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18/6/23, 5:25 El noble de frontera ante el espejo: el marqués de Cádiz como paradigma

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e-Spania
Revue interdisciplinaire d’études hispaniques médiévales et modernes

31 | octobre 2018
Une noblesse de frontière / Juan de Mariana
Une « noblesse de frontière » en péninsule Ibérique (XIVe-XVe siècles)

El noble de frontera ante el espejo: el


marqués de Cádiz como paradigma
Juan Luis Carriazo Rubio
https://doi.org/10.4000/e-spania.28667

Résumés
Español Français
Se analiza en este artículo la caracterización del noble de frontera en la Andalucía medieval tomando como
ejemplo el caso de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, y el retrato hecho por él mismo en su
correspondencia con Juan de Pineda. Se constata también que las principales características destacadas por
el marqués coinciden con las que subrayan los cronistas del período a propósito del personaje y los cronistas
del linaje a propósito de sus sucesores durante los siglos siguientes.

On analyse ici la caractérisation du noble de frontière de l’Andalousie médiévale en prenant comme exemple
le cas de Rodrigo Ponce de León, marquis de Cadix, et le portrait fait par lui-même dans sa correspondance
avec Juan de Pineda. On constate que les principales caractéristiques évoquées par le marquis correspondent
à celles que soulignent les chroniqueurs de la période au sujet du personnage et les chroniqueurs du lignage
au sujet de ses successeurs au cours des siècles suivants.

Entrées d’index
Mots-clés : noblesse, lignage, historiographie, Andalousie, frontière, ducs de Arcos
Palabras claves: nobleza, linaje, historiografía, Andalucía, frontera, duques de Arcos

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Texte intégral
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surfrontera” en la Andalucía bajomedieval puede parecer redundante, toda
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del Guadalquivir, privado aún de la compañía del territorio granadino, era “la
activer
frontera” 1. La denominación aludía a la proximidad del límite entre la Cristiandad y el Islam

peninsular, pero implicaba una cierta particularidad a la que resultaban permeables todas las
manifestaciones socioeconómicas y culturales de la región, incluyendo, por supuesto, y en lugar
muy ✓ Tout accepter
destacado, las protagonizadas por el estamento nobiliario. Desde el momento mismo de la
conquista en el siglo  XIII, la frontera ofreció a la nobleza un espacio propicio para acrecentar
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patrimonio y memoria, vinculando a la existencia de la linde las razones de un liderazgo militar y
social sólidamente afianzado2. Ahora bien, si esto es lo habitual en la Andalucía de los siglos
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finales de la Edad Media, las oscilaciones en la intensidad con que se vivió y percibió el hecho
fronterizo generaron momentos en los que la entrada en escena de individuos con perfiles
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nítidamente beligerantes proporciona ejemplos paradigmáticos de lo que cabe considerar como
“nobleza de frontera”.

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2 Es el caso de Rodrigo Ponce de León, señor de Marchena, conde de Arcos y marqués-duque de
Cádiz, que vivió entre 1443 y 1492, y asumió el gobierno de sus estados señoriales a la muerte de
su progenitor, en 14713. Implicado desde muy joven en la actividad militar desarrollada en la
frontera de Granada, obtuvo éxitos muy relevantes durante el reinado de Enrique  IV. Su
enfrentamiento con el duque de Medina Sidonia, don Enrique de Guzmán, así como su
matrimonio con Beatriz Pacheco, hija del influyente marqués de Villena, don Juan Pacheco, le
hicieron optar por la Beltraneja durante la guerra de sucesión castellana. Reconciliado luego con
los Reyes Católicos, la guerra de Granada le ofreció la posibilidad de demostrar su adhesión al
proyecto político de la Corona y ver recompensados unos servicios que le convirtieron en el más
constante, reconocido y elogiado de los nobles que participaron en la contienda.
3 Rodrigo Ponce de León era un noble de frontera en todos los sentidos posibles: por la tradición
de su linaje, por la ubicación y génesis de sus estados señoriales, por la coyuntura y motivos que le
permitieron ampliarlos, por su propia actividad militar y por la huella literaria e historiográfica
que esta propició. Cualquiera de estos aspectos justificaría un análisis, particular pero muy
representativo, del concepto “nobleza de frontera”. Ahora bien, en las próximas páginas
ensayaremos una aproximación distinta. Intentaremos valorar qué imagen tenía Rodrigo Ponce de
León de sí mismo como noble fronterizo, qué cualidades reforzaban dicha imagen y hasta qué
punto pervivieron en la historiografía de la casa, conformando un paradigma que servirá a los
cronistas del linaje para construir, de manera muy forzada en ocasiones, el elogio de sus
descendientes.

La imagen de sí mismo
4 La mejor representación del marqués de Cádiz como “noble de frontera” nos la ofrece él mismo
en un documento excepcional, fechado en Marchena en noviembre de 1483. Es una carta dirigida a
su sobrino Juan de Pineda en la que recuerda los servicios realizados a la corona para respaldar su
pretensión de recibir Zahara en señorío, frente a las aspiraciones en el mismo sentido del mariscal
Gonzalo de Saavedra4. Don Rodrigo expone pormenorizadamente sus principales acciones
militares. Destaca catorce en total, de las que solo una no tiene carácter fronterizo: la toma de
Utrera al mariscal Fernán Arias de Saavedra (1478). Todas las demás son acciones frente a los
musulmanes granadinos: la batalla del Madroño (1462), las “tomas” de Gibraltar (1462), Cardela
(1472), Ortejícar (1478), Alhama (1482), Tájara (1483) y Zahara (1483); la destrucción de Garciago
(1472) y Villaluenga (1481), los combates en Ronda, Loja y Setenil (1482); y la derrota de la
Axarquía (1483)5. En dos ocasiones deja claro que son las principales, no las únicas, pues alude a
“otras cosas de cavalgadas que sería prolixidad escrivirlo” y a “otros socorros a castillos e fortaleças
de esta frontera”. Con sus casi cuarenta años, el curriculum del personaje es tan extenso que puede
seleccionar los méritos dignos de figurar en él6.
5 Evidentemente, uno de los rasgos característicos del marqués de Cádiz es que la inmensa
mayoría de sus acciones militares se contaron por victorias. El propio Rodrigo, en su carta,
concede importancia a este hecho. Lo usa, por ejemplo, para marcar distancia con el mariscal
Gonzalo de Saavedra y su pretensión sobre Zahara, por “aver perdido aquella villa y gela aver
tomado los moros”. Pero, inconscientemente, su redacción transmite también la humillación
consustancial a la derrota. Resulta significativo comprobar cómo Rodrigo se sitúa en primer plano
al presentar aquellas victorias obtenidas en colaboración con otros caballeros: “tomé a Ortexícar,
en compañía del señor conde de Urueña”; tomó y defendió Alhama “en compañía del señor

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Adelantado e de los cavalleros que allí se fallaron”. En cambio, se coloca el último al recordar “lo
que nos acaeçió al señor maestre de Santiago e a otros señores e cavalleros e a mí en el Axarquía”.
A buen seguro, el marqués no evocaría aquella terrible experiencia de no ser porque el coste
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familiar
vous donne y económico
le contrôlerecibido
sur constituía igualmente un servicio notable a los reyes.
6 En la carta de 1483,
ceux que vous souhaitez Rodrigo Ponce de León exhibe sus méritos pasados e incluso los que habrán
de venir, pues
activer pide que los reyes “ayan memoria de mis serviçios, aunque non ayan seydo tan
grandes quanto es la voluntad que tengo de servir a su serenidad”. Y se despide confiando en que
“nuestro Señor me dará lugar que a Sus Altezas faga otros serviçios por do merezca reçibir esta
merçed que de Sus Altezas espero”. La idea de servicio a la Corona no solo justifica la pretensión
de la merced, sino que aglutina y dota de sentido a las acciones concretas.
7 Resulta interesante comprobar cómo se refiere el marqués a las acciones desarrolladas durante
el reinado de Enrique  IV, rey al que, por supuesto, no cita. Son “las cosas en que me hallé en la
guerra de los moros antes que Sus Altezas reynasen”. Rodrigo no puede dejar de referirlas, pues
hay entre ellas episodios tan significativos como la batalla del Madroño o la conquista definitiva de
Gibraltar, fechadas ambas en 1462. Al decir que eran “cosas en que me hallé”, renuncia a una
iniciativa bélica en la frontera que podía interpretarse como expresión de la voluntad de servicio al

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denostado Enrique. Es ahora, “después que Sus Altezas reynan”, cuando sirve “lealmente” a los
reyes. De esta forma, el liderazgo fronterizo del marqués y su linaje adquiere un sentido político de
reconciliación con la reina Isabel, a la que se había opuesto hasta la batalla de Toro (1476). Este
“servicio” se potencia cuando la naturaleza belicosa y fronteriza de Rodrigo se desenvuelve en la
guerra sistemática de conquista del emirato nazarí de Granada. Rodrigo afirma que los reyes
“saben en lo de Loxa lo que les serví”, o que “Su Alteza sabe bien lo que le serví en la toma de
Tájara”. Ahora bien, el “servicio” se materializa en aspectos concretos que, sumados, componen
una imagen muy nítida de lo que suponía el liderazgo militar de un noble en la frontera:

Es una actividad constante. Prácticamente, no hay acción fronteriza en la que no participe


(“en todas las otras entradas syenpre he ydo”), tanto en ocasiones relevantes y muy
decisivas como en operaciones menores y de desgaste (“otras cosas de cavalgadas que sería
prolixidad escrivirlo”).
Es una actividad temprana, pues la batalla del Madroño tuvo lugar cuando el marqués no
había cumplido aún los dieciocho años.
Es una actividad personal, aspecto que Rodrigo Ponce de León subraya de manera
constante. Habla, por ejemplo, de las “cosas en que me hallé”.
Al mismo tiempo, y en virtud de los conceptos de casa, linaje y señorío, es también una
actividad colectiva. La propia identidad de la hueste señorial hace que Rodrigo presente
como logros personales los conseguidos por sus soldados (“la quema e destroço que fize en
la villa de Garçiago”; “quemé e destroçé la villa de Villaluenga”; “derroqué la torre del
Mercadillo”; “derroqué la fortaleça de Las Salinas”). Este rasgo es extensible a otros
contingentes señoriales (“en lo de la guerra de los moros tomé a Ortexícar, en compañía del
señor conde de Urueña”).
Es una actividad que conlleva esfuerzo, riesgo y, en ocasiones, sacrificio. En la batalla del
Madroño, recuerda el marqués que “se derramó asaz sangre de mi persona”. En dos
ocasiones enfatiza el “arrisco” (riesgo) asumido: en Alhama, tanto en la conquista como en
la defensa subsiguiente, y en Zahara, al asaltar la villa “a escala vista, en medio del día e por
conbate”. Al referir los ataques contra Loja, recuerda “a quánto peligro puse mi persona”.
Como colofón de esta idea, Rodrigo sanciona: “antes he querido e quiero sofrir e tener pena
e trabajo que dar ningún enojo ni ynportunidad a Sus Altezas”.
De la misma manera que los éxitos obtenidos por la hueste del señor son éxitos
personales del señor, los daños sufridos por los miembros de aquella se presentan como
daños propios. Así, el marqués recuerda los “treynta e çinco o quarenta criados míos” que
murieron en Alhama. Poco después, en la defensa de la plaza, “mi gente fue la primera que
acorrió allí por do los moros entravan, […] e murieron dos o tres criados míos”. Y Zahara se
tomó “poniendo a tan gran arrisco como vistes mi persona e parientes e gentes, en que se
derramó asaz sangre de mis parientes e de la otra gente mía”. Ahora bien, las mayores
pérdidas humanas se produjeron en la derrota de la Axarquía, “de que me alcançó tanta
parte en morir mis hermanos e parientes, alcaides e criados”.
Y es una actividad que conlleva un compromiso económico. En Ortejícar, la mayor parte
de la gente de guerra “fue pagada a mi costa”. Para la defensa de Alhama dejó a dos
familiares y a “otros alcaydes míos, con dozientos escuderos”. El saldo de la Axarquía más
parece un ejercicio contable que un recuerdo a los muertos: “tan grandes gastos se me han
recreçido, asý en los resgates como en pagar trezientos cauallos e armas de mi gente, que
con quinze cuentos no se podrá conplir, e asaz parte de ello he pagado, en espeçial los
cavallos e armas”.

8
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En resumen, el noble fronterizo expone su persona, a su gente y su dinero de manera sistemática
en lautilise
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contra los musulmanes.
cookies et Rodrigo Ponce de León, una vez más, lo describe con nitidez:
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“endonne le contrôle
todas las sur syenpre he ydo en persona con Su Alteza, con la más gente que yo he
otras entradas
ceux que en
podido, vous
quesouhaitez
he gastado asaz”.
9 Ahoraactiver
bien, la carta del marqués a su sobrino no solo caracteriza al noble de frontera, sino que
también ofrece un retrato de su antítesis, encarnada en este caso por el duque de Medina Sidonia,
don Enrique de Guzmán, adversario constante de Rodrigo Ponce de León. El marqués describe con
hiriente sarcasmo los deméritos de su rival. El duque es ante todo un traidor, a quien Rodrigo
imagina “en su casa ençerrado llorando” durante tres días al saber que Zahara había sido tomada,
“teniendo mayor sentimiento de ello que los moros, que la perdieron”. Esta vinculación del duque
con el enemigo natural queda reforzada al recordar que Cardela, después de conquistada, “se
perdió a causa del duque”. El marqués ridiculiza también la correspondencia intercambiada tras la
toma de Zahara: “e agora me ha escrito en remedio para su pena, salvo dezir que él tenía en
voluntad de la tomar”. Frente a la presencia constante del marqués en la frontera, la ausencia del
duque; frente al esfuerzo de Rodrigo, la vida placentera de Enrique de Guzmán:

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Asý creo que terná de tomar Granada desde San Lúcar, pero ni Granada ni la menor torre del
reyno ninguno la puede tomar estando en su casa folgando, e asý el duque, cuando nosotros
estávamos conbatyéndonos con los moros, él estava bien descansado de aquello en su villa de
San Lúcar, ni tal que trasnochadas avía pasado por llegar a tomar Zahara. De la carta que
sobre ello me escrivió os envío el traslado, e asý el de mi respuesta. Todos se ríen acá de ello,
creo que non se hará allá menos7.

La visión de los contemporáneos


10 Si Rodrigo Ponce de León escribió a su sobrino Juan de Pineda en noviembre de 1483, un año y
medio antes la toma de Alhama había inspirado a mosén Diego de Valera una encendida epístola
dirigida al marqués (marzo de 1482) 8. Es un texto breve pero certero que ensalza los éxitos
fronterizos del destinatario, y lo hace, básicamente, con los mismos argumentos que utilizará
Rodrigo para reclamar la concesión de Zahara. Valera destaca, en primer lugar, la actividad
constante del marqués de Cádiz en la frontera, “mirando las señaladas cosas por vos, señor, fechas
en la mocedad, e continuadas en la joventud, e acabadas en el medio de vuestra hedad”. En suma,
“continuando sienpre vuestro santo propósito no cesastes de les faser guerra”. Es una actividad,
además, muy precoz: “apenas vos heran las barbas nascidas, quando […] osastes pelear contra
gran muchedunbre de moros como en la batalla del Madroño vencistes”. Y es una actividad que
comporta un riesgo personal y un esfuerzo notable. En la batalla del Madroño Rodrigo combatió
“todo temor olvidado”, “sin tal certidumbre tener”; en Alhama, “con animoso coraçón” emprendió
“tan peligrosa y áspera enpresa”. Para Valera la toma de Alhama es cosa “dina de eterna memoria e
de grandísimo galardón, en que avés dado materia a los coronistas de escrivir e a los cavalleros
enxenplo, e a todos deseo de faser su dever”. Esa proyección hacia el futuro del perfil militar y
caballeresco de su interlocutor hace al cronista lanzar su conocida afirmación: “Pues de vos, señor,
¿qué se espera salvo que seréis otro Cid en nuestros tienpos nacido?”9.
11 Todos los grandes cronistas del período dan cuenta de los éxitos militares de Rodrigo Ponce de
León, aunque es Andrés Bernáldez quien nos ofrece su mejor retrato literario10. El cura de Los
Palacios (localidad, por cierto, perteneciente al señorío de los Ponce de León) elogia todas las
facetas del personaje y se recrea describiendo su multitudinario entierro en Sevilla11. No da cuenta
aquí de sus hechos porque los trata pormenorizadamente en distintos capítulos de sus Memorias
(“de sus hechos e vitorias ya es dicho en sus tienpos e lugares”). Ahora bien, el párrafo
introductorio a la semblanza de Bernáldez contiene varios de los argumentos utilizados por Valera
en 1482 y por el propio Rodrigo al año siguiente. Para el cura, Rodrigo es, ante todo, un “esforçado
cavallero”; el que “más trabajó, de los grandes de Castilla, en la guerra”. De hecho, “desque
Alhama tomó non ovo entrada que el rey fiziese que él no fuese en ella en todos los diez años que
duró la conquista del reino de Granada”. Y sentencia:

Él fizo el comienço e vido el fin, e ovo su parte de la gloria e vitoria; que él fue presente en la
entrega de Granada, que fue el sello de la conquista; e assí como fue onrrado en la vida e
amado de los esforçados, así fue muy onrrado en su muerte12.

12 “Esforçado cavallero”, “amado de los esforçados”, y Bernáldez sigue insistiendo: “era muy
esforçado e bravo e muy feroz a sus enemigos”. El riesgo que comportaba este esfuerzo queda
patente al explicar la causa de su muerte, pues falleció “de achaque de una opilación que se le hizo
andando en la guerra contra los moros”13. Presencia constante en la frontera, esfuerzo y riesgo que
deriva en sacrificio. Al igual que Valera, Bernáldez también quiere ver, en su caso, a través de los

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ojos de las damas de la corte, a un “Cid Ruy Díaz en su tienpo”14.
Como decía Valera, el marqués de Cádiz dio “materia a los coronistas de escrivir”. La
trascendencia de sus hechos de armas justifica, incluso, la redacción de una crónica particular: la
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conocida como Historia de los hechos del marqués de Cádiz15. De los cincuenta y dos capítulos que
vous donne le contrôle sur
la componen,
ceux que vous solo tres (I, V y IX) eluden la temática fronteriza: dos de ellos muy breves y el otro,
souhaitez
incompleto. Todo
activer el panegírico del personaje se sustenta sobre la actividad fronteriza de Rodrigo
Ponce de León, dedicando un tercio de la extensión de la crónica a las acciones desarrolladas
durante el reinado de Enrique  IV y los dos tercios restantes a la sistemática participación del
marqués en la guerra de Granada. Precocidad, constancia, riesgo y esfuerzo vuelven a ser cuatro
ejes sustanciales en la caracterización de Rodrigo como héroe fronterizo.
14 Para el anónimo autor de la Historia de los hechos del marqués de Cádiz, don Rodrigo era un
“cauallero muy diestro en los fechos de la guerra” (22016), el “más prinçipal de toda la frontera”
(223), y un “capitán diestro e cauallero muy esforçado” (249). En mi estudio preliminar a la
edición de la Historia ya hice notar que “posiblemente sea este último el calificativo más repetido
en relación al marqués”17. Son casi treinta las veces que se califica a Rodrigo de “esforzado”
caballero, y algunas otras las que se alude a su “esforzado” corazón o “esforzadas” razones y

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acciones. En una decena larga de ocasiones lo encontramos “esforzando” a otros combatientes, y
“esforzados” son también muchos de los que le acompañan.
15 El riesgo asumido por Rodrigo en sus acciones fronterizas es igualmente una imagen recurrente.
Durante el primer intento de tomar Loja, el marqués se expone “a grand peligro” (210), hasta el
punto que “quiso ofreçer su presona a la muerte” (213). En la derrota de la Axarquía se expone de
nuevo “a peligro de muerte” (220). Esta exposición en el combate queda atestiguada por los cuatro
caballos que le mataron en la batalla del Madroño (165), por la pérdida de familiares y escuderos
en la Axarquía (221), o por los que resultaron heridos en el cerco de Málaga, ya que, como el
marqués “era muy conoçido de los moros e yua en la delantera, todos le tyrauan a él y dauan a los
que más çercanos dél yuan” (281). Uno de aquellos espingarderos musulmanes le atravesó la
adarga sin causarle daño físico (280). Pero la prueba palpable del riesgo asumido son las heridas
sufridas en su propia persona. El anónimo cronista recuerda, como hiciera Rodrigo a su sobrino
Pineda, la sangre derramada en la batalla del Madroño (165), prueba una vez más de la precocidad
de su vocación fronteriza18.
16 La constancia se aprecia en el tiempo, pero también en el instante, convirtiendo la reiteración en
intensidad. La propia sucesión de capítulos de la Historia deja claro que Rodrigo Ponce de León
participó sistemáticamente en la actividad militar desarrollada en la linde granadina, pero, al
mismo tiempo, en episodios concretos el marqués se nos muestra como un guerrero siempre
dispuesto al combate. En la defensa de Alhama, “de noche e de día sienpre armado, nunca çesaua
requerir todas las estanças” (204). Durante el asedio a Cambil y Alhabar, “en tanto que el rey allý
estouo nunca jamás las armas quitaua de ençima” (243). No en vano, su objetivo era “dar guerra
continua a los moros, nunca estimando trabajos, soles nin fríos, las armas a cuestas” (259). La
acción constante se derivaba de la determinación, pues “jamás dexaua de pensar cómmo podría
fazer todo mal a los moros ynfieles” (199); y esta, del servicio a Dios y a los reyes.
17 Por las mismas fechas que se escribió la Historia de los hechos del marqués de Cádiz, apareció
publicado en Sevilla El Laborinto del duque de Cádiz, de Juan de Padilla el Cartujano. Aunque el
Laborinto no se centra, a diferencia de la Historia, en el perfil fronterizo del personaje, sí nos
ofrece una fecha segura (1493), algunas referencias de interés y la oportunidad de consultar en la
excelente edición de Pedro M. Cátedra y Pedro Martín Baños (2017), un texto que ha permanecido
extraviado durante varios siglos. Padilla imagina la contemplación de una “silla”, deudora
claramente de Juan de Mena, en la que están talladas, como en el coro bajo de la catedral de
Toledo, diversas escenas de la guerra de Granada; en este caso, protagonizadas por Rodrigo Ponce
de León19. Insiste en el riesgo que corrieron los defensores de Alhama (“a los nuestros conbidavan
/ preciar menos a la muerte”, 282); y en particular, el marqués (“tras los muros el león / estava con
intención / de morir despedaçado”, 284). Al igual que en la carta del marqués a su sobrino Juan de
Pineda, en los versos del Cartujano no faltan ni “la sangre del Madroño” (288), ni la juventud
barbilampiña de Rodrigo en aquella jornada (“Por su poca hedad graciosa / su cara fresca tenía, /
en parte nada vellosa”, 289), ni tampoco la reprobación a Gonzalo de Saavedra por la pérdida de
Zahara (“y más presto la tomó [el marqués], que no el otro la perdió, Sayavedra el mariscal”, 287).
Rodrigo “jamás nunca faltó” del cerco de Ronda “fasta que por él se dio / al Rey con toda la sierra”
(286). En Lopera, dice Padilla
Padilla, “allí vi cómo venció / tan feroz fasta la fin, / que en su lança non
dexó / con los moros que mató / mucho criar el orín” (292). Esfuerzo, determinación y constancia
conducen al éxito militar del personaje desde muy joven.

El paradigma actualizado
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La notoriedad alcanzada por Rodrigo Ponce de León en vida y la fama perdurable de que gozó
tras su muerte lo convirtieron en referente y modelo para sus descendientes, los duques de Arcos,
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al menos
vous donne en la imaginación
le contrôle sur de los cronistas. Lorenzo de Padilla
Padilla, arcediano de Ronda, escribió
hacia 1530 la que puede
ceux que vous souhaitez considerarse como primera crónica completa del linaje20. De los 134 folios
que ocupa el
activermanuscrito B-17 de la Real Academia de la Historia, 80 tratan sobre el marqués de
Cádiz (fol. 50-129). Un siglo después aparecerá publicada la crónica dedicada al linaje por Pedro
Salazar de Mendoza, canónigo de la catedral de Toledo21. Aborda aquí la historia familiar desde
sus orígenes más remotos hasta el siglo XVII, con excursos muy amplios sobre los matrimonios de
los señores de la casa y la ilustre ascendencia de sus cónyuges. Aun así, el relato de los hechos del
marqués de Cádiz ocupa un 15% de la obra.
19 En la dedicatoria de Lorenzo de Padilla al segundo duque de Arcos, Luis Cristóbal Ponce de
León (duque desde 1530), advertía que:

[…] en su joventud no demuestra poca señal de hazer muchas cosas y de usar de grandes
magnanimidades y grandezas, en lo qual vuestra excelencia ni en lo mucho que hiziere no

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18/6/23, 5:25 El noble de frontera ante el espejo: el marqués de Cádiz como paradigma
piense que haze algo, porque está obligado hazer grandes cosas y hechos por la obligaçión que
tiene en ymitar a sus passados (fol. 7rº).

20 Evidentemente, la referencia fundamental es la figura del marqués de Cádiz:

[…] don Rodrigo Ponçe de León, marqués de Cáliz, bisagüelo de vuestra Excelencia, no
tiniendo veinte años de hedad vençió en la batalla del Madroño, çerca de la villa de Estepa, a
Jusafa, rey de Granada, y hizo esforçadas cosas en las guerras que tuuo con la casa de Niebla y
en la conquista del reyno de Granada, por cuyo consejo y esfuerço se conquistó (fol. 7vº).

21 De nuevo vemos a un Rodrigo Ponce de León precoz, constante y esforzado en la frontera. Ahora
bien, Padilla pone especial empeño en justificar la continuidad de tales virtudes en la persona del
nieto y sucesor homónimo del marqués, también llamado Rodrigo, que se convirtió en primer
duque de Arcos en 1492, con solo dos años de edad:

[…] pues el illustríssimo don Rodrigo Ponçe de León, padre de Vuestra Excelencia, si alcançara
los tiempos de los passados no menos cosas hiziera que ellos, pues en los suyos, visto que la
casa de Niebla se metía y apoderaua en Seuilla, aventurando su persona se metió secretamente
en la çiudad y traiendo sus capitanes y exérçito sobre la çiudad hechó della a la casa de Niebla
y allanó y libertó la çiudad, y ansimismo, visto que no se podía exerçitar en cosas de guerra por
tierra, determinó de hazerlo por mar, para lo qual a su costa armó galeras, y prosiguiera el
negocio si no se le acabara la vida” (fol. 7vº-8rº).

22 La virtud es la misma, pero los tiempos no; ni el tiempo vital ni el tiempo cronológico. A juicio
del cronista, una muerte prematura le impidió desarrollar sus proyectos militares. No obstante, el
primer duque de Arcos murió con cerca de cuarenta años. Hay que recordar que su abuelo, el
marqués de Cádiz, antes de cumplir los veinte ya había vencido a los musulmanes en la batalla del
Madroño y había participado en la conquista definitiva de Gibraltar. Más fuerza tiene, pues, el
argumento del tiempo cronológico, concluida ya la guerra de Granada y, con ella, el tiempo de los
héroes. Al llegar al capítulo correspondiente al personaje, Padilla vuelve a insistir en esta idea:

[…] el duque don Rodrigo Ponçe de León salió prínçipe no desemejante a sus padres y
antepassados en ánimo y esfuerço, y es çierto que si alcançara el tiempo de sus passados, que
no obrara menos esforçadas cosas que ellos; y ansí, avnque no tuuo hedad, nunca dexó su casa
en su juuentud de seruir a la corona real, porque a los años de mill y quinientos suçedió, por
traer a la fee de Jesuchristo nuestro señor don fray Françisco Ximénez, arçobispo de Toledo, a
los moros del reyno de Granada, se rebeló la mesma çiudad y las Alpujarras y después la
serranía de Ronda, y fue neçesario al cathólico rey don Fernando yr en persona sobre ellos, en
la qual jornada la casa de Marchena le siruió con quatroçientas lanças y tres mill peones y
yendo por su capitán Gonzalo de Eslaua, cauallero de su casa y criado de su abuelo
(fol. 131vº-132rº).

23 De la misma manera que los éxitos de la hueste del marqués eran éxitos del marqués, los
servicios prestados por la hueste de su nieto se imputan a la casa y, en último término, a su titular.
Padilla disfraza como puede la ausencia del joven Rodrigo en la frontera, considerando que la
condición guerrera del personaje se halla implícita y no precisa exhibición. Los años, a juicio de
Padilla, confirmaron este carácter:
Padilla

Como el duque don Rodrigo tuuo hedad, començó a adquirir no menos valor y estima que sus
antepassados, porque salió no menos animoso, esforçado, franco, liberal y prudente, con lo
qual no solamente conseruó el estado de su casa y amigos y deudos y criados della, mas de
otras muchas gentes” (fol. 132rº).

Y de nuevo, el tiempo se impone. Un tiempo presente que ha visto transmutarse la frontera


☝🍪
24

multisecular en un mar que acerca la amenaza turco-berberisca; un tiempo vital que se agota y
reduce los hechos a deseos:
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El duque de Arcossur
don Rodrigo Ponçe de León, deseando seruir a la corona real como sus
ceux quepassados,
vous souhaitez
visto que no podía emplear su persona y casa en hazer guerra a ynfieles dentro de
activerpor auer sido su abuelo la parte prinçipal de auerlos conquistado, como ya está
España,
mostrado, considerando las cosas del tirano cruel Barbarroja yuan en augmento, mediante
auer sus capitanes apoderado de las galeras de España y perdido su capitán, acordó de
adereçar y armar a su costa dos galeras, mas entendiendo en esto lo atajó la muerte, lo qual
ningún otro grande ni prinçipal de España ha osado a intentar a su costa como él (fol. 133rº).

25 Servicio a los reyes, esfuerzo, apuesta económica, riesgo y una precocidad impuesta por las
circunstancias son los rasgos, una vez más, con que el cronista adorna el supuesto perfil fronterizo
del personaje, obviando siempre su ausencia del escenario bélico. Casi un siglo después, en 1620,
la crónica de Salazar de Mendoza presenta bastantes coincidencias con el discurso de Padilla sobre
el primer duque de Arcos y alguna divergencia notable22. Para Salazar, al quedar “muy moço”
Rodrigo a la muerte de su abuelo, “no pudo hallarse en persona en algunas cosas de el seruicio de

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18/6/23, 5:25 El noble de frontera ante el espejo: el marqués de Cádiz como paradigma
los reyes que succedieron en su tiempo” (fol. 189vº). Al igual que Padilla,
Padilla considera que “siruió con
sus gentes” cuando se produjo el levantamiento de los mudéjares en 1499; y que lo hizo con
constancia (“desde que se començó hasta que se acabó el año siguiente”). En las serranías de
Ronda y Villaluenga tampoco faltó “la gente de el duque”, “hasta que se sosegó”. Y “también siruió
en la guerra que se hizo a los moros en la Sierra Bermeja, quando mataron a don Alonso de Aguilar
y después, hasta que se rindieron todos los rebeldes de aquellas serranías y Alpujarras”
(fol. 189vº-190rº). Sin embargo, la distancia que media entre la muerte del primer duque de Arcos
(1530) y el texto de Salazar (1620) permite a este introducir un pequeño retrato del personaje que
casa mal con el supuesto carácter valeroso que Padilla se esforzaba en justificar:

Dizen de el duque fue de muy buena disposición, de muy claro entendimiento, muy inclinado a
las letras, y tanto, que estaua sienpre sobre los libros, y que por esto viuió muy falto de salud, y
vino a morir temprano. Tuuo la lengua vn poco trabada, pero no de manera que en el hablar le
causasse fealdad (fol. 191rº).

26 Al menos, los duques siguientes sí ofrecieron a Salazar algunos argumentos para sustentar un
perfil fronterizo. Resulta curioso comprobar que en la Genealogía de los Ponce de León de
Francisco de Rades y Andrada no se hace ningún comentario sobre la supuesta predisposición del
primer duque para la actividad militar, mientras que se alude al “gran valor” de don Luis Cristóbal
Ponce de León, el segundo duque, y se presenta a su hijo Rodrigo, el tercer duque, como “vn
príncipe de muy gran valor y christianíssimo como en estos reynos es notorio”23.
27 El segundo duque de Arcos participó en las operaciones militares contra los moriscos
sublevados en la Serranía de Ronda en septiembre y octubre de 157024. Salazar de Mendoza no
desaprovecha la ocasión que le brindan los acontecimientos y dedica varias páginas a narrar “lo
que hizo el duque en la rebelión de los moriscos de Granada” (fol.  206vº-211rº). El cronista
convierte lo que fue una intervención concreta en una presencia permanente en esta renovada
frontera:

Començóse este leuantamiento, y rebelión, a los vltimos días de el año de mil y quinientos y
sesenta y ocho, principio del año de sesenta y nueue. Desde que se començó, hasta que se
acabó, con sacar los moriscos de el reyno de Granada y quedar todo pacífico, no faltó el duque
de el seruicio de el rey, con la gente de sus tierras, parientes, amigos y criados, acudiendo a las
partes donde era la mayor necessidad (fol. 207rº).

28 Leyendo a Salazar diríase que, si la frontera resucita, debe haber un Ponce de León en ella para
volverla a conquistar, con la misma constancia, esfuerzo e implicación que lo había hecho el
marqués de Cádiz un siglo  antes. Salazar de Mendoza sigue de cerca a uno de los principales
historiadores de la guerra de los moriscos: Diego Hurtado de Mendoza. Así, caracteriza a don Luis
Cristóbal como “inclinado y atento al arte de la guerra” y alaba su “grande osadía”, como quedó
patente al acudir a entrevistarse con los moriscos de Casares acompañado de “muy poca gente”, o
al atacar el fuerte de Arboto y ser “de los primeros que le entraron” (fol. 207rº-209rº). Como ya
hemos advertido, Salazar se atiene por lo general al texto de Hurtado de Mendoza. Otro autor,
Ginés Pérez de Hita, en la segunda parte de sus Guerras Civiles de Granada, describe los mismos
hechos de manera más colorista, enfatizando el protagonismo de aquel “valeroso duque, émulo de
la heroicidad de sus antepasados”25.
29 La guerra de los moriscos de 1568-1570 supuso un resurgir de la frontera que propició el
reencuentro con la memoria de los antepasados; y no solo con la memoria, sino incluso con los
restos materiales. Salazar recoge de Hurtado de Mendoza un testimonio muy evocador que
presenta a don Luis Cristóbal recorriendo el paraje donde, en 1501, fue vencido el conde de Ureña,

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“su abuelo”, y murió don Alonso de Aguilar “bisabuelo de la duquessa”, mientras combatían a los
moriscos sublevados de Sierra Bermeja:
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Subiendo por la Sierra, donde se dezía hauían quedado muchos cuerpos sin sepultura, vieron
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entre el pie de la sierra y el alojamiento de los moros, blanquear calaberas y huessos humanos,
ceux queporvous souhaitez
ventura de los abuelos y ascendientes de los que lo mirauan. Muchos pedaços de armas,
activer
jaezes, frenos de cauallos y otros despojos. Los pláticos en la tierra refirieron al duque los
sitios donde hauían caído los capitanes y oficiales, y cómo se saluaron los que quedaron viuos,
y entre ellos el conde de Ureña y don Pedro, hijo de don Alonso de Aguilar; las dos peñas entre
las quales se retraxo don Alonso y recibió las heridas de que cayó muerto (fol. 208rº-vº)26.

30 Si con la participación del duque don Luis Cristóbal en la guerra de los moriscos Salazar de
Mendoza rescata el escenario fronterizo, con su hijo Rodrigo, tercer duque de Arcos, recrea los
hechos del marqués de Cádiz, con quien compartía, a juicio del cronista, algo más que el nombre.
Según Salazar,

Dize don Diego de Mendoça, en lo que escriuió de la rebelión de los moriscos de Granada, que
en la Casa de los Ponces de León es cosa muy vsada criarse los muchachos en toda edad
peleando contra los moros y tener a los padres por maestros. El mesmo don Diego escriue que,
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siendo el duque de veinte y tres años, se halló al lado de su padre en todas aquellas jornadas
contra los moros (fol. 221rº).

31 Al igual que su ilustre antepasado, este nuevo Rodrigo se curtiría como soldado combatiendo a
los musulmanes en la nueva frontera granadina; y lo haría de forma precoz (con veintitrés años) y
continuada (“en todas aquellas jornadas”). Ya observé hace años que Salazar tergiversa lo que lee,
pues Hurtado de Mendoza presenta en realidad al duque “llevando cerca de sí a su hijo, mozo de
casi de trece años [no veintitrés], don Luis Ponce de León [no Rodrigo], cosa usada en otra edad
[es decir, en el pasado, no en “toda edad”] en aquella casa de los Ponces de León, criarse los
muchachos peleando con los moros, y tener a sus padres por maestros”27. En efecto,

el canónigo toledano roba impunemente al segundo hijo del duque (de nombre Luis) el
recuerdo de su participación en la guerra para adornar el elogio del primogénito Rodrigo28.

32 Por si fuera poco, construye un relato que recuerda claramente la participación del marqués de
Cádiz en la batalla del Madroño. Al igual que su antepasado, este nuevo Rodrigo “hallábase en
Marchena” cuando tuvo noticia de que “los moros” volvieron “a tomar las armas y a inquietar la
tierra”:

Al mesmo punto que lo supo el duque, partió de Marchena con solas ochenta lanças, sin
aguardar los caualleros, amigos y criados de su casa, y tomó el camino de Casares, que está a
las faldas de la Sierra Neuada. Para esto era forçoso atrauesar por muchos y muy peligrosos y
estrechos passos de la sierra, que estauan guardados y a mucho recado de los moros.
Arriscada, y de las muy atreuidas resoluciones, pues sin reparar en nada, hizo su viage por
medio de grandes dificultades, vencidas con ánimo tan valeroso como era menester.
Juntáronse muchas vezes los moros en diferentes tropas para acometelle, y assí lo intentaron.
Mas conociendo su estandarte, retiraron su intento y no se mouieron. Díxoles vn moro viejo:
“Este Rodrigo ser más pior para nosotros que el otro Rodrigo de Cádiz, su bisabuelo; estar
quedos xiniores”29.

33 Esfuerzo, riesgo, precocidad y determinación adornan este retrato extemporáneo de un noble de


frontera en la Andalucía de la segunda mitad del siglo XVI. Pero en el caso de este nuevo Rodrigo
falta algo sustancial: el combate. Salazar refiere cómo el tercer duque de Arcos envió dos
compañías de infantes a defender La Mamora, en el litoral norteafricano; compañías que
permanecieron allí “por todo el tiempo que duró la necessidad”. Y añade:

Quiero oluidar lo que ha seruido en otras ocassiones y empressas. Quando el renegado Ochali,
rey de Alger, corrió el Mediterráneo con ochenta galeras por la costa de Andalucía; quando las
jornadas de Alger; quando la entrega de el Larach; queden con otras que se dexan por muchas.
Siempre ha sido el duque de los primeros, y en las preuenciones y gastos nunca fue de los
postreros.
Aunque en estas jornadas no se ha hecho lugar a que con la espada aya dado muestra de su
gran ánimo y valor, por o hauerse llegado a las manos, hala dado en lo que toca a los generales
de mucha experiencia en cosas de la guerra, de buen consejo en el proueer, de la presteza en la
execución, de autoridad en mandar y en el gouierno, de largueza en gratificar, en disponer,
ayudar y socorrer todas las faciones militares y sus cuidados, antepuniendo este a todos sus
exercicios, tan conformes a su natural, heredado de todos sus antecesores (fol. 228rº).

34 Hay una colaboración en hombres y dinero, pero sin presencia del supuesto héroe en el campo
de batalla. El elogio llega a un ridículo paroxismo cuando Salazar cuenta cómo, advertido el duque
de que los moriscos se habían sublevado de nuevo y de que el rey había convocado al ejército,

[…] tomó la posta para hallarse al lado de su padre, como hasta entonces se hauía hallado.

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Corriendo por las montañas de Castilla, cayó en vna muy graue enfermedad de modorra que le
tuuo muy apretado y peligroso de muerte. Afirmaron los médicos que no hauían visto viuir
persona que llegasse a tal estremo. Causóle tan fuerte melancolía el verse impedido para no
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acudir et de el rey con su padre, conforme a su inclinación, que le resultaron de
al seruicio
vous donne le contrôle sur
ella vnas tercianas dobles, tan penosas que le fatigaron mucho desde el mes de setiembre,
ceux quehasta
vous souhaitez
el de junio (fol. 222rº-vº).
activer
35 Es la melancolía, no el arma de un aguerrido musulmán, la que amenaza la existencia del duque.
No obstante, Salazar de Mendoza insiste sin descanso en el carácter belicoso de sus antepasados,
hasta el punto de dedicar un epígrafe a reunir noticias que prueben que “los Ponce de León
naturalmente son inclinados a la guerra y enemigos de los moros”30. Del marqués de Cádiz “todo el
mundo sabe que fue vn martillo de los moros” (fol. 231rº). De su nieto solo puede comentar que
“embió sus gentes que les hizieron guerra, que es lo mesmo que hazella él”, pues, “como dizen los
juristas, el que haze vna cosa por tercera persona, es visto hazella por la suya propria” (fol. 231rº-
vº). Del duque Luis Cristóbal recuerda “quán gallarda y costosamente cumplió con las obligaciones
de su casa en las guerras de Francia y en la que hizo a los moros de Granada” (fol.  231vº). Del
tercer duque, de setenta y cinco años de edad cuando escribe Salazar, afirma que “no se le han

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18/6/23, 5:25 El noble de frontera ante el espejo: el marqués de Cádiz como paradigma
cahído al duque las armas de las manos desde que nació; siempre ha sido ocupado en este
ministerio, y siempre ha sido este su instituto y vocación” (fol. 232rº).
36 Un ilustre coetáneo de Salazar de Mendoza y deudo de la casa de Arcos como Bernardo José
Aldrete, filólogo y lingüista malagueño que llegó a ser canónigo de la catedral de Córdoba, publicó
en Amberes en 1614 sus Varias antigüedades de España, África y otras provincias. Al tratar sobre
Alhama copia una carta original del marqués de Cádiz anunciando la toma de la plaza a varios
nobles cordobeses31. Aldrete aprovecha la ocasión para elogiar la figura de Rodrigo Ponce de León,
“al qual, i a sus illustríssimas hazañas i claríssimas virtudes, deue toda España, i el orbe christiano
el principio, los medios i fin de auérseles restituido vn tan gran reino” (213). Pero también la del
tercer duque. Si de aquel afirmaba que “maiores son las alabanças i gloria que merece que puedan
comprehenderse en muchos libros i historias”, el panegírico se desborda con el nuevo Rodrigo:

Véense todas oi viuas, i con esplendor i magestad digna de tal príncipe en el excelentíssimo
señor don Rodrigo Ponce de León, duque de Arcos, cuias heroicas virtudes declaran bien, que
si fueron estremadas en sus antiquíssimos i nobilíssimos progenitores, lo están en su persona
todas juntas i sumadas con grandes ventajas, dando qué imitar a sus decendientes, i qué
inuidiar i reuerenciar a los estraños (213).

Epílogo: una equivalencia imposible


37 En 1634, otro coetáneo de Salazar de Mendoza, Rodrigo Caro, publicó sus Antigüedades y
principado de la ilustríssima ciudad de Sevilla. Por su cargo de visitador general del Arzobispado
hispalense, Caro conocía muy bien los lugares de la baja Andalucía. Al tratar sobre la villa de
Zahara, recuerda cómo el marqués de Cádiz la conquistó “con osadía y orgullo de aquel su gran
coraçón”. No es un elogio vacío, sino derivado de la admiración que le causó ver el sitio por donde
se escaló la plaza siglo y medio atrás:

Estando en Zahara cerca del castillo, me mostraron la parte por donde el marqués y los
christianos (según allí es recebida tradición) avían subido trepando y hincando clavos por las
peñas, y da miedo en solo considerarlo32.

38 A renglón seguido, Caro refiere una anécdota que oyó contar en aquella ocasión “a un hidalgo
anciano de aquella villa”. Se trata del “coloquio” que mantuvieron “una muger de cien años y uno
de los señores duques de Arcos, que siendo moço avía ydo a holgarse y entretenerse al sitio de los
Algodonales”, lugar muy próximo a Zahara, señorío también de los Ponce de León, aunque
poblado con posterioridad a la conquista. Según cuenta el visitador, el joven duque fue informado
de que allí vivía “una vieja que avía conocido y visto al marqués de Cádiz aun antes que se ganara
Ronda”, cosa que ocurrió en 1486. El duque, “con la curiosidad de ver muger tan anciana y que le
podía dar nuevas de conocimiento de tan valeroso cavallero y su ascendiente, fue a las casas donde
estava, porque ella estava ya ciega y apenas podía andar”. Al anunciarle a la mujer la llegada del
duque de Arcos, la anciana respondió: “Seáis bienvenido, señor duque”, lo que provocó que la
reprehendieran los acompañantes del joven Ponce de León, que fueron reprehendidos a su vez por
este, “diziendo que más estimava aquel ‘vos’ de aquella vieja que la excelencia que todos le
llamavan”. Al preguntarle por el marqués de Cádiz, la anciana respondió que le avía visto muchas
veces y que,

[…] aviendo moros en la ciudad de Ronda y siendo ella çagaleja, vino a aquel sitio con
cinquenta cavalleros, todos con sus lanças y adargas, como si vinieran a pelear, y que el día

☝🍪
que allí llegaron era domingo; y después de averles dicho missa su capellán que consigo traía,
preguntó que si avía algo que comer, a lo qual los que allí se hallavan, que moravan en el sitio,
dixeron que no avía cosa ninguna para Su Señoría. Repreguntóles el marqués si avía por allí
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algúncookies et término de Ronda, y diziéndole que allí cerca andava ganado de los
ganado del
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moros, el marqués y los suyos subieron a cavallo y de a poco bolvieron con un toro que avían
ceux quemuerto;
vous el souhaitez
qual, después de desollado y hecho pieças, lo mandó asar, y dél comieron todos. Y
activersesteado todos sobre sus adargas debaxo de los árboles que allí avía, a la tarde se
aviendo
avían buelto a yr (fol. 186vº).

39 Comenta Caro que “fuéle de mucho gusto al duque la relación, y el modo con que la buena vieja
la hizo”. De hecho, aquella anciana ciega e impedida, de humilde morada y condición, se atrevió a
decir al duque lo que no oiría ni leería de ningún cronista o adulador,

[…] porque diziendo que el marqués y los suyos avían comido aquella carne de toro assada,
añadía ella: ‘no como vos aora, señor duque, que coméis buenas gallinas’; y diziendo que avían
sesteado sobre las adargas, dezía: ‘no como aora, señor duque, que vos dormís entre sábanas
de Olanda’. Lo qual no solo no llevava mal el duque, mas antes admirava la excelente virtud de
su bisabuelo y de aquellos cavalleros que le acompañavan (fol. 186rº).

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18/6/23, 5:25 El noble de frontera ante el espejo: el marqués de Cádiz como paradigma
40 La peculiar recriminación de la anciana al joven duque de Arcos nos recuerda los argumentos
con que el marqués de Cádiz se mofaba del duque de Medina Sidonia en su carta a Juan de Pineda,
presentándolo como la antítesis del noble de frontera. No hay esfuerzo ni riesgo en la cómoda vida
de palacio. Frente al modo de vida noble, derivado del estatus socioeconómico, la guerra permite
al caballero mostrar su “virtud”. Son los hechos, no una supuesta inclinación familiar, los que
sustentan la condición del caballero, por mucho que los cronistas se esfuercen en alimentar y
construir con vacuos elogios la memoria del linaje.

Notes
1 Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ, “¿Qué es Andalucía? Una revisión histórica desde el Medievalismo”, in:
Antonio MALPICA CUELLO, Rafael G. PEINADO SANTAELLA y Adela FÁBREGAS GARCÍA (eds.), Historia
de Andalucía: VII  Coloquio, Granada: Universidad de Granada, 2009, p.  13-29, p.  18. El mismo autor nos
ofrece una descripción de este mundo fronterizo en “La frontera entre Andalucía y Granada: realidades
bélicas, socioeconómicas y culturales”, in: Miguel Ángel LADERO QUESADA, La incorporación de Granada
a la Corona de Castilla. Actas del Symposium conmemorativo del Quinto Centenario, Granada: Diputación
Provincial de Granada, 1993, p. 87-145.
2 En opinión de Emilio Cabrera, “la participación asidua en la defensa de la Frontera es […] el hecho más
característico de la nobleza de la región. Se da allí un tipo muy particular de nobles especialmente dedicados a
la guerra, la cual cubre plenamente su vida y a la que deben no sólo su prestigio y su poder militar sino
también, con frecuencia, su fortuna” (Emilio CABRERA, “Nobleza y señoríos en Andalucía durante la Baja
Edad Media”, in: La nobleza peninsular en la Edad Media, Ávila: Fundación Sánchez Albornoz, 1999, p. 89-
119, p.  98). Sobre la implicación fronteriza de la aristocracia andaluza pueden consultarse, entre otros, los
trabajos de M. Á. LADERO QUESADA, Los señores de Andalucía. Investigaciones sobre nobles y señoríos en
los siglos XIII a XV, Cádiz: Universidad de Cádiz, 1998, y Rafael SÁNCHEZ SAUS, La nobleza andaluza en la
Edad Media, Granada: Universidad de Granada, 2005.
3 Juan Luis CARRIAZO RUBIO, La Casa de Arcos entre Sevilla y la frontera de Granada (1374-1474),
Sevilla: Universidad de Sevilla y Fundación Focus-Abengoa, 2003, p. 231-389.
4 ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Guerra Antigua, leg.  1, fol.  150. Publicó su transcripción M. Á.
LADERO QUESADA, Los mudéjares de Castilla en tiempos de Isabel I, Valladolid: Instituto «Isabel la
Católica» de Historia Eclesiástica, 1969, p.  94-97 (incluida también en su libro Granada después de la
conquista: repobladores y mudéjares, Granada: Diputación Provincial de Granada, 1993, p. 369-372). Juan
de Pineda era hijo de Pedro de Pineda, escribano mayor del concejo de Sevilla, y de Beatriz Ponce de León,
hermanastra del marqués de Cádiz. El conde don Juan Ponce de León, padre del marqués y de Beatriz, entre
otros muchos hijos, se aseguró de que Juan de Pineda recibiera también la escribanía mayor de Sevilla (J. L.
CARRIAZO RUBIO, La Casa de Arcos…, p.  193-195). Sobre la relación de los Saavedra con Zahara y su
posterior incorporación a los dominios señoriales de los Ponce de León, véase el estudio de Federico DEVÍS
MÁRQUEZ, Mayorazgo y cambio político. Estudios sobre el mayorazgo de la Casa de Arcos al final de la
Edad Media, Cádiz: Universidad de Cádiz, 1999, p. 93-137.
5 Las crónicas del período constatan el protagonismo de Rodrigo Ponce de León en todos estos episodios,
salvo en la conquista de Cardela de 1472, que testimonios como el de Alfonso de Palencia o la Crónica
anónima de Enrique  IV de Castilla atribuyen a la iniciativa de su hermano Manuel Ponce de Léon (cf.
J. L. CARRIAZO RUBIO, La Casa de Arcos…, p. 326-327).
6 He analizado los problemas que entraña la fecha de nacimiento del marqués en mi trabajo, ya citado, La
Casa de Arcos…, p. 172-177.
7 M. Á. LADERO QUESADA, Los mudéjares de Castilla…, p. 97.
8 Mario PENNA (ed.), Prosistas castellanos del siglo XV, t. 2, Madrid: Atlas, 1959, 1, p. 22-23.
9 Esta comparación fue analizada por Angus MACKAY, “Un Cid Ruy Díaz en el siglo XV: Rodrigo Ponce de
León, marqués de Cádiz”, in: El Cid en el valle del Jalón. Simposio internacional, Calatayud: Centro de
Estudios Bilbilitanos (Institución Fernando el Católico), 1991, p. 197-207.
10 Andrés BERNÁLDEZ, Memorias del reinado de los Reyes Católicos, edición de Manuel GÓMEZ-
MORENO y Juan de Mata CARRIAZO, Madrid: Real Academia de la Historia, 1962, p. 236-240.
☝🍪
11 Hélène THIEULIN-PARDO, “‘Assí como fue onrrado en la vida, así fue muy onrrado en su muerte’. Les
funérailles du marquis de Cadix d'après Andrés Bernáldez”, e-Spania, 17, 2014, URL:
Ce https://journals.openedition.org/e-spania/23347;
site utilise des cookies et DOI: 10.4000/e-spania.23347.
vous donneBERNÁLDEZ,
12 Andrés le contrôle Memorias…,
sur p. 236.
ceux que vous
13 Loc. cit. souhaitez
activer
14 Ibid., p. 238.
15 Para todo lo relativo a este texto remito al estudio preliminar de mi edición (Historia de los hechos del
marqués de Cádiz, Granada: Universidad de Granada, 2003), aunque es preciso rectificar algunas hipótesis
que planteé allí sobre la posible autoría de este texto anónimo, sobre todo tras la aparición y publicación de El
laborinto del duque de Cádiz don Rodrigo Ponce de León, compuesto por Juan de Padilla e publicado la
primera vez en Sevilla en 1493. Ahora recuperado y editado con un estudio por Pedro M. Cátedra e Pedro
Martín Baños, Salamanca: SEMYR-IEMYR, 2017. El hallazgo es histórico, y la edición, un monumento de
erudición y elegancia.
16 Indico en todo momento las páginas de mi edición, ya citada.
17 Historia de los hechos del marqués de Cádiz, ed. cit., p. 37.
18 Cuando Enrique  IV confirme a Rodrigo el juro de 100.000 maravedíes anuales concedido en junio de
1469, recordará también los “muchos e buenos e leales seruiçios” que le hacía, “espeçialmente en la guerra de

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18/6/23, 5:25 El noble de frontera ante el espejo: el marqués de Cádiz como paradigma
los moros enemigos de nuestra santa fe cathólica, con derramamiento de su sangre propia” (J. L. CARRIAZO
RUBIO, La Casa de Arcos…, p.  469). Cuando fray Domingo de Valtanás dedique al nieto y heredero del
marqués su Compendio de algunas cosas notables de España y la conquista y toma del reyno de Granada,
le escribirá: “Agradezca Vuestra Señoría a Dios que viene de sangre que se empleó en derramarse en guerra
contra infieles” (Sevilla: Martín de Montesdoca, 1558, fol. 3r°).
19 El laborinto del duque de Cádiz…, ed. cit., p. 280-292. En adelante remito a estas páginas.
20 Lorenzo de PADILLA,
PADILLA Crónica de la illustríssima Casa de los Ponces de León, cuya cabeça es el duque de
Arcos, señor de Marchena, Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, B-17 (signatura
moderna 9/132). Existe una copia en la misma Colección, B-80 (signatura moderna 9/189), aunque citaré
siempre a partir del manuscrito B-17. Luis de Salazar y Castro escribió sobre esta crónica que “nunca se
estampó y es muy buena, aunque formada sólo de las historias y documentos públicos, sin servirse de los
papeles de aquella grande Casa” (Enrique SORIA MESA, La biblioteca genealógica de don Luis de Salazar y
Castro, Córdoba: Universidad de Córdoba, 1997, p. 53).
21 Pedro SALAZAR DE MENDOZA, Cronico (sic) de la excelentíssima casa de los Ponce de León, Toledo: s.i.,
1620. Su condición de primera crónica impresa de la casa de Arcos hizo que fuera, durante varios siglos, la
obra de referencia sobre el linaje. Sobre el autor, véase el trabajo de Miguel Fernando GÓMEZ
VOZMEDIANO y Ramón SÁNCHEZ GONZÁLEZ, “Pedro Salazar de Mendoza (1549-1629): cronista
nobiliario y bruñidor de linajes”, Tiempos Modernos, 31, 2015, p. 393-422.
22 P. SALAZAR DE MENDOZA, Cronico…
23 Genealogía de los Ponces de León, escrita por el licenciado Rades de Andrada, chronista de las tres
Órdenes, Biblioteca Nacional de España, ms. 11.596, fol. 138rº-161vº. La obra está fechada en Toledo, el 18 de
enero de 1598 (fol. 161vº). Su autor murió en septiembre de 1599. Di noticia de este texto, que Derek Lomax
consideraba perdido, en La memoria del linaje. Los Ponce de León y sus antepasados a fines de la Edad
Media, Sevilla: Universidad de Sevilla y Ayuntamiento de Marchena, 2002, p. 26. Sobre Rades es de consulta
obligada el estudio de M.  F.  GÓMEZ VOZMEDIANO, Francisco Rades de Andrada, cronista y linajista.
Adiciones a la Crónica de la Orden y Cavallería de Calatrava, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 2016. Interesa también, por lo que respecta a su interés por los asuntos nobiliarios, el artículo de
Arsenio DACOSTA MARTÍNEZ y Carlos MOTA PLACENCIA, “Un tratado inédito sobre la idea de nobleza
atribuido a Francisco de Rades y Andrada”, Studia Aurea, 8, 2014, p. 417-454.
24 He analizado el discurso historiográfico en torno a la participación de los Ponce de León en las
sublevaciones de los moriscos en mi trabajo “Los moriscos y el tópico literario de la lucha contra el Islam en
la historiografía de la Casa de Arcos”, in: Rodolfo GIL GRIMAU (dir.), La política y los moriscos en la época
de los Austria. Actas del Encuentro, Madrid: La Fundación del Sur, Consejería de Educación y Cultura de la
Comunidad de Madrid y Ediciones Especiales, 1999, p. 127-144.
25 Ginés PÉREZ DE HITA, Guerras civiles de Granada. Segunda parte, ed. de Paula Blanchard-Demouge,
Madrid: Junta para Ampliación de Estudios e investigaciones científicas, 1915, p.  316-317 (existe edición
facsímil en Granada: Universidad de Granada, 1998, bajo el título de La guerra de los moriscos y con estudio
preliminar e índices de Joaquín Gil Sanjuán).
26 El texto de Diego HURTADO DE MENDOZA, en Guerra de Granada, ed. de Bernardo BLANCO-
GONZÁLEZ, Madrid: Castalia, 1970, p. 377-378.
27 D. HURTADO DE MENDOZA, Guerra de Granada, p. 389-390.
28 J. L. CARRIAZO RUBIO, «Los moriscos…», p. 133.
29 P. SALAZAR DE MENDOZA, Cronico…, fol. 221rº-vº.
30 Éste es el título del párrafo IV del elogio XXI, fol. 228vº. El resumen continúa en el párrafo siguiente y se
extiende hasta el folio 232vº.
31 Bernardo José ALDRETE, Varias antigüedades de España, África y otras provincias, Amberes: Juan
Hasrey, 1614, p. 213-215. He reproducido el texto de la carta como apéndice en mi edición, ya citada, de la
Historia de los hechos del marqués de Cádiz, p.  309-310. Sobre este autor, véase el clarificador trabajo de
Juan MONTERO DELGADO, “Estudio introductorio”, in: Un Epistolario de Bernardo José Aldrete (1612-
1623), Sevilla: Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2009, p. 13-26. Sobre su relación con la casa
de Arcos, Pedro GAN GIMÉNEZ, “Un viaje de Córdoba a Compostela en 1612”, Chronica Nova, 18, 1990,
p. 383-414.
32 Rodrigo CARO, Antigüedades y principado de la ilustríssima ciudad de Sevilla y chorographía de su
convento iurídico o antigua chancillería, Sevilla: Andrés Grande, 1634, fol. 186rº.
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Carriazo Rubio, « El noble de frontera ante el espejo: el marqués de Cádiz como paradigma », e-
Spania [En ligne], 31 | octobre 2018, mis en ligne le 01 octobre 2018, consulté le 17 juin 2023. URL :
http://journals.openedition.org/e-spania/28667 ; DOI : https://doi.org/10.4000/e-spania.28667

Auteur
Juan Luis Carriazo Rubio
Universidad de Huelva

Droits d’auteur

https://journals.openedition.org/e-spania/28667#text 11/12
18/6/23, 5:25 El noble de frontera ante el espejo: el marqués de Cádiz como paradigma

Creative Commons - Attribution - Pas d'Utilisation Commerciale - Pas de Modification 4.0 International - CC
BY-NC-ND 4.0

https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/

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