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Literatura china

La tradición literaria de China no es de las más antiguas del mundo. Es superada en miles de años por las
tradiciones literarias del Cercano Oriente y Egipto. Sin embargo se puede afirmar que es la tradición que puede
presumir de mayor continuidad a lo largo de la historia.

Los primeros testimonios literarios, o al menos considerados literarios en China, son las inscripciones
encontradas en los caparazones de tortuga utilizados para adivinar durante la dinastía Shang (siglo XVI a XI
a.C.) y las oraciones grabadas en los bronces sacrificiales de esa misma dinastía. En estas inscripciones ya
aparecen los primitivos caracteres chinos, que con sus variedades y evoluciones se seguirán utilizando hasta hoy
en día.

La literatura china abarca una asombrosa variedad de géneros, muchos de los cuales habitualmente no son
considerados obras literarias en Occidente. Una buena muestra de los mismos, y la forma en que deben
utilizarse se puede tener con la lectura del libro "El Corazón de la Literatura y el Cincelado de Dragones", una
ambiciosa obra de crítica literaria escrita por Liu Xue que en el siglo V de nuestra era que nos permite asomarnos
al complejo mundo literario de la China antigua.

Los más antiguos poemas de China están contenidos en el Libro de los Cantos (Shi Jing), una antología de las
baladas populares de las diversas regiones de China. Puede que los más antiguos de ellos hayan sido
compuestos antes del siglo XI a. C. En cualquier caso su trasmisión fue oral hasta el siglo VI a.c. Su temática
variada refleja con una impresionante belleza la vida del pueblo chino en aquellos tiempos lejanos: El paso de las
estaciones, las guerras con los bárbaros, el amor y el desamor, el buen y mal gobierno, la forma correcta de
realizar determinados rituales, todo tiene cabida en el Libro de los Cantos.

Otra obra que precede al período clásico del primer esplendor de la literatura china es el I Ching (o Libro de los
Cambios). Su origen se pierde en la leyenda de tal forma que sus fundamentos se atribuyen al mítico héroe Fuxi,
y su desarrollo al Duque Wen, padre del primer emperador de la dinastía Zhou. Una de las obras más herméticas
de la historia literaria. Parece que en un principio fue compuesta como una guía para interpretar los oráculos
antiguos, aunque posteriomente se va desarrollando como una obra que relacionando la realidad del hombre y el
cosmos en un momento determinado, puede indicar un camino de reflexión ante cada uno de los
acontecimientos que se presentan en nuestra existencia.

El desarrollo de la literatura china acompaña al de su sociedad. Es por ello que pronto se aleja de la magia y de
la lírica, para centrarse en la política y las relaciones humanas, especialmente en la correcta forma de gobernar
que pueda llevar al engrandecimiento del reino. Por los fragmentos que nos han llegado a través de obras de
historia escritas muchos siglos después, desde el siglo VI se da en China una efervescencia política y filosófica
sin precedentes. En medio de ese movimiento surgen numerosos e importantes pensadores, que proponen
nuevos conceptos sobre la vida, el poder, la educación y el buen gobierno. China es un hervidero de ideas, las
escuelas compiten entre sí, cada una de ellas busca poner en practica sus teorías y alcanzar la fama a la sombra
de algún rey. De muchos de los geniales filósofos que habitaron China durante aquellos años sólo ha quedado
algún fragmento, varias frases, o el reflejo de sus ideas en las refutaciones de las obras que nos han llegado.

No obstante, los que más influencia han tenido en el desarrollo posterior de las ideas en China han sido:

Confucio, con sus Cuatro Libros y su discípulo Mencio, en cuyas obras se destila la nostalgia por las pasadas
grandezas, y proponen la vuelta al poder real absoluto, de una dinastía justa y fuerte, y el establecimiento de una
sociedad regida por la armonía entre el gobernante y gobernado, padre e hijo, marido y mujer, maestro y
discípulo, y entre los amigos.

Lao Tse, con el Taoteking, y su discípulo Zhuang Zi, mantienen teorías opuestas a las de Confucio. Proponen
una vuelta a la naturaleza, un poder débil en el gobierno, y el abandono de la política y el gobierno para
concentrase en la esencia de la propia naturaleza humana.
Mo Di, cuyas obras están recogidas en el llamado Mozi (Libro del maestro Mo) , expresa los anhelos de la gente
común, como pequeño propietario, sólo espera que reine la benevolencia y la gente pueda vivir en paz. No cree
en la necesidad de los lujos sino en comunidades de personas viviendo vidas sencillas. Han Fei, por el contrario,
es el principal representante de la escuela legalista. El propone que las leyes se apliquen a todos por igual, y
considera el establecimiento de un estado de derecho como requisito para que el país avance.

En el Sur, en la cuenca del Yangtze, se genera unos años después una tradición poética particular, de dulces
canciones con temas variados, entre los autores de esa época destaca con luz propia el poeta Qu Yuan, (siglo III
a. C.) autor de numerosos poemas, aunque la fama le ha llegado sólo por uno: Lisao, que se puede traducir
como "El lamento", en el que llora por el mal gobierno del reino. Al ver que la decadencia era inevitable se suicidó
arrojándose a un río. Su muerte se conmemora hoy en día en el Festival del Barco del Dragón, que se celebra en
el 5 día del 5 mes lunar.

El historiador Sima Qian (140-100 a. C.) es otra de las figuras de la literatura. El primer historiador como tal,
recoge en sus Registros Históricos las noticias sobre las antiguas dinastías. Su información se ajusta a la
realidad, e incluso informaciones que hasta hace poco se creían fantásticas, descubrimientos arqueológicos las
revelan como auténticas. No obstante su influencia va mucho más allá de la meramente literaria, pues al
sacralizar una historia lineal que enlaza desde el principio del mundo hasta la dinastía reinante, contribuye como
nadie a forjar la mentalidad del pueblo chino. La creencia en un gran país, foco de la cultura, rodeado de estados
bárbaros, encuentra en Sima Qian uno de sus principales pilares.

Mientras Sima Qian y otros letrados iban forjando la que sería cultura china tradicional, un número importante de
cantos y poesías, estudiadas con primor por Anne Birrell, reflejan todavía un mundo lleno de colorido que se
resiste a integrarse en las rígidas formas imperiales.

La dinastía Tang es el siglo de la poesía, no podía ser menos en una época donde las artes florecen como
nunca. Se conservan más de 50.000 poemas de los más famosos 2.000 poetas Tang. Y en China todos los niños
memorizan en la escuela "los 300 poemas Tang", que son cita continua por pensadores y políticos. Los más
destacados de entre ellos son: Wang Wei (701-761), loando a la naturaleza. Li Bai (701-770), con obras de gran
contenido social, y Du Fu (712-770), con un penetrante conocimiento de la sociedad de la época. Un poco
posteriores son Han Yu (768-824) y Bai Juyi (772-846).

La Dinastía Song, aprovecha ese magnífico paréntesis decadente de su capitalidad en Hangzhou, para producir
grandes poetas, como Su Dongpo (1036-1101), que llegó a ser alcalde de esta ciudad. Es además durante estos
años cuando empiezan a coger forma las leyendas del Señor Bao, un juez que ejerció en Kaifeng cuando esta
ciudad fue la capital imperial, famoso por su integridad y sagacidad. Los anhelos de la gente común por obtener
justicia de los gobernantes, convirtieron su vida en leyenda y a los ya famosos casos resueltos durante su carrera
se fueron añadiendo más y más casos sin más límite que el la imaginación popular quiso ponerle.

Durante la dinastía Yuan el género literario que florece es el teatro, algunos dicen que los mongoles que
gobernaban China en aquellos años, gentes sencillas, buscaban entretenimientos más vulgares, como los que
les proporcionaban dramas y operetas. En esos años destacan los dramas de Guan Huanqing, denunciando
temas tan universales como la explotación de los pobres, la injusticia, y los abusos de los poderosos. Son años
también durante los que se van gestando las obras que tomaran forma en los siglos siguientes, a base de
leyendas, cuentos y tradiciones.

Es durante la dinastía Ming cuando muchas de las leyendas y tradiciones que circulaban entre el pueblo de
forma fragmentaria, toman forma definitiva, como es el caso de A La Orilla del Agua, escrita por Shi Naian, que
describe la rebelión campesina del Liang Shanpo contra la dinastía Song. O el Romance de los Tres Reinos, de
Luo Guanzhong narra la historia de la China del siglo III, cuando tras el colapso de la dinastía Han se dividió en
tres reinos en guerra continua. Y tal vez más importante, la Peregrinación al Oeste, de Wu Cheng'en, que
describe la peregrinación del monje Xuanzang a la India en busca de los libros budistas y las aventuras que le
ocurren.

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