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INSTITUTOSUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE “DR.

JUAN PUJOL”
PROFESORADO DE EDUCACIÓN SECUNDARIA EN LENGUA Y LITERATURA
LENGUA III - 3º “A” - “B” - ”C” - 2022
PROF. SERGIO DANIEL RUBIOLA
UNIDAD N° 3: GUÍA N° 8

La teoría de la Relevancia.
“La mayor parte de la comunicación humana es la expresión y el reconocimiento de intenciones”.
Grice, (1989: 1-7, 14, 18)
Los OBJETIVOS que guiarán esta práctica te permitirán:
 Identificar rasgos distintivos de la propuesta teórica para monitorear tus prácticas
comunicativas.
 Valorar la interrelación de los elementos gramaticales y contextuales para la eficiencia en
la comprensión del fenómeno comunicativo.
 Problematizar tu estado de competencia para comprender e interpretar textos ajustando
el monitoreo o proponerte mejoramientos reales.
 Comunicar académicamente tu construcción teórica de manera adecuada y pertinente en
la producción oral y escrita.

Los CONTENIDOS que desarrollarás:


 La teoría de la Relevancia de Sperber y Wilson. El concepto de relevancia. La
comunicación: ostensión e intención. Lo manifiesto. La inferencia y la deducción. El
proceso de inferencia y el contexto. El funcionamiento de la comunicación verbal: las
implicaturas y explicaturas. Presunción de relevancia y Principio de relevancia.

En
esta guía te propongo trabajar sobre dos cuestiones importantes de la comunicación humana:
no solo decodificamos signos, sino que inferimos información no dicha. ¿Cómo se manifiestan
las intenciones del emisor? ¿Por qué y cómo el destinatario las percibe y las interpreta como
relevantes?

RECUPERACIÓN DE CONOCIMIENTOS PREVIOS

¿Por qué hay personas que parecieran haber nacido para comunicar exitosamente?
Te invito a evaluar la pertinencia comunicativa de esta personalidad
del humor:
https://www.youtube.com/watch?v=3wl_9qkpg6s&ab_channel=MARCOSEC

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN


1. Resumí en un esquema de contenido el texto de Reyes.
2. Hacé una lista con enunciados realizados por sus profesores, del tipo: “lean para la
clase próxima” e hipotetizá causas del/los resultado/s.
3. Eligí uno de los enunciados y con él desarrollá la tabla que sigue, para argumentar
la hipótesis que hiciste en 2.:
Enunciado elegido Cada uno de los aspectos teóricos desarrollados Interpretación de lo
por Reyes identificado.
4. Ejemplificá cada uno de los conceptos del esquema de contenido hecho con situaciones comunicativas de la
vida cotidiana.
5. Para que mejorés tus intervenciones en clase: repensá tus señales de relevancia (consultá el ppt 2 de
oratoria) especificando, a la manera de acotaciones de un texto dramático, sobre los momentos de una
secuencia ya hecha. Representala ante un compañero y que comente si fueron tales como vos supusiste.
Justificá tu reformulación con los conceptos de la teoría.
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UNIDAD N° 3: GUÍA N° 8

LECTURA
Objetivo: leer para sintetizar.

REYES, Graciela (2007). “CAPÍTULO IV. Lo dicho y lo implicado: La teoría de


la relevancia”. En El abecé de la pragmática. España: Arco Libros. 7ª edic.
(Pp. 53-61)
1. EL CONCEPTO DE RELEVANCIA
La teoría de la relevancia, expuesta por sus autores, Dan Sperber y Deirdre
Wilson, en un libro publicado en 1986 (Relevance. Communication and
cognition), no fue bien recibida por el establishment de la pragmática.
Aunque muchas de las críticas siguen siendo válidas (véanse Levinson, "A
Review of Relevance", y Mey y Talbot, "Computation and the Soul"), este
modelo ha ido ganando aceptación en los últimos años, y hoy en día puede
considerarse, junto con el modelo neogriceano, una de las dos teorías más
influyentes en pragmática.
Aunque está inspirada en Grice, la teoría de la relevancia no puede tratarse
como una mera extensión del programa de Grice, ya que propone una
manera diferente de explicar el proceso de la comunicación lingüística.
Muchos lingüistas consideran que el modelo de la relevancia supera al de
Grice en poder explicativo, y que además satisface la intuición que
tenemos, como usuarios del lenguaje, acerca de los procesos de
comunicación verbal (véase Wilson y Smith, Relevance Theory).
La relevancia (palabra técnica cuya versión más cercana en el lenguaje corriente sería pertinencia) es el
principio que explica todos los actos comunicativos lingüísticos, sin excepción alguna: porque descontamos que
nuestro interlocutor es relevante le prestamos atención.
Grice nos enseñó que, para que la comunicación sea posible, los hablantes deben tener ciertas expectativas
sobre la conducta de sus interlocutores. Según Grice, los hablantes damos por descontado que, en la
conversación y en otras tareas que hacemos en compañía, somos cooperativos. Pero ¿por qué somos
cooperativos? Según Sperber y Wilson, porque tenemos algo que ganar: conocimiento del mundo.
En efecto, a cambio del esfuerzo de dedicar atención, tiempo, memoria, para entender lo que nos dicen,
recibimos, o, por lo menos, descontamos que siempre vamos a recibir, "efectos cognoscitivos", es decir, una
modificación o enriquecimiento de nuestro conocimiento del mundo. Lo que esperamos de nuestro interlocutor
es que tenga la intención de ser relevante, o sea, de decirnos algo que contribuya de algún modo a enriquecer
nuestro conocimiento del mundo, sin exigirnos un esfuerzo desmedido de interpretación, porque tendemos a
equilibrar ganancia y esfuerzo. Cuantos más efectos cognoscitivos produzca un enunciado, y menos esfuerzo
de interpretación exija, más relevante será.
Cada enunciado lingüístico intencional viene con una garantía de relevancia. Como, según Sperber y Wilson,
todas nuestras actividades informativas se orientan hacia la meta general y abstracta de mejorar nuestro
conocimiento del mundo, la garantía de relevancia permite contar con que, si una persona produce un estímulo
verbal deliberado, ese estímulo merece nuestra atención y el esfuerzo de interpretarlo, ya que produce los
efectos cognoscitivos que nos interesan, a corto o a largo plazo.
En nuestro entorno cognoscitivo hay información inmediatamente accesible, que no necesita ser procesada,
y hay información totalmente desconectada, que exigiría un gran esfuerzo de procesamiento, quizá en buena
parte inútil. Un tercer tipo de información es nueva pero conectada con la que ya tenemos: la conexión provoca
más información nueva, que no se hubiera podido inferir sin la conexión. Esta información es la más relevante,
pues produce un efecto de multiplicación, con menos coste de procesamiento.
Los resultados de esta multiplicación se llaman "efectos contextúales". Una nueva información puede tener
efectos contextúales de dos maneras: la información nueva permite reforzar información ya existente en la
memoria; la información nueva contradice o debilita información anterior.

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Cuando un ítem informativo tiene efectos contextúales en un Efectos cognoscitivos
determinado contexto, Sperber y Wilson lo consideran relevante- en Relevancia=
ese contexto. El de relevancia no es un concepto absoluto: hay grados Esfuerzo de procesamiento
de relevancia. Para medir la relevancia de un enunciado, debe
calcularse la relación entre efectos contextúales y coste de procesamiento. La relevancia puede representarse
como una fracción:
A Grice debemos la primera elaboración de un modelo del proceso inferencial. Sperber y Wilson han querido
llegar más lejos, y explicar la comunicación mediante un principio no solo único sino también más general y más
explicativo que las máximas de Grice, el principio de relevancia. Este principio, por ser cognoscitivo, puede
postularse como universal.
Una vez que se propone que la conducta lingüística de los seres humanos está fundada en un principio
cognoscitivo universal que incluye toda forma de cooperación, las máximas del principio de cooperación
resultan superfluas: el principio de relevancia basta para explicar la comunicación lingüística. Este principio, a
diferencia de las máximas, no admite ser seguido o ser violado: los hablantes no "respetan" el principio de
relevancia, ni lo pueden violar por más que quieran, ni tienen que conocerlo, ni aprenderlo: se aplica a todos
los actos de comunicación intencional, sin excepción. Por supuesto el hablante puede fracasar en su intento
comunicativo y no ser relevante. Lo que basta es que transmita, con su enunciado, la presunción de que este es
óptimamente relevante, porque esa relevancia determina la interpretación de dicho enunciado.
2. INFERENCIAS Y CONTEXTO
La inferencia es un proceso de razonamiento deductivo. Se parte de ciertas premisas para llegar a una
conclusión que se sigue lógicamente de esas premisas. Lo interesante es cómo seleccionamos las premisas en
nuestro trabajo interpretativo, que es, como queda dicho, una búsqueda de relevancia. Véase un ejemplo:
(1) A. - ¿Vas a comprar el diccionario?
B. -Gasté todo el dinero que tenía.
En el esquema griceano, la respuesta de B parece violar la máxima de relevancia, pero el oyente hace un
breve razonamiento y descubre su relevancia: B no va a comprar el diccionario porque no tiene dinero. Para
Sperber y Wilson, esta es una explicación post fado, y además insuficiente, ya que deja a oscuras por qué se
hace la conexión entre comprar el diccionario y haber gastado el dinero.
Según la teoría de la relevancia, para interpretar la respuesta de B, A construye un contexto, que es, más o
menos, el que B esperaba que construyera. En este contexto figuran ciertos conocimientos y creencias, por
ejemplo, que se necesita cierta cantidad de dinero para comprar un diccionario y que B no tiene dinero. De
estas premisas B saca la implicatura "B no va a comprar el diccionario". El contexto constituido por las premisas
es un subconjunto de las creencias y conocimientos de toda índole que probablemente posee A; tal conjunto
está formado por conocimientos científicos, culturales, sociales, religiosos, políticos, económicos, lingüísticos,
y conocimientos que surgen de la situación, conocimientos sobre el interlocutor y su historia pasada, sobre el
modo en que gasta el dinero, sobre por qué gana poco, sobre la relación entre ellos, etc. El contexto que el
oyente tiene a su alcance puede incluir también conocimientos sobre los diccionarios, sobre cuáles son los
mejores, sobre cómo se hacen, sobre por qué son caros, etc. Nótese que toda esa información está a disposición
del hablante, y sin embargo este sólo selecciona el subconjunto de conocimientos que le sirve para interpretar
lo que dice B. Y esto es así porque A sabe que B quiere ser relevante, y la única interpretación consistente con
el principio de relevancia es que B no puede comprar el diccionario. Esa es, pues, la interpretación más plausible,
y por lo tanto la implicatura más importante del enunciado de B. Digo "la más importante" porque la respuesta
de B es más rica en información que un simple "No voy a comprar el diccionario", y permite inferir otras
implicaturas también, es decir, se liga con otros subconjuntos de conocimientos del oyente y produce más
efectos contextúales (por ejemplo, que a B no le alcanza el dinero, o que B es una persona derrochona, etc.).
Volveremos enseguida sobre este fenómeno.
El contexto, en la teoría de la relevancia, se define en términos psicológicos, no sociales, culturales, o
discursivos, de modo que la definición es unitaria, y evita las dificultades que hemos visto en el capítulo i. Las
creencias operativas que forman el contexto de cada interacción pueden derivar de la percepción inmediata de

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la situación, de lo que se ha dicho antes, o provenir de la memoria. Lo importante es que los interlocutores
comparten o creen compartir una versión parecida del contexto. La comunicación exitosa depende de cierto
conocimiento mutuo: de lo que cada interlocutor sabe y sabe que el otro sabe. Véase el siguiente caso:
(2) (Quique se acerca a la autora, que está sentada frente a la computadora,
trabajando.)
Quique: - ¿Estás ocupada?
GR: -No. Estoy jugando a un video game. (Quique se ríe y se va.)
(Permítaseme decir, ya que viene al caso, que Quique y yo nos comunicamos en dos lenguas, como millones de
personas. También nos comunicamos en dos dialectos del español, y en varios registros. Al lado de nuestras
conversaciones, los ejemplos de los libros de pragmática resultan irreales, por la homogeneidad lingüística,
cultural, social, generacional, que sugieren como norma ejemplificante. Que tal homogeneidad no se dé
siempre y que quizá sea atípica es también un problema de pragmática, uno de los que se dejan de lado en las
teorías inferenciales que estamos tratando.)
En (2) Quique, para construir el contexto en que debe interpretar mi respuesta, extrae algunos elementos
de la situación. Ve, por ejemplo, que en la pantalla de la computadora hay un texto, no un juego. Por otra parte,
él sabe (y sabe que yo sé que él sabe) que yo uso la computadora solamente para trabajar, de modo que
interpreta mi respuesta como el enunciado no literal que es, haciendo ciertas inferencias. Infiere, sobre todo,
que yo le he transmitido que estoy ocupada y no quiero interrupciones. Por supuesto, mi enunciado irónico
exige de él cierto esfuerzo extra de procesamiento, ya que contiene una crítica a su pregunta (es evidente que
estoy ocupada, y él sabe que yo sé que lo sabe), pero también indica que yo sé que él sabe que estoy hablando
cariñosamente, y que, quizá, no me ha molestado su interrupción, y que los dos nos entendemos bien. Todos
estos significados bien valen el esfuerzo extra de entender una afirmación absurda, y la risita del niño expresa,
entre otras cosas, que es mi cómplice en la buena comunicación.
Como ya vimos para el caso (1), la respuesta de (2) produce más de una implicatura. Ninguno de los dos casos
es anómalo, ya que nuestros enunciados cotidianos suelen tener una gama, a veces muy amplia, de significados
posibles. Antes de ver cómo explica este fenómeno la teoría de la relevancia, debemos considerar cuál es el
papel que Sperber y Wilson asignan a la inferencia en la interpretación de enunciados lingüísticos.
3. LA EXPLICATURA
Grice distinguió entre lo dicho y lo que se transmite mediante implicaturas; por "lo dicho" se ha de entender
aquella parte de la comunicación que puede evaluarse según el criterio de verdad. Todo lo demás es implícito.
Así, en (3) Le ruego que se vaya de aquí, el uso de usted puede implicar que el hablante quiere poner distancia
con la persona con la que habla. Como el uso de tuteo (Te ruego que te vayas de aquí) satisfaría las mismas
condiciones veritativas, la implicatura convencional provocada por el empleo de usted no afecta el valor de
verdad de (3). Sin embargo, la implicatura convencional bien puede considerarse parte de lo dicho en (3). En el
esquema de Grice, esta distinción queda borrosa.
Grice es consciente, sin embargo, de que lo dicho no está determinado por el contenido semántico de la
oración. Hay elementos de lo dicho que adquieren significado solamente al emitirse la oración en una situación
concreta de habla. Ya hemos visto el caso de los deícticos, que requieren un contexto para ser interpretados.
Del mismo modo, hay palabras ambiguas cuya desambiguación es necesaria para recuperar lo dicho, y otras
que tienen significados insuficientes, imprecisos, que solo se completan en el contexto.
En la teoría de la relevancia, de manera más clara que en la teoría de Grice, se considera que lo dicho está
formado no solamente por los significados convencionales, sino por el resultado de la asignación de referencias,
la desambiguación y el enriquecimiento de algunas expresiones. De modo que podemos distinguir tres niveles
de significado:
Nivel 1: el significado convencional de la oración.
Nivel 2: lo dicho.
Nivel 3: lo comunicado.
El nivel 3 resulta, como sabemos, del resultado de los procesos de descodificación e inferencia, incluyendo la
inferencia de implicaturas conversacionales. En el modelo griceano y en el neogriceano se ha enfocado de
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preferencia el paso del nivel 2 al nivel 3, que consiste en recuperar significados implícitos. La teoría de la
relevancia intenta explicar cómo llegamos a interpretar el nivel 2, lo dicho, proponiendo que el paso del primer
nivel al segundo se cumple mediante un proceso inferencial semejante al requerido para el paso de lo dicho a
lo comunicado. En esta teoría, lo dicho es la explicatura del enunciado, es decir, la proposición completa que
expresa el hablante.
Debe considerarse parte de lo dicho, por lo tanto, la porción de significado que no se manifiesta
explícitamente, sino que es el resultado de procesos de desambiguación, asignación de referencia y
enriquecimiento. Estos procesos son inferenciales.
En (4), por ejemplo, para reconstruir la explicatura es necesario desambiguar el contenido de la palabra
muñecas:
(4) (Una anciana a otra): - ¿Y qué tal van tus muñecas?
Para asignar a muñecas el significado 'parte del brazo' es preciso seguir un itinerario inferencial semejante
al que se sigue para derivar implicaturas, y guiado también por el principio de relevancia. La oyente interpreta
la pregunta en un contexto en el cual figura, por ejemplo, su artritis, los comentarios anteriores sobre su dolor
de muñecas, etc.
Veamos ejemplos de asignación de referencia y de enriquecimiento:
(5) (Por el portero eléctrico): (6) (Eligiendo pañuelos de seda.) (7) Luisa ya tiene cierta edad.
A: - ¿Quién es? Compradora: - ¿Estos son los de
B: -Yo. 1.990 pesetas? ¿Y aquel verde,
A: -Pasa. cuánto cuesta?
Vendedora: -Bueno, ese es un
poquito caro.
En (5) A debe asignar referencia al pronombre personal antes de abrir la puerta. La explicatura de yo es, por
ejemplo, "Soy Pepe", proposición que debe reconstruir el oyente a partir de la forma deíctica y datos
provenientes del entorno (la voz del hablante, la hora, etc.).
En (6) y (7) los enunciados no son tan parcos como en (5), pero el oyente tiene que hacer ciertas inferencias
para reconstruir lo "dicho". En (6), hay que completar el significado que tiene la palabra poquito en este
contexto, para recuperar una explicatura como "el pañuelo verde es bastante más caro", o "ese pañuelo es más
caro de lo que usted parece dispuesta a pagar". Por supuesto, ese no es el significado básico o semántico de
poquito, pero lo adquiere en algunos contextos, y ese significado extra es parte de la explicatura, pues
contribuye a conformar la proposición completa expresada por la vendedora.
El ejemplo (7) nos muestra otra vez la indeterminación de algunas expresiones y la necesidad de
enriquecerlas para recuperar la explicatura. Cierto quiere decir, por ejemplo, 'determinado', como en ciertas
palabras, cierto día, pero cuando se habla de una persona d'une certain age las cosas cambian: en esos casos,
cierto significa que la persona en cuestión es 'ya mayor', "demasiado vieja como para hacer algo', 'mayor de lo
que uno pensaría', o algo semejante.
La explicatura de un enunciado es, pues, la proposición que resulta de lo expresado convencionalmente y de
los procesos de desambiguación, enriquecimiento y asignación de referencia. Solo una vez que cumple con estas
operaciones, cuando son necesarias, el oyente tiene una proposición completa, de la cual extraerá las
implicaturas que correspondan. Este análisis amplía el campo de la pragmática, que ya no se limita a ofrecer
una explicación de cómo recuperamos implicaturas, sino también de cómo entendemos lo explícito, aplicando
el mismo principio de relevancia que aplicamos para inferir implicaturas.
4. LA RELEVANCIA DE LAS METÁFORAS
Según la teoría de Sperber y Wilson, para comunicarse lo que importa es ser relevante, y no, en cambio, decir
la verdad literal. Supóngase la siguiente situación. Yo vivo en un suburbio de Chicago, Evanston, exactamente a
una manzana de distancia de la calle que marca el límite de la ciudad. No hay ninguna diferencia entre mi calle
y la siguiente, que ya forma parte de Chicago, pero yo tengo otro código postal, otro prefijo telefónico, etc. Una
persona que acabo de conocer en Madrid, digamos que Julia, me pregunta dónde vivo. Mi respuesta normal
sería la siguiente:
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(8) Vivo en Chicago.
Si dijera la verdad literal, es decir, que vivo en Evanston, Julia no podría obtener efectos contextúales. Mi
respuesta es relevante porque lo que quiero comunicar a Julia es un subconjunto de implicaciones acarreadas
por (8): que vivo en Estados Unidos, que hago vida de ciudad, que esa ciudad está en el centro de los Estados
Unidos (o que no está en California, o que no es Nueva York), que puede ir a visitarme a Chicago. Lo que
garantizo es la verdad de esas implicaciones, no la verdad literal del enunciado que uso para comunicarlas. Si
fuera, en cambio, a registrarme para votar, y me preguntaran lo mismo, mi respuesta sería "Vivo en Evanston",
pues en este caso la verdad literal es lo relevante.
El enunciado (8) es un ejemplo de lo que Sperber y Wilson llaman loóse talk, o lenguaje aproximado. Las
metáforas son, según Sperber y Wilson, un subtipo de loose talk, y pueden analizarse de la misma manera. En
el modelo de Grice, cuando un significado literal parece inapropiado, el oyente deriva una implicatura. El
significado literal de las metáforas es siempre inapropiado. Véase el siguiente ejemplo (tomado de Sperber y
Wilson, "Loose talk"):
(9) (La madre al niño):
-Eres un cerdito.
El significado principal de este enunciado no es el literal, como bien sabe el niño, sino algo así como 'eres un
niño sucio'. Un problema que queda sin resolver en la teoría de Grice y que resulta clave para entender el
lenguaje figurado es el siguiente: por qué las figuras no pueden parafrasearse sin que pierdan casi todo su
sentido. En (9), no es lo mismo que la madre le diga al niño "cerdito" que "niño sucio".
Según Sperber y Wilson, los hablantes comunicamos pensamientos complejos, es decir, pensamientos
formados de varias proposiciones, algunas de las cuales sobresalen más que otras. Una sola de esas
proposiciones, la que esté disponible inmediatamente y cumpla con la presunción de relevancia óptima, será la
proposición más importante de todas las que se transmiten o se intentan transmitir. En (9), la proposición
transmitida es, probablemente, 'eres un niño sucio', y a esta la consideramos, por lo tanto, la implicatura más
fuerte. Pero (9) transmite también otras implicaturas más débiles, por ejemplo, que el niño es adorable pese a
ser sucio.
En casos como (8) y (9), y también (2), arriba, los hablantes producen enunciados en donde no se dice la
verdad literal, con la intención de que los oyentes extraigan solamente un subconjunto de las implicaciones
acarreadas por ese enunciado. En esos casos los hablantes no garantizan la verdad literal de lo que dicen, sino
que garantizan la verdad del subconjunto de implicaciones que quieren transmitir y que son relevantes en ese
contexto. Estas implicaciones tienen diferente fuerza: como las ondas que se forman en el agua al arrojar una
piedra, algunas implicaturas son más y más débiles y borrosas según vayan quedando más lejos de la intención
comunicativa central del enunciado.
Los enunciados figurados exigen, sí, más esfuerzo de procesamiento, pero también producen mayor
ganancia cognoscitiva: un solo enunciado permite derivar un significado mucho más complejo que su paráfrasis
literal. Decirle al niño "cerdito" transmite, condensadamente, mucho más significado que decirle "sucio". Por
eso las metáforas e ironías no son adornos de la conversación, sino medios de comunicar gamas muy amplias
de implicaturas de diferente rango. Entre las implicaturas débiles así comunicadas, algunas son tan débiles que
ni siquiera están totalmente presentes en la conciencia del que habla, por lo cual el oyente es más responsable
de ellas que el hablante.

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El lenguaje
figurado, tanto en
la conversación
como en la
literatura, exige
más esfuerzo
inferencial, pero
lo compensa con
más efectos
cognoscitivos. Su
interpretación,
según esta teoría,
no se diferencia
en nada de la
interpretación del
lenguaje literal, ya
que se explica por
el mismo principio
de relevancia.
Sarniento, pero
también
producen mayor
ganancia
cognoscitiva: un
solo enunciado
permite derivar
un significado
mucho más
complejo que su
paráfrasis literal. Decirle al niño "cerdito" transmite, condensadamente, mucho más significado que decirle
"sucio". Por eso las metáforas e ironías no son adornos de la conversación, sino medios de comunicar gamas
muy amplias de implicaturas de diferente rango. Entre las implicaturas débiles así comunicadas, algunas son
tan débiles que ni siquiera están totalmente presentes en la conciencia del que habla, por lo cual el oyente es
más responsable de ellas que el hablante. (Sobre los tipos de implicatura en la ironía, desde esta misma
perspectiva teórica, puede verse el análisis que he hecho en otro cuaderno de esta colección: Los
procedimientos de cita: citas encubiertas y ecos, capítulo IV.)
El lenguaje figurado, tanto en la conversación como en la literatura, exige más esfuerzo inferencial, pero lo
compensa con más efectos cognoscitivos. Su interpretación, según esta teoría, no se diferencia en nada de la
interpretación del lenguaje literal, ya que se explica por el mismo principio de relevancia.

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