Está en la página 1de 10

EL TRATADO SOBRE LAS COSAS MÁS DIVERSAS (BOWUZHI)

DE ZHANG HUA

“El maestro nunca hablaba de prodigios, ni de la fuerza,


ni de desórdenes, ni de espíritus”
(Analectas de Confucio, 7.21. S. V a.C.)

“Trabajamos el vacío y la nada para alcanzar el ser,


gritamos el silencio buscando el sonido,
Contenemos el espacio insondable en un trozo de papel
y derramamos lluvias torrenciales contenidas en el corazón.”
(Lu Ji, Wenfu. S.III)

Si por algo es conocido el siglo III, fecha de composición de este Tratado sobre las
cosas más diversas, en la historia de China, es por el gran desorden que produjo el
derrumbamiento de la dinastía Han (202 a.C - 221 d.C.), la primera que había conseguido
mantenerse fuerte durante siglos y que había consolidado los principios de gobierno que,
paradójicamente, volverían a convertir a China en el imperio más longevo. Balazs, uno de los
mejores conocedores de la época, lo describe así: “El mundo chino de este tiempo no es más
que desolación. Todo está en ruinas: las ciudades destruidas, el campo devastado, la población
saqueada, quemada, masacrada. Es la locura general y la eterna angustia por el día siguiente; el
inmenso desorden de los piratas y los soldados, de los desposeídos y los refugiados. […] La
administración imperial ya no existe. El imperio, despedazado en tres, es la manzana de la
discordia de los gobernadores militares independientes y las tres capitales son el escenario de
intrigas incesantes. Los golpes de estado se traman en una atmósfera de delación y de sospecha
continuas.”1

Este periodo ha sido calificado de la “Edad Media” de la Historia de China, pues sus
paralelismos con la europea son numerosos: el imperio se resquebraja con sus estructuras de
poder, la economía urbana se hunde y, después de un intento inútil de reconstrucción,
proliferarán los pequeños reinos, algunos con intenciones expansionistas y otros con menos
ambiciones territoriales. Muchas veces soslayado, minusvalorado frente a los de las grandes
dinastías, a la sombra de la constructora Han, y antecesora de la cosmopolita y literaria Tang,
este “periodo intermedio” es, sin embargo, tremendamente prolífico, tanto en el marco político
como en el intelectual: la moral legitimadora del confucianismo, con su pretendido gobierno por
la virtud, será reinterpretada a la luz de las doctrinas del legismo, mucho más práctico, que
preconizará la imposición de una ley, dura, por encima de todos. Producto de esta nueva
política, será la promulgación de un nuevo Código Penal, en el que el autor del Tratado tendrá
una intervención determinante.

En el mundo intelectual, la caída de Han marcará el abandono del estudio de los


Clásicos confucianos (jingxue), prevalentes durante la dinastía Han, por teorías en las que
explicaciones metafísicas se combinarán con algunos principios propios del taoísmo. La escuela
de los Misterios, también llamada “metafísica” o “mística”, y sus enseñanzas (xuanxue), hará
fortuna entre muchos de los letrados de rango inferior y entre aquellos retirados voluntaria o
involuntariamente: ofrece una nueva lectura de las obras más importantes del taoísmo, el
Daodejing y el Zhuangzi, unidos a las nuevas interpretaciones sobre el Clásico de los cambios
(Zhouyi). Lejos del pragmatismo y de la racionalidad del confucianismo y del legismo, la

1
E. Balazs, La bureaucratie céleste. Recherches sur l’économie et la société de la Chine traditionnelle,
Gallimard, París, 1968, p. 115.

1
escuela de los misterios se plantea cuestiones ontológicas sobre la existencia del ser –
nombrable, determinado, limitado- y el no ser, -innombrable, indeterminado, ilimitado-, y sus
mutuas relaciones, no excluyentes. De la afirmación de una individualidad extrema hasta llegar
a la negación absoluta del individuo como ente social, el planteamiento se enfrenta a la
representación confuciana del individuo como sujeto de deberes dentro del marco fundamental
de la familia, base del estado. Esta actitud no tardará en convertirse en el punto de mira de los
ataques de los letrados más ortodoxos que ven en ella una amenaza cierta al orden social. Varios
intentos se realizarán desde el poder para devolver al cauce las aguas revueltas de los tiempos.

Verdaderos precursores de esta tendencia son los “Siete sabios del bosque de los
bambúes” (zhulin qixian), un grupo de hombres de grandes conocimientos, algunos de los
cuales habían ostentado cargos públicos pero que, debido a la inestabilidad política y, sobre
todo, con una postura consciente de negación, se retiraron de la vida pública y que se reunían
para celebrar grandes borracheras, cantar y componer versos. Quizá el más representativo de
ellos sea Ruan Ji (210-263), de nombre cortesía Sizong, poeta y músico, procedente de una
familia de letrados. Era un lector impenitente que, en algunas ocasiones, podía pasar meses sin
salir de su estudio sumergido entre sus libros; que en otras, desaparecía de su casa, perdido en
los bosques, admirando la naturaleza. Entre sus obras se encuentra un texto que bien podría ser
considerado como el ideario de esta postura anticonformista y muy declarativo de una actitud
sentida y temida por la autoridad -confuciana, por supuesto- y del clima general que se respiraba
hacia los letrados-funcionarios.

“Lo que el mundo llama un hombre de virtud (junzi), es ese tipo de hombre que sólo se
ocupa de la ley (fa), que cultiva los ritos (li), que lleva en la mano un bi de autoridad, y
cuyos pies siguen el recto trazo de la escuadra. Le gusta que sus acciones se conviertan en
modelo eterno. En su juventud es conocido en los pueblos de su región; en su madurez,
célebre en los países vecinos. Hacia arriba aspira a la dignidad de los Tres Duques; por
debajo, no desdeña el puesto de gobernador en cualquiera de las nueve provincias.

¿Has visto alguna vez los piojos que viven en los pantalones? Saltan en la profundidad de
las costuras, se esconden en las bolas de algodón y se creen en una confortable residencia.
Cuando se desplazan, no se atreven apenas a separarse de las costuras; y cuando están
quietos, se acurrucan en el fondo del pantalón, y piensan que así se ajustan a la etiqueta.
Pero cuando se plancha el pantalón, las llamas invaden las colinas, el fuego se extiende,
sus poblados se incendian y sus ciudades arden; y los pobres piojos no pueden escapar.
¿Qué diferencia hay entre un hombre honesto que permanece en el interior del mundo
limitado y los piojos que viven en el fondo de un pantalón?” (Jinshu, libro 49)

Es en este periodo cuando Zhang Hua, autor de las Tratado sobre las cosas más
diversas, nace y vive. Será Ruan Ji un personaje crucial en su vida puesto que, gracias al elogio
que hará de una de sus obras de juventud, el “Fu al reyezuelo”, Zhang comenzará su ascenso en
la corte. En la tensión entre una toma de posición comprometida –con los principios
confucianos- y la atracción de una vida más tranquila, acabará por inclinarse por la primera y se
convertirá en uno de los hombres más poderosos de su época.

Biografía de Zhang Hua

A pesar de que Zhang Hua, autor del Tratado sobre las cosas más diversas, haya pasado
a la historia más como hombre de estado, gran erudito, hombre de conocimientos casi
sobrenaturales y protector de artistas, que por sus cualidades literarias, su figura y su obra son
muy representativas de las contradicciones a las que la mayor parte de los funcionarios-letrados
debieron enfrentarse, puestas aún más de manifiesto en este periodo en el que todavía la
consolidación de un estado unificado se veía muy amenazado por tensiones centrífugas. Situado
en una posición de poder, legitimado para gobernar a los hombres por el poder de las letras, éste

2
no consigue dar respuesta a todas las necesidades de la sociedad. Constreñido entre su deber de
participación en el gobierno por su dominio de “la letra”, como indicaban los principios
confucianos, pero con un profundo sentimiento de frustración por la irrealidad del tianming, -
esa orden del cielo que sólo otorga el poder a los junzi, hombres de virtud conocedores de la
escritura-, y el ansia de huida y la seducción de un nihilismo taoísta, Zhang Hua optará por
seguir la primera vía: en su vida, aceptará diversos cargos oficiales –bien es cierto que con
reticencias y aún se conservan algunos memoriales de renuncia que no fueron aceptados- hasta
alcanzar puestos muy elevados que no conseguirán, en los tiempos turbulentos de las guerras
entre los ocho príncipes, evitarle la muerte.

Los datos sobre su biografía se encuentran, fundamentalmente en la Historia de Jin


(Jinshu, rollo 36), compuesta durante la dinastía Tang (618-907) a partir de diferentes historias
anteriores pero fragmentarias. Asimismo, también se pueden rastrear numerosas referencias en
otros textos más próximos en el tiempo, como en Nuevos relatos de leyendas del mundo
(Shishuo xinyu), de Liu Yiqing (403-444) o en El Jardín de las Maravillas (Yiyuan) de Liu
Jingshu (¿-468), además de datos dispersos en otros trabajos.2

Zhang Hua (232-300), de nombre de cortesía Maoxian, nació en la Comandancia de


Fanyang (la actual Gu’an de Hebei), en las frontera norte del imperio; su vida transcurrió entre
el Periodo de los Tres Reinos y la breve dinastía Jin (265-316) Procedía de una familia de
letrados que habían alcanzado diferente suerte en la corte. Entre sus antecesores, el que
consiguió el grado más elevado fue Zhang Hao, su tatarabuelo, Ministro de Obras –uno de los
tres grandes ministerios de la época- durante los Han posteriores. Zhang Yu, su abuelo, ostentó
el cargo de gobernador del área de Beiping y Fanyang, y su padre, Zhang Ping, fue prefecto de
Yuyang, al norte de la actual Beijing. Según la biografía de Zhang Hua, “quedó huérfano de
niño y se vio sumido en la indigencia, lo que le obligó a cuidar personalmente un rebaño de
ovejas”3. Pero ya entonces se despertó su pasión por la lectura, “amaba leer y comprendía
mucho”. Pronto su fama de gran conocedor y hombre de talento se extendió, “no había nadie
que no quedara sorprendido por su erudición y no había un libro que no leyera con
detenimiento”. Con los años “su biblioteca se hizo famosa, y en su tiempo nadie acumuló tantos
libros como él. Sus volúmenes podían llenar tres carretas; si alguien buscaba un libro, seguro
que en su casa podría encontrarlo.” Liu Fang [hijo del príncipe Xun de Guangyang], al
conocerlo, quedó maravillado de su talento, y decidió casarlo con su hija. Del matrimonio
nacieron, además de una niña, dos hijos, Zhang Wei y Zhang Yi, que serían ejecutados con su
padre y otros cientos de letrados en el año 300. Con ocasión de sus esponsales escribió un “Fu
sobre los sentimientos”4. Gracias a la recomendación de su suegro, Zhang Hua fue nombrado
General de Caballería.

En el año 254, compuso la obra que le haría más famoso, el “Fu al reyezuelo”
(“Jiaoliao fu”) y Ruan Ji, uno de aquellos “Siete sabios del bosque de los Bambúes”, y
conocido por su gran erudición, dijo que esta composición era digna “del talento de un
consejero imperial”. A partir de entonces, la fama de Zhang Hua se extendió, y comenzó su

2
Los datos que siguen están basados, fundamentalmente, en la biografía del Jinshu y en el estudio
introductorio realizado por Greatex en su traducción.
3
Afirmaciones semejantes, sobre la pobreza en los tiempos de infancia, resultan siempre sospechosas: un
número altísimo de letrados, según las historias oficiales, se vieron “sumidos en la indigencia” en su
infancia. Sólo el trabajo y el estudio los llevan a convertirse en grandes hombres. Indudablemente, la
ideología confuciana con su respeto al estudio y al trabajo, y reproducida por los historiógrafos, se
manifiesta de esta manera.
4
El fu es un género literario que nació y alcanzó su máximo esplendor durante la dinastía Han. Traducido
por algunos como “rapsodia”, está compuesto por frases en paralelo, de cuatro o seis sílabas, sin una
norma fija en la rima y cuyo contenido es fundamentalmente descriptivo. Una de las características del
género es la búsqueda de la belleza formal a través de vocabulario complejo y prolijo, y la utilización
generosa de referencias a textos anteriores (diangu). Todo ello con el fin de expresar la belleza,
suntuosidad y desarrollo de la vida de palacio.

3
ascenso en la corte. Fue nombrado Erudito de la Oficina de Rituales y Ceremonias a la edad de
23 años, en el 255; en el 258, por recomendación de Lu Qin, fue nombrado Gobernador
asistente de Henan, y en el 264 ascendió a Caballero Asistente de la Escritura. Es en ese
momento cuando sus memoriales al emperador comienzan a ser tenidos en cuenta y muchos de
ellos son puestos en práctica.

Tras la proclamación de la nueva dinastía Jin, en el 265, con el emperador Sima Yan a
su cabeza, Zhang Hua continuó su ascenso y fue convertido en Asistente de Palacio y
ennoblecido como Marqués de los Pasos. Al año siguiente, se promulgó el gigantesco nuevo
código penal en el que Zhang Hua conseguiría sacar adelante su propuesta de hacer públicos los
delitos que comportaran la pena capital, para que el pueblo fuera conocedor de ellos. Hacia el
270 fue nombrado Prefecto de los Maestros de la Escritura, durante la organización de la
biblioteca imperial, que realizó como subordinado de Xun Xu (231-289), con quien más tarde
trabajaría en la reforma de modelos musicales.

El emperador pretendía recuperar el territorio del antiguo imperio y cuando planteó la


conquista del reino de Wu, el último que debía caer para conseguir de nuevo la unificación, casi
todos los consejeros se opusieron, sólo Zhang Hua y algunos pocos apoyaron el proyecto.
Cuando, en el año 277, la madre de Hua murió, no pudo guardarle el duelo debido -tres años- ya
que el emperador no quiso prescindir de él en momento tan crucial. Con la capitulación de Wu,
en el 280, Zhang Hua fue ennoblecido como Marqués de Guangwu, con un territorio de 10.000
familias. Con ocasión del sacrificio celebrado en honor del Cielo y la Tierra, Zhang Hua
escribiría un tratado en seis capítulos sobre la ceremonia, titulado el Fengshan yi, del que sólo
se conservan tres fragmentos.

En el 282, el emperador le pidió consejo sobre su sucesión y, tras la franca, aunque


imprudente propuesta de Zhang Hua, de nombrar sucesor al príncipe de Qi, You, su fortuna
cambiaría, y fue alejado de la corte con el cargo de gobernador militar de Youzhou, en la
frontera nordeste. Durante sus tres años de funciones en las fronteras del nordeste, consiguió un
gran éxito y mejoró considerablemente las relaciones fronterizas. Sin embargo, las continuas
intrigas de la corte, con las subsiguientes caídas y ascensos, le ayudaron más tarde, y fue de
nuevo solicitado por el emperador y nombrado Director de la Oficina de Rituales y Ceremonias,
con la tarea de estimular los valores confucianos. Otra vez la mala fortuna iba a golpearlo: en
febrero del 287 se produjo un eclipse lunar y, en ese mismo mes, la viga maestra del Gran Salón
del Templo de los Ancestros Imperiales se vino abajo, señales ambas peligrosamente infaustas,5
Zhang fue retirado de su cargo. Fue durante este periodo de obligado retiro, cuando su casa se
convirtió en un centro de reunión de letrados retirados o en espera de cargos. Por su residencia
de Luoyang irán pasando los hombres de letras más famosos de su tiempo, entre ellos los dos
hermanos Lu, Lu Ji y Lu Yun, con quien mantendría durante toda su vida una estrecha amistad.

Hasta septiembre del 290, no regresaría a la corte, bajo el mandato del nuevo
emperador, Sima Zhong, de quien fue nombrado Tutor. Los últimos diez años de la vida de
Zhang Hua se corresponden con el encarnizado periodo de luchas palaciegas que culminarían en
la desastrosa guerra de los Ocho príncipes. En julio del 291, la emperatriz Jia, ordenó en secreto
al príncipe de Chu que asesinara a los co-regentes del joven emperador, Wei Guan y el príncipe
Liang de Runan. La noche del 26 de julio lo hizo así y, al día siguiente, la propia emperatriz lo
condenó a muerte. Estos acontecimientos produjeron grandes desórdenes militares –“dentro de
palacio se levantaron los ejércitos, en la corte se produjo un gran terror, casi no hubo quien no
se rebelara”- que sólo el sabio consejo de Zhang Hua consiguió aplacar. Esta pacificadora
intervención fue recompensada y su rango fue elevado al de los tres grandes ministros. La
posición de Zhang Hua, respetado por muchos y considerado en general por encima de las
diferentes facciones, hizo que Jia Mi, sobrino y confidente de la emperatriz, lo recomendara

5
Sobre las señales faustas o infaustas y su consecuencia en el gobierno de los hombres, vid. los párrafos
1.2 y 9.12 del Tratado…

4
para ocuparse del gobierno, oferta que Zhang aceptó rápidamente. Sin embargo, y quizá para
demostrar que su proximidad con la emperatriz Jia y su entorno era tan sólo una cuestión de
política de estado, en el año 292, escribió unas “Admoniciones para la Regente Imperial”
(“Nushi zhen”), con la intención de aminorar la perniciosa influencia de la emperatriz. Al año
siguiente, fue premiado con el ducado de Zhuangwu, y poco más tarde sustituiría al príncipe
Huang de Xiapi como Consejero tras la muerte de éste. En el 295 se produjo la única conducta
reprobable (bianzuo, literalmente, un “hacer desviado”) que el Jinshu atribuye a Zhang Hua: se
declaró un incendio en el arsenal de palacio y, antes de enviar ayuda a extinguir el fuego,
ordenó proteger su propio hogar por miedo a los posibles desórdenes que pudiera provocar.
Como consecuencia de ello, desaparecieron la espada del emperador Gaozu de Han, la cabeza
del usurpador de la dinastía Han, Wang Mang, y las sandalias de esparto de Confucio.6

El intento de Zhang Hua de mantenerse por encima de las facciones imperiales queda de
manifiesto en sus respuestas en las diferentes intrigas tramadas por los miembros de la familia
imperial y los consejeros. Por ejemplo, cuando le invitaron a unirse contra la emperatriz Jia, que
tramaba deponer al príncipe, Zhang rehusó. Cuando, por fin ella consiguió del príncipe una
carta autoinculpatoria y lo castigó a la pérdida de todos sus honores, presentó una propuesta
formal, en contra de los deseos de la emperatriz. Por fin, Zhang se negaría a alistarse en las filas
de la facción del príncipe Lun, de Chao, que había conseguido deponerla. Como consecuencia,
fue arrestado y ejecutado con toda su familia. Sólo su nieto Shang Yu, de nombre de cortesía
Zhang Yu, sobrevivió huyendo al sur de China. El 3 de febrero del 301, el príncipe Lun
ascendía al trono como emperador, pero con la derrota de sus tropas y la muerte de Sun Xiu el
30 de mayo, fue forzado a suicidarse. En el 303 se promulgó un edicto restaurando
póstumamente los títulos de Zhang Hua y exonerándolo de todos los crímenes de los que había
sido acusado. En su memoria, Lu Ji compuso un elogio, que ya no existe. Y se dice que “cuando
murió, en su casa no había riquezas, sólo libros de historia y literatura se apilaban en sus
estanterías.”

Al margen de estos datos históricos, la figura de Zhang Hua sufrió también un proceso
de mistificación y en varias obras, el autor aparece dotado de extraordinarias cualidades
premonitorias y extrasensoriales que lo elevan por encima del común de los morales. El Jinshu,
por ejemplo, recoge la siguiente anécdota: “Un día, Lu Ji invitó a Hua a comer pescado. En esa
ocasión habían concurrido otros invitados. Al ver el plato, Hua dijo: ‘Es carne de dragón’. Los
demás no lo creyeron. Hua dijo: ‘Hagámos un experimento. Que sumerjan un trozo en vino
amargo’. Así se hizo y, al instante, surgió un resplandor de cinco colores. Ji le preguntó al
cocinero, que dijo: ‘En el patio, bajo un montón de paja, encontré lo que parecía un pescado. Su
aspecto era excelente y decidí cocinarlo. Salió delicioso y por eso lo he servido.’” Zhang Hua
también sabía distinguir serpientes metamorfoseadas en gallos, reconocer las señales faustas e
infaustas, hablar con una cacatúa que le servía de confidente, anunciar calamidades sucedidas a
miles de millas de donde se encontraba, etc... Estas cualidades lo convertirían, sin duda, en el
autor ideal de una obra sobre la explicación de todas las cosas, el Tratado sobre las cosas más
diversas.

Obra

No son demasiados los escritos que se conservan de este autor. El catálogo incluido en
la Historia de la dinastía Sui (Suishu), enumera las siguientes obras, de recopilación o creación,
de Zhang Hua:

- Tratado sobre las cosas más diversas (Bowuzhi), en 10 rollos.


- Escritos de Zhang Hua (Zhang Hua Ji), en un rollo. Parece que en esta recopilación estaban
incluidos muchos de los memoriales y escritos administrativos de Zhang Hua.

6
Greatex recoge una serie de referencias que niegan el suceso. Vid. Greatex, p. 11 y nota 46.

5
- Escritos misceláneos del Duque Zhang (Zhanggong zaji), en un rollo, cuyo contenido era
semejante al del Tratado sobre las cosas más diversas (Bowuzhi), del que se afirma que
durante la dinastía Liang consistía en cinco capítulos.
- Escritos misceláneos (Zaji), en once rollos.

Además de los mencionados, se añade a la lista un Comentario al Clásico de espíritus y


maravillas (Shen yi jing), en un rollo. Lamentablemente, todos estos libros se perdieron en una
época temprana y sus composiciones quedaron dispersas en trabajos recopilatorios generales.
Por ejemplo, su famoso “Fu al reyezuelo” fue contenido en la compilación más importante de
este periodo, la Selección de Literatura del Emperador Zhaoming (Zhaoming Wenxuan)7, s. VI;
la importancia de esta inclusión radicaba no sólo en que con ello garantizaba la conservación y
difusión de la obra seleccionada, suponía sobre todo su inclusión en el canon literario ortodoxo
de la época.

Las obras que nos han llegado hoy proceden en su mayor de una colección de la dinastía
Ming (1368-1644) promovida desde la corte, la Recopilación de escritos de 300 autores de
Han, Wei y las Seis dinastías (Han Wei Liuchao baisanjia ji), que contiene un rollo sobre
Escritos de Zhang Maoxian (Zhang Maoxian ji).

Aparte de las mencionadas, cuya autoría parece indiscutible, en diferentes


enciclopedias, recopilaciones temáticas, colecciones por épocas, se atribuyen a Zhang Hua la
composición de otros trabajos. Por ejemplo, en la enciclopedia de la dinastía Tang Iniciación al
estudio (Chuxue ji) se menciona un Tratado sobre los sacrificios al Cielo y a la Tierra
(Fengshan lun); otro titulado Ilustración sobre fenómenos (Liexiang tu), en la bibliografía de
Song. En las historias de Tang, nueva y vieja (Xin Tang shu, Jiu Tang shu) se incluyen los
Relatos de diversas maravillas (Lieyi zhuan). Escritos sobre astronomía, intrerpretaciones de
sucesos extraños, textos teóricos sobre la teoría de los cinco elementos, comentarios al Clásico
de los Cambios –el más metafísico de los clásicos-, son atribuidos por diferentes fuentes al
mismo autor, reforzando así su fama de erudito y gran conocedor de artes ocultas.

Las tendencias literarias de su tiempo habían abandonado los caminos trazados por
Confucio: de la poesía, entendida según éste para “despertar, observar, agrupar y relacionar a
los hombres”8 y que en la dinastía Han se resumiría en la idea de que con ella “los de arriba
transforman a los de abajo, y los de abajo critican a los de arriba.”9 -esto es, la literatura en
general, y la poesía en particular, como instrumento de gobierno-, se había pasado a su
comprensión como un producto individualizado, acto casi inconsciente y singular de cada autor.
En su Fu sobre literatura (Wenfu), una obra fundamental sobre la nueva visión de la literatura,
el amigo y protegido de Zhang Hua, Lu Ji exclamará “Cada vez que contemplo la obra de un
hombre de talento, presumo de comprender el corazón que puso en ella.” La literatura ya no es
un instrumento de educación ni de gobierno, es la vía de comunicación entre dos corazones
gemelos, que se entienden más allá del tiempo y la distancia, comunicación particular, privada
entre dos. En todo su Wenfu, una larga composición de más de trescientos versos, Lu Ji se
extiende hablando sobre la inspiración, la técnica, la búsqueda de la belleza en las obras
literarias, los mecanismos insondables de la creación. Pero ni una palabra le dedica a su
contenido didáctico; la educación a los de arriba y a los de abajo es sustituida por una expresión
individualizada de los sentimientos a través de un lenguaje lo más hermoso posible. Esta
corriente “formalista” en literatura -“No recortes espinos y cerraja, pues brillarán con las aves
7
Esta Selección de Literatura, en 30 rollos, es la más antigua recopilación de textos literarios que se
conserva actualmente. Su importancia es fundamental en la historia y en la literatura chinas, puesto que
fue utilizada como temario para los exámenes imperiales de acceso al funcionariado. Las obras recogidas
se clasifican en cuatro secciones: clásicos, filosóficos, históricos y literarios.
8
Confucio, Las analectas (Lunyu 17.9). Hay varias traducciones al español de este texto. Entre ellas están
Lunyu. Reflexiones y enseñanzas de Confucio traducida por Anne-Helène Suárez (Kairós, Barcelona,
1997) y la de Joaquín Pérez Arroyo (vid. Confucio, Mencio, Los cuatro libros, Madrid, Alfaguara, 1982)
9
Gran Prefacio de Mao al Clásico de la Poesía (Shijing).

6
que en ellas se reúnan”, es decir, no temas la proliferación con las palabras, la extensión de los
textos, pues es probable que la belleza de algunas eleve todo la composición”- es una reacción
paralela en el mundo literario a aquel abandono de los principios y valores confucianos en la
vida política de la dinastía Jin.

La producción poética conservada de Zhang Hua no es muy extensa. Entre sus obras
poéticas más conocidas se encuentran dos colecciones de poemas, Poemas de sentimientos
(Qing shi), compuesta de cinco poemas breves, de diez versos pentasilábicos; y Poemas
misceláneos (Zashi), tres poemas, también pentasilábicos, de diferente longitud. El espíritu que
respiran es de melancolía y pesimismo. El tema escogido es siempre la soledad, el abandono y
la separación. Los poetas de este periodo utilizan el mecanismo de la expresión de los
sentimientos a través de los objetos; el mundo físico tiene un poder especialmente afectivo en
ellos y la naturaleza, viva o muerta, las cosas (wu), se convierten en portavoces de su dolor.
Sirva como ejemplo el tercero de su Poemas de sentimientos:

La fresca brisa ondula los visillos de seda,


la luna del amanecer ilumina la estancia.

Ha partido, se aleja distante,


el cuarto de orquídeas ha quedado sin luz.

No queda más que un escenario vacío,


lleno antes, en las noches, de alegría y felicidad.

Hoy su túnica yace ligera sobre el lecho desierto,


transformada en una inmensa soledad.

Sobre la almohada, hecha ausencia, escapan los suspiros,


Y siento, con cada movimiento, sangrar el corazón.

Sobre sus cualidades como poeta, el gran crítico de la dinastía Liang (502-557), Zhong
Rong (468-518), en su obra Clasificación de Poetas (Shipin) (513), donde los distingue en
“superiores, medios e inferiores”, dice de él:

“Posee un estilo florido, con alegorías fecundas y sorprendentes, fuera de lo común. Es


un maestro en el lenguaje, y persigue con afán la belleza. Aunque está por encima de
sus contemporáneos y alcanza a los grandes maestros, su poesía adolece de poca
profundidad y expresa sentimientos infantiles. (…) Clasificarlo con los superiores, es
demasiado; entre los medios, sobresale. Lo más justo sería situarlo entre ambos.”

Pero sin duda, la composición poética que mayor fama dará a su autor, la que será
elogiada por Ruan Ji y le abrirá las puertas de la corte, es el “Fu al reyezuelo”, dedicado a un
diminuto pajarillo sin grandes cualidades que sobrevive en el mundo precisamente gracias a esa
ausencia aparente de cualidades. Elogiada por todos los críticos, es fácil observar que la virtud
que han encontrado en ella se debe principalmente al espíritu que expresa, suscribible desde
posiciones ideológicas diferentes, más que a sus cualidades puramente artísticas.

“El reyezuelo es un pequeño pajarillo,


nace entre artemisas y zarzas
crece bajo arbustos y matojos (…)
De color claro y cuerpo feo,
Resulta inútil para los hombres.
Diminuto de cuerpo, corto de altura,
Ningún animal lo ataca.

7
Entre todos los demás,
Se mueve a su placer (…)”

Continua la obra enumerando una serie de pájaros hermosos, faustos, apreciados en


todas partes por su belleza o por su fuerza, que, sin embargo, se ven constantemente
amenazados: “¿Por qué? Sencillamente porque son útiles para el hombre”: se cazan sus crías
para ofrecerlas como tributo a soberanos, se arrancan sus plumas para adornar estancias y
vestuario. Aves admiradas y a la vez torturadas por sus admiradores. Mientras tanto, el
reyezuelo puede gozar de una vida sin cuitas gracias a su modestia y a su falta de ambición:

“…
En la frondosidad de la hierba, en una jaula de tallos
gusta de reunirse.
Cuando alza el vuelo, apenas se eleva,
el batir de sus alas apenas se escucha.
Vive en cualquier lugar,
sus necesidades son fáciles de satisfacer.
Su nido no excede una rama
Ni su alimento unos granos (...)

Reyezuelos y larvas se refugian en las pestañas de un mosquito,


El gran peng10 cubre los confines del cielo.
Pero cuando éste vuela, el espacio no le basta,
Y a aquéllos cualquier lugar les sobra.
Viéndolos desde la inmensidad del espacio y la vastedad de la tierra
¿Cómo sabré qué es lo grande, qué lo pequeño?”

Con clarísimas referencias al Zhuangzi, uno de los clásicos del taoísmo, la ambigüedad
de este fu le permite ser también leído con connotaciones confucianas de modestia. No menos
ambiguo es el elogio dedicado por Ruan Ji (“digna del talento de un consejero imperial”): quizá
verdadera sea su admiración (no en vano, esta obra tiene mucha semejanza con una serie
poemas del propio escritor, llamado Contenido en el corazón (Huaixin), y en el fragmento
arriba citado). No obstante, confunde el hecho de que el propio Ruan Ji no parecía sentir un gran
respeto por esos “consejeros imperiales”. Confucianismo sutil o, más bien, resignación y
espíritu de supervivencia en tiempos adversos, lo cierto es que el “Jialiao fu” seguirá siendo
elogiado desde la ortodoxia confuciana y quedará en la tradición china como la actitud correcta
de un perfecto letrado que debe permanecer siempre a la sombra. Liu Xie, en su obra de crítica
literaria El corazón de la literatura y el cincelado de dragones (Wenxin diaolong), lo elogiará:

“Las composiciones cortas de Zhang Hua eran elegantes y hermosas, claras y delicadas;
las ideas que subyacen en su ‘Jiaoliao’ alcanzan al Han Fei.”11

“Aunque Jin no fue literario, proliferaron los hombres de talento. Maoxian, con cada
movimiento de pincel dispersaba perlas.”12

Si la composición que le abriría las puertas de palacio fue el “Jiaoliao fu”,


indudablemente, su Tratado sobre las cosas más diversas, será el que consolide y perpetúe su
fama como erudito dotado de cualidades extraordinarias.

10
El peng es un ave gigantesca, mencionada en el Zhuangzi: “Hay un pájaro, nombrado Peng, cuyas
espaldas asemejan al Taishan; y a esas nubes que ocultan el cielo, sus gigantescas alas. Sobre los
remolinos de viento, como cuernos de carnero, elévase hasta noventa mil li en lo alto del firmamento.”
(Zhuang Zi, trad. Iñaki Preciado, Kairós, Barcelona, 1996, p. 37)
11
Liu Xie, El corazón de la literatura...., Comares, Granada, 1986, p.308.
12
Id. pág. 293.

8
El Tratado sobre las cosas más diversas (Bowuzhi)

La gran obra de Zhang Hua, el Tratado sobre las cosas más diversas, es un trabajo en el
que su autor intentó reunir todo el saber de su época. En su estado actual, es un conjunto
heterogéneo de breves textos sobre los más diferentes temas que van desde la geografía, física y
mítica, la historia, la botánica, la farmacología, el ocultismo y la dietética hasta consejos
prácticos sobre la vida cotidiana, incluyendo también un bestiario mitológico.

Bo, significa “vasto, amplio, múltiple”; wu, “cosas, seres”, todo el conjunto de
elementos que conforman el mundo; el último carácter, zhi, se refiere sencillamente a la forma
de recoger los datos y era uno de los términos utilizados para los registros de carácter histórico.
No es de extrañar, por lo tanto, que podamos leer en él una detallada descripción de las fronteras
naturales de la China de entonces, que nos explique que los “hombres de atravesado pecho” son
todos descendientes de dos canallas arrepentidos, que nos sorprenda informándonos que una
elefanta lloró por su fallecido compañero, que también nos aclare dudas sobre el parentesco y
las cualidades de algunos personajes históricos o cuál es el proceso que convierte la resina en
ámbar, que nos enseñe las fórmulas para invocar o detener la lluvia y hasta consejos de
“educación prenatal” a las embarazadas, por ejemplo, escuchando poemas para dar a luz a seres
honrados, inteligentes, excelentes, justos y longevos.

Que tan pocas páginas contengan información tan variada y poco sistematizada podría
extrañar. En realidad, el texto original contenía trescientos capítulos (cuatrocientos, según
algunas fuentes). Lamentablemente, muy pronto e indudablemente debido a la inestabilidad
política con los consiguientes saqueos, incendios de bibliotecas y dispersión de personas y
bienes (recordemos que Zhang Hua y casi toda su familia fueron ajusticiados), el Tratado quedó
fragmentado y ya en el Jinshu sólo se recogen los presentes diez capítulos. A partir de ellos, su
inclusión en las diferentes enciclopedias dinásticas mantendrán ese mismo número; y los
comentarios al libro, que pronto aparecerán, serán también sobre ellos.

Las ediciones que han llegado hasta nosotros provienen de dos ramas relativamente
tardías con respecto al original. La primera, data de 1505 y es la que se recogerá en diferentes
colecciones de las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1911), hasta culminar en su
inclusión en el Siku quanshu, enciclopedia sobre toda la producción literaria en la historia de
China, en 1782. La segunda, es una edición realizada por Huang Pilie (1763-1825) en la que el
texto está ordenado de una forma sensiblemente diferente a la edición de Ming. El editor nos
dice que procede de la dinastía Song del Norte (960-1127) y a partir del siglo XIX será la
utilizada por muchos comentaristas, a pesar del alto número de erratas que contiene.

Durante muchos años, y actualmente todavía, muchos estudiosos discuten que las dos
ediciones conservadas procedan, realmente de la mano de su autor original, Zhang Hua.
Greatex, en su traducción y estudio del libro parece demostrar la originalidad del texto hoy
conservado. Desde luego, fue durante todo el periodo de quiebra del imperio chino, desde la
caída de Han, en el 220, hasta la reunificación de Sui (589) cuando proliferaron los escritos
sobre fenómenos extraordinarios, geografías míticas, prácticas alquimistas unidas a
interpretaciones filosóficas de la existencia13. Es como si desde esa época de crisis, una fiebre

13
Algunos de estos numerosísimos textos son: Baopuzi obra maestra del letrado taoísta Ge Hong (283-
343), sobre temas filosóficos y alquimia; Relatos sobre Emperadores y Soberanos (Diwang Shiji), de
Huangfu Mi (215-282) que explica las genealogías y los hechos sobrenaturales atribuidos a los primeros
soberanos; Relatos sobre la Cueva del emperador Wu de Han (Han Wu Dongming ji), atribuido a Guo
Xian, sobre sucesos extraordinarios acontecidos en tierras lejanas; Shangshu diming yan, apócrifo de las
Seis Dinastías que trata sobre astronomía y geografía mítica; La búsqueda de los dioses (Sou shen ji), de
Gan Bao (s.IV) con un gran número de mitos de la antigüedad y leyendas más contemporáneas.

9
por comprender el mundo en sus manifestaciones racionales e irracionales hubiera prendido en
el corazón de los letrados que se aplicaron a fijarlas y explicarlas.

Confucio nunca hablaba de prodigios ni de espíritus, pero muchos de sus seguidores se


vieron impelidos a hacerlo, imitando y contrarrestando la actividad de los partidarios de otras
escuelas, especialmente los taoístas, para integrarlos en el acontecer diario como alegorías de un
funcionamiento que se quería coherente, comprensible y ordenado según unas reglas
supuestamente inmanentes de estabilidad y movimiento. Al hacerlo, al “historizar”
acontecimientos absolutamente extraordinarios, se los desproveía de su valor sobrenatural ajeno
a la racionalidad, se devolvían como historias que “despertaban” al pueblo para hacerle
comprender los verdaderos valores que debían funcionar en una sociedad organizada,
controlada, alejada del caos. Este tipo de relatos, de anécdotas, comenzó a ser calificado de
“pequeñas charlas” (xiaoshuo)14 y con el tiempo acabarían desarrollándose hasta convertirse en
narraciones más largas, coherentes y estructuradas que darían nacimiento, siglos más tarde, a un
nuevo género, el de la novela. Pero esa es otra historia.

El Tratado sobre las cosas más diversas siguió siendo leído durante muchos siglos y
dio lugar a nuevos trabajos en la misma línea: en la dinastía Song, Li Shi (1108-1181) compiló
un libro llamado Continuación al Bowuzhi (Xu bowu zhi), en diez capítulos; durante Ming,
Dong Shizhang editó una Ampliación del Bowuzhi (Guang bowuzhi), en 50 capítulos, cuyo
prefacio está datado en 1607; en la dinastía Qing, You Qian publicó un Suplemento al Bowuzhi
(Bowuzhi pu). Todos estos trabajos demuestran el interés que durante siglos despertó este
Tratado sobre las cosas más diversas.

14
También el budismo, recién importado a China, utilizaría este tipo de relatos sugerentes, atractivos y
cautivadores para empezar a ganarse a un público cada vez menos “letrado”.

10

También podría gustarte