Está en la página 1de 1

PENSAMIENTO

Abrochado
a la dulzura
de vivir
El aparente paternalismo
que cuida de nosotros
como menores de edad
es en realidad una
modalidad de totalitarismo

Por Javier Gomá Lanzón

C
ONDUCIMOS nuestro coche y ve-
mos a cierta distancia, en una cur-
va, a una pareja de policías en acti-
tud vigilante. Con una maniobra
arriesgada, nos apresuramos a abrocharnos
el cinturón de seguridad. En España, la ley
impone multas a quien circula en un coche La norma que impone el cinturón de seguridad “busca protegerme a mí… contra mí mismo”. Foto: Consuelo Bautista
sin el cinturón abrochado. Yo creo que esta
sanción constituye un uso totalitario de la
ley y, como excusa para meditar sobre la los príncipes ponían la felicidad de sus ama- dísticas. Lo cual es sin duda cierto, como que el herido en accidente de tráfico genera
esencia del derecho, en este artículo me pro- dos súbditos entre sus deberes de gobierno. también lo es que el descenso del número gastos al sistema público de salud. ¡La órdi-
pongo explicar por qué. Las democracias liberales, por el contrario, de víctimas sería aún mayor si la ley nos ga! —replico yo—, si el título habilitante del
El derecho regula las relaciones interper- reconocen a cada ciudadano, cuando alcan- prohibiera conducir, o por qué no, fumar, Estado para interferir en mi esfera privada
sonales. Y no todas. Hay algunas demasiado za su mayoría de edad, autonomía moral y beber, subir en ascensor o amar desespera- es la hipótesis de un gasto público evitable,
importantes para confiarlas a la ley, como el competencia cognitiva suficiente para bus- damente, todo lo cual ha sido fuente de in- entonces no sólo el uso del cinturón sino la
amor o la amistad. Así, el amor es una reali- car la felicidad a su manera sin obligación numerables muertes. Este aparente paterna- vida en su totalidad debería sujetarse a la
dad extra legem incluso en caso de matrimo- de aceptar tutela alguna, pública o privada, lismo, que cuida de nosotros como menores ley, porque la ausencia de hábitos saluda-
nio, el cual se perfecciona válidamente sin sobre las decisiones relevantes atinentes a de edad incapaces de elegir lo que nos con- bles —echarse la siesta, ir al gimnasio, beber
él; y, por otro lado, ningún Parlamento se su estilo de vida. viene y nos lleva de la mano al recto compor- con moderación— aumenta el riesgo de con-
atrevería a aprobar un “estatuto del amigo” ¿Qué bien social está reglamentando la tamiento, es en realidad una modalidad de traer enfermedades que requieren trata-
con una lista de derechos y deberes amica- norma que declara ilícito el incumplimiento esos totalitarismos cuyo lema se resume en miento médico soportado por la Seguridad
les bien definidos. En un Estado de derecho, del deber de abrocharse el cinturón de segu- el protervo dictum de Goethe: “Prefiero el Social; y cultivar sentimientos y pensamien-
la ley tiene competencia para regular un nú- ridad? Ninguna: está velando exclusivamen- orden a la libertad”. El utilitarismo de los tos insanos también podría redundar en per-
mero tasado de interacciones humanas, só- te por mí y no pretende proteger interés números no debería nunca prevalecer sobre turbaciones mentales causantes de bajas
lo aquellas que por su naturaleza son exigi- general alguno, pues no hay aquí atisbo de laborales con cargo a los presupuestos públi-
bles coactivamente activando la máquina mundo interpersonal. Otras normas viales cos: en el actual Estado de bienestar, todo
represora del Estado, y el amor o la amistad —como las señales de tráfico— se endere- tiene repercusión potencial en el gasto públi-
ciertamente no son de esa clase. zan a facilitar una conducción segura; pero co y, si aceptamos el principio, aun las re-
Pues bien, si ya sería una extralimitación el cinturón no previene de accidentes con El Estado no está laciones sexuales abiertas a la procreación
que la ley regulase relaciones sociales de terceros sino, una vez producidos éstos, só- deberían estar minuciosamente reglamenta-
ámbito personal, la obligatoriedad del cintu- lo de lesiones propias. Si únicamente mi
autorizado a evitar el das, como en China, porque quizá produzca
rón de seguridad va aún más lejos porque la vida corre peligro, ¿por qué me multan? El daño propio convirtiendo yo con un cómplice un pequeño acreedor
norma que lo impone busca protegerme a consumo de droga no es infracción y el in- de prestaciones públicas futuras. Imagino el
mí… contra mí mismo. En el Antiguo Régi- tento frustrado de suicidio tampoco, pero una conducta privada día en que, tras cortarme un dedo en la
men, durante el absolutismo monárquico, circular desabrochado sí. Las leyes sanita- cocina y acudir a un centro de salud, el
si en la propia casa, guardado bajo llave en rias que hoy restringen severamente el con- en ilícita y punible facultativo dé parte a la policía de mi com-
una arqueta, el alguacil real sorprendía un sumo de tabaco se fundan en la protección portamiento bajo la sospecha de un uso ne-
manuscrito íntimo donde su autor, por de la salud de terceros. ¿Qué perjuicio de gligente de los caudales públicos. No: si mi
ejemplo, hacía profesión de ateísmo, el des- terceros trata de evitarse con la obligatorie- libertad genera perjuicios, incurriré en la res-
graciado podía ser torturado y llevado al pa- dad del cinturón? la alta dignidad de ser libres. Si nos obligan ponsabilidad que proceda, pero cuando no
tíbulo. No sólo lo que uno escribía sino lo Se me dirá, con el cervantino maese Pe- a ser felices malgré nous, podría sucedernos hay daño de terceros, el Estado no está auto-
que pensaba constituía delito: la red jurídica dro: “Muchacho: sigue tu canto llano y no te lo que dice Juvenal en su verso: que “por rizado a evitar el daño propio convirtiendo
se introducía en el fuero interno de las perso- metas en contrapuntos, que se suelen que- amor a la vida perdamos lo que la hace dig- una conducta privada en ilícita y punible.
nas y las sometía a servidumbre amenazan- brar de sutiles”. Es decir: puede que tengas na de ser vivida”. Y ahora, un consejo: abróchate el cintu-
do con castigos al mero flujo interior de la razón en un plano teórico, pero el cinturón Se me dirá también: no es cierto que el rón, no por temor a la multa, sino por la
conciencia. Era aquélla una época en la que positivamente salva vidas, ahí están las esta- cinturón sólo proteja bienes privados por- douceur de vivre. O

caballero alucinado entre los trasvases


El “alma española” de la tragicomedia es ahora un enamora-
dizo errante, un prosélito de la religión
del no-objeto Dulcinea, que de tan lleno
de sí que tiene el corazón no permite
Tres miradas sobre el Quijote. trata muy bien (la cuestión es para qué) el hecho mismo de amar, remitido a un que las cosas le sucedan realmente. Pero
Unamuno - Ortega - Zambrano esos temas manido-ajado-noventaiochis- horizonte siempre diferido, que atrae ahí está Aldonza. Y con ambas el mis-
Fernando Pérez-Borbujo tas de filosofía quijótica, que (porque aunque nunca comparece, espoleando terio del amor que mueve las entrañas
Gedisa. Barcelona, 2010 son un callejón demasiado transitado pe- así el heroísmo y la grandeza de alma, del Quijote y las de los filósofos españo-
240 páginas. 17,50 euros ro sin salida) ya podían abandonarse de dice el autor. El problema (en caso de les (que a él “se acercan como a un lugar
una vez, con este libro como generoso que lo sea) es la reconciliación de esa sagrado, con pies desnudos”). “Dulcinea-
epitafio por ejemplo. alma escisa y congelada en su escisión. Y Aldonza es el símbolo de la duplicidad
Por Isidoro Reguera Se trata de describir “la base pasional no parece que haya salida en ninguna de de una mujer que aún no se ha encar-
del alma española, su potencia y drama”. las tres opciones contempladas. nado del todo, sino que se encuentra a
PARECE QUE UN LIBRO que se presente por Base que se localiza en la “piedad”, el El Quijote de Unamuno deja la espe- medio camino, suspendida entre el cielo
enésima vez planteando que el Quijote amor que es capaz de salir de sí mismo, ranza en lo “absurdo racional” y con ello y la tierra”, dice Pérez-Borbujo. (Tam-
produjo un renacimiento del pensamien- que “nace del” padecimiento y del sufri- en un sentimiento trágico, más que es- bién podríamos decir, con Cervantes:
to español en el siglo XX, basándose en miento y “se derrama” sobre todo heroís- peranzador, de tan necesaria como im- entre la “Emperatriz de La Mancha” y
el eterno problema filosófico idealismo- mo en forma tragicómica: el lamentable posible unidad. El Quijote orteguiano, “la mejor mano para salar puercos” de
realismo, y que vuelva otra vez su mirada héroe piadoso está condenado al fraca- agayando la tragedia, resalta la “tragico- toda ella).
en este sentido a Unamuno y Ortega, a so, la incomprensión y a la burla, que media” cervantina: el novelista crea poé- Resumiendo: absurdo racional y tragi-
Zambrano, que insista en que nuestra incluso ha de reasumir como “correctivo ticamente una realidad ficticia para des- comedia en el limbo del eterno femeni-
filosofía está disuelta en nuestra literatu- autocrítico” aplicada a sí mismo. Toda montar la voluntad épica del héroe, en no. He ahí el “alma española”. Pensándo-
ra y que su problema fundamental es el una espléndida apología del ridículo. Por- ella lo heroico se vuelve burla cruel y lo bien quizá todo ello haga justicia a la
ser de España, un problema local y pa- que la piedad busca salida, el alma espa- amarga; lo sublime, burlesco; lo trágico, ironía cervantina, doblándola incluso en
trio pero de supuesta dimensión univer- ñola lucha entre la salida y no-salida de cómico; el ideal, picaresca. En los ínfe- sarcasmo aplicada a ese no-objeto aními-
sal además, no merecería la pena. Pero sí misma, en una tierra de nadie petrifi- ros zambranianos el alma española se co. No la hace a este libro, que plantea, y
éste la merece a pesar de todo. Da mu- cante entre la piedad y la religión del revuelve en la lucha que paradigmática- muy bien y a pesar de todo, bastante
cho que repensar precisamente porque amor, amor que se contenta y goza con mente plantea “el eterno femenino”: el más que esto. O

14 EL PAÍS BABELIA 06.11.10

También podría gustarte