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LA BIBLIOPSICOLOGIA

1- ANTECEDENTES DE LA BIBLIOPSICOLOGÍA
Escasas son las versiones sobre los antecedentes históricos de la bibliopsicología general; los
pocos datos reunidos señalan que sus comienzos son contemporáneos a los movimientos
sociales de mediados del siglo pasado. Al respecto, informa Lasso de la Vega, tratadista en
materia bibliotecaria: Roubakine, autor de la Introduction a la Psychologie Bibliotecologique,
atribuye su fundación a la Intelligentzia rusa y a sus elementos. La experiencia -según
Roubakine- demostró a los revolucionarios que no era raro que un libro, el más
gubernamental, despertara entre tal o tales lectores las ideas más antigubernamentales; la
existencia de lectores que piensan por contraste explicaba que ciertas órdenes del gobierno
zarista fueran las mejores proclamas revolucionarias.

En verdad, en todas las épocas han existido "lectores que piensan por contraste", sea por
causas temperamentales, sociales o simplemente por prevenciones interesadas. Y siempre
hubo quienes supieron sacar buen partido de esta natural flaqueza humana, aprovechándola
con diversos fines. Roubakine, influido por la costumbre cientificista de su tiempo, trató de
estudiar metódicamente las causas que se oponen a la libre comprensión de una idea tal como
la concibió el autor, aun cuando nunca pasó de la simple intención. Tanto es así que, luego de
fatigosas incursiones por todas las disciplinas humanísticas, deja la solución para el futuro: "¿La
bibliopsicología sabrá encontrar los medios para excitar en el alma ajena, por medio de
palabras escogidas o creadas para obtener el máximo de utilidad, los estados psíquicos (ideas,
emociones, tendencias, reflexiones) que el autor, precisamente, ha querido crear?"
(Introduction a la Psychologie Bibliologique; París, Povolozky, 1922. Un capítulo resumido del
libro de Roubakine fue publicado por la revista "Universidad" [Nº. 14] de la Universidad
Nacional del Litoral; en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires hay una copia íntegra,
en microfilm, de la traducción francesa).

El interrogante de Roubakine sigue en pie. Hasta ahora no se propuesto la fórmula válida y


aplicable que indique al lector la senda que debe seguirse; por mi parte, he decidido
aventurarme en la ansiada solución. Las aspiraciones bibliopsicológicas púramente teóricas
carecen de eficacia. Todos estamos de acuerdo en que es necesario educar al lector y que la
buena lectura debe ser mejor difundida. Esta es una aspiración grande y universal; pero no
basta. La bibliopsicología se justifica únicamente cuando arriesga el método práctico y
conducente. Quiero decir: los fundamentos teóricos pueden servir de base a la bibliopsicología,
pero no son la bibliopsicología.

Por ello, salvo el aprovechamiento sustancial que hace Roubakine de las investigaciones
lingüísticas de Humboldt, poco utilizo la labor del autor ruso. En parte se explica porque la
preocupación absorbente de Roubakine era la política y no la estética. Mejor aún; podría
afirmarse que lo suyo fue una introducción a la filología sociológica más que una orientación
racional de lecturas. No obstante, sigo empleando la palabra "bibliopsicología" por considerar
que es la que mejor se acomoda a este tipo de disciplina. Y por respeto hacia quien la ha usado
primero.

2- BIBLIOPSICOLOGÍA GENERAL

Como dije antes, el principal aporte que hace Roubakine es el de valoración de W. von Humboldt,
quien enunció los verdaderos supuestos de la psicología bibliográfica al manifestar su ahora
famosa teoría de la forma interior del lenguaje. Según Humboldt, "un cambio de palabras y de
conceptos no es una transmisión de una idea dada por una persona a otra. Tanto en el que
asimila como en el que habla -dice- esta idea debe salir de su propia fuerza interior; todo lo que
el primero recibe consiste únicamente en la excitación armónica que lo pone en tal o cual estado
de espíritu". Las palabras, figuras y colores, aunque transmiten sonidos, no transmiten
contenidos: los excitan; provocan en el espíritu receptor una "reconstrucción" de experiencias
psíquicas individuales, por asociaciones sucesivas. O, lo que es igual, las sensaciones auditivas y
visuales actúan como estímulos y hacen surgir del fondo del recuerdo (experiencia) imágenes
semejantes, mediante la combinación de elementos ya depositados en la conciencia.

La comprobación de esta forma interior se evidencia en nuestros actos más comunes. Al leer un
libro cuya modalidad estética no nos es familiar, gran parte de su contenido se desliza sin
insertarse en nuestra conciencia, razón por la cual no comprendemos muchas ideas que, tras de
haber frecuentado un poco ese "tipo de literatura", adquieren una presencia inusitada; lo
mismo, cuando releemos una obra luego de cierto tiempo o bajo cierta influencia. Si la palabra
"trasmitiese" las ideas deberíamos comprenderlas sin necesidad de preparación especial. Su
contenido no tendría que variar de acuerdo con nuestra educación, edad, predisposición o
atención.

Esta teoría es ahora famosa, basta sólo recordar que las ideas de Humboldt han concretado las
bases del idealismo crítico fundamentado por Croce (Estética como ciencia de la expresión y
lingüística general), de quien Vossler es continuador (Positivismo e idealismo en la lingüística).

Últimamente, Amado Alonso y Raimundo Lida destacaron la trascendencia de la forma interior


del lenguaje, "concebida hace más de un siglo y sólo valorada con justicia en los últimos años"
(El impresionismo lingüístico; Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1942).

3- BIBLIOPSICOLOGÍA LITERARIA

Si bien los bibliotecarios y libreros, al aconsejar la lectura de tal o cual libro conforme a la cultura,
temperamento y gusto del lector, aplican intuitivamente los fundamentos básicos de esta
disciplina, no alcanzan sus propósitos de manera completa, por falta de método gradual.

No basta recomendar el libro que más agrada; es necesario, conociendo una predilección
inmediata, educar la sensibilidad del lector no habituado a los secretos de la bibliografía
literaria.
Hennequin, considerado por Roubakine como gestador de la bibliopsicología literaria, también
intentó en su llamada Crítica científica (Madrid, ed. Jorro,1909) descubrir el "signo" del autor
para reducir, por carácter transitivo, el de los lectores, pero sin programar un plan de educación
estética, propiamente dicho.

Ello no significa que, en rasgos generales, no coincida aquí con otros bibliotecarios, por cuanto
manejo elementos similares, sólo que he perseguido concretar el cometido bibliopsicológico
mediante un diagrama propio aplicado exclusivamente a la literatura; método gradual que -
creo- facilitará la redacción gradual de una guía ascendente de lecturas y complementaria de la
estética. (Obras completas 1, Jose E. Clemente)

Publicado en http://richardebury.blogspot.com/
En Twitter @IDbibliotecaria
**José Edmundo Clemente: Nació en Salta (Argentina) en 1918. Es ensayista. Fue Vicedirector (1955) y
director (1976-1979) de la Biblioteca Nacional. Presidió la Dirección General de Cultura entre 1963 y 1966. Su ensayo
"Estética del lector" (1950) le valió la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores y el premio del Consejo
del Escritor. En 1952, en colaboración con Jorge L. Borges, editó El idioma de Buenos Aires. Entre otras obras,
también es autor de Estética de la razón vital (1956), Estética del contemplador (1960) y El ensayo (1961).

Publicado por identidad Bibliotecaria en 13:44

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