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Corazonada
"Me lo imagino."
"Pero hay otra muchacha, y adems mi hija y yo ayudamos."
"S, seora."
Me estudi de nuevo.
Por primera vez me di cuenta que de tanto en tanto parpadeo.
"Edad?" "Diecinueve."
"Tens novio?" "Tena."
Subi las cejas.
Aclar por las dudas:
"Un atrevido. Nos peleamos por eso."
naturaleza.
O sea que el muchacho se impresion.
Primero se le iban los ojos, despus me atropellaba en el
corredor del fondo.
Le dije con todas las letras que yo con sas no iba, que el nico
tesoro que tenemos los pobres es la honradez y basta.
l se ri muy canchero y haba empezado a decirme:
"Ya vers, putita", cuando apareci la seora y nos mir
como a cadveres.
das.
Saba que don Celso tena guardado un papel gris en el cajn
del medio de su escritorio.
Yo lo haba ledo, porque nunca se sabe.
El veintiocho a las dos de la tarde, slo quedamos en la casa la
nia Estercita y yo.
Ella se fue a sestear y yo a buscar el papel gris.
Era una carta de un tal Urquiza en la que le deca a mi patrn
frases como sta:
"Xx xxx x xx xxxx xxx xx xxxxx".
pretenderlo".
Una tarde entr tan plido que hasta doa Cata hizo un
comentario. No era para menos. Se lo haba dicho al padre.
Don Celso haba contestado:
"Lo que faltaba."
Pero despus se abland. Un tipo pierna.
Estercita se ri como dos aos, pero a m qu me
importa.
En cambio la Vieja se puso verde.
A Tito lo trat de idiota, a don Celso de cero a la
izquierda, a Estercita de inmoral y tarada.
Claro que afloja. Estuve por dar los hurras, pero con la
emocin dej que me besara.
"No se opone pero exige que no vengas a casa."
Exige? Las cosas que hay que or!