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Temas a tratar
La primera guerra mundial
La sociedad de naciones
Los nuevos imperialismos
Otro constante foco de tensiones era la zona de los Balcanes, encrucijada de etnias
diversas y objeto de interés de distintos países, permitió el inicio a la Guerra de los
Balcanes (1912-1913), que apenas llegó a resolver nada; en 1914, la zona seguía
siendo un polvorín.
En una situación tan conflictiva como aquélla, un enfrentamiento entre países que,
en otras circunstancias, habría quedado aislado o se habría superado por medio de
negociaciones, dio pie al estallido de la guerra más sangrienta conocida hasta
entonces.
Aunque el imperialismo que venían desarrollando desde hacía décadas las
potencias involucradas fue la principal causa subyacente. El detonante se centra en
el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, Sofía
Chotek, en Sarajevo el 28 de junio de 1914 a manos del joven estudiante
nacionalista serbio Gavrilo Princip, miembro del grupo serbio "Joven Bosnia”. Su
asesinato precipitó la declaración de guerra de Austria contra Serbia que
desencadenó la Primera Guerra Mundial.
En el plano político, la penetración del ideario nacionalista en buena parte del cuerpo
social de los distintos pueblos y países contribuyó a crear un clima de belicosidad.
La Revolución francesa había introducido como principio el derecho de los pueblos
que compartían un origen y lengua comunes a constituirse en naciones soberanas.
Por otra parte, muchas naciones habían venido realizando fuertes inversiones en el
fortalecimiento y modernización de sus ejércitos, dotándolos de una potencia
formidable con finalidades teóricamente defensivas; la escalada armamentista
alcanzó tal nivel que el periodo comprendido entre 1871 y 1914 es llamado «La paz
armada» donde participo la conocida alianza militar europea. Las fricciones por
cuestiones coloniales dieron pronto lugar a diversas crisis, entre las que destacan
las causadas por el dominio de Marruecos (1905 y 1911), resueltas ambas en
perjuicio de Alemania y en favor de los franceses, que contaban con el apoyo de
Inglaterra.
Guerra de movimientos
En 1914 Los franceses agruparon sus tropas en la frontera con Alemania, entre
Nancy y Belfort, divididas en cinco ejércitos.
Las tropas británicas no tardaron en intervenir en mayor número, junto a los restos
del ejército belga. Mientras tanto, Austria-Hungría fracasó en su intento de tomar
Belgrado, lo cual lograría después con ayuda alemana, en agosto de 1915. Rusia
invadió Prusia Oriental, pero los generales de estado mayor prusianos Hindenburg
y Ludendorff los batirán contundentemente en Tannenberg. En el curso de 1915,
dos nuevos países entraron en la guerra: Italia del lado de los aliados y Bulgaria al
lado de las potencias centrales, que con este apoyo derrotan y ocupan a Serbia.
Desde el comienzo de la guerra, el Vaticano y Suiza intentaron infructuosamente
sondeos por la paz.
Guerra naval
Con la idea de derrotar a Francia antes de que pudiese recibir la ayuda de Inglaterra
y de que una ofensiva de Rusia los obligase a combatir en dos frentes, los alemanes
aplicaron de inmediato el plan Schlieffen, concebido años atrás por el anterior jefe
del Estado Mayor alemán. Este plan de ataque preveía un vasto movimiento de las
fuerzas alemanas que, en seis semanas, habían de penetrar en Francia pasando
por Bélgica, eludiendo así las tropas y fortificaciones fronterizas francesas.
Ciertamente, la única arma eficaz contra las trincheras era la artillería, pero ni
siquiera los bombardeos de saturación podían garantizar una ruptura del frente. Sin
embargo, mientras los frentes se mantenían incólumes, las trincheras registraban
espantosas carnicerías. Después de cada batida de la artillería, el terreno quedaba
arrasado, cubierto de hombres destrozados o mutilados. Las trincheras se
convirtieron en un infierno, porque, además, las condiciones higiénicas eran
deplorables; el abastecimiento, insuficiente; y la tensión, insoportable. El uso
intensivo de armas como los gases letales obligó además a los soldados a luchar
con unas máscaras que reducían la visibilidad e intensificaban su angustia.
Este hecho provocó una viva reacción en Estados Unidos, que se preparó para
entrar oficialmente en guerra al lado de los aliados. En febrero de 1917
en Rusia estalla la revolución rusa, la cual obligó a abdicar al Zar Nicolas II,
quedando el país bajo el mando de Aleksandr Kérenski, quien continuó en guerra
contra Alemania. Sin embargo, en octubre estallaría la revolución bolchevique, que
depuso al gobierno de Kérenski. Este clima de inestabilidad permitió a los alemanes
avanzar considerablemente en Rusia. Los bolcheviques tomaron el control total y
firmaron el armisticio con los imperios centrales en el mes de diciembre, después
de la paz de Brest-Litovsk (negociada por León Trotsky) en marzo de 1918. Para
obtener esta paz consintieron enormes sacrificios económicos y territoriales.
Además, Alemania ocupó Polonia, Ucrania, Finlandia, los países bálticos y una
parte de Bielorrusia.
La revolución rusa, en particular luego del tratado de Brest-Litovsk, dio paso a una
guerra civil, la cual se extendió hasta 1923, provocada por el levantamiento de
grupos anti bolcheviques dentro y fuera de Rusia, que se organizaron para actuar
contra el nuevo régimen.
Reforzados por las tropas provenientes del frente este, los alemanes ponen todas
sus fuerzas en su última ofensiva, nombrada por el general de infantería Erich
Ludendorff como Kaiserschlacht (nombre clave Michael), a partir de marzo de 1918,
sobre el río “Somme”, en Flandes y en Champagne. Esta comenzó el 21 de marzo y
se extendió hasta el 5 de abril, aunque con el final de esta los alemanes continuaron
con una serie de cuatro ofensivas hasta el 17 de junio. Pero, mal alimentadas y
cansadas, las tropas alemanas no pudieron resistir la contraofensiva de Foch y
fallan frente al objetivo final: París, quedando a 120 km de la capital gala. El general
Foch comanda sus tropas francesas y estadounidenses hacia la victoria, en la
segunda batalla del Marne; los primeros tanques británicos entran en combate y la
superioridad aérea aliada es evidente. Es el principio del fin para los imperios
centrales. En los Balcanes, las tropas francesas atacan las líneas búlgaras en
Macedonia. Después de pocos días de lucha, Bulgaria comprende que no puede
hacerles frente y pide el armisticio. Turquía está al límite de sus fuerzas y no puede
contener a los británicos que han tomado ya Jerusalén y Bagdad y avanzan hacia
Anatolia; además la derrota búlgara compromete a Constantinopla. Franceses y
británicos ocupan el oriente próximo e Iraq y el imperio otomano también se rinde.
El duelo entre italianos y austríacos está asimismo por resolverse. Los italianos
derrotan a Austria-Hungría en Vittorio Veneto. Este hecho marcó el descalabro del
ejército imperial, y la monarquía de los Habsburgo se hunde, incapaz de oponer
nada al avance aliado por los Balcanes (3 de noviembre).
Los derrotados tuvieron que firmar el Tratado de Versalles que imponía a estos
países fuertes restricciones y castigos.
Las consecuencias más evidentes de la Primera Guerra Mundial fueron las que
derivaron de los diversos tratados de paz, que modificaron profundamente el mapa
de Europa. Contra lo que pueda sugerir su nombre, la Conferencia de Paz de París
fue una mera negociación entre los dirigentes de los países vencedores; el tratado
de Versalles, firmado el 29 de junio de 1919, tras casi seis meses de
conversaciones.
Sin lugar a duda deja está latente crisis económicas en Europa, en función de la
devastación causada por la Gran Guerra y también de los elevadísimos gastos
militares.
Personajes destacados
Archiduque Francisco Fernando y el de Gavrilo Princip. El nacionalista
serbobosnio asesinó al sucesor del imperio austrohúngaro y a su esposa en
Sarajevo, el 28 de junio de 1914.
Francisco José I, declaró la guerra a Serbia, y desencadenó las hostilidades
de la I Guerra Mundial.
El káiser alemán Guillermo II, entró en la guerra al poner en marcha la
Entente, de la que formaba parte con el imperio austrohúngaro.
Zar Nicolás II de Rusia, que defendió a Serbia ante la declaración de guerra
austrohúngara.
En el Reino Unido gobernaba el rey Jorge, quien incluso denegó el asilo al
zar, cuando este le pidió refugio ante la persecución que sufría en su país.
Víctor Manuel III de Italia, comenzó apoyando a la Alianza, con el objetivo de
ampliar sus territorios de ultramar y hacia el sudeste europeo.
El presidente francés, Raymond Poincaré, mostró su apoyo a Serbia frente a
la intervención de los imperios alemán y austrohúngaro… y les declaró la
guerra, con el visto bueno del mariscal Phillippe Pétain y del primer
ministro Georges Clemenceau, con quienes intentó frenar las continuas
ofensivas de las tropas alemanas.
George Clemenceau, era primer ministro francés y fue el presidente de la
Conferencia de Paz en 1919, que estableció las duras sanciones impuestas
a los alemanes.
Uno de sus líderes fue Thomas Edward Lawrence, un militar y arqueólogo
conocido como Lawrence de Arabia
El primer conde Edmund Allenby, que en 1918 conquistó Jerusalén,
Palestina y Damasco, obligando a los turcos a pedir la paz.
El mariscal Douglas Haig, era el comandante de las fuerzas británicas en el
Frente occidental, diseñó algunas de las batallas más sangrientas para
contener a los alemanes, en las que murieron decenas de miles de soldados
británicos
Sociedad de las Naciones Unidas
La Sociedad de las Naciones o Liga de las Naciones fue un organismo internacional
creado por el Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919. Se proponía establecer
las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales una vez
finalizada la Primera Guerra Mundial.
Al hablar de la Sociedad de las Naciones, es importante recordar que este
organismo internacional no es en ningún modo una especie de “Super-Estado” con
jurisdicción propia sobre los demás Estados, que obra sin tener en cuenta sus
aspiraciones y deseos, sino una Sociedad de naciones libres puestas mutuamente
de acuerdo para limitar.
Su ideario contemplaba el respeto a la independencia política y la integridad
territorial de los países miembros. En caso de conflicto entre los estados, las
diferencias deberían solventarse de forma pacífica, acogiéndose al derecho
internacional. Sin embargo, carecía de una fuerza militar con la que hacer cumplir
posibles sanciones.
En un principio, la Sociedad de Naciones, bautizada como League of Nations en
inglés, nació con el convencimiento de que la diplomacia encubierta era un fracaso
y que la política de alianzas debía erradicarse. El ámbito de actuación se amplió
hasta las colonias, por lo que podían intervenir en asuntos de cualquier parte del
mundo, siempre y cuando hubiera unanimidad de decisiones. Precisamente este
punto, la unanimidad, suponía un aliciente para que varias naciones se unieran, ya
que garantizaba la soberanía de cada país.
El Pacto de la Sociedad de Naciones se anexó a todos los demás tratados. Fue el
elemento clave de la propuesta del presidente Wilson.
La sede de la SDN se estableció en Ginebra (Suiza). Inicialmente integraron la
organización 45 estados que constituían la Asamblea General (reunida anualmente)
y que estaba facultada para admitir nuevos miembros o expulsar a los que
incumplieran las normas.
Entre los primeros países integrantes de la Sociedad de las Naciones no se
encontraban potencias mundiales de la talla de Alemania, la URSS o los EE.UU.
Esto provocó que no se cumplieran los objetivos que habían constituido la creación
de esta organización.
Aunque EE.UU. formó parte de los miembros originarios que firmaron el Pacto de la
Sociedad de Naciones, fue el Senado norteamericano quien se opuso a su ingreso
en esta Organización y nunca formaría parte de la Sociedad de Naciones, sin
embargo, Alemania y la URSS se incorporarían en 1926 y 1934 respectivamente.
La sociedad tuvo a su cargo la administración de los mandatos coloniales, de la
ciudad de Danzig y de la región del Sarre, su apogeo vino en el período 1924-1929
(Tratado de Locarno, Pacto Briand-Kellog).
Durante las décadas de los 20 y los 30 asistió a un constante crecimiento con la
incorporación de nuevos estados. Su mayor éxito consistió en sacar adelante
determinados programas de cooperación económica y humanitaria.
Los años treinta marcaron su fracaso definitivo. Las agresiones de las potencias
fascistas y militaristas mostraron su ineficacia. Alemania y Japón abandonaron la
Sociedad en 1933, e Italia en 1936. El inicio de la segunda guerra mundial vino a
certificar la muerte de la primera organización universal de naciones.
Su principal fracaso radicó en no poder evitar el estallido de la II Guerra Mundial.
Se disolvió en 1946, transfiriendo su patrimonio y competencias a la ONU, de la que
fue su más inmediato precedente.
Una de las principales causas de su fracaso, fue que algunos países de primer
orden nunca llegaron a pertenecer a la misma. El senado de Estados Unidos no
llego a aprobar su ingreso, por su parte, Alemania y Turquía como perdedores de la
Primera Guerra Mundial no tenían derecho a estar en la misma. Esta falta de unión
fue fatídica ya que demostraba su debilidad.
El inicio de la guerra de Manchuria por uno de los miembros principales (Japón), y
su posterior retirada de la Sociedad sin graves reprimendas, pone en evidencia su
falta de fuerza.
Aún con toda la carga ideológica del presidente Wilson, los Estados Unidos no
ingresaron en la Sociedad de Naciones, aunque sí que lo harían en los órganos
afiliados, como el Consejo. Sin embargo, esta pérdida privó de autoridad a la
organización, que acabó por entrar en crisis en los años 30 y el auge de los
totalitarismos y nacionalismos.
Conflictos
Las principales acciones estaban enfocadas a fomentar una política mundial de
desarme y seguridad colectiva. La reforma llevada a cabo por el Protocolo de
Ginebra (Protocolo de resolución pacífica de conflictos internacionales 1924) hizo
obligatorio el arbitraje en caso de conflicto. El rechazo del arbitraje por una de las
partes en conflicto le hacía reconocer el carácter de agresor. Para ello se podrían
aplicar automáticamente sanciones militares. Otra novedad del Pacto de la
Sociedad era la obligación de los Estados miembros de publicar sus tratados y
registrarlos en la SDN.
Los órganos de la Sociedad son:
Asamblea => Se reúne una vez al año, estando compuesta por representantes de
todos los países pertenecientes a la misma. La asamblea se encargaba de
presentar y votar las distintas resoluciones de la Sociedad.
Consejo => Tenía 4 miembros permanentes: Francia, Reino Unido, Italia y Japón
(Estados Unidos tenía plaza, pero su ingreso debía ser aprobado por su Senado), y
4 miembros no permanentes elegidos por la asamblea. Se reunía como mínimo tres
veces al año, con el objetivo de investigar cualquier tipo de disputa presentada ante
la Sociedad de Naciones.
Secretariado => Preparaba las distintas sesiones de la Asamblea y el Consejo
elaborando la documentación e informes.
El objetivo pacificador de la organización dio diferentes frutos, como por ejemplo la
resolución del conflicto de Suecia y Finlandia por la disputa de las Islas Aaland. Pero
varios factores entre los que se encontraban las disputas de liderazgo entre los
miembros, así como la inexistencia de una fuerza internacional capaz de mantener
el orden y hacer cumplir sus decisiones y una mala organización de la sociedad
propiciaron su desintegración.
En la práctica, fue en 1939 cuando dejó de funcionar al declararse la II Guerra
Mundial, pero no fue hasta abril de 1946 cuando se celebró la última sesión dónde
se acordó la disolución de la Sociedad de Naciones y el traspaso de sus archivos a
la Organización de Naciones Unidas.
El Imperialismo
La mayor parte de los imperios fueron europeos como Gran Bretaña, Francia,
Bélgica, Países Bajos, Alemania, Rusia o Italia y ocuparon territorios en continentes
como África, Asia y Oceanía. Sin embargo, también tuvieron un destacado
protagonismo en esta expansión colonial dos naciones no europeas como los
Estados Unidos de América y Japón.
Los imperios coloniales existieron desde la Edad Moderna con el descubrimiento
europeo de América (1492) y la colonización de dicho continente por España y
Portugal y posteriormente por Inglaterra-Gran Bretaña, Francia y las Provincias
Unidas (Holanda/Países Bajos). Ello hace que se desplace el interés por el
expansionismo de muchos países europeos hacia otros continentes como el
africano, el asiático y Oceanía.
Durante las décadas de 1940, 1950 y 1960, una ola de levantamientos
independentistas pone fin a los imperios coloniales europeos que aún sobrevivían.
Tipos de imperialismo
Existen dos tipos fundamentales de imperialismo, el regresivo y el progresista. El
imperialismo regresivo, es la pura conquista y explotación de recursos, mientras que
el Imperialismo Progresista promueve la expansión de la civilización a las
sociedades supuestamente atrasadas para elevar los estándares de vida y la cultura
en los territorios conquistados.
Causas de imperialismo
El imperio británico fue el más poderoso y extendido del mundo, llegando a abarcar
en las primeras décadas del siglo XX una cuarta parte de la población mundial y
una quinta parte de los territorios del planeta.
Los conflictos continuaron latentes a través de los siguientes años, hasta aflorar
nuevamente con toda su crudeza en las vísperas de la Primera Guerra Mundial. En
los años siguientes de la “Era del imperialismo” el proceso de colonización se
acentuó y se aceleró. En menos de una generación se produjo el llamado “reparto
de África”, se dominó las poblaciones de Asia central y meridional, y se produjo la
colonización de las tribus aborígenes de Oceanía. A pesar de los múltiples
movimientos de resistencia de las comunidades locales, el poderío bélico y
económico de las potencias logró sofocarlos.
Asimismo, muy relacionada con esta teoría se encuentra otra idea que se hizo muy
popular durante la época imperialista y que defendía que había una gradación o una
escala evolutiva también en las razas humanas que indicaba que el hombre blanco
era la especie más evolucionada del planeta. A partir de él y en una escala
descendente, el resto de las razas eran consideradas más primitivas, lo que le daba
a los pertenecientes a esa cúspide evolutiva una ventaja natural sobre los demás.
Formas de dominación
Los imperios coloniales, presentaban las siguientes formas de dominación y
organización colonial:
Las colonias de administración directa. Fue el tipo más extendido y en él la
explotación económica y política de la población autóctona era muy alto por
parte de la metrópoli.