quiebra de sus socios con
responsabilidad ilimitada. También implica la de los socios, con igual responsabilidad, que se
hubiesen retirado o hubieren sido excluidos después de producida la cesación de pagos, por las
deudas existentes a la fecha en la que el retiro fuera inscrito en el Registro Público de Comercio,
justificadas en el concurso".

Las razones que suelen invocarse en apoyo de la solución legal son más bien de oportunidad y
conveniencia, y no de derecho sustancial, ni responden a un principio de lógica jurídica. Es una
responsabilidad sin culpa, establecida juris et de jure por la ley de sociedades, ratificada en el ámbito
normativo concursal; la quiebra del socio no depende de la voluntad del socio ni constituye tampoco
una respuesta a modo de reproche legal por una determinada conducta(101).

La norma alude a los socios ilimitadamente responsables sin hacer distinción acerca de si tal
ilimitación emerge del contrato social o si también comprende aquellos supuestos en los que, la
ilimitación surge a posteriori como consecuencia de una sanción impuesta por la ley de sociedades.
8.2.2. La extensión en los distintos tipos sociales

En nuestra opinión sólo resultan alcanzados por la norma, los socios de las sociedades colectivas,
los socios comanditados en las sociedades en comandita y los socios capitalistas en una sociedad de
capital e industria.

8.2.2.1. Regla general

Ello es así porque como regla general la quiebra por extensión prevista en el art. 160 supone, como
un prius lógico, la quiebra social, la cual importa la del socio ilimitadamente responsable,
caracterizada como 'descendente'; por el contrario, no es viable la quiebra "ascendente' del socio
ilimitadamente responsable a la sociedad, ya que dicha falencia, no afecta necesariamente a la
solvencia de la sociedad, pues se trata de dos sujetos distintos, con patrimonios diferenciados,
según lo dispuesto por el art. 2º de la ley 19.550, de modo tal que los acreedores del socio no son
los de la sociedad(102).

8.2.2.2. Sociedades en comandita

Así entonces, en el caso de estas sociedades, la quiebra social importará la de los socios
comanditados. Sin embargo, para la postura amplia —que admite la extensión a aquellos casos en
que la ilimitación deviene como sanción societaria— en el caso de las comanditas se debe distinguir
los distintos grados de intromisión del socio comanditario (el mismo régimen se aplicaría para estos
socios en las sociedades en comandita por acciones), para luego determinar en qué caso es
procedente la extensión a dicho socio.

8.2.2.3. Sociedades de capital e industria

Los socios capitalistas, en las sociedades de capital e industria, al responder en forma ilimitada,
serán declarados en quiebra si la sociedad cae en ese estado. El socio industrial, que en principio es
inmune al pasivo derivado de las operaciones societarias —que no le alcanza sino en cuanto afecte
su trabajo y las ganancias pendientes de distribución—, puede verse responsabilizado si da su
nombre para la razón social. Pero como esta solidaridad no es ilimitada, según el texto positivo, no
existe el presupuesto fáctico —desde nuestro punto de vista— requerido por la disposición falencial
en examen(103).

8.2.3. Trámite de la extensión de la quiebra y efectos procesales

La extensión hacia los socios ilimitadamente responsables se declara de pleno derecho y


"automáticamente" al momento en que se decreta la quiebra principal. No se requiere un
procedimiento para instar la extensión hacia los socios.

Cuando la ley prescribe "la quiebra de la sociedad importa la quiebra de sus socios con
responsabilidad ilimitada" está reconociendo un presupuesto para la declaración de quiebra de los
socios con responsabilidad ilimitada, cual es la declaración de quiebra de la sociedad. Pero dictada
ésta, la misma incluye a todos los socios ilimitadamente responsables, aún los no nombrados en la
sentencia.

Lo que en realidad está queriendo destacar el legislador es que la quiebra de la sociedad (ese
antecedente necesario) es el hecho revelador del estado de cesación de pagos en que se encuentran
los socios con responsabilidad ilimitada de la sociedad quebrada. Empero, este hecho revelador no
es de por sí suficiente para transformar una situación de hecho (estado de insolvencia) en un estado
de derecho (estado de quiebra), sino que es necesaria la sentencia pertinente dictada por tribunal
competente que declare la quiebra de los socios.

La quiebra de los socios es "automática". Es decir, se dicta y opera desde el mismo instante en que
se declaró la quiebra principal. Por ello reafirmamos nuestra postura —ya enunciada— de que los
únicos alcanzados por la norma del art. 160 son los socios que asumieron conforme al tipo social
aquella responsabilidad y no, en los casos en que la ilimitación deviene como sanción porque —en
lo atinente a ellos— se debería instar un procedimiento cuyo resultado surgiría a posteriori de
decretada la quiebra principal.

La quiebra produce sobre los socios alcanzados los efectos tanto personales como patrimoniales. Si
bien existe un vínculo entre la quiebra social y la de los socios; la de éstos es propia y personal en el
sentido de su carácter de fallido y de la nueva masa que se forma. Se da un trasvasamiento del
pasivo social a la masa del socio concurrente con el pasivo particular de éste, pero cada falencia será
autónoma.

8.2.4. Extensión por actuación en interés personal, abuso del control y confusión patrimonial (art.
161).

8.2.4.1. Actuación en interés personal

El art. 161 dispone en su inc. 1º) que la quiebra se extiende a toda persona que, bajo la apariencia
de la actuación de la fallida, ha efectuado los actos en su interés personal y dispuesto de los bienes
como si fueran propios, en fraude a sus acreedores

La doctrina y la jurisprudencia francesa receptan el régimen de extensión de la quiebra por


actuación en provecho propio como un régimen especial, autónomo de la responsabilidad civil,
incluso cuando se ejerce contra los órganos sociales de una sociedad quebrada. De allí deviene la
tipicidad del instituto y el detallismo de sus requisitos(106). En consecuencia los supuestos deben
ser mirados bajo este principio a la hora de decidir la declaración o no de la quiebra intra grupo. La
extensión de quiebra encuentra su fundamento en la comunicación de responsabilidades que
genera el ilícito que crea una solidaridad pasiva(107).

Muchos autores argentinos que se ocupan del tema, entienden que se trata de un empresario
oculto(108), "que encubierto bajo la pantalla de una sociedad, actuó en su propio interés y dispuso
del patrimonio de la sociedad como si fuera propio". También consideran que el tema se vincula a
la penetración de la personalidad societaria(109). En el régimen de la 24 522 pensamos —contestes
con Etcheverry— que no hay penetración por abuso de la personalidad societaria(110). En primer
lugar porque la figura del inc. 1º no menciona la persona jurídica y es perfectamente aplicable a
personas físicas (tal el caso de un administrador desleal) permitiendo que sea atraída a dar
respuesta a los acreedores quien en verdad generó el pasivo de la fallida originaria. Desde la reforma
de 1983 (ley 22.917) la norma se aplica respecto de cualquier clase de sujeto fallido, siendo
indiferente su calidad: tanto puede ser persona física como jurídica, y tanto puede ser una como
varias, si actuaron en forma conjunta; y el vínculo que tenga, de iure o de facto, con la persona
fallida, puede ser cualquiera(111). En segundo lugar, porque esta figura se da descorriendo el velo
societario, internándose en su realidad, desestimando al ente como tal, produciéndose por obra
judicial —y únicamente judicial— una imputación diferenciada. En cambio en la letra del art. 161 se
exhibe —si así fuera el caso— una sociedad plena, regular y real y como tal, fallida. A nuestro juicio,
la sociedad en la generalidad de los casos será una verdadera sociedad y no de "fachada".

Los actos que aparentemente son realizados por la fallida (eventualmente una sociedad); son
efectuados en interés personal y en fraude a los acreedores.

8.2.4.2. Extensión a la persona controlante de la fallida

Según el mismo art. 161, inc. 2º), la quiebra se extiende a toda persona controlante de la sociedad
fallida, cuando ha desviado indebidamente el interés social de la controlada, sometiéndola a una
dirección unificada en interés de la controlante o del grupo económico del que forma parte.

El control entendido como el poder efectivo de dirección en los asuntos sociales es el rasgo
definitorio para tornar procedente la extensión de quiebra(113). Para que entre a jugar, es necesario
que concurran las siguientes circunstancias: control de la sociedad caída en falencia por una persona
física o por otra sociedad, que forma parte del mismo grupo societario; que dicho control se haya
verificado con desvío (el cual siempre será —por ello— indebido) del interés social de la controlada
mediante el sometimiento a una dirección unificada en su interés o en el grupo que integra(114).

8.2.4.3. Persona controlante

La ley concursal —en ese inc. 2º del art. 161— prevé que la fallida controlada sea una sociedad, no
así la controlante la cual menciona como "persona controlante" sin exigir que se trate de un ente
de existencia ideal. Ello permite apreciar una primera diferencia con la ley de Sociedades
Comerciales 19.550, muy importante en punto al sujeto de la quiebra por extensión: bien puede ser
que la controlante sea una persona física(115).

La noción de controlante está precisamente aclarada en los sub incs. a) y b) del inc. 2º antes citado.
Estos no contienen reglas prescriptivas de elementos integradores de la figura del ejercicio abusivo
del control, sino que constituyen definiciones legales del término controlante. Tales definiciones
son válidas dentro de la ley concursal que las contiene; pero no pretenden describir todos los
supuestos sociológicos del control societario, pues toman aquellas formas que integran al sistema
falencial.

Indica Bergel que la ley de concursos define el concepto de control refiriéndose únicamente al
interno, a pesar de que tal limitación del concepto contraría los fines de la norma y la realidad, dado
que la experiencia enseña que son numerosos los casos en que situaciones relativas al control
externo inciden en la dirección de los asuntos sociales.

8.2.4.4. Desvío indebido del interés

El dispositivo del art. 161, inc. 2º, se refiere al desvío del interés social de la controlada en beneficio
de la controlante o del grupo, siendo la mera existencia del control insuficiente, ya que éste debió
ser ejercido abusivamente. El desvío irregular no se refiere solamente a los actos materiales de
apropiación y utilización de bienes de la sociedad, como en el caso del inc. 1º del mismo artículo:
comprende cualquier supuesto de acciones u omisiones que importen un perjuicio para la sociedad
luego fallida.

Este control irregular es distinto de la responsabilidad de la sociedad controlante por los daños
causados en el ejercicio doloso o culposo del control cuando se ha usado indebidamente la
estructura societaria de la controlada, que prevé el art. 54 LS.

La doctrina ha interpretado como interés social todo aquello que resulte idóneo para alcanzar el
objeto social, o al menos, todo aquello que razonablemente pueda interpretarse como tendiente a
alcanzarlo(119). Es necesario que se llegue a la situación abusiva que Champaud califica como
degeneración de la noción de interés social. En consecuencia para este particular análisis importa
determinar si existe un interés del grupo y en su caso qué relación existe entre ese interés y el
particular de cada una de las sociedades que lo conforman(120).

No interesa en beneficio de quien se realiza la desviación del interés social (sea la dominante, la
dominada o un tercero) pues la sola desviación es lo reprochado por la norma. La dominante está
haciendo prevalecer un interés ajeno al de la dominada, conducta reprochable y con justificación
suficiente para tornar operativo el presupuesto de extensión.

8.2.4.5. Sometimiento a una dirección unificada

Es importante subrayar este último recaudo del mismo art. 161, inc. 2º, ya que si el desvío no se
hace en beneficio propio de la controlante o del grupo del cual forma parte, estaremos fuera del
presupuesto contemplado por la norma. Ésta parece entender que tal desvío (conducta
reprochable, según se dijo) puede ser logrado mediante la dirección unificada.

8.2.4.6. Grupos económicos


La existencia de los grupos económicos es una respuesta a la cada vez más compleja actividad
empresarial, y constituye un medio para el cumplimiento de sus fines. Ello no señala, de suyo, la
extensión de la quiebra de uno de sus integrantes al resto de los integrantes del grupo en sí, y por
esto es que la LCQ prescribe en su art. 172 que aun exteriorizándose el grupo por relaciones de
control, pero sin las características del art. 161 recién analizado, la quiebra de una de ellas no se
extiende a las restantes.

El grupo de empresas puede ser el medio para un fin fraudulento, pero ello no será sino la patología
de una realidad que, si ocurre, será pasible de ser judicialmente atacada —como cualquier otra—,
pero en modo alguno puede aceptarse como idea en la generalidad de los casos.

8.2.4.7. Confusión patrimonial inescindible

La extensión de quiebra por esta confusión patrimonial (art. 161, inc. 3º, LCQ), reviste carácter
excepcional en el desenvolvimiento de la quiebra y es de interpretación restrictiva en tanto incluye
una causa objetiva: la comunicación del estado concursal a aquellos sujetos cuyos patrimonios
conforman una unidad inescindible con el propio de la deudora, prescindiendo a tal fin de la noción
de ilicitud o abuso que trasuntan los incs. 1º y 2º.

El patrimonio de la quebrada se confunde con otro u otros patrimonios aparentemente


pertenecientes a sujetos diferenciados; empero, con independencia de la forma jurídica adoptada,
muestra la existencia de una sola unidad económica y no obsta a ello la diferenciación contable o
jurídica. La extensión reúne —en este caso— en una sola masa, los diversos segmentos del
patrimonio insolvente.

El fundamento de esta causal de propagación de la quiebra —según Bergel— apunta a una sanción
para quienes violaron claras normas del ordenamiento legal, dirigidas a mantener la diferenciación
de patrimonios y no sólo de contabilidades.
8.2.4.8. Procedimiento y efectos de la extensión (arts. 162 a 171)

Según lo disponen los arts. 162 y 163, la extensión de la quiebra procede ante el juez de ella, puede
pedirse por el síndico o por cualquier acreedor en cualquier tiempo después de la declaración de la
misma y hasta seis meses posteriores a la fecha en que se presentó el informe general del síndico.

Dicha petición de extensión tramita por las reglas del juicio ordinario con participación del síndico y
de todas las personas a las cuales se pretenda extender la quiebra. Si alguna de éstas se encuentra
en concurso preventivo o quiebra, es también parte el síndico de ese proceso. La instancia perime
a los seis meses.

El juez puede dictar las medidas cautelares del art. 85 respecto de los imputados, bajo la
responsabilidad del concurso.

Además y según el art. 166, al decretar la extensión, el juez debe disponer las medidas de
coordinación de procedimientos de todas las falencias.

El síndico designado interviene en los concursos de las personas alcanzadas por la extensión, y los
artículos siguientes contemplan sendas hipótesis de masa única o separadas.

8.3. Responsabilidad de representantes, terceros y socios (arts. 173 a 176)

En líneas generales, la que podríamos llamar recomposición del patrimonio cesante (o mejora del
activo repartible en la falencia) dispone básicamente de tres mecanismos: (1) la ineficacia concursal
expuesta con anterioridad; (2) la extensión de quiebra recién tratada y (3) la extensión de la
responsabilidad a miembros de la fallida y a terceros.

Respecto de los últimos cabe reconocer que existen en el derecho común acciones que persiguen y
permiten iguales objetivos en situaciones no falenciales, pero no serán tratadas en este libro, sin
perjuicio de reconocer desde ya que pueden ser sumadas a las descritas aquí.
La responsabilidad patrimonial de los terceros en la quiebra ha sido desdoblada en dos supuestos:
(a) de los representantes y (b) de los terceros propiamente dichos.

Exige el estado de quiebra del patrimonio agredido por el acto que se reprocha, es decir que la
declaración esté firme; y su eventual levantamiento o conclusión inhibe la prosecución de las
respectivas acciones toda vez que incoadas —y previstas— en el marco del proceso falencial, es éste
el presupuesto necesario para su substanciación y prosecución.

8.3.1. Administradores y representantes

Esta hipótesis difiere de la anterior extensión de la quiebra ya que no se trata de comunicar dicha
falencia de un sujeto a otro sino, reclamar a un administrador torpe, o malicioso, que repare el daño
específico que causó con su inconducta. Es una acción de daños y perjuicios que si prospera
terminaron una condena dineraria.

En vez, la extensión de la quiebra involucra todo el patrimonio y no tiene límite en el daño causado,
sino que abarca todo el pasivo de la quiebra comunicante o inicial.

Así pues, tratándose de sociedades, una vez que se decreta la quiebra comenzarán a conjugarse la
legislación societaria con la legislación concursal.

El sistema societario está regulado en la LS por los arts. 274 y ss. (principio general de las causas
generadoras de responsabilidad y también de las causas eximentes de responsabilidad, ya tratados
en el capítulo anterior).

La regulación concursal de esta responsabilidad es la dispuesta en los arts. 173a 176 de la LCQ.

Como dice Filippi, en este tema hay diferencias doctrinarias. Algunos autores sostienen que se trata
de una apropiación de la acción de responsabilidad societaria por parte de la esfera concursal, y
otros califican la situación en términos de sustitución procesal que surge como consecuencia de la
quiebra.

En el juego de los arts. 274 y 59 de la LS, la normativa presupone una actuación —por parte de los
administradores— que implica "mal desempeño del cargo" según el criterio de la "lealtad y
diligencia de un buen hombre de negocios", mientras que la legislación concursal expresamente
prevé las conductas específicamente reprochables añadiéndoles el factor subjetivo del dolo. La
mención de los sujetos no constituye una delimitación taxativa, porque no está referida a funciones
específicas sino que son calificaciones genéricas de derecho aplicables a múltiples caracterizaciones.
Por efecto de tal modo de delimitación esta acción puede alcanzar, sin afectación del principio de
legalidad, a sujetos que desempeñen actividades varias, en tanto constituyesen el ejercicio de una
potestad de administración o representación del deudor.

Aquellos actos que hayan provocado un daño pero como consecuencia de desidia o negligencia no
puedan ser encuadrados en el art. 173 —pues, la norma es clara y el dolo es el único factor de
atribución para la procedencia de la acción sub examine— serán atacables por la acción del art. 175,
el cuál prevé el ejercicio de las acciones de responsabilidad contra los socios limitadamente
responsables, administradores, síndicos y liquidadores.

En lo que respecta a la carga de la prueba, quien intenta la acción debe probar el nexo de causalidad
entre la conducta antijurídica y la insolvencia, siendo el límite del daño el límite del resarcimiento
debido, según estimación judicial. Ello diferencia esta acción de la de extensión de quiebra cuya
declaración alcanza a la totalidad del patrimonio del demandado.

8.3.2. Responsabilidad de terceros. El dolo, otra vez, como requisito

El art. 173, párr. 2º, contempla la situación de los terceros (propiamente dichos) que participaron
dolosamente en el proceso de menoscabo patrimonial. El espectro de imputabilidad es muy amplio
y comprende a cualquier persona que hubiese participado en actos tendientes a la disminución del
activo o exageración del pasivo. Esto es así, pues las conductas reprochables son en este caso: a) la
disminución de responsabilidad patrimonial del fallido, y b) la contribución a la producción de la
insolvencia. A tales actos se puede concurrir —y son igualmente sancionables— como autor,
cómplice, encubridor, facilitador, pero se excluye la conducta omisiva y sólo procede cuando media
dolo en la actuación del tercero.
La responsabilidad patrimonial prevista para terceros (representantes o no) en este párrafo del art.
173 es mayor pues comprende las consecuencias inmediatas, mediatas, casuales y el daño moral, si
correspondiera. Ellos además de indemnizar los daños deberán reintegrar los bienes al concurso,
perdiendo todo derecho de reclamo ante él.

8.3.3. Trámite

La ley otorga la acción, como principio, al síndico pero no hay obstáculo para que, con apego al
trámite previo del art. 120, los acreedores sean quienes tomen la iniciativa al respecto(131), no
siéndoles exigibles a éstos el recaudo de admisibilidad formal (requerida al síndico) de la previa
conformidad de los acreedores que representen la mayoría simple del capital verificado y admitido.

Habitualmente la sindicatura promoverá la acción de responsabilidad en contra de algunos de los


ex-directivos de la sociedad, basándose en hechos tales como la omisión de solicitar en tiempo legal
el concurso de la sociedad, la violación de los deberes impuestos por los arts. 59 y 274 LS; el
incumplimiento de obligaciones fiscales y previsionales; o el despido sin causa de un dependiente
que originó una acción en contra de la fallida; basada en el derecho regulado en los arts. 173y
175LCQ.

La acción prescribe a los dos años desde la sentencia de quiebra —aun cuando no esté firme— y la
instancia perime a los seis meses. El plazo comienza a correr desde la fecha en que se dicte la
sentencia de quiebra y no desde que el vicio haya llegado a conocimiento del concurso o desde la
firmeza de dicha sentencia En cuanto a su tramitación, el artículo en análisis remite a las reglas del
juicio ordinario, pero sin perjuicio de ello cabe —con la autorización y acuerdo pertinentes— darle
el trámite incidental. La sentencia que recaiga es recurrible de acuerdo con las normas procesales
que rigieron el procedimiento ordinario a través del cual se tramitó la acción.

9. Continuación de la explotación de la empresa. Las cooperativas de trabajo (ley 26.684)


Se ha dicho sobre este tema que "con la actual ley, las cooperativas pueden tener activa
participación en la continuación de la explotación y celebrar contratos que las habiliten para ello.
Antes era igual. De hecho, todo el tópico de las empresas "recuperadas" empieza aquí. En
explotaciones —muchas veces de hecho— que no tenían claro cuál era el final del camino (el
madero al cual aferrarse en el medio del naufragio). ¿Es menester apuntar que tales explotaciones
venían sucediéndose —muchas veces— por la sola fuerza de que venían haciéndose sin autorización
judicial, ni marco legal, ni síndico que pudiera incautarse de los activos o inventariarlos, ni juez que
se animara al desalojo? Hay casos demasiado conocidos en tal sentido y es sabido que la solución
que encontraron los magistrados fue hacer celebrar a la sindicatura unos contratos de locación
medio de apuro que, como máximo, "salvaban la ropa" de la vigencia de la ley".

9.1. Normativa vigente

Los textos actuales, incluso los reformados por la ley 26.684, son los que transcribimos a
continuación. Después los comentamos.

Art. 189. El síndico puede continuar de inmediato con la explotación de la empresa o alguno de sus
establecimientos, si de la interrupción pudiera resultar con evidencia un daño grave al interés de los
acreedores y a la conservación del patrimonio, si se interrumpiera un ciclo de producción que puede
concluirse o entiende que el emprendimiento resulta económicamente viable. También la
conservación de la fuente de trabajo habilita la continuación inmediata de la explotación de la
empresa o de alguno de sus establecimientos, si las dos terceras partes del personal en actividad o
de los acreedores laborales, organizados en cooperativa, incluso en formación, la soliciten al síndico
o al juez, si aquél todavía no se hubiera hecho cargo, a partir de la sentencia de quiebra y hasta cinco
(5) días luego de la última publicación de edictos en el diario oficial que corresponda a la jurisdicción
del establecimiento. El síndico debe ponerlo en conocimiento del juez dentro de las veinticuatro
(24) horas.

El juez puede adoptar las medidas que estime pertinentes, incluso la cesación de la explotación, con
reserva de lo expuesto en los párrafos siguientes. Para el caso que la solicitud a que refiere el
segundo párrafo del presente, sea una cooperativa en formación, la misma deberá regularizar su
situación en un plazo de cuarenta (40) días, plazo que podría extenderse si existiesen razones
acreditadas de origen ajeno a su esfera de responsabilidad que impidan tal cometido (Párrafo según
ley 26.684,art. 16).
Trámite común para todos los procesos

Art. 190. (Texto según ley 26.684,art. 17) En toda quiebra, aun las comprendidas en el artículo
precedente, el síndico debe informar al juez dentro de los veinte (20) días corridos contados a partir
de la aceptación del cargo, sobre la posibilidad de continuar con la explotación de la empresa del
fallido o de alguno de sus establecimientos y la conveniencia de enajenarlos en marcha. En la
continuidad de la empresa se tomará en consideración el pedido formal de los trabajadores en
relación de dependencia que representen las dos terceras partes del personal en actividad o de los
acreedores laborales quienes deberán actuar en el período de continuidad bajo la forma de una
cooperativa de trabajo.

A tales fines deberá presentar en el plazo de veinte (20) días, a partir del pedido formal, un proyecto
de explotación conteniendo las proyecciones referentes a la actividad económica que desarrollará,
del que se dará traslado al síndico para que en plazo de cinco (5) días emita opinión al respecto.

El término de la continuidad de la empresa, cualquiera sea su causa, no hace nacer el derecho a


nuevas indemnizaciones laborales. El informe del síndico debe expedirse concretamente sobre los
siguientes aspectos:

1) La posibilidad de mantener la explotación sin contraer nuevos pasivos, salvo los mínimos
necesarios para el giro de la explotación de la empresa o establecimiento;

2) La ventaja que resultaría para los acreedores de la enajenación de la empresa en marcha;

3) La ventaja que pudiere resultar para terceros del mantenimiento de la actividad;

4) El plan de explotación acompañado de un presupuesto de recursos, debidamente fundado;

5) Los contratos en curso de ejecución que deben mantenerse;

6) En su caso, las reorganizaciones o modificaciones que deben realizarse en la empresa para hacer
económicamente viable su explotación;
7) Los colaboradores que necesitará para la administración de la explotación;

8) Explicar el modo en que se pretende cancelar el pasivo preexistente.

En caso de disidencias o duda respecto de la continuación de la explotación por parte de los


trabajadores, el juez, si lo estima necesario, puede convocar a una audiencia a los intervinientes en
la articulación y al síndico, para que comparezcan a ella, con toda la prueba de que intenten valerse.

El juez, a los efectos del presente artículo y en el marco de las facultades del art. 274, podrá de
manera fundada extender los plazos que se prevén en la ley para la continuidad de la empresa, en
la medida que ello fuere razonable para garantizar la liquidación de cada establecimiento como
unidad de negocio y con la explotación en marcha.

Autorización de la continuación

Art. 191. (Texto según ley 26.684,art. 18) La autorización para continuar con la actividad de la
empresa del fallido o de alguno de sus establecimientos será dada por el juez en caso de que de su
interrupción pudiera emanar una grave disminución del valor de realización, se interrumpiera un
ciclo de producción que puede concluirse, en aquellos casos que lo estime viable económicamente
o en resguardo de la conservación de la fuente laboral de los trabajadores de la empresa declarada
en quiebra.

En su autorización el juez debe pronunciarse explícitamente por lo menos sobre:

1) El plan de la explotación, para lo cual podrá hacerse asesorar por expertos o entidades
especializadas;

2) El plazo por el que continuará la explotación; a estos fines se tomará en cuenta el ciclo y el tiempo
necesario para la enajenación de la empresa; este plazo podrá ser prorrogado por una sola vez, por
resolución fundada;

3) La cantidad y calificación profesional del personal que continuará afectado a la explotación;


4) Los bienes que pueden emplearse;

5) La designación o no de uno o más coadministradores; y la autorización al síndico para contratar


colaboradores de la administración;

6) Los contratos en curso de ejecución que se mantendrán; los demás quedarán resueltos;

7) El tipo y periodicidad de la información que deberá suministrar el síndico y, en su caso, el


coadministrador o la cooperativa de trabajo.

Esta resolución deberá ser dictada dentro de los diez (10) días posteriores a la presentación del
informe de la sindicatura previsto en el art. 190. La resolución que rechace la continuación de la
explotación es apelable por el síndico y la cooperativa de trabajo.

Art. 191 bis. (Incorporado por ley 26.684,art. 19) En toda quiebra que se haya dispuesto la
continuidad de la explotación de la empresa o de alguno de sus establecimientos por parte de las
dos terceras partes del personal en actividad o de los acreedores laborales, organizados en
cooperativas, incluso en formación, el Estado deberá brindarle la asistencia técnica necesaria para
seguir adelante con el giro de los negocios.

Régimen aplicable

Art. 192. (Texto según ley 26.684,art. 20) De acuerdo a lo que haya resuelto el juez, el síndico, el
coadministrador o la cooperativa de trabajo, según fuera el caso, actuarán de acuerdo al siguiente
régimen:

1) Se consideran autorizados para realizar todos los actos de administración ordinaria que
correspondan a la continuación de la explotación;

2) Para los actos que excedan dicha administración, necesitan autorización judicial, la que sólo será
otorgada en caso de necesidad y urgencia evidentes; En dicho caso el juez puede autorizar la
constitución de garantías especiales cuando resulte indispensable para asegurar la continuidad de
la explotación.
3) Las obligaciones legalmente contraídas por el responsable de la explotación gozan de la
preferencia de los acreedores del concurso;

4) En caso de revocación o extinción de la quiebra, el deudor asume de pleno derecho las


obligaciones contraídas legalmente por el responsable de la explotación;

5) Sólo podrá disponerse de los bienes afectados con privilegio especial desinteresando al acreedor
preferente o sustituyendo dichos bienes por otros de valor equivalente.

En caso que la explotación de la empresa o de alguno de los establecimientos se encuentre a cargo


de la cooperativa de trabajo será aplicable el presente artículo, con excepción del inc. 3º).

Conclusión anticipada. El juez puede poner fin a la continuación de la explotación antes del
vencimiento del plazo fijado, por resolución fundada, si ella resultare deficitaria o, de cualquier otro
modo, ocasionare perjuicio para los acreedores.

Contratos de locación

Art. 193. En los casos de continuación de la empresa y en los que el síndico exprese dentro de los
treinta (30) días de la quiebra la conveniencia de la realización en bloque de los bienes, se mantienen
los contratos de locación en las condiciones preexistentes y el concurso responde directamente por
los arrendamientos y demás consecuencias futuras. Son nulos los pactos que establezcan la
resolución del contrato por la declaración de quiebra.

Cuestiones sobre locación

Art. 194. Las cuestiones que respecto de la locación promueva el locador, no impiden el curso de la
explotación de la empresa del fallido o la enajenación prevista por el art. 205, debiéndose considerar
esas circunstancias en las bases pertinentes.

Hipoteca y prenda en la continuación de la empresa


Art. 195. (Texto según ley 26.684,art. 21) En caso de continuación de la empresa, los acreedores
hipotecarios o prendarios no pueden utilizar el derecho a que se refieren los arts. 126, segunda
parte, y 209, sobre los bienes necesarios para la explotación, en los siguientes casos:

1) Cuando los créditos no se hallen vencidos a la fecha de la declaración y el síndico satisfaga las
obligaciones posteriores en tiempo debido;

2) Cuando los créditos se hallen vencidos a la fecha de la declaración, mientras no cuenten con
resolución firme que acredite su calidad de acreedor hipotecario o prendario;

3) Cuando exista conformidad del acreedor hipotecario o prendario para la suspensión de la


ejecución.

Son nulos los pactos contrarios a las disposiciones de los incs. 1º y 2º.

Por decisión fundada y a pedido de la cooperativa de trabajadores, el juez de la quiebra podrá


suspender las ejecuciones hipotecarias y/o prendarias por un plazo de hasta dos (2) años.

9.2. Necesidad de reglamentar el sistema

Con referencia a estas disposiciones ha expresado atinadamente Favier Dubois (h)(134)que "...si la
gestión del empresario fracasó como tal y llevó a su empresa a la quiebra, resulta acertado dar la
oportunidad a los trabajadores para continuarla bajo la forma de una cooperativa. Sin embargo, tal
sustitución no puede hacerse mediante la lisa y llana apropiación de los medios de producción sino
por medio de un procedimiento de administración temporaria y transparente de la empresa y de
una posterior adquisición que contemple debidamente los intereses de la totalidad de los
acreedores, del deudor, de otros interesados, y de los propios trabajadores, lo que no vemos
cumplido en la ley. Entendemos, a los fines de este comentario preliminar, que tal como la ley fue
sancionada resultan necesarias algunas reglamentaciones para una correcta aplicación que
garantice el cumplimiento de sus finalidades".
Al respecto postuló el mencionado profesor una reglamentación especial que regule a las
cooperativas de trabajo que administran o adquieren empresas insolventes, con un régimen
riguroso de administración, de responsabilidades y de publicidad contable, con una fiscalización
externa permanente e independiente y conteniendo la expresa declaración de pérdida del derecho
a continuar y/o adquirir la empresa en los casos que conductas dolosas de los propios integrantes
de la cooperativa hubieran influido sobre la insolvencia, en los términos del art. 173de la ley 24.522.

9.3. Las cooperativas de trabajo en la continuación de la explotación

Ha considerado Tévez que no es ésta la continuación "tradicional" o "clásica", desempeñada por el


síndico (o, en su caso, juntamente con el coadministrador que hubiere designado el juez).

Le asiste razón en cuanto la enmienda de la ley 26.684 ha variado la filosofía que preside toda
continuación de la actividad empresaria en la quiebra, porque se privilegia ahora la continuidad por
sobre la urgencia en la venta de los activos. Así debe necesariamente concluirse, pues se ha
eliminado el carácter restrictivo que había inspirado a las previsiones de la ley 24.522(135).

Parece claro que el legislador de 2011 ha buscado retomar, como principio rector, el de la
conservación de la empresa, que prevalece como tendencia general en la legislación concursal
comparada —en particular, frente al fenómeno de la insolvencia—.

La ley 24.522 modificó radicalmente los objetivos del instituto de la continuación de la explotación,
imprimiéndole un carácter de excepción. En la visión del legislador de 1995 la continuación de la
actividad no tenía por finalidad reorganizar la empresa ni impedir o demorar su liquidación, sino
posibilitar que ésta se llevase a cabo, como empresa en bloque, a un mejor precio que el que pudiera
obtenerse de la venta en forma separada de los elementos del emprendimiento. Y ello en beneficio,
principalmente, de los acreedores del fallido. Tal fue, en efecto, la filosofía de la ley 24.522, según
la doctrina citada.

En lo sustancial se reconoce ahora expresamente la posibilidad de que la cooperativa de trabajo


integrada por acreedores laborales y/o dependientes, asuma la gestión de la etapa continuativa u
obtenga la cesión del uso y goce del activo para proseguir con la explotación.
9.3.1. La cooperativa de trabajo como contratante respecto de bienes sujetos a desapoderamiento

Como es sabido, el desapoderamiento que conlleva el dictado del decreto de quiebra implica privar
al fallido de la administración y disposición de los bienes afectados por el procedimiento.

Se produce así la transferencia de las facultades que poseía el deudor cuando se hallaba in bonis a
favor del órgano jurisdiccional, el que, a su vez, delega por ley aquellas atribuciones a favor de la
sindicatura en lo que respecta a la administración del activo incautado.

De allí que el síndico se encuentre investido de la función de administrador de los bienes del fallido;
y que, por consecuencia de ello, nuestro régimen legal faculta al funcionario a celebrar los contratos
que estime necesarios para la conservación y administración de los bienes incautados, con previa
autorización judicial.

El art. 187 ha sido ahora reformado con el alcance de reconocer expresamente a la cooperativa de
trabajo que contrata con la quiebra a fin de obtener el uso y goce del activo falencial.

9.3.2. La cooperativa de trabajo como responsable de la continuación empresaria

9.3.2.1. Continuación inmediata


Se posibilita la continuación inmediata si de la interrupción pudiera resultar con evidencia un daño
grave al interés de los acreedores y a la conservación del patrimonio; pero además se incluyen otras
pautas que el juez deberá tener en cuenta a efectos de adoptar la decisión pertinente.

Las tres nuevas alternativas contempladas para viabilizar la continuación, según la ponderación del
síndico, son las siguientes: (i) Si se interrumpiera un ciclo de producción que puede concluirse; (ii) si
entiende el funcionario que el emprendimiento resulta económicamente viable; y (iii) si la
cooperativa de trabajo lo solicita con sustento en la conservación de la fuente laboral.

9.3.2.2. Continuación ulterior

En el régimen legal vigente actualmente el instituto de la continuación de la actividad de la empresa


en quiebra deja de ser visto como una excepción.

De allí que también en el nuevo art. 190 se elimina la palabra "excepcionalmente". Es que el objetivo
central de la modificación en materia de continuación empresaria es potenciar la posibilidad de que
la cooperativa de trabajo la lleve adelante.

Se abandona así el criterio excluyente de la tutela del interés de los acreedores, que, hasta la sanción
de la reforma que analizamos, revelaba una nítida alineación ideológica.

Sin embargo, se incorporan dos aditamentos fundamentales para el caso de que la cooperativa
requiera la continuidad: 1) La obligación de aquélla de presentar un plan de empresa dentro de los
veinte días del pedido formal que realice, continente de "las proyecciones referentes a la actividad
económica que desarrollará"; y 2) la posibilidad del juez de celebrar una audiencia en el marco de
la quiebra de modo previo a adoptar una decisión respecto de la continuación de la explotación.
9.3.2.3. Resolución del juez sobre la continuación de la explotación

El juez de la quiebra debe pronunciarse, dentro de los diez días posteriores a la presentación del
informe sindical previsto en el art. 190, admitiendo o rechazando la continuación. Esta regla se
mantiene en el actual régimen legal.

La decisión judicial que debe pronunciar el magistrado en el supuesto de autorizar la continuación


atiende esencialmente a la modalidad que aquélla habrá de asumir. Así, el juez deberá determinar,
por ejemplo, qué contratos en curso de ejecución se mantienen y cuáles quedan resueltos (art. 191
inc. 6º), o qué personal continuará afectado a la explotación (art. 191 inc. 3º), entre otras cosas; y
ello, contando con el dictamen que sobre aquéllos y otros aspectos la ley dispone que debe
presentar el síndico.

Este contenido específico de la resolución judicial es modificado en dos aspectos:

a. El plazo de la continuación.

La norma modificada dispone ahora que, a fin de expedirse sobre aquel término, el juez tomará en
cuenta "el ciclo y el tiempo necesario para la enajenación de la empresa o establecimiento".

La previsión flexibiliza el plazo de la continuación. Así pues debe ponderar ahora la extensión del
"ciclo" (se trata, obviamente del "ciclo productivo").

b. Información a suministrar por la cooperativa.

9.3.2.4. La asistencia técnica del Estado

La ley 26.684 incorpora el art. 191 bis, la carga del Estado de apoyar a las cooperativas de
trabajadores en la quiebra sin que se advierta el fundamento de esta incorporación. Es que la
asistencia que pueda proveer el Estado —sea técnica, en orden a lo previsto por la norma; sea
económica, a través de subsidios u otras ayudas— no requiere de la inclusión de norma alguna en
la ley de concursos y quiebras, que debe regular otras cuestiones.

9.3.2.5. Régimen legal de la continuación

El régimen aplicable a la continuidad de la actividad empresarial post quiebra atiende a las


facultades que ostenta quien la lleve adelante: El síndico (solo o juntamente con el coadministrador
en su caso designado), en la continuidad "tradicional" o "clásica"; y la cooperativa de trabajo, en la
"nueva" continuidad ahora diseñada.

Salvo que el juez hubiere dispuesto restricciones específicas en la resolución respectiva, aquéllos
tienen atribuciones suficientes para realizar todos los actos de administración ordinaria que
correspondan a la continuación de la explotación; y requieren, en cambio, autorización judicial para
efectuar todos aquellos que excedan de la administración ordinaria.

En términos generales —modificando en parte la redacción y numerando los apartados—, el


contenido del art. 192 es mantenido en la norma reformada.

Ello es así salvo en un aspecto: se prevé ahora que en caso de que sea la cooperativa la que se
encuentre a cargo de la continuación, deviene inaplicable el apartado 3. Dicho de otro modo: Las
obligaciones asumidas por la cooperativa de trabajo son ajenas al concurso y no gozan de la
preferencia del art. 240de la LCQ.

10. Liquidación, informe final y distribución


10.1. Liquidación

Usualmente se caracteriza a la quiebra como un procedimiento de ejecución colectiva, cuyo fin


esencial consiste en convertir los bienes del deudor en un medio universal de pago, es decir, en
dinero, para repartirlo proporcionalmente entre los acreedores, en lo que se conoce como
dividendo concursal.

La realización de los bienes debe comenzar de inmediato y con las dos salvedades contempladas en
el art. 203 de la LCQ (que se hubiera interpuesto recurso de reposición contra la sentencia de
quiebra o haya sido admitida por el juez la conversión de ella en concurso preventivo, según el art.
90 de la misma ley). A éstas se agregó una tercera salvedad, por demás obvia, que se haya resuelto
la continuación de la explotación según lo normado por los arts. 189, 190 y 191, en cuyo caso
resultaría absurdo que a la vez se liquidaran los activos.

En la ejecución derivada de la falencia, el juez está imperativamente obligado a vender (careciendo


de relevancia el impulso y/o estímulo procesal de los acreedores) en tanto no opere de manera
firme alguna de las formas conclusivas de la quiebra. La liquidación falencial ha de conducirse de
acuerdo con ciertas pautas, entre ellas: (i) Celeridad: la ley 24.522 prescribe la inmediata realización
de los bienes y su liquidación se ordena en la misma sentencia de quiebra (arts. 88 inc. 9º, 203), (ii)
Contado: la venta se debe realizar al contado sin poder otorgarse el beneficio del plazo —arts. 205,
inc. 4º, párr. 3; conc. 208 in fine— y con garantía de mantenimiento de la oferta (art. 205 incs. 5º y
8º)(137).

10.1.1. Formas de realización

La realización de los bienes debe hacerse en la forma más conveniente al concurso, dispuesta por el
juez según este orden preferente, fijado por el art. 204:

a) enajenación de la empresa, como unidad;


b) enajenación en conjunto de los bienes que integren el establecimiento del fallido, en caso de no
haberse continuado con la explotación de la empresa;

c) enajenación singular de todos o parte de los bienes.

Cuando lo requiera el interés del concurso o circunstancias especiales, puede recurrirse en el mismo
proceso a más de una de las formas de realización.

La interpretación del último párrafo del art. 204 en cuanto sostiene que "...puede recurrirse a más
de una de las formas de realización", sólo puede considerarse adecuada y conforme a derecho, en
cuanto se refiere a que la enajenación de los bienes puede ser en parte en conjunto y en parte en
manera singular.

10.1.2 Aspectos particulares de la venta de los bienes (arts. 203, 203, bis, 205 y 217 de la LCQ)

La ley 24.522 tuvo un criterio categórico en relación a la rapidez o inmediatez de la venta de los
activos. Como recién vimos, campeaba la idea de que la rápida restitución del establecimiento —o
de los activos— al circuito productivo era la mejor respuesta a la crisis y a los intereses en juego.

La reforma a través de la ley 26.684 no ha cambiado ese paradigma, sino que lo ha elastizado para
los casos en que la continuidad empresaria (que como sabemos, no es ya excepcional), esté a cargo
de cooperativas de trabajo.

El nuevo art. 203 mantiene la inmediatez en la directriz de la venta de los activos, así como en el art.
217 subsiste la necesidad de realizar las actividades liquidatorias de los bienes en cuatro meses.
Pero en el primero se introduce la idea de estiramiento de los plazos para dar un lugar y el tiempo
apropiado para el caso de continuidad de la explotación (en caso de actuar una cooperativa de los
trabajadores o aún sin ella). Y en el art. 217 se suprime la sanción dirigida a síndicos y jueces si no
observaban el plazo previsto al inicio y se permite la ampliación del mismo por noventa días más.
Lamentablemente no se suprimió la superposición de esta norma con las del inc. 7º del art. 205,
pero es un detalle menor.

Ninguna objeción merecen esas reformas que, antes bien, se corresponden con la lógica del auspicio
a la continuidad de las actividades y la ya relacionada supresión de la excepcionalidad originaria.
10.1.3. Bienes gravados: hipoteca, prenda y privilegios especiales

El art. 206 asienta un principio general derivado de la naturaleza jurídica del privilegio: la realización
del bien afectado al mismo se traslada al precio. También resulta de aquel principio que,
respondiendo el bien con privilegio hasta el importe de su valor, el precio a recibir por el titular del
privilegio no puede ser inferior al mismo.

En el dispositivo legal se hace referencia a la planilla especial que debe completar el síndico haciendo
constar los créditos con privilegio especial, cuyo titular en el supuesto de ser omitido en el listado y
no reclamar dentro de los diez días del primer edicto, pierde la preferencia con relación a los
incluidos(138). Esto debe entenderse dentro de la situación generada por la venta de la empresa en
su conjunto, incluyendo bienes que son asiento de privilegios especiales. Como en un principio el
precio no puede ser inferior a la sumatoria de esos créditos, no generaría conflictos entre los
acreedores dado que cobrarían sus créditos íntegramente.

10.1.4. Subasta (art. 208)

La designación de tasador no es la única manera de determinar la base, pues salvo disposiciones


particulares, faltando una regulación suficiente, se recurre a las disposiciones de las leyes locales
relativas al proceso ejecutivo, que son de aplicación supletoria. En el ámbito nacional, el Código
Procesal (art. 578) propone: a) acuerdo de partes; b) 2/3 de la valuación fiscal actualizada; c) 2/3 de
la tasación efectuada por perito.

Los pactos de las partes con relación a la designación del martillero, en principio no son de
aplicación, pues sobre ellos prevalece la legislación concursal por su carácter de orden público.
Además, como medida complementaria se le impone al sindico el control del remate.
En todo lo demás y subsidiariamente, son de aplicación supletoria las leyes procesales locales
relativas a la venta en subasta pública, en cuanto fueren compatibles con la rapidez y economía del
trámite concursal.

10.1.5. Concurso especial. Trámite procesal (art. 209)

El concurso especial tiene un trámite procesal propio, sumamente abreviado, que la LCQ concede a
los acreedores hipotecarios y prendarios en caso de quiebra (arts. 126 y 209). No rige en el concurso
preventivo, en el cual dichos acreedores tienen la posibilidad de promover la pertinente ejecución
individual (art. 21, inc. 1º).

La finalidad del concurso especial radica en obtener la realización separada de los bienes afectados
en garantía, en forma independiente de la liquidación de los restantes bienes.

10.2. Distribución

La LCQ establece en su art. 218 que diez días después de aprobada la última enajenación, el síndico
debe presentar un informe en dos (2) ejemplares, que contenga la rendición de cuenta de las
operaciones efectuadas, acompañando los comprobantes, el resultado de la realización de los
bienes, con detalle del producido de cada uno, y la enumeración de los bienes que no se hubieran
podido enajenar, de los créditos no cobrados y de los que se encuentren pendientes de demanda
judicial, con explicación sucinta de sus causas.

Asimismo debe formular el llamado proyecto de distribución final, "con arreglo a la verificación y
graduación de los créditos, previendo las reservas necesarias".
10.2.1. Publicación y observaciones

El mismo art. 218 prescribe que se publican edictos por dos días en el diario de publicaciones legales,
haciendo conocer la presentación del informe, el proyecto de distribución final, y la regulación de
honorarios de primera instancia.

10.2.2. Orden de distribución y pago

La distribución supone un momento contablemente único, atemporal; sin perjuicio de que el


efectivo pago pueda acontecer —y de hecho así sucede— en distintas instancias, hechas las
previsiones que permiten al síndico cumplir con el mandato legal de las normas concursales, pues
sin perjuicio de lo que venimos sosteniendo, en el caso de los créditos de índole alimentaria
coincidimos en que no pueden ser demorados en su percepción cuando existen fondos disponibles.

10.2.3. Instancias de prededucibilidad

Previo al pago de los créditos verificados, deben ser satisfechos los gastos por los servicios y las
prestaciones que el proceso de realización generó, con el producido de los bienes sobre los que
aquéllos recayeron.

Esos gastos deben ser previamente deducidos y de aquí deriva esa denominación. Asimismo,
respecto de dicha prededucibilidad de los "créditos por gastos concursales", hacemos notar que hay
dos instancias distintas en que la LCQ considera su pago.
Una es la del art. 244 que, en particular, establece una reserva de su producido, para satisfacer los
gastos ocasionados por los bienes que sean asiento de créditos con privilegios especiales(139).

Otra instancia es la del art. 240, que abarca a todos los que han aprovechado en general al proceso.
Son los llamados "acreedores del concurso" —o más antiguamente "de la masa"—, por oposición a
los acreedores del deudor fallido. De no alcanzar para cubrirlos totalmente a cada uno de ellos, los
fondos existentes se distribuyen a prorrata entre estos créditos.

Entendemos que la ratio de la norma exige: que el pago no puede ser hecho sino hasta que el crédito
sea exigible, luego que haya fondos suficientes y, por último que su efectivo pago no lesione
derechos previos o "mejores".

Por último destacamos que si los fondos no alcanzaren a pagar los "créditos por los gastos
concursales", la quiebra deberá ser clausurada por falta de activo y los autos girados a sede penal
bajo la presunción de fraude.

10.2.4. Reservas (art. 220)

Según esta norma, en todos los casos deben efectuarse las siguientes reservas: 1) Para los
acreedores cuyos créditos están sujetos a condición suspensiva; y 2) Para los pendientes de
resolución judicial o administrativa.

La constitución de tales reservas obedece primordialmente al propósito de no excluir a los créditos


que aún se hallan pendientes, en alguna de las circunstancias contempladas. El síndico, al practicar
el estado de distribución total, y en su caso la decisión judicial que lo disponga, deberá reservar una
parte para cubrir esos créditos o pendencias.
10.2.5. Pago y caducidad del dividendo concursal

Aprobado el estado de distribución, se procede al pago del dividendo que corresponda a cada
acreedor (LCQ, art. 221, que seguidamente indica los modos de hacerlo efectivo)(140).

Una vez aprobada la adjudicación del dividendo concursal, el acreedor debe solicitar se haga
efectiva dentro del año, bajo consecuencia de caducidad. La misma se produce ipso jure y puede ser
declarada de oficio, debiéndose ordenar la transferencia de los fondos afectados a la autoridad
administrativa para que ésta los destine al fomento de la educación común (art. 224LCQ).

11. Funcionarios, reglas procesales y conclusión de la quiebra

11.1. Funcionarios: el síndico

La LCQ enumera a los funcionarios en el art. 251: Son funcionarios del concurso el síndico, el
coadministrador y los controladores del cumplimiento del acuerdo preventivo y de la liquidación en
la quiebra.

La figura de la sindicatura concursal ha sido objeto de concienzudos estudios acerca de su naturaleza


y encuadramiento jurídico, sin que se haya concluido en darle una respuesta unívoca. No obstante,
la institución funciona de acuerdo con las necesidades de cada etapa y momento en los procesos
concursales.

Se ha sostenido que la Sindicatura integra el organismo jurisdiccional, lo cual la aproxima al ejercicio


de una función pública. Sin embargo y tal como adelantamos, se trata de un profesional —contador
público diplomado— privado que, bajo ciertos recaudos legales, se incorpora a la justicia para actuar
en el concurso.
Calificados autores caracterizan al síndico como un órgano profesional del concurso: no es
representante de los acreedores, ni del fallido, aunque su actuación a veces coincide con los
intereses de unos y de otro. Se trata de un modo de articulación del oficio falencial que en algunos
casos produce la sustitución de los acreedores y del deudor para asegurar la finalidad del proceso,
pero sin alterar el carácter de partes de aquéllos.

En nuestra opinión la proximidad al ejercicio de una función pública no convierte al síndico en


funcionario público, sino que solamente tiene el alcance de asimilarlo a otros efectos. Cuando se
acude a esa analogía se trata de proporcionar una consecuencia ulterior, o sea, fijar el marco
normativo y la competencia para el juzgamiento de su responsabilidad y la del mismo Estado.

….

12. Conclusión de la quiebra. Clausura del procedimiento e inhabilitación del fallido

La conclusión de la quiebra importa que ella se agota en su sustanciación y en sus efectos, es decir,
que el sujeto deja de estar en quiebra, levantándose la inhibición a la que estaba sujeto y quedando
sin efecto el desapoderamiento. La liquidación de los activos del deudor es —por así decirlo— el
modo normal y ortodoxo de conclusión. Pero existen otros, como mostramos a continuación.

12.1. Avenimiento: condiciones y efectos

La base del avenimiento está constituida por los acuerdos estipulados entre el fallido y todos sus
acreedores, singularmente considerados, que componen la masa pasiva de la quiebra. Así, los
acreedores se "avienen" a concluir con la quiebra y sus efectos. No importa que el avenimiento se
haya celebrado en un sólo acto y con iguales condiciones para todos los acreedores. Aunque
formalmente único, será en sustancia un conjunto de contratos, cuyas partes contratantes serán el
fallido y cada uno de los acreedores adherentes.

En dichos contratos, base del avenimiento, las partes pueden estipular libremente lo que más
convenga a sus intereses. Ya sea una espera, una quita o ambas a la vez, o una ventaja cualquiera.
Basta que el avenimiento sea aceptado por unanimidad de los acreedores cuyos créditos fueron
declarados admisibles, para que el juez deba declarar la conclusión de la quiebra.

En el avenimiento, la intervención judicial tiene por objeto comprobar si todos los acreedores
verificados han prestado su conformidad, nada más. En efecto, el deudor puede solicitar la
conclusión de su quiebra —dispone el art. 225— cuando consientan en ello todos los acreedores
verificados, expresándolo mediante escrito cuyas firmas deben ser autenticadas por notario o
ratificadas ante el secretario. La petición puede ser formulada en cualquier momento, después de
la verificación, y hasta que se realice la última enajenación de los bienes del activo, exceptuados los
créditos.

A diferencia de otros acuerdos en los que la voluntad de la mayoría decide con efecto vinculante
para los acreedores minoritarios, el avenimiento requiere el consentimiento de todos y cada uno de
los acreedores.

Las exigencias legales se complementan con el art. 226, según el cual el juez puede requerir el
depósito de una suma, para satisfacer el crédito de los acreedores verificados que, razonablemente,
no pueden ser hallados, y de los pendientes de resolución. Esto también parece razonable e incluso
es susceptible de involucrar algo importante en la práctica de esta materia. Que debe contemplarse
la renuencia de algún o algunos acreedores a prestar la conformidad requerida por la ley, para
aprovecharse de la situación con exigencias —a veces indebidas, abusivas o excesivas— por lo que
corresponde autorizarse a remover sus oposiciones por medio del depósito judicial de sus
acreencias. Así se ha resuelto en algunos casos, por cierto que acertadamente.

Al disponer la conclusión de la quiebra, el juez determina la garantía que debe otorgar el deudor
para asegurar los gastos y costas del juicio, fijando el plazo pertinente. Vencido éste, siguen sin más
los trámites del concurso.

Agrega el art. 227, última parte, que el avenimiento hace cesar todos los efectos patrimoniales de
la quiebra, pero mantienen su validez los actos cumplidos hasta entonces por el síndico o los
coadministradores. La falta de cumplimiento de los acuerdos que el deudor haya realizado para
obtener las conformidades, no autoriza la reapertura del concurso, sin perjuicio de que el interesado
pueda requerir la formación de uno nuevo.

12.2. Pago total y Cartas de pago. Ausencia de pasivo

Según el art. 228, si los bienes alcanzan para el pago a los acreedores verificados, los pendientes de
resolución y los gastos y costas del concurso, debe declararse la conclusión de la quiebra por pago
total, una vez aprobado el estado de distribución definitiva. Si existe remanente, deben pagarse los
intereses suspendidos a raíz de la declaración de quiebra, considerando los privilegios. El síndico
propone esta distribución, la que el juez considerará, previa vista al deudor, debiendo pronunciarse
dentro de los diez días. El saldo debe entregarse al deudor.

Asimismo, "el artículo precedente se aplica cuando se agregue al expediente carta de pago de todos
los acreedores, debidamente autenticada, y se satisfagan los gastos íntegros del concurso." Y
también en la hipótesis de que "a la época en que el juez debe decidir sobre la verificación o
admisibilidad de los créditos, no exista presentación de ningún acreedor, y se satisfagan los gastos
íntegros del concurso".

12.3. Pago total derivado de la liquidación de los bienes

Es así que la LCQ contempla posibilidades distintas: el pago por medio de la liquidación de los bienes
del fallido y el pago íntegro a los acreedores; además, que los mismos se den por pagados por un
tercero —recordemos que el deudor está desapoderado—, y otorguen en consecuencias cartas de
pago. Esta otra hipótesis no está prevista por la LCQ y es igualmente admisible.
12.4. Cartas de pago e inexistencia de pasivo

Por su parte, el art. 229LCQ, regula dos supuestos que comparten una nota conceptual similar: la
inexistencia de pasivo exigible, derive esta de haber sido satisfecho o de no haberse constituido en
el concurso.

La carta de pago es simplemente un instrumento escrito, proveniente del acreedor (o de su


mandatario) de satisfacción o de cancelación de la acreencia verificada en la quiebra. O que
simplemente exprese esto último, aunque no declare cómo fue provocada esta consecuencia(153).

La extinción —en esta variante— se instrumenta con la presentación en el expediente de las cartas
de pago de la totalidad de los acreedores, autenticadas por escribano o ratificadas por los
acreedores ante el secretario del juzgado.

12.5. Convergencia de causas de conclusión de la quiebra o soluciones mixtas

La conclusión de la quiebra puede darse además por una convergencia de causas o modalidades
como las recién descriptas.

No hay interés en mantener una quiebra si, por ejemplo, la mitad de los acreedores dice que ya no
son tales y la otra mitad dice que está de acuerdo en que se concluya la quiebra. Con buen criterio,
se ha terminado por flexibilizar las soluciones, admitiendo estas conclusiones llamadas mixtas. La
aceptación de estas modalidades persigue evitar que algún acreedor extorsione al deudor
apresurado por su liberación, exigiendo pagos extraordinarios. Por otro lado puede abusarse el
deudor, so pretexto de no localizar al verificado a fin de depositar para este lo menos posible.
12.6. Clausura del procedimiento falencial

La clausura se refiere al procedimiento de quiebra y constituye una medida provisional que puede
cambiar en el futuro si varían las condiciones fácticas ponderadas al decretársela. En tal sentido la
clausura no hace que la quiebra termine, sino que sólo acaezca la suspensión de los trámites.

Dos circunstancias autorizan al tribunal para disponer la clausura de la actividad del concurso,
desobligándose de vigilarlo e instarlo oficiosamente, y relevando al síndico del urgimiento
continuado de su función. La clausura procede cuando no hay bienes por realizar, o liquidados
aquellos que fueron objeto del desapoderamiento, no han sido pagados íntegramente los créditos.
En tales casos el juez dispone la clausura del procedimiento, que puede reabrirse cuando aparezcan
bienes del fallido susceptibles de desapoderamiento.

Siempre es necesaria la consumación de la etapa de verificación de créditos. Cuando algunos bienes


hayan sido incautados, corresponderá cursar el trámite de realización y distribución, por lo que la
clausura sobrevendrá una vez aprobado el proyecto de distribución que informe sobre la
inexistencia de bienes a liquidar.

12.6.1. Clausura por falta de activo. Presunción de fraude

El art. 232de la LCQ dispone al respecto: Presupuestos. Debe declararse la clausura del
procedimiento por falta de activo, si después de realizada la verificación de los créditos, no existe
activo suficiente para satisfacer los gastos del juicio, incluso los honorarios, en la suma que,
prudencialmente, aprecie el juez. Del pedido de clausura que realice el síndico, debe darse vista al
fallido; la resolución es apelable.

Y agrega el art. 233: Efectos. La clausura del procedimiento, por falta de activo, importa presunción
de fraude. El juez debe comunicarla a la justicia en lo penal, para instrucción del sumario pertinente.

Frente a la falta de bienes, atendiendo la inexistencia de finalidad práctica de cumplir el objetivo


procesal liquidatorio y distributivo del proceso concursal de quiebra, el órgano jurisdiccional debe
disponer el cierre del procedimiento, lo que puede hacer de oficio y sin sustanciación, a instancia
del síndico, o de algún acreedor verificado.

La presunción de comportamiento fraudulento ante la inexistencia de bienes ha traído no pocos


problemas jurisdiccionales en el pasado. Cabe entender que el criterio de la norma debe ser afinado
con el texto de la norma penal y la remisión de las actuaciones concursales ha de proceder —como
en cualquier otro caso— cuando el magistrado advirtiese la comisión de un delito de acuerdo con
el Código Penal y no con ajuste a la LCQ, pues es aquél el cuerpo normativo el que establece las
conductas punibles.

El art. 176 del Código Penal fija como conductas delictivas la simulación de deudas (inc. 1º), la no
justificación de la existencia o desprendimiento de bienes sujetos al desapoderamiento (inc. 2º) y la
concesión de ventajas a algunos acreedores en violación a la pars conditio creditorum. Asimismo,
será punible la destrucción, inutilización, daño, ocultamiento o desaparición de bienes sujetos al
desapoderamiento, o la disminución de su valor para frustrar la satisfacción de los créditos (art.
179). Y, en general, la connivencia entre el deudor y algunos acreedores para establecer ventajas
especiales en detrimento de los demás interesados.

La ausencia de activo presumida como indicio de comportamiento fraudulento puede —desde


luego— desvirtuarse con la demostración de que no hubo voluntad del deudor dirigida a obtener el
resultado dañoso, sino a infortunios casuales, pero no compete hacerse ante el juez penal (salvo
que se hubieran configurado, prima facie, los extremos de los tipos penales expuestos).

El legislador parece expresar —en el art. 233— que el juez comercial —a la luz de los principios que
rigen el derecho penal— no puede dejar de sospechar la posible comisión de delito por parte del
deudor fallido y por ello se torna indefectible la obligación de denunciar. En definitiva, quiere la ley
que este tipo especial de falencia pase siempre por el análisis de un juez en lo penal, sin que ello
implique condicionamiento alguno para éste en cuanto a la apreciación de la prueba y la calificación
legal de los hechos. En síntesis, es una presunción de fraude al solo efecto de fundar una denuncia
por el juez en lo comercial sin ningún mandato específico para el juez penal. Y en ese sentido,
pareciera ser iuris et de iure, sin admitir excepción en contra por prudente que parezca.

12.6.2. Clausura por distribución final y reapertura


Esta otra posibilidad está contemplada por el art. 230, que trata los "Presupuestos" de la misma y
dice que: Realizado totalmente el activo, y practicada la distribución final, el juez resuelve la clausura
del procedimiento. La resolución no impide que se produzcan todos los efectos de la quiebra.

El artículo siguiente se refiere a la "Reapertura" y establece: El procedimiento puede reabrirse


cuando se conozca la existencia de bienes susceptibles de desapoderamiento. Los acreedores no
presentados sólo pueden requerir la verificación de sus créditos, cuando denuncien la existencia de
nuevos bienes.

Y como ya anticipamos, puede suceder también que "pasados dos años desde la resolución que
dispone la clausura del procedimiento, sin que se reabra, el juez puede disponer la conclusión del
concurso" (art. 231 in fine).

Esta causal de clausura requiere que se hubiera agotado la liquidación de los bienes desapoderados,
y practicado la distribución del producido (art. 221), resultando de ello una cobertura parcial del
pasivo concursal y la imposibilidad ostensible de seguir los procedimientos por aparente ausencia
de otro activo que el realizado antes.

También podría gustarte