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RESUMEN

CONTRATOS PARTE GENERAL


UNIDAD 10

Efectos relativos de los contratos. Regla general. Concepto de parte. Sucesores


universales. Terceros.
El efecto es es aquella consecuencia lógica que sigue de una causa. Se da la relación de
causa – efecto.
El contrato produce, como consecuencia necesaria, el establecimiento de relaciones
jurídicas patrimoniales entre las partes (art. 957 CCC). Esto constituye un axioma
esencial de los contratos, según el cual sus efectos sólo se producen entre las partes,
sin que, como principio, el vínculo contractual perjudique o beneficie a terceros. Esto
es lo que se denomina efecto relativo de los contratos, similar al que tienen las
obligaciones, y que difiere del absoluto o erga omnes de los derechos reales.
Este clásico principio es el contenido en los arts. 1021 y 1022 del CCC: las
consecuencias jurídicas que emanan de los contratos sólo alcanzan a las partes
contratantes y no pueden, salvo en los casos previstos por la ley, beneficiar ni
perjudicar a terceros. Por ende, se entiende por parque aquél sobre quien se producen
dichas consecuencias jurídicas.
ARTICULO 1021.- Regla general. El contrato sólo tiene efecto entre las partes
contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto en los casos previstos por la
ley.
ARTICULO 1022.- Situación de los terceros. El contrato no hace surgir obligaciones a
cargo de terceros, ni los terceros tienen derecho a invocarlo para hacer recaer sobre
las partes obligaciones que éstas no han convenido, excepto disposición legal.
La regla genérica es que no alcanzan a terceros, pero en algunos casos la ley permite
que el contrato produzca efectos respecto de terceros que no han participado en ese
contrato consentido entre oferente y aceptante.
EJEMPLO: por ejemplo, a Luciano y Fernando les gusta comer asado pero no hacerlo. A
Joaquin, le gusta comer y hacerlo. Luciano y Fernando acuerdan comprar el carbón y la
carne, respectivamente, y planean invitar a Joaquin para que cocine, pero Joaquin no
está participando de la conversación. Hasta ahora, las partes son Luciano y Fernando,
si Luciano no compra el carbón, hay incumplimiento del contrato. Fernando llama a
Joaquín y le dice para hacer el asado y Joaquín se copa, pero en el caso de que se
niegue, no pasa nada, porque no es parte del contrato hasta que acepte. Pero en el
caso de que Luciano y Fernando no cumplan, si se ven afectados por las estipulaciones
que hayan hecho. los contratos no pueden producir efectos negativos o generar
obligaciones a cargo de terceros. En el caso de que Joaquín acepta, se convierte en
parte, y si se niega posteriormente, genera consecuencias.
Los contratos no pueden producir obligaciones a cargo de terceros, salvo que estos la
acepten o ratifiquen, en cuyo caso, los terceros se convierten en parte.
Segunda regla: así como los contratos no pueden generar obligaciones a cargo de
terceros, si pueden generar beneficios a cargo de terceros, y si es aceptado por el
tercero, este puede generar acciones contra quien se obligó.
EJEMPLO: Fernando dice a Sofía que si se saca 10 en el examen, se obliga a regalar a su
novio un auto 0km. Fernando y Sofía son las partes que se obligan, Sofía tiene que
estudiar y sacar un 10, y Fernando tiene que comprar el auto, pero se verá beneficiado

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un tercero, su novio. El tercero no participa en la estipulación, por lo tanto, no tiene
una obligación a su cargo, sino un beneficio, un derecho. Sofía saca un 10 y recuerda a
Fernando la estipulación que había generado de comprar el auto, y Fernando decide
no honrarla, por lo que Sofía tiene acción para reclamar el cumplimiento del contrato,
ya que es quien estipuló. El novio también tiene acción porque aceptó el beneficio al
que se obligó Fernando.
ARTICULO 1023.- Parte del contrato. Se considera parte del contrato a quien:
a) lo otorga a nombre propio, aunque lo haga en interés ajeno: quien declara la
voluntad es el mismo sujeto que recibe las ventajas y contrae las obligaciones
que surgen del contrato.
b) es representado por un otorgante que actúa en su nombre e interés: el sujeto
que formula una declaración de voluntad con el fin de celebrar un contrato no
actúa en nombre propio, sino que lo hace en nombre de otro, quien resulta ser
el verdadero dueño del negocio jurídico. EJEMPLO: Fernando representa a IBM
en la firma del acto, obligando a IBM en virtud de un poder que le da para
firmar contratos.
c) manifiesta la voluntad contractual, aunque ésta sea transmitida por un
corredor o por un agente sin representación: quien declara la voluntad es un
agente o corredor y se trata de un mero transmisor de la voluntad del dueño
del negocio. No hay representación, es decir, no hay actuación a nombre de
otro. EJEMPLO: en la bolsa de comercio, la gente que compra y vende lo hacen
como agentes de la persona que los instruyó a vender o comprar, el obligado,
la parte, será el comitente.
El CCC también regula la situación de los sucesores: esto es, aquellas personas que,
mientras no sean llamadas a suceder, también son terceros ajenos al acuerdo.
Según el art. 1024, a los sucesores universales se les extienden, activa y pasivamente,
los efectos del contrato, con la única excepción de aquellas obligaciones que, nacidas
de él, fuesen inherentes a la persona, o que la transmisión fuese incompatible con la
naturaleza de la obligación o, por último, que estuviese prohibida por una clausula del
contrato o por la ley.
Y de acuerdo al art. 2280 del CCC, los efectos de los contratos se transmiten también a
los herederos, ya que representan la persona del causante luego de su fallecimiento y
a ellos se transmiten todos sus derechos y obligaciones.
Sin embargo, este principio no va a tener aplicación en los siguientes casos:
 si se trata de derechos y obligaciones inherentes a la persona;
 cuando por la naturaleza misma del contrato ello no fuere posible;
 cuando la transmisión a los herederos de los derechos y obligaciones derivados
de un contrato fuere prohibida por la ley o contraria a una disposición de ella;
 cuando fuere contrario a una clausula del contrato, siempre que ella se hubiese
pactado dentro del ámbito de libertad contractual.
En relación a los terceros, según el art. 1022 del CCC, “El contrato no hace surgir
obligaciones a cargo de terceros, ni los terceros tienen derecho a invocarlo para hacer

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recaer sobre las partes obligaciones que éstas no han convenido, excepto disposición
legal”.
Esta disposición establece que los terceros son quienes, en principio, no tienen
ninguna relación con el negocio jurídico.
Sin embargo, dentro de esta categoría, se ha distinguido entre:
 Terceros interesados: son aquellos que pueden ostentar un derecho subjetivo o
un interés legítimo afectado por la relación jurídica en la que no han
participado.
 Terceros no interesados: son aquellos totalmente ajenos al negocio y, por
consiguiente, a sus efectos, pues no tienen derechos subjetivos o intereses
legítimos alcanzados por el acto jurídico.
Incorporación de terceros al contrato. Supuestos. Contratación a nombre de tercero.
Promesa del hecho del tercero. Estipulación a favor de tercero. Contrato para
persona a designar. Contrato por cuenta de quien corresponda.
Los contratos no producen efecto alguno respecto de los terceros que no han
concurrido a su celebración; por ende, estos acuerdos no pueden aprovechar ni
perjudicar a las personas ajenas a su otorgamiento. Sin embargo, ello es así siempre y
cuando no exista una disposición legal en contrario.
El CCC regula diversas situaciones en las que las partes, desde la celebración del
contrato, deciden incorporal a él, a personas ajenas o terceros.
Estas situaciones son las siguientes:
 Contratación a nombre de un tercero
El art. 1025 establece que “quien contrata a nombre de un tercero sólo lo obliga si
ejerce su representación. A falta de representación suficiente el contrato es ineficaz. La
ratificación expresa o tácita del tercero suple la falta de representación; la ejecución
implica ratificación tácita”.
La norma se refiere al supuesto de contratación por otro, y diferencia el caso de quien
contrata con representación y quien lo hace sin ella.
La representación supone que el sujeto de la declaración de la voluntad realiza un
negocio jurídico en nombre de otro, por lo que el negocio se considera celebrado
directamente por este último quien es el verdadero titular de los derechos y
obligaciones emergentes del acto.
Este caso se diferencia del supuesto en que quien actúa es un agente o nuncio; en
efecto, mientras el representante tiene la posibilidad de discutir las condiciones del
negocio, dentro de sus facultades, el nuncio o agente se tiene que limitar
exclusivamente a entregar la oferta y a recibir la aceptación, pero no puede
modificarla.
El representante puede actuar en nombre de su representado con las facultades que
se establezcan; en cambio, el agente o nuncio, es un mero “vehículo” para transmitir la
voluntad del oferente ya elaborada por éste.
Ahora bien, el contrato celebrado por quien no tiene representación o con
representación insuficiente, es ineficaz. Ello es así, salvo que el dueño del negocio
ratifique, con posterioridad, lo actuado por el gestor; en este último caso se aplicaran,
a las relaciones habidas entre uno y otro, las normas de la gestión de negocios ajenos.

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Se trata de un negocio jurídico cuya eficacia se encuentra supeditada al cumplimiento
de una condición suspensiva, pues el contrato celebrado con defecto de
representación es ineficaz, pero sujeto a la condición de que el tercero ratifique lo
actuado.
 La promesa del hecho de un tercero
En el art. 1026 del CCC se regula el supuesto en que alguna de las partes promete la
realización de un hecho por parte de un tercero.
Según el art., quien promete un hecho a cargo de un tercero queda, en principio, sólo
obligado a realizar la actividad necesaria para que el tercero acepte era propuesta
contractual. En efecto, resulta claro que quien promete, como objeto del contrato, el
hecho de un tercero asume una obligación de diligencia (“…queda obligado a hacer lo
razonablemente necesario para que el tercero acepte la promesa”) y, si el tercero no
cumple, no habría responsabilidad para el contratante que lo hubiere ofrecido en la
medida que demostrase que fue diligente en orden a lograr el cumplimiento del hecho
por el tercero.
Si el contratante hubiese garantizado la aceptación de la promesa por parte del tercero
y no ya la de emplear la diligencia debida, la norma es clara en cuanto a que quedará
obligado a responder en caso de negativa.
En la estipulación donde Fernando decía que Joaquín iba a hacer el asado, Fernando,
como dice que el otro lo va a hacer, la obligación que asume es hacer todo lo
razonablemente conveniente para que el tercero acepte hacer el asado, salvo que
garantice que va a realizar lo estipulado, en cuyo caso queda obligado a obtenerla. Si
no se logra, responde personalmente por daños y perjuicios.
 La estipulación a favor de un tercero
La doctrina argentina ha venido sosteniendo que el derecho del tercero surge, lisa y
llanamente, de la voluntad de los contratantes, conforme el principio de la autonomía
de la voluntad.
El art. 1027 del CCC establece que “si el contrato contiene una estipulación a favor de
un tercero beneficiario, determinado o determinable, el promitente le confiere los
derechos o facultades resultantes de lo que ha convenido con el estipulante. El
estipulante puede revocar la estipulación mientras no reciba la aceptación del tercero
beneficiario; pero no puede hacerlo sin la conformidad del promitente si éste tiene
interés en que sea mantenida. El tercero aceptante obtiene directamente los derechos
y las facultades resultantes de la estipulación a su favor. Las facultades del tercero
beneficiario de aceptar la estipulación, y de prevalerse de ella luego de haberla
aceptado, no se transmiten a sus herederos, excepto que haya cláusula expresa que lo
autorice. La estipulación es de interpretación restrictiva.”
Ejemplo del auto para el novio de Sofía. Da derecho al tercero beneficiario a reclamar.
Entonces, se denomina contrato a favor de terceros, o estipulación a favor de terceros,
a la convención por la cual una persona, llamada estipulante, acuerda con otra,
llamada promitente, que ésta efectuará una prestación en beneficio de un tercero, a
quien se denominará beneficiario.
Lo característico de este contrato es que el beneficiario es un tercero ajeno a la
relación contractual que ha dado nacimiento a la obligación, pero que, sin embargo,
adquiere un derecho de crédito propio para exigir del prominente la prestación.

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El tercero puede rechazar el beneficio otorgado, y el prominente puede revocarlo,
siempre y cuando tal revocación se produzca antes de la aceptación por el tercero.
Luego de su aceptación, el tercero se convierte en acreedor directo del prominente,
sin necesitar la conformidad o intervención del estipulante.
ARTICULO 1028.- Relaciones entre las partes. El promitente puede oponer al tercero
las defensas derivadas del contrato básico y las fundadas en otras relaciones con él.
El estipulante puede:
a) exigir al promitente el cumplimiento de la prestación, sea a favor del tercer
beneficiario aceptante, sea a su favor si el tercero no la aceptó o el estipulante
la revocó;
b) resolver el contrato en caso de incumplimiento, sin perjuicio de los derechos
del tercero beneficiario.
 El contrato a favor de una persona a designar
Se encuentra en el art. 1029.
Este instituto supone que uno de los contratantes (que puede denominarse
estipulante) se reserva la facultad de designar, en un momento posterior y dentro de
un plazo establecido al efecto (en su defecto, será de 15 días), a una tercera persona,
que será quien ocupará el lugar del estipulante (que quedará desobligado) en la
relación contractual.
ARTICULO 1029.- Contrato para persona a designar. Cualquier parte puede reservarse
la facultad de designar ulteriormente a un tercero para que asuma su posición
contractual, excepto si el contrato no puede ser celebrado por medio de
representante, o la determinación de los sujetos es indispensable.
En caso de que sea posible este mecanismo contractual, una vez designado el tercero y
habiendo aceptado éste, la asunción de la posición contractual se produce con efectos
retroactivos al momento de la celebración del contrato. Si el tercero no acepta, quien
cargará con las obligaciones emergentes del contrato será el estipulante.
 El contrato por cuenta de quien corresponda
Se ha definido este contrato como aquel conforme el cual uno de los otorgantes, al
tiempo de la formación del acto, se reserva la facultad de designar el nombre de la
parte para una oportunidad posterior y dentro de un plazo fijado, pero, en este caso el
contrato queda sujeto a las reglas de la condición suspensiva, por lo que no surtirá
efectos mientras no se determine quién es el beneficiario obligado a cumplir las
prestaciones convenidas.
Es un acto jurídico de eficacia pendiente, ya que no produce sus efectos propios
mientras no se cumple la condición estipulada; a saber, la designación del contratante
que asumirá la posición contractual.
Efectos puntuales de los contratos: suspensión del cumplimiento y fuerza mayor.
Tutela preventiva.
Son efectos propios de los contratos bilaterales y onerosos.
El art. 1031 establece la posibilidad de que, en los contratos bilaterales, cuando las
partes deben cumplir simultáneamente, una de ellas podrá suspender el cumplimiento
de la prestación, hasta que la otra cumpla u ofrezca cumplir. Y la suspensión podrá ser
deducida judicialmente como acción o como excepción.

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EJEMPLO: si Luciano conviene con Paula que le venderá su auto, y Paula se obliga a
pagar, y Paula no paga, Luciano puede oponerse a entregar el auto, suspenderá el
cumplimiento de su obligación porque el otro no cumple su obligación.
Esta figura se relaciona con la excepción de incumplimiento contractual que regulaba
el CC.
La excepción de incumplimiento contractual o exceptio non adimpleti contractus
puede ser definida como la facultad de una de las partes de un contrato bilateral, de
no cumplir sus obligaciones si la otra no cumple, salvo que la obligación de esta última
fuera a plazo u ofreciera cumplirla. El CC establecía que “en los contratos bilaterales
una de las partes no podrá demandar su cumplimiento, si no probase haberlo ella
cumplido u ofreciese cumplirlo, o que su obligación es a plazo”.
Se ha entendido que la suspensión de cumplimiento trata de solucionar aquellos casos
donde no se invoca la exceptio pues habría todavía una esperanza de cumplimiento de
la persona debida, pero, sin embargo, quien está cumpliendo el contrato quiere
ponerse a resguardo de un posible incumplimiento definitivo de la otra parte.
La última parte del art. 1031 CCC establece que: “Si la prestación es a favor de varios
interesados, puede suspenderse la parte debida a cada uno hasta la ejecución
completa de la contraprestación”. Conforme con ello, en la medida en que la
naturaleza de la obligación lo permita, la suspensión de cumplimiento podrá oponerse
contra cada uno de los deudores, hasta el cumplimiento íntegro de la prestación
comprometida.
El problema más grave es qué pasa cuando el incumplimiento de la otra parte es
parcial: si Fernando compra un auto, pero la concesionaria no cumple con uno de los
accesorios (que tenga aire acondicionado cuatro zonas), se puede pedir una reducción
del precio, pero no se puede dejar de pagarle porque no cumplió con un accesorio.
Alegada como acción (como reclamo de cumplimiento) o como excepción (como
oposición a un reclamo de cumplimiento iniciado por la parte contratante), sus efectos
se prologarán hasta tanto la parte remisa cumpla u ofrezca cumplir. Esta potestad solo
puede ser ejercida judicialmente.
El art. 1032 del CCC introduce la tutela preventiva. La norma establece que “una parte
puede suspender su propio cumplimiento si sus derechos sufriesen una grave amenaza
de daño porque la otra parte ha sufrido un menoscabo significativo en su aptitud para
cumplir, o en su solvencia”.
Esta disposición permite a uno de los contratantes suspender el cumplimiento de su
obligación como forma de autoprotección frente al riesgo de insolvencia de la otra
parte del contrato, o bien, ante una circunstancia que le pudiera impedir, a este
último, dar cumplimiento a las obligaciones contraídas.
EJEMPLO: Fernando encarga a un pintor reconocido que le pinte un retrato suyo.
Convienen que le va a pagar un 30% 7 días antes de empezar el trabajo, y el resto
cuando se entregue el trabajo. Pero Fernando se entera 8 días antes que el pintor tuvo
un accidente de auto y no tiene capacidad para pintar por problemas motrices, pero se
va a rehabilitar, y preventivamente, Fernando no cumple con su obligación porque
presume que la otra parte no va a poder cumplir.
La ley permite suspender el cumplimiento hasta tanto la situación de temor ceda, la
otra parte cumpla o de seguridades suficientes de que va a cumplir.
El fundamento de este instituto radica en permitir al acreedor cumplidor el ejercicio de
una acción preventiva con el objeto de que pueda dejar de seguir cumpliendo cuando

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es seguro o verosímilmente posible que la parte contraria no o hará. Subyace a esta
tutela la idea de amenaza de lesión a un derecho patrimonial; así, quedarían abarcadas
no sólo las situaciones de insolvencia, sino también las que implicasen un menoscabo
significativo en la aptitud del deudor para cumplir.
La suspensión quedará sin efecto en la medida en que la otra parte cumpla u otorgue
las seguridades suficientes respecto de que el cumplimiento será realizado.
Obligación de saneamiento. Disposiciones generales.
Sanear significa reparar.
El CCC regula dos garantías tradicionales contenidas en todos los contratos a título
oneroso: la responsabilidad por evicción y la responsabilidad por vicios ocultos (art.
1034).
Al regular de este modo ambos institutos, el CCC reafirma la concepción según la cual
el objeto y alcance del saneamiento comprende las garantías de evicción y por vicios
redhibitorios (u ocultos).
Se entiende a la evicción como la garantía de ser indemnizado que la ley le concede al
adquirente a título oneroso que es turbado en su derecho, por una causa anterior o
concomitante a la adquisición. Para que funcione esta garantía, quien adquiere a título
oneroso debe verse enfrentado a otra persona que ejerce una pretensión jurídica en
virtud de la cual le impide, total o parcialmente, el ejercicio del derecho transmitido.
Este impedimento debe encontrar fundamento en una pretensión jurídica (un reclamo
judicial invocando ser el verdadero dueño de la cosa), puesto que las turbaciones de
hecho (molestias asentadas en la utilización de la fuerza, por ejemplo) no dan lugar a la
evicción.
EJEMPLO: si uno compra un departamento, se muda, y a las 2 semanas alguien le toca
el timbre y le dice “usted está equivocado, porque yo compre este departamento
antes que usted”, se daña el derecho de propiedad de una persona, y se debe reparar.
Como ha habido un intercambio económico, alguien ha generado un sacrificio para
obtener una ventaja, se busca que aquello que se busca obtener este protegido frente
a injusticias.
Suele denominarse evicto al adquiriente que ha sido vencido en la posesión de uso o
goce de la cosa adquirida. Por oposición, el evictor es el tercero que lo vence, y
llamamos garante, al que transmite el bien al evicto y que fue turbado en su derecho
por el evictor.
La garantía por vicios ocultos o redhibitorios constituye un efecto propio o natural de
todos los contratos a título oneroso, en virtud de la cual el enajenante debe asegurar
al adquirente por los defectos que pudiesen afectar la materialidad de la cosa
transmitida y que la hiciesen impropia para su destino.
Puede hablarse de saneamiento, entonces, cuando se trata de amparar al adquirente
de los defectos que tenga la cosa y de la turbación que pueda sufrir por parte de
terceros.
Su fundamento radica en la garantía que debe el enajenante al adquirente respecto de
que no será molestado por otra persona que invoque un mejor derecho sobre la cosa
transmitida, y también respecto de que la cosa transmitida será apta para su destino y
que no tiene defectos que repercutan en su valor, disminuyéndolo.
Son un efecto propio o natural de los contratos a título oneroso, pues existen aun
cuando no se estipulen expresamente, pero pueden ser dejadas de lado por
declaración expresa en contrario.

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ARTICULO 1033.- Sujetos responsables. Están obligados al saneamiento:
a) el transmitente de bienes a título oneroso;
b) quien ha dividido bienes con otros;
c) sus respectivos antecesores, si han efectuado la correspondiente transferencia
a título oneroso.
ARTICULO 1034.- Garantías comprendidas en la obligación de saneamiento. El obligado
al saneamiento garantiza por evicción y por vicios ocultos conforme a lo dispuesto en
esta Sección, sin perjuicio de las normas especiales.
Siempre, tanto para la obligación de saneamiento de la evicción y de los vicios
redhibitorios, es necesario que haya habido la transmisión de una cosa a título
oneroso.
El único que se salva de la responsabilidad es aquel que transmitió la cosa a título
gratuito. Si encontramos en un inmueble, hacia atrás, que alguien lo donó, esa persona
queda excluida de la cadena de adquirentes que entran en la responsabilidad.
ARTICULO 1035.- Adquisición a título gratuito. El adquirente a título gratuito puede
ejercer en su provecho las acciones de responsabilidad por saneamiento
correspondientes a sus antecesores.
ARTICULO 1036.- Disponibilidad. “La responsabilidad por saneamiento existe aunque
no haya sido estipulada por las partes. Estas pueden aumentarla, disminuirla o
suprimirla, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo siguiente”.
Todo el régimen aplica supletoriamente para el caso de que las partes nada hayan
dicho.
Hay casos en los que no se puede suprimir: por ejemplo, los casos de garantía cuando
compramos algo. Si la relación es realizada por sujetos no alcanzados por el régimen
de defensa del consumidor, si es posible suprimir esto.
ARTICULO 1039.- Responsabilidad por saneamiento. El acreedor de la obligación de
saneamiento tiene derecho a optar entre:
a) reclamar el saneamiento del título o la subsanación de los vicios;
b) reclamar un bien equivalente, si es fungible;
c) declarar la resolución del contrato, excepto en los casos previstos por los
artículos 1050 y 1057.
El acreedor cuenta también con la posibilidad de requerir la reparación de los
perjuicios ocasionados (art. 1040); salvo:
a) si el adquirente conoció, o pudo conocer el peligro de la evicción o la existencia
de vicios;
b) si el enajenante no conoció, ni pudo conocer el peligro de la evicción o la
existencia de vicios;
c) si la transmisión fue hecha a riesgo del adquirente;
d) si la adquisición resulta de una subasta judicial o administrativa.
La exención de responsabilidad por daños prevista en los incisos a) y b) no puede
invocarse por el enajenante que actúa profesionalmente en la actividad a la que
corresponde la enajenación, a menos que el adquirente también se desempeñe
profesionalmente en esa actividad.

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ARTICULO 1043.- Ignorancia o error. El obligado al saneamiento no puede invocar su
ignorancia o error, excepto estipulación en contrario.
Disposiciones particulares en materia de responsabilidad por evicción.
El art. 1044 establece cuál es el alcance de la responsabilidad por evicción y señala
que, a través de ella, se asegura la existencia y legitimidad del derecho transmitido. La
evicción puede originarse en la carencia, total o parcial, del derecho que se dijo
transmitir: en consecuencia, el derecho no fue transmitido, o lo fue de manera menos
plena, en menor medida, con cargas, etc.
Esta responsabilidad comprende los siguientes supuestos:
 toda turbación de derecho, total o parcial, que recayese sobre el bien, por
causa anterior o concomitante a la adquisición: un tercero invoca,
judicialmente, un mejor derecho sobre el bien transmitido;
 reclamos de terceros fundados en derechos resultantes de la propiedad
intelectual o industrial;
 turbaciones de hecho causadas por el propio transmitente: existe, para el
enajenante y sus sucesores, la obligación de no hacer nada que pueda
perturbar el derecho transmitido al adquirente.
El art. 1045 establece en qué supuestos queda excluida la responsabilidad del
enajenante por la evicción:
a) cuando se tratase de turbaciones de hecho causadas por terceros ajenos al
transmitente;
b) cuando se tratase de turbaciones de derecho fundadas en una disposición
legal;
c) cuando la evicción resultase de un derecho de origen anterior a la transmisión y
consolidado posteriormente.
El art. 1046 prevé una actuación fundamental en el esquema de esta responsabilidad:
la citación de evicción: “si un tercero demanda al adquirente en un proceso del que
pueda resultar la evicción de la cosa, el garante citado a juicio debe comparecer en los
términos de la ley de procedimientos. El adquirente puede seguir actuando en el
proceso”.
De modo que, demandado el adquirente por un tercero que invoca un mejor derecho
sobre el objeto del contrato, éste puede citar a juicio a su enajenante, el que podrá
tomar intervención y ocurrir en defensa de los derechos del adquirente; sólo así, si es
vencido por el tercero, tendrá acción para reclamarle al enajenante los daños y
perjuicios y la devolución del precio.
ARTICULO 1047.- Gastos de defensa. El garante debe pagar al adquirente los gastos
que éste ha afrontado para la defensa de sus derechos. Sin embargo, el adquirente no
puede cobrarlos, ni efectuar ningún otro reclamo si:
a) no citó al garante al proceso;
b) citó al garante, y aunque éste se allanó, continuó con la defensa y fue vencido.
ARTICULO 1048.- Cesación de la responsabilidad. En los casos en que se promueve el
proceso judicial, la responsabilidad por evicción cesa:

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a) si el adquirente no cita al garante, o lo hace después de vencido el plazo que
establece la ley procesal;
b) si el garante no comparece al proceso judicial, y el adquirente, actuando de
mala fe, no opone las defensas pertinentes, no las sostiene, o no interpone o
no prosigue los recursos ordinarios de que dispone contra el fallo desfavorable;
c) si el adquirente se allana a la demanda sin la conformidad del garante; o
somete la cuestión a arbitraje y el laudo le es desfavorable.
Sin embargo, la responsabilidad subsiste si el adquirente prueba que, por no haber
existido oposición justa que hacer al derecho del vencedor, la citación oportuna del
garante por evicción, o la interposición o sustanciación de los recursos, eran inútiles; o
que el allanamiento o el laudo desfavorable son ajustados a derecho.
El art. 1049 del CCC establece los supuestos en los que la ley no requiere la citación del
enajenante, sino que directamente faculta al adquirente a resolver el contrato y, en su
caso, solicitar los daños y perjuicios. Ellos son:
a) cuando el defecto del título afecta tan significativamente el valor del bien que,
de haberlo conocido el adquirente, no hubiera celebrado el contrato; y
b) cuando la evicción proviene de una sentencia o un laudo arbitral: la
desposesión se ha producido; en este caso, ya no resulta siquiera exigible la
discusión judicial y el enajenante será responsable por la evicción producida.
El art. 1050 del CCC dispone que, si el adquirente sanea el título defectuoso por el
transcurso del tiempo, se extingue la responsabilidad por evicción.
Disposiciones particulares en materia de responsabilidad por vicios ocultos.
Los vicios redhibitorios son aquellos defectos ocultos de la cosa, existentes al tiempo
de su adquisición, que tornan a la cosa impropia para el destino asignado o que de tal
modo disminuyen su valor que, de haberlos conocido el adquirente, no la habría
adquirido o habría dado menos por ella.
Un vicio es redhibitorio, y por ende dispara esta responsabilidad, cuando es un
defecto, algo que contrario a perfecto, que hace que aquella cosa que uno adquiere,
en virtud de este defecto, sea impropia para su destino. EJEMPLO: si compramos un
auto para poder trasladarnos, pero tiene el motor fundido, lo hace impropia para su
destino. En cambio, si lo queremos para ponerlo en el living de nuestra casa, no
importa que tenga el motor fundido.
La responsabilidad emergente de la presencia de estos vicios constituye una garantía
propia de todos los contratos onerosos que protege al adquirente, permitiéndole
devolver la cosa al enajenante o exigirle una disminución del precio.
El vicio o defecto que ocasiona el funcionamiento de la garantía es de hecho, surge de
la propia materialidad de la cosa.
ARTICULO 1051.- Contenido de la responsabilidad por vicios ocultos. La
responsabilidad por defectos ocultos se extiende a:
a) los defectos no comprendidos en las exclusiones del artículo 1053;
b) los vicios redhibitorios, considerándose tales los defectos que hacen a la cosa
impropia para su destino por razones estructurales o funcionales, o disminuyen
su utilidad a tal extremo que, de haberlos conocido, el adquirente no la habría
adquirido, o su contraprestación hubiese sido significativamente menor.

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Si el defecto hace que la cosa sea impropia para su destino, eventualmente podemos
hablar de vicio. Pero además, debe ser oculto, es decir, no manifiesto. Si uno de una
simple inspección logra detectar el defecto, no está oculto, y si no lo está, nadie puede
alegar su propia torpeza. Si uno abre el capot y ve que no tiene motor, no puede
invocar esto. Si un mecánico revisa el auto y sabe que tiene un defecto, no puede
invocar esta responsabilidad. Si la profesión habilita a ver el defecto, ya no es oculto y
no dispara la responsabilidad.
Son vicios ocultos los que hacen a la cosa impropia para su destino y que están fuera
del alcance del conocimiento del que lo inspecciona.
Ese aprovechamiento es lo que la ley intenta castigar, esa situación de superioridad de
una parte sobre la otra, una persona que conoce más sobre la cosa y oculta que tiene
un defecto, no es justo respecto de la contraparte que de buena fe que de principio
adquiere y posee un defecto, o posee una situación más allá de lo que hubiese querido
o aceptado.
El defecto tiene que ser de tal gravedad que torne a la cosa impropia para su destino o
que, conociéndolo, el adquirente hubiera pagado menos o no hubiera realizado el
negocio.
ARTICULO 1052.- Ampliación convencional de la garantía. Se considera que un defecto
es vicio redhibitorio:
a) si lo estipulan las partes con referencia a ciertos defectos específicos, aunque el
adquirente debiera haberlos conocido;
b) si el enajenante garantiza la inexistencia de defectos, o cierta calidad de la cosa
transmitida, aunque el adquirente debiera haber conocido el defecto o la falta
de calidad;
c) si el que interviene en la fabricación o en la comercialización de la cosa otorga
garantías especiales. Sin embargo, excepto estipulación en contrario, el
adquirente puede optar por ejercer los derechos resultantes de la garantía
conforme a los términos en que fue otorgada.
Ello es así porque las garantías por vicios redhibitorios no suponen afectación del
orden público y, por tanto, las partes pueden alterarla e, incluso, agravarla.
Esta garantía es de naturaleza objetiva, por lo que no requiere, para su configuración,
de ninguna atribución a título de culpa y el enajenante deberá restituir las cosas a su
estado anterior, aun cuando hubiere actuado de buena fe.
Este principio se reafirma con el art. 1053, en cuando, al sentar los supuestos de
exclusión de la responsabilidad, da cuenta de la intervención, de algún modo, del
adquirente. Así, esta responsabilidad no comprende:
a) los defectos del bien que el adquirente conoció, o debió haber conocido
mediante un examen adecuado a las circunstancias del caso al momento de la
adquisición, excepto que haya hecho reserva expresa respecto de aquéllos. Si
reviste características especiales de complejidad, y la posibilidad de conocer el
defecto requiere cierta preparación científica o técnica, para determinar esa
posibilidad se aplican los usos del lugar de entrega;

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b) los defectos del bien que no existían al tiempo de la adquisición. La prueba de
su existencia incumbe al adquirente, excepto si el transmitente actúa
profesionalmente en la actividad a la que corresponde la transmisión.
El derecho establece por cuanto tiempo debe mantenerse la responsabilidad por vicios
ocultos.
ARTICULO 1054.- Ejercicio de la responsabilidad por defectos ocultos. “El adquirente
tiene la carga de denunciar expresamente la existencia del defecto oculto al garante
dentro de los 60 días de haberse manifestado. Si el defecto se manifiesta
gradualmente, el plazo se cuenta desde que el adquirente pudo advertirlo. El
incumplimiento de esta carga extingue la responsabilidad por defectos ocultos,
excepto que el enajenante haya conocido o debido conocer, la existencia de los
defectos.”
Si pasaron 61 días, no se puede reclamar, salvo que el enajenante sepa eso que se
denuncio tardíamente y no hubiera hecho nada. La ley no ampara el ejercicio abusivo
de los derechos.
El art. no habla de notificación fehaciente, con lo cual cualquier medio de
comunicación bastaría. Pero hay que asegurarse que el mensaje ha sido recibido, para
que en un proceso judicial no argumenten que no ejercimos el derecho de notificar
dentro de los 60 días.
Una vez denunciado, el plazo de prescripción será de un año.
El art. 1055 establece que la caducidad (de pleno derecho) de la garantía se produce:
a) si la cosa es inmueble, cuando transcurren tres años desde que la recibió;
b) si la cosa es mueble, cuando transcurren seis meses desde que la recibió o puso
en funcionamiento.
Estos plazos pueden ser aumentados o disminuidos convencionalmente. En los casos
de contratos de consumo, la garantía por plazo mínimo legal no puede cambiarse.
EJEMPLO: compramos un depto. en la costa, nos lo entregan, lo recibimos en febrero y
pasamos las vacaciones ahí, luego llega el otoño y nos vamos y no volvemos hasta el
año siguiente. Cuando volvemos vemos que tiene una filtración importante. Pero
estamos de vacaciones y no nos queremos hacer problema y ponemos un balde. Y al
siguiente verano, descubrimos que la gotera ahora es una especie de catarata, y que
además el piso y cielo se destruyó, y ahora además se está filtrando al piso de abajo, y
recién ahora quieren avisar a la constructora. Claramente hay un defecto oculto, pero
no se debe hacer soportar al vendedor una responsabilidad mayor que la que hubiera
tenido que soportar si se avisaba el defecto a tiempo.
La diferencia entre prescripción y caducidad es que la prescripción extingue la acción, y
la caducidad el derecho. Y la diferencia que hay entre que se extinga la acción y que se
extinga el derecho, es que si se extingue la acción no se puede reclamar judicialmente,
y si se pierde el derecho, se pierde poder percibirlo.
En caso de que el adquirente pretenda la resolución del contrato, sólo lo podrá hacer si
se trata de un vicio redhibitorio o si medió una ampliación convencional de la garantía;
caso contrario, según el art. 1039, si el defecto no es tan grave como para hacer
impropia la cosa para su destino, al afectado podrá pedir la subsanación de los vicios o
reclamar un bien equivalente, si es fungible.

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En caso de que la cosa perezca, total o parcialmente, como consecuencia de los
defectos que padece, el CCC establece que el garante deberá, igualmente, soportar su
pérdida (art. 1058).
El adquirente no tendrá tampoco derecho a resolver si el defecto resulta subsanable y,
pese a ofrecer ello el enajenante, no lo acepta; solo restaría el reclamo por los daños y
perjuicios (art. 1057). Esta conclusión se entiende a partir del principio de conservación
del contrato, según el cual debe preferirse, ante una resolución que implique su
ineficacia, aquella interpretación que mantenga con vida el vínculo contractual.
La señal.
Arras es la seña, también llamada la señal. Este instituto nace en el derecho romano.
Las arras eran las alianzas, lo que simbolizaba un compromiso, de cumplir una
obligación.
La seña es aquello que se entrega por una parte a la otra, en virtud de una cláusula
accidental de un contrato bilateral, con la finalidad de facultar, a uno o ambos
contratantes, la resolución por voluntad unilateral por uno de ellos (arrepentimiento)
o con la finalidad de confirmar el contrato (como cumplimiento o principio de
ejecución).
El concepto de seña en nuestro derecho es bivalente, es decir, tiene dos significaciones
distintas:
 Seña penitencial: permitir el arrepentimiento de una de las partes y
desobligarse, perdiendo lo entregado, o entregando lo recibido, más otro
tanto; o
 Seña confirmatoria: asegurar el cumplimiento, operando en este caso la seña
como demostración de la intención de las partes de seguir adelante con el
contrato. No permite arrepentirse.
Esto es la llamada clausula penal. En ella se genera la responsabilidad abstracta,
porque no mira si se produzco un daño o no, importa que se generó automáticamente
el pago de esa indemnización por el hecho de haber incumplido su obligación.
En el caso de la seña penitencial, lo que se pierde dado en seña opera como una
clausula penal.
Si la seña es penitencial y nos arrepentimos, tenemos la obligación de avisar a la otra
parte, y tenemos una disminución patrimonial, ya que perdemos la seña; si el que nos
recibe la seña se arrepiente, debe devolvernos la seña y un interés además, porque se
perjudica el interés de la persona de contratar, y debe resarcirlo, porque el comprador
ve frustrada su perspectiva. EJEMPLO: se devuelve 10mil del comprador, y otros 10mil
del vendedor que se arrepintió, para resarcir el daño del comprador que vio frustrada
su perspectiva. Esta penalidad busca resarcir todos los daños que la persona pudo
haber percibido: pérdida de la chance, lucro cesante, etc. No se mira si se generó un
daño o no, lo que importa es que hay un hecho puntual que no se cumplió que dispara
el pago de una suma de dinero, por eso hablamos de clausula penal.
La ley presume que se generará un daño y le da un valor estipulado a ese daño, que es
la llamada indemnización pre tasada, que la tasa como el doble de la seña entregada.
En el CCC, de acuerdo con el art. 1059, la seña es confirmatoria, salvo pacto en
contrario. Por lo tanto no acuerda, excepto estipulación expresa de las partes en ese
sentido, el derecho a arrepentirse; lo dado en concepto de seña será, entonces, a
cuenta de precio y, a partir de allí, el deudor que pretenda apartarse de lo pactado

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incurrirá en incumplimiento y deberá, además, la indemnización de los daños y
perjuicios.
En caso de que se hubiese pactado la seña como penitencial, quien entregó la señal la
pierde en beneficio de la otra, y quien la recibió, debe restituir el doble.
En el supuesto de que se arrepienta quien la recibió, debe devolver ello y otro tanto de
su valor.
ARTICULO 1060.- Modalidad. Como señal o arras pueden entregarse dinero o cosas
muebles. Si es de la misma especie que lo que debe darse por el contrato, la señal se
tiene como parte de la prestación si el contrato se cumple; pero no si ella es de
diferente especie o si la obligación es de hacer o no hacer.
EJEMPLO: si se deben pagar 1millon, y se dan 100mil, los 100mil se deducen del
1millon. Si la señal es de diferente especie (dejamos un caballo en concepto de seña)
se devuelve el caballo y se paga el precio entero.

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