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Detonante:

Desde 1870, la tensión política entre las principales potencias europeas era manifiesta. Francia y
Alemania se hallaban enfrentadas desde que, tras la guerra franco-prusiana, Francia había perdido
los territorios de Alsacia y Lorena, y la situación se había agravado con la cuestión colonial en el
norte de África. Por otro lado, los intereses económicos habían acrecentado la rivalidad entre el
Reino Unido y Alemania, y Rusia y Austria competían por los territorios balcánicos. En este
ambiente funcionaba un sistema de alianzas entre los países europeos. Desde 1887, Italia se
hallaba unida a Alemania y al imperio austrohúngaro por la Triple Alianza. Por su parte, Rusia,
Francia y Reino Unido habían aliado sus intereses por la Triple Entente de 1907.

El deseo de Austria-Hungría de acabar con Serbia, poderoso foco de agitación eslava, la creencia
rusa de que una guerra exterior le permitiría soslayar sus problemas internos y acabar con los
elementos revolucionarios, y la amenaza económica que representaba Alemania para Francia e
Inglaterra fueron las causas remotas de la Primera Guerra Mundial.

Pero la causa inmediata del estallido de la guerra fue el asesinato (junio 1914) en Sarajevo del
archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austrohúngara. El gobierno austrohúngaro
declaró la guerra a Serbia, la cual fue apoyada por Rusia. El funcionamiento del mecanismo de la
Triple Entente, firmado en 1907 por Gran Bretaña, Francia y Rusia, motivó que Alemania declarara
la guerra a Rusia y Francia (agosto 1914). La violación de la neutralidad belga por los alemanes
acabó de decidir a Gran Bretaña, que les declaró la guerra. En noviembre de 1914, el Imperio
Otomano entró en la guerra, lo que significó la apertura de distintos frentes en el Caúcaso,
Mesopotamia y el Sinaí. Italia y Bulgaria se unieron a la guerra en 1915, Rumania en 1916 y
Estados Unidos en 1917.

La guerra y sus fases:

Nadie esperaba que la guerra que acababa de estallar se fuera a complicar tanto, afectara a tanta
gente y marcara tanto a Europa y, por consiguiente, debido a la expansión colonial por Asia y
África de finales del siglo XIX, al orbe entero. Se le conocería, por ello, como la Gran Guerra (1914-
1918).

Fueron cuatro años de dolor, muerte, refugiados, sufrimiento y llanto. Una guerra que a priori solo
iba a afectar a los soldados acabó implicando a todos los ciudadanos en mayor o menor medida.
En los países en conflicto fueron reclutados todos los hombres en edad militar, conformándose así
los ejércitos nacionales. Además, los grandes inventos y avances técnico-científicos de la
Industrialización se pusieron al servicio de la guerra. Hubo armas nuevas y poderosas que
causaron muerte y destrucción en dimensiones desconocidas hasta la fecha. Esta guerra iba a
cambiar el mundo.
El teniente 2º Valmore A. Browning del Ejército de los Estados Unidos, disparando una
ametralladora M1917. Esta ametralladora fue empleada en el Sector del Argonne y está siendo
probada por el Tte. Browning en Thillombois, Meuse, Francia, el 5 de octubre de 1918.

Las fases del conflicto, que se inició con el asesinato de Sarajevo del archiduque Francisco
Fernando de Austria en 1914, fueron las siguientes: guerra de movimientos, guerra de posiciones y
crisis de 1917

La guerra de movimientos (1914)

Recibe el nombre de las operaciones que tuvieron lugar durante 1914, centradas en los esfuerzos
alemanes para derrotar a Francia y, una vez conseguido esto, aniquilar los ejércitos de Rusia.
Durante esta fase los alemanes emplearon una estrategia basada en rápidos movimientos con el
objetivo de sorprender a sus adversarios.

Se desarrolló en dos frentes:

En el occidental

Alemania puso en práctica el plan diseñado por el general del Estado Mayor A. Von Shlieffen e
invadió Bélgica violando con ello la neutralidad de ese país. La intención era sorprender a los
franceses por el norte y llegar hasta París en pocas semanas.

El plan Shlieffen pareció tener éxito, pues una vez eliminada la oposición de los franco-británicos
en Charleroi, los alemanes emprendieron un rápido avance por territorio francés sin encontrar
apenas una resistencia organizada. El gobierno francés hubo de abandonar París y se retiró a
Burdeos.

Sin embargo, ante el empuje alemán, los franceses replegaron sus tropas y las concentraron en
torno al río Marne. El comandante de las fuerzas alemanas Von Moltke, presumiendo una fácil
victoria, envió algunas divisiones al frente oriental, donde los rusos resistían con fuerza y solidez
inesperadas.

Los franceses, comandados por el general Joffre, reorganizaron sus ejércitos aprovechando el
traslado de tropas alemanas al frente oriental. Pasaron a la ofensiva el día 5 de septiembre, fecha
de inicio de la batalla del río Marne donde sorprendieron a los desprevenidos alemanes que
hubieron de emprender la retirada, aunque más tarde lograron estabilizar el frente.

La batalla del Marne puso de relieve el fracaso de los planes alemanes para vencer a los franceses
mediante un ataque relámpago. Moltke fue sustituido por el general Falkenhayn.

En el frente oriental

El fracaso alemán en Francia se debió en gran medida a la contundente intervención de los rusos,
hecho no previsto por los estrategas alemanes que menospreciaban su capacidad de movilización.
Por contra, los rusos penetraron en Prusia oriental a finales de agosto derrotando a los austríacos
en Lemberg y conquistando la región polaca de Galitzia (bajo soberanía austríaca).

Mariscal Hindenburg
El inesperado empuje ruso provocó el repliegue alemán hasta que el general Hindenburg (jefe de
las tropas alemanas en el frente oriental) logró con los refuerzos provenientes del frente
occidental obtener dos sonadas victorias en Tannenberg (agosto de 1914) y en los Lagos
Masurianos.

A pesar de esos reveses, los rusos lograron apoderarse de la Galitzia austríaca y de Serbia, que
previamente había sido derrotada por Austria.

El fracaso de la guerra relámpago planeada por Shlieffen condujo a una estabilización de los
frentes, abriendo paso una nueva fase conocida como "Guerra de posiciones".

Guerra de posiciones

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se utilizaron distintas estrategias y ataques. Los
primeros años, el ejército alemán puso en práctica el blitzkrieg o “guerra relámpago”: ataques muy
rápidos en puntos estratégicos para ganar terreno y conquistar territorio enemigo.

Esta estrategia había servido en el pasado, pero a principios del siglo XX había quedado desfasada.
Así que los alemanes iniciaron una nueva fase: la guerra de trincheras o guerra de posiciones.

Las trincheras permitían que la guerra se disputara en frentes estables, situados en territorios de
ambos bandos. El objetivo principal era mantener el territorio bajo control para evitar que el
enemigo pudiera conquistarlo.

Los alemanes crearon las trincheras para defenderse de los Aliados Francia y el Reino Unido.
Cruzarlas resultaba imposible, así que los Aliados siguieron el ejemplo de sus enemigos y cavaron
agujeros profundos para establecer posiciones permanentes.

Los Aliados partían en desventaja, ya que los alemanes habían sido los primeros en construir las
trincheras y ocuparon las zonas más altas y con mejor visibilidad.

Empezó entonces un enfrentamiento estático y de desgaste. Francia y Gran Bretaña colocaron su


ejército a lo largo de más de 700 kilómetros de trincheras, desde el Mar del Norte hasta la frontera
de Suiza.

La vida en las trincheras

Las trincheras se construyeron para conservar el territorio y no perderlo. Los soldados no entraban
en batalla sino que tenía la misión de aguantar y defender su posición.

En las trincheras, miles de soldados vivían en condiciones infrahumanas. Sufrían bajas


temperaturas, humedad y epidemias como el tifus, el cólera, la gripe y la disentería.

Además, la vida en las trincheras era muy monótona, exceptuando dos alertas al día (una por la
mañana y otra por la noche) cuando los soldados tomaban posiciones de combate ante un posible
ataque que casi nunca se producía.

Muchos de ellos fueron abatidos por las ametralladoras, mutilados por la artillería, dañados por
los gases tóxicos o quedaron atrapados en las alambradas que separaban las trincheras.
El arma principal de los soldados en las trincheras era el fusil con bayoneta, una hoja larga y afilada
usada en el combate cuerpo a cuerpo. Las ametralladoras eran mortíferas y disparaban hasta 600
balas por minuto.

En la guerra de trincheras, los soldados pasaban la mayor parte del tiempo escondiéndose del
enemigo. El combate cuerpo a cuerpo era poco habitual y los ejércitos utilizaban sobre todo la
artillería (ametralladoras, cañones, armas de largo alcance).

El proyectil más temido era el que contenía gas mostaza: no era letal pero dejaba a los soldados
aturdidos e incapaces de luchar y defenderse.

Las batallas más importantes

En 1916 tuvieron lugar dos de las batallas más importantes de la Primera Guerra Mundial.

La Batalla de Verdún (febrero-diciembre 1916) se produjo cuando el ejército alemán intento


asaltar la fortaleza de Verdun, al norte de Francia (en la frontera con Bélgica y Alemania). El
ejército francés consiguió resistir la embestida de los alemanes.

Por otro lado, la Batalla del Somme (julio-noviembre 1916) fue la respuesta de los Aliados al
ataque alemán. Tras un intenso bombardeo y varios meses de combate, los franceses y los
británicos consiguieron avanzar un poco sus líneas al norte de Francia.

Estas batallas resultaron poco efectivas para ambos bandos y el balance fue trágico: se calcula que
en Verdún y Somme murieron unos 2 millones de soldados.

La guerra de trincheras es recordada como referente de lo absurdo, el horror y la inutilidad de la


guerra de desgaste.

La crisis del 1917 en la economía

Desde el comienzo de la Gran Guerra, España se había declarado neutral. De esa manera, el
gobierno vio una posibilidad de sacar beneficio abriendo una mayor cantidad de exportaciones:
desde materias primas hasta armamento. Así, los campos comenzaron a producir mucho más,
incluso se pusieron en funcionamiento tierras baldías.

Del mismo modo, las industrias comenzarían a doblar esfuerzos para llegar a cotas mucho más
altas. Todo esto repercutió en los precios de mercado, haciendo que la sociedad española tuviera
que sufrir enormes subidas en los precios de productos básicos, pues fuera del país se vendían a
precios demasiado elevados.

A todo esto, además, debemos de saber que en ningún momento los trabajadores percibieron
mejores salarios, por lo cual, las clases más bajas cada vez se iban empobreciendo más, pues los
precios subían mientras que sus salarios permanecían estáticos. Cuando acabó la guerra y, poco a
poco, comenzaron a salir los demás países de su pobreza, se vio el mal hecho en España pues se
había creado una superproducción sin mejorar las industrias, ni el campo, ni los salarios.

La crisis y la política

Fue en el año 1917 cuando la tensión militar se hizo ya muy inestable en España a causa de la
aparición de las denominadas Juntas de Defensa, compuestas por militares de rango medio que
decían actuar por el bien de la nación y que se habían alzado contra los agravios separatistas que
se producían en Cataluña por aquel entonces.

En realidad, el problema venía desde lejos. Hemos de decir que España, desde tiempos
inmemoriales, había ido subiendo de nivel a sus soldados de forma improcedente, tal era el caso
que había demasiados oficiales para tan pocos soldados.

A esto, había que sumarle que en el año 1898 el reino perdía las ultimas colonias que le quedaban
del Imperio, teniendo que volver todos los militares a la península, muchos de ellos acabaron
siendo licenciados por no tener destinos donde servir. Aunque quedaba el protectorado de
Marruecos, pocos eran los que se atrevían a aventurarse a esas tierras tan desérticas y donde
había tantas rebeliones. Por tanto, las Juntas habían nacido en realidad para inmiscuirse en la
política y con ello buscar mejoras para el ejército.

Por otro lado, estaba el problema autonómico que comenzó en la Liga Regionalista de Cataluña y
fue creada por burgueses, los cuales buscaban mayores beneficios en sus transacciones
comerciales sin tener que darle tantas cuentas al sistema central. Este fue uno de los grandes
problemas que tuvo que solventar el gobierno de la Restauración que en dicho momento estaba
presidido por Eduardo Dato, quién optaría por enviar al ejército para detener una consulta
soberanista que buscaba crear la autonomía de Cataluña sin el beneplácito del gobierno.

La sociedad del 1917

Para ir concluyendo con nuestro resumen de la crisis de 1917, hemos de mencionar los problemas
sociales que hubo en aquel año. En primer lugar, y como ya sabemos, tras la finalización de la Gran
Guerra las clases más bajas de la sociedad española eran mucho más pobres que al principio de
esta, pues los precios habían subido y los salarios se habían mantenido iguales.

Además de ello, en la ciudad de Barcelona se estaban aconteciendo movimientos obreros y


anarquistas desde la denominada Semana Trágica (1909). Esto hizo que muchas industrias
sufrieran ataques ocasionándose cuantiosas pérdidas materiales, además de cebarse con algunos
obreros que iban a sus puestos de trabajo en vez de declararse en huelga.

Poco a poco, estos movimientos se fueron dando en otros lugares de la Península como fueron
Asturias, Zaragoza, Valencia, Madrid, Andalucía… El gobierno, en este caso, hubo de usar tanto la
fuerza como el diálogo para estabilizar la situación, aunque en la gran mayoría fueron los
sindicatos con los jefes de las industrias los que llegaron a algunos pactos para parar la
inestabilidad.

Conclusiones de la crisis del 1917

El rey y el ejército salieron mucho más reforzados de los problemas del año 1917 y hasta el año
1923 se mantendría así.

La inestabilidad del gobierno hizo que la cúpula militar comenzara a plantearse tomar el control de
la situación y así en el año 1923 comenzaría la dictadura de Primo de Ribera.
Los acontecimientos sucedidos en ese año pusieron de manifiesto que el sistema de la
Restauración no complacía a nadie y que se debía de buscar una nueva solución antes de que todo
llegara a más.

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