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PSICOLOGÍA CLÍNICA II-

Unidad III
Unidad III

Introducción
Los planteamientos de Sigmund Freud y quien iniciara su trabajo en las
postrimerías del siglo XIX fueron tan importantes y trascendentes que muchas de
sus ideas y su singular abordaje de la psicoterapia siguen teniendo influencia en el
siglo XXI. Además, casi todas las teorías se han formulado en años posteriores a
la obra de Freud deben algo a su posición, sea porque la amplían o porque la
atacan. El psicoanálisis, como lo concibió Freud, pone énfasis en las fuerzas del
inconsciente, los impulsos biológicos del sexo y la agresión, y los inevitables
conflictos de la niñez temprana.

En esta unidad revisaremos los conceptos básicos, así como también las técnicas
de la terapia psicoanalítica.

Objetivos General

• Conocer la técnica psicoanalítica y sus implicancias

Específicos

• Describir la relación terapéutica desde la teoría psicoanalítica

• Describir la teoría de la técnica psicoanalítica

• Especificar las técnicas de la teoría psicoanalítica

• Analizar sobre la utilización en la actualidad

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Unidad III

UNIDAD III –LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA

Psicoanálisis: Teoría de la personalidad y sistema terapéutico propuestos por


Freud para tratar los trastornos mentales.

La orientación psicoanalítica constituye un amplio espectro de


conceptualizaciones y formas de abordaje sobre lo psíquico (Gil, 1995; Lopera,
Ramírez, Zuluaga, & Ortiz, 2010; Ramírez, 2011; Ramírez, et al., 2015), en la que
confluyen diferentes propuestas que tuvieron sus orígenes en el psicoanálisis
freudiano. Freud diferenció claramente tres aspectos en su descripción del
psicoanálisis: el método de investigación de procesos anímicos inconscientes, la
terapia fundada en esa indagación y el conjunto de conocimientos que derivan de
ese camino (Freud, 1923/1998). Este último aspecto, denominado por Freud como
psicología de lo inconsciente o psicología de lo profundo (Freud, 1915/1998, p.
169), ha dado lugar a la diversidad de enfoques psicoanalíticos en la explicación
de los fenómenos psíquicos.

En un comienzo Freud pretendía una curación de los síntomas de las neurosis,


pero su trabajo de investigación le mostró la necesidad de ampliar el campo de
análisis hacia la infancia del sujeto, privilegiando así esa indagación que
conduciría, por añadidura, a la modificación de los síntomas (Freud, 1923/1998,
pp. 246-247; 1912/1998).

Y de manera más precisa, en lo que corresponde a entender su propuesta


psicoterapéutica como un proceso de ascesis subjetiva, dice: “Nosotros, los
analistas, nos proponemos como meta un análisis del paciente lo más completo y
profundo posible. Lo que de tal suerte cultivamos es cura de almas en el mejor
sentido” (Freud, 1926/1998, p. 240).

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Este énfasis en lo ascético no significó una subvaloración de los síntomas, pues en


algunas circunstancias era necesario un trabajo sobre los síntomas concretos, ya
presentes, mediante una terapia sintomal (Freud, 1895/1998, p. 269), con lo que se
complementaría el trabajo de ascesis subjetiva.

Muy tempranamente Freud definió psicoterapia como;

Tratamiento (terapia) del alma (psique); en sus palabras: (…) tratamiento


desde el alma —ya sea de perturbaciones anímicas o corporales con recursos
que de manera primaria e inmediata influyen sobre lo anímico del hombre. Un
recurso de esa índole es sobre todo la palabra, y las palabras son, en efecto, el
instrumento esencial del tratamiento anímico (Freud, 1890/1998, p. 115).

Esta definición es aplicable a la manera como Freud concibió el tratamiento


analítico hasta el final de su vida, y que se confirma con la cita en la que se refiere
a la cura de almas (Lopera Echavarría,2017).

El dispositivo terapéutico freudiano consistió en un artificio metodológico


(Ramírez, 1991) fundamentado en cuatro elementos: asociación libre
(verbalización), atención flotante (escucha analítica), análisis y manejo de la
transferencia (vínculo o relación paciente-analista) e interpretación (conjunto de
intervenciones) (Freud, 1912/1998). A partir de esta propuesta diversos
psicoanalistas han elaborado otras, modificando tanto el proceder técnico como la
psicopatología o caracterología correspondientes con dichas innovaciones. En
sentido general, podemos agruparlas en psicoterapias ascéticas y sintomales
(Lopera, 2006).

3.1 La relación terapéutica


Desde muy temprano Freud se percató de la importancia de la relación del
paciente con el analista, a la que llamó transferencia. Consideró que un
tratamiento psicoanalítico requería la instalación de una neurosis artificial o de
transferencia y su resolución definitiva a través de su análisis (Freud, 1917/1998).

La concepción sobre lo psíquico, así como su propia experiencia clínica, le


mostraron que la actitud del analista debía ser la de abstinencia con respecto a

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expresar sus sentimientos y afectos hacia el paciente. Otros teóricos, por el


contrario, consideran que el analista debe ser cálido y afectuoso en la relación
establecida con su paciente, procurando recrear el ambiente suficientemente
bueno que es en sí mismo reparador.

Para Winnicott (1998) la relación terapéutica no es la que cura en sí misma,


aunque, por supuesto, no se le resta importancia. En la relación terapéutica el
protagonista es el paciente, y el analista sólo ofrece el medio especializado para la
curación, así como una técnica adecuada para tal propósito.

Según Fairbairn (1962) lo que posibilita la cura es la relación del paciente con el
analista, más allá de los detalles de la técnica. Para Guntrip, el supuesto
fundamental sobre el cual descansa el tratamiento psicoanalítico es el
establecimiento de una relación confiable entre el analista y el paciente, relación
que estimula la capacidad de insight de este último y que puede ser terapéutica
(Guntrip, 1971, p. 175).

La psicoterapia no puede ser concebida como una técnica, “sino tan solo como la
posibilidad de una relación personal genuina, capaz de brindar confianza,
comprensión y respeto” (Guntrip, 1971, p. 180). Kohut señala que una buena
relación entre el analista y el paciente permite a este último vivir una experiencia
de resonancia empática que se constituye en fundamento de su sentimiento de
seguridad (1993, p. 114).

3.2 La teoría de la técnica psicoanalítica


La terapia psicoanalítica es una terapia causal; trata de contrarrestar las causas de
la neurosis. Su objetivo es resolver los conflictos neuróticos del paciente, incluso
las neurosis infantiles que sirven de núcleo a la neurosis adulta. Resolver los
conflictos neuróticos significa reunir con el Yo consciente aquellas porciones del
Ello, el Superyó y el Yo inconsciente excluidas de los procesos de maduración del
resto sano de la personalidad total.

El psicoanalista aborda los elementos inconscientes por sus derivados. Todos los
componentes repelidos del Ello y el Yo producen derivados, "híbridos" no

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conscientes, pero altamente organizados de acuerdo con el proceso secundario y


accesibles al Yo consciente (Freud, 1915b, pp. 190-2, 1062-3; Fenichel, 1941, p.
18).

La técnica psicoanalítica está directamente apuntada hacia el Yo, porque sólo éste
tiene acceso directo al Ello, al Superyó y al mundo exterior. Nuestro fin es hacer
que el Yo renuncie a sus defensas patógenas o que halle otras más propias (A.
Freud, 1936, pp. 45-70).

El psicoanálisis trata a su manera de invertir, de dar marcha atrás al proceso de la


formación de neurosis y síntomas (Waelder, 1960, p. 46). La única solución
segura es lograr cambios estructurales en el Yo que le permitirán renunciar a su
defensa o hallar una que permita suficiente descarga instintual (Fenichel, 1941, p.
16).

Todas las psicoterapias tratarían de aliviar a la paciente de sus síntomas, pero sólo
el psicoanálisis intenta hacerlo resolviendo los conflictos neuróticos que están en
el fondo de los síntomas.

3.3 Técnicas de Terapia Psicoanalítica


Freud consideraba que el inconsciente es la fuerza principal que motiva la vida, y
que reprimimos los conflictos de la niñez para sacarlos de la conciencia. La meta
de su sistema de psicoanálisis era devolver esos recuerdos, temores y
pensamientos reprimidos al nivel consciente. ¿Cómo puede el psicoanalista
evaluar esta parte invisible de la mente, este terreno oscuro que, de lo contrario,
nos resulta inaccesible? Durante su trabajo con pacientes, Freud diseñó dos
métodos para ello: la asociación libre y el análisis de los sueños.

Las metas del psicoanálisis se resumen en dos famosas frases de Freud que
definen los objetivos de trabajo tal y como los entiende en dos periodos diferentes
de su teorización: «Hacer consciente lo inconsciente» (Breuer y Freud, 1895) y
«donde era el Ello sea el Yo» (Freud, 1920). La cuestión es que el psicoanálisis
aspira a que la persona se dé cuenta de que los síntomas que experimenta en la

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actualidad son causados por un conflicto no resuelto de su pasado que está


reprimido en el inconsciente.

3.3.1 La asociación libre

En gran medida la técnica de asociación libre inventada por Freud se inspira en las
enseñanzas de Josef Breuer, un médico vienés que le ayudó durante los primeros
años de la práctica privada. Cuando Breuer estaba tratando a una mujer joven que
presentaba síntomas de histeria, descubrió que bajo hipnosis ella podía recordar
hechos reprimidos. Y al recordarlos en cierto modo reviviendo las experiencias se
aliviaban sus síntomas.

Freud aplicó la técnica con cierto éxito y llamó al proceso catarsis, término griego
que significa purificación. Sin embargo, poco después abandonó la hipnosis en
parte porque tenía dificultad para hipnotizar a algunos de sus pacientes. Además,
algunos revelaban sucesos perturbadores cuando estaban hipnotizados, pero
después no los recordaban cuando les preguntaba (Shultz,2009).

Al buscar otra técnica para ayudar a un paciente a recordar material reprimido,

• Freud le pidió que se recostara en un diván y él se sentó detrás del mueble,


donde no le podía ver.
• Pidió al paciente que se relajara y que se concentrara en los hechos del
pasado. El paciente debía entrar en una especie de ensoñación en voz alta,
diciendo lo que le viniera a la mente.
• Le instruía a que expresara espontáneamente cada idea e imagen tal como
había ocurrido, sin importar lo insignificante, vergonzoso o doloroso que
fuera el recuerdo o el pensamiento.
• No debía omitir, reordenar ni reestructurar recuerdo alguno.

Freud pensaba que la información descubierta durante la asociación libre no tenía


nada de aleatoria y que no estaba sujeta a la elección consciente de los pacientes.
La índole del conflicto de los sujetos determinaba y les imponía el material que
revelaban con la asociación libre. También encontró que la técnica no funcionaba

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libremente. Sin duda resultaba demasiado doloroso para los pacientes hablar de
algunas experiencias o recuerdos y de ahí su renuencia a expresarlos. Freud llamó
resistencias a esos momentos.

Consideraba que eran importantes porque indicaban la proximidad con el origen


de los problemas de los pacientes. La resistencia es una señal de que el
tratamiento avanza en la dirección correcta y de que el análisis debe seguir
sondeando en ese terreno. Parte de la tarea del psicoanalista consiste en derribar o
superar las resistencias para que el sujeto confronte la experiencia reprimida.

A continuación, se hace referencia como se presenta la asociación libre en los


escritos de Sigmund Freud en esta ocasión el caso de clínico de Catalina. En dicho
texto, Freud comienza relatando que emprendió una excursión por una montaña
con el fin de olvidar durante algún tiempo la medicina. Sin embargo, se encuentra
con Catalina, una chica que le comenta que está enferma de los nervios. Ante lo
cual Freud retoma nuevamente la practica psicoanalítica, y a la vez el uso de la
asociación libre:

“-Siéntese aquí y cuénteme lo que le pasa cuando le dan esos ahogos.

-Me dan de repente. Primero siento un peso en los ojos y en la frente. Me zumba
la cabeza y me dan unos mareos que parece que me voy a caer. Luego se me
aprieta el pecho de manera que casi no puedo respirar.

- ¿Y no siente usted nada en la garganta?

-Se me aprieta como si me fuera a ahogar.

-Y en la cabeza, ¿nota usted algo más de lo que me ha dicho? -Sí, me late como si
fuera a saltárseme.

-Bien. ¿Y no siente usted miedo al mismo tiempo?

-Creo siempre que voy a morir. Y eso que de ordinario soy valiente. No me gusta
bajar a la cueva de la casa, que está muy oscura, ni andar sola por la montaña.
Pero cuando me da eso no me encuentro a gusto en ningún lado y se me figura

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que detrás de mí hay alguien que me va a agarrar de repente.” (Obras


completas:1948)

En esta cita, podemos percibir que la asociación libre, se desencadenan debido a


las preguntas que realiza Freud y se manifiesta mediante las respuestas que da
Catalina. Freud, le pregunta “que le pasa cuando le dan esos ahogos”, lo que está
buscando es que Catalina, pueda poner en palabra los pensamientos que le vienen
a la cabeza con respecto a esos ahogos, es decir está esperando que Catalina,
empiece a asociar libremente el acontecimiento de lo que está ocurriendo. Ante lo
cual, Catalina, expresa espontáneamente lo que siente y cree: “Siento un peso en
los ojos y en la frente”, Me zumba la cabeza y me dan unos mareos que parece
que me voy a caer.

Luego se me aprieta el pecho de manera que casi no puedo respirar”, “Pero


cuando me da eso no me encuentro a gusto en ningún lado y se me figura que
detrás de mí hay alguien que me va a agarrar de repente”. Por lo cual, Freud, ha
conseguido uno de sus objetivos, que ha sido aplicar la asociación libre.

Ya con esta información posteriormente Freud, podrá determinar lo que le está


pasando a Catalina, la asociación libre ha sido para él una herramienta para
conseguir dicha información de su paciente.

En conclusión, la asociación libre es un componente esencial de la técnica


psicoanalítica que consiste en expresar sin discriminación todos los pensamientos
que vienen a la mente, ya sea a partir de un elemento dado (palabra, numero,
imagen de un sueño, representación cualquiera), ya sea de forma espontánea.
Asimismo, la asociación libre tiene por finalidad poner en evidencia un
determinado orden del inconsciente.

3.3.2 La interpretación de los sueños

Según Freud, los sueños representan, de forma simbólica, los deseos, los miedos y
los conflictos reprimidos. Estos sentimientos han sido contenidos con tanta fuerza
que sólo salen a la superficie durante el sueño y de forma disfrazada. En su
técnica de análisis de los sueños Freud distinguía dos aspectos de ellos: el

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contenido manifiesto, que se refiere a los hechos reales del sueño, y el contenido
latente, que representa su significado simbólico oculto.

A lo largo de los años, encontró símbolos consistentes en los sueños de sus


pacientes, o sea, hechos que significaban lo mismo casi para todo el mundo (véase
la tabla 1.). Por ejemplo, en un sueño, los pasos, los peldaños y las escaleras
representaban el acto sexual. Las velas, las serpientes y los troncos de árbol
indicaban el pene, y las cajas, los balcones y las puertas significaban el cuerpo
femenino.

Freud advirtió que, a pesar de la aparente universalidad de los símbolos, muchos


de ellos son propios de la persona que se sujeta al análisis y que podrían tener otro
significado para otras. Los sueños revelan conflictos de modo condensado e
intensificado. Los hechos presentes en ellos rara vez provienen de una sola causa;
todo hecho que se presenta en un sueño puede tener muchas fuentes. Los sueños
también pueden tener un origen trivial. Los estímulos físicos, como la temperatura
de la recámara o el contacto con la pareja, pueden provocar un sueño, y los
estímulos internos, como la fiebre o un malestar estomacal, también pueden
desencadenarlos.

Tabla 1. Símbolos o hechos de los sueños y su significado psicoanalítico


latente

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Es interesante señalar que de los más de 40 sueños de Freud que describió en su


libro. La interpretación de los sueños, sólo unos cuantos tenían un contenido
sexual, a pesar de que estaba convencido de que normalmente incluyen algún
deseo sexual de la infancia. El tema dominante en aquellos que reseñó era la
ambición, característica que siempre dijo que él no tenía. Estas dos técnicas
freudianas de evaluación la asociación libre y el análisis de los sueños revelan al
psicoanalista abundante material reprimido, pero todo él de forma simbólica o
disfrazada. El terapeuta tiene que interpretar o traducir el material al paciente.

Freud comparaba este procedimiento con la tarea de un arqueólogo que


reconstruye una comunidad destruida y enterrada durante siglos. Tal como el
arqueólogo trata de rearmar un edificio a partir de los fragmentos rotos, el
psicoanalista reconstruye una experiencia partiendo de recuerdos fragmentados y
enterrados. Luego entonces, la evaluación de la personalidad de un paciente, el
destapar sus conflictos inconscientes, depende de la habilidad, el entrenamiento y
la experiencia del analista (Shultz,2009).

3.3.3 La transferencia

La teoría de la transferencia es uno de los mayores aportes de Freud a la ciencia y


es también el eje central del tratamiento psicoanalítico. Cuando se repasan los
trabajos freudianos, desde que aparece este concepto hasta su total desarrollo,
llama poderosamente la atención el breve lapso transcurrido en esta investigación:
es como si la teoría de la transferencia hubiera nacido entera y de un solo golpe en
la mente de Freud, aunque siempre se ha afirmado lo contrario, que la fue
elaborando poco a poco.

El fenómeno de la transferencia es fundamental para el psicoanálisis, tanto en lo


que se refiere al conocimiento de los procesos psicológicos inconscientes como en
lo que concierne al psicoanálisis como técnica terapéutica, hasta el punto que
puede decirse que el método psicoanalítico consiste en establecer una relación,
entre analista y analizado, que permita el desarrollo y la interpretación de la
transferencia. Ahora bien, la transferencia es un fenómeno universal, no
únicamente propio de la situación analítica. Lo que la situación analítica consigue

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es favorecer al máximo su expresión y desarrollo en unas condiciones que, al


liberarla de las distorsiones y modificaciones introducidas por las múltiples
variables provenientes de la realidad externa que circunda al paciente, permiten su
reconocimiento, su exploración e interpretación.

Exceptuando una breve mención en sus Estudios sobre la histeria (1895), la


primera referencia al fenómeno de la transferencia la realizó Freud en su obra
Fragmento del análisis de un caso de histeria (1905). En esta obra, el creador del
psicoanálisis define la transferencia como una clase especial de estructura mental,
fundamentalmente inconsciente. Ella es, dice, “un tipo particular de formación del
pensamiento las más de las veces inconscientes... reediciones, recreaciones de las
emociones y fantasías que a medida que el análisis avanza no pueden menos de
despertarse y hacerse conscientes; pero lo característico de todo el género es la
sustitución de una persona anterior por la persona del médico” (Cit. en Coderch,
1987, p. 105).

La trasferencia es sentir impulsos, actitudes, fantasías y defensas respecto de


una persona en la actualidad que no son apropiados para tal persona y son una
repetición, un desplazamiento de reacciones nacidas en relación con personas
que tuvieron importancia en la primera infancia. La susceptibilidad de un
paciente a reacciones trasferenciales se debe al estado de insatisfacción de sus
instintos y la consiguiente necesidad de oportunidades de descarga (Freud,
1912a).

Hay muchos modos de clasificar las diversas formas clínicas de las reacciones de
trasferencia. Las designaciones más comúnmente empleadas son la trasferencia
positiva y negativa.

• La trasferencia positiva se refiere a las diferentes formas de apetencias


• sexuales, así como al amor, el respeto o el gusto por el analista.
• La trasferencia negativa entraña alguna variedad de agresión en forma de
enojo, disgusto, odio o desprecio por el analista.

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Freud empleaba también la expresión neurosis de trasferencia para designar esa


constelación de reacciones trasferenciales en que el analista y el análisis se han
convertido en el centro de la vida emocional del paciente, quien revive sus
conflictos neuróticos en la situación analítica (Freud, 1914c, p. 154; 441).

3.3.4 La resistencia

En un tratamiento psicoanalítico se denomina resistencia a todo lo que el


analizado hace o dice para tratar de impedir el acceso a sus contenidos
inconscientes. Dicho de otra manera, «todos los obstáculos que el cliente pone al
esclarecimiento de los síntomas y el progreso de la cura» (Laplanche y Pontalis,
1967, pág. 384).

El concepto clínico de resistencia es un elemento de suma importancia en la


aparición y estructuración de la terapia psicoanalítica. Así lo reconoce y considera
el propio Freud en los párrafos iniciales del conocido capítulo cuarto de su
Autobiografía, un capítulo en el que, al establecer y detallar las premisas
fundamentales de la teoría psicoanalítica, no duda en situar en primer lugar a la
teoría de la resistencia:

“Las teorías de la resistencia y de la represión de lo inconsciente, de la


significación etiológica de la vida sexual y de la importancia de los sucesos
infantiles son los elementos principales del edificio teórico psicoanalítico” (1925,
O.C. p. 2780).

Habiendo desarrollado la teoría de la resistencia a través de sus experiencias


directas con pacientes en terapia, Sigmund Freud notó que los pacientes evitaban
temas y temas que se acercaban demasiado a recuerdos incómodos o emociones y
deseos inaceptables. Freud luego integró estos hallazgos con sus teorías previas
sobre las funciones del ello, el yo y el superyó. Como resultado, finalmente
avanzó en su concepto de resistencia al desarrollarlo en una multitud de formas
individuales que incluían represión, transferencia, resistencia del ego,
"elaboración" y autosabotaje.

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Freud descubre muy tempranamente que en la asociación libre de ideas que él le


propone al paciente, hay, en un determinado momento una interrupción, un
obstáculo y lo llama resistencia a continuar el análisis.

Es una resistencia que él atribuye a no querer movilizar el material y no querer


rememorar el pasado por temor a los afectos que pueden desencadenarse. Freud
trabaja esas resistencias del paciente con mucha cautela, ya que forzarlas sería
completamente dañino para la cura.

Por último, como señala Coderch (1987), el concepto resistencia hace referencia a
todas aquellas fuerzas que en el interior del paciente se oponen al proceso
terapéutico, o sea, que todo lo que perturba la prosecución del trabajo analítico
impidiendo el descubrimiento del inconsciente del analizado puede y debe ser
considerado como una resistencia.

Esto quiere decir que las resistencias no sólo operan contra los intentos del
analista por dar a conocer al paciente aquello que está ocurriendo en su mente,
sino también contra los propios deseos del enfermo, que ha acudido
voluntariamente al tratamiento y aspira obtener un beneficio del mismo, para lo
cual se esfuerza en asociar, recordar y comprender todo lo que el terapeuta le
explica. Podemos argumentar, por tanto, que tras el fenómeno de la resistencia se
oculta en realidad un conflicto psíquico, una lucha de fuerzas, una situación de
antagonismo donde unas tendencias del paciente luchan contra otras.

3.3.5 La interpretación

El método de asociaciones libres, el análisis de la transferencia o de la resistencia


proveen al psicoanalista de material en el que buscar los conflictos inconscientes.
Para ello, el terapeuta busca el significado subyacente a los temas aparentemente
triviales que el cliente introduce en sesión, a la relación que establece con él o a
las resistencias que localiza en su conversación.

Interpretar supone que el terapeuta deduce el significado latente de todos esos


comportamientos y se lo comunica al cliente para tratar de explicar su experiencia
actual. La técnica se usa para que la paciente entienda los motivos inconscientes

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de su conducta presente; o, lo que es lo mismo, para que comprenda que lo que le


ocurre en la actualidad está determinado por sus experiencias pasadas. El
concepto, según Laplanche y Pontalis (1967), proviene de la época en que Freud
basaba gran parte de su intervención en la interpretación de los significados de los
sueños.

Pero Freud amplía la utilización de la idea trasladándola a todos los materiales


que son objeto de análisis. Una interpretación puede ser un comentario puntual
con el que la terapeuta informa sobre el significado posible de un material
aportado por el cliente: «Creo que el niño desvalido que aparece en su sueño es
usted mismo». O puede ser una intervención más elaborada en la que la
psicoanalista vincula el presente del paciente con los motivos inconscientes,
buscando siempre dar un sentido nuevo al síntoma desde la propia historia de la
persona. En cualquier caso, el objeto de interpretar es buscar el insight y este no
tiene por qué ser algo puntual; es más bien un proceso continuo en el que las
interpretaciones de la terapeuta ayudan a que el paciente vaya elaborando poco a
poco la información y ampliando su campo de conciencia.

Veamos un ejemplo de este tipo de intervenciones. Una interpretación relativa a la


transferencia tendrá habitualmente tres componentes: una referencia a la relación
que el cliente tiene con el terapeuta; una comparación con la forma que el
analizado tiene de relacionarse en la actualidad con otras personas; y, por último,
una explicación del sentido que todo ello tiene atribuyéndolo a un conflicto
relacional no resuelto del pasado (Messer y Gurman, 2011). Un ejemplo de
interpretación:

Puedo notar su enfado cada vez que digo algo para intentar
ayudarle. Ya hemos hablado de lo mucho que le molesta que su mujer o
sus amigos intenten echarle una mano para vencer su tristeza. Da la
impresión de que usted se empeña en que todos nos comportemos con
usted de la misma forma en que su padre lo hizo en el pasado,
abandonándole a su suerte para que se hiciera duro a pesar de que solo
era un niño. Pareciera como si quisiera convencernos a todos de que no

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necesita a nadie, de la misma forma que trató de hacerlo con él en el


pasado, sin conseguirlo.

Las interpretaciones pueden estar dirigidas a las defensas: «Tengo la sensación de


que le molesta mucho la falta de implicación de sus hermanos en el cuidado de su
padre, les echa a ellos la culpa de su estado y, sin embargo, usted también está
bastante despegado de él» (el terapeuta interpreta una proyección de la culpa).
Pero las interpretaciones más profundas van dirigidas a los impulsos
inconscientes: «Tal vez no está dispuesto a cuidar de su padre porque él no hizo lo
propio con usted durante su niñez, cuando su madre murió. Usted era el pequeño y
necesitaba más que nadie de sus cuidados y parece que no se lo ha perdonado». La
norma a la hora de interpretar es ir de lo más superficial (las defensas) a lo más
profundo (los impulsos inconscientes).

3.4 Las destrezas que debe tener el psicoanalista

3.4.1 Entender lo inconsciente

El talento más importante que debe tener el psicoanalista es la facultad de traducir


los pensamientos, sentimientos, fantasías, impulsos y modos de proceder
conscientes del paciente a sus antecedentes inconscientes. Tiene que ser capaz de
advertir lo que está detrás de los diversos temas que toca el paciente en la sesión
analítica. Debe escuchar la melodía manifiesta, pero oír también los temas ocultos
(inconscientes) de la "mano izquierda", el contrapunto. Ha de contemplar los
cuadros fragmentarios que pinta el paciente y ser capaz de trasladarlos a su forma
original inconsciente.

3.4.2 Comunicación con el paciente

Supongamos que el analista ha comprendido el significado del material del


paciente mediante el empleo de la empatía, la intuición y el conocimiento teórico.
Le toca ahora comunicárselo al paciente. Él debe decidir, efectivamente, qué es lo
que le dirá al paciente, cuándo se lo dirá, y cómo. Volvamos al momento de la
hora analítica en que el analista siente que ha comprendido el significado

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inconsciente del material de su paciente. Tal vez lo haya comprendido en forma


vaga e impresionista; tiene que formularlo con palabras e ideas antes de pasar
adelante. En el análisis se presentan situaciones en que uno comunica al paciente
ideas vagas o presentimientos, pero esto suele hacerse sólo cuando el material es
relativamente inocuo.

3.4.3 Rasgos relacionados con el entendimiento de lo inconsciente

La búsqueda persistente y continuada de insight y entendimiento, tan importante


en la terapia psicoanalítica, es resultante de diferentes facetas de la personalidad
del analista. Ante todo, tiene que sentir vivo interés por la gente, por su modo de
vivir, sus emociones, fantasías y pensamientos. Deberá tener un cerebro de
investigador, siempre en busca de conocimiento, averiguador de causas y orígenes
(Jones,1955, pp. 426, 433). La energía que mueve a un hombre en esa dirección
nace de la curiosidad, del afán de saber, que debe ser mucho y benévolo. El ánimo
poco escudriñador en el analista lo hace víctima del aburrimiento, la indagación
demasiado rigurosa inflige al paciente un dolor innecesario (Sharpe, 1930, 1947).

3.4.4 La terminación

¿Cuándo terminar el análisis? Freud se plantea esta cuestión en uno de sus últimos
escritos: Análisis terminable e interminable (1937). Dos son los criterios que
deben cumplirse para declarar el fin del tratamiento:

a) deben haber desaparecido los síntomas; y

b) el psicoanalista valora que se ha hecho consciente el material reprimido que los


causaba y que no hay riesgo de que vuelvan a aparecer.

Según Prochaska y Norcroos (2010), estos serían los detalles que indicarían que la
terapia ha sido exitosa: Los pacientes se han hecho conscientes de sus maniobras
defensivas y se han dado cuenta del significado de sus síntomas. Reconocen los
impulsos contra los que están luchando y las conductas en los que estos se
expresan. Aprenden a no tener miedo de sus impulsos porque los han expresado
ante el terapeuta sin ser castigados por ello. Encuentran nuevas formas para

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controlar sus instintos que les permiten mayor gratificación y menos culpa o
ansiedad. Canalizan sus instintos a través de esas nuevas formas de control y
suspenden las defensas inmaduras terminando con los síntomas. La cuestión que
preocupa a los psicoanalistas es que un final rápido puede desencadenar ansiedad
de separación en el paciente y volver a activar fantasías de abandono del pasado.

En algunos casos, con una vuelta a los síntomas. Por eso, la terminación se
programa y puede convertirse en material de trabajo; la terapeuta ayudará a
elaborar esa ansiedad y las fantasías, emociones y cogniciones que despierta. Para
ello, la analista puede revisar las experiencias de separaciones anteriores y alistar
los recursos que la persona ha adquirido durante el tratamiento (Ávila, Rojí y
Saúl, 2004).

3.5 Investigación sobre la teoría de Freud


El principal método de investigación de Freud fue el estudio de caso, este método
tiene varias limitaciones. No se basa en la observación objetiva, los datos no se
recaban de un modo sistemático y la situación (la sesión de psicoanálisis) no se
puede reproducir ni verificar. Además, no es posible modificar de modo
sistemático las condiciones de la niñez en las que fueron criados los pacientes ni
reproducir su ambiente familiar en el laboratorio. Por tanto, no es posible repetir
las observaciones clínicas como se hace en los experimentos psicológicos
controlados.

Una crítica fundamental a los estudios de caso de Freud se refiere a la índole de


sus datos. Él no llevaba un registro minucioso –palabra por palabra– de las
sesiones y recomendaba que los analistas no tomaran notas durante las mismas,
porque ello distraería su atención de las palabras de sus pacientes. Freud escribía
las notas varias horas después de concluida la sesión. Él describió así su técnica
para llevar el registro de los comentarios de los pacientes: “Por la noche, cuando
he concluido mi trabajo, los anoto de memoria” (citado en Grubrich-Simitis, 1998,
p. 20).

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Luego entonces, es posible que sus datos no estuvieran completos pues sólo
contenían lo que recordaba más tarde. También cabe la posibilidad de que sus
recuerdos fueran selectivos y que sólo registrara las experiencias que apoyaban su
teoría o que las interpretara de modo que la apoyaran. Por supuesto que sus notas
tal vez hayan sido muy precisas, pero no podemos tener la certeza dado que no es
posible comparar sus informes de los casos con lo que dijeron sus pacientes. Aun
cuando Freud hubiese llevado un registro meticuloso de las sesiones terapéuticas,
no podemos determinar la validez de los comentarios de sus pacientes.

Él no se esforzó mucho por comprobar la veracidad de las historias que le


contaban, cosa que podría haber hecho con sólo preguntar a los amigos y parientes
acerca de los hechos descritos. Por tanto, el primer paso de la investigación de
Freud la recopilación de datos se caracteriza por ser incompleta y poco exacta.
Algunos críticos sugieren que los pacientes de Freud en realidad no revelaban
experiencias sexuales de su niñez, porque en la mayor parte de los casos jamás
habían ocurrido. Estos autores argumentan que él infería las historias de seducción
sexual en la niñez basándose en el análisis de los síntomas de los sujetos. Por
ejemplo, aun cuando sostenía que prácticamente todas las pacientes decían que
habían sido seducidas por el padre, sus apuntes de los casos no muestran que
alguna haya dicho eso (Kihlstrom, 1994).

Varios detractores coinciden en que Freud sugería relatos de seducción en la niñez


sin escuchar en realidad que sus pacientes lo dijeran, porque ya había formulado
la hipótesis de que esas seducciones eran la verdadera causa de la neurosis del
adulto. Otros lo acusan de haberse valido de la sugestión para obtener o implantar
supuestos recuerdos de seducción en la niñez que nunca habían ocurrido
(McCullough, 2001). “Cuando las pacientes no proporcionaban solas material que
pudiera interpretar en términos sexuales, Freud no vacilaba en encaminarlas en la
dirección ‘correcta’” (Webster, 1995, p. 197).

Otra crítica a la investigación de Freud es que está basada en una muestra pequeña
y poco representativa de personas, o sea él y aquellas que acudieron al
psicoanálisis con él. En sus escritos tan sólo se detalla alrededor de una docena de
casos, en su mayor parte de mujeres jóvenes, solteras, de clase alta y buena

19
Unidad III

educación. Partiendo de una muestra tan limitada es difícil generalizar a la


población entera. Además, podrían existir discrepancias entre los apuntes de
Freud referentes a las sesiones de terapia y las historias de los casos que publicó,
los cuales supuestamente estaban basados en esos apuntes. Varios investigadores
compararon tales notas con la publicación del estudio de caso del hombre de las
ratas, uno de sus pacientes más famosos. Descubrieron un periodo de análisis más
largo, una secuencia incorrecta de os hechos revelados por el paciente y
afirmaciones sin fundamento de que se curó gracias al análisis (Eagle, 1988;
Mahoney, 1986).

En los años transcurridos tras la muerte de Freud en 1939, muchas de sus ideas
han sido sometidas a pruebas experimentales. En un análisis exhaustivo de unos 2
500 estudios de psicología, psiquiatría, antropología y disciplinas afi nes,
Seymour Fisher y Roger Greenberg evaluaron la credibilidad científi ca de
algunas de las ideas de Freud. No incluyeron las historias de caso en su
evaluación. Hicieron todo lo posible por limitar la investigación a datos que se
pensaba que tenían un grado elevado de objetividad (Fisher y Greenberg, 1977,
1996).

3.6 Reflexiones en torno de la teoría de Freud


El sistema psicoanalítico de Freud ha tenido enormes repercusiones en la teoría y
la práctica de la psicología y la psiquiatría, en nuestra imagen de la naturaleza
humana y en nuestro conocimiento de la personalidad. Su influencia también se
ha sentido en la cultura general, y muchos libros de divulgación, revistas y
periódicos hablan de su obra. Un artículo lo llamó una “fuerza ineludible” que
sigue teniendo efecto incluso 65 años después de su muerte (Adler, 2006, p. 43).

El psicoanálisis contribuyó a que el interés de los psicólogos estadounidenses por


el estudio de la personalidad aumentara a partir de la década de 1930. Entre las
décadas de 1940 y 1950 las ideas del psicoanálisis influyeron en el incipiente
estudio de la motivación dentro de la psicología. La psicología contemporánea ha
absorbido muchos conceptos freudianos, entre otros, el papel del inconsciente, la
importancia de las experiencias de la niñez para dar forma a la conducta del adulto

20
Unidad III

y el funcionamiento de los mecanismos de defensa. Como hemos visto, estas ideas


y otras más siguen generando gran cantidad de investigaciones.

La teoría freudiana de la personalidad sigue ejerciendo más influencia que su


sistema de terapia psicoanalítica. Aun cuando las investigaciones sobre sus ideas y
las pruebas experimentales de sus conceptos siguen siendo muchas, el
psicoanálisis como técnica terapéutica ha ido perdiendo popularidad.
Generalmente se piensa que no es eficaz para diagnosticar y tratar a muchos tipos
de pacientes.

Cada vez son más las personas que se someten a terapia debido a problemas
conductuales y emocionales, pero pocas optan por el costoso y largo enfoque que
Freud desarrolló. Ahora la norma son los tratamientos más breves, de entre una y
15 sesiones, acompañados de un mayor uso de drogas psicoterapéuticas
(Shultz,2009).

Otra crítica se centra en el énfasis que Freud puso en la conducta pasada,


excluyendo así nuestras metas y aspiraciones. Estos teóricos argumentan que el
futuro, nuestras esperanzas y planes influyen en nosotros tanto o más que las
experiencias antes de los cinco años de edad. Otros teóricos de la personalidad
piensan que Freud prestó demasiada atención a las personas con problemas
emocionales, excluyendo a las personas emocionalmente maduras y
psicológicamente sanas. Si queremos formular una teoría de la personalidad
humana, ¿por qué no estudiar las mejores cualidades humanas, las más sanas y
positivas, al igual que las negativas? Los teóricos también consideran ofensivas
las ideas de Freud sobre las mujeres, en concreto los conceptos de la envidia del
pene, de un superyó mal desarrollado y de los sentimientos de inferioridad
respecto de su cuerpo (Shultz,2009)

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Unidad III

Referencias Bibliográficas

1. Bibliografía Básica

• Butcher, J., Mineka, S., y Jill M. Hooley. (2007). Psicología clínica.


Madrid: PEARSON EDUCACIÓN, S.A.
• Duane P. Schultz, Sydney Ellen Schultz. (2009). Teorías de la
Personalidad.MEXICO: INTERNATIONAL THOMSON
• Olivares Rodríguez, J., Macià Antón, D., Rosa Alcázar, A., y Olivares, P.
(2014). Intervención psicológica Estrategias, técnicas y tratamientos.
Madrid: Pirámide.
• Olivares, J., Macià, D., Olivares-Olivares, P. J. y Rosa- Alcázar, A. I.
(2012). El ejercicio de la psicología aplicada. La profesión de psicólogo.
Madrid: Pirámide.

2. Bibliografía Complementaria

• Bleichmar, N., & Leiberman, C. (1997). El psicoanálisis después de Freud.


México: Paidós
• Braier, E. (1984). Psicoterapia breve de orientación psicoanalítica. Buenos
Aires: Nueva Visión.
• Caro, I. (1997). Manual de psicoterapias cognitivas. Barcelona: Paidós.
• Freud, S. (1998). Interpretación de los sueños. En J. L. Etcheverry
(Traduc.). Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 5). Buenos Aires:
Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1895).
• Freud, S. (1998). Psicopatología de la vida cotidiana. En J. L. Etcheverry
(Traduc.). Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 6). Buenos Aires:
Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1901)
• Freud, S. (1998). Introducción al psicoanálisis. 27ª Conferencia. La
transferencia. En J. L. Etcheverry (Traduc.). Obras completas: Sigmund
Freud (Vol. 16, pp. 392-407). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original
publicado en 1917).

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• Freud, S. (1998). Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. En J. L.


Etcheverry (Traduc.). Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 17, pp. 151-
154). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1919).
• Lopera, J. (2004). La orientación psicoanalítica en la psicoterapia.
Memorias Primer Encuentro Nacional de Psicoterapias Dinámicas.
Universidad de Antioquia.
• Lopera, J., Ramírez, C., Zuluaga, M., & Ortiz, J. (2010). El método
analítico. Medellín: Centro de Investigaciones Sociales y Humanas (CISH)
de la Universidad de Antioquia.

3.Bibliografía virtual UPAP

• Trull, T., y Phares, J. (2003). Psicología clínica conceptos, métodos y aspectos


prácticos de la profesión. México D.F.: International Thomson.

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