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Leonardo Schvarstein, al tratar este tema explica que el idioma inglés tiene dos palabras diferentes
para aludir al concepto de responsabilidad.
Así, con el término responsability, se señala aquello por lo cual uno se siente internamente
responsable, e involucra el juzgarse a sí mismo con relación a los propios ideales y conciencia. Este
tipo de responsabilidad generalmente se refiere a la vida privada (ej.: me siento responsable por
ayudar a un amigo en un momento difícil, sin que él o nadie me lo exijan), correspondiendo a la
dimensión interna, a la vida íntima de cada persona.
En tanto que, el término accountability, se refiere a la rendición de cuentas que uno debe hacer ante
otro, debido a una obligación o compromiso asumido. Se da en la esfera pública, aludiendo a la
dimensión externa de la vida humana (por ej: tengo que rendir cuentas por una deuda que contraje
por circunstancias ajenas a mi control y contrarias a mi voluntad, sin que me sienta responsable por
saldarla).
Sin embargo, ambos términos pueden ser las dos caras de una misma moneda; pues, debo rendir
cuentas y puedo ser sancionado si no cumplo con una obligación. Se trata entonces de una
responsabilidad exigible (que es la manera de traducir accountability).
En la responsabilidad interna, la presencia del otro puede ser explícita o implícita, activa o pasiva,
y el otro puede no estar al tanto de mi sentimiento.
En la responsabilidad exigible el otro está siempre presente de manera explícita y activa, porque
tiene el derecho y la autoridad para exigirme el cumplimiento de mis compromisos y obligaciones.
Se me puede exigir la rendición de cuentas por la preservación del medio ambiente, en cuyo caso
el vínculo es con los miembros de la sociedad donde vivo.
La palabra social se refiere a una característica de las relaciones humanas, la de nuestra mutua
interdependencia. Pero particularizamos este término para referirnos a una “configuración
específica de prácticas”, que están orientadas a promover la satisfacción de cierto tipo de
necesidades de los miembros de una comunidad, procurando su cohesión sobre la base de la
vigencia del principio de solidaridad.
Por eso, cuando hablamos de responsabilidad social de una organización, distinguimos:
- La responsabilidad “interna”, que la propia organización “siente” hacia sus integrantes y los
miembros de su comunidad.
- La responsabilidad que le es exigible y por lo cual debe rendir cuentas frente a alguien que tiene
la autoridad para exigir su cumplimiento (debe rendir cuentas tanto de sus elecciones como de sus
omisiones).
Scharstein, Leonardo. La inteligencia social de las organizaciones. Edit. Paidós. Cap 2.96
El cumplimiento por parte de una organización de las normas obligatorias relacionadas con la
responsabilidad social exigible, es una conducta moral, porque remite a la ley y a la estructura social
en la que se desenvuelve. En este caso, las organizaciones son moralmente responsables y
cumplen por imposición; aunque también puede ser que cumplan por elección si van más allá de lo
que la ley les exige. Si no cumplen con las normas quedan sujetas a sanciones por constituir un
delito.
Ahora bien, las organizaciones que sólo cumplen con lo establecido, no poseen virtudes especiales,
ya que sólo se atienen a los requisitos morales mínimos (por ej., el cuidado de la seguridad e higiene
de sus empleados).
Este tipo de organización es al que Leonardo Scharstein denomina organización objeto, porque sólo
cumple en forma reactiva con los requisitos externos que se le imponen. Se trata de un tipo de
organización que está atravesada por modelos hegemónicos de la sociedad y su orden interno está
determinado desde su exterior.
Otro caso sería el de aquella organización que manifiesta una voluntad para ir más allá de lo
estrictamente exigible, pues configura una conducta ética, porque no es producto de una obligación,
sino que supone la libre elección (por ej.: si una organización instituye prácticas de seguridad e
higiene para sus trabajadores que exceden lo mínimo establecido legalmente y que los forma y
motiva para que lleven estas prácticas a su ámbito familiar y comunitario, entonces se erige en
sujeto de sus propias elecciones). De allí que es posible de calificar a este tipo de organización
como organización sujeto, porque tiene la capacidad para justificar sus decisiones y
acciones por sí; es capaz de establecer sus coherencias internas y organizar sus interacciones con
el contexto para la preservación de las mismas.
Cabe aclarar que, por lo general, ninguna organización es sólo sujeto o sólo objeto, ya que en la
mayoría de los casos se da una alternancia entre ambos tipos. Es decir, se puede ser de un tipo en
determinadas cuestiones y de otro frente a otras.
En el marco de la nueva cuestión social se requiere ser organización sujeto para:
- satisfacer la racionalidad económica y social;
- promover el desarrollo individual y el bien común.
Por supuesto que esto requiere de la voluntad política de parte del gobierno de la organización.
Podemos entonces decir que una organización es socialmente responsable, cuando instituye un
conjunto de prácticas obligatorias y voluntarias para la satisfacción de las necesidades sociales de
sus integrantes y de los miembros de la comunidad.
Pero, ¿a qué necesidades nos referimos? A aquellas relacionadas con la salud o sanidad, tales
como alimentación, provisión de servicios básicos, vestimenta, preservación del medio ambiente;
así como las relacionadas al acceso a la educación, justicia, vivienda, transporte, seguridad, entre
otras.
Para que una organización asuma esas responsabilidades, o sea, la satisfacción de las necesidades
sociales de sus miembros y de los de su comunidad, es preciso que tenga la voluntad política que
se manifestará a través de su gestión de gobierno y una capacidad administrativa para implementar
sus decisiones.
ÉTICA EMPRESARIAL
Como un ámbito especial del planteo de las relaciones entre Ética y Economía, se encuentra la
problemática más específica de la Ética aplicada a las decisiones que se toman en las empresas.
Esto ha dado surgimiento a la denominada Ética Empresarial o Ética de los Negocios.
Los motivos de su surgimiento quizás sean, además de la evidente evolución social, la envergadura
que ha tomado el impacto socioeconómico negativo de las actuaciones de ciertas importantes
empresas, cuyas decisiones se apartaron de los principios éticos.
La Ética Empresarial es la consideración y aplicación de los principios generales de la Ética al
ámbito de la empresa. El objeto material de esta disciplina son las “decisiones y acciones en el
ámbito de la vida de la empresa, en que las pautas o marcos de referencia de los agentes
(individuales o colectivos) no se limitan a aspectos económicos, políticos o técnicos, sino también
incluyen la referencia a valores o normatividad moral: es decir, se trata de eventos en que es posible
llegar a un juicio de valor moral. Esos eventos se dan en el interior de instituciones empresariales,
pero también en sus relaciones externas, con otras empresas, sindicatos, Estado, etc” 1
En cuanto a su objeto formal, existen algunas discrepancias; pero es posible considerar los
problemas que se tratan en diferentes grupos:
- Se tratan problemas referidos a la producción de rendimientos internos: sobre la dirección y
desarrollo de personal; procesos productivos; configuración del producto y sobre Dirección.
- Cuestiones referidas a las relaciones entre mercado y empresa: relaciones a proveedores, a
clientes y competencia; fiabilidad del producto y honradez comercial, evitar el abuso del poder sobre
1 Dr. RODRIGUEZ DE RIVERA, José. “Ética y Empresa”. Parte 2. Universidad Católica de Salta.
Concepto de Ética Empresarial.
pequeños proveedores, comisiones y sobornos para obtener ventajas ilícitas, etc. Además, el tema
del tratamiento de la “información”.
- En cuanto a las cuestiones relacionadas a Economía – Sociedad: se consideran otros grupos de
interés (stakeholders): nación, comunidad, relaciones internacionales; el cumplimiento o
incumplimiento de expectativas sociales, productos nocivos, etc.
Según Adela Cortina 44 , La Ética Empresarial posee las siguientes características:
1.- No es una ética de la convicción, sino una de la responsabilidad por las consecuencias de las
decisiones que se toman. Esto no significa optar por el pragmatismo, sino recordar que es preciso
tener en cuenta las consecuencias de las decisiones para aquella finalidad por la que la empresa
existe y que consiste en la satisfacción de necesidades humanas. La ética de la empresa es una
ética de la responsabilidad convencida.
2.- Puesto que la actividad empresarial tiene una finalidad, que le es legítima y de la que cobra todo
su sentido (servir a los consumidores que son los afectados a cuyo servicio se encuentra la actividad
de la empresa), queda deslegitimada la que olvide esta finalidad. Los consumidores son
interlocutores válidos y una ética de la empresa exige tener en cuenta sus intereses a través de
mecanismos de participación efectiva.
3.- Los miembros de la empresa son también interlocutores válidos, cuyos derechos tienen que ser
respetados al nivel de una conciencia moral como la que socialmente hemos alcanzado; de ahí que
queden fuera de época las prácticas humillantes y las deconsideraciones.
4.- Los miembros de la empresa también deben cumplir con sus obligaciones y corresponsabilizarse
por la marcha de la empresa a la que se pertenece; de ahí que la cooperación haya de tomar el
lugar del conflicto y la corresponsabilidad el lugar de la apatía.
5.- Una empresa actual ha de atenerse a un marco postconvencional de justicia, no sólo legal, sino
ante todo moral.
6.- El cambio en la concepción de la empresa de un modelo taylorista a un modelo postaylorista no
es una simple moda, sino una auténtica exigencia de la conciencia moral de los tiempos. Una
conciencia que, como tal es irreversible.
Para responder a estos retos, es preciso diseñar un modelo de empresa capaz de satisfacer estas
exigencias.
CÓDIGOS DE ÉTICA
¿En qué consiste un código de ética?
- Se trata de una herramienta útil para la construcción de hábitos empresariales que fortalezcan a
la organización y a sus miembros (Ramón Ibarra Ramos).
- Se entiende por códigos éticos “las declaraciones corporativas de los principios que constituyen el
patrimonio moral de la empresa, es decir, que establecen las prácticas consideradas como positivas
y como negativas en los diferentes ámbitos de intervención de la empresa”.
Roberto De Michele sostiene que “son sistemas de reglas establecidas con el propósito general de
guiar el comportamiento de los integrantes de la organización y de aquellos con los cuales ésta
actúa habitualmente: clientes, proveedores y contratistas”.
El objetivo de los mismos es establecer una guía para el comportamiento y la toma de decisiones
en el ámbito empresarial.
Una cuestión importante que surge al respecto es que, para algunos, hablar de un código de ética
es un error, ya que la adopción de un principio ético tiene que basarse en razones y no en la
posibilidad de un castigo, que nos remite más bien a un sistema jurídico. Esta crítica es acertada;
pero el origen de ese término “códigos éticos” se basa en la tradición de las reglas fijadas para el
ejercicio profesional.
Los códigos éticos, constituyen una forma de regulación de las relaciones internas entre los
miembros de una organización y de éstos con el entorno. Pretenden ser un instrumento que facilite
reconocer los problemas y conflictos que enfrentan las empresas y resolverlos de acuerdo a
objetivos buscados.
El contenido de los códigos de ética se define en base a las necesidades de cada organización. Los
temas más frecuentes que aparecen en ellos son, por ejemplo, las características que deben
guardar las relaciones internas y externas de la organización, determinándose las
responsabilidades; orientaciones referidas al trabajo profesional; conductas, deberes y derechos del
personal; medidas para garantizar mínimos de calidad de vida laboral; uso de información
privilegiada; uso de los bienes de la organización, entre otros.
Según el Dr. José Rodríguez de Rivera, la práctica de los códigos éticos tiene sus ventajas, en la
medida en que facilitan la aplicación de reglas para la convivencia, definiendo los ámbitos de
decisión discrecional. Sin embargo, no ayudan para evitar que el responsable de una decisión se
enfrente a dilemas morales. Además, cuando la reflexión ética sobre la moral se centra sólo en esos
códigos, no se considera todo el campo de problemas, de implicaciones y de relaciones con otros
problemas, dando lugar a comportamientos rutinarios, empobreciendo la vida moral del sujeto
decisor.
En la mayoría de los casos son manifestaciones del papel de la organización y de la particular
cultura de cada empresa. El contenido del código se define en base a las necesidades de cada
organización, sus objetivos, su propia cultura y el contexto en que actúa.