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LA EXPIACIÓN

La paga del pecado a través de un sustituto

DIAPOSITIVA 1
“Más Aarón y sus hijos ofrecían sacrificios sobre el altar del holocausto, y
sobre el altar del perfume quemaban incienso, y ministraban en toda la obra
del lugar santísimo, y hacían las expiaciones por Israel conforme a todo lo
que Moisés siervo de Dios había mandado”.
1 Crónicas 6:49

INTRODUCCIÓN

La expiación es un tema de suma importancia en la doctrina de la salvación


porque nos habla del sacrificio vicario de Cristo en la cruz del Calvario el cual
nos limpió de todos nuestros, Pecados.
La expiación nos lleva al tema de los sufrimientos de Cristo por causa de
nuestros pecados y de cómo este sacrificio nos limpia de todas nuestras
iniquidades, tema que se desarrolla plenamente en el Nuevo Testamento:

DIAPOSITIVA 2
“En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una vez para siempre”, (Hebreos 10:10).
En el Antiguo Testamento se habla mucho de la expiación ya que como parte
de la ley los israelitas tenían que realizar sacrificios de animales para que
todos sus pecados fueran expiados delante de Dios:
“Más Aarón y sus hijos ofrecían sacrificios sobre el altar del holocausto, y
sobre el altar del perfume quemaban incienso, y ministraban en toda la obra
del lugar santísimo, y hacían las expiaciones por Israel conforme a todo lo
que Moisés siervo de Dios había mandado”, (1 Crónicas 6:49).
El tema de la expiación se deja ver también en los credos y confesiones de fe
de las iglesias, tal vez no con este nombre, pero si a través de tocar los
sufrimientos de Cristo y sus resultados.
“El Señor Jesucristo, por su perfecta obediencia y por el sacrificio de sí mismo
que ofreció una sola vez por el Espíritu eterno de Dios, ha satisfecho
plenamente a la justicia de su Padre, y compró para aquellos que este le
había dado, no solo la reconciliación sino también una herencia eterna en el
reino de los cielos”
. Es el sacrificio de Cristo que ha reconciliado al hombre con Dios y les ha
dado herencia eterna..
DIAPOSITIVA 3

¿QUÉ SIGNIFICA EXPIACIÓN?


E l Diccionario Ilustrado de la Biblia de Nelson traduce expiación

De la siguiente manera:
“Acto por el que se quita el pecado o la
Contaminación mediante un sacrificio o pago establecido por Dios”.
El Nuevo Diccionario de la Biblia de Alfonso Lockward dice en cuanto a la
expiación:
“Acto por el cual, mediante un sacrificio, se busca que Dios sea propicio,
satisfaciendo su justicia, borrando la culpa, purificando el alma y
reconciliándola con él”.
El Diccionario Bíblico Certeza comenta acerca de la expiación: “Denota la
obra de Cristo de resolver el problema planteado por el pecado del hombre,
como también la de llevar a los pecadores a una relación correcta con Dios
El pensamiento se expresa en muchos pasajes de la Escritura, como por
ejemplo: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él...» (Isaías 53.5).
Myer Pearlman dice: “El Expiar por el pecado significa ocultarlo de la vista de
Dios, a fin de que pierda el poder de provocar su ira”.

DIAPOSITIVA 4
La Expiación

Si consideramos su significado etimológico, vemos que el Diccionario


Bíblico Hebreo-Griego Vine nos dice que expiar se traduce de la palabra
hebrea kapar (‫)ּכַָּּפַר‬,
La cual literalmente significa cubrir, y de esto comenta lo siguiente:
“Esta raíz se encuentra en todos los períodos de la historia del lenguaje
hebreo.
Tal vez lo conocemos mejor por el término Yôm Kippur , «Día de Expiación».
Las modalidades verbales aparecen unas 100 veces en la Biblia hebraica.
Kapar se encuentra primero en Génesis 6:14, donde se usa en su sentido
básico de «cubrir».
Dios da a Noé instrucciones, concernientes al arca, entre otras:
«Cúbrela con brea por dentro y por fuera» (RVA; «la embetunarás» RV;
«calafatearás»)”.
Por tanto, podemos decir: “La expiación es el acto mediante el cual se
cubrían los pecados en el Antiguo Testamento a través de ofrecer un animal
en sacrificio a Dios, y en el Nuevo Testamento, Jesús se ofreció como el
Cordero perfecto no solo para cubrir nuestros pecados, sino para quitarlos y
presentarnos limpios delante de su Padre al haber expiado nuestros pecados.
En su sacrificio en la cruz del Calvario”.

LA EXPIACIÓN A TRAVÉS DE LA BIBLIA


V amos a estudiar la expiación como un acto en el cual el hombre
Ofrece un sacrificio de un animal a Dios con el fin de cubrir sus
Pecados, y como esto se realizó en el Antiguo Testamento y como encontró
su clímax en el Nuevo Testamento.
Alguien podría preguntar: ¿por qué estudiar la expiación en el Antiguo
Testamento?
¿Qué nos dicen los sacrificios de machos cabríos y corderos?
Myer Pearlman nos dice:
“¿Por qué vamos a ocupar tiempo y espacio e la descripción de los sacrificios
del Antiguo Testamento?
Por la sencilla razón de que en el vocablo sacrificio tenemos la clave del
significado de la muerte de Cristo”.
Comencemos a ver cómo se usa el término de expiación en ambos
testamentos.

La expiación en el Antiguo Testamento

Como ya hemos visto el termino hebreo expiar significa cubrir, y a


través de un sacrificio de un animal se pretendía quitar de los ojos de Dios las
transgresiones cometidas.
La primera indicación de ofrecer el sacrificio de un animal por los pecados del
hombre lo encontramos en Génesis, después de la caída del hombre:
DIAPOSITIVA 5
“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales… Y
Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”,
(Génesis 3:7, 21).
Podemos ver cómo el hombre sintió vergüenza de su desnudez después de
haber comido del fruto del árbol de la ciencia del bien y el mal, el cual el
Señor se los había prohibido, así con el pecado entra la vergüenza y en un
acto inútil que querer cubrirla se hacen delantales de hojas, pero Dios la
cubre de una mejor manera con túnicas de pieles;
Lo cual nos sugiere que tuvo que haber un sacrificio de animales previo a
esto.
Muchos opinan que aparte de haber sido el primer sacrificio de animales,
quedo establecido que el pecado quedaría cubierto con sacrificios de
animales, de tal forma que si el hombre quería acercarse a Dios debería antes
presentar sus sacrificios con el objetivo de expiar sus pecados.

DIAPOSITIVA 6
Para algunos esta es la razón por la cual Dios vio con agrado el sacrificio de
Abel y no la de Caín:
“Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una
ofrenda a Jehová.
Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de
ellas.
Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a
Caín y a la ofrenda suya.
Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante”, (Génesis 4:3-5).
Lo más seguro es que en un momento determinado Dios le mostro a Adán
que para adorarlo antes tenían que ofrecer un sacrificio para expiar sus
pecados, y Abel debió haber creído que esta era la mejor manera de hacerlo,
y por esta fe agrado a Dios:

DIAPOSITIVA 7
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual
alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas;
y muerto, aún habla por ella”, (Hebreos 11:4).
De allí en adelante vemos como los patriarcas ofrecían sacrificios de
animales para acercarse en adoración a Dios, lo vemos en Job el cual ofrecía
sacrificios no solo por su persona sino también por sus hijos:
“Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba
y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al
número de todos ellos.
Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado
contra Dios en sus corazones.
De esta manera hacía todos los días”, (Job 1:5). Noé ofreció sacrificios en
agradecimiento después del diluvio:
“Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave
limpia, y ofreció holocausto en el altar”, (Génesis 8:20).
Cuando Dios ratifico su pacto con Abraham le pidió sacrificio de animales:
“Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a
heredar esta tierra. Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he
de heredar? Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres
años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino”,
(Génesis 15:7-9).
En general, podemos ver cómo en los tiempos patriarcales Dios pedía expiar
los pecados a través de un sacrificio para acercarse a Él.
Luego en la dispensación de la ley, el Señor legislo en su palabra la forma de
cómo los israelitas tenían que expiar sus pecados.
Existían muchas leyes que hablaban acerca de la forma de como los israelitas
tenían que expiar sus pecados.
Estaba en la ley la celebración del día de la expiación que era un día al año
donde se expiaban los pecados de todo el pueblo:
“Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre
del sacrificio por el pecado para expiación; una vez en el año hará expiación
sobre él por vuestras generaciones; será muy santo a Jehová”, (Éxodo 30:10).
Y así, dependiendo de las fiestas que se realizaban o de los pecados
cometidos, se establecían diferentes sacrificios con el fin de quitar de los ojos
de Dios el pecado cometido.
Por tanto, vemos como aquellos que querían acercarse a Dios en adoración
tenían que ofrecer sacrificios para expiar sus pecados.
Myer Pearlman nos dice: “Aunque desnaturalizado en lo que respecta al
patrón original, los sacrificios paganos se basaban en dos ideas
fundamentales:
Adoración y expiación.
(1) El hombre reconoce que está bajo el poder de una Deidad que tiene
ciertos derechos sobre él. Como reconocimiento de estos derechos, y como
señal de rendición personal, se ofrece un don o sacrificio.
(2) Con frecuencia, sin embargo, al tener consciencia de que el pecado ha
perturbado la relación, reconoce instintivamente que el mismo Dios que lo
hizo tiene el derecho de destruirlo, a menos que se haga algo para reparar la
relación rota”.
En otras palabras, aunque las culturas antiguas reconocieron la existencia de
una deidad y su culpa por el pecado los hacia concluir que su relación estaba
rota y que debían ofrecer un sacrificio para apaciguar la ira de los dioses.
Fue desde el huerto del Edén, cuando el hombre cayó en pecado que Dios
estableció que, para acercarse a Él, el hombre tenía que expiar sus pecados a
través del sacrificio de un animal:

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“Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de
sangre no se hace remisión”, (Hebreos 9:22).

DIAPOSITIVA 9
La expiación en el Nuevo Testamento.
Los sacrificios del Antiguo Testamento eran buenos, pero lamentablemente
el hombre no comprendió que a Dios no le interesaba tanto el acto externo
de ofrecer un buen cordero sobre el altar, sino que El esperaba un corazón
contrito y humillado:
“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios”, (Salmo 51:17).
Lejos de apegarse a un requisito religioso el propósito de la ley y las ofrendas
era que el hombre reconociera su estado de pecaminosidad y la necesidad de
santificarse delante del Señor, que el temor a Dios lo guiara a toda
obediencia, pero Israel no lo entendió:
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas,
como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer
es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los
carneros”, (1 Samuel 15:22).
A pesar de los repetidos sacrificios de animales, estos eran incapaces de
provocar un cambio en la vida interior de los hombres, al final, Israel fallo y
no respeto el pacto que Dios había hecho con ellos y por eso fueron
desterrados a tierras extranjeras
Sin embargo, había una promesa de recogerlos de todas las tierras a donde
hubieran sido deportados y cambiaría el corazón duro de los hombres y les
daría un nuevo espíritu con el fin de que fueran completamente restaurados:
“Di, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: Yo os recogeré de los pueblos, y
os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra
de Israel. Y volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus
abominaciones. Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de
ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un
corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis
decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios”,
(Ezequiel 11:17-20).
En la mente de Dios estaba este plan, Él sabía que ni con todos los sacrificios
de machos cabríos lograría cambiar el interior de los hombres, y fue por eso
que se proveyó de un Cordero y un sacrificio perfecto que quitaría para
siempre el pecado de los hombres, así lo enseña hebreos:
“Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen
misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen
continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra
manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una
vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.
Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la
sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste; más me preparaste cuerpo. Holocaustos y
expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo,
oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí.
Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el
pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley),
y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo
primero, para establecer esto último.
En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una vez para siempre”, (Hebreos 10:1-10).
Este pasaje nos deja claro el plan de Dios, el de ofrecer un sacrificio, un
Cordero perfecto a través de cuyo sacrificio el hombre pudiera ser
santificados de una vez para siempre, y este cordero es Jesucristo.

DIAPOSITIVA 1O
Por ello Juan el bautista lo llamo el Cordero de Dios: “El siguiente día vio
Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo”, (Juan 1:29).
Si nos damos cuenta el sacrificio de Cristo no solo cubre el pecado, sino su
sangre lo quita, algo que los sacrificios de animales no hacían:
“pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”, (1 Juan
1:7)
Los sacrificios de animales eran incapaces de cambiar al hombre interior,
pero el de Cristo no solo perdona nuestros pecados sino nos transforma y
nos hace nuevas criaturas:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, (2 Corintios 5:17).
En este sentido este sacrificio expiatorio es perfecto en todos los sentidos. Al
respecto Myer Pearlman nos comenta:
“Era evidente que el sacrificio de un animal no podía por una parte
equipararse al valor de un alma, ni por la otra podía ejercer poder espiritual
en el hombre interior.
No había elemento alguno en la sangre de un ser irracional que pudiera
realizar la redención espiritual del alma.
Ello podía obtenerse solo mediante la ofrenda de una vida humana perfecta”.
Esa vida humana perfecta es Cristo, y su sacrificio hoy en día es suficiente
para quitar los pecados y dar vida eterna.

DIAPOSITIVA 11
EL SACRIFICIO PERFECTO DE CRISTO

Con el sacrificio de Cristo la expiación toma un significado completamente


descollante (sobresaliente) para nosotros.
.
Génesis 3:15 l
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar
Sería la simiente de la mujer Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo,
Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley
Todo aquel que cree será salvo.
El plan de Dios era ofrecer a su Hijo como sacrificio por todos nuestros
pecados y desde el Antiguo Testamento había profecías que hablaban de
esto:
“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre quién se ha manifestado el
brazo de Jehová?
Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer
en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores,
experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado,
por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su
llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado
de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero
fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores,
enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su
generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los
vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los
impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo
maldad, ni hubo engaño en su boca”, (Isaías 53:1-9).
Este pasaje de Isaías es muy descriptivo en cuanto a los padecimientos de
Cristo, ahora bien, para que todo se cumpliera de la mejor manera Jesús
tenía que cumplir al pie de la letra todas las condiciones y profecías del
Antiguo Testamento.
DIAPOSITIVA 12
En primer lugar, tenía que ser un cordero sin defecto, perfecto, tal y como la
ley lo exigía desde el mismo cordero pascual:
“El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de
las cabras”, (Éxodo 12:5).
En este sentido, Cristo representa al cordero perfecto e inocente que fue
sacrificado por nuestros pecados.
Esta perfección e inocencia radica en que nació no por la concepción de la
unión sexual entre un hombre y una mujer, porque de lo contrario hubiese
nacido con la herencia adánica del pecado, sino nació inmaculado, es decir,
sin pecado concebido ya que su encarnación fue producto de la obra del
Espíritu Santo que hizo sombra en María:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia
delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y
llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo;
y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de
Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel:
¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El
Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de
Dios”, (Lucas 1:30-35).

DIAPOSITIVA 13
En segundo lugar, Cristo tenía que ser el cumplimiento de todas las figuras
del Antiguo Testamento.
Todos los sacrificios que se ofrecían de acuerdo a la ley, todas sus fiestas, el
mismo Tabernáculo y utensilios del mismo eran una figura de Él:
“Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen
misma de las cosas…”, (Hebreos 10:1).
El autor de la carta a los Hebreos nos enseña perfectamente como todas
estas cosas eran una sombra de los que sería en el futuro, así, los sacrificios
de animales eran un anuncio del sacrificio final que Cristo realizaría:
“Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la
becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,
¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció
a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas
para que sirváis al Dios vivo?”, (Hebreos 9:13-14).
Y al mismo tiempo el oficio sacerdotal según el orden de Aarón era un
símbolo del sacerdocio eterno que nuestro Señor Jesús realizaría a favor de
nuestras almas:
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha,
apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene
necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero
sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo
hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye
sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento,
posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre”, (Hebreos 7:26-28).
Este sacerdocio que Jesús ofrece es según el orden de Melquisedec, porque
no tiene principio ni fin, sino eterno:
“Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que
salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a
quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa
primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz;
sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de
vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para
siempre”, (Hebreos 7:1.3).
Y este nuevo sumo sacerdote se hizo fiador de un nuevo pacto:
“Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. Y los otros sacerdotes
llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; más
éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable;
por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan
a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”, (Hebreos 7:22-25).
Es increíble considerar como Jesús es el Cordero de Dios y al mismo tiempo
se constituye como nuestro Sumo Sacerdote:
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial,
considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús”,
(Hebreos 3:1).
Así todos los rituales, sacrificios y fiestas establecidas en la ley eran una
sombra que anunciaba el oficio de Cristo como Cordero y Sumo Sacerdote.

DIAPOSITIVA 14
Finalmente, Cristo es el cumplimiento profético de todo el Antiguo
Testamento que culmina con su muerte expiatoria en la Cruz del Calvario.
Todo lo que se profetizo acerca de Él en la ley, los profetas y los Escritos se
cumplió.

Es increíble todas las profecías que se cumplieron en la vida de Jesús, todo


porque su muerte expiatoria en la cruz del Calvario seria la consumación de
todo esto, por ello antes de morir Jesús dijo:
“Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo
inclinado la cabeza, entregó el espíritu”, (Juan 19:30).

DIAPOSITIVA 15
Estas dos palabras, Consumado es, se traducen de una sola en griego que es
teléo (τελέω),
Y literalmente significa algo que ha sido finalizado con todos los
requerimientos satisfechos.
Así Cristo cumplió a satisfacción su misión expiatoria y es gracias a esa
victoria que hoy podemos heredar por la fe la vida eterna.
DIAPOSITIVA 16
LOS TÉRMINOS RELACIONADOS CON LA EXPIACIÓN

Hasta el momento hemos considerado lo que implica el tema de la expiación


en el Nuevo Testamento ya que está relacionada
Con el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario a través del cual consumo el
plan de salvación que Dios había provisto desde antes de la fundación de
mundo, y de allí que en Apocalipsis se le reconozca como el Cordero que fue
inmolado desde el principio de los tiempos:
“Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban
escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio
del mundo”, (Apocalipsis 13:8).
Con el tema de la expiación hay algunos términos que están asociados y que
en ocasiones se presentan en la Biblia por lo que es importante que los
consideremos.

Propiciación.

Para entender el significado de la propiciación es importante entender


lo que era el propiciatorio en el Antiguo Testamento.
En palabras sencillas el propiciatorio era la tapadera que cubría el arca del
testimonio, y sobre este propiciatorio o plancha se sostenían dos querubines,
y de hecho en el hebreo la palabra propiciatorio es kapóret (‫)ּכַּפ ֹ ֶֶרת‬, que
literalmente significa cubierta:

DIAPOSITIVA 17
“Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el
testimonio que yo te daré”, (Éxodo 25:21).
El Diccionario Ilustrado de la Biblia Nelson explica cómo era el ritual de
expiación que el sumo sacerdote tenía que hacer por los pecados del pueblo:
“El ritual del gran DÍA DE EXPIACIÓN prescribía que Aarón pusiera perfume
sobre el fuego delante de Jehová; la nube del perfume cubriría el
propiciatorio que estaba sobre el testimonio.
Esto evitaba que Aarón muriera y probaba la presencia de Dios sobre el
propiciatorio.
Luego Aarón debía tomar sangre del becerro y rociar siete veces el
propiciatorio, para purificar el santuario de las impurezas de Israel (Levítico
16.14)”.
De esta forma la sangre era esparcida sobre el propiciatorio con el fin de que
Dios fuese propicio con su pueblo, es decir, favorable, misericordioso y
benéfico.
De aquí que podemos entender mejor el significado de la propiciación.
Myer Pearlman la define de la siguiente manera:
“El vocablo propiciación procede, según se cree, de la palabra latina prope
que significa cerca.
De ahí que el vocablo significar reunir, crear un ambiente favorable para la
reconciliación, lograr con éxito la reconciliación…
Propiciar significa apaciguar la justa ira de un Dios santo mediante el
ofrecimiento de un sacrificio expiatorio”.
De allí que a través de la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo esperamos
que Dios sea propicio a nosotros perdonando nuestras maldades, donde el
propiciatorio es el mismo cuerpo de Jesucristo:
“siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que
es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en
su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados”, (Romanos 3:24-25).
DIAPOSITIVA 18
Sustitución.

La sustitución es otro concepto asociado con el tema de la expiación.


En el Antiguo Testamento existían tres personajes involucrados en la
expiación de sus pecados.
Primero estaba el pecador que no podía acercarse a Dios,
Segundo estaba el sacerdote que intercedía por él y ofrecía el sacrificio por
sus pecados,
Y finalmente estaba el animal a sacrificar, que era el sustituto, es decir, la
victima que pagaría por sus pecados.
Ahora bien, Cristo Jesús es nuestro sustituto, ya que, como Cordero de Dios,
tomo nuestro lugar al morir por nuestros pecados para que ahora nosotros
podamos ser salvos.

Myer Pearlman nos dice:

“De igual manera el Señor Jesucristo efectuó en la cruz del Calvario lo que
nosotros no podríamos haber realizado por nosotros mismo, y cualquiera sea
nuestra necesidad, somos aceptados por causa de él, o en consideración a él.
Ya ofrezcamos a Dios el arrepentimiento, o las gracias o la consagración, lo
hacemos en su nombre, pues Él es el sacrificio porque nos acercamos a Dios
el Padre”.

DIAPOSITIVA 19
De esta forma, es en función de lo que Él ya hizo en la cruz del Calvario que
nosotros somos salvo, y de allí que Cristo es nuestro sustituto perfecto:
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él”, (2 Corintios 5:21).

DIAPOSITIVA 20
Redención.

Otro concepto utilizado en la Biblia y que está relacionado con el tema


de la expiación es la redención.
Myer Pearlman nos dice en cuanto a la redención:
“El vocablo redimir, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento,
significa comprar algo de nuevo, mediante el pago de un precio,
Liberar de la esclavitud mediante el pago de un precio;
Comprar en el mercado y sacar del mercado”.
El término redención tiene su aplicación especial en el Antiguo Testamento y
se aplicaba a la acción de pagar el precio por el rescate de un pariente que
haya caído en esclavitud por cuestiones de deudas:
DIAPOSITIVA 21
“Si el forastero o el extranjero que está contigo se enriqueciere, y tu
hermano que está junto a él empobreciere, y se vendiere al forastero o
extranjero que está contigo, o a alguno de la familia del extranjero; después
que se hubiere vendido, podrá ser rescatado; uno de sus hermanos lo
rescatará. O su tío o el hijo de su tío lo rescatará, o un pariente cercano de su
familia lo rescatará; o si sus medios alcanzaren, él mismo se rescatará”,
(Levíticos 25:47-49).

DIAPOSITIVA 22
Si nos damos cuenta para poder redimir a alguien se necesitaban los
siguientes requisitos:
1. Ser un pariente cercano al que se deseaba redimir.
2. Que el pariente estuviera interesado en redimirlo.
3. Tener suficiente dinero para poder pagar el justo precio de su rescate.

En un sentido espiritual, la redención es el acto soberano por medio del cual


Cristo nos rescata de la esclavitud del pecado y de la condenación eterna,
habiéndose ofrecido el mismo en pago por todos nuestros pecados.
Cristo es nuestro pariente cercano, porque al encarnarse y nacer se hizo
hombre perfecto, y en este sentido es nuestro pariente cercano y está en
todo su derecho de pagar por nosotros el precio de nuestro rescate:
DIAPOSITIVA 23
“Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos”, (Mateo 20:28).

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