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OBJETARIOS 1. CUBA MATERIAL.

ARCHIVO DE LA MATERIALIDAD CUBANA,


POR SHADAY LARIOS
Publicado por Shaday Larios | Jul 12, 2016 | Historia y tradiciones, Libros, revistas y
exposiciones, Portada | 0 |

En alguna parte de las instalaciones del Instituto Superior de Arte de La Habana, me


detengo a observar al conserje. Saca de su bolso un reloj despertador y lo coloca
cuidadosamente sobre la cornisa de una ventana. El gesto se repite todos los días a la
misma hora, mientras yo estoy para testimoniarlo (pues para llegar al salón donde yo
impartía temporalmente un curso, tenía que pasar por su puesto de vigilancia). Por más
que intenté ganarme su confianza, no me quiso contar la historia del objeto, pero en el
artilugio leí un detalle inscrito con letras pequeñas, que descomponía su silencio en un
amplio capítulo de la historia de la isla: CCCP (acrónimo de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas de acuerdo a su nombre en ruso). En la condición presente de ese
reloj desgastado, por el cual hablaba también su estética, podía leerse una condensación
de trayectorias socio-políticas. Formaba parte de los remanentes de la herencia material
rusa, aún vigentes en la isla. Más tarde leí en un artículo de Damaris Punales-Alpizar,
que tal materialidad ha pasado por múltiples asimilaciones subjetivas con el
tiempo, procesos que se aproximan a lo que la autora denomina la vía de la
desovietización, esto es, su re-lectura, su re-significación desde la época presente,
despojados de su carga ideológica primigenia. Escribe: “Desde los años noventa, la
estetización de los remanentes físicos y emocionales soviéticos están permitiendo
la desovietización de la sociedad cubana. Esta des–ideologización del pasado socialista
y sus símbolos hacen posible la deconstrucción del período soviético cubano y la
formación de referencias afectivas que soportan más de una lectura.” [1]
El reloj del conserje.
Habitar La Habana durante aquél lapso de enero del 2013, me llenó de ideas respecto a
los estudios de cultura material aplicada al análisis de los objetos cotidianos; el cómo
los pormenores registrados en la objetualidad y las especificaciones de sus usos,
representan una documentación viva para contarnos gran parte de la crónica compleja
de un lugar y la historia afectiva movilizada alrededor de él. A cada casa a la que fui
invitada, retraté más de un objeto y pregunté algo de su biografía; sin embargo mi
proyecto se quedó más que nada en un cúmulo de reflexiones que nunca escribí de
modo formal, y en las cuales yo me seguía preguntando, como hasta hoy, sobre las
grandes posibilidades que tiene en un territorio como Cuba, el teatro de objetos
documental.[2]Y no nada más en Cuba.
Pensaba en la utilidad que para el caso -o cualquier otro- podría ofrecer un tipo de
dispositivo diseñado de modo específico, con el fin de indagar etnográficamente en un
cierto entorno a través de los usos y significados de sus objetos cotidianos; los más
imperceptibles, los más anti-monumentales. Una suerte de Objetario.[3]Se podría
plantear el término objetario como un espacio físico o virtual, en el que convergen
distintas formas de la materialidad cotidiana, con el propósito de comprender y analizar
un cierto estado socio-político dentro de un contexto delimitado. Esta materialidad
cotidiana, puede abarcar un amplio registro de objetos personalizados, que dentro de las
rutas vitales de su proceso de posesión y desposesión, tienen el potencial de ofrecer
detrás de las singularidades y las constantes del deseo, una especie de revelaciones
tropológicas de una cultura. El cuidado extremo hacia un reloj determinado por un
sujeto de cierta localidad, es la puesta en evidencia de un dato, de un desciframiento que
va mucho más allá de su funcionalidad inmediata, mostrando así lo que puede un objeto
desde su dimensión inmaterial.

Fotografía de Shaday Larios.


Las miradas que recogen y re-ubican estos gestos expansivos de la cultura material más
ínfima en un dispositivo (estético, interactivo, performativo, epistemológico, simbólico,
anti o contra archivo, etc., según la pertinencia y la tentación de ponerle un adjetivo de
acuerdo al caso), inventan su propio aparato de visibilidad. Con ello proponen una
amplitud y una actualización constante del concepto de patrimonio de un territorio,
acorde a los tránsitos de su contemporaneidad.[4]
Años después, al enlazar la idea de objetario con habitar La Habana, fui a dar con la
existencia de Cuba Material, un archivo de la cultura material cubana, operativo y
persistente desde hace cuatro años: www.cubamaterial.com
La materialidad cubana
La cubana María Antonia Cabrera Arús, comenzó con este proyecto investigando para
sus tesis doctoral y dentro de los “anales doméstico-afectivos” de su familia; un
proyecto que poco a poco se abrió hacia otras cooperaciones, convertido a su vez en una
colección física de la cultura material del periodo soviético en Cuba. Parte de ella
devino en una exposición en Nueva York sobre la infancia: Pioneros, construyendo la
infancia socialista de Cuba http://cubamaterial.com/pioneros/[5]Mas, la muestra que
compone su objetario, toca otras etapas de la historia cubana. Anota: “Sucede, también,
que muchas cosas de la era pre-socialista o pre-revolucionario se continuaron usando en
el periodo socialista, por ejemplo muebles, envases, ropa en menor medida, y entonces
pertenecen también al periodo que estudio. Lo mismo pasa con cosas importadas del
extranjero. Me interesan todos los objetos que circularon o fueron a parar a la cuba
socialista de la era soviética, para ver los significados que generaron de manera
individual y en dialogo unos con los otros.”

Exposición Pioneros. Cortesía de María Antonia Cabrera.


La mirada que organiza el objetario se adentra en los matices de una gran selección de
objetos y referencias asociadas (algo más de 828 entradas). Cada pieza archivada, puede
deconstruirse en distintas líneas que proponen lecturas en múltiples planos: algunas le
ayudan a recomponer una memoria personal, circunstancia que simultáneamente refleja
el cómo representa y de qué modo, a las varias generaciones que han convivido con el
objeto. Estos aspectos delatan a la par, los órdenes por los que opera un modo de
producción acorde a un ideario político, y las reminiscencias anímicas que es capaz de
dejar a su paso, la existencia de tal o cual manufactura en ese flujo mercantil.
En el objetario de Cuba Material, se aprecian de modo detallado, las transformaciones
éticas de la ideología socialista, son objetos que en palabras de María Antonieta, han
pasado “por todo tipo de creencias.” En un sólo objeto puede rastrearse la ilusión del
progreso (aquellos que datan más atrás de los setenta, son los que pretendían transmitir
la idea de modernidad, proyectada en el diseño)[6], el desencanto hacia esa prosperidad,
y la idea de resolver la vida durante “el periodo especial cubano” con lo que resiste de
su materialidad. Son objetos que al no circular en un modelo económico fundamentado
en la obsolescencia programada, permanecen de generación en generación, re-
haciéndose, des-sovietizándose, adaptándose a las nuevas prácticas y significados que
demanda la supervivencia humana. La cualidad de la permanencia, facilita que a cada
objeto de este archivo, se le pueda delinear una narrativa o línea de tiempo para seguir
su ruta vivencial; así funge como un documento por el que se pueden llegar a descubrir
otras genealogías que permitan diálogos alternativos con el presente.
El dinamismo ético verificable en la materialidad socialista cubana, es lo que en su
momento generó también las categorías inventadas para el objetario. Explica María
Antonia: “Bueno, hay de todo. Se pudiera clasificar por la procedencia temporal y
política. Aquí estaríamos hablando de objetos socialistas, capitalistas contemporáneos
(importados de los países occidentales) y capitalistas pre-revolucionarios (que quedaron
de “antes”). Aquí pudiera también agregarse una cuarta categoría de objetos inventados
o fabricados de manera artesanal, lo que en inglés se conoce como D.I.Y.Pero si
pensamos en los significados de los objetos, se pueden crear categorías con
significados negativos, positivos y neutros. Esto me interesó en un inicio, cuando el
blog estaba en la plataforma blogspot. Entonces creé las categorías Vitrina para los más
preciados, Debajo de la Cama, para los más odiados, y Maleta, para los que los cubanos
escogieron para llevarse con ellos al exilio porque tenían un valor especial. La idea era
que la gente compartiera imágenes de objetos y los clasificara, pero no sucedió mucho y
cuando me mudé a mi sitio propio las eliminé. Por supuesto, se pueden crear muchas
otras categorías según el interés del investigador.” Pese a la supresión de estas
categorías, se pueden dar ejemplos de objetos del archivo, que tienen rasgos
compartidos con algunos otros.
Los objetos documentales de la utopía
Muchas de las muestras del objetario de Cuba Material, aluden a la imagen de
Modernidad que se pretendió imponer en Cuba, según las características de su diseño.
Analiza María Antonia: “La politización de los bienes de consumo socialistas está dada
no sólo por los mecanismos de control ideológico mediante los cuales estos bienes eran
asignados, sino también por el papel que los mismos jugaron en apoyo del discurso
oficial modernizador que presentaba la utopía comunista como la más avanzada
formación económico-social de la historia.”[7] Estos objetos, aunque en principio
insustanciales, encierran contenidos, ideales, designaciones sociales, posturas impuestas
de cómo se debe ver y repartir lo sensible en el mundo, a favor de concretizar e
incorporar en los ciudadanos el anhelo de un modus vivendi. La tensión poética de tales
insumos (y tal vez de cualquier otro objeto cotidiano indagado a profundidad), radica
en su fuerza documental, potencia capaz de atravesar el tiempo y proponer una lectura
crítica actual de las imaginaciones sociales procedentes de épocas distantes. Por el
carácter tropológico de la materialidad soviética de Cuba, se puede revisar el lugar que
tienen aquí y ahora las utopías pretéritas, y cómo el conocimiento reunido por y en esos
objetos, puede ser un catalizador para imaginar las nuevas utopías. Y es que
los objetarios operan sus mecanismos de enunciabilidad a partir del poder metonímico
de los objetos cotidianos, y de otros desplazamientos que los conducen a estructurar
otras figuras de pensamiento. En el modelado de la materialidad están registrados los
sueños de unos cuantos, están inscritas las señas particulares de la dominación
colectiva, aunque los objetos mantengan una contienda por lapsos, en pro de su
personalización.
A este respecto, María Antonia recuerda el ejemplo del toallero expandible, el artefacto
documenta la ideología del progreso y también notifica parte del problema de la
vivienda en Cuba: “Antes de que desapareciera la URSS, el discurso oficial del estado
cubano repetía que el país marchaba hacia el progreso y la modernización, y algunos
bienes de consumo debieron convencer al pueblo de la veracidad de tal
pronunciamiento. Entre ellos, los toalleros expandibles (a pesar de su estatura menor al
lado de los grandes paladines del progreso: los automóviles y electrodomésticos).
Cuando mis padres compraron el nuevo toallero en el mercado paralelo, pude palpar una
industria mucho más adelantada que la nuestra en detalles tan simples como el acabado
industrial o la cobertura de cada uno de los delgados travesaños con un material plástico
para evitar la corrosión. No asocié entonces aquel simple toallero con el incremento del
tamaño de los núcleos familiares que, hinchados hasta sobrepasar las cifras que los
expertos consideran adecuadas, acomodaban familias de más de una decena de
miembros, y tres generaciones, en viviendas construidas para familias nucleares de dos
a cinco miembros. La mayoría de los baños, sin embargo, continuaba teniendo un solo
toallero de cerámica, empotrado. El nuevo toallero expandible permitía airear seis
toallas más.”[8]

Goma Pionero. Cortesía de María Antonia Cabrero.


Los ejemplos abundan en las distintas entradas del archivo, algunos de ellos aluden a las
marcadas diferencias de “modernización” socialista vivida por mujeres y por hombres
según el tipo de manufacturas; otros plantean un debate sobre la estética o la nociones
de lujo y tecnología, entre muchos más derroteros abiertos al estudio por las tensiones
poéticas o la fuerza documental de los objetos.
Conversiones de los objetos
Cuba es un campo de observación activo en lo que respecta a la ausencia
de obsolescencia programada, y en ese campo juegan un papel importante los diseños
de la extinta URSS. En una entrada del Objetario de María Antonia, se hace un
hipervínculo a la revista digital Cuba Ahora, que corresponde a un escrito en el que se
describe el caso de la lavadora Aurika y otros electrodomésticos: “También llamaban
“rusos” a los equipos aunque fueran productos de cualquiera de las otras 15 repúblicas
que componían la desintegrada unión. Aunque en 2005 hubo cambio masivo de equipos
electrodomésticos en la nación caribeña, hay quienes se aferraron a su refrigerador ruso
y todavía los muestran con orgullo, proclamando que durarán más que los nuevos y no
faltan quienes adquirieron los modernos y ahora lamentan haberse desprendido
del made in URSS.”[9]

Lavadora Aurika.
En el mismo texto se hace un recuento de distintos tipos de electrodomésticos “made in
URSS” que han acompañado a varias generaciones. Aunque el aparato pase por algunas
averías, contiene partes medulares que se niegan a morir, partes motrices que entonces
conllevan a una permutabilidad de los objetos bajo la lógica del reciclaje. Las partes
perdurables se reinsertan en otras manufacturas para permitirles proseguir con sus ciclos
funcionales, y en este proceso se asiste a una de las dinámicas más fascinantes del
ingenio material cubano, en la búsqueda por superar la crisis material. En
el objetario de Cuba Material se distinguen distintos tipos de conversiones objetuales,
las más evidentes: aquellas en las que el mismo objeto se utiliza para desempeñar
labores “impertinentes” respecto a su diseño, otras en las que las partes inmortales de
los artefactos o su misma materia prima (los metales, los motores) se re-utilizan para
concebir otra “fisonomía”, y aquellas en las que los restos o fragmentaciones de un
objeto operan como objetos prácticos en sí mismos.
En esta misma entrada del objetario se describe la permutabilidad y la
multifuncionalidad de la lavadora: “Después de tantos años, este equipo no deja de
asombrar, pues algunas solo lavan, no secan porque el motor fue utilizado para
confeccionar un potente ventilador capaz de lanzar una chorro de aire a más de 10
metros de distancia. O quizás lo encuentre en una turbina para impulsar el agua, en una
podadora de césped como la que usan en los jardines del Monumento a la Acción del
Tren Blindado en Santa clara, o en el más increíble de los aparatos manufacturados por
la ingeniosidad cubana. Sin embargo, nadie en otro país que no sea Cuba, puede
imaginar que lo inviten a una fiesta y a la hora de brindar la cerveza y asar el pernil de
cerdo, convoquen a ubicarse alrededor de una lavadora rusa marca Aurika. Como por
arte de magia, levantan la tapa y extraen una botella de bebida congelada, y también una
masa de carne congelada, pues han convertido la lavadora en una nevera.”
Cuba es un verdadero tráfico de materias primas que devienen en otras, los objetos
cumplen la ilusión de lo informeo la entelequia del demiurgo al estar en el límite de
defigurarse; o más bien, es que por esta mirada, ahí los objetos cotidianos poseen
siempre el secreto interno de su trastocamiento, sus conversiones vibrantes detrás de su
primera apariencia. Tal vez los verdaderos demiurgos de la materia, son aquellos
quienes han experimentado la extrema carencia de recursos sin por eso resignarse a
desistir. Para mí los cubanos tienen algo de la esencia del demiurgo.

Figuraciones sobre el reloj despertador


Después de adentrarme en Cuba Material, descubrí referencias de los relojes
despertadores soviéticos; aunque María Antonia nunca había visto uno como el del
conserje del ISA, puedo imaginármelo activo en la Historia. Ella recopila la información
de otra revista digital de nombre Ifriedegg: “Los primeros que se vendieron lo hicieron
a través del sistema de “méritos y deméritos”, un régimen leninista de premiación
obrera que, según la dedicación del trabajador a la Revolución, éste podía ser agraciado
con un artículo de consumo, y los despertadores soviéticos entraron por ahí. Luego
empezaron a venderse mediante el severo racionamiento que imponía la cartilla de
productos industriales.”[10]
El toallero expandible.Tomada de Cuba Material.
Los relojes eran artículos que se vendían bajo la categoría de “uno por núcleo”, uno por
familia, por lo que se trataba de relojes compartidos y reajustados en relevos para
coordinar los despertares de las familias numerosas. Continúa la entrada: “Los
despertadores soviéticos fueron la causa de la improductividad de Cuba, porque con sus
roturas y su traicionera vocación a pararse mientras el trabajador dormía, generaron no
miles sino millones de horas de tardanzas laborales nacionales. La única virtud que
tenían era que si uno se quedaba dormido por cansancio, por borrachera o por
irresponsable, siempre podía echarle la culpa al Sevani o al Vityaz porque… “disculpe,
jefe, pero el despertador se me paró”.

No sé si el velador del ISA corría en su infancia a dejarle el despertador a sus hermanos,


o cuántas veces se le habrá detenido, caído, roto y entonces, cuántas otras lo habrá
tenido que llevar a reparar al “Consolidado de Relojes” (un taller estatal, a veces único
en la ciudad) por no poder sustituirlo por otro. No sé si su reloj lleva fracturas de otras
generaciones, lo único que sé, es que cada día lo saca de su bolsa con una delicadeza
que habla de su ser irremplazable, que le podría hacer merecer un lugar en el archivo de
María Antonia, pues su objetario está construido de pieza irremplazables, llenas de
marcas que remiten a la memoria familiar, y si se quiere, a la memoria entera de un país.
Quizás lo que significó para el padre del conserje ese reloj, hoy sólo quede como una
capa más, sostenida en el fondo de su biografía.
https://www.youtube.com/watch?v=log6cMF9Qeg

[1]
“Lo soviético como objeto estético en la cultura cubana: la vía de la
desovietización”, Sovietcuba [En línea] 8 de febrero del 2015 [Consultado el 25 de
febrero del 2015] Disponible en: https://sovietcuba.com/2015/02/08/lo-sovietico-como-
objeto-estetico-en-la-cultura-cubana-la-via-de-desovietizacion/
[2]
Me ha dado por denominar de este modo a una práctica performativa, que trabaja con
el material verídico contenido en la objetualidad de una comunidad
particular. Cfr. Shaday Larios, “Objeto y Catástrofe. Planteamientos y preguntas para un
teatro de objetos documental” en Double. Mgazin für puppen-Figuren- und
Objekttheater, Agosto 1 2016, No. 33, Berlín; y también de otro artículo de mi autoría
“El objeto post-catástrofe y la catastrofización de la materia. Preguntas y evidencias
para un teatro de objetos documental”, Titeresante [En línea]10 de mayo del 2014,
disponible en: http://www.titeresante.es/2014/05/10/el-objeto-post-catastrofe-y-la-
catastrofizacion-de-la-materia-preguntas-y-evidencias-para-un-teatro-de-objetos-
documental-por-shaday-larios/
[3]
Ignoro si este término como tal, ya ha sido conceptualizado por alguien más.
[4]
Y digo “inventan” en tiempo presente, porque cada vez encuentro más y más
ejemplos de objetarios que trataré en entregas posteriores de este espacio.
[5]
María Antonia me contó en una entrevista que le hice que: “Como parte de la expo
tuvimos varias actividades públicas, entre ellas un panel con profesionales que habían
crecido en regímenes socialistas. Estuvieron presentes la escritora de origen soviético
Anya von Bremzen, la socióloga de origen Húngaro Virag Molnar, la socióloga de
origen polaco Elzbieta Matynia, el escritor de origen cubano José Manuel Prieto, la
profesora cubano-americana Ana M. Dopico, y el historiador cubano Abel Sierra
Madero, moderados por la profesora Jacqueline Loss, quien se especializa en las huellas
soviéticas en la Cuba post-soviética y es autora del libro Dreaming in Russian: The
Cuban Soviet Imaginary (University of Texas Press, 2013). Otro evento asociado con la
exposición fue la proyección de documentales sobre la infancia socialista en Cuba.”
Algunos comentarios suyos dentro mi texto, pertenecen a esta misma entrevista que le
realicé vía electrónica el 7 de junio del 2016. Otros comentarios suyos son extraídos
directamente de diversas entradas del archivo de Cuba Material, las cuales indicaré en
notas al pie cuando sea pertinente.
[6]
Anota María Antonia: “Me inclino a pensar que, además del simbolismo político que
estas formas socialistas poseyeron, dado por su vinculación con los dirigentes del estado
y del partido y los nuevos profesionales, cuyo ascenso social dejaban ver, contaron con
el involuntario apoyo de una arraigada predisposición cultural por lo moderno que en
algo debe haber contribuido a legitimar el sistema político ideológico que las
distribuía.”
[7]
http://cubamaterial.com/blog/los-bienes-de-consumo-socialistas-y-el-discurso-de-
genero/
[8]
http://cubamaterial.com/?s=toallero+expandible
[9]
http://cubamaterial.com/blog/cubaahora-la-lavadora-rusa/
[10]
http://cubamaterial.com/blog/relojes-despertadores/

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