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RESUMEN
El activismo de las personas con diversidad funcional (discapacidad) en España se había centrado
tradicionalmente en reivindicar los derechos básicos para su inclusión en la sociedad, tales como
la accesibilidad, la asistencia personal o la educación inclusiva. No obstante, parto de la hipótesis
de que asistimos a un cambio de repertorio en las formas de enunciación y movilización de este
activismo, en el que la sexualidad ha adquirido un lugar central. Esta hipótesis es contrastada por
la investigación etnográfica que vengo realizando desde el año 2012. Durante este periodo, he
realizado observación participante, 30 entrevistas en profundidad de carácter semi-estructurado y
seguimiento en redes sociales y medios de comunicación de los principales actores implicados en
la movilización política en torno a la sexualidad y la diversidad funcional. Esta comunicación se
focaliza en analizar dos de sus principales expresiones: la asistencia sexual y las “alianzas queer-
crip”.
La asistencia sexual es una figura/servicio de apoyo para la sexualidad de personas con diversidad
funcional que se articula de forma diferente en los distintos contextos geográficos y culturales.
En España, la disputa en torno a su definición, e hipotética concreción institucional, comienza en
el año 2012 y es promovida tanto por las personas con diversidad funcional (desde las
asociaciones tradicionales a los grupos activistas) y sus familiares, como por profesionales
relacionados con la terapia, la sexualidad (sexólogos/as, prostitutas, masajistas eróticas) y los
cuidados (asistentes personales, residencias). Lo que tienen en común los diferentes
posicionamientos es la reivindicación de la sexualidad de este colectivo como espacio de
discusión pública, movilización política y construcción identitaria.
La etnografía realizada permite trazar una genealogía que sitúa y analiza el cambio de repertorio
en la enunciación y movilización del activismo de la diversidad funcional, y que muestra cómo
la sexualidad ha sido el eje vertebrador del mismo.
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INTRODUCCION: DE LA COMPRESA A LA MASTURBACIÓN
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recursos básicos para la inclusión social, tales como la accesibilidad, la asistencia
personal1 o la educación inclusiva.
No obstante, en los últimos años, la reivindicación activista, así como el trabajo de los
profesionales que rodean a mundo de la diversidad funcional, han comenzado a poner el
foco en un área hasta ahora silenciada: la sexualidad. Este interés por la sexualidad de las
personas con diversidad funcional se ha articulado de múltiples maneras, algunas incluso
contradictorias entre sí, pero lo que tienen en común es que la conciben como un derecho
y una necesidad a la que socialmente hay que dar respuesta.
Puede resultar paradójico que sea en plena crisis económica, cuando se produzcan estas
reivindicaciones. No obstante, el recorte en materia de derechos y prestaciones también
puede resultar un acicate para la búsqueda de una transformación social más profunda,
que no se limite a reclamar mejoras materiales, sino que aspire a un cambio de imaginario
social. Y, para ello, el terreno de la sexualidad, resulta idóneo.
La sexualidad ha sido una de las áreas paradigmáticas de opresión para las personas con
diversidad funcional, las cuales se han visto recluidas en dos categorías igualmente
estereotipadas y perversas: “híper-sexuales-pervertidos” o “asexuales-inocentes”
(Brown, 1994: 125). Esta “dimensión personal e individual de la opresión” (Shakespere,
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El asistente personal es una persona contratada para realizar las tareas que la persona con diversidad
funcional no puede hacer por sí misma. La diferencia con el papel tradicional del “cuidador”, es que en este
caso la persona con diversidad funcional es la que decide qué, cuándo y cómo se realizan estas tareas. Suele
utilizarse la metáfora de que el asistente personal “son los pies y las manos” de estas personas.
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1999: 54) han sido tradicionalmente relegadas por el activismo pro de logros más
urgentes. Y cuando se aludía a la sexualidad se hacía exclusivamente en términos
reproductivos o de prevención del abuso sexual. Como explica Tepper (2000: 283) ha
habido un imperdonable ‘olvido del discurso de placer’ al reflexionar sobre la situación
de este colectivo. Y las personas que ya han logrado unas mínimas condiciones materiales
para tener una vida digna, no quieren seguir postergándolo.
INVESTIGACIÓN
Este trabajo se basa en los resultados de una etnografía realizada entre finales del año
2012 y la actualidad (2016), con el objetivo de analizar el proceso de politización en torno
a la sexualidad del activismo de vida independiente español. Concretamente, me centro
en la articulación de las alianzas queer-crip (conceptualizando estas tanto como un
proyecto político como una identidad colectiva en proceso de construcción) y su relación
con otros proyectos o iniciativas activistas que reivindican la sexualidad de las personas
con diversidad funcional, sobre todo aquellas relacionadas con la asistencia sexual. Se
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trata de un campo de investigación muy novedoso, enormemente prolífico en términos
activistas y de crítica política pero poco explorado a nivel académico. Esto es
consecuencia, en gran parte, de que se trata de un objeto de estudio en proceso de
construcción, que precisa de inmersión en el campo de investigación y de las herramientas
teóricas y metodológicas para su análisis. Por ello, la metodología idónea para abordarlo
es la etnografía.
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Estas personas se han considerado activistas del MVI, aun cuando algunas no pertenezcan ni al FVID ni
a una OVI (Oficina de Vida Independiente), dada su participación en proyectos políticos y/o artísticos que
considero afines a sus postulados y que han guardado relación con las alianzas queer-crip.
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Resulta interesante señalar que una parte significativa de las personas queer entrevistadas habían tenido
(o tenían) un contacto laboral con el mundo de la diversidad funcional (como asistentes personales,
cuidadores, educadores, monitores, etc.). Y, más aun, durante el proceso de las alianzas muchas otras han
comenzado a trabajar como asistentes personales o, incluso, sexuales.
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amplia que incluye activistas que se identifican como tales o, en categorías afines, como
transfeministas, gordas, trans, etc.).
ANÁLISIS
ASISTENCIA SEXUAL
Un año después, parte de sus miembros se escinden y forman Tandem Team, con el
objetivo de dejar de lado el debate teórico y comenzar a proveer servicios de asistencia
sexual. Tandem Team es una asociación sin ánimo de lucro que, debido a las restricciones
del marco legislativo vigente, limita su función a poner en contacto a potenciales
asistentes sexuales y potenciales asistidos. Para ello, evalúa previamente la idoneidad de
ambas personas así como su posible afinidad. Posteriormente, realiza un seguimiento para
conocer cómo ha acontecido el servicio.
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Tandem Team también participa activamente en la divulgación y promoción de la
asistencia sexual, entendiendo esta, al igual que Sex Asistent, como un encuentro erótico
libre entre dos personas adultas, en que la única restricción debe ser el deseo de ambas.
De esta forma, la asistencia sexual se plantea como una experiencia erótica recíproca, en
la que ambas partes se implican sexual y emocionalmente, y salen igualmente
beneficiadas. De hecho, Tandem Team se propone para que
“una persona con diversidad funcional pueda encontrar a otra persona que quiera
compartir su intimidad y su sexualidad con ella. Y viceversa”4.
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Descripción del Proyecto Tandem Intimity, disponible en:
http://www.tandemteambcn.com/#!intimity/csgz Fecha de consulta: 27-11-2015
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Fragmento de la entrevista realizada por Raúl Gay a María Clemente (cofundadora de Tandem Team),
disponible en: http://www.eldiario.es/retrones/Maria-Clemente-sexo-ofrecemos-
intimidad_6_310129007.html Fecha de consulto: 12/10/2015
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Por su parte, el proyecto documental Yes, we fuck! y, en especial, uno de sus directores,
Antonio Centeno, defienden una visión contrapuesta de la asistencia sexual, ya que
plantean que se circunscriba al campo del autoerotismo. De esta forma:
“Las funciones del asistente sexual serían ayudar a la persona con diversidad
funcional antes, durante y/o después de las prácticas sexuales con otras personas en
todo lo que no pueda hacer sin apoyo (higiene, posturas, anticoncepción...), así como
masturbar a la persona con diversidad funcional en caso de que no pueda hacerlo por
sí misma” (Centeno, 2014:111).
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No obstante, se trata de una propuesta minoritaria, que ha recibido menor atención
mediática y apoyo social que el “modelo de conexión erótica”. De hecho, el grupo de
asistencia sexual (ASSEX) que se creó para llevar a cabo servicios de acuerdo con este
planteamiento, desapareció a los pocos meses sin haber llegado funcionar como tal. Este
modelo intenta sistematizar en un diagrama preciso y racional, los vínculos emocionales,
sociales y materiales entre las personas con diversidad funcional y los profesionales del
sexo que les rodean, intentado despojarlos de la carga moral que conllevan. Su menor
aceptación entre las personas con diversidad funcional, puede deberse a que
A pesar de las diferencias entre los modelos de conexión erótica y auto-erótica, ambos
coinciden en dos elementos: diferenciarse del campo de la terapia sexológica (lo que sería
la figura del surrogate) y de la prostitución. El primero no tiene un papel relevante a día
de hoy en el debate mientras que desde el mundo de la prostitución sí ha habido un
posicionamiento. Tal y como señalan García-Santesmases y Ferreiro (2016-en prensa),
las prostitutas que se han posicionado públicamente son mujeres politizadas, de clase
media, españolas (mayoritariamente), con presencia en redes sociales y medios de
comunicación, que realizan sus servicios en pisos y que tienen un caché elevado. Destacan
tres actores principales en este campo: la organización de scorts Aprosex, la señora Rius
(madame) y Montse Neira (scort independiente).
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colectivo, posiciona a las prostitutas en un rol de proveedoras de cuidados, más cercanas
a las enfermeras y otros trabajos socialmente legitimados que a aquellos denostados por
su vinculación con el sexo de pago.
Desde esta perspectiva se afirma que el único problema que hay para “reconocer” que la
asistencia sexual es prostitución, es el estigma que pesa sobre la misma. Tal y como
expresa la organización de Scort APROSEX,
“Puede que el estigma que pesa sobre nuestra profesión y sobre la palabra PUTA, no
sea del agrado de muchos” pero “las y los asistentes sexuales ejercen prostitución.
Sí o sí”.
ALIANZAS QUEER-CRIP
GENEALOGÍA
Yes, we fuck! es un documental que busca retratar la sexualidad de las personas con
diversidad funcional desde el empoderamiento y la crítica al capacitismo. Sus historias,
con imágenes sexualmente explícitas, buscan cuestionar los ideales de belleza,
deseabilidad y práctica sexual. Para realizar estos cuestionamientos, el documental
recurre a la proyección de otras sexualidades no normativas. De hecho, pareciera que la
selección de historias y personajes fuera un recorrido por los márgenes del “charmed
circle” de Rubin (1989, p. 153): pornografía, homosexualidad, promiscuidad, BDSM,
sexo en grupo, sexo de pago, sexo con objetos manufacturados, sexo intergeneracional.
De esta forma, no se trata de un documental que se limite a cuestionar los prejuicios
asociados a la sexualidad de los tradicionalmente nombrados como discapacitados sino
que supone una confrontación a la heteronormatividad vigente.
La primera historia den las seis que componen el documental Yes, we fuck! es un taller
postporno organizado por Post-Op, un colectivo queer de Barcelona. Era abril de 2013.
La convocatoria se hizo a través de Internet y se difundió por las redes sociales de los
colectivos implicados. Este encuentro, este día de risas y caricias, temores y placeres,
ortopedias y fluidos, marca un punto de inflexión en el proyecto, y en las vidas y
activismos de muchos de sus participantes. A partir de ahí, se despierta una conexión
corporal y política entre las activistas queer y crip. Esta alianzas se retroalimenta
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positivamente con el proceso de creación de Yes, we fuck! Originalmente, la idea del
documental era centrarse en la sexualidad de personas diversas funcionales, pero esta
primera historia generó un proceso tan interesante que sus creadores quisieron retratar
algunas de sus historias. De esta forma, cuatro de las historias del documental tienen como
co-protagonistas a personas queer: dos activistas trans, un colectivo postporno y una
trabajadora sexual especializada en BDSM.
Respecto a las alianzas más allá del documental, el primer proyecto que surge es
Pornortopedia: un proyecto de diseño colaborativo de juguetes sexuales promovido por
Post-Op. Este colectivo queer, a raíz de realizar el taller para Yes, we fuck!, se dio cuenta
de que su postporno no había tenido en cuenta según qué formas de funcionar,
comunicarse, moverse…Habían olvidado a los cuerpos diversos funcionales y decidieron
enmendarlo pidiendo a estas personas que les ayuden a diseñar juguetes sexuales
pensados, esta vez sí, para toda la diversidad corporal.
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película Vivir y otras ficciones o el proyecto de fotografía postporno No body que
promueven representaciones culturales disidentes en torno a la (dis)capacidad y el género.
También a nivel profesional puede percibirse la incidencia de la alianza queer-crip ya que
un importante número de personas queer se han interesado en trabajar como asistentes
personales y/o sexuales.
En otros puntos del Estado español, con especial relevancia de ciudades grandes, también
se desarrollan estas fructíferas sinergias queer-crip. Por ejemplo, en Madrid, en la
manifestación anual que convocan los activistas discapacitados (llamada Marcha por la
Visibilidad de la Diversidad Funcional), desde hace dos años comienza a haber presencia
de activistas queer. Y a la última manifestación del Octubre Trans (2015) acudieron
activistas crip.
‘ESTA GENTE NOS PUEDE AYUDAR A SALIR DEL ARMARIO CON ALEGRÍA’
(MARÍA OLIVER). EL POR QUÉ DEL INTERÉS CRIP POR LO QUEER.
Las personas crip que han formado parte de estas alianzas lo han hecho, en gran parte, porque han
encontrado un espacio de escucha, comprensión y valorización positiva. Esta alianza, ha llevado
a muchas de estas personas a tomar (más) conciencia de su situación de discriminación social.
Los entrevistados describen este proceso, y las actividades de las que han formado parte, como
“liberadoras” ya que les ha hecho visualizarse como sujetos empoderados y con agencia. Además,
han encontrado en lo queer, un referente de orgullo de la diferencia, que no intenta asimilarse a
la normalidad. Esta reivindicación de la posición outsider que no pasa por el victimismo ni la
frustración sino que se focaliza en lo lúdico y festivo, ha resultado una de las cosas más atractivas
para el público crip interesado.
Hay algo muy festivo de celebración de esa condición marginal como un acto
subversivo muy potente. No es solo que no nos fastidie que nos veáis como nos veis,
sino que lo celebramos, y eso es lo que más me interesa (María, activista crip)
Por otra parte, el contacto con lo queer también ha supuesto para el colectivo diverso
funcional un replanteamiento de su deseo y de sus ideas en torno al género y la sexualidad.
En primer lugar, les ha permitido expresarse como seres deseantes, en un entorno que
valoraba positivamente dicha expresión en lugar de infantilizarla o rechazarla. Pero no
solo eso, sino que además de como seres deseantes, las alianzas queer-crip les han servido
para posicionarse como seres deseables, que pueden resultar sexys y excitantes.
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Lo más alejado que hay de la palabra sexual es la palabra discapacidad (..) entonces
cuando realmente Eros se muestra en personas que estaban más relacionadas con
Tánatos, con la enfermedad, lo oscuro, lo maldito, que durante mucho tiempo fue
así, ahí sucede algo (Miriam, activista crip)
Esta sexualización de sus cuerpos y sus funcionamientos, ha servido a muchas de estas personas
para reconciliarse consigo mismos y con aquellas partes de sus corporalidades que eran motivo
de vergüenza y dolor. El activismo queer lleva años trabajando en la visibilización y erotización
de aquellos elementos relacionados con la disidencia corporal (cuerpos gordos, trans, inter,
peludos, feos, etc) que normalmente son ocultados en pro de la normalización patriarcal. Para el
mundo de la diversidad funcional, conocer esta posibilidad ha resultado enormemente liberador
y satisfactorio. Por ejemplo, la incontinencia urinaria, elemento tradicionalmente traumático
quien la padece, es convertida en Nexos en una lluvia dorada. Y su protagonista explica:
Muchas personas obviamos las partes que no sentimos pero también es parte de
nuestro cuerpo y hay que aprender a integrarlo como parte de ti, no odiarte o verlo
como algo feo. (…) A mí Diana pornoterrorista me iluminó con lo de poder mearme,
poder ensuciar, ¡que no solo los hombres pueden! O, por ejemplo un espasmo hay
gente que le gusta. (Patricia, activista crip)
CAMBIO EN LA AUTO-ENUNCIACIÓN
Durante siglos, la exclusión social de las personas con diversidad funcional ha sido tan
fulminante que ni si quiera se les permitía verbalizar un deseo que, al fin y al cabo,
conllevaba reconocerles como humanos. El reconocimiento formal de derechos, la
manida igualdad ante la ley, no constituía una igualdad real, no solo por el
incumplimiento de convenciones y leyes, sino por la concepción social de su realidad:
vidas que no merecen la pena ser vividas, vidas de sufrimiento, vidas indeseables... Negar
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su sexualidad era una de las principales herramientas para posicionarles en ese lugar de
otredad, como aquel esencialmente diferente, que no tiene las mismas necesidades ni
deseos. Les posicionaba en un espacio liminal, más cercano a la niñez y la vejez que a las
etapas donde la vida sexual es esperable y legítima.
El FVID lleva ya más de una década luchando por un cambio de paradigma. El modelo
de la diversidad que proponen busca precisamente resaltar la diferencia como una riqueza,
no como una condición necesariamente negativa o traumática. La reivindicación de la
sexualidad, viene a ser un paso más en la lucha por el cambio de imaginario y de lugar de
enunciación. Se dan cuenta de que no basta con cambiar la terminología que les designa,
sino que tienen que preocuparse por la representación cultural de su intimidad, sus
cuerpos y sus sexualidades.
Las propuestas de asistencia sexual que gravitan en el contexto español, con especial
preponderancia del catalán, tienen la incuestionable virtud de promover un debate
necesario en torno a la sexualidad de las personas con diversidad funcional que no parte
de una perspectiva médico-rehabilitadora. Lo que pone en juego esta disputa por la
significación de la asistencia sexual, es la interpretación de las necesidades de las
personas con diversidad funcional, su articulación política y, en definitiva, la producción
social de su ciudadanía sexual. En este sentido, existen discursos verbales y visuales que
posicionan a las personas con diversidad funcional como sujetos empoderados, con capacidad de
auto-enunciación en torno a su sexualidad. Los cuales, coexisten con visiones que refuerzan el
estigma sobre la sexualidad de este colectivo, desde una perspectiva paternalista y
condescendiente que les sitúa como cuerpos indeseables.
En este sentido, el movimiento queer español se perfila como un aliado inigualable: lleva
más de una década trabajando políticamente en torno al género, el cuerpo y la sexualidad,
así como a la (auto)representación de estas esferas a través del postporno (Solá & Urko
2013). En este sentido, la conexión con lo queer ha permitido a los activistas con
diversidad funcional españoles comenzar a nombrarse y posicionarse como crip. Les ha
permitido comprender que su exclusión de la sexualidad no es fortuita ni única sino que
responde a una lógica heteropatriarcal y capacitista de normación de la sexualidad. Les
ha facilitado comenzar a visualizarse y visualizar públicamente sus intimidades y sus
cuerpos como posibles, bellos, deseables. Este proceso de empoderamiento corporal y
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político está construyendo un incipiente orgullo tullido, que comienza a salir del armario
de la conmiseración y el paternalismo. Para ello, el postporno, esa representación
pornográfica feminista y anti-capitalista, se perfila como el arma idónea para derrumbar
los cimientos de la heteronormatividad capacitista.
Por su parte, gracias a estas alianzas, los activistas queer están renovando y ampliado su
imaginario, han encontrado nuevos desafíos para su trabajo artístico, su proyecto político
y su práctica sexual. Este encuentro ha supuesto un fortalecimiento de su discurso de
lucha interseccional y, al mismo, tiempo un replanteamiento de postulados y (auto)
cuestionamiento de privilegios.
Como dice Preciado (2015) “Luchar por la “liberación sexual” implica, por tanto, un
doble trabajo no sólo de emancipación práctica sino también discursiva. Una revolución
sexual es siempre una transformación del imaginario, de las imágenes y de los relatos que
movilizan el deseo”.
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Txalaparta
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