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Eje temático III inciso c: La ética de las Organizaciones.

Ética empresarial y la Responsabilidad Social


Responsabilidad Social (RS).Responsabilidad Social Empresarial. Ciudadanía corporativa. Algunas
Normas de RSE. Códigos de Ética. El proyecto ético de las empresas. Componentes del proyecto
ético

ÉTICA EMPRESARIAL Y RESPONSABILIDAD SOCIAL


RESPONSABILIDAD SOCIAL

Leonardo Schvarstein, al tratar este tema explica que el idioma inglés tiene dos palabras diferentes
para aludir al concepto de responsabilidad.
Así, con el término responsability, se señala aquello por lo cual uno se siente internamente
responsable, e involucra el juzgarse a sí mismo con relación a los propios ideales y conciencia. Este
tipo de responsabilidad generalmente se refiere a la vida privada (ej.: me siento responsable por
ayudar a un amigo en un momento difícil, sin que él o nadie me lo exijan), correspondiendo a la
dimensión interna, a la vida íntima de cada persona.
En tanto que, el término accountability, se refiere a la rendición de cuentas que uno debe hacer ante
otro, debido a una obligación o compromiso asumido. Se da en la esfera pública, aludiendo a la
dimensión externa de la vida humana (por ej: tengo que rendir cuentas por una deuda que contraje
por circunstancias ajenas a mi control y contrarias a mi voluntad, sin que me sienta responsable por
saldarla).
Sin embargo, ambos términos pueden ser las dos caras de una misma moneda; pues, debo rendir
cuentas y puedo ser sancionado si no cumplo con una obligación. Se trata entonces de una
responsabilidad exigible (que es la manera de traducir accountability).
En la responsabilidad interna, la presencia del otro puede ser explícita o implícita, activa o pasiva,
y el otro puede no estar al tanto de mi sentimiento.
En la responsabilidad exigible el otro está siempre presente de manera explícita y activa, porque
tiene el derecho y la autoridad para exigirme el cumplimiento de mis compromisos y obligaciones.
Se me puede exigir la rendición de cuentas por la preservación del medio ambiente, en cuyo caso
el vínculo es con los miembros de la sociedad donde vivo.
La palabra social se refiere a una característica de las relaciones humanas, la de nuestra mutua
interdependencia. Pero particularizamos este término para referirnos a una “configuración
específica de prácticas”, que están orientadas a promover la satisfacción de cierto tipo de
necesidades de los miembros de una comunidad, procurando su cohesión sobre la base de la
vigencia del principio de solidaridad.
Por eso, cuando hablamos de responsabilidad social de una organización, distinguimos:
- La responsabilidad “interna”, que la propia organización “siente” hacia sus integrantes y los
miembros de su comunidad.
- La responsabilidad que le es exigible y por lo cual debe rendir cuentas frente a alguien que tiene
la autoridad para exigir su cumplimiento (debe rendir cuentas tanto de sus elecciones como de sus
omisiones).
Scharstein, Leonardo. La inteligencia social de las organizaciones. Edit. Paidós. Cap 2.96
El cumplimiento por parte de una organización de las normas obligatorias relacionadas con la
responsabilidad social exigible, es una conducta moral, porque remite a la ley y a la estructura social
en la que se desenvuelve. En este caso, las organizaciones son moralmente responsables y
cumplen por imposición; aunque también puede ser que cumplan por elección si van más allá de lo
que la ley les exige. Si no cumplen con las normas quedan sujetas a sanciones por constituir un
delito.
Ahora bien, las organizaciones que sólo cumplen con lo establecido, no poseen virtudes especiales,
ya que sólo se atienen a los requisitos morales mínimos (por ej., el cuidado de la seguridad e higiene
de sus empleados).
Este tipo de organización es al que Leonardo Scharstein denomina organización objeto, porque sólo
cumple en forma reactiva con los requisitos externos que se le imponen. Se trata de un tipo de
organización que está atravesada por modelos hegemónicos de la sociedad y su orden interno está
determinado desde su exterior.
Otro caso sería el de aquella organización que manifiesta una voluntad para ir más allá de lo
estrictamente exigible, pues configura una conducta ética, porque no es producto de una obligación,
sino que supone la libre elección (por ej.: si una organización instituye prácticas de seguridad e
higiene para sus trabajadores que exceden lo mínimo establecido legalmente y que los forma y
motiva para que lleven estas prácticas a su ámbito familiar y comunitario, entonces se erige en
sujeto de sus propias elecciones). De allí que es posible de calificar a este tipo de organización
como organización sujeto, porque tiene la capacidad para justificar sus decisiones y
acciones por sí; es capaz de establecer sus coherencias internas y organizar sus interacciones con
el contexto para la preservación de las mismas.
Cabe aclarar que, por lo general, ninguna organización es sólo sujeto o sólo objeto, ya que en la
mayoría de los casos se da una alternancia entre ambos tipos. Es decir, se puede ser de un tipo en
determinadas cuestiones y de otro frente a otras.
En el marco de la nueva cuestión social se requiere ser organización sujeto para:
- satisfacer la racionalidad económica y social;
- promover el desarrollo individual y el bien común.
Por supuesto que esto requiere de la voluntad política de parte del gobierno de la organización.
Podemos entonces decir que una organización es socialmente responsable, cuando instituye un
conjunto de prácticas obligatorias y voluntarias para la satisfacción de las necesidades sociales de
sus integrantes y de los miembros de la comunidad.
Pero, ¿a qué necesidades nos referimos? A aquellas relacionadas con la salud o sanidad, tales
como alimentación, provisión de servicios básicos, vestimenta, preservación del medio ambiente;
así como las relacionadas al acceso a la educación, justicia, vivienda, transporte, seguridad, entre
otras.
Para que una organización asuma esas responsabilidades, o sea, la satisfacción de las necesidades
sociales de sus miembros y de los de su comunidad, es preciso que tenga la voluntad política que
se manifestará a través de su gestión de gobierno y una capacidad administrativa para implementar
sus decisiones.

RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL


La sociedad está compuesta por un vasto conjunto de actores que, en un marco de
interdependencia recíproca, establecen entre sí distintos tipos de relaciones. En general, las
dinámicas de interacción son de índole cooperativa. Sin embargo, bajo determinadas
circunstancias, en especial cuando los actores no sopesan las consecuencias de sus actos, éstas
pueden devenir mutuamente destructivas, desencadenando, en un marco de frustración
generalizada, innumerables problemas de acción colectiva muy difíciles de superar.
Las empresas son actores sociales fundamentales de toda sociedad, están en permanente
interacción con el ambiente externo. Existe una íntima interdependencia entre ella y su ambiente.
La supervivencia de una empresa depende, en gran medida, de su capacidad de reacción,
adaptación y respuesta a las exigencias y demandas en este ámbito.
La responsabilidad de las empresas es un punto muy debatido en la actualidad. En gran parte, su
trascendencia proviene de la magnitud e influencia de las modernas corporaciones. Muchas de
estas empresas son mayores que algunos estados y su influencia se extiende por todo el mundo.
Pocos aspectos de los negocios han despertado recientemente más interés que el tema recién
planteado de la responsabilidad empresarial. Sobre todo en Norteamérica, Europa y Asia las
responsabilidades de las empresas respecto de sus conciudadanos han merecido especial
atención. Esto refleja en parte la conciencia creciente del impacto de su actividad sobre el entorno
y los desvalidos. En cualquier caso, la discusión refleja el amplio reconocimiento del cambio de la
relación entre las empresas y la sociedad. Las nuevas tecnologías, el desarrollo de mercados y
las nuevas ideas permiten apreciar los factores influyentes en las acciones empresariales y su
impacto potencial en aspectos que se extienden más allá de la aprobación convencional de las
firmas y sus dirigentes. El retroceso del Estado crea nuevas oportunidades e impone nuevas
responsabilidades a las empresas, y los dirigentes de éstas buscan modos de expresar y definir su
papel ante el cambio de las circunstancias. Estas variaciones imponen gradualmente mayores
responsabilidades a las firmas, empresarios y ejecutivos. La libertad para actuar no constituye
licencia para abusar. En los grandes hundimientos de la Bolsa se observa repetidamente el mal uso
de las reglas del mercado de valores. En cambio, dirigentes de empresa competentes reconocen el
nexo entre derechos y obligaciones.
La mayor conciencia en cuanto al impacto de las decisiones comerciales sobre la sociedad en
general y el entorno natural, ha dado lugar a la reconsideración de las normas y valores de los
negocios.
El debate sobre la responsabilidad empresarial se ha hecho más intensa en este momento que en
cualquier otra época del siglo XX. El debate se refiere al modo en
que las organizaciones rigen sus asuntos y al carácter de la relación entre la empresa y la
comunidad.
La atención prestada a la conducta de las empresas proviene de la coincidencia de varios factores,
el más importante de los cuales sea acaso el creciente convencimiento de la necesidad de combinar
una mayor libertad para cumplir las funciones económicas de la empresa con la exigencia de que
esta libertad se emplee responsablemente. En ciertos casos, se suma a esto la demanda de una
mayor participación de los negocios en la solución de los problemas económicos y sociales
planteados por el desarrollo económico.
La noción de Responsabilidad Social Empresaria, se encuentra íntimamente relacionada al cómo
las empresas se relacionan con e impactan en la sociedad, suponiendo, bajo esta óptica, que para
crecer y competir más eficientemente éstas deberían contribuir a generar un ambiente posibilitador
(“enabling environment”) que les permita llevar adelante con mayor facilidad sus negocios y
operaciones.
Como veremos, pues, la idea de RSE nos permitirá poner en perspectiva el papel de la empresa en
la sociedad y las posibles nuevas relaciones entre ella y su ambiente.
Una empresa se encuentra vinculada con una serie de interlocutores o stakeholders específicos
que pueden afectar y ser afectados por sus acciones.
a.- interlocutores primarios (aquellos sin cuya continua participación la empresa no podría
sobrevivir):los accionistas, inversores, empleados, clientes y proveedores;
b.- interlocutores públicos, conformado esencialmente por el gobierno y por los organismos públicos
pertenecientes al Estado.
c.- interlocutores secundarios (aquellos que, sin participar directamente en las operaciones de la
empresa, pueden influenciar o ser influenciados por ella): los consumidores, los medios de
comunicación, las organizaciones empresariales, los sindicatos y las organizaciones de la sociedad
civil; también los competidores.
La responsabilidad social no debería expresarse únicamente frente a determinados interlocutores
primarios, como por ejemplo los accionistas, sino frente a su compleja totalidad, puesto que, en
principio, cualquiera de éstos puede llegar a influir en su éxito o fracaso.
Las organizaciones actúan en las sociedades sobre la base de un contrato implícito o explícito que
impone deberes creativos y responsabilidades. Esto excede en mucho de las funciones económicas
que les atribuyen autores como Friedmann. Estas obligaciones se modifican con el tiempo, y el
Estado asume un número variable de estas funciones o actividades o las delega en otros miembros
de la sociedad.
Las empresas cumplen determinadas funciones especializadas y diferenciadas, es decir, cumplen
determinados roles. Desde la consolidación de la empresa como unidad productiva por antonomasia
de las sociedades capitalistas modernas, se concibe que los roles desempeñados por éstas se
articulen y definan en torno a un vínculo o contrato tácito con la sociedad de carácter esencialmente
económico.
En el marco de este contrato, las empresas deberían:
- producir con la máxima eficiencia posible bienes y servicios que satisfagan múltiples necesidades;
- generar empleos, constituyendo de esta manera una de las principales fuentes de rentas;
- invertir parte de sus excedentes, promoviendo el avance tecnológico y el crecimiento de la
productividad;
- y cumplir con las responsabilidades legales, en especial las de carácter fiscal.
En Argentina, sustentado en los procesos de privatización y desregulación, el sector empresarial
alcanzó un sustancial protagonismo que le permitió incrementar su importancia en áreas esenciales
como la salud y la educación, en las que, vale aclarar, ya tenía un peso determinante, como así
también en actividades en las que hasta ese momento prácticamente no había incursionado.
Es evidente, probablemente hoy más que nunca, la necesidad de un nuevo contrato, ahora de índole
social, que complemente y supere el anterior y que permita a las empresas cimentar un renovado
lazo con la sociedad que vaya más allá de lo puramente económico.
En el devenir de este proceso, acompañando el protagonismo de la empresa y la ampliación de su
horizonte de intereses, las expectativas sociales en torno a ella, potenciadas por el acelerado
retraimiento de lo estatal, también se incrementaron.
Es justamente en el proceso de configuración de este renovado contrato que una nueva definición
de lo que constituye el comportamiento socialmente responsable por parte de una empresa adquiere
tanto sentido y significación. Una nueva acepción que, en última instancia, nos permita superar las
limitaciones de la cosmovisión friedmaniana, correctamente planteada, pero aceptable únicamente
en un marco de condiciones ideales.
- La empresa trasciende su rol económico tradicional. Hoy, ya se la visualiza como creadora de
riqueza, impulsora de investigación y desarrollo, generadora de bienestar social y fuente de empleo.
Es un ente jurídico que adquiere la ciudadanía al involucrarse en la temática social.
En un contexto en el que los consumidores, las organizaciones de la sociedad civil y los medios de
comunicación incrementan de manera continua y acelerada su poder de “vigilar y castigar”, supone
una nueva forma de orientar la gestión empresarial en base una ética que considere y evalúe los
efectos de las acciones y los medios a utilizarse, esto es, una nueva forma de hacer y de conducir
los negocios en base a una ética de la responsabilidad.
- La sociedad civil, consumidor final del producto o servicio empresarial, exhibe una toma de
conciencia, interesándose y adoptando posiciones activas respecto de los comportamientos del
ciudadano empresario. Emerge así la actitud de la comunidad, forjada en apreciaciones reales o de
imagen, que emite su opinión o vota, premiando o sancionando a las empresas según sus
percepciones.
- Reputación, trayectoria y generación de confianza son hoy recursos intangibles tanto o más
trascendentes que el resto de los activos de una organización. Sustentando su accionar en una
ética de la responsabilidad, las empresas deberían tomar plena conciencia de las implicancias
individuales, sociales y medioambientales que acarrean sus prácticas operativas, desarrollando
políticas, procedimientos y procesos orientados a evitar posibles efectos colaterales negativos, a
potenciar externalidades positivas y a fomentar el respeto y consideración de cada uno de los
stakeholders con los que se relaciona. Bajo esta óptica, las empresas deberían comenzar a incluir
en su agenda y consideración un amplio conjunto de temáticas e interlocutores tradicionalmente
considerados ajenos al ámbito de sus preocupaciones primarias.
Actualmente, siempre con matices y excepciones, la preocupación central de los altos directivos
empresariales consiste en satisfacer, maximizando beneficios, las expectativas de los accionistas o
shareholders. Incrementar las ganancias y preocuparse por los intereses de los accionistas sigue
siendo, por supuesto, totalmente válido, puesto que constituye el elemento sustancial y
determinante de la naturaleza de la empresa. No obstante, como enfatizamos, esto es válido, e
incluso vitalmente importante, siempre y cuando no se procure a cualquier precio y considere, en
cualquier circunstancia, los medios a utilizarse.
La noción de Ciudadanía Corporativa, el eje conceptual sobre el que se articulan las demandas, se
encuentra en efecto íntimamente relacionada a la de Responsabilidad Social Empresaria. La
Ciudadanía Corporativa, sustentada en la idea de que la empresa tiene derechos pero también tiene
deberes, engloba un amplio abanico de acciones que pueden ir desde el respeto por las
disposiciones legales hasta comportamientos de tipo proactivo. Como mínimo, pues, consiste en la
adhesión a las leyes, regulaciones y prácticas de negocio aceptadas en el ámbito de operación
de la empresa, pero puede implicar también un comportamiento previsor y responsable con respecto
al medio ambiente y/o las comunidades afectadas por sus prácticas operativas y comerciales.
Las empresas aprecian cada vez más los beneficios que pueden obtener del reconocimiento de los
valores en que basan sus operaciones. Los negocios regidos por este tipo de valores parecen
requerir menos supervisión interna, operan a más bajo coste, pueden ser más flexibles e
innovadores y ofrecen mayor satisfacción a los empleados y mejores ganancias a los partícipes.
Desde nuestra perspectiva, que una empresa sea socialmente responsable supone que sea
ciudadana, pero que sea ciudadana de una manera especial, esto es, que no se limite
exclusivamente al respeto de las obligaciones jurídicas, sino que vaya un paso más allá del
cumplimiento legal, integrando voluntariamente en sus prácticas, tanto operativas como
comerciales, consideraciones de índole ética, social y medioambiental.
Bajo esta óptica, una empresa socialmente responsable puede llegar a ser aquella:
- cuyo comportamiento, repetimos, vaya más allá del estricto cumplimiento de la normativa vigente,
tanto a nivel provincial, nacional como internacional;
- que instrumente métodos y políticas que impacten positivamente en la vida profesional y personal
de sus empleados;
- que se preocupe activamente por las consecuencias medioambientales de su actividad productiva
y comercial;
- cuyos directivos y empleados orienten su accionar en base a un código de ética que no contradiga
las disposiciones jurídicas vigentes;
- y que contemple la comunidad sobre la cual se asienta.
Según la categorización realizada por Nino, para que una empresa pueda encajar dentro de la
categoría de socialmente responsable, su comportamiento debe ser normativamente leal, esto es,
debe tomar en cuenta, al observar una ley, los fines normativos que determinan su interpretación y
alcance de aplicación, hayan sido o no explícitamente formulados en su prescripción original.
Sustentando y reafirmando la validez de nuestra postura, intentaremos demostrar que la
sistematización e institucionalización de comportamientos socialmente responsables es funcional al
sistema empresario, esto es, a la supervivencia del vasto conjunto de unidades productivas que
actúan y se desenvuelven en nuestro país; y que es funcional, por otra parte, a la empresa
considerada individualmente, puesto que, como veremos, esta nueva forma de hacer y de conducir
los negocios les permitirá incrementar sus beneficios y utilidades.
En este complejo escenario, el sector empresarial debe tomar conciencia de las potencialidades y
capacidades inherentes a su accionar, especialmente a la hora de suplir las falencias estatales y
las limitaciones de las instituciones civiles. Desde nuestra óptica, en este nuevo orden de cosas
posible, las empresas están llamadas a cumplir un papel protagónico y estratégico; a desempeñar,
en otras palabras, un rol activo que posibilite la configuración del postulado contrato de índole social,
un contrato complementario y superador del puramente económico que permita a las
empresas cimentar un renovado lazo con la sociedad. Las demandas y necesidades, como vimos,
existen.
Es necesario destacar la importancia que puede llegar a tener, en un contexto de tanta inestabilidad,
un elemento inherente a las relaciones sociales cuyas posibilidades y potencialidades a la hora de
superar estas cuestiones no han sido aún acabadamente exploradas ni suficientemente explotadas
y que las empresas pueden contribuir a intensificar: el capital social.
Desde la perspectiva de Putnam, uno de los precursores del término, tres elementos fundamentales
definen y circunscriben al capital social. Estos elementos son: el grado de confianza existente entre
los actores sociales de una sociedad, las normas de comportamiento cívico practicadas en su seno
y el nivel de asociatividad que la caracteriza.
En última instancia, es una cuestión de interdependencia. El escaso compromiso cívico que
caracteriza a nuestra sociedad demuestra la práctica inexistencia de una cultura de lo público. En
este contexto de mutua frustración, puede comprenderse con mayor facilidad la existencia de
elevados niveles de contaminación, la asiduidad de las transgresiones, la suciedad de los espacios
públicos y el escaso respeto
por las normas jurídicas vigentes.
El aspecto más positivo de la crisis económica, política, social, cultural e institucional que
actualmente nos toca atravesar, probablemente sea la puesta en escena de nuestros mayores
males, nuestro individualismo y nuestro escaso sentido de lo público. En diversos ámbitos, esta
contundente realidad ha despertado un renovado compromiso por el otro, un interés por lo público
y por la cooperación. Sin embargo, aunque importantes, estos cambios son todavía someros y
puntuales. Nuestra capacidad y astucia no debería residir en la viveza, sino en saber aprovechar la
oportunidad que nos brinda la coyuntura actual de consolidar esta tendencia. La presente crisis
puede llegar a representar un momento bisagra de nuestra historia. Ahora tenemos que definir el
papel que va a cumplir el sector empresario.
Acaso el único modo de enfrentarse con situaciones de difícil solución (por las interacciones y
consecuencias de sus decisiones) es desarrollar un sistema de valores que reflejen la voluntad de
asumir esta responsabilidad en lugar de traspasarla a otros. Gran parte del pensamiento
empresarial reconoce esta responsabilidad.
La Responsabilidad Social es una responsabilidad exigible a la organización, por lo cual tiene que
dar cuenta de sus acciones como de sus omisiones, frente a quien tiene la autoridad para exigir su
cumplimiento. Sin embargo, la voluntad de una organización para ir más allá de lo exigible configura
una conducta ética ya que supone un acto de libre elección.

NORMAS DE RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL


- AA 1000 (Account Ability 1000)
Desarrollada por Accountability, en 1.999, con el objeto de aumentar el nivel de responsabilidad de
las organizaciones, mejorando la calidad de los reportes sociales y éticos, tanto en su registro como
en su auditoria y exposición.
- Destinatarios: empresas, ONG y entidades públicas.
- Carácter de la recomendación: voluntario.
- Considera la respuesta exigible compuesta por tres imperativos:
- Transparencia en la rendición de cuentas a los grupos de interés.
- Respuesta a sus preocupaciones.
- Cumplimiento con los estándares a los que se compromete voluntariamente, y a los que debe
observar por razones estatuarias o legales.
Esta responsabilidad se sostiene en el principio fundamental de inclusión de las aspiraciones y de
las necesidades de todos los grupos de interés.
- SA 8000 (Social Accountability 8000)
Desarrollada por Social Accountability International. La norma fue creada en el año 1.997. Se basa
en instrumentos internacionales de derechos humanos y derecho laboral.
Objetivos:
- Mejorar las condiciones laborales a nivel global.
- Proveer un estándar universal para ser usado en cualquier empresa, sector económico y país del
mundo.
- Proveer un incentivo que beneficia a empresas y consumidores a través de una estrategia
multisectorial.
- Facilitar la colaboración entre empleadores, trabajadores y organizaciones de la sociedad civil.
La norma plantea 9 áreas esenciales:
- Trabajo infantil.
- Trabajos forzados.
- Salud y seguridad en el trabajo.
- Libertad de asociación y derecho de negociación colectiva.
- Discriminación.
- Medidas disciplinarias.
- Horario de trabajo.
- Compensación
- Sistemas de gestión.

ÉTICA EMPRESARIAL
Como un ámbito especial del planteo de las relaciones entre Ética y Economía, se encuentra la
problemática más específica de la Ética aplicada a las decisiones que se toman en las empresas.
Esto ha dado surgimiento a la denominada Ética Empresarial o Ética de los Negocios.
Los motivos de su surgimiento quizás sean, además de la evidente evolución social, la envergadura
que ha tomado el impacto socioeconómico negativo de las actuaciones de ciertas importantes
empresas, cuyas decisiones se apartaron de los principios éticos.
La Ética Empresarial es la consideración y aplicación de los principios generales de la Ética al
ámbito de la empresa. El objeto material de esta disciplina son las “decisiones y acciones en el
ámbito de la vida de la empresa, en que las pautas o marcos de referencia de los agentes
(individuales o colectivos) no se limitan a aspectos económicos, políticos o técnicos, sino también
incluyen la referencia a valores o normatividad moral: es decir, se trata de eventos en que es posible
llegar a un juicio de valor moral. Esos eventos se dan en el interior de instituciones empresariales,
pero también en sus relaciones externas, con otras empresas, sindicatos, Estado, etc” 1
En cuanto a su objeto formal, existen algunas discrepancias; pero es posible considerar los
problemas que se tratan en diferentes grupos:
- Se tratan problemas referidos a la producción de rendimientos internos: sobre la dirección y
desarrollo de personal; procesos productivos; configuración del producto y sobre Dirección.
- Cuestiones referidas a las relaciones entre mercado y empresa: relaciones a proveedores, a
clientes y competencia; fiabilidad del producto y honradez comercial, evitar el abuso del poder sobre

1 Dr. RODRIGUEZ DE RIVERA, José. “Ética y Empresa”. Parte 2. Universidad Católica de Salta.
Concepto de Ética Empresarial.
pequeños proveedores, comisiones y sobornos para obtener ventajas ilícitas, etc. Además, el tema
del tratamiento de la “información”.
- En cuanto a las cuestiones relacionadas a Economía – Sociedad: se consideran otros grupos de
interés (stakeholders): nación, comunidad, relaciones internacionales; el cumplimiento o
incumplimiento de expectativas sociales, productos nocivos, etc.
Según Adela Cortina 44 , La Ética Empresarial posee las siguientes características:
1.- No es una ética de la convicción, sino una de la responsabilidad por las consecuencias de las
decisiones que se toman. Esto no significa optar por el pragmatismo, sino recordar que es preciso
tener en cuenta las consecuencias de las decisiones para aquella finalidad por la que la empresa
existe y que consiste en la satisfacción de necesidades humanas. La ética de la empresa es una
ética de la responsabilidad convencida.
2.- Puesto que la actividad empresarial tiene una finalidad, que le es legítima y de la que cobra todo
su sentido (servir a los consumidores que son los afectados a cuyo servicio se encuentra la actividad
de la empresa), queda deslegitimada la que olvide esta finalidad. Los consumidores son
interlocutores válidos y una ética de la empresa exige tener en cuenta sus intereses a través de
mecanismos de participación efectiva.
3.- Los miembros de la empresa son también interlocutores válidos, cuyos derechos tienen que ser
respetados al nivel de una conciencia moral como la que socialmente hemos alcanzado; de ahí que
queden fuera de época las prácticas humillantes y las deconsideraciones.
4.- Los miembros de la empresa también deben cumplir con sus obligaciones y corresponsabilizarse
por la marcha de la empresa a la que se pertenece; de ahí que la cooperación haya de tomar el
lugar del conflicto y la corresponsabilidad el lugar de la apatía.
5.- Una empresa actual ha de atenerse a un marco postconvencional de justicia, no sólo legal, sino
ante todo moral.
6.- El cambio en la concepción de la empresa de un modelo taylorista a un modelo postaylorista no
es una simple moda, sino una auténtica exigencia de la conciencia moral de los tiempos. Una
conciencia que, como tal es irreversible.
Para responder a estos retos, es preciso diseñar un modelo de empresa capaz de satisfacer estas
exigencias.

CÓDIGOS DE ÉTICA
¿En qué consiste un código de ética?
- Se trata de una herramienta útil para la construcción de hábitos empresariales que fortalezcan a
la organización y a sus miembros (Ramón Ibarra Ramos).
- Se entiende por códigos éticos “las declaraciones corporativas de los principios que constituyen el
patrimonio moral de la empresa, es decir, que establecen las prácticas consideradas como positivas
y como negativas en los diferentes ámbitos de intervención de la empresa”.
Roberto De Michele sostiene que “son sistemas de reglas establecidas con el propósito general de
guiar el comportamiento de los integrantes de la organización y de aquellos con los cuales ésta
actúa habitualmente: clientes, proveedores y contratistas”.
El objetivo de los mismos es establecer una guía para el comportamiento y la toma de decisiones
en el ámbito empresarial.
Una cuestión importante que surge al respecto es que, para algunos, hablar de un código de ética
es un error, ya que la adopción de un principio ético tiene que basarse en razones y no en la
posibilidad de un castigo, que nos remite más bien a un sistema jurídico. Esta crítica es acertada;
pero el origen de ese término “códigos éticos” se basa en la tradición de las reglas fijadas para el
ejercicio profesional.
Los códigos éticos, constituyen una forma de regulación de las relaciones internas entre los
miembros de una organización y de éstos con el entorno. Pretenden ser un instrumento que facilite
reconocer los problemas y conflictos que enfrentan las empresas y resolverlos de acuerdo a
objetivos buscados.
El contenido de los códigos de ética se define en base a las necesidades de cada organización. Los
temas más frecuentes que aparecen en ellos son, por ejemplo, las características que deben
guardar las relaciones internas y externas de la organización, determinándose las
responsabilidades; orientaciones referidas al trabajo profesional; conductas, deberes y derechos del
personal; medidas para garantizar mínimos de calidad de vida laboral; uso de información
privilegiada; uso de los bienes de la organización, entre otros.
Según el Dr. José Rodríguez de Rivera, la práctica de los códigos éticos tiene sus ventajas, en la
medida en que facilitan la aplicación de reglas para la convivencia, definiendo los ámbitos de
decisión discrecional. Sin embargo, no ayudan para evitar que el responsable de una decisión se
enfrente a dilemas morales. Además, cuando la reflexión ética sobre la moral se centra sólo en esos
códigos, no se considera todo el campo de problemas, de implicaciones y de relaciones con otros
problemas, dando lugar a comportamientos rutinarios, empobreciendo la vida moral del sujeto
decisor.
En la mayoría de los casos son manifestaciones del papel de la organización y de la particular
cultura de cada empresa. El contenido del código se define en base a las necesidades de cada
organización, sus objetivos, su propia cultura y el contexto en que actúa.

PROYECTO ÉTICO INSTITUCIONAL


Según Jorge Etkin, un proyecto ético presenta los siguientes componentes:
- La decisión política: un nuevo acuerdo sobre los propósitos y formas de gobierno, mecanismos de
consulta y de participación en el poder. definición de redes internas de protección social para
enfrentar la crisis en el contexto. consenso sobre la responsabilidad social de la organización. 23
- Criterios acordados para los procesos decisorios: La consideración de los valores de libertad,
solidaridad, dignidad del trabajo, justicia y equidad. Diálogo para resolver la prioridad de los valores
en situaciones concretas.
- Definición de las bases de legitimidad que sirven de sustento a las relaciones de autoridad:
Conducción por parte de quienes están mejor preparados, según criterios compartidos.
- Mecanismos de justicia frente a situaciones de desigualdad (orden interno): Situaciones como la
sobrecarga de tareas en un sector, las diferencias no justificadas en la remuneración, la
discriminación o falta de igualdad en las oportunidades.
- Transparencia en las comunicaciones: Difusión sobre los planes y resultados de manera que los
integrantes no tengan dudas sobre la situación en que viven, sus riesgos y posibilidades. Que no
exista información oculta que dé privilegios a quienes la tienen. Canales en ambos sentidos.
- Acuerdo sobre los códigos de la convivencia en el trabajo: reglas y formas de relación. Aceptación
de los rasgos de identidad de la organización y la manera en que todos relación. Aceptación de los
rasgos de identidad de la organización y la manera en que todos los integrantes contribuyen a
sostenerlos.
Un proyecto ético posibilita:
- Una cultura construida sobre el diálogo y el consenso, no la cultura manejada desde un interés
sectario.
- Enfrentar la contradicción individuo-organización, mediante la redefinición de las premisas
decisorias, incorporando la cuestión de los valores
- Un clima de confianza, que facilitan la innovación, las respuestas creativas, que potencian las
posibilidades de la organización
- Enfrentar el desafío de la configuración de los valores en situaciones concretas y en contextos
diferenciados (batalla ética)
Los códigos éticos son un modo de testimoniar los principios y valores de los que se halla imbuida
la empresa y para institucionalizar los criterios éticos en las decisiones y acciones cotidianas de la
misma.

2 AGUIRRE SABADA – CASTILLO CLAVERO – TOUS ZAMORA (1.999) “Administración de Orga-


nizaciones”. España: Ediciones Pirámide.
3 DE MICHELE, Roberto (1.998) “Los Códigos de Ética en las Empresas”. Bs. As.: Edit. Granica.105

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