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La pena de muerte en el Perú

En la sociedad actual, hemos sido testigos de un preocupante aumento en la

delincuencia. A diario, a través de los medios de comunicación, presenciamos diversos

crímenes como homicidios, feminicidios, violaciones, entre otros. Algunos ciudadanos

consideran que la aplicación de la pena de muerte o la pena capital podría ser la

solución para reducir significativamente la criminalidad en nuestro país. Sin embargo,

es crucial analizar este tema de manera adecuada, ya que muchas personas que

defienden la pena de muerte se ven influenciadas por las afirmaciones de otros, sin

haber investigado o evaluado la situación por sí mismas.

El propósito de este ensayo es desmontar los argumentos que promueven la pena de

muerte como solución al problema de la delincuencia en nuestro país. Además, se busca

aclarar, mediante argumentos, que la pena de muerte no brindaría ninguna solución si se

llegara a implementar en nuestra sociedad. Se proporcionará una definición general de

la pena de muerte, se examinarán los diferentes métodos de aplicación y se

desacreditarán los argumentos a favor de la pena de muerte. Por último, se evaluará la

situación de la pena de muerte en nuestro país.

Comencemos por definir lo que se entiende por pena capital o pena de muerte. Según

Wikipedia en el año 2020, la pena de muerte "consiste en provocar la muerte a un

condenado por parte del Estado, como castigo por cometer un delito establecido en la

legislación" (párr. 1). Es importante destacar que la pena de muerte se aplica

únicamente a aquellos delitos contemplados en la legislación del Estado. Para muchos

peruanos, la pena capital debería ser aplicada en casos de homicidio, feminicidio y

violación de menores.
La pena de muerte en Perú existe, pero está abolida en la práctica. El Perú ha ratificado

diversos tratados internacionales que prohíben la pena de muerte, como el Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana sobre

Derechos Humanos. Además, la Constitución peruana prohíbe expresamente la pena de

muerte, excepto en caso de traición en tiempo de guerra. La última vez que se aplicó la

pena de muerte en Perú fue en 1979, durante el gobierno militar. Sin embargo, desde

entonces no ha habido ejecuciones y se ha promovido un enfoque hacia la abolición de

la pena de muerte. En 2003, el Congreso peruano aprobó una ley que estableció la

moratoria de la pena de muerte, suspendiendo su aplicación.

Es importante destacar que la abolición de la pena de muerte ha sido respaldada por

diversos organismos internacionales y organizaciones de derechos humanos, que

consideran que la pena de muerte es una violación de los derechos fundamentales a la

vida y a no ser sometido a tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Los países que aún no han abolido la pena de muerte utilizan diversos métodos de

ejecución. Según Wikipedia en el año 2020, en Estados Unidos se introdujeron métodos

como la silla eléctrica y la cámara de gas como alternativas más humanitarias a la horca,

pero en su mayoría han sido reemplazados por la inyección letal. Algunos países

islámicos todavía emplean métodos como el ahorcamiento "lento", la decapitación por

espada, el derrumbamiento de una pared sobre el ejecutado (como en Afganistán) e

incluso la lapidación. En China, según datos de 2003, el método habitual es el

fusilamiento (párr. 48).

Si analizamos las formas de ejecución consideradas como más humanitarias e indoloras,

encontramos la silla eléctrica y la inyección letal. Sin embargo, en el caso de la silla

eléctrica, si alguna vez has experimentado una descarga eléctrica, recordarás lo dolorosa

que puede ser en el momento de recibirla. Ahora, imagina ser electrocutado hasta la
muerte, no debe ser en absoluto agradable. De hecho, se ha considerado que las

ejecuciones mediante silla eléctrica son demasiado crueles y causan un dolor

innecesario, según (Valenzuela , 2018) en un artículo de VIX en 2018 (párr. 1).

Veamos primero argumento a favor de la Pena de Muerte es necesario evaluar la

realidad de la pena de muerte tanto en la actualidad como a lo largo del tiempo. Como

señala Albert Camus en su obra "Reflexiones Sobre la Guillotina" en 1957, en lugar de

afirmar que la pena de muerte es principalmente necesaria y luego evitar hablar de ella,

debemos hablar, en cambio, sobre lo que realmente es y luego determinar si, tal como

es, debe considerarse necesaria. Uno de los argumentos en los que se basan estas

personas es que la aplicación de la pena de muerte resulta en una muerte rápida e

indolora para el delincuente, y que no constituye un trato cruel hacia los derechos

humanos. Sin embargo, ¿es esto realmente cierto? Para abordar esta cuestión, en este

ensayo se han evaluado los diversos métodos que se han utilizado en el pasado y los que

se aplican en la actualidad en los países que llevan a cabo la pena capital. Al examinar

detenidamente estos métodos y sus implicaciones, se ha llegado a la conclusión de que

la pena de muerte no genera un castigo completamente indoloro. Por lo tanto, podemos

afirmar que el argumento de que la pena de muerte produce una muerte rápida e

indolora para el delincuente y no constituye un trato cruel hacia los derechos humanos

es incorrecto. La realidad de la situación demuestra todo lo contrario a esas

afirmaciones. Se plantea otro argumento que sostiene que la aplicación de la pena de

muerte ha tenido un impacto significativo en la reducción del crimen en los países

donde se implementa. Es importante destacar que los países que aplican la pena de

muerte están fuera de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos, también

conocida como Pacto de San José. Sin embargo, estos países llevan a cabo su aplicación

respetando los incisos 2, 3, 4, 5 y 6 del artículo 1 de dicho pacto. Algunos de los países
que actualmente mantienen y aplican la pena capital son China, Irán, Arabia Saudita,

Vietnam e Irak, y entre las potencias industrializadas y democráticas que la mantienen y

aplican se encuentran Japón y Estados Unidos.

Un considerable número de personas argumenta a favor de la aplicación de la pena de

muerte en el Estado peruano. Es importante señalar que el Artículo 140 de la

Constitución Política establece que "la pena de muerte solo puede aplicarse por el delito

de traición a la patria en caso de guerra, y el de terrorismo, conforme a las leyes y los

tratados de los que el Perú es parte obligada". Aquellos que respaldan la

implementación de la pena de muerte en el país aseguran que ayudaría a reducir el

crimen, y en gran medida esto es cierto. Sin embargo, no siempre se puede garantizar

que la persona que será ejecutada sea realmente un criminal. Un caso que se recuerda es

el del "Monstruo de Armendáris". A finales de los años cincuenta, Jorge Villanueva, de

35 años, fue condenado a la pena de muerte por secuestro, violación y otros delitos. La

presión no solo fue ejercida por la población, sino también por los medios de prensa;

aquí se evidencia que el estado actuó debido a la presión de la población y no considero

las pruebas y la posibilidad de la inocencia de este hombre, en conclusión, en el caso del

Monstruo de Armendáriz se pudo haber evidenciado el asesinato de un inocente.

Si observamos en la actualidad cómo el Estado puede encarcelar a personas inocentes

con penas de dos a tres años, e incluso con penas más largas, ¿cómo podemos garantizar

que no ocurrirá lo mismo en el caso de la pena de muerte? No podemos. Existe el riesgo

de cometer un error similar al del caso del "Monstruo de Armendáris", donde se

enviaría al Estado a asesinar a un inocente.

Por otro lado, si el Estado decidiera aplicar la pena de muerte en el país, lo primero que

tendríamos que hacer es salir del Pacto de San José. Esto implicaría necesariamente

cambiar tanto nuestra Constitución como nuestro Código Penal. Sin embargo, el
verdadero conflicto surgiría posteriormente, ya que al renunciar al Pacto de San José,

también renunciaríamos a la protección garantizada por la Convención Americana de

Derechos Humanos. Esto nos dejaría expuestos tanto al abuso de poder por parte del

Estado como a la posibilidad de ser objeto de una explotación laboral por parte de otras

entidades.Al final como conclusión la implementación de la pena de muerte en Perú

conllevaría numerosos problemas tanto a nivel internacional como nacional, como ya se

mencionó en este ensayo. Además, otorgarle al Estado la opción de asesinar a las

personas, en quienes no confiamos plenamente, carece de lógica. En consecuencia, la

pena de muerte perjudicaría gravemente al país.

La mejor manera de reducir la tasa de delitos en el país no es a través de la aplicación de

la pena capital, sino mediante la correcta aplicación de las penas que ya están

establecidas en nuestro Código Penal. Como ciudadanos, no debemos dejarnos llevar

por afirmaciones sin antes investigarlas personalmente. De esta manera, podremos sacar

adelante a nuestro país sin perjudicar a ninguno de sus habitantes y permitir que

progrese.

La pena de muerte no puede cumplir con los objetivos de la pena establecidos en la

Constitución Política y el Código Penal, ya que su único propósito es eliminar a la

persona que cometió el delito para satisfacer el deseo de venganza de una multitud

enfurecida influida por los medios de comunicación, quienes diariamente abogan por la

implementación de esta inhumana pena con el objetivo de buscar una "justicia"

retributiva. La pena de muerte no tiene interés en la víctima del delito, no busca reparar

el daño causado ni ayudar a la víctima a encontrar una resolución comprensiva de su

conflicto y entender por qué ocurrió este evento traumático.

En realidad, la pena de muerte no es una verdadera pena, ya que va más allá de los

límites del tiempo y lugar en que transcurre la vida humana y, por lo tanto, se encuentra
fuera del ámbito funcional del derecho penal del Estado. Es simplemente un acto de

confrontación violenta del Estado contra el ciudadano infractor.

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