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Cisternas rotas

(Jeremías 2:13)

“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí
cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”.

INTRODUCCIÓN

Las cisternas en este versículo se refieren a aquellos depósitos subterráneos que los israelitas
solían cavar en sus casas con el objetivo de capturar el agua de la lluvia.

La importancia de las cisternas y los pozos eran de suma importancia para los moradores de
palestina,

Solían llenarse cuando el agua lluvia se deslizaba por los canales del techo directamente a la
cisterna.

Su elaboración era importante ya que si no era bien sellada, el agua se escapaba.

Obviamente existe un contraste entre:

Agua de un pozo o de una cisterna

Y agua fresca de una fuente que fluye constantemente.

En estos versículos Dios recrimina a Israel porque en lugar de escogerlo a Él, la fuente de vida,
escogieron el pecado que los condujo a la tragedia.

Así el hombre contemporáneo busca la felicidad y autorrealización en las cosas de este mundo
rechazando la fuente de toda vida, Jesús.

I. NADA DEL MUNDO PUEDE SACIAR NUESTRA ALMA.

“Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Más he aquí esto
también era vanidad. A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? Propuse en mi
corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la
necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo
del cielo todos los días de su vida. Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí
viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de
aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve
siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los
que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de
reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y
de toda clase de instrumentos de música… Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace
debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu”.

Eclesiastés 2:1-8, 17

Generalmente el ser humano busca la felicidad y la satisfacción de su alma en las cosas que
el mundo ofrece, como la diversión, la satisfacción de los deseos carnales, la fama, el poder, el
dinero, etc. Si hay un hombre que alcanzo todas estas cosas es Salomón, el cual disfruto de
abundancia de bienes, placeres carnales, vinos y licores, sirvientes, músicos, ganados, oro, plata y
toda clase de tesoros, pero al final nada de esto logro satisfacer su alma: Aborrecí, por tanto, la
vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y
aflicción de espíritu.

II. TODO LO QUE EL MUNDO OFRECE ES SEMEJANTE A UNA CISTERNA ROTA.

“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí
cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”.

Dios por medio de Jeremías recrimina a su pueblo porque en lugar de buscarlo a Él, la fuente de
agua viva, lo abandonaron y cavaron para sí cisterna rotas.

Hoy el hombre se niega a recibir a Cristo, en lugar de ello buscan la felicidad y seguridad en las
cosas que este mundo ofrece, pero todo lo del mundo es efímero y perecedero. Jesús hablo de la
diferencia que hay entre los tesoros del cielo y la tierra, donde estos últimos pueden perderse,
más los del cielo son eternos:

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y
hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones
no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.

Mateo 6:19-21

Es un error buscar saciar nuestra alma en este mundo, todo aquello en lo que podamos
confiar o nos de seguridad, hoy está con nosotros, pero mañana lo podemos perder.
III. SOLAMENTE CRISTO ES LA FUENTE DE AGUA VIVA QUE SACIA NUESTRA ALMA
CANSADA.

“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que
bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él
una fuente de agua que salte para vida eterna”.

Juan 4:13-14

Lo único que puede saciar nuestra alma sedienta de salvación es Cristo mismo. En su
encuentro con la samaritana hace la diferencia entre el agua de un pozo la cual se encuentra
estancada, y el de una fuente donde fluye constantemente en agua fresca. Así de radical es la
diferencia entre la vida de Cristo ofrece y la que el mundo da.

CONCLUSIÓN.

Nada de este mundo puede saciar nuestra alma sedienta de salvación, todo lo que ofrece
son cisternas rotas, pero Jesús es la fuente de agua viva que salta para vida eterna.

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