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Y a mí… ¿quién me paga?

(Juguemos a la Commedia dell'Arte)

Vicente Cañón Verdasco

A partir de 12 años

Y a mí… ¿quién me paga?


Teatro juvenil
Copyright © Vicente Cañón
2004 Tarragona

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PERSONAJES:

ARLEQUÍN
COLOMBINA
DOTTORE
PULCINELLA
PANTALEONE
CONDESA
ELEONORA (Madre de la CONDESA)
ACREEDOR 1
ACREEDOR 2
ACREEDOR 3
DAMA l
DAMA 2
DAMA 3

SINOPSIS:

El «signore» Dottore dará una bolsa de dinero a su criado Arlequín para que pague a sus
acreedores, entre los que se incluye el Duque Pantaleone, pero el criado tiene otro destino
para ese dinero y hará ver que es suyo para conquistar el amor de Colombina. A partir de
ese momento, la comedia está servida y mentiras, equívocos, excusas, enredos…
buscarán la risa del público asistente.

Esta obra ha sido ideada como primer contacto con el teatro de la «Commedia dell’Arte»
para jóvenes.

VESTUARIO:

Será el representativo de los personajes de la comedia del arte. Para facilitaros el trabajo,
os recomiendo que entréis en los buscadores de internet ya que en ellos encontrareis
dibujos, imágenes y fotos del vestuario, incluyendo las caretas tan características de
algunos de sus protagonistas.

* En la «Commedia dell'Arte», las actuaciones u obras tenían una trama definida y sus
personajes eran todos arquetípicos (Arlequín, Colombina, Pantaleone, Dottore, etc.). Se
trataban temas relacionados con enredos amorosos, económicos y los celos. El humor
satírico y mordaz sobresalía todo el tiempo en la comedia del arte.

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NOTA DEL AUTOR:

El objetivo de esta obra es que los niños o adolescentes, tengan una primera experiencia
dentro del mundo del teatro y concretamente con la Commedia dell’Arte, por ello, he
huido de argumentos muy enrevesados, complicados y poco creíbles. Todo esto se traduce
en un texto ágil, dinámico, repleto de frases cortas y de fácil aprendizaje, adecuadas a su
edad y relacionadas con la acción a realizar.

Con el fin de facilitar el trabajo a la persona que va a dirigir teatro, la obra contiene una
gran cantidad de acotaciones, en las que explico: escenografía, vestuario, características
de los personajes y movimientos de los actores —puesta en escena— y algún que otro
gag, que harán las delicias del público asistente.

Antes de escribir teatro infantil y juvenil, me encontraba con obras en las que había un
único protagonista con una gran cantidad de texto, mientras que el resto de personajes no
tenían nada o casi nada, y su papel se limitaba a, por ejemplo, hacer de árbol o nube; lo
que no me parecía pedagógico. Por eso, en mis obras, he intentado que el protagonista no
tenga un elevado número de frases y que la diferencia entre el resto de personajes y él,
sea mínima. Si por alguna razón, un personaje no tiene muchas escenas, esa diferencia se
compensa con la representación de un papel divertido o especial que se meterá a los
espectadores en el bolsillo. Tal es el caso de Eleonora.

Es muy importante que el niño o adolescente, no relacione el teatro con una experiencia
aburrida, llena de palabras sin significado. Además, debemos lograr que los actores se
muevan por la escena con mucha naturalidad y dinamismo, y no que se limiten a
permanecer estáticos diciendo un texto, repitiéndolo como si fueran loros.

Tanto el público como los actores tienen que disfrutar del teatro como si se tratase de un
juego, de un viaje a la imaginación. Deben desprenderse de ellos mismos para ser el
otro… su personaje.

Todo lo que el niño o joven sueña, se puede representar encima del escenario.

El teatro, como toda expresión artística, es —por encima de todo— un acto de libertad.

*Como autor de esta obra, el proceso se completa con la representación de la misma. Por
ello, agradecería, encarecidamente, que se me hiciera llegar vía telemática, a la siguiente
dirección de correo electrónico, tente.ca2017@gmail.com material visual —fotos o
vídeos—, de las puestas en escena que se hayan llevado a cabo.

Gracias,

Vicente Cañón

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ESCENA 1

(Al abrirse el telón, se puede ver una escenografía con la fachada de una casa adinerada.
Esta tendrá una puerta central y dos laterales, menos ostentosas. Arriba, se habrá
pintado un balcón central con dos ventanas a cada lado. Por la puerta del medio, de
espaldas, entra a la escena ARLEQUÍN, de puntillas, porque está huyendo del trabajo y
no quiere despertar a su amo, el señor DOTTORE)

ARLEQUÍN: (Al ver al público se asusta mucho y después reacciona para presentarse
haciendo todo tipo de reverencias) Señoras y señores, me presentaré; soy
Arlequín, el criado del signore Dottore y de su esposa, una condesa de lo más
cursi que se pasa todo el día enferma. Entre nosotros, mi amo se casó con su
esposa por amor... por amor a la dote que recibió porque es... una breva...
(Reacciona) Perdón, perdón no los he situado; estamos en la ciudad italiana de
Venecia y aquí tienen ustedes la casa de mi amo y su esposa. (Señala la puerta
del medio) (Por la puerta de la derecha) En esta, vivimos los criados y... mi
Colombina, criada personal de la señora ama. (Suspira) ¡Ay, Colombina de mi
corazón! (Por la puerta de la izquierda) Esta será la próxima residencia de la
señora Eleonora, cuando venga a vivir a la ciudad. ¡Oh! Quién es la señora
Leonora, se estarán preguntado, ¿verdad? Pues la madre de la cursi de la
condesa; (señalando la puerta del centro, para volver a señalar la puerta de la
izquierda) ahora está descansando en un balneario y en pocos días vendrá a
visitarnos. Está para estrenar... yo todavía no he visto cómo ha quedado tras las
reformas y como que soy cotilla, por devoción y por profesión, ¡tengo que estar
al tanto de todo! (Asoma la cabeza por la puerta de la izquierda, dejando el
resto del cuerpo en la escena) Tiene muy buena pinta... Lástima que, de
momento, no se use mucho...

(Por la puerta del medio entra el signore DOTTORE que busca a su criado)

DOTTORE: Arlequín… ¿dónde estás?

(DOTTORE ve a ARLEQUÍN curioseando, mira al público cómplice y da a su criado un


buen azote en el culo. ARLEQUÍN salta asustado)

ARLEQUÍN: (Resintiéndose, con la mano en el culo) Se… se... señor… ¿a qué vienen
estas prisas?
DOTTORE: (Desconfiado) ¿Qué estabas curioseando?
ARLEQUÍN: (Improvisa) Quería saber si las obras de la nueva residencia de la señora
Eleonora estaban listas para... para... entrar y... barrer.
DOTTORE: (Desconfiado) ¿Barrer? ¿Tú… trabajando? ¡No me hagas reír!
ARLEQUÍN: Por cierto, señor… ¿cuándo tiene prevista la llegada la señora Eleonora?
DOTTORE: Por mí, cuanto más tarde... mejor. (Agarra confidencial a ARLEQUÍN)
Entre nosotros... mi suegra no me puede ver ni en pintura, nunca creyó que me
casé con su hija por amor.
ARLEQUÍN: Pero señor... ¡es que no lo hizo!

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DOTTORE: (Haciendo que su criado baje el volumen de voz) ¡Shh! ¡Calla, zoquete! En
nuestro casamiento, interpreté el papel de mi vida y nadie sospechó nada... pero
¡nada de nada!
ARLEQUÍN: (Al público) Ja, eso no se lo cree ni él.
DOTTORE: (Reacciona y cambia de tema rápidamente) Vamos, dejémonos de cuentos.
(Le da una bolsa de dinero a su mayordomo) Toma, lleva esta bolsa de reales al
signore Pantalone para pagar mi deuda. No quiero que mi suegra se entere de
que casi me he gastado ya la dote de su hija. Dile también que me guarde el
secreto, no vaya a comentárselo a mi esposa. (Agarra por una oreja al criado)
¿Me he explicado con claridad?
ARLEQUÍN: Perfectamente. (Consigue librarse de su amo) ¡Voy volando!
DOTTORE: (Recordando) Ah, y de paso, paga al señor arquitecto por las reformas de
la casa. (Mira, orgulloso, su nueva fachada) También al carnicero y al sastre.
(De pronto, cambia de expresión y se muestra más autoritario. Grita) ¡Y date
prisa… apresúrate! (Sale de escena por la puerta del medio)

ESCENA 2

ARLEQUÍN: (Abriendo la bolsa) ¡Cuánto dinero! Si fuera mío, seguro que tendría más
suerte... más comida... vestiría con elegancia y...
COLOMBINA: (Desde fuera) ¡Yuju, Arlequín!
ARLEQUÍN: (Suspira) Y más amor. (Al público) Esta es Colombina. Yo deseo que,
algún día, se convierta en mi esposa. De momento, ella sabe que mi corazón solo
late por ella, pero... (Triste) siempre me rechaza porque soy más pobre que una
rata.

(COLOMBINA entra a la escena, por la puerta de la derecha. Anda muy remirada, como
siempre)

ARLEQUÍN: (Boquiabierto y torpe en sus movimientos) ¡Hola, Colombina!


COLOMBINA: (Coqueta y sin hacerle mucho caso a ARLEQUÍN) ¿Qué haces,
Arlequín? (Observa la bolsa que lleva ARLEQUÍN en las manos y cambia
radicalmente de actitud para ser más amable, cariñosa e incluso demasiado
inocente) ¡Oh, una bolsa de dinero! ¿Es tuya?
ARLEQUÍN: (Al público) Si le digo que sí, me amará más, ¡estoy seguro! (A
COLOMBINA, haciéndose el gallito) Pues... sí, ¡es mía!
COLOMBINA: (Maravillada) ¡Oh, ahora eres rico! ¿De dónde ha salido este dinero?
ARLEQUÍN: Eh... verás... son los ahorros de toda una vida trabajando duramente para
poder ser un hombre de provecho y... y...
COLOMBINA: (Melosa) Pues como que yo soy tu novia, lo que es tuyo... es mío,
¿verdad? (En un gesto rápido le quita la bolsa a un atónito ARLEQUÍN)
¿Sabes? Ahora empiezo a quererte... algo más.
ARLEQUÍN: (Al público) ¿Lo veis? (A COLOMBINA) Colombina, ¿me das un besito?
COLOMBINA: De acuerdo, pero primero tienes que cerrar los ojos.
ARLEQUÍN: (Cierra los ojos con fuerza) Ya los tengo cerrados.

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COLOMBINA: ¿Estás seguro?
ARLEQUÍN: (Nervioso) Seguro, seguro... cuando quieras.
COLOMBINA: (Se acerca a ARLEQUÍN y cuando está a punto de besarlo, juguetona,
se escapa) Te lo daré si me atrapas... (Sale deprisa, por la puerta de la derecha)
ARLEQUÍN: Pero... ¡Colombina! (Al público) Me parece que por querer aparentar una
cosa que no soy, he metido la pata. Voy a ver cómo puedo deshacer este lío y
recuperar el dinero. (Sale, por la derecha)

ESCENA 3

(Por la izquierda entra PULCINELLA, es el criado del duque PANTALEONE y,


prudente, va llamando a cada una de las dos primeras puertas que encuentra)

PULCINELLA: Hola… ¿no hay nadie?


DOTTORE: (Desde fuera de la escena) ¿Quién es? (Sale a escena por la puerta del
medio) ¡Ah, eres tú, Pulcinella! ¿Qué quieres?
PULCINELLA: Vengo de parte del duque Pantaleone a cobrar.
DOTTORE: Pues ya puedes irte y hacer el camino de vuelta a casa porque mi criado,
Arlequín, ha ido a pagarle en este mismo instante.
PULCINELLA: Entonces, perdone las molestias signore Dottore. (Hace una
reverencia)
DOTTORE: Si te das prisa lo atraparás a medio camino. (Gritando furioso) ¡Vamos,
muévete! (Entra por la misma puerta por la que ha salido)
PULCINELLA: (Imitando al signore DOTTORE) ¡Muévete! (Furioso) Gordinflón,
panzudo, barrigón…

ESCENA 4

(COLOMBINA entra a escena por la puerta de la derecha. Viene muy concentrada y


abstraída, contando el dinero. PULCINELLA, al verla, se esconde)

COLOMBINA: (Se sienta en el proscenio) ¡Madre mía, cuántos reales! Con ellos me
compraré... muchos trajes... y joyas... (Deja la bolsa del dinero a su lado)
Tendré un montón de pretendientes, me casaré con el más rico y viajaré por todo
el mundo: París, Roma... Aunque no me casaré con el primer pretendiente... ¡no!

(PULCINELLA, en un momento de distracción, le roba la bolsa de dinero y sale, de


puntillas, por la izquierda)

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COLOMBINA: Quizás me haga pasar por una princesa extranjera o mejor, para no
llamar tanto la atención, por una marquesa; ¡sí, una marquesa! Sin embargo,
para eso, tengo que pensar en cambiarme el nombre... ¿Cuál podría ser? A ver...

ESCENA 5

CONDESA: (Desde dentro) Colombina… ¿dónde estás?


COLOMBINA: (Sorprendida) ¿Qué?
CONDESA: (Entra en escena, por la puerta del medio) Colombina, siempre estás
dormida. Venga, ven a ayudarme, hay mucho trabajo que hacer y no quiero que
se echen a perder mis uñas.
COLOMBINA: Sí, señora, enseguida lo preparo todo. (Sale por la puerta del medio)
CONDESA: (Dramática) ¡Ay! Me duele mucho la cabeza y estoy agotada… No sé si
este clima tan húmedo le va bien a mi cutis, como es tan delicado… ¿No crees,
Colombina? (Se da cuenta de que está sola) Pero Colombina, ¿dónde estás?
(Sale)

ESCENA 6

(ARLEQUÍN entra por la derecha, lamentándose por haber perdido el dinero)

ARLEQUÍN: ¿Quién me mandaría a mí dármelas de rico? ¡Ahora tengo que pagarle al


duque Pantaleone y no tengo la bolsa! Esto me pasa por querer aparentar ante
Colombina. (Suspirando) ¡Oh, Colombina! ¡Mi corazón es tuyo!

(Por la izquierda, entran tres ACREEDORES)

ACREEDOR 1: ¡Eh, tú, criado!


ARLEQUÍN: (Reaccionando) Oh, hola, buenos días. ¿Qué sucede?, ¿en qué os puedo
servir?
ACREEDOR 2: Venimos a cobrar.
ARLEQUÍN: A cobrar… ¿qué?
ACREEDOR 1: Yo he de cobrar unos vestidos que cosí para la señora condesa.
(Remarcando) En concreto, tres, para irse de viaje. Además, es tan presumida,
que me ha obligado hacerlos y deshacerlos un montón de veces.
ACREEDOR 2: A mí todavía se me debe la comida de los tres últimos meses del
signore Dottore y de su esposa. Es impresionante lo que come ese matrimonio,
¡son como fieras! Se han zampado: tres cerdos, dos docenas de gallinas, una de
patos y…

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ACREEDOR 3: Y yo he de cobrar los planos y la reforma que acabo de hacer.
(ARLEQUÍN pone cara de no saber de qué habla) ¡Ah, granuja! ¿No lo sabes?
Pues hice unas obras de ampliación de la casa y, en esta parte, (Señala la puerta
izquierda) vendrá a vivir la señora Eleonora.
ARLEQUÍN: Sí, ya me ha informado mi amo... señor. (Al público) No tengo para pagar
a nadie; ni a ellos, ni al duque Pantaleone. (De pronto, tiene una idea) Mientras
pienso algo... (Al ACREEDOR 3) Señor arquitecto, ¿por qué no enseña a estos
caballeros las reformas que usted ha realizado en la casa?
ACREEDOR 3: (Orgulloso) Hmm, no es mala idea. (Al resto de ACREEDORES)
Vengan, pasen; serán los primeros en ver cómo han quedado las obras de
ampliación. Comprobarán así, con sus propios ojos, mi talento al transformar
una cuadra de caballos, en una bonita y elegante casa digna de una reina.
Señores, ¿quieren pasar por esta puerta?
ARLEQUÍN: No sean desconfiados y entren. Además, de esa forma, me darán tiempo a
mí para ir a buscar al signore Dottore para que me dé los reales que les debe.
(Señala la puerta de la izquierda) Si quieren pasar... adelante; pero pasen, por
favor.
ACREEDOR 2: (Protesta) Ya está bien… ¡Su amo hace tres meses que no me paga!
ACREEDOR 1: (Enfadado) Pues yo hace cinco meses que no cobro ni un real.
ACREEDOR 3: (Protestando) Mi trabajo he de cobrarlo sin falta… ¡hoy mismo!

(Entran los tres ACREEDORES, por la puerta de la izquierda)

ARLEQUÍN: Sí, por supuesto. Ustedes esperen aquí que enseguida vendrá alguien a
pagarles. Pero no salgan, ¿eh? (Hablando para sí mismo) Yo, mientras, me voy
a ver cómo recupero el dinero. Madre mía, ¡qué lío! (Sale de la escena por la
puerta de la derecha) Colombina, verás, tenemos que hablar del dinero. Resulta
que...

ESCENA 7

(Por la izquierda entran el duque PANTALEONE y su criado)

PANTALEONE: (Rácano, como siempre, y enfurecido) Así que no hemos cobrado,


¿verdad? Pues ahora me oirá ese Dottore, ¡le voy a decir tres cosas muy bien
dichas!
PULCINELLA: Calmaos, señor, que después os da el ataque.

(Entra COLOMBINA, llorando)

COLOMBINA: ¡Qué desgraciada soy!


PANTALEONE: (Intenta ponerse guapo, se arregla el vestuario y se coloca bien el
pelo con la mano) Hola, Colombina… ¿qué te pasa?
COLOMBINA: (Llora, todavía más) ¡Alguien me robó mis reales!

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PULCINELLA: (Al público) He sido yo. (Enseña la bolsa que le ha tomado a
COLOMBINA y hace el gesto de silencio, pidiendo la complicidad de los
espectadores)
PANTALEONE: ¡Oh, pobrecita! (Piensa) ¡Ya está! Si me das un beso, yo te daré lo que
has perdido. (Se señala la mejilla) A ver, un besito.
COLOMBINA: (Pone cara de asco. Estira la mano) Primero, el dinero.
PANTALEONE: (Nervioso piensa porque no quiere gastar de su dinero) Eh, bien, sí, el
dinero... dónde... (Ve la bolsa que porta colgada su criado) Pulcinella, dale tu
bolsa de dinero.
PULCINELLA: (Asustado) Pero... pero esta bolsa es... es... mía. (Al público) ¿A que sí?
(Llora) ¡Es mía!
PANTALEONE: ¿No me has oído?

(PULCINELLA le acerca la bolsa, sin muchas ganas)

PULCINELLA: (Pide clemencia) ¿Está seguro?


PANTALEONE: Sí, seguro… ¡segurísimo!
PULCINELLA: (Ruega más clemencia todavía) Pero... ¿seguro del todo?
PANTALEONE: (Impaciente) Sí, sí... seguro del todo. ¡Dásela ya!
PULCINELLA: Es que esta bolsa es...
PANTALEONE: (Grita, impaciente) ¡Basta!
PULCINELLA: Pero...

(COLOMBINA, en un gesto rápido, le quita de las manos a PULCINELLA la bolsa y la


esconde en el interior de su escote)

COLOMBINA: (A PANTALEONE) ¿Estáis preparado para recibir el mejor beso del


mundo... el más suave, el más tierno, el más meloso...?

PANTALEONE: (Emocionado) Sí, sí... ¡muy preparado!

COLOMBINA: Pero, signore Pantaleone, ¿no sabe usted que los besos más sabrosos
son el que se dan con los ojos cerrados?
PULCINELLA: (A su AMO) Oh, oh, tenga cuidado... A mí me parece que...
PANTALEONE: (A su CRIADO) ¡Calla tú, envidioso!
COLOMBINA: (A PANTALEONE) ¿Estáis preparado, mi señor?
PANTALEONE: (Se le cae la baba) Sí, sí...
COLOMBINA: ¿Tenéis los ojos cerrados?
PANTALEONE: Sí, cerrados del todo.
COLOMBINA: Acercaos más… algo más. (PANTALEONE da un beso a
PULCINELLA. COLOMBINA, que estaba en medio de los dos, en un gesto
rápido, sale de escena corriendo por la puerta de la derecha)

PANTALEONE: (A PULCINELLA, mientras se limpia la boca con la manga) ¿Qué


haces, bobo, pazguato, tarugo, tarambana…? (Levanta su bastón dispuesto a
pegarle) Ahora verás, si te atrapo.

PULCINELLA: (Asustado)¡Socorro! ¡Auxilio!

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(PANTALEONE persigue, por toda la escena, a su criado para darle unos azotes en el
culo con el bastón. Cada vez que le da uno, este saltará de forma muy exagerada para
buscar la comicidad de la escena. PULCINELLA no ve más salida que salir de la escena
por la izquierda, perseguido por su amo)

ESCENA 8

(Entran en escena los tres ACREEDORES)

ACREEDOR 1: ¡Ya estoy harto de esperar!


ACREEDOR 3: ¡Aquí no se ve a nadie!
ACREEDOR 2: Señores, más vale que no nos pongamos nerviosos. Si el criado dice
que esperemos, por algo será, ¿no?
ACREEDOR 3: Continuemos pues, seguro que el signore Dottore no tardará en venir a
pagarnos. (Presumiendo) Todavía no les he explicado la complejidad de las
bóvedas que... (Entra en la casa)
ACREEDOR 1: Espero que cobremos pronto porque estoy de paredes y vigas… ¡hasta
la coronilla!

(Desde fuera de escena, el ACREEDOR 3)

ACREEDOR 3: Señores... ¿no vienen?


ACREEDOR 2: (Al ACREEDOR 1) Paciencia. Entramos, pues.
ACREEDOR 1: Entremos.

(Los ACREEDORES1 y 2 vuelven a entrar, no demasiado convencidos)

ESCENA 9

(PULCINELLA entra a escena por la izquierda. Viene resoplando y cansado porque su


amo aún le persigue)

PULCINELLA: (Al público) Menos mal que el duque Pantaleone es un carcamal, no


ha podido atraparme y he logrado escaparme. (Pasea nervioso por la escena)
Tengo que recuperar mis reales... sea como sea. (Asustándose) ¡Viene alguien!
¡Voy a esconderme! (Vuelve a salir de la escena por la derecha)

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ESCENA 10

ARLEQUÍN: (Entra por la puerta de la derecha, perseguido por Colombina que,


escoba en mano, le da golpea con ella) Pero querida, yo...
COLOMBINA: (Ofendida) ¿Cómo te atreves? Me acabas de hacer un regalo y ahora
me lo reclamas. ¡Habrase visto! (Lloriquea) Tú ya no me quieres…
ARLEQUÍN: Sí, Colombina. ¡Te quiero más a nada en el mundo!
COLOMBINA: Pues no me hagas enfadar nunca más. ¿Te queda claro? (Le da el último
escobazo y vuelve a salir de la escena por la puerta de la derecha)
ARLEQUÍN: (A COLOMBINA, medio llorando) Sí, cariño. (Se lamenta) ¡Madre mía!
¿Cómo arreglaré este lío para pagarle al duque Pantaleone? (Entra un poco por
la puerta de la izquierda y vuelve a salir para hablar con el público) Sí, el señor
arquitecto, el señor sastre y el señor carnicero todavía están esperando... ¡Ay, no
sé cómo saldré de esta! (Va hacia el proscenio preocupado) Y, sobre todo, ahora
no puedo decirle a Colombina que el dinero no era mío.

PANTALEONE: (Entra, por la izquierda) ¡Eh! ¿No tienes nada para mí?
ARLEQUÍN: (Muy asustado) Oh, señor, yo... (Piensa y cambia de expresión para
sobreactuar y empieza a llorar aún más fuerte) Al fin os he encontrado, duque
Pantaleone. ¡Qué desgracia! ¡Qué desgracia tan grande!
PANTALEONE: ¿Qué pasa? ¿A qué viene ese llanto?
ARLEQUÍN: Signore, no se lo he podido contar antes, pero mi amo, el signore
Dottore... (Muy dramático) ¡ha muerto! (Llora aún más fuerte)¡Ah!

(Por la derecha ha entrado PULCINELLA de puntillas y se coloca junto a su amo)

PULCINELLA: (Desconfiado) ¿Ah, sí? ¿Cómo ha sido?


ARLEQUÍN: (Piensa un momento) Pues, pues... ha tenido un accidente con su carruaje.
PANTALEONE: ¡Oh, qué desgracia! ¡Qué desgracia para todos!
ARLEQUÍN: Señor, tiene que saber que su última voluntad fue pagarle a usted y a sus
acreedores, pero está claro...
PULCINELLA: Esto me da muy mala espina. (Le susurra algo a la oreja de
PANTALEONE)
PANTALEONE: (A PULCINELLA) Sí, tienes razón. (A ARLEQUÍN) Mira, Arlequín,
puesto que tu amo está muerto y para que su alma descanse en paz por siempre
jamás, o sea, que llegue al Cielo sin ninguna duda, yo me consideraré pagado
si… me traes un cofre que su suegra le pidió que le guardara mientras ella estaba
de viaje. (Radical) Ve por él y, luego, me lo llevas a casa sin que la viuda se dé
cuenta, ¿está claro? (Dictatorial) ¡Rápido, ve!
ARLEQUÍN: (Al público) ¡Ahora sí que la he hecho buena! (A PANTALEONE) Sí,
señor, no faltaría más; enseguida lo busco y se lo llevo.
PANTALEONE: Bien, yo me marcho a mi casa. No quiero que nadie vea cómo me das
el cofre, ¿entendido? Así que espero que me lo lleves lo antes posible. Toma una
moneda por tu ayuda. Ah, y ya me avisaréis de cuándo es el entierro. (Sale por
la izquierda)
PULCINELLA: Sí, vendremos a rezar. (Burlón, porque no se ha creído nada, se
marcha detrás su amo)

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ARLEQUÍN: Enseguida le llevo el joyero, signore Pantaleone. (Se posa la mano sobre
la cabeza para dar a entender que está muy nervioso) ¡Lo que faltaba! Ahora
quiere el cofre de las joyas de la señora Eleonora. (Sale de la escena por la
derecha)

ESCENA 11

ACREEDOR 1: (Entra en compañía de los otros ACREEDORES. Los tres parecen


indignados) ¡Esto es demasiado! Aquí no viene nadie.
ACREEDOR 2: Seguro que el signore Dottore está fuera de la ciudad.
ACREEDOR 3: Ese criado... ¡cuando lo atrape…!

(ARLEQUÍN entra por la derecha a escena y cuando ve a los ACREEDORES, recula y


se esconde para espiarlos)

ACREEDOR 2: Marchémonos y si en un rato no aparece por nuestra casa para


pagarnos, volveremos y lo cogeremos por la fuerza.
ACREEDOR 1: ¡Sí, señor! ¡Hoy mismo cobraremos!
ACREEDOR 3: Vayámonos, señores, y ya veremos qué pasa.
ACREEDOR 2: ¡Sinvergüenzas!

(Salen los tres ACREEDORES por la izquierda, no muy confiados de que hoy vayan a
cobrar. Por la derecha, entra ARLEQUÍN)

ARLEQUÍN: (Por los ACREEDORES) Creo que he ganado algo más de tiempo para
recuperar los reales y pagarle a todo el mundo.

ESCENA 12

(Entran en escena, por la derecha, tres DAMAS. Son muy cursis y pánfilas)

DAMA 1: Eh, buenos días, chico.


ARLEQUÍN: ¿Es a mí?
DAMA 2: ¿Nos puede ayudar? Acabamos de llegar a la ciudad y buscamos una pensión
donde hospedarnos.
DAMA 3: ¿Nos puedes aconsejar alguna y que sea buena?
ARLEQUÍN: (Al público) Se me ha ocurrido una idea para ganar dinero y pagar a todo
el mundo. Señoritas, yo tengo la mejor fonda del pueblo... (Señala la puerta de
la izquierda) esta. Y nueva, a estrenar.
DAMA 2: ¡Oh, qué casualidad!

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DAMA 1: ¡Qué suerte hemos tenido! Y dinos, ¿cuánto cuesta el hospedaje?
ARLEQUÍN: (Al público) Esta es la mía. Ahora veréis. (Comediante) Señoritas, son 20
reales por noche y por huésped.
DAMA 3: (Asustada) ¡Eso es muchísimo dinero!
ARLEQUÍN: Pero, bellas damas, ¿acaso no saben que la que entra en esta fonda sale…
casada?
DAMAS: (Sorprendidas) ¿Has dicho «casada»?

(Las tres DAMAS hablan en voz baja entre sí)

DAMA 1: Nos vendrá muy bien. Al fin y al cabo, hemos venido a esta ciudad para
cazar un marido, ¿no?
DAMA 2: ¡Un marido para cada una y que sea muy rico!
DAMA 3: ¡Eso sobre todo!
ARLEQUÍN: Ya verán, por la noche hay un desfile de ricos solteros buscando a su
amor... (Remarca) para casarse.
DAMAS: ¡Nos quedamos, no se hable más!
ARLEQUÍN: Pasen por aquí, les encontraré una habitación muy cómoda.
(Remarcándolo) Sin embargo, no entren en las otras puertas... están habitadas
por unas vecinas muy... maniáticas, ¿de acuerdo?
DAMAS: De acuerdo. (Entran)
ARLEQUÍN: (Riendo. Al público) Las he colocado en la que será la residencia de la
señora Eleonora y como que ella está en un balneario, y no tiene la fecha
confirmada para venir, pues yo a cobrar y a recuperar. (Entran por la puerta de
la izquierda) Ya voy, señoritas... estarán de maravilla...

ESCENA 13

(Por la puerta de la derecha entra a escena COLOMBINA, va muy concentrada mirando


dentro de su bolsa de dinero. De pronto, alza la vista hacia el público, pide a este que
guarde silencio con un gesto y vuelve a esconder la bolsa dentro de su escote con una
sonrisa muy pilla. Después, sale por la puerta del medio)

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ESCENA 14

DOTTORE: (Entra por la puerta del centro) Arlequín... ¿dónde estás?


CONDESA: (Aparece después de su esposo) Maridito mío, ¿ya has pagado a todo el
mundo?
DOTTORE: Sí, cariño. Arlequín ha pagado al duque Pantaleone, al arquitecto, al
sastre y al carnicero. Puedes estar tranquila porque tu maridito es un hombre de
palabra.
CONDESA: Ya que estoy tan guapa y bonita, quiero que me lleves a pasear.
DOTTORE: ¿Dónde quieres ir, tesoro mío?
CONDESA: Iremos a casa del duque Pantaleone y, de paso, le invitaremos a que nos
visite cuando llegue mi madre. Ya sabes que está loca por él. (Ríe con picardía)
Hacen tan buena pareja como... tú y yo, ¿verdad?
DOTTORE: (Al público con cara de asco) Verdad.

ESCENA 15

ARLEQUÍN: (Entra en escena) Ya he cobrado a estas damas por avanzado y ahora...


(Se asusta al ver a sus amos) ¡Dios mío, señor!
DOTTORE: ¿Dónde estabas, eh? Venga, apresúrate, nos acompañarás a visitar al
duque Pantaleone. La señora condesa quiere invitarlo a...
ARLEQUÍN: (Al público) ¡No puede ser! Si nos ve, se descubrirá mi mentira y encima
le dirá que no le he pagado y el amo me matará. (Improvisando muy nervioso e
inseguro) Signore Dottore, no puede salir de casa porque... porque... (Tiene
una idea) hay una plaga en la ciudad.
CONDESA: ¿Una plaga, dices?
ARLEQUÍN: Sí, todo el barrio del puerto tiene la gripe y me han dicho que el duque
Pantaleone está muy enfermo... (Exagerando) o a punto de morirse, incluso.
CONDESA: ¡La gripe! ¡Qué miedo! Entremos rápido en casa, cariño. (Está tan
atolondrada que, sin darse cuenta, intenta entrar por la puerta de la vivienda
donde están alojadas las tres DAMAS)
ARLEQUÍN: (Le impide pasar, muy asustado) ¡No! Aquí no puede entrar porque...
(Piensa, desesperado, pero ve venir la solución. Por la derecha, ha entrado la
señora ELEONORA) Condesa, no puede recibir a su santa madre en una cámara
que todavía no está... no está... a su gusto.
CONDESA: ¿A mi madre?
DOTTORE: (De espaldas a su suegra) ¡Sí, hombre! Solo nos faltaba la visita, sin
avisar, de la bruja, del ogro, de la arpía de mi suegra... Por suerte, está en el
balneario toda repantingada y no llegará aquí hasta...
ELEONORA: (Que ha escuchado a DOTTORE) ¡Hija mía!
DOTTORE: (Asustado se da la vuelta) ¡Qué sorpresa tan... tan…!
ELEONORA: ¡Hija mía! (La hace muchas carantoñas a la CONDESA, pero cuando
mira a DOTTORE lo hace con desprecio) ¡Ah, eres tú!

15
DOTTORE: Querida Eleonora, estimada suegra... yo...
ELEONORA: No seas hipócrita y haz el favor de no llamarme «querida». Ya sé que no
me puedes ver ni en pintura.
CONDESA: Pero madre… ¿cómo puede decir eso?
ELEONORA: Ya te lo advertí, hija: ¡este hombre no te conviene! Tú siempre estás tan
guapa y, en cambio, este (Por DOTTORE) resulta tan... desagradable a la vista.
Yo esperaba algo mejor para ti y no semejante... ¡inútil!
DOTTORE: ¡Pero madre…!
ELEONORA: ¡Tampoco me llames «madre»! (Cambia de tema) En fin, quiero ver
cómo ha quedado mi nueva residencia.
DOTTORE: Ya está lista.
ELEONORA: Me extraña que tú hayas logrado hacer una cosa bien y, menos, a tiempo.
DOTTORE: Si no me cree, puede pasar a...
ARLEQUÍN: (Corta a DOTTORE, muy asustado) Pero, señor, no querréis que vuestra
estimada suegra empiece a toser por culpa del polvo que todavía falta por
limpiar.
DOTTORE: (Extrañado) ¿Qué polvo?
ELEONORA: Ves como no estaba lista del todo... ¡inútil!
DOTTORE: ¡Pero madre…!
ELEONORA: ¡Sal de en medio! (Empuja a DOTTOTE, que cae al suelo) Y no me
llames «madre», ¡so zopenco!

(ELEONORA sale de escena, por la puerta del centro)

CONDESA: (Muy contenta) ¡Qué bien! ¡Mi madre está en casa!


DOTTORE: (Asqueado) Sí, querida... ¡Qué bien... qué alegría tan grande!
ELEONORA: (Entra en escena) ¿Todavía estás ahí? ¡Zángano, más que zángano!
Tranquilo, hombre, solo he venido a recuperar mi cofre de joyas y, dentro de
unos días, volveré al balneario.
DOTTORE: (Asustado) ¿Unos «días»?
ELEONORA: Bueno, quien dice unos días, dice unas semanas... un... (Vuelve a entrar,
por la misma puerta)
DOTTTORE: (Tartamudeando) ¿Se... se... semanas?
CONDESA: (Casi llorando) ¿Solo unas semanas, mamá? (Sale de escena, detrás de su
madre)
DOTTORE: (Petrificado)¿Ha dicho... semanas?
ARLEQUÍN: Tranquilo, señor, haré todo lo posible para que se vaya pronto.
DOTTORE: (Volviendo en sí) Eso, eso... que se vaya lo antes posible, ¡qué buena idea!
Toma, una moneda como recompensa y si consigues que se vaya rápido, tendrás
una bolsa llena de reales para ti solito. (Le da un pellizco a la mejilla) Gracias,
Arlequín, sabía que no me traicionarías nunca. (Entra por la puerta del centro)
ARLEQUÍN: (Le hace una reverencia) Gracias, señor. Tenga por seguro que puede
confiar en mí, ya sabe yo nunca digo mentiras... (Cuando levanta la cabeza y ve
que su amo no está, cambia de actitud) Barrigón, panzudo, tripón… (Al público)
Voy a ver si encuentro a Colombina distraída y consigo recuperar la bolsa del
dinero. (Entra, de puntillas, por la puerta de la derecha)

16
ESCENA 16

(Entran a escena las tres DAMAS, vienen muy arregladas y dispuestas a cazar a un rico
soltero y casarse con él)

DAMA 1: ¿Ya estáis preparadas?


DAMA 2: (Mirando a los lados) Yo no veo a nadie.
DAMA 3: Eh, por ahí viene uno. (Se preparan)

(Harán ver que, por delante de ellas, pasa, de derecha a izquierda, un rico caballero)

DAMA 2: (Desilusionada) ¡Ni ha mirado!


DAMA 1: Callad… ¡por allá viene otro!
DAMA 3: ¡Oh, qué guapo es!

(Harán ver que, por delante de ellas, pasa, de izquierda a derecha, un rico caballero)

DAMA 2: ¡Yuju!
DAMA 3: (Decepcionada) ¡Nada, no hay manera!
DAMA 2: Debe de ser muy temprano todavía.
DAMA 1: ¿Por qué no cambiamos de lugar?
DAMA 3: De acuerdo. Probemos en otro sitio, venga.

(Las tres DAMAS salen por la izquierda de la escena. Las tres van arreglándose el traje
y el peinado)

ESCENA 17

PULCINELLA: (Aparece, por la izquierda de la escena, para espiar y comprueba que


no hay nadie. Después hace una señal para que entre PANTALEONE) Ya os
decía yo, señor, que Arlequín no era de fiar.
PANTALEONE: Es verdad, no me ha traído el cofre que le encargué.
PULCINELLA: Hagamos una cosa, amo. Usted espere aquí fuera y yo le conseguiré el
cofre con las joyas de la señora Eleonora. (Sale, por la puerta del centro)
PANTALEONE: (Pasea nervioso por la escena) No puedo perder el tiempo, ni mucho
menos mi dinero… ¿Dinero? (Empieza a entrar en trance) Dinero, dinerito…
¡ven a mí!

17
ESCENA 18

(Vuelven las tres DAMAS muy desanimadas, decepcionadas y ajenas a la presencia del
duque PANTALEONE)

DAMA 3: Está visto que no tenemos suerte.


DAMA 1: (Se cubre la barriga con la mano) ¡Mis tripas hacen ya mucho ruido!
DAMA 3: Hace tres días que no nos llevamos nada al estómago.
DAMA 2: Pensad que si nos casamos con un rico caballero...
DAMA 3: ... nunca más pasaremos hambre y...
DAMA 2: ... ¡y tendremos vestidos muy bonitos!

(PANTALEONE se acerca haciéndose el interesante)

PANTALEONE: Buenas noches, señoritas.


DAMAS: ¡Buenas noches!
PANTALEONE: Ya es un poco tarde para que unas bellas damas como ustedes
caminen solas por la calle, ¿no les parece?
DAMA 2: No crea, estamos ante la puerta de nuestro alojamiento.
DAMA 1: Es que nosotras nos hospedamos aquí. (Señala la casa)
PANTALEONE: (Sorprendido) ¿Aquí?

(Las tres DAMAS, muy presumidas, forman un pequeño círculo para habla entre ellas
sobre PANTALEONE)

DAMA 2: (A las DAMAS 1 y 3) Parece demasiado viejo.


DAMA 3: (A las DAMAS 1 y 2) Pero tiene pinta de tener mucho dinero…
PANTALEONE: (Al público) Quizás Arlequín me ha buscado estas damas para elegir
esposa. (Se arregla la ropa, los pocos cabellos que le quedan y se atusa la
barba) Soy el duque Pantaleone, a su servicio. (Hace una reverencia) Si les
apetece, puedo invitarlas a dar una vuelta por la ciudad a la luz de la luna. ¿Qué
me dicen?
DAMA 1: ¿En góndola?
PANTALEONE: (Rácano, como siempre) ¡Uy, no, que eso sale muy caro...! Quiero
decir que… Lo ideal es ir andando porque se ve todo... mejor.
DAMAS: (No se lo piensan mucho) ¡Aceptamos!
DAMA 3: (A PANTALEONE) Nos preparamos en un momento y salimos enseguida.
DAMA 1: (Coqueta) Adiós, guapo.
DAMA 2: Hasta ahora, jovencito.

(Las tres DAMAS entran por su puerta, en medio de un coro de risas nerviosas)

ARLEQUÍN: (Entrando) Nada, que no hay manera de recuperar la bolsa. (Al ver a
PANTALEONE se asusta mucho)¿Qué hace aquí, señor?
PANTALEONE: Mira que eres buen criado. Toma, una moneda por buscarme a esas
bellas damas para elegir esposa.
ARLEQUÍN: (No entiende nada. Al público) ¿Damas?

18
PANTALEONE: (Impaciente) ¿Ya estáis listas? Palomitas mías, no me hagáis esperar
mucho. (Oliéndose la axila) ¿Tal vez tendría que lavarme un poco...? (Piensa)
Hmm, aunque creo que ya lo hice hace dos meses... (A regañadientes) Está
bien… me daré un lavado rápido y vuelvo enseguida. (Sale por la izquierda)
ARLEQUÍN: No sé de qué habla, pero ya tengo una moneda más... ¡Adiós! (Sale de
escena por la derecha)

ESCENA 19

(Por la derecha entran los tres ACREEDORES, ya un poco hartos de esperar en casa)

ACREEDOR 1: Veis como no hay nadie…


ACREEDOR 3: Ya os decía yo que, a estas horas de la noche, no habría nadie en la
calle.
ACREEDOR 1: Y ahora… ¿Qué hacemos?
ACREEDOR 2: Agarrar lo que es nuestro.
ACREEDOR 3: Dicen que el signore Dottore tiene un cofre lleno de joyas que le
guarda a su suegra mientras ella está en un balneario. Se ve que la mujer tiene
miedo de dejarlo en su casa durante su ausencia.
ACREEDOR 2: A ver si lo encontramos, así cobraremos de una vez por todas.
ACREEDOR 3: (Espiando por la puerta de la derecha) Señores, tranquilidad. Las tres
casas están comunicadas por unas puertas secretas que construí. Vamos, nadie
nos descubrirá.
ACREEDOR 1: Entremos y hagámonos con el cofre... Vamos.

(Salen los tres de la escena, por la puerta de la derecha, de puntillas para no hacer ruido)

ESCENA 20

(Entran en escena, por la puerta del centro, la CONDESA y ELEONORA)

ELEONORA: ¿Estás segura de que el zopenco de tu marido tiene mis joyas bien
guardadas?
CONDESA: Sí, las guarda como si fueran las de suya propia madre.
ELEONORA: Me gustaría ver cómo ha quedado mi nueva residencia.
CONDESA: Ahora mismo vayamos a...

(Aparece ARLEQUÍN y, al ver que la CONDESA y ELEONORA están a punto de entrar


por la puerta de la izquierda, se asusta mucho)

19
ARLEQUÍN: ¡No, señoras! ¿Qué hacen en la calle? ¡La gripe! ¿No recuerdan que hay
un brote de gripe en la ciudad?
ELEONORA: (Aterrada) ¿Qué me dices, la gripe en Venecia? ¡No quiero caer enferma!
ARLEQUÍN: Mejor, vuelvan a su recámara.
ELEONORA: Sí, estaremos más seguras.
CONDESA: Entre madre… ¡rápido!

(La CONDESA y ELEONORA se tapan la nariz y salen de escena por la puerta del
centro. ARLEQUÍN, secándose el sudor de la frente, sale por la derecha)

ESCENA 21

(Por la puerta de la derecha, entra PULCINELLA cargado con el cofre de las joyas)

PULCINELLA: (Gritando) Signore Pantaleone, tengo el cofre.

(Como hace tanto escándalo, aparecen en la escena, por la puerta de la derecha, los tres
ACREEDORES)

ACREEDOR 1: (A PULCINELLA) Eso que llevas… ¿no será el cofre de las joyas de la
señora Eleonora?
ACREEDOR 2: (A PULCINELLA) ¿Qué haces con este cofre?
PULCINELLA: (No sabe qué decir porque lo han pillado in fraganti) Eh, pues veréis...
resulta que…
ACREEDOR 3: ¡Ese cofre ahora nos pertenece a nosotros!
ACREEDOR 2: Nosotros tenemos todo el derecho sobre él.
PULCINELLA: Para que sea vuestro... (Burlón) antes, tendréis que atraparme. (Sale de
escena por la derecha)
ACREEDOR 2: ¡Que no escape… vamos!
ACREEDOR 1: ¡Rápido!
ACREEDOR 3: ¡Ven aquí, rata rastrera!

(Los tres ACREEDORES salen detrás de PULCINELLA)

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ESCENA 22

(Aparecen las tres DAMAS en escena, por la puerta de la izquierda)

DAMA 1: (Buscando) ¡Eh, signore Pantaleone…!


DAMA 2: Ya estamos listas.
DAMA 3: (Al resto de DAMAS) ¿No creéis que nos hemos pasado con el perfume?

(Las tres DAMAS se huelen y hacen un gesto como de marearse)

DAMAS: ¡No!

(Entran en escena, por la puerta del centro, COLOMBINA, la CONDESA y la señora


ELEONORA)

COLOMBINA: (Entrando) Señora, ¿está segura de que Arlequín le ha dicho que hay
una epidemia de gripe?
CONDESA: (Sale cargada con una maleta y, con un pañuelo, se tapa la boca) Sí,
Colombina, y no quiero que ni mi madre ni yo caigamos enfermas.

(COLOMBINA sale de la escena por la misma puerta)

ELEONORA: (Igual que su hija, también se tapa la boca con un pañuelo para evitar
contagiarse) Si lo llego a saber, ¡no vengo! ¡En esta ciudad caeré enferma!
Siempre que vengo, vuelvo a casa con fiebre. (A COLOMBINA) ¡Colombina…
apúrate!
COLOMBINA: (Entra cargada con la maleta de ELEONORA) Sí, señora, ya voy.

(La CONDESA ve a las tres DAMAS y siente curiosidad)

CONDESA: (A las DAMAS) Buenas noches, señoritas.


DAMAS: ¡Buenas noches!
CONDESA: Me llamarán chismosa, pero… ¿ustedes también se marchan de la ciudad?
DAMA 1: No, nosotras acabamos de llegar.
DAMA 3: Estamos esperando al amo de la casa para darle las gracias.
CONDESA: (Atónita) ¿Al amo de la casa? (Al público, perpleja) ¿A mi marido?
COLOMBINA: (Al público) ¡Ay, madre! ¿Qué pasará ahora?
ELEONORA: (Como siempre, con desprecio) ¡Lo que me faltaba por oír! El zoquete
ahora resulta que es un ligón…
DAMA 2: Ha sido muy amable permitiéndonos dormir aquí.
CONDESA: (Señala la casa) ¿Aquí? (De pronto, e desmaya)
ELEONORA: ¿En mi nueva casa? ¡Ah! (Se desmaya también y sobreactúa para llamar
la atención)
COLOMBINA: Ya decía yo que se armaría un gran alboroto… Tranquilas, señoras,
debe tratarse de un error. (Intenta levantar a la CONDESA y a ELEONORA,
pero no es capaz) ¡Madre mía, cómo pesan!

(La CONDESA vuelve en sí y, poco después, lo hace ELEONORA)

21
COLOMBINA: Pasen, en mi cámara tengo un remedio muy bueno por los desmayos…
CONDESA: (Levantándose como si nada. Furiosa) Cuando vea a mi marido, ¡se va a
enterar! (Entra por la puerta de la derecha)
ELEONORA: (A la CONDESA) Mira que te lo había dicho… ese hombre, no te
conviene.
COLOMBINA: Pero señora, por favor, tranquilícese.
ELEONORA: ¡No seas boba! Si lo que más me gusta en el mundo es dar de bastonazos
al zopenco de mi yerno. (Sale, riendo, por la puerta de la derecha)
COLOMBINA: (Al público) ¡Pobre amo mío! Voy a ver qué puedo hacer por él. (Sale
de la escena por la puerta de la derecha)

ESCENA 23

PULCINELLA: (Cruzando el escenario de derecha a izquierda, perseguido por los tres


ACREEDORES) Señores, yo he llegado primero... ¡Socorro!
ACREEDOR 1: Dame eso, es nuestro.
ACREEDOR 2: ¡Ahora verás lo que es bueno!
ACREEDOR 3: ¡Esas joyas son nuestras!

(Salen por la izquierda los cuatro, sin darse cuenta de la presencia de las DAMAS)

ESCENA 24

ARLEQUÍN: (Entrando por la derecha) Vaya noche llevo, de esta no salgo… (Grita,
asustado, al ver a las DAMAS en la calle) Señoritas, no pueden estar en la calle
tan... tan... pronto.
DAMA 1: Muchas gracias por ser tan amable.
COLOMBINA: (Entra y se queda sorprendida) ¿Qué?
DAMA 2: Después, te daré un beso.
DAMA 3: Sí, las tres. Por ser tan hospitalario con nosotras.
ARLEQUÍN: Sí, sí, después, pero ahora… adentro, que no las vea nadie.

(Las DAMAS y ARLEQUÍN entran por la puerta de la izquierda)

COLOMBINA: Así que... (Ridiculizando a la DAMA 2) Le daré un beso por ser tan
amable… ¡Ya verá Arlequín cuando lo tenga delante! (Al público) Ahora la que
tiene celos, soy yo... ¡uf, este me las pagará todas juntas! Cómo ha podido
hacerme esto... ¡a mí! (Sale por la puerta del centro)
ARLEQUÍN: (Entra en escena por la puerta de la izquierda) ¡Vaya nochecita llevo!
Quién me mandaría a mí… (Saliendo por la derecha)

22
ESCENA 25

(Entra a escena, por la izquierda, PANTALEONE. Vuelve a olisquearse la axila y él


mismo se marea un poco del mal olor que desprende)

PANTALEONE: (Contento) ¡Este perfume puede con todo! (Entra por la puerta de la
casa en la que están alojadas las tres DAMAS) Buenas noches, señoritas... ya
estoy listo para acompañarlas a...

(Las tres DAMAS entran a escena perseguidas por PANTALEONE)

DAMA 1: ¡Señor, qué prisas!


DAMA 2: ¡Señor, las manos quietas!
DAMA 3: ¡Al bolsillo!
PANTALEONE: Espérenme, conejitas mías.

(Las DAMAS y PANTALEONE salen de la escena por la derecha)

ESCENA 26

(Aparecen, a la vez, en escena DOTTORE, la CONDESA y ELEONORA)

DOTTORE: (Entra por la puerta del centro) ¡Esposa mía, no te encontraba!


CONDESA: (Entra por la puerta de la derecha y le da una bofetada) Toma…
¡sinvergüenza! (Sale por la misma puerta)
DOTTORE: (Resintiéndose del dolor en su mejilla) Pero… ¿qué he hecho yo?
ELEONORA: ¿Cómo? ¿Qué qué has hecho? Casarte con mi hija, ¡y eso es sagrado!
(Empieza a darle golpes en el trasero con su bastón. DOTTORE sale de escena
por la puerta del centro) (Al público) Ahora me encuentro mejor. (Sale por la
puerta de la derecha)

23
ESCENA 27

(Entran por la izquierda los ACREEDORES persiguiendo a PULCINELLA y, por el otro


lado, llegan las DAMAS, perseguidas a su vez por PANTALEONE. Los ACREEDORES
se fijan en las DAMAS y los seis se enamoran nada más verse. Esta escena irá
acompañada de una música romántica, por ejemplo, por un bolero. Las tres parejas salen
juntas por la izquierda)

PANTALEONE: (A PULCINELLA) Rápido, que no se marchen, ¡que tengo que elegir


esposa!

(PULCINELLA le da el cofre a su amo y sale detrás de las DAMAS y los ACREEDORES)

PULCINELLA: (Saliendo) Señores, esperen…

ESCENA 28

(Por la puerta del centro entra COLOMBINA y ve a PANTALEONE con el cofre en su


poder)

COLOMBINA: ¡Ah! Aquí está el cofre de las joyas de la madre de mi ama. Ya decía yo
que no las encontraba... ¡ladrón!

(Le quita el cofre, bruscamente, y sale de escena por la puerta del centro)

PANTALEONE: (No tiene tiempo de reaccionar) Pero no… oye, ¡que eso es mío! El
signore Dottore está muerto y yo quiero cobrar de alguna manera mi deuda...
ELEONORA: (Entra y cuando ve a PANTALEONE cambia el gesto y se vuelve muy
fina y delicada. Se tiene que ver que ELEONORA siempre ha estado enamorada
de PANTALEONE) ¡Hola, qué sorpresa... tan agradable!
PANTALEONE: (Contesta sin apenas hacerle caso) Buenas noches. (Dándose cuenta
de quién es) ¡Ah, hola! ¿Ha venido para dar el último adiós a su yerno?
ELEONORA: (Que no ha escuchado las palabras del duque PANTALEONE debido a
su enamoramiento) Sí, casi, casi. Y dígame… ¿qué hace un hombre tan
atractivo… solito? Usted todavía está soltero, ¿verdad? (Empieza a acercarse a
PANTALEONE y este, al comprender sus intenciones, comienza a recular)
PANTALEONE: Señora, que yo no... (Sale de escena por una puerta de la izquierda)
ELEONORA: Espéreme, no se vaya... (Al público) ¡Ay, qué hombre! ¡Qué guapo es!
(Sale detrás de él)

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ESCENA 29

(Entra, por la puerta de la derecha, la CONDESA y parece muy enfadada. Al mismo


tiempo, llega su marido y ambos se encuentran en medio de la escena)

DOTTORE: Querida, por fin te encuentro.


CONDESA: (Ofendida) ¡No me toques!
DOTTORE: (Suplicante) Por favor, no te vayas a casa de tu madre.
CONDESA: Pues claro que me voy. (Gritando) ¡Madre… madre! ¿Dónde está usted?
DOTTORE: Pero cielo, tesoro mío… ¡yo no sé nada de ninguna dama! No las he visto
en mi vida, ¡de verdad!
CONDESA: ¡Madre… mamuchi… mami! ¿Dónde se ha metido? (Sale de escena por la
derecha)
DOTTORE: ¡Espérame, querida! Tienes que creerme, yo no... (Sale detrás de su mujer)

ESCENA 30

(Entra PANTALEONE de puntillas y sale de la escena por la puerta del centro. Unos
segundos después, aparece COLOMBINA perseguida por el PANTALEONE)

COLOMBINA: ¡Ay, madre! ¡Me va a atrapar! (Entra por la puerta de la casa donde
está ELEONORA)
PANTALEONE: ¿Dónde te has metido, Colombina? ¡Dame ese cofre!
ELEONORA: (Aparece con el cofre en mano) Hola, guapo… ¿me buscabas?
PANTALEONE: (Reculando) ¡Socorro! (Sale por la puerta de la derecha)
ELEONORA: ¡Espérame, amor mío! (Sale detrás de él)
DOTTORE: (Entra, por la derecha, muy desanimado) Pero ¿qué está pasando aquí esta
noche?

(DOTTORE se coloca de espaldas a la puerta por donde, a continuación, entrará en


escena PANTALEONE)

PANTALEONE: (Entra de espaldas y se encuentra a DOTTORE. Tartamudeando)


¡El... muerto... ha...! ¡El... muerto... ha... resucitado!
DOTTORE: (Recula y se tapa la boca con la mano) ¡Ay, madre! ¡Ahora tendré la
gripe! ¡Dios mío! Me voy. Espérame, querida esposa.
PANTALEONE: Me voy a mi casa y no volveré nunca más por aquí. Esto me pasa para
querer robar a un... (Queda petrificado en medio de la escena) ¡Un... un...
muerto!
ELEONORA: (Asoma la cabeza a escena. A PANTALEONE) ¿Me buscabas, cuchi,
cuchi?

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(ELEONORA agarra a PANTALEONE y empieza a darle unos besos muy ruidosos en la
nariz)

PANTALEONE: (Consigue escaparse) ¡Socorro! (Sale por la izquierda) ¡Auxilio!

ELEONORA: No te resistas, cariño, ¡no pongas barreras a nuestro amor! (Sale detrás
de PANTALEONE)

ESCENA 31

ARLEQUÍN: (Entra por la derecha) ¿Por qué se irá tan deprisa el duque Pantaleone?
¿Qué habrá visto? Ahora que llevo las monedas que había recogido para
pagarle… (Al público) Pues bien, por lo que se ve, el signore Pantelone no
quiere cobrar y los acreedores han encontrado esposa y, gracias a mí, se
consideran pagados, así que todo está solucionado.

COLOMBINA: (Ha entrado en escena sin que ARLEQUÍN se dé cuenta) Todo no,
querido... (Le enseña un garrote que lleva escondido) Así que… te querían dar
un beso, ¿verdad? (Empieza a darle golpes con el garrote en el trasero y
ARLEQUÍN salta para buscar la comicidad de la escena) Mentiroso, estafador...
¿Cómo has podido jugar con mis sentimientos? Ahora verás...

(ARLEQUÍN baja hasta donde está el público perseguido por COLOMBINA. Hay una
divertida persecución entre los espectadores que acaba cuando los dos suben de nuevo
al escenario y desaparecen tras la puerta de la derecha)

TELÓN

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