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TEMA 14, 15, 16

LOS PROCESOS DE EJECUCIÓN: ACTIVIDAD EJECUTIVA

1. CONCEPTO Y NOTAS CARACTERÍSTICAS


Como sabemos, el ejercicio de la potestad jurisdiccional consiste, según lo previsto en el artículo
117.3 CE, en «juzgar y hacer ejecutar lo juzgado». Esta función jurisdiccional atribuida a los
órganos jurisdiccionales implica, por un lado, «decir el derecho» (juzgar) y, por otro lado,
«realizar el derecho» (hacer ejecutar lo juzgado). No existe duda alguna sobre que el esquema de
esta función de los órganos jurisdiccionales, constitucionalmente reconocida, se corresponde
precisamente con el proceso de declaración y el proceso de ejecución, respectivamente.
Antes de entrar a estudiar el proceso de ejecución, igual que se hizo anteriormente con el proceso
de declaración, estimamos conveniente hacer una serie de matizaciones.
En primer lugar, cabe indicar que no todo proceso de declaración necesariamente va seguido de
un proceso de ejecución. Esto es así porque existen sentencias que ponen fin a un proceso de
declaración que no requieren posterior proceso de ejecución; es el caso de las sentencias
absolutorias, donde no hay, lógicamente, nada que ejecutar. Tampoco requierenposterior
ejecución las sentencias meramente declarativas que se limitan a la declaración de la existencia o
inexistencia de la relación jurídica, y lo mismo ocurre con las sentencias constitutivas que
modifican, crean o extinguen una relación jurídica pues con la propia resolución se satisface la
tutela solicitada. Así, la propia LEC, en su artículo 521, prohíbe expresamente el despacho de la
ejecución de las sentencias meramente declarativas y de las constitutivas. La posible actuación
que pudieran requerir estas resoluciones (art. 522 LEC) es lo que la doctrina conoce como
ejecución impropia.
En segundo lugar, tampoco todo proceso de ejecución requiere previamente el desarrollo de un
proceso declarativo, pues existen determinados supuestos en los que la ley atribuye fuerza
ejecutiva a ciertos documentos siempre que cumplan los requisitos previstos en las leyes, de tal
modo que la sentencia firme de condena no es el único título ejecutivo como así se desprende de
lo establecido en el artículo 517 LEC.
En cuanto al proceso civil de ejecución o la ejecución civil forzosa, además de ser una
manifestación de la potestad jurisdiccional, es el instrumento necesario para la realización del
Derecho, de tal modo que a través del proceso de ejecución la persona favorecida por la sentencia
obtiene el mismo resultado que si el condenado cumpliera voluntariamente con el contenido de la
misma.
Esta actividad ejecutiva se caracteriza por su iniciación necesariamente a instancia de parte ya
que dicho proceso civil de ejecución sobre determinada resolución no es de interés público sino
del interés privado de determinados sujetos y, por tanto, rige como regla general el principio
dispositivo, del que dicha iniciación a instancia de parte es manifestación.
También se caracteriza el proceso de ejecución porque el órgano jurisdiccional, para la realización
del Derecho, sustituye a la voluntad del ejecutado entrometiéndose en el patrimonio del mismo,
es decir, que el órgano jurisdiccional, haciendo uso de su potestad coercitiva, realiza sobre el
patrimonio del ejecutado aquello que éste tendría que haber realizado voluntariamente en
cumplimiento de lo previsto en el título ejecutivo, procesal o no procesal.
De todo ello se deduce una serie de limitaciones en la actividad ejecutiva puesto que, si afirmamos
que el órgano jurisdiccional sustituye en el proceso de ejecución a la voluntad del ejecutado, el
tribunal no puede hacer más de lo que podría hacer el ejecutado; por otro lado, el ejecutado puede
poner fin al proceso de ejecución en cualquier momento, cumpliendo lo contenido en el título
ejecutivo; puesto que el proceso de ejecución se inicia ante el incumplimiento voluntario del
contenido del título ejecutivo, las costas de dicho proceso son siempre a su instancia, salvo
excepciones previstas en la ley.
Por último, entiende la doctrina mayoritaria que el proceso civil de ejecución no puede entenderse
como una simple prolongación de la potestad jurisdiccional de carácter declarativo, suponiendo
que ésta se haya producido. Es decir, no basta con afirmar que el proceso de ejecución no siempre
requiere un previo proceso de declaración, sino que se afirma que dicho proceso de ejecución
implica el ejercicio de un derecho procesal y de un derecho material; derechos disponibles cuyo
titular pudo o no ejercitarlos y, por tanto, independientes de los que se ejercitaron en el proceso
de declaración. Por tanto, como afirma DE LA OLIVA, en el proceso de ejecución «habrá de
darse la oportunidad procesal de un debate sobre el derecho subjetivo material a la tutela
jurisdiccional ejecutiva». Existe, por tanto, una auténtica acción ejecutiva.
2. EJECUCIÓN SINGULAR Y EJECUCIÓN CONCURSAL. EJECUCIÓN PROPIA Y
EJECUCIÓN IMPROPIA
La ejecución singular es aquella en la que la actividad ejecutiva se dirige sobre bienes
determinados del deudor ejecutado, mientras que el proceso concursal va dirigido a la totalidad
del patrimonio del deudor, actividad ejecutiva que no siempre es necesaria aunque sea frecuente.
La ejecución forzosa universal es la que trae como consecuencia un proceso concursal, pero el
proceso concursal no es un proceso de ejecución universal. Sí es cierto que el proceso concursal
es un proceso universal, puesto que despliega sus efectos sobre todo el patrimonio del ejecutado,
pero dicho proceso concursal no tiene por qué ser siempre ejecutivo, pues esta actividad ejecutiva
puede evitarse si el procedimiento concursal termina por convenio o sin liquidación del
patrimonio.
Por otro lado, también se habla de ejecución propia e impropia, entendiendo por ejecución propia
aquella derivada del incumplimiento de una sentencia firme de condena independientemente de
su naturaleza dineraria (condena a entregar una determinada cantidad de dinero) o no dineraria
(condena a entregar cosa distinta a dinero, condena a hacer o a no hacer). La ejecución propia es
precisamente el proceso civil de ejecución. La ejecución impropia hace referencia a la actividad
que requieren las sentencias meramente declarativas y las sentencias constitutivas, contra las que
no se puede despachar ejecución (art. 521 LEC), pero que, en ocasiones, para que desplieguen
plenos efectos, requieren determinadas medidas, como la inscripción de la sentencia en el Registro
en el caso de nulidad de un matrimonio, por ejemplo (art. 522 LEC).
3. ACCIÓN EJECUTIVA Y TÍTULO EJECUTIVO
A) ACCIÓN EJECUTIVA
Partiendo de la teoría concreta de la acción, al igual que la acción civil declarativa la entendemos
como el derecho subjetivo público a una resolución favorable sobre el fondo, la acción ejecutiva
supone un derecho subjetivo público a una tutela ejecutiva concreta, es decir, no se tiene derecho
a cualquier actuación ejecutiva, sino a unos actos ejecutivos concretos de los que resulten la
completa exacción de la responsabilidad.
La acción civil ejecutiva implica, siempre que se cumplan ciertos presupuestos, el derecho al
comienzo de un proceso de ejecución, pero no sólo a que éste comience sino a que se desarrolle
de manera que el titular de dicho derecho logre un resultado lo más parecido posible al que hubiera
obtenido si el ejecutado hubiera cumplido voluntariamente con el contenido del título ejecutivo.
Sobre esta base podemos afirmar, por un lado, que el derecho subjetivo público en que consiste
la acción civil ejecutiva es distinto de los derechos subjetivos privados que han sido infringidos
por el sujeto pasivo de la ejecución. Por otro lado, también hay que distinguir esta acción ejecutiva
de la acción declarativa, puesto que, como ya dijimos anteriormente, aquélla no supone una parte
de ésta, pues, como afirma DE LA OLIVA, si la acción ejecutiva sólo la podemos ejercitar tras
un proceso de declaración, hablaríamos de una única acción, consistente en el derecho a una tutela
jurisdiccional concreta que podría ejercitarse parcialmente, y se desglosaría en tutela declarativa
y tutela ejecutiva. Sin embargo, afirma este autor que la realidad del proceso es otra, puesto que
es posible solicitar y obtener tutela jurisdiccional ejecutiva sin solicitar previamente tutela
jurisdiccional declarativa, de modo que la acción ejecutiva goza de autonomía respecto a la
declarativa.
Los presupuestos de la acción ejecutiva son tres:
— La infracción de un deber jurídico.
— Una lesión injusta que convierta al que la sufra en legitimado para solicitar la tutela
jurisdiccional; la lesiónsufrida debe ser, además de injusta, patrimonial o de valoración
patrimonial.
— Un título ejecutivo que acredite suficientemente un deber jurídico.
Lo más normal es que el titular de la acción ejecutiva sea el que haya padecido dicha lesión injusta
y tenga en su poder un título ejecutivo y que la ejercite frente a la persona que haya producido la
mencionada lesión.
Existe, como vemos, una estrecha relación entre la acción ejecutiva y el título ejecutivo. Sin
embargo, hay que resaltar que no todo poseedor de un título ejecutivo tiene acción ejecutiva, pero
no se puede tener acción ejecutiva sin título ejecutivo, convirtiéndose éste en uno de los
presupuestos de la acción.
Respecto a la relación entre la acción ejecutiva y el comienzo del proceso de ejecución, o del
despacho de la ejecución, podemos afirmar que el comienzo de éste no puede depender de la
existencia de la acción ejecutiva. El derecho al proceso de ejecución, es decir, el derecho a que el
proceso de ejecución se inicie, depende de la concurrencia de una serie de presupuestos, entre
ellos la existencia de un título ejecutivo, y otros presupuestos relativos a los sujetos y a la
presentación de la demanda.
Por último, cabe plantearse cuándo queda satisfecha esta acción ejecutiva, es decir, cuándo
termina el proceso de ejecución. ¿Se entiende satisfecha la acción ejecutiva aun cuando el
ejecutante no ha visto satisfechas la totalidad de sus pretensiones? La respuesta en este sentido
queda fuera de toda duda: cuando el ejecutante no ha visto satisfechas sus pretensiones, la acción
ejecutiva no se extingue, de tal modo que cabe reanudar el proceso de ejecución si con ello se
puede lograr la reparación del comportamiento ilícito del ejecutado (y esto es posible dado que el
art. 239 LEC establece que la caducidad de la instancia en la ejecución no existe).

B) TÍTULO EJECUTIVO

Sin entrar en el debate doctrinal acerca de la naturaleza jurídica del título ejecutivo en cuanto
documento o acto jurídico, debemos reconocer que, generalmente, el título ejecutivo consiste en
un documento acreditativo de un acto jurídico que contiene un deber de prestación y al que la ley
le atribuye fuerza ejecutiva. No obstante, el legislador no puede atribuir carácter ejecutivo a
cualquier tipo de documentos, sino que éstos deben cumplir una serie de requisitos:
— Deben servir de base para la imposición de sanciones, acreditando la existencia de un deber
jurídico que, además, ha sido infringido.
— En el título debe constar quién puede solicitar tutela jurisdiccional ejecutiva y frente a quién
se puede solicitar; se trata, en definitiva, de determinar tanto la legitimación activa como la pasiva.
— Debe incluir la delimitación del contenido y sentido de la actividad ejecutiva, es decir, debe
incluir la cantidad de dinero determinada, en caso de responsabilidad pecuniaria, o el bien o cosa
que deba entregarse al acreedor en caso de responsabilidad no pecuniaria, por ejemplo.
El título ejecutivo es presupuesto necesario para iniciar el proceso de ejecución, por tanto quien
esté acreditado por alguno de los documentos con fuerza ejecutiva reconocidos en el artículo 517
LEC podrá solicitar el despacho de la ejecución. Si, además, se cumplen los requisitos en cuanto
a las partes (arts. 538 ss. LEC) y se presenta la demanda ejecutiva en forma (arts. 548 ss. LEC)
ante el tribunal competente (arts. 545 ss. LEC), el tribunal dará inicio a la actividad ejecutiva.
Del contenido del propio artículo 517 LEC observamos que existen documentos que, a pesar de
ser necesarios, no son suficientes para dar inicio al proceso de ejecución, sino que para lograr tal
fin requieren de otros documentos; es el supuesto de los títulos ejecutivos complejos, que
requieren varios documentos y comportamiento comprobable y comprobado para instar el
despacho de la ejecución.

4. TÍTULOS EJECUTIVOS PROCESALES Y TÍTULOS EJECUTIVOS NO PROCESALES.


LOS TÍTULOS EJECUTIVOS EXTRANJEROS

El legislador recoge en el artículo 517 LEC una enumeración, que no es numerus clausus, de los
títulos ejecutivos sin atender a su naturaleza procesal o no procesal. Acuñamos este nuevo término
de títulos ejecutivos procesales en sustitución de la tradicional clasificación en títulos ejecutivos
judiciales y no judiciales como consecuencia de la nueva nomenclatura que adopta la LEC tras la
última reforma con relación a las resoluciones judiciales, que pasan a denominarse procesales al
incluir, junto a las resoluciones dictadas por el órgano jurisdiccional, aquellas resoluciones que
emanan del secretario judicial. Entendemos, por tanto, que debemos clasificar los títulos
ejecutivos según se trate de una resolución del órgano jurisdiccional y del secretario judicial
(títulos ejecutivos procesales) o no (títulos ejecutivos no procesales). Todo ello a pesar de que el
legislador no ha tenido en cuenta dicho cambio de nomenclatura, puesto que, por ejemplo, el
artículo 520 LEC, referido a la acción ejecutiva basada en títulos no judiciales ni arbitrales, no ha
sido modificado.

A) TÍTULOS EJECUTIVOS PROCESALES

Son títulos ejecutivos de carácter procesal los regulados en el artículo 517.2, números 1.o, 2.o,
3.o y 8.o, LEC, y aquellas resoluciones que puedan incluirse en el número 9.o de la misma norma.
a) Las sentencias firmes de condena (art. 517.2.1.o LEC): Las sentencias de condena son
resoluciones judiciales que ponen fin al proceso declarativo resolviendo sobre el fondo del asunto
e imponiendo al demandado cumplir con una determinada prestación (quedan excluidas, por
tanto, las sentencias absolutorias y las meramente declarativas o constitutivas que son objeto de
ejecución impropia), pero, además, para que constituyan título ejecutivo se exige que éstas sean
firmes, es decir, que sean irrevocables. No impide la condición de título ejecutivo la posibilidad
de impugnar dicha resolución firme mediante, por ejemplo, el recurso de revisión.
Las sentencias firmes de condena dineraria, para que adquieran la condición de títulos ejecutivos,
deben ser líquidas o fácilmente liquidables, es decir, que se puedan liquidar con una mera
operación aritmética en fase de ejecución (art. 219.2 LEC). Por su parte, las sentencias ilíquidas
sólo se permiten en nuestro ordenamiento jurídico cuando precisamente la liquidación de las
cantidades debidas se llevara a cabo en un proceso declarativo posterior (art. 219.3, in fine, LEC).
b) Los laudos o resoluciones arbitrales y los acuerdos de mediación (art. 517.2.2.o LEC): Los
primeros adquieren la condición de título ejecutivo sin haber alcanzado firmeza como
consecuencia de lo previsto en la Ley de Arbitraje (Ley 60/2003, de 23 de diciembre), sin olvidar,
por supuesto, que el régimen de la ejecución será diferente según que el laudo sea firme o no. Los
acuerdos de mediación, para que adquieran el carácter de título ejecutivo, deberán haber sido
elevados a escritura pública de acuerdo con la Ley de mediación en asuntos civiles y mercantiles.
c) Las resoluciones judiciales que aprueben u homologuen transacciones judiciales y acuerdos
logrados en el proceso (art. 517.2.3.o LEC): Este título ejecutivo incluye el acuerdo o transacción
de las partes y la resolución judicial que homologa o aprueba la transacción. Para que adquiera
firmeza, de la transacción debe derivar cualquier tipo de prestación. Por ejemplo auto homologado
apuntes
Pueden constituir título ejecutivo tanto las resoluciones que homologan la transacción judicial
realizada en cualquier momento del proceso conforme a lo previsto en el artículo 19.2 LEC como
los acuerdos previstos también por los artículos 415.2 y 428.2 LEC en la audiencia previa del
proceso ordinario.
d) El llamado auto de cuantía máxima que determina la indemnización cubierta por el seguro
obligatorio de vehículos de motor (art. 517.2.8.o LEC): «8.o El auto que establezca la cantidad
máxima reclamable en concepto de indemnización, dictado en los supuestos previstos por la ley
en procesos penales incoados por hechos cubiertos por el Seguro Obligatorio de Responsabilidad
Civil derivada del uso y circulación de vehículos de motor».
Este apartado 8.o del número 2 del artículo 517 ha sido modificado por la Disposición Final
Primera de la Ley 35/2015, de 22 de septiembre, de reforma del sistema para la valoración de los
daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación y tras esta reforma junto
a la nueva redacción dada al artículo 13 LRCSVM2, casi podemos afirmar que, de nuevo, el auto
de cuantía máxima ha desaparecido.
Tras esta reforma, el auto de cuantía máxima solo se emitirá en caso de sentencias absolutorias.
Desaparece la posibilidad de emitir el auto de cuantía máxima cuando se produzca el archivo de
la causa. Solo recordar que la mayoría de los autos de cuantía máxima se dictaban por el archivo
de la causa. No obstante, según el citado artículo 13 LRCSVM, también cabe dictar auto de
cuantía máxima en caso de fallecimiento. En este caso, la resolución que ponga fin al proceso
penal, sin pronunciamiento sobre la responsabilidad penal, permite que se dicte el auto de cuantía
máxima pero a instancia de parte perjudicada. (mirar apuntes clase)
El artículo 517.2.8.o LEC reconoce el carácter ejecutivo de este auto de cuantía máxima, que
supone un pronunciamiento de un juez penal cuando el proceso penal termine con una sentencia
absolutoria o en caso de fallecimiento cuando recaiga resolución que ponga fin, provisional o
definitivamente, al proceso penal incoado, sin declaración de responsabilidad, siempre y cuando
el perjudicado no se haya reservado la acción civil ni haya renunciado a ella. Dicho auto supone,
por ello, una resolución sobre la cuantía reclamable en concepto de indemnización por los daños
derivados del uso y circulación de vehículos de motor.
En este auto de cuantía máxima, el juez solo se va a pronunciar sobre la cantidad máxima que se
puede reclamar a la compañía aseguradora del vehículo por los daños y perjuicios cubiertos por
el Seguro obligatorio derivado del uso y circulación de vehículos a motor sufridos en función de
la valoración resultante de aplicar el anexo de la LRCSVM. No se trata, por tanto, de pronunciarse
sobre la obligación de la compañía de seguros.
Este auto de cuantía máxima, por tanto, permite el despacho de la ejecución, en un posterior
proceso de ejecución civil, por una cantidad máxima en concepto de indemnización por daños
cubiertos por el seguro obligatorio de vehículos de motor.
Para que lleve aparejada ejecución, dicho auto —que debe dictarse a la vista de la oferta motivada
o de la respuesta motivada del asegurador o del Consorcio de Compensación de Seguros— debe
incluir la descripción del hecho que ocasionó los daños, la identificación de las personas y los
vehículos que se vieron implicados en el hecho de la circulación y, por último, también debe
indicar las compañías aseguradoras de los mismos (art. 13 LRCSCVM).
e) Las resoluciones procesales que, por disposición de la LEC o de otra ley, lleven aparejada
ejecución (art. 517.2.9.o LEC).
El legislador ha evitado elaborar una lista cerrada de títulos ejecutivos incluyendo esta norma de
remisión general, demanera que no se queden fuera resoluciones que lleven aparejada ejecución,
teniendo además el legislador, en cualquier momento, la potestad para crear nuevos títulos
ejecutivos. Entrarían en este apartado, por ejemplo y sin ánimo de exhaustividad, el decreto del
secretario judicial que aprueba la tasación de costas, el decreto del secretario judicial que fija las
indemnizaciones debidas al testigo por la parte que lo propuso o el decreto del secretario judicial
determinando la cantidad que estima necesaria como provisión de fondos al procurador.

B) TÍTULOS EJECUTIVOS NO PROCESALES

Son títulos ejecutivos no procesales ni arbitrales aquellos previstos en el artículo 517.2, números
4.o a 7.o y 9.o, LEC. Estos títulos ejecutivos, además de atenerse a los requisitos legales generales
de cualquier título ejecutivo, deben cumplir también los requisitos previstos en el artículo 520
LEC para que permitan el despacho de la ejecución.

a) La primera copia de las escrituras públicas o la segunda si está dada en virtud de mandamiento
judicial y con citación de la persona a quien debe perjudicar, o de su causante, o se expide con la
conformidad de todas las partes (art. 517.2.4.o LEC).
Estamos ante un documento típicamente notarial que acredita la existencia de un deber de pagar
una determinada cantidad de dinero. Sólo la primera copia de la escritura pública, cuyo original
permanece en el protocolo del notario, adquiere la condición de título ejecutivo. La segunda exige
los requisitos citados para evitar que en procesos distintos se inste despacho de la ejecución por
un mismo negocio jurídico al presentar distintas demandas acompañadas de copia fehaciente de
la misma escritura.
b) Las pólizas de contratos mercantiles firmadas por las partes y por corredor de comercio
colegiado que las intervenga, con tal que se acompañe certificación en la que dicho corredor
acredite la conformidad de la póliza con los asientos de su libro registro y la fecha de éstos (art.
517.2.5.o LEC).
Estas pólizas mercantiles no son copias de un original que permanece en protocolos, como la
escritura pública, sino que el notario lleva un libro-registro de operaciones que incluye los datos
del contrato. Según el artículo 517.2.5 LEC, tiene el carácter de título ejecutivo la póliza original
que han firmado las partes siempre que sea intervenida por notario que certifique la conformidad
con dicho libro-registro. Sin embargo, a tenor de lo previsto en el actual artículo 17.1 de la Ley
del Notariado, llevará aparejada ejecución el testimonio del original de la póliza que se conserva
en el libro-registro de operaciones del notario, o bien la copia de la póliza que se conserva en el
protocolo ordinario, autorizada por el notario.
Sin embargo, no podemos olvidar que estas pólizas, para que lleven aparejada ejecución, deben
cumplir los requisitos previstos en el artículo 17.1.5.o de la Ley del Notariado, es decir, que se
trate de documentos que incluyan actos y contratos de carácter mercantil y financiero propios del
tráfico habitual y ordinario de alguno de los otorgantes.
c) Los títulos al portador o nominativos, legítimamente emitidos, que representen obligaciones
vencidas y los cupones, también vencidos, de dichos títulos, siempre que los cupones confronten
con los títulos y éstos, en todo caso, con los libros talonarios (art. 517.2.6.o LEC).
Se trata de documentos emitidos como talonarios representativos de una determinada deuda
contra la entidad emisora que, a cambio de los talonarios, recibe dinero y a los que el legislador
reconoce fuerza ejecutiva. Dichos talonarios son emitidos por una empresa o sociedad mercantil
(sociedades anónimas) cumpliendo una serie de requisitos legales previstos en el artículo 27 de la
Ley del Mercado de Valores y comprometiéndose a devolver el dinero que dichos cupones
representan.
d) Los certificados no caducados expedidos por las entidades encargadas de los Registros
contables respecto de los valores representados mediante anotaciones en cuenta a los que se
refiere la Ley de Mercado de Valores, siempre que se acompañe copia de la escritura pública de
representación de los valores o, en su caso, de la emisión, cuando tal escritura sea necesaria,
conforme a la legislación vigente.
Estos títulos ejecutivos son también emisiones de deuda de entidades y sociedades pero, a
diferencia de los títulos anteriores, éstos se acreditan mediante anotaciones en cuenta a favor del
que adquiere los créditos en lugar de incorporar los créditos a títulos valores susceptibles de
adquisición y transmisión. En este caso el título ejecutivo lo constituye la certificación de la
anotación en cuenta junto con la copia de la escritura pública de representación de valores, o de
la emisión, según el caso. Los certificados, una vez despachada ejecución, no caducan (art.
517.2.7.o, párr. 2.o, LEC).
e) Otros documentos a los que la LEC, u otra ley, otorgue expresamente la cualidad del título
ejecutivo, porque expresamente disponga que llevan aparejada ejecución (art. 512.2.9.o LEC).
Entrarían en este cajón de sastre, por ejemplo, el dictamen pericial sobre el importe de la
indemnización por hechos cubiertos por el seguro obligatorio de vehículos de motor, la póliza de
contrato de seguro con relación a la primera prima o a la prima única o un conocimiento de
embarque.
Respecto a los títulos ejecutivos no procesales, debemos resaltar que su carácter ejecutivo queda
condicionado al cumplimiento de los requisitos previstos en el artículo 520 LEC, según el cual
sólo podrá despacharse ejecución por cantidad determinada que exceda de 300 euros. De ello se
desprende que los títulos ejecutivos no procesales únicamente permiten instar despacho de
ejecución dineraria por cantidad determinada y líquida que exceda de 300 euros,
independientemente de que sea en dinero efectivo, en moneda extranjera convertible o en cosa o
especie computable en dinero. Cabe alcanzar la cuantía de 300 euros acumulando varios títulos
ejecutivos.

C) LOS TÍTULOS EJECUTIVOS EXTRANJEROS


Partiendo de la potestad jurisdiccional como manifestación de la soberanía nacional, resulta lógico
que las resoluciones judiciales dictadas por órganos jurisdiccionales extranjeros no surtan en
España los mismos efectos que las dictadas por nuestros tribunales. De este modo, no cabe duda
de que las resoluciones, o documentos con fuerza ejecutiva, dictadas por tribunales extranjeros
no tienen directamente eficacia en España. Igualmente, puesto que esta potestad jurisdiccional
sólo la pueden ejercer los órganos determinados para ello en cada Estado, las resoluciones
dictadas por nuestros tribunales no tendrán eficacia fuera de nuestro territorio. Atribuir eficacia
directa a las resoluciones judiciales extranjeras significaría atribuir potestad jurisdiccional a los
tribunales que las dictaron, supuesto admitido en nuestro ordenamiento jurídico pero a través del
artículo 93 CE (como ocurre con las dictadas por el TJCE o las del TPI).
En España, por tanto, es necesario que las resoluciones judiciales dictadas por tribunales
extranjeros se sometan a un control jurisdiccional para determinar si se les dota o no de eficacia
en nuestro territorio. La LEC regula esta materia en un solo artículo, el 523, donde reconoce
fuerza ejecutiva en nuestro territorio a las sentencias firmes y a los demás títulos ejecutivos
extranjeros, regulando, asimismo, el procedimiento que se ha de seguir y diferenciando para ello,
según su origen, el procedimiento convencional y, en su defecto, el legal (Ley sobre cooperación
jurídica internacional en materia civil)2.3
Respecto al procedimiento convencional, hay que tener en cuenta que son numerosos los
convenios internacionales y reglamentos comunitarios suscritos por España sobre reconocimiento
y ejecución de resoluciones judiciales extranjeras. En defecto de éstos, debemos acudir al régimen
legal interno. Es, por tanto, el régimen convencional y comunitario de carácter preferente al
régimen interno y es, además, autónomo respecto a éste en el sentido de que, si una resolución
judicial extranjera cumple los requisitos previstos por el régimen comunitario o convencional, no
es necesario que cumpla los exigidos por el régimen legal interno, y viceversa.
Antes de entrar a analizar los distintos procedimientos de reconocimiento y ejecución de
sentencias extranjeras, debemos indicar que nos encontramos ante supuestos diferentes, puesto
que, por un lado, se puede solicitar el reconocimiento de resoluciones judiciales extranjeras y, por
otro lado, que, además, se autorice su ejecución en nuestro país. El reconocimiento se refiere a
los presupuestos y requisitos necesarios para que una resolución judicial extranjera tenga eficacia
en España. Éste puede ser el único objetivo respecto a dicha resolución, en el sentido de que sólo
interese hacer valer en España su efecto de cosa juzgada (por ejemplo, en el caso de las sentencias
meramente declarativas o constitutivas que no requieren posterior ejecución). La ejecución de una
resolución extranjera no presenta especialidad alguna una vez que la misma ha obtenido
previamente el reconocimiento.
a) Régimen convencional
1) Convenios internacionales: En este apartado basta con señalar que España es parte en tres clases
de convenios sobre reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales extranjeras:
— Convenios multilaterales generales. — Convenios multilaterales específicos. — Convenios
bilaterales generales.
2) Reglamentos comunitarios: Consecuencia del deber de cooperación entre los países de las
Comunidades Europeas fue el Convenio del Bruselas, de 27 de septiembre de 1968, sobre
competencia judicial internacional y reconocimiento de decisiones en materia civil y mercantil
sustituido por el Reglamento 44/2001, del Consejo, de 22 de diciembre de 2000, sobre
competencia judicial, reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y
mercantil en vigor para todos los países que integran la Unión Europea que, a su vez, ha sido
sustituido por el Reglamento 2015/2012, de 12 de diciembre de 2012 relativo a la competencia
judicial, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil.
Los reglamentos comunitarios sobre reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales son
fundamentalmente tres:
— El Reglamento comunitario 1.346/2000 del Consejo, de 29 de mayo de 2000, sobre
procedimientos de insolvencia.
— El Reglamento comunitario 2.201/2003, de 27 de noviembre de 2003, sobre competencia,
reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimonial y de
responsabilidad parental.
— El Reglamento 2.015/2012, de 12 de diciembre de 2012 relativo a la competencia judicial, el
reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil.
b) Régimen legal interno
En defecto de convenio internacional o norma especial será de aplicación el régimen legal interno
previsto en el Título V de la Ley de Cooperación jurídica internacional en materia civil, en
adelante LCJI, que deroga los artículos 951-954 ALEC donde se regulaba el procedimiento de
exequátur. Esta ley mantiene el procedimiento de exequátur como un procedimiento especial
para declarar, a título principal, el reconocimiento de una resolución judicial extranjera y, en su
caso, autorizar su ejecución. Asimismo, este procedimiento también se podrá utilizar para declarar
la falta de reconocimiento de una resolución extranjera por incurrir en alguna de las causas de
denegación del artículo 46 LCJI.
Puesto que estamos ante resoluciones de países extranjeros con los que no existe ningún tipo de
vínculo, no se actúa según el régimen previsto en los reglamentos de la Unión Europea, sino que
se mantienen las cautelas antes de reconocer las decisiones emitidas por los órganos
jurisdiccionales de dichos países.
Antes de desarrollar el procedimiento de reconocimiento y, en su caso, de ejecución de
resoluciones judiciales extranjeras, la propia LCJI detalla qué tipo de resoluciones serán
susceptibles de reconocimiento y ejecución3.4
Reconocimiento.—Se reconocerán en España las resoluciones extranjeras que cumplan los
requisitos previstos en los artículos 41 a 49 LCJI produciendo en España, tras su reconocimiento,
los mismos efectos que en su país de origen.
Se perfecciona el sistema de reconocimiento de forma incidental en un procedimiento judicial
permitiendo al juez que esté conociendo del mismo pronunciarse sobre dicho reconocimiento sin
necesidad de abrir un incidente. No obstante, la eficacia del reconocimiento incidental se limita
al proceso principal, pudiéndose solicitar posteriormente el exequátur de la misma.
En cuanto a las causas de denegación previstas en el artículo 46 LCJI: «a) Cuando fueran
contrarias al orden público. b) Cuando la resolución se hubiera dictado con manifiesta infracción
de los derechos de defensa de cualquiera de las partes. Si la resolución se hubiera dictado en
rebeldía, se entiende que concurre una manifiesta infracción de los derechos de defensa si no se
entregó al demandado cédula de emplazamiento o documento equivalente de forma regular y con
tiempo suficiente para que pudiera defenderse. c) Cuando la resolución extranjera se hubiere
pronunciado sobre una materia respecto a la cual fueren exclusivamente competentes los órganos
jurisdiccionales españoles o, respecto a las demás materias, si la competencia del juez de origen
no obedeciere a una conexión razonable. Se presumirá la existencia de una conexión razonable
con el litigio cuando el órgano jurisdiccional extranjero hubiere basado su competencia judicial
internacional en criterios similares a los previstos en la legislación española. d) Cuando la
resolución fuera inconciliable con una resolución dictada en España. e) Cuando la resolución
fuera inconciliable con una resolución dictada con anterioridad en otro Estado, cuando esta última
resolución reuniera las condiciones necesarias para su reconocimiento en España. f) Cuando
existiera un litigio pendiente en España entre las mismas partes y con el mismo objeto, iniciado
con anterioridad al proceso en el extranjero». En ningún caso se reconocerán las transacciones
judiciales extranjeras cuando fueran contrarias al orden público.
Como novedad de este nuevo régimen de reconocimiento de resoluciones judiciales extranjeras
destacar la posibilidad de dicho reconocimiento en el supuesto de resoluciones extranjeras
dictadas en procesos derivados de acciones colectivas según lo previsto en el artículo 47 LCJI.
Para finalizar en cuanto al procedimiento de reconocimiento, los artículos 48 y 49 LCJ prohíben
la revisión del fondo del asunto así como que se controle la ley aplicable pero permite, sin
embargo, el reconocimiento parcial que supone una práctica habitual entre los países de nuestro
entorno.
Ejecución.—Los artículos 50 y 51 regulan la ejecución de las resoluciones y transacciones
judiciales exigiendo para la misma la obtención previa del exequátur. Obtenido el exequátur, la
LCJI remite a la LEC para el procedimiento de ejecución incluyendo también la caducidad de la
acción ejecutiva.
En cuanto al procedimiento de exequátur, la LCJI establece que la competencia corresponderá a
los Juzgados de Primera Instancia (o al Juzgado de lo mercantil para las materias de su
competencia) del domicilio de la parte frente a la que se solicita el reconocimiento o ejecución, o
de la persona a quien se refieren los efectos de la resolución judicial. Se prevén criterios
subsidiarios como el lugar de ejecución o el lugar en que la resolución debe producir efectos o,
en último lugar, ante el cual se interponga la demanda de exequátur. El propio órgano
jurisdiccional controlará de oficio su competencia objetiva.
El proceso de exequátur comienza por demanda, según lo previsto en el artículo 399 LEC, para
cuya presentación será necesaria la intervención de abogado y procurador. En este sentido, las
partes podrán pedir asistencia jurídica gratuita. La demanda de exequátur y la solicitud de
ejecución se pueden acumular en un mismo escrito pero no se podrá despachar ejecución en tanto
en cuanto no se haya obtenido previamente resolución decretando el exequátur. Se prevé
expresamente la adopción de medidas cautelares en el procedimiento de exequátur. Y, por último,
el Ministerio Fiscal intervendrá siempre en estos procesos. Ya que debe haber alguien que vele
por el orden publico impo
Contra el auto de exequátur cabe recurso de apelación según lo previsto en la LEC. En caso de
auto estimatorio, el juez podrá suspender la ejecución o condicionar dicha ejecución a la
prestación de caución.
Contra la resolución de la Audiencia Provincial dictada en segunda instancia cabe recurso
extraordinario por infracción procesal o el recurso de casación de conformidad con lo establecido
por la LEC.
Por último, en cuanto al Reconocimiento de otras resoluciones extranjeras, el artículo 41.2 LCJI
prevé para el caso de resoluciones judiciales resolviendo actos de jurisdicción voluntaria el mismo
procedimiento previsto para las resoluciones judiciales. Para el reconocimiento de documentos
públicos extranjeros remite a lo previsto en el artículo 41.3 LCJI y Disposición Final vigésimo
quinta, apartado 7, LEC.
Los documentos públicos expedidos o autorizados por autoridades extranjeras podrán ser
reconocidos como títulos ejecutivos si lo son también en su país de origen, siempre que no sean
contrarios al orden público. Para su ejecución en nuestro país, el artículo 56.1 y 2 LCJI exige que
tengan la misma o equivalente eficacia que los expedidos o autorizados por autoridades españolas.

5. TÍTULO EJECUTIVO EUROPEO


Como consecuencia de la creación de un espacio judicial europeo, y respondiendo al principio
del reconocimiento mutuo de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil reconocido
como «piedra angular de la cooperación judicial en materia civil y penal de la Unión»5, se dicta
el Reglamento (CE) número 805/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de abril de
2004 (DO n.o L 143, de 30 de abril), por el que se establece un título ejecutivo europeo para
créditos no impugnados.
El objetivo de esta norma es la creación de un título ejecutivo europeo que permite, precisamente,
que una resolución (o transacción judicial o documentos públicos) con fuerza ejecutiva
reconocida en el país del que emanan sea también reconocida como tal y, por consiguiente,
ejecutada en el resto de los Estados miembros de la Unión Europea (excepto Dinamarca) sin
necesidad de procedimientos de reconocimiento y ejecución previos. El artículo 5.o del
Reglamento excluye, por tanto, de manera expresa el exequátur. No obstante, el acreedor del
crédito que ha obtenido la certificación comunitaria de título ejecutivo podrá solicitar el despacho
de la ejecución en aplicación no sólo de las normas previstas en el Reglamento 805/2004, sino en
el resto de los instrumentos comunitarios que hagan referencia al reconocimiento y ejecución de
resoluciones judiciales, como es el caso del Reglamento 44/2001.
El Reglamento 805/2004 se aplica únicamente a los créditos de naturaleza civil o mercantil,
independientemente del órgano jurisdiccional del que emane la resolución objeto de certificación,
excepto las que hacen referencia al estado y capacidad de las personas físicas, régimen económico
matrimonial, testamentos y sucesiones, quiebras y otros procedimientos análogos. También están
expresamente excluidas del ámbito de aplicación de este reglamento las cuestiones fiscales,
aduaneras y administrativas, así como las relativas a la Seguridad Social y el arbitraje (art. 2.o).
Sólo podrán obtener la certificación como título ejecutivo europeo aquellas resoluciones y
transacciones judiciales y documentos públicos con fuerza ejecutiva que contengan una deuda
dineraria, líquida y exigible (art. 4.o).
El artículo 3.o del reglamento determina cuál sea el objeto del mismo afirmando que solo podrán
obtener la certificación como título europeo las resoluciones y transacciones judiciales y los
documentos públicos con fuerza ejecutiva sobre créditos no impugnados, indicando, además, qué
debemos entender por crédito no impugnado:
a) cuando el deudor haya manifestado expresamente su acuerdo sobre el mismo, mediante su
admisión o mediante transacción aprobada por un órgano jurisdiccional o celebrada a lo largo de
un procedimiento judicial ante un órgano jurisdiccional; si no se impugna en otro país europeo no
se puede impugnar después en España
b) cuando el deudor nunca lo haya impugnado cumpliendo los requisitos procesales de la ley del
Estado miembro de origen, en el marco de un procedimiento judicial;
c) si el deudor no ha comparecido ni ha sido representado en la vista relativa a dicho crédito
después de haber impugnado inicialmente el crédito en el transcurso delprocedimiento judicial,
siempre que dicho comportamiento sea equivalente a una aceptación tácita del crédito o de los
hechos alegados por el acreedor a tenor de lo previsto en la legislación del Estado miembro de
origen;
d) si ha sido aceptado expresamente por el deudor en un documento público con fuerza ejecutiva.
Podemos observar cómo el legislador comunitario distingue distintos regímenes jurídicos según
se trate de créditos no impugnados que consten en resoluciones dictadas a lo largo de un
procedimiento judicial, por un lado, o en transacciones judiciales y documentos públicos con
fuerza ejecutiva, por otro.
En el caso de las resoluciones judiciales, el título ejecutivo europeo se integra con la propia
resolución judicial, siempre que sea ejecutiva en el Estado de emisión, junto a la certificación
como título ejecutivo europeo que emite el mismo órgano jurisdiccional que dictó la resolución
judicial, previo control de los requisitos exigidos en el artículo 6.o del reglamento.
El título ejecutivo europeo se integrará, por su parte, con la transacción judicial con fuerza
ejecutiva en el Estado donde ésta se llevara a cabo, que irá igualmente acompañada de la
certificación de dicha transacción como título ejecutivo europeo, que emitirá el mismo tribunal
ante el que se celebró la transacción.
Por último, en el caso de los documentos públicos con fuerza ejecutiva, el título ejecutivo europeo
se integrará con dichos documentos públicos más la certificación de título ejecutivo europeo
emitida por los órganos que, según el Derecho interno del país de origen, estén habilitados para
ello.
Ejecución del título ejecutivo europeo: Bajo el nombre de «ejecución» el Capítulo IV del
reglamento regula el proceso de ejecución de estos títulos ejecutivos europeos con independencia
de su origen judicial o extrajudicial.
En primer lugar, debemos señalar que el procedimiento de ejecución se desarrollará atendiendo a
las normas del Estado de ejecución (en nuestro caso, arts. 548 ss. LEC), de tal modo que el título
ejecutivo europeo se ejecuta en cualquier país de la Unión Europea (excepto Dinamarca) como si
se tratara de un título ejecutivo del propio Estado de ejecución.
No se prevé la posibilidad de impugnar la ejecución del título ejecutivo europeo en cuanto al
fondo, pues, una vez obtenida la certificación comunitaria, queda acreditada la fuerza ejecutiva.
No obstante, se prevé una excepción para el caso de resoluciones judiciales que se pretendan
ejecutar en otro Estado miembro distinto del de emisión y resulte incompatible con otra resolución
judicial anterior dictada en el Estado de ejecución con los requisitos previstos en el artículo 21
del reglamento.

LA EJECUCIÓN PROVISIONAL

1. CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS
La ejecución provisional se encuentra regulada en los artículos 524 a 537 LEC, esto es, en el
Libro III, dedicado a la ejecución forzosa y las medidas cautelares, lo que nos indica que a la
ejecución provisional le resultan aplicables las normas generales que sobre la ejecución forzosa
prevé dicho Libro III, sin perjuicio, lógicamente, de lo que resulte incompatible con el carácter
provisional de la ejecución.
El derecho a la tutela judicial efectiva del artículo 24.1 CE no sólo comprende el derecho a una
resolución sobre el fondo, sino también el derecho a que se ejecute dicha resolución. Sin embargo,
para que dichas resoluciones sean susceptibles de ejecución requieren, como norma general, el
carácter de firmeza. Como sabemos, el título ejecutivo típico es la sentencia firme de condena.
No obstante, la firmeza no siempre lleva aparejada ejecución, de tal manera que, como vimos
anteriormente, existen resoluciones firmes que no son susceptibles de ejecución forzosa (las
sentencias meramente declarativas y las sentencias constitutivas) y, por otro lado, y ahí es donde
entra la ejecución provisional, el legislador, en determinados supuestos, va a permitir la ejecución
forzosa de resoluciones que todavía no han adquirido firmeza. En estos casos en los que sentencias
de condena que están pendientes de recursos pueden ser objeto de ejecución forzosa, dicha
ejecución será, en todo caso, provisional. Y será provisional porque, al estar pendiente la
resolución del recurso, la sentencia puede ser objeto de modificación. La ejecución provisional,
por tanto, podemos definirla como la ejecución de resoluciones no firmes.
A pesar de la posibilidad que nuestro legislador contempla, en el Título II del Libro III de la LEC,
de ejecutar provisionalmente sentencias que no han adquirido firmeza, no podemos olvidarnos de
que tal posibilidad se trata de simple política legislativa, pues no existe un derecho,
constitucionalmente reconocido, a ejecutar sentencias definitivas. En otras palabras, el artículo
24.1 CE no incluye en el derecho a la tutela judicial efectiva el derecho a la ejecución provisional
de sentencias definitivas.

2. RESOLUCIONES SUSCEPTIBLES DE EJECUCIÓN PROVISIONAL

La LEC determina qué resoluciones judiciales son susceptibles de ser provisionalmente


ejecutadas, y cuáles no, en los artículos 524.2 y 525, respectivamente. Así, el artículo 524.2 LEC
señala que se pueden ejecutar provisionalmente las sentencias de condena que no sean firmes,
mientras que el artículo 525 LEC recoge la prohibición de ejecutar provisionalmente una serie de
resoluciones judiciales.
Respecto a las resoluciones que pueden ser objeto de ejecución provisional, cabe preguntarse si
sólo las sentencias de condena no firmes pueden serlo y si todas las sentencias de condena que no
hayan adquirido firmeza pueden ser ejecutadas provisionalmente. En primer lugar, hay que
señalar que, al hacer referencia el artículo 524.2 LEC expresamente a este tipo de resoluciones,
está excluyendo tal posibilidad a las sentencias meramente declarativas y a las sentencias
constitutivas que, como ya hemos visto, no son susceptibles, en general, de ejecución forzosa sino
de ejecución impropia, en todo caso. En segundo lugar, aunque la ley diga expresamente
sentencias de condena, hay que entender que también son susceptibles de ejecución provisional
los autos no firmes.
El artículo 525 LEC expresamente determina qué sentencias no son provisionalmente ejecutables:
1.o «Las sentencias dictadas en los procesos sobre paternidad, maternidad, filiación, nulidad de
matrimonio, separación y divorcio, capacidad y estado civil, oposición a las resoluciones
administrativas en materia de protección de menores, así como sobre las medidas relativas a la
restitución o retorno de menores en los supuestos de sustracción internacional y derechos
honoríficos, salvo los pronunciamientos que regulen las obligaciones y relaciones patrimoniales
relacionadas con lo que sea objeto principal del proceso».
Esta prohibición es relevante, más que por lo que prohíbe, por lo que permite. En principio, puesto
que se tratan todas ellas de sentencias meramente declarativas y constitutivas, no pueden ser
objeto de ejecución provisional, dado que no pueden ser objeto de ejecución forzosa en general;
por tanto, aun cuando no existiera esta prohibición expresa, por los motivos indicados, tampoco
podrían ser susceptibles de ser provisionalmente ejecutadas.
Lo realmente significativo de esta prohibición es la salvedad que la norma realiza en cuanto a la
posibilidad de ejecutar provisionalmente los pronunciamientos de condena sobre relaciones
patrimoniales relacionadas con el objeto del proceso.
Por último, puesto que estamos ante sentencias susceptibles únicamente de la llamada ejecución
impropia, lo que esta norma estaría prohibiendo sería la posibilidad de producir eficacia antes de
adquirir firmeza, de tal manera que no sería posible realizar provisionalmente aquellas
actuaciones necesarias para que las mismas tengan eficacia plena, tal comorealizar las
correspondientes inscripciones en los Registros públicos, por ejemplo. Lógicamente, esta
prohibición tiene su fundamento en la naturaleza de la acción que se ejercita, pues cuestiones
sobre estado jurídico de las personas no pueden estar sometidas a la posible revocación de las
actuaciones ejecutivas consecuencia de la resolución de un recurso pendiente.
2.o «Las sentencias que condenen a emitir una declaración de voluntad.»
Las sentencias de este tipo se hallan incluidas entre las sentencias de condena de hacer y, como
tales, tienen un régimen especial de ejecución previsto por el legislador en el artículo 708 LEC,
por lo que, afirma el profesor DÍEZ-PICAZO, no resulta raro que el artículo 525 LEC les niegue
la posibilidad de ser provisionalmente ejecutables. Se trata de un hacer personalísimo que no
admite sustitución provisional por otra actividad.
3.o «Las sentencias que declaren la nulidad o caducidad de títulos de propiedad industrial.»
Esta expresa prohibición de ejecutar provisionalmente este tipo de sentencias parece aconsejable
desde el punto de vista de la discutida naturaleza de las mismas, pues existen dudas acerca de si
siempre son meramente declarativas. En cualquier caso, dejando aparte su discutida naturaleza
jurídica, de lo dispuesto en este precepto cabe entender que, en tanto en cuanto la sentencia que
declare la nulidad o caducidad de títulos de propiedad industrial no adquiera firmeza, la
declaración de nulidad o caducidad no tendrá eficacia. Asimismo, hay que destacar que, así como
en el primer supuesto previsto en este artículo 525 LEC el legislador permite expresamente que
los pronunciamientos de carácter patrimonial derivadas de esa clase de procesos sean
provisionalmente ejecutables, no hace lo propio con los pronunciamientos de condena en los
procesos sobre propiedadindustrial, por lo que habrá que entender que la prohibición de ejecución
provisional alcanza también a éstos.
4.o «Tampoco procederá la ejecución provisional de las sentencias extranjeras no firmes, salvo
que expresamente se disponga lo contrario en los Tratados internacionales vigentes en España.»
Sin entrar en el análisis de los convenios vigentes en España sobre esta materia, sólo cabe recordar
que el citado Reglamento 44/2001 permite la ejecución provisional de las decisiones judiciales
extranjeras.
5.o «No procederá la ejecución provisional de los pronunciamientos de carácter indemnizatorio
de las sentencias que declaren la vulneración de los derechos al honor, a la intimidad personal y
familiar y a la propia imagen.»
Esta prohibición ha sido incluida en el artículo 525 LEC por la Disposición Adicional 12.a de la
Ley Orgánica 19/2003, de 23 de diciembre, de modificación de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de
julio, del Poder Judicial. La justificación de tal exclusión no es cuestión pacífica en la doctrina,
puesto que favorece al demandado en tanto en cuanto la ejecución provisional de este tipo de
resoluciones afectaría al derecho a la libertad de expresión en el caso de que el condenado no
tenga recursos económicos para hacerle frente.

3. PROCEDIMIENTO
Antes de iniciar el procedimiento de la ejecución provisional resulta necesario recordar que el
artículo 524.2 LEC remite al procedimiento previsto para la ejecución forzosa ordinaria, de tal
modo que el procedimiento para la ejecución provisional se regirá supletoriamente por dichas
normas.
Por otro lado, la ejecución provisional no sólo es posible frente a sentencias definitivas dictadas
en primera instancia, sino también frente a las dictadas en segunda instancia, por lo que el
procedimiento, exceptuando alguna especialidad, es el mismo, independientemente del recurso
que se encuentre pendiente.
No obstante, en los artículos 524 a 537 LEC el legislador prevé un procedimiento pormenorizado
para la ejecución provisional, de tal modo que, tras incluir las disposiciones generales para esta
institución, comienza el procedimiento regulando los sujetos legitimados, a continuación la
demanda ejecutiva, la sustanciación y decisión de la posible oposición del ejecutado a la ejecución
provisional y la revocación o confirmación de la sentencia provisionalmente ejecutada, para
terminar con las especialidades de la ejecución provisional de sentencias de condena dictadas en
segunda instancia.
a) Competencia: Los artículos 524.2 y 535.2, párrafo 2.o, LEC atribuyen la competencia al
tribunal competente para la ejecución ordinaria, es decir, al tribunal que haya conocido del asunto
en primera instancia con independencia de que la sentencia ejecutada provisionalmente haya sido
dictada en primera o en segunda instancia. Esta norma de competencia funcional se ve reforzada
por lo previsto en el artículo 462 LEC para el recurso de apelación, esto es, que el tribunal que
dictó la resolución recurrida en apelación sólo podrá realizar, entre otras, las actuaciones relativas
a la ejecución provisional de la resolución apelada.
b) Legitimación: La legitimación para solicitar la ejecución provisional la tienen reconocida
aquellos que hayan obtenido un pronunciamiento favorable en sentencia de condena. Así, el
artículo 526 LEC no exige más requisitos que éste para la ejecución provisional, de tal manera
que introduce un régimen más amplio que en la LEC anterior, pues el antiguo 385 sólo permitía
solicitar la ejecución provisional a la parte apelada, mientras que en la actual regulación puede
hacerlo cualquiera que tenga una resolución a su favor. Esta novedad implica que ambas partes
pueden estar legitimadas para instar la ejecución provisional en caso de vencimientos parciales.
c) Solicitud de la ejecución provisional: Ésta se realizará por persona legitimada ante el tribunal
competente en forma de demanda o por simple solicitud, tal como prescribe el reformado artículo
524.1 LEC. Esta misma norma remite a lo previsto en el, también reformado, artículo 549 LEC
para la demanda ejecutiva. Demanda, por tanto, suscrita por letrado y procurador y acompañada
de los documentos del artículo 550.
Se puede solicitar la ejecución provisional en cualquier momento desde la notificación de la
resolución que tenga por interpuesto el recurso de apelación o, en su caso, desde el traslado a la
parte apelante del escrito del apelado adhiriéndose al recurso (dies a quo), y siempre antes que
recaiga sentencia resolviendo dicho recurso (dies ad quem).
Puesto que la LEC no establece un plazo determinado para solicitar la ejecución provisional, sino
que señala desde y hasta cuándo se puede solicitar la misma, el artículo 527 LEC distingue según
que la solicitud de la ejecución provisional se formule antes o después de la remisión de los autos
al tribunal competente para resolver la apelación. Si se formula antes, el secretario judicial
expedirá el testimonio de lo que sea necesario para la ejecución. Si se formula la petición después
de haberse remitido los autos al tribunal competente para resolver la apelación, el solicitante
tendrá que obtener previamente de éste dicho testimonio y acompañarlo a la solicitud.
Se podrá solicitar la ejecución provisional en segunda instancia en cualquier momento desde la
notificación de la resolución que tenga por preparado el recurso extraordinario por infracción
procesal o el recurso de casación, y siempre antes de la sentencia resolviendo dichos recursos. El
solicitante tendrá, según el artículo 535.2 LEC, la carga de acompañar a la demanda ejecutiva la
certificación de la sentencia cuya ejecución provisional se pretende, y un testimonio de cuantos
particulares se estimen necesarios. Esta certificación y testimonio se obtendrán del tribunal que
dictara la resolución de apelación o, en su caso, del órgano competente para conocer del recurso
que se haya interpuesto contra ésta.
d) Despacho de la ejecución: Solicitada en tiempo y forma la ejecución provisional, el tribunal
tendrá que despachar ejecución, excepto si la sentencia no contuviera un pronunciamiento de
condena a favor del solicitante o si solicitara la ejecución provisional de algunas de las
resoluciones a las que el artículo 525 LEC expresamente excluye de ser provisionalmente
ejecutables. En estos dos casos podrá el juez dictar auto denegando el despacho de la ejecución,
auto susceptible de apelación con tramitación preferente (art. 527.3 y 4 LEC). Obviamente, el
tribunal podrá denegar el despacho de la ejecución provisional cuando falte algún otro
presupuesto. No obstante, si se trata de defectos subsanables, dará un plazo para la subsanación.
Cuando se den todos los presupuestos, el juez dictará auto despachando ejecución contra el que
no cabe recurso. Sin embargo, en el plazo de cinco días desde la notificación de esta resolución,
el ejecutado podrá formular oposición contra la ejecución provisional (art. 527.4 LEC).

4. OPOSICIÓN
Acordado el despacho de la ejecución provisional, ésta seguirá los trámites de la ejecución
ordinaria, pues, como vimos anteriormente, el artículo 524.2 y 3 LEC remite a la ejecución
ordinaria y determina que las partes dispondrán de los mismos derechos y facultades procesales
que en la ejecución definitiva.
Sin embargo, la LEC prevé un procedimiento específico de oposición a la ejecución provisional
y a las actuaciones ejecutivas concretas. Puesto que la ejecución se despacha sin darle audiencia
previa al ejecutado, dictado el auto despachando ejecución (irrecurrible), al ejecutado se le brinda
la posibilidad de formular oposición en el plazo de cinco días desde la notificación del mismo.
Los motivos por los cuales el ejecutado puede presentar ante el tribunal competente su escrito de
oposición varían según que la sentencia sea de condena dineraria o no dineraria. No obstante,
existen algunos motivos de ejecución comunes a toda oposición.

A) MOTIVOS DE OPOSICIÓN
a) Motivos comunes a toda oposición: Con independencia de que la sentencia ejecutada
provisionalmente sea dineraria o no dineraria, el ejecutado se puede oponer a la misma
denunciando la infracción de lo contenido en el artículo 527 LEC, es decir, que la sentencia no
sea provisionalmente ejecutable o que no contenga un pronunciamiento de condena a favor del
solicitante (art. 528 LEC). No obstante, hay que entender que cabrá oposición por parte del
ejecutado cuando se hayan vulnerado los requisitos sobre la solicitud y despacho de la ejecución.
Los efectos que provoca la estimación de la oposición serán diferentes según el motivo alegado.
En este caso, si ejecutó provisionalmente una sentencia infringiendo el artículo 527 LEC, se
tendrá que suspender la ejecución y, como consecuencia, anular todas las actuaciones ejecutivas
realizadas con el consiguiente levantamiento del embargo (art. 530.1 LEC).
Asimismo, tras la reforma del artículo 528 LEC con motivo de la Ley 13/2009, de 3 de noviembre,
de reforma de la legislación procesal para la implantación de la nueva Oficina judicial, se prevé
un nuevo motivo de oposición común a toda oposición: «la existencia de pactos o transacciones
que se hubieran convenido y documentado en el proceso para evitar la ejecución provisional.» En
este caso la oposición se tramitará conforme a lo previsto para la ejecución ordinaria o definitiva
(art. 528.4 LEC).
b) Motivos de oposición a la ejecución provisional de condenas no dinerarias: Con anterioridad a
la citada reforma de la LEC, el artículo 528 contemplaba como único motivo de oposición a la
ejecución de condenas no dinerarias la imposibilidad o extrema dificultad de restaurar la situación
anterior a la ejecución provisional o compensar económicamente al ejecutado resarciéndole por
los daños y perjuicios que la ejecución provisional le pudiera ocasionar si la sentencia fuera
posteriormente revocada (art. 528.2.2.a LEC). En este supuesto, el problema radica en determinar
cuándo existe esa imposibilidad o extrema dificultad de restaurar la situación anterior a la
ejecución provisional, para lo que el tribunal tendrá que estar al caso concreto.
Sin embargo, tras la citada reforma, el legislador añade un apartado 4 al artículo 528 LEC, que
permite al ejecutado fundar su oposición en el cumplimiento de lo ordenado en la sentencia,
siempre que lo justifique documentalmente. Este motivo de oposición sigue los trámites de la
ejecución ordinaria o definitiva.
c) Motivos de oposición a la ejecución provisional de condenas dinerarias: Igualmente, con
anterioridad a la reforma de la LEC, el artículo 528.3 no permitía la oposición a la ejecución
provisional de sentencias de condenas dinerarias; lo que el legislador permitía únicamente al
ejecutado, y sigue permitiendo, es oponerse, en todo caso, a actuaciones ejecutivas concretas del
procedimiento de apremio, siempre y cuando entienda que esas actuaciones pueden causar una
situación absolutamente imposible de restaurar o de compensar económicamente mediante el
resarcimiento de daños y perjuicios.
El artículo 528.3 LEC exige al ejecutado que, al oponerse a esas actuaciones ejecutivas concretas,
indique otras medidas ejecutivas posibles que no causen los efectos perjudiciales citados.
También debe prestar caución para responder de la demora en la ejecución si las medidas
alternativas no son aceptadas por el tribunal y se confirmara la sentencia de condena dineraria. Si
el ejecutado no indica tales medidas alternativas ni ofrece prestar caución, no podrá ser admitida
su oposición a la ejecución provisional y así se decretará por el secretario judicial. Contra dicho
decreto cabe recurso directo de revisión sin efectos suspensivos.
El nuevo apartado 4 del artículo 528 LEC permite también al ejecutado fundar su oposición en el
pago, que tendrá que justificar documentalmente, y se tramitará igual que lo previsto para la
ejecución ordinaria o definitiva.

B) PROCEDIMIENTO DE LA OPOSICIÓN
El ejecutado presentará el escrito de oposición ante el tribunal encargado de la ejecución dentro
de los cinco días siguientes a la notificación de la resolución que acuerda el despacho de la
ejecución o las actuaciones ejecutivas concretas a las que se oponga (art. 529.1 LEC).
De este escrito de oposición a la ejecución y de los documentos que lo acompañan se da traslado
al ejecutante (y a las demás partes que estuvieran personadas) para que, en el plazo de cinco días,
alegue lo que considere oportuno (art. 529.2 LEC).
En caso de oposición a la ejecución provisional de una sentencia de condena no dineraria, si se
ha alegado la imposible o extrema dificultad de reparar o compensar, el ejecutante podrá ofrecer
caución suficiente para garantizar dicha restauración o compensación para el caso de que la
sentencia fuera revocada (art. 529 LEC).
Tras las alegaciones de las partes y el posible ofrecimiento de caución del ejecutante en caso de
condenas no dinerarias, el tribunal resolverá sobre la oposición a la ejecución provisional y a las
medidas ejecutivas concretas. Los efectos del contenido del auto, estimatorio o desestimatorio,
serán diferentes atendiendo al motivo de oposición y a la naturaleza de la condena.
Si el juez estima la oposición basada en motivos comunes, es decir, por infracción del artículo
527 LEC, dictará auto declarando no haber lugar a la ejecución provisional y se alzarán los
embargos y trabas y las medidas de garantía que se hubieran podido adoptar.
Lógicamente, si desestima la oposición, el auto acordado mandará continuar con la ejecución
provisional.
El auto estimando la oposición a la ejecución provisional de condena no dineraria (porque
entienda que, si se revoca la sentencia de condena, sería imposible o extremadamente difícil
restaurar la situación anterior, y porque, en el caso de que el ejecutante ofreciera caución para
garantizar el eventual resarcimiento del ejecutado, ésta no es suficiente) dejará en suspenso la
ejecución. Sin embargo, se mantienen los embargos y las medidas de garantía que se hubieren
adoptado. También se adoptarán las medidas que procedan según lo previsto en el artículo 700
LEC.
Si el juez desestima la oposición de condenas no dinerarias aceptando el ofrecimiento de caución
del ejecutante y fijando su cuantía y cualidad en el propio auto, la ejecución provisional continuará
adelante.
Si la oposición es a medidas ejecutivas concretas, en la ejecución provisional de condenas
dinerarias, el juez dictará auto estimando la oposición si considera posibles y de similar eficacia
las medidas alternativas señaladas por el ejecutado o si considera suficiente la caución ofrecida
por el ejecutado para responder de la demora en la ejecución cuando, además, considere que exista
una absoluta imposibilidad de restaurar la situación anterior a la ejecución o de compensar
económicamente al ejecutado provisionalmente mediante posterior resarcimiento de daños y
perjuicios para el caso de ser revocada la condena.
Por tanto, en la oposición a medidas ejecutivas concretas de la ejecución provisional de condenas
dinerarias cuando el juez considere que existe una absoluta imposibilidad de restaurar la situación
anterior a la ejecución, o de compensar en lo económico al ejecutado provisionalmente mediante
posterior resarcimiento de daños y perjuicios para el caso de ser revocada la condena, podrá:
— bien aceptar las medidas alternativas propuestas por el ejecutado, en cuyo caso se revocarían
las medidas ejecutivas adoptadas y se sustituirían por la señaladas por el ejecutado. Es decir, la
ejecución continúa pero con las actividades propuestas por éste;
— bien denegar dichas medidas alternativas pero aceptar la caución ofrecida por el ejecutado
dictando auto estimando la oposición, y fijando la cuantía y cualidad de dicha caución. En este
supuesto, como consecuencia se revocará la concreta actividad ejecutiva objeto de oposición y no
se sustituirá por ninguna otra.
En caso de auto desestimando la oposición de condenas dinerarias, la ejecución continuará su
curso.

5. SUSPENSIÓN DE LA EJECUCIÓN PROVISIONAL


El artículo 531 LEC permite al ejecutado solicitar la suspensión de la ejecución provisional en
caso de condenas dinerarias líquidas en cualquier momento, con independencia de que se haya
opuesto previamente a las medidas ejecutivas concretas. Para ello tiene que entregar al ejecutante
la cantidad por la que se despachó ejecución, más los intereses que correspondan y las costas. En
caso de condenas ilíquidas, sólo cabe suspensión de la ejecución provisional con posterioridada
la liquidación de la condena a través del incidente previsto en los artículos 712 y siguientes de la
LEC.
Tras la reforma de la LEC, de esta suspensión de la ejecución provisional se encargará el
secretario judicial mediante decreto y, tras la puesta a disposición del juzgado de la cantidad de
dinero a la que fue condenado el ejecutado, más los intereses correspondientes y las costas por
los que se despachó ejecución, una vez liquidados aquéllos y tasadas éstas, también el secretario
judicial decidirá sobre la continuación o el archivo de la ejecución. Contra el decreto del secretario
judicial cabe recurso directo de revisión ante el tribunal que hubiera autorizado la ejecución (art.
531 LEC).
6. REVOCACIÓN O CONFIRMACIÓN DE LA SENTENCIA PROVISIONALMENTE
EJECUTADA
Estamos ante la ejecución «provisional» de una sentencia que aún no es firme, es decir, sobre la
que aún pende la resolución de un recurso. Por este motivo dicha ejecución va a depender
directamente de la resolución del mismo, confirmando o revocando la sentencia provisionalmente
ejecutada.
En caso de confirmación de la sentencia ejecutada provisionalmente, hay que distinguir, por un
lado, según que la sentencia confirmatoria devenga firme o no y, por otro, según que la sentencia
sea total o parcialmente confirmatoria.
Si la sentencia confirmatoria adquiere firmeza, bien porque no es susceptible de posterior recurso,
bien porque, siéndolo, la parte no ha recurrido o éste ha sido inadmitido, la ejecución provisional
continúa adelante pero con el carácter de definitiva.
Por el contrario, si la sentencia confirmatoria no es firme porque es objeto de recurso, la ejecución
sigue tramitándose como tal, es decir, como ejecución provisional.
En caso de que la sentencia sea parcialmente confirmatoria, continúa la ejecución sobre la parte
de la condena que ha sido confirmada.
Como es obvio, los problemas surgen fundamentalmente en el caso de revocación de sentencias,
puesto que trae como consecuencia la restitución o la compensación económica al ejecutado. El
legislador regula en los artículos 533 y 534 LEC un incidente que se va a desarrollar en el propio
proceso de ejecución provisional. De nuevo distinguimos según que la condena sea dineraria o no
dineraria.
a) Revocación de condenas al pago de cantidad de dinero: Si la revocación es total y la sentencia
es firme, se sobresee por el secretario judicial la ejecución provisional, de tal modo que el
ejecutante devolverá al ejecutado la cantidad que recibió. Si el ejecutado hubiera hecho pago de
las costas de la ejecución, dichas cantidades también se las devolverá el ejecutante junto con el
resarcimiento por los daños y perjuicios que dicha ejecución le hubiera ocasionado (art. 533.1
LEC).
En caso de revocación parcial, el ejecutante sólo devolverá la diferencia entre la cuantía que
hubiera percibido y la que resulte de la confirmación parcial, más el tipo de interés legal del dinero
aplicado a dicha diferencia anualmente desde el momento en que lo percibió (art. 533.2 LEC).
Se podrá acudir a la vía de apremio para solicitar ambas cantidades ante el tribunal que despachó
la ejecución provisional cuando la sentencia revocatoria no sea firme. Es decir, que, cuando la
sentencia revocatoria de la anterior sea a su vez recurrida por el anterior ejecutante provisional,
el que fue ejecutado y ahora tiene una sentencia de condena a su favor puede, a su vez, solicitar
la ejecución provisional de ésta. Del mismo modo, el ahora ejecutado provisionalmente podrá
oponerse a las actividades ejecutivas concretas. Como afirma el profesor DÍEZ-PICAZO, estamos
ante una revocación provisional ya que esta sentencia revocatoria puede ser también revocada en
la resolución del recurso pendiente, confirmándose total o parcialmente la sentencia de primera
instancia.
b) Revocación de condenas no dinerarias: Atendiendo a la naturaleza de la condena dineraria, el
artículo 534 LEC distingue los siguientes supuestos:
1.o Si se trata de revocación de sentencias de condena a la entrega de un bien determinado, el
ejecutante tendrá que devolvérselo al ejecutado junto con las rentas, frutos o productos, o el valor
pecuniario de la utilización del bien.
Si dicha restitución resulta imposible, de hecho o de derecho, el ejecutado puede pedir que se le
indemnicen los daños y perjuicios según los trámites de los artículos 712 y siguientes de la LEC.
2.o Si la condena es a hacer y ésta se ha realizado, el ejecutado podrá solicitar que se deshaga lo
hecho y una indemnización por los daños y perjuicios causados.
También la ley prevé la posibilidad de la revocación provisional de la condena no dineraria e
igualmente ofrece al ejecutado la posibilidad de revocar lo provisionalmente ejecutado. Al mismo
tiempo, el ejecutante podrá presentar escrito de oposición a dicha revocación provisional según
lo establecido en el artículo 528 LEC.

EL PROCESO DE EJECUCIÓN ORDINARIO: SUJETOS Y OBJETO DE LA EJECUCIÓN


1. NORMAS DE COMPETENCIA EN LA EJECUCIÓN
El artículo 545 LEC determina la competencia de los órganos jurisdiccionales civiles en materia
de ejecución atendiendo a la naturaleza del título ejecutivo que da lugar al despacho de la
ejecución.
Así, para la ejecución de resoluciones judiciales, de resoluciones dictadas por secretarios
judiciales a las que la LEC le atribuye fuerza ejecutiva y para la ejecución de transacciones y
acuerdos judicialmente homologados o aprobados por el tribunal, será competente el tribunal que
conoció del asunto en primera instancia o el que homologó o aprobó la transacción o acuerdo. Se
trata, por tanto, de una norma de competencia funcional.
Para la ejecución de laudos arbitrales dictados en España serán objetivamente competentes los
Juzgados de Primera Instancia. Y la competencia territorial corresponde a los tribunales del lugar
en que se hubiera dictado el laudo (arts. 8.4 Ley de Arbitraje y 545 LEC). La competencia para
el reconocimiento de los laudos arbitrales extranjeros corresponde a la Sala de lo Civil y de lo
Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Autónoma del domicilio o lugar de
residencia de la parte frente a la que se solicita el reconocimiento o del domicilio o lugar de
residencia de la persona a quien se refieren los efectos de aquéllos, determinándose
subsidiariamente la competencia territorial por el lugar de ejecución o donde aquellos laudos o
resoluciones arbitrales deban producir sus efectos. La ejecución corresponderá al Juzgado de
Primera Instancia con arreglo a los mismos (art. 8.6 Ley de Arbitraje).
Según la redacción dada al apartado 2 del artículo 545 por la Ley 5/2012, de 6 de julio, de
mediación en asuntos civiles y mercantiles, cuando el título ejecutivo sea un acuerdo de mediación
serán competentes, objetiva y territorialmente, para su denegación o autorización así como para
el correspondiente despacho, el Juzgado de Primera Instancia del lugar donde se haya firmado el
acuerdo de mediación.
La competencia objetiva para la ejecución de títulos ejecutivos no judiciales corresponde a los
Juzgados de Primera Instancia. Se trata de una norma de ius cogens. Sin embargo, para la
competencia territorial el legislador da a elegir al ejecutante entre diferentes fueros:
a) los previstos en los artículos 50 y 51 LEC con carácter general;
b) el lugar del cumplimiento de la obligación, según el título;
c) ante el de cualquier lugar en que se encuentren bienes del ejecutado que puedan ser
embargados;
d) si son varios los ejecutados, la competencia se atribuye al tribunal que, con arreglo a lo anterior,
lo sea respecto de cualquier ejecutado, a elección también del ejecutante.
Se prohíbe expresamente la sumisión expresa y tácita en el artículo 545.3 LEC. Estas normas
sobre competencia previstas en el citado artículo 545.3 LEC rigen en materia de ejecución basada
en títulos no judiciales. Sin embargo, hay que señalar que, en los procesos de ejecución sobre
bienes especialmente hipotecados o pignorados, la competencia se determinará según lo dispuesto
en el artículo 684 LEC. Por el contrario, aun cuando no se trata de un título ejecutivo extrajudicial,
para la determinación de la competencia en procesos de ejecución basados en el auto de cuantía
máxima del artículo 517.2.8.o LEC hay que partir de las normas de ejecución basada en títulos
no judiciales.
Tratamiento procesal.—Además de lo previsto con carácter general sobre el tratamiento procesal
de las respectivas competencias: objetiva, territorial y funcional, hay que tener en cuenta las reglas
específicas en esta fase de ejecución.
Por un lado, cabe control de oficio por parte del órgano jurisdiccional, según lo dispuesto en el
artículo 546.1 LEC, sobre su competencia territorial antes de despachar ejecución. De esta
manera, si, atendiendo al título ejecutivo y demás documentos que acompañan a la demanda,
entiende el tribunal que no es territorialmente competente, dictará auto absteniéndose de
despachar ejecución. En este auto señalará al ejecutante cuál es el tribunal ante el que debe
presentar la demanda. Despachada ejecución, el tribunal ya no podrá vigilar de oficio su
competencia territorial.
Aun cuando la norma general es que los autos resolviendo sobre competencia territorial no son
recurribles, el artículo 546 LEC permite que este auto resolviendo la competencia territorial en el
proceso de ejecución sea recurrido directamente en apelación, sustanciándose en la forma prevista
en el artículo 552.2 LEC.
A instancia de parte, el control de la competencia territorial se realizará a través de la declinatoria
en el plazo de los cinco días siguientes a aquel en que reciba la notificación delproceso de
ejecución. El procedimiento de la declinatoria sigue los trámites ordinarios previstos en los
artículos 65 y siguientes de la LEC (art. 547 LEC).
2. PARTES DE LA EJECUCIÓN EN SENTIDO ESTRICTO. SUPUESTOS ESPECIALES
El artículo 538 LEC define a las partes en el proceso de ejecución como las personas que piden y
obtienen el despacho de la ejecución y las personas frente a las que se despacha ejecución.
Respecto a la capacidad para ser parte y a la capacidad procesal y su tratamiento procesal no
existen diferencias dignas de resaltar con relación a lo estudiado en el proceso de declaración.
Tampoco existen diferencias en cuanto a la postulación en el proceso de ejecución, pues el artículo
539.1 LEC obliga a las partes a acudir representados por procurador y asistidos por letrado, salvo
que se trate de la ejecución de resoluciones dictadas en procesos en los que su intervención no era
preceptiva en fase de declaración, y en la ejecución de procesos monitorios sin oposición si la
cantidad por la que se despacha ejecución no supera los 2.000 euros.
Para la ejecución derivada de un acuerdo de mediación o un laudo arbitral se requerirá la
intervención de abogado y procurador siempre que la cantidad por la que se despache ejecución
sea superior a 2.000 euros (art. 539.1 LEC).
La legitimación, como regla general, viene determinada en el título ejecutivo, es decir, que en
éste constará quién puede pedir y obtener el despacho de la ejecución y frente a quién se puede
solicitar la misma. En este sentido, el órgano jurisdiccional no despachará ejecución a instancia
de quien no aparezca legitimado en el título —legitimación activa— ni frente a quien no conste
como legitimado en el mismo — legitimación pasiva— (art. 538.2 LEC).
Según el citado precepto, la legitimación activa la ostenta el que aparezca como acreedor en el
título ejecutivo, mientras que la legitimación pasiva recae sobre la persona que aparezca en el
título ejecutivo como deudor. No obstante, en el artículo 519 LEC se regula un supuesto de
extensión de la legitimación activa, es decir, que puede solicitar y obtener el despacho de la
ejecución quien no aparezca como acreedor en el título ejecutivo. Se trata de aquellas personas
que no constan en la sentencia de condena cuando se trate de condenas de consumidores y usuarios
sin determinación (arts. 11 y 221 LEC). En cualquier caso, es necesario un auto del tribunal
competente para la ejecución reconociendo a los solicitantes como beneficiarios de la condena
atendiendo a los datos, requisitos y características que constan en la sentencia.
Respecto a la legitimación pasiva el legislador prevé también la ampliación de la misma
admitiendo la posibilidad de despachar ejecución frente a quien no conste en el título ejecutivo
como deudor (art. 538.2 LEC). Por tanto, se podrá despachar ejecución, aun no apareciendo como
deudor en el título, frente a:
— Quien responda personalmente de la deuda, ya sea por disposición legal o en virtud de
afianzamiento acreditado mediante documento público.
— El propietario de los bienes especialmente afectos al pago de la deuda en cuya virtud se
procede, siempre que dicha afección sea legal o venga acreditada por documento fehaciente. En
estos supuestos, la ejecución se despachará sobre los bienes especialmente afectos.
Además de estas reglas generales, la LEC regula expresamente supuestos especiales de
legitimación.
A) LEGITIMACIÓN EN CASO DE SUCESIÓN
Se extiende tanto la legitimación activa como la pasiva a los sucesores de los que figuren en el
título ejecutivo comoejecutante y ejecutado. Si la sucesión se acredita con documentación
fehaciente ante el tribunal y éste los considera suficientes al efecto porque concurren los requisitos
exigidos para su validez tal y como recoge el apartado 2 del artículo 540 tras la reforma por la
Ley 42/2015, despachará ejecución a favor o frente al que conste como sucesor en razón de los
documentos presentados. Si, por el contrario, no resultara acreditada dicha sucesión o el tribunal
no considera suficientes los documentos ante él presentados, el letrado de la Administración de
Justicia dará traslado a quien conste como ejecutado o ejecutante en el título y a quien se pretenda
que es su sucesor, dándoles audiencia por el plazo de 15 días. Presentadas las alegaciones o
transcurrido el plazo sin hacerlas, el tribunal resolverá sobre la sucesión a los solos efectos del
despacho o de la prosecución de la ejecución (art. 540.3 LEC).
El citado precepto, antes de la reforma por la Ley 42/2015, sólo hacía referencia a la sucesión en
la persona del ejecutado, ya que mandaba dar traslado de su petición al que aparecía como
ejecutado en el título y a quien se presentara como su sucesor. Y, puesto que se preveía la
audiencia del ejecutado al que se sucede, se estaba refiriendo a una sucesión inter vivos. No
obstante, había que entender este supuesto aplicable también a la sucesión mortis causa. Tras la
reforma del artículo 540 LEC ya no caben dudas acerca de la legitimación del sucesor tanto en la
persona del ejecutante como en la del ejecutado y, en ambos casos, se regula expresamente la
sucesión tanto mortis causa como inter vivos.
Por último, cabe señalar que dado que la resolución de este incidente sobre la sucesión en el
ejecutante o en el ejecutado tiene valor a los meros efectos del despacho de la ejecución, si ésta
se llevara a cabo, el ejecutado podrá oponerse a la ejecución impugnando la falta de sucesión,
propia o del ejecutante. Y, por otro lado, si se denegara el despacho de la ejecución, el ejecutante
podrá acudir al proceso declarativo ordinario según la cuantía para discutir sobre la sucesión.
B) EJECUCIÓN EN BIENES GANANCIALES
La primera regla que hay que tener en cuenta es la prevista en el artículo 541 LEC, según la cual
se prohíbe el despacho de la ejecución frente a la comunidad de bienes gananciales, es decir, la
ejecución deberá ir dirigida frente a los bienes del cónyuge que aparezca como deudor en el título
ejecutivo. Las complicaciones surgen cuando precisamente en el título ejecutivo aparece como
deudor uno solo de los cónyuges pero la ejecución se despacha frente a los bienes comunes del
matrimonio.
No obstante, hay que distinguir según que la ejecución vaya dirigida contra deudas que ha
contraído únicamente uno de los cónyuges pero de las que responde la sociedad de gananciales
(arts. 1.365 ss. CC), o que la ejecución se despache frente a deudas propias de uno de los cónyuges
y se persigan bienes comunes pero por falta o insuficiencia de bienes privativos del cónyuge
deudor.
En el primer supuesto, es decir, deudas contraídas por un solo cónyuge de las que responde la
sociedad de bienes gananciales, la demanda ejecutiva irá dirigida únicamente frente al cónyuge
deudor. No obstante, el embargo de bienes gananciales debe ser notificado a ambos cónyuges con
traslado de la demanda ejecutiva y del auto que despacha ejecución. El cónyuge no deudor
dispondrá del plazo ordinario para oponerse a la ejecución por los mismos motivos que el propio
ejecutado y, además, podrá alegar que la ejecución no debe dirigirse contra los bienes gananciales.
En caso de no resultar acreditada la responsabilidad de la sociedad de gananciales, podrá solicitar
el cónyuge del ejecutado la disolución de los gananciales.
Cuando la ejecución se despacha por deudas propias de un cónyuge y se dirige contra bienes
comunes porque faltan o son insuficientes los bienes privativos del cónyuge deudor, además de
notificar al cónyuge no deudor el embargo de los bienes gananciales, éste podrá optar por pedir
la disolución de la sociedad de gananciales y el tribunal, oídos los cónyuges, decidirá sobre la
división del patrimonio y, en su caso, ordenará que se lleve a cabo según lo previsto en los
artículos 806 y siguientes LEC, es decir, a través del procedimiento de liquidación del régimen
matrimonial, que suspende la ejecución sobre los bienes comunes durante su tramitación.
Además, el cónyuge no deudor que recibe la notificación del embargo de sus bienes puede
interponer los recursos y medios de impugnación de los que dispone el cónyuge ejecutado para
defender la comunidad de gananciales.
C) EJECUCIÓN FRENTE AL DEUDOR SOLIDARIO
El acreedor de una deuda solidaria, como sabemos, podrá reclamar la totalidad de la deuda a todos
los responsables solidarios, a varios o sólo a uno. Obtenido el título ejecutivo, se despachará
ejecución únicamente contra quien aparezca en el mismo como deudor. Esto significa, por tanto,
que, si el acreedor sólo ha dirigido su demanda frente a uno de los deudores solidarios
reclamándole la totalidad de la deuda, únicamente podrá despachar ejecución frente a ese deudor
solidario que aparece como tal en el título ejecutivo. O, dicho de otro modo, no se podrá despachar
ejecución frente a los deudores solidarios que no hayan sido parte en el proceso declarativo previo
o en el proceso arbitral y, por tanto, no consten en la resolución judicial o arbitral como tales (art.
542.1 LEC). En estos supuestos se embargarán los bienes de todos los deudores solidarios frente
a los que se haya despachado ejecución por el importe total de la deuda, es decir, que se
garantizará la deuda en su conjunto con todos los bienes embargados de dichos deudores
solidarios ejecutados.
Si en el título ejecutivo constan varios deudores solidarios, el ejecutante podrá solicitar el
despacho de la ejecución por el importe de la deuda junto con los intereses y costas frente a uno,
varios o todos ellos (art. 542.3 LEC).
En caso de que el título ejecutivo no fuera judicial, sólo se permite el despacho de la ejecución
frente al deudor solidario que aparezca como tal en el mismo o en otro documento acreditativo de
la solidaridad de la deuda y que tenga atribuida por ley fuerza ejecutiva (art. 542.2 LEC).
D) ASOCIACIONES O ENTIDADES TEMPORALES
Como regla general, en caso de aparecer como deudores en el título ejecutivo una asociación o
entidad temporal, obviamente cabe despachar ejecución frente a la unión o agrupación en cuestión
y también, aunque no aparezcan en el título ejecutivo como deudores, frente a sus socios,
miembros o integrantes. No obstante, el artículo 543 LEC, en estos últimos supuestos, exige una
serie de requisitos, siendo así que admite el despacho de la ejecución en casos de asociaciones o
entidades temporales reconocidas como deudores en el título ejecutivo frente a sus socios,
miembros o integrantes si responden solidariamente de los actos de la unión o agrupación,
independientemente de que la solidaridad sea legal o pactada por ellos mismos.
Aun cuando la responsabilidad no fuera solidaria sino subsidiaria por disposición legal, será
posible despachar ejecución frente a los miembros o integrantes de las uniones o agrupaciones
anteriormente citadas si se acredita la insolvencia de éstas.
E) ENTIDADES SIN PERSONALIDAD JURÍDICA
Puesto que los entes sin personalidad, a tenor de lo dispuesto en el artículo 6.o2 LEC, pueden ser
demandados en un proceso de declaración, cabe la posibilidad de obtener una sentencia de
condena sobre los mismos y, por tanto, cabe solicitar directamente el despacho de la ejecución
frente a ellos. Sin embargo, de nuevo el legislador extiende la legitimación pasiva a sujetos que
no aparecen como deudoresen el título ejecutivo, pues admite la posibilidad de despachar la
ejecución no contra las entidades sin personalidad jurídica, sino frente a sus socios, miembros o
gestores que actuaron en nombre de la misma. Sin embargo, para dicha extensión de
responsabilidad se exige que se acredite, a juicio del tribunal, la condición de socio, miembro o
gestor y, también, su actuación frente a terceros en nombre de la entidad (art. 544 LEC).
Este régimen, no obstante, no resultará aplicable a las comunidades de propietarios de inmuebles
en régimen de propiedad horizontal, que sólo admite despacho de la ejecución contra la propia
comunidad representada por su presidente. Es decir, no cabe despacho de la ejecución contra el
presidente de la comunidad ni contra ninguno de los comuneros que haya actuado en nombre de
la comunidad. Para poder dirigir la ejecución frente a éstos, es necesario que la demanda del
proceso de declaración también se dirigiera frente a ellos y en la sentencia resultaran también
condenados (art. 22 LPH). En este caso, hay que tener en cuenta que la responsabilidad de los
comuneros es de carácter subsidiario y, para exigirla, resulta necesario requerirles previamente
de pago y que el requerido de pago tenga la posibilidad de oponerse a la ejecución acreditando
que no tiene pendiente ninguna cuota de la comunidad en el momento del requerimiento.
3. PLURALIDAD DE PARTES EN EL PROCESO DE EJECUCIÓN
Antes de dar por concluido el apartado de las partes en el proceso de ejecución, y antes de entrar
a analizar la intervención de terceros en el proceso de ejecución, veremos qué sucede cuando
existen varios ejecutantes y/o varios ejecutados en un mismo proceso de ejecución, ya sea como
consecuencia de una previa pluralidad de partes, activa opasiva, en el proceso de declaración
anterior, o bien como consecuencia de un título ejecutivo extrajudicial en el que constan varios
acreedores y/o varios deudores.
Cuando existe una pluralidad de ejecutantes, hay que distinguir distintos supuestos:
— Que dicha pluralidad provenga de la actuación conjunta como demandantes en el proceso
previo de declaración o que consten como acreedores en el título ejecutivo (en definitiva, que
sean acreedores en virtud del mismo título) y sean acreedores de una misma deuda.
— Que la pluralidad sea consecuencia de una acumulación de ejecuciones. Para acumular
procesos de ejecución de varios acreedores frente a un deudor, lo tiene que solicitar cualquiera de
los ejecutantes (por los trámites del arts. 74 ss. LEC) y que el secretario judicial competente para
conocer del proceso más antiguo considere que es lo más beneficioso para todos los acreedores
(art. 555.2 LEC). Como consecuencia tendremos un solo proceso con pluralidad de ejecutantes.
— Las tercerías de mejor derecho también dan lugar a una pluralidad de ejecutantes, pues permite
la entrada en el proceso de ejecución, como ejecutante, a un acreedor que no es el que inició el
proceso de ejecución y que, además, intenta cobrar con carácter preferente al que lo inició. El
tercerista, en este caso, pretende hacer valer el carácter preferente de su crédito respecto al del
ejecutante inicial, lo que provoca un proceso de ejecución con pluralidad de ejecutantes que tienen
intereses contrapuestos.
La pluralidad de ejecutados no plantea problema alguno. Puede ser consecuencia del despacho de
la ejecución frente a varios condenados, es decir, existe una pluralidad de ejecutados desde el
inicio del proceso de ejecución o puede incluso producirse una vez iniciado éste; sería el supuesto
del propietario de un bien especialmente afecto al pago de la deuda. En este caso, no se despachó
la ejecución frente él porque, además, no había sido previamente demandado perosus bienes están
afectos al cumplimiento de la obligación. También daría lugar a una pluralidad de ejecutados la
petición de personación en el proceso de ejecución del tercer poseedor, es decir, el tercero que
adquiere bienes embargados (arts. 538.2 y 662 LEC).
4. LOS TERCEROS EN EL PROCESO DE EJECUCIÓN
Respecto a los terceros en el proceso de ejecución, comenzaremos por definirlos como aquellos
que no han solicitado y obtenido el despacho de la ejecución ni frente a ellos se ha despachado
ejecución, es decir, los terceros son todos aquellos sujetos que no son parte de un determinado
proceso de ejecución. Sin embargo, los que ahora nos interesan son los terceros que, no siendo
parte del proceso de ejecución, tienen algún tipo de interés en el mismo y se encuentran en una
situación que el legislador considera que debe proteger. De este modo, al legislador le interesa
aquel sujeto que se puede ver perjudicado por una ejecución a la cual, en principio, es ajeno,
articulando diversos mecanismos para defender o proteger sus intereses.
Son, por tanto, terceros aquellas personas que, sin ser parte del proceso de ejecución, son dueños
de los bienes que han quedado afectos a la ejecución. Dentro de esta situación tenemos que
distinguir a aquellos terceros que han visto embargados sus bienes de forma errónea, es decir,
porque aparentemente pertenecían al ejecutado, de aquellos otros terceros cuyos bienes resultan
afectos a la ejecución precisamente porque dichos bienes garantizan el cumplimiento de la deuda
por la que se despacha ejecución.
En el primer supuesto, cuando ha habido un error en la apreciación de la propiedad sobre la que
se realiza la actividad ejecutiva, el legislador pone a disposición del dueño del bien la llamada
tercería de dominio.
Cuando el bien embargado no pertenece al ejecutado pero es un bien especialmente afecto al pago
de la deuda, el tercero no tiene derecho a evitar la ejecución de su bien; nos referimos a los terceros
poseedores de bienes hipotecados (art. 538.3 LEC). Si el ejecutante, al interponer su demanda
ejecutiva, tiene conocimiento de la adquisición del bien del deudor por un tercero, entonces
dirigirá su demanda ejecutiva solicitando el despacho de la ejecución frente al tercero que adquirió
el bien gravado (art. 538.2.3 LEC). Sin embargo, en la mayoría de los casos, el ejecutante no tiene
conocimiento de tal adquisición del bien hipotecado por persona distinta del deudor, en cuyo caso
solicitará el despacho de la ejecución frente al deudor independientemente de que, una vez que se
inicie la actividad ejecutiva sobre el bien, su verdadero propietario (el tercero) pueda personarse
en el proceso de ejecución y hacer uso de los medios de defensa que correspondan al ejecutado.
Si el tercero adquiere el bien una vez que éste ya ha sido embargado, obviamente tampoco se
despacha al principio ejecución frente a él e igualmente podrá personarse en el proceso en la
posición del ejecutado (art. 662 LEC).
Especial interés presentan los terceros acreedores del ejecutado que pretenderán en el proceso
cobrar antes que el ejecutante, si su crédito fuera preferente, y si no lo fuera tendrán interés en
cobrar después del ejecutante con el sobrante, si lo hubiere. No tendrán que realizar ninguna
actividad especial para cobrar con anterioridad al ejecutante si ellos también solicitaron el
despacho de la ejecución y embargaron los bienes del deudor común previamente a que lo hiciera
el ejecutante. Sin embargo, sí tendrán que hacer uso de la tercería de mejor derecho los terceros
que no han iniciado ningún proceso de ejecución pero tienen un derecho de crédito contra el
deudor común, que, siguiendo las normas legales sobre prelación de créditos, resulta preferente
al del ejecutante.
Si los terceros no tienen un crédito preferente sobre el del ejecutante, el legislador les permite, no
obstante, cobrar sucrédito respecto del deudor común con la cantidad sobrante tras pagar al
ejecutante. Puesto que tendrán interés en obtener la mayor cantidad de dinero posible para poder
satisfacer su deuda, a estos terceros se les permite actuar en determinadas actividades relacionadas
con el precio de venta de los bienes, como son el avalúo y la subasta.
5. EL OBJETO DE LA EJECUCIÓN: EJECUCIÓN DINERARIA Y EJECUCIÓN NO
DINERARIA O IN NATURA
Al hablar del objeto de la ejecución, es decir, sobre lo que versa el proceso (en este caso, el
proceso de ejecución), se tiende a pensar que éste es el patrimonio del deudor. Sin embargo, si
esto fuera así, estaríamos dejando de lado cualquier otra ejecución de carácter no patrimonial
prevista en nuestro ordenamiento jurídico. Así, el objeto de la ejecución es la pretensión del
acreedor ejecutante frente al deudor ejecutado, esto es, la petición que el ejecutante realiza ante
el órgano jurisdiccional respecto del ejecutado. No obstante, como de todos es sabido, la sola
petición no constituye la pretensión, sino que dicha petición debe ser fundada. Por tanto, también
en el proceso de ejecución hablamos de petición o petitum y de la causa de pedir o causa petendi.
Respecto al petitum debemos partir de la prestación prevista en el título ejecutivo que da lugar al
despacho de la ejecución. Dicha prestación, de acuerdo con el contenido del artículo 1.089 CC,
consistirá en un comportamiento del deudor que se traducirá en dar (dinero o cosa distinta a
dinero), hacer o no hacer. En función de la clase de pretensión, y una vez dictado por el juez o
magistrado el auto conteniendo la orden general de ejecución y despachando la misma, el
secretario judicial adoptará las medidas ejecutivas adecuadas para que el deudor cumpla con la
prestación debida o, en su caso, para que el deudor realice o deje de realizar la actividad debida;
si laprestación es de entregar un bien, el secretario judicial llevará a cabo las medidas necesarias
para poner el bien en manos del ejecutante y, por último, si la prestación es dineraria, el secretario
judicial ordenará el embargo y la realización forzosa de los bienes del ejecutado que sean
necesarios para la obtención de la cantidad a la que asciende la deuda y entregársela al ejecutante
(art. 552 LEC).
En cuanto a la causa petendi o causa de pedir, en el proceso de ejecución, ésta es siempre el título
ejecutivo. El fundamento de la pretensión del ejecutante es siempre el título ejecutivo.

INICIO DEL PROCESO DE EJECUCIÓN

1. LA DEMANDA EJECUTIVA: CONTENIDO Y DOCUMENTOS QUE LA ACOMPAÑAN


Las primeras actividades del proceso de ejecución, esto es, la demanda ejecutiva y el despacho de
la ejecución, son comunes a todo tipo de procesos de ejecución, independientemente de la
naturaleza del título ejecutivo por el que se despache ejecución y del tipo de ejecución de que se
trate, dineraria o no dineraria.
El proceso de ejecución civil se rige por el principio dispositivo, al igual que los procesos civiles
declarativos, y su primera manifestación consiste en la necesaria instancia de parte para el inicio
del proceso. De este modo, el proceso civil de ejecución no puede ser iniciado de oficio por el
tribunal, sino que se iniciará necesariamente a instancia de parte, la cual deberá apoyar su
demanda ejecutiva en un título ejecutivo.
La demanda ejecutiva y su contenido se encuentran regulados en el artículo 549 LEC, que
determina que sólo a instancia de parte se despachará ejecución y se hará en forma de demanda.
El mismo precepto establece cuáles son los requisitos de esta demanda ejecutiva, señalando
especialmente que, cuando el título ejecutivo sea una resolución del secretario judicial o una
sentencia o una resolución dictada por el tribunal competente para conocer de la ejecución,
lademanda ejecutiva se limitará a la solicitud del despacho de la ejecución, identificando la
sentencia o resolución cuya ejecución se solicita. En estos casos se entiende que la pretensión
ejecutiva coincide exactamente con lo previsto en la sentencia o resolución que se ejecuta.
También existen diferencias en cuanto a los documentos que hay que aportar, puesto que no será
necesaria la aportación del título ejecutivo (la sentencia o resolución del secretario judicial) que
ya consta en el juzgado y tampoco será necesario el poder del procurador, si éste es el que
representaba a la parte en las actuaciones anteriores ante el mismo órgano jurisdiccional.
Los requisitos de la demanda ejecutiva, en opinión de la doctrina mayoritaria, no sólo serán los
previstos en el citado artículo 549 LEC, sino también aquellos que mejor aproximen la demanda
ejecutiva a la demanda del proceso de declaración regulada en el artículo 399 LEC.
1.o Identificación de las partes: Requisito que se deduce de la forma de la demanda regulada en
el artículo 399 LEC es el encabezamiento de la demanda ejecutiva con la identificación del
ejecutante y de su abogado y procurador, así como la identificación del ejecutado.
No existen problemas a la hora de identificar al ejecutante; no ocurre así en relación con el
ejecutado en los supuestos en que el mismo no aparece como deudor en el título ejecutivo, según
lo previsto en el artículo 549.1.5 LEC.
2.o Fundamentación jurídica: La demanda ejecutiva no exige una compleja fundamentación
jurídica, por regla general basta con la referencia al titulo ejecutivo que supone la causa de pedir,
los artículos de la LEC que sustentan la competencia del órgano jurisdiccional, el carácter
ejecutivo del título, la legitimación de las partes y la procedencia del despacho de la ejecución
(arts. 549.1.1.o, 517, 538, 545 y 551 LEC).
3.o Las peticiones concretas: La demanda ejecutiva debe incluir la solicitud del despacho de la
ejecución y debe expresar con claridad y precisión la tutela jurídica que sepretende en función del
contenido del título ejecutivo, así como la cantidad que se reclama en caso de ejecución dineraria
(art. 538.2.o LEC). Si se trata de ejecución no dineraria, el ejecutante deberá precisar en su
demanda la prestación correspondiente, independientemente que ante la imposibilidad de
conseguirse dicho resultado, dentro del proceso de ejecución, la prestación solicitada se pueda
sustituir por el equivalente económico o por una indemnización de daños y perjuicios.
El ejecutante no podrá pedir más de lo previsto en el título ejecutivo, es decir, sólo puede pedir
aquello que éste le da derecho a pedir. No obstante, como consecuencia del principio dispositivo,
el ejecutante podrá pedir menos de aquello a lo que tenga derecho, de tal manera que se despachará
ejecución únicamente por lo que, dentro de los límites del título ejecutivo, la parte ejecutante haya
solicitado.
Además de estas peticiones esenciales en la demanda ejecutiva, también se pueden realizar otras
peticiones:
a) El ejecutante puede designar los bienes concretos cuyo embargo pretenda, indicando si los
considera suficientes para el fin de la ejecución.
b) También el ejecutante puede solicitar que se lleven a cabo las medidas de localización e
investigación previstas en el artículo 590 LEC, indicando concretamente las entidades,
organismos, registros o personas a los que el ejecutante entiende que se debe solicitar la
información (art. 549.4 LEC).
La demanda ejecutiva deberá ir firmada por abogado y procurador, excepto si su intervención no
es preceptiva.
Documentos que acompañan a la demanda ejecutiva: A toda demanda ejecutiva acompañarán los
documentos que el artículo 550 LEC determina:
1.o El que acredita la representación del procurador. Con el primer escrito, siempre que su
intervención sea preceptiva, elejecutante debe presentar el poder del procurador (notarial o apud
acta).
2.o El título ejecutivo, salvo que la ejecución se funde en sentencia, decreto, acuerdo o transacción
que conste en los autos.
3.o Documentos que acrediten los precios o cotizaciones aplicados para computar en dinero
deudas no dinerarias, si los datos no son oficiales o de conocimiento público.
4.o Los demás documentos exigidos por la ley para el despacho de la ejecución (art. 550.1.4 LEC).
5.o Los documentos que el ejecutante considere útiles o convenientes para el mejor desarrollo de
la ejecución y que tengan datos de interés para su despacho (art. 550.2 LEC). Estos documentos
son de aportación voluntaria, puesto que no son necesarios para el despacho de la ejecución.
6.o En caso de ejecución de laudo arbitral, a la demanda ejecutiva deberá acompañarse el
convenio arbitral y los documentos que acrediten la notificación del mismo a las partes (art.
550.1.1 LEC).
7.o Los acuerdos de mediación elevados a escritura pública deberán ir acompañados, además, de
la copia de las actas de la sesión constitutiva y final del procedimiento.
2. ORDEN GENERAL DE EJECUCIÓN Y DESPACHO DE LA EJECUCIÓN
Presentada la demanda ejecutiva, el tribunal, a la vista de la demanda ejecutiva, el título ejecutivo
y los documentos presentados, resolverá sobre la orden general de ejecución y el despacho de la
misma. El artículo 551 LEC prevé, por tanto, el despacho de la ejecución sin audiencia del
ejecutado, es decir, sin darle traslado de la demanda ejecutiva al ejecutado y, porconsiguiente, sin
darle audiencia previa al despacho de la ejecución.
No obstante, el tribunal, antes de despachar ejecución, debe comprobar si se cumplen los
presupuestos y requisitos previstos en el citado artículo 551 LEC.
a) Presupuestos y requisitos procesales: El órgano jurisdiccional debe controlar de oficio su
jurisdicción y competencia, incluida la territorial (art. 546 LEC), así como los aspectos relativos
a la personación de la partes (capacidades, representación y, si fuera preceptiva, la postulación).
b) Regularidad formal del título ejecutivo, que será diferente según provenga del órgano
jurisdiccional y del secretario judicial o, por el contrario, se trate de un título ejecutivo
extrajudicial. En el caso de títulos ejecutivos complejos, habrá que controlar la aportación de los
documentos y conductas de las que depende el carácter ejecutivo del título. Asimismo, en el caso
de títulos ejecutivos extrajudiciales (o no procesales), se deberán controlar también no sólo los
requisitos previstos en el artículo 517.2 LEC, sino también los del artículo 520 LEC.
c) Que la tutela ejecutiva que se pretenda sea conforme con la naturaleza y contenido del título.
Entiende la doctrina que el tribunal debe distinguir según nos encontremos ante la falta o
incumplimiento de presupuestos o requisitos procesales, indicando sin son subsanables o
insubsanables, o se trate de falta de conformidad con la naturaleza y contenido del título, es decir,
cuando la actividad jurisdiccional solicitada por el ejecutante no coincide con la naturaleza de la
deuda documentada o no es conforme con el contenido del título. En cualquier caso, el tribunal
no puede entrar, en este momento, en el fondo del asunto, sino que debe admitir o denegar el
despacho de la ejecución atendiendo a la regularidad formal de la demanda y del título ejecutivo.
No obstante, deberá controlar el cumplimiento tantodel plazo de caducidad de la acción ejecutiva
derivada de una sentencia judicial, en resolución del tribunal o del secretario judicial que apruebe
una transacción judicial o un acuerdo alcanzado en el proceso, en resolución arbitral o en acuerdo
de mediación (plazo de cinco años, atendiendo a lo previsto en el art. 518 LEC) como del plazo
de espera de veinte días para la ejecución de títulos ejecutivos procesales o arbitrales o de acuerdos
de mediación (art. 548 LEC).
El tribunal dictará auto denegando el despacho de la ejecución ante la falta o incumplimiento de
presupuestos o requisitos procesales, frente al cual podrá interponer el ejecutante recurso de
reposición, o bien recurso de apelación directo. Denegado el despacho de la ejecución con carácter
de firme, sólo cabe acudir a un posterior proceso declarativo ordinario, quedando a salvo el
posible efecto de cosa juzgada de la sentencia o resolución firme en que se hubiera fundado la
demanda ejecutiva (art. 552 LEC).
Asimismo, cuando el tribunal aprecie que alguna de las cláusulas incluidas en cualquiera de los
títulos ejecutivos previstos en el artículo 557.1 pudiera ser calificada como abusiva, dará
audiencia a las partes por quince días, tras la cual acordará lo procedente según lo estipulado en
el punto 3.o del apartado 1 del artículo 561 LEC1.2
Por el contrario, el tribunal dictará auto conteniendo la orden general de ejecución y despachando
la misma, contra el que no cabe recurso alguno, siempre que concurran los presupuestos y
requisitos procesales, el título ejecutivo sea formalmente regular y los actos de ejecución
solicitados por el ejecutante sean conformes con la naturaleza y contenido del título. No obstante,
atendiendo a lo previsto en el artículo 551 LEC, el ejecutado podrá presentar escrito de oposición
frente al auto autorizando y despachando ejecución que implica la estimación de la tutela judicial
pretendida por el ejecutante.
A) CONTENIDO DEL AUTO AUTORIZANDO Y DESPACHANDO EJECUCIÓN
Tras la reforma de la LEC por la Ley 13/2009, el contenido del auto que autoriza y despacha
ejecución se incluye en el artículo 551 y es el siguiente:
— Identificación del ejecutante y del ejecutado: Se trata de determinar en el auto que despacha
ejecución la persona que solicita y frente a la que se solicita dicho despacho de la ejecución. Si
bien es cierto que el antiguo artículo 553 LEC, que regulaba esta materia, hablaba exclusivamente
de la identificación del ejecutado, no cabe duda de que en algunos casos también resultará
necesaria la identificación del ejecutante por no constar en el propio título ejecutivo, por lo que
el legislador, en el nuevo apartado 2 del artículo 551 LEC, exige expresamente la identificación
de la persona a cuyo favor se despacha ejecución.
— Contenido de la ejecución según se trate de una ejecución dineraria o no dineraria: Si se solicita
el despacho de ejecución dineraria, el artículo 551.2.3.o LEC exige la determinación de la
cantidad por la que se despacha ejecución.
— Las precisiones que sea necesario realizar tanto en lo que respecta a las partes como al
contenido de la ejecución, atendiendo a lo dispuesto en el título ejecutivo. Asimismo, en virtud
de lo establecido en el artículo 538 LEC, se incluirán los datos respecto de los responsables
personales de la deuda o propietarios de bienes especialmente afectos a su pago o a los que ha de
extenderse la ejecución.
B) NOTIFICACIÓN DEL AUTO DESPACHANDO EJECUCIÓN
En el proceso de ejecución, al contrario de lo que sucede en el proceso de declaración, no se
emplaza ni se cita al ejecutado para que intervenga, sino que simplemente se le notifica elinicio
del proceso de ejecución para que pueda, en cualquier momento, personarse en la ejecución.
El procedimiento de notificación será distinto atendiendo a que la ejecución sea procesal (titulo
ejecutivo del tribunal o del secretario judicial) o no procesal. En el primer caso, dado que partimos
de un previo proceso de declaración en el que el ejecutado ya se había personado como
demandado, la notificación del auto que autorice y despache ejecución, así como el decreto del
secretario judicial, se realizarán a través de su procurador. Puesto que el ahora ejecutado ya está
constituido en parte en el proceso de declaración, no será necesaria su personación formal en el
proceso de ejecución. En caso de títulos ejecutivos no procesales la notificación se realizará a
través del procedimiento general de notificaciones previsto en el artículo 155 LEC para las partes
no personadas.
C) DECRETO DEL LETRADO DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
Tras el auto que contiene la orden general y el despacho de la ejecución, el letrado de la
Administración de Justicia responsable de la ejecución dicta un decreto en el mismo día, o en el
siguiente hábil, que incluirá:
— En primer lugar, aquellas medidas ejecutivas concretas que resultaren procedentes, incluido el
embargo de bienes si fuera posible.
—En segundo lugar, se incluirán las medidas de localización y averiguación de los bienes del
ejecutado que procedan según lo previsto en los artículos 589 y 590 LEC.
— Por último, el decreto del letrado de la Administración de Justicia debe incluir el contenido del
requerimiento de pago que deba hacerse al deudor; cuando la ley determine que sea necesario
realizar dicho requerimiento. Tras la reforma de la LEC por la Ley 42/2015, de 5 de octubre,
deberá advertirse también si éste se efectuará por funcionarios del Cuerpo deAuxilio Judicial o
por el procurador de la parte ejecutante, si lo hubiera solicitado.
Contra el decreto del letrado de la Administración de Justicia cabe recurso directo de revisión
ante el tribunal que dictó la orden general de ejecución. Dicho recurso directo de revisión carece
de efectos suspensivos.
3. ACUMULACIÓN DE EJECUCIONES
En el artículo 555.1 LEC se regula la posibilidad de acumular ejecuciones tanto a instancia de
cualquiera de las partes como de oficio, para lo cual se exige que las ejecuciones que se pretenden
acumular sean del mismo ejecutante frente al mismo ejecutado.
A instancia del ejecutante se podrán también acumular varios procesos de ejecución que se sigan
frente al mismo ejecutado, aun cuando sean varios los ejecutantes. En este caso, además, se exige
que el letrado de la Administración de Justicia competente en el proceso más antiguo lo considere
conveniente para la satisfacción de todos los ejecutantes (art. 555.2 LEC).
Vemos, por tanto, cómo el artículo 555 LEC regula dos supuestos de acumulación de ejecuciones:
la primera, cuando un acreedor ejecutante tiene varios procesos de ejecución frente un único
deudor ejecutado (en cuyo caso pueden pedir la acumulación tanto el ejecutante como el
ejecutado), y la segunda, cuando existan varios procesos pendientes contra un único ejecutado
pero sean varios los ejecutantes. En este caso sólo podrán pedir la acumulación cualquiera de los
ejecutantes.
La forma de solicitar la acumulación de ejecución será la prevista en los artículos 74 y siguientes
LEC, independientemente del supuesto en que nos encontremos.
Específicamente, el artículo 555.4 LEC sólo permite la acumulación de ejecuciones sobre bienes
especialmente hipotecados a otros procesos de ejecución para hacer efectivas otras garantías
hipotecarias sobre esos mismos bienes.

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