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El ángel de los niños

Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de


nacer como niño y le dijo un día a Dios:

- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan
pequeño e indefenso como soy...

- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te esta esperando en la Tierra y
que te cuidara.

- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para
ser feliz.

- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tu sentirás su amor y serás feliz.

- ¿Y como entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma


que hablan los hombres?

- Tu ángel te dirá las palabras mas dulces y más tiernas que puedas escuchar y
con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.

- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?

- Tu ángel te defenderá mas aún a costa de su propia vida.

En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres,
y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando...

- ¡¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!!. ¿Cómo se llama mi ángel?

- Su nombre no importa, tu le dirás : MAMÁ.

Sol, solecito,
caliéntame un poquito
por hoy por mañana
por toda la semana.

Luna, lunera, cascabelera,
cinco pollitos y una ternera.
¡Caracol, caracol,
a la una sale el sol!

Sale Pinocho tocando el tambor


con una cuchara y un tenedor.
Sol, solecito,
caliéntame un poquito
por hoy por mañana
por toda la semana.
El grillo y la luna
Un grillo cantaba
cri cri muy contento,
mirando a la luna
en el firmamento.
 
Cri cri le cantaba
«eres la más bella»
y la luna reía
junto a las estrellas.
 
Cri cri le cantaba
«eres tan hermosa»
y la luna brillaba
creyéndose diosa
1. Llevo mi casa a cuestas y camino sin tener patas. Dejo un hilillo de
plata por donde mi cuerpo pasa.
2. Tiene un gran tamaño, memoria famosa, piel dura y la nariz más
grande que pueda haber en el mundo.
3. Voy construyendo mis redes entre ramas y en rincones para que
caigan en ellas las moscas incautas.
4. Verde por fuera y blanca por dentro, si quieres que te diga lo que es,
espera.
5. Te digo y te repito y te debo avisar que, por más que te diga, no vas a
adivinarlo.
6. Soy ave y también llana, pero no tengo alas ni pico.
7. Todas las mañanas suena a la misma hora para decirnos que
salgamos de la cama.
8. Es parecida a mi madre siendo más mayor y tiene otros hijos que son
mis tíos.
9. Ruedo y me quedo en los bolsillos.
10. Apago las hogueras y los fuegos con una manguera, escalera y
casco.
11. No es planeta y tiene luna, no es puerta y tiene marco.
12. Alumbra toda la casa pese a ser pequeña como una pera. ¿Qué
es?
13. Si dices mi nombre, se rompe.
14. Rabo cortito y orejas largas, corro y salto muy ligerito.
15. Lana sube y lana baja. ¿De qué se trata?
Respuestas: 1. El caracol. 2. El elefante. 3. La araña. 4. Pera. 5. El té. 6. La
avellana. 7. El despertador. 8. La abuela. 9. Una moneda. 10. Un bombero.
11. El espejo. 12. Una bombilla. 13. El silencio. 14. Un conejo. 15. La
navaja.

La leyenda del maíz

Cuenta la leyenda que, antes de la llegada del Dios Quetzalcóatl, los aztecas solo se
alimentaba de raíces y algún que otro animal que podían cazar.

El maíz era un alimento inaccesible porque estaba oculto en un recóndito lugar


situado más allá de las montañas.

Los antiguos dioses intentaron por todos los modos acceder quitando las montañas
del lugar, pero no pudieron conseguirlo. Entonces, los aztecas recurrieron a
Quetzalcóatl, quien prometió traer maíz. A diferencia de los dioses, este utilizó su
poder para convertirse en una hormiga negra y, acompañado de una hormiga roja,
se marchó por las montañas en busca del cereal.

El proceso no fue nada fácil y las hormigas tuvieron que esquivar toda clase de
obstáculos que lograron superar con valentía. Cuando llegaron a la planta del maíz,
tomaron un grano y regresaron al pueblo. Pronto, los aztecas sembraron el maíz y
obtuvieron grandes cosechas y, con ellas, aumentaron sus riquezas. Con todos los
beneficios, se cuenta, que construyeron grandes ciudades y palacios.

Desde aquel momento, el pueblo azteca adora al Dios Quetzalcóatl, quien les trajo
el maíz y, con ello, la dicha.

El perro y su reflejo

Un perro muy hambriento caminaba de aquí para allá buscando algo para
comer, hasta que un carnicero le tiró un hueso. Llevando el hueso en el hocico,
tuvo que cruzar un río. Al mirar su reflejo en el agua creyó ver a otro perro con un
hueso más grande que el suyo, así que intentó arrebatárselo de un solo mordisco.
Pero cuando abrió el hocico, el hueso que llevaba cayó al río y se lo llevó la
corriente. Muy triste quedó aquel perro al darse cuenta de que había soltado
algo que era real por perseguir lo que solo era un reflejo.

Moraleja: Valora lo que tienes y no lo pierdas por envidiar a los demás.

El origen del sol y la luna (mito azteca)

En un momento no existían ni el sol ni la luna y los dioses se reunieron para decidir


quién iba a iluminar el universo. Tecuciztécatl dijo que él tenía que hacerlo, los
dioses aceptaron esta propuesta y dijeron que Nanahuatzin se convertiría en la
luna.

Los dioses decidieron que para convertirse en Sol, Tecuciztécatl tenía que
arrojarse al fuego, pero el dios tuvo miedo y no lo pudo hacer. En su lugar,
Nanahuatzin se tiró al fuego y, por su acto valiente, se transformó en el sol.
Tecuciztécatl se avergonzó por su actitud y decidió tirarse al fuego y, entonces, se
transformó en la luna.

‘Al mal tiempo buena cara’


Cuando las cosas se complican es mejor afrontarlas con actitud
positiva. La frase aconseja mantener una buena disposición, no
desanimarse ni desmoralizarse si la vida se pone difícil, e intenta
transmitir el valor del temple ante la adversidad.

‘Quien tiene un amigo tiene un tesoro’ 


Ensalza el valor de la amistad. Un buen amigo hace que cualquiera
se sienta más seguro, feliz y optimista. Es un ‘tesoro’ porque
acompaña tanto en los momentos buenos como en los malos.

2. El que tiene boca se equivoca


Una valiosa lección nos enseñan los dichos sobre que no hay que temer a
expresar nuestras opiniones, aunque nos equivoquemos. Y es que, si tenemos
boca, ¡nos podemos equivocar! Lo verdaderamente importante es aprender de
los errores.

3. A buen hambre, no hay pan duro


Un refrán que enseña a valorar lo que tenemos en nuestra mesa. Y es que los
niños tienen que aprender a apreciar las pequeñas cosas que nos vienen
dadas o que conseguimos, aunque su tamaño sea pequeño.

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