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Jesús

Uno de los hombres más viejos del pueblo se encuentra en el barrio Obrero: Calle 7 N°. 7-34, de
Darién.

Su casa se encuentra al frente del colegio La María. Algunas personas lo conocen como Arbey,
su verdadero nombre, pero él prefiere que lo llamen Jesús.

Son las 4:30 p.m. del día miércoles, 05 de julio del año 2023, y me dirijo sin prisa alguna hacia su
casa. Jesús es considerado como uno de los personajes icónicos del pueblo. Se ha ganado el
cariño y el aprecio de la gente por su excelente personalidad.

Cuando llegué al lugar, no tuve la necesidad de tocar la puerta, porque él ya se encontraba muy
tranquilo, sentado, en una pequeña silla de madera observando la gente pasar.

 Buenas tardes, ¿Usted es el señor Arbey?


 Sí. Aunque prefiero que me llamen Jesús.

Me inclino un poco para poder escuchar mejor sus palabras. Al parecer tiene algún problema al
hablar o no sé si este fenómeno se produce a una cierta edad, en donde la lengua se enreda un
poco y se dificulta comprender el significado de aquello que se quiere trasmitir. Me siento a su
lado y los dos callamos por un par de minutos. Jesús tiene alrededor de 82 años; mide
aproximadamente 1.60 –eso se puede inferir, aunque se encuentre sentado-; tiene una camisa gris
tipo polo y una bufanda alrededor de su cuello. No hay mucha gente transcurriendo por esta zona,
a excepción de un taller de motos que queda a tres casas de esta. De vez en cuando pasan algunas
mujeres caminando y Jesús hace el sonido de una leve tos para que las miradas se centren en él.

 ¿Siempre está en este mismo lugar?


 Ya no puedo caminar como antes, así que solo puedo estar sentado aquí. Ya no me
dejan salir. Les da miedo que me coja una moto.
 ¿A qué se dedicaba antes?
 Vendía lotería. Lo hacía desde pequeño, pero cuando llegó la pandemia no pude
volver a salir.

La puerta se encuentra abierta. Me pongo de pie y disimulado miro el interior de la casa. Solo
puedo observar un comedor redondo de vidrio y unos muebles con las patas de acero. En la pared
hay un típico cuadro de un paisaje con una pequeña cabaña y unas personitas alrededor. Vuelvo y
me siento en el mismo lugar y le pregunto:

 ¿Cierto que los vendedores ambulantes, o como en el caso suyo que vendió lotería,
en algún momento tienen que enfrentarse a situaciones peligrosas?
 Sí, muchas veces intentaron robarme. En otras ocasiones, como yo no tengo
estudio, no sabía hacer cuentas y llegaba descuadrado con el dinero.

Vuelvo y hago un esfuerzo por comprender lo que me dice. El sol ya se está ocultando y el
silencio del lugar es interrumpido por una fuerte tos flemática que sale de la boca de Jesús. Ahora
comprendo el uso de la bufanda, porque no tenía sentido por el sol infernal que estaba haciendo.

 ¿Y usted hacía algo al respecto cuando volvía a ver a las personas que lo robaron?
 No.
 Ahora me gustaría saber, ¿Cuánto tiempo lleva en el pueblo?
 Muchos. No recuerdo.
 ¿Así que me puede informar sobre el acontecimiento que pasó en el año 2001?
 Se refiere usted al día que entró la guerrilla.
 Sí, ese mismo.
 Pues era algo que ya se había anunciado en su momento, sin embargo, nadie había
hecho caso a ese rumor; como es natural, siempre se piensa que son rumores
falsos, hasta que llega el golpe. Ese día entraron al banco, no recuerdo la fecha, y
se robaron una buena cantidad de dinero y la gente cuenta, que en medio del
tiroteo las monedas y billetes volaban por todo el lugar. Yo fui afortunado y me
encontraba en casa. Ese día la guerrilla se llevó a dos jóvenes y nadie sabe qué
pasó con ellos. Es más o menos lo que sé.
 ¿Es verdad que este grupo se encuentra infiltrado en el pueblo?
 Eso es lo que dicen. Muchos dicen que sí, pero nadie profundiza en el tema, por
temor.

Pasa un señor con sombrero y levanta la mano derecha y dice: “Adiós, Arbey”. Él contesta:
“Adiós”. Ambos sonríen. “Ahí va un amigo mío”, me dice Jesús. Prosigo con el tema.
 ¿Cierto que esta cuestión de la guerrilla en el pueblo ha afectado a algunas
mujeres que trabajan en zonas alejadas al pueblo?
 Sí. Conozco algunos casos. Ese es el problema de la informalidad en el trabajo, no
tenemos algún seguro. Tanto en el pueblo como en campo se sufre con cierto
grado de violencia.
 Escuché del caso de una mujer que la tuvieron por una semana encerrada en una
finca.
 Sí. Eso pasó en Tribunas, por allá no sube la policía y menos el rastro del ejército.
 ¿Cree que el alcalde actual o los alcaldes anteriores del pueblo se han enterado de
estos casos y no han hecho algo al respecto?
 Yo supongo que sí saben sobre el tema, pero prefieren ignorarlo. Con el pretexto
de no poner en peligro su familia. La gente tiende también a normalizar estas
cosas, por eso solo se alarman cuando pasa algo. De resto el tema en general es
ignorado.

Creo que me he acostumbrado a sus palabras, solo presento dificultad con algunas frases. En caso
que no comprenda algo, me da vergüenza volver a preguntar qué quiso decir, así que asiento con
la cabeza como si hubiera captado todo con naturalidad. El lugar se torna más oscuro. Van a ser
las seis de la tarde y una muchacha acaba de salir de la casa y le informa a Jesús que ya casi se
tiene que entrar. Él hace malacara y no le contesta. Yo acelero mis preguntas y continúo.

 ¿Cree que este tema afecta mucho a la población y, naturalmente, a estas personas
que tienen un trabajo informal, como las mujeres que hacen aseo en estas fincas?
 El problema puede estar en la normalización que se genera sobre este tema, nadie
ni las cabezas que están en el poder hacen algo. Yo creería que es un tema muy
complejo, porque después de ese daño del 2001 no ha pasado nada más grabe. Sin
embargo, son pequeños los casos, como el que mencionaste, que toman origen en
las diferentes zonas del pueblo. No tendría una respuesta para la solución de este
problema.
 ¿Quiere decir que esto nunca cambiará?
 Lastimosamente creo que no.
 ¿Por qué cree que el Estado no hace nada?
 En los años que tengo, el país siempre ha estado atravesado por el conflicto y los
diferentes presidentes que suben proponen un cambio y maquillan sus discursos,
pero eso es momentáneo; y, como es natural en este país, cuando están en el poder
no hay ningún rastro de esas cosas buenas que propusieron. Eso es algo que todo
el mundo sabe, pero siguen votando por los mismos. Esas son mis humildes
opiniones.

Jesús se puso de pie, con mucha dificultad, casi que no lo puede hacer. No quise intervenir en esa
larga operación. Tiene una forma muy particular para caminar: lo hace de lado y ambos pies los
arrastra, solo levanta un poco la parte trasera de ellos, mientras se prende con ambas manos de la
pared. Pasa el umbral y me dice: “Adiós, joven”.

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