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¿Qué es la Revolución Industrial?

Se conoce como Revolución Industrial a una época de transformaciones profundas y


radicales en lo económico, social y tecnológico que comenzó en la Europa del siglo XVIII,
específicamente en el Reino de la Gran Bretaña, y que se extendió a lo largo y ancho de
Europa y de los Estados Unidos, finalizando a mediados del siglo XIX y comienzos del XX.

Los cambios suscitados en esta época fueron tan radicales que únicamente se los puede
comparar con los vividos por la humanidad en el Neolítico, y pueden resumirse en el abandono
de un modelo agrario de comercio, trabajo y sociedad, en pos de uno urbano, mecanizado e
industrializado.

La piedra angular de esta revolución lo constituyó la tecnología, específicamente la aparición


del ferrocarril y posteriormente de la electricidad, que modernizó las técnicas laborales y
agrícolas basadas hasta entonces en el trabajo manual y las bestias de carga,
respectivamente. Esto impactó en el producto interno bruto de las naciones y representó un
crecimiento sostenido de la riqueza y un cambio permanente en el modo de vida de las grandes
masas como nunca antes se había vivido.

Causas de la revolución Industrial


Las principales causas de la revolución que ayudaron a que se diera en Inglaterra, fueron:

 El sistema político imperante en Inglaterra no era la monarquía absoluta, era la


monarquía liberal, lo que permitió que los ingleses se mantuvieran libre de las
revoluciones que aquejaban a los otros países europeos.
 La modernización de la agricultura mediante la rotación cuatrienal de cultivos, la
introducción de maquinaria moderna a los trabajos agrícolas y el cierre de campos de
cultivo. Estas medidas dejaron sin trabajo a muchos campesinos que se vieron
obligado a trasladarse a las ciudades y aseguraron la abundancia de mano de obra
barata.
 La burguesía inglesa tenía capital suficiente para financiar las fábricas, adquirir
materias primas y máquinas y contratar empleados.
 Los beneficios económicos obtenidos gracias al dominio del mercado europeo y en la
posesión de un gran imperio colonial. La gran cantidad de capital de que se disponía
se invirtió en las nuevas actividades industriales.
 Una mentalidad económica, por parte de los burgueses, pero también por parte de la
aristocracia terrateniente, dispuesta a invertir en el comercio y la industria. Estos dos
grupos sociales fueron controlando el Parlamento, desde donde promulgaban leyes
que aseguraban la libertad económica (eliminando los privilegios de los gremios), y
protegiendo los mercados propios (proteccionismo), entre otras medidas.
 La existencia de una buena red viaria y fluvial, que aseguraba la fluidez del
abastecimiento de materias primas, la distribución de manufacturas y el mercado
interior.
 Las innovaciones técnicas, que permitían sustituir las herramientas tradicionales para
máquinas que trabajaban más rápido. Las mismas universidades fomentaban una
formación intelectual práctica que repercutía en la investigación y la experimentación.
 La riqueza de fuentes de energía como el carbón de coque, de gran calidad, para hacer
funcionar las nuevas máquinas de vapor, y la abundancia de materias primas para la
industria textil, como el algodón colonial y la lana inglesa.

La Revolución Industrial suele dividirse en dos etapas: una Primera Revolución Industrial,
que inicia alrededor de 1760 con la aplicación del modelo de fábricas textiles en una Gran
Bretaña gobernada por la monarquía liberal no absolutista; y una Segunda Revolución
Industrial, caracterizada por una aceleración de los cambios producidos por la nueva
tecnología en la sociedad europea, que inicia alrededor de 1850 y culmina con el comienzo de
la Primera Guerra Mundial en 1914.

Primera revolución industrial


La primera revolución industrial que tuvo lugar en la mitad del siglo XVIII y XIX tiene
como principal característica la aparición de la mecanización que había hecho cambios
significativos en casi todos los sectores de la vida humana.

La fabricación principal estaba tejiendo lana. Pero fue en la producción de los tejidos de
algodón que comenzó el proceso de mecanización, es decir, del paso de la manufactura al
sistema fabril.

La mecanización se extendió del sector textil para la metalurgia, para el transporte, para la
agricultura y para otros sectores de la economía. Diversos inventos revolucionaron las técnicas
de producción y alteraron el sistema de poder económico.

La invención de máquinas, el aprovechamiento de la energía calorífica del carbón mineral y su


transformación en energía mecánica para hacer funcionar las máquinas representaron un gran
avance en las técnicas empleadas para la fabricación de mercancías y consecuentemente, en
el aumento de la producción.

Por tanto, Inglaterra se pasó de la manufactura a la maquino factura. Producía y vendía sus
productos industriales en todo el mundo, gracias, entre otros factores, a la expansión del
sistema colonial. De esta forma, en el siglo XVIII, el país se convirtió en la nación capitalizada
del mundo, siendo Londres la capital financiera internacional.

Este momento representó una verdadera revolución en el modo de producir mercancías en


tiempo bastante menor, si se compara a la manufactura.

El desarrollo inicial de las industrias textiles mecanizadas en gran parte de Europa y Estados
Unidos dependía de muchas de estas invenciones británicas. Esta revolución se conoció como
Primera Revolución Industrial.

Segunda revolución industrial


Esta es una nueva etapa de crecimiento económico, caracterizada por un extraordinario
progreso científico y técnico que facilitó un rápido desarrollo de todos los medios de
producción y de nuevas formas de organizar la producción y el trabajo. Esta nueva etapa en
el desarrollo económico de las potencias industriales se prolongó hasta el estallido de la
Primera Guerra Mundial en 1914.

Entre los años 1870 y 1880 se comenzaron a producir una serie de cambios en la producción
industrial que llamamos Segunda Revolución de la Industrial y que establecieron las bases del
actual sistema de producción.

Los inicios de este proceso, que se prolongó hasta 1920, los encontramos en Estados Unidos
y se produjo también en el Reino Unido, Francia, Alemania y Japón.

Esta segunda Etapa de la revolución se caracterizó por la mejora de la producción


gracias a la incorporación de nuevas fuentes de energía como la electricidad y el
petróleo, la obtención de nuevos materiales como el acero y la aplicación de nuevas formas
de trabajo como la automatización y el trabajo en cadena. Además, surgió un nuevo tipo
de capitalismo: el capitalismo financiero, fruto de las grandes inversiones realizadas con los
beneficios que había aportado el primer estallido industrial y el dinero procedente de la banca.

La electricidad, que ya había sido descubierta en el siglo XVIII, sustituyó gradualmente el vapor
de agua como fuente de energía. El uso industrial de la electricidad fue posible en encontrar
maneras de generarla (turbina y dinamo), transportarla y almacenarla (acumulador) y
convertirla en energía mecánica (motor eléctrico).

Fue aplicada en la metalurgia, la iluminación (lámpara de arco, bombilla) mejorando la


iluminación urbana y posibilitando el trabajo nocturno a las fábricas, en aparatos de nueva
invención y en sistemas de comunicación. También permitió electrificar y ampliar la red
ferroviaria y construir locomotoras más rápidas, así como grandes barcos metálicos
impulsados por turbinas.

El petróleo, conocido desde la antigüedad, fue estudiado como fuente de energía hasta que
se obtuvo el combustible de dos nuevos sistemas de transporte: el automóvil y el avión. Se
aplicó a la nueva industria del plástico y en la obtención de energía termoeléctrica.

En las fábricas, las formas de trabajo cambiaron de empresas familiares con pocos
trabajadores se pasó a centros de trabajo con muchos operarios y una compleja organización.
Para aumentar la producción se aplicó la cadena de montaje, en el que cada trabajador sólo
intervenía en una parte de la fabricación del producto automatizando repetidamente sus
movimientos. Este modelo quedaba muy lejos del artesano tradicional, ya que no era necesario
un esfuerzo intelectual para realizarlo y se desconocía el proceso global de fabricación.

Al mismo tiempo se llevó a cabo el sistema de producción en serie, en el que cada fábrica se
especializaba en la elaboración de unas piezas determinadas o en el montaje final de un
producto.

Con estos dos métodos se aumentó la producción, se redujeron gastos y se abarató el precio
final de los productos.

La invención del motor de explosión y la aplicación del petróleo como combustible fueron la
base del nacimiento de la industria automovilística, que alcanzó un gran desarrollo en los
Estados Unidos y rápidamente se convirtió en uno de los sectores más poderosos que ofrecían
un elevado número de puestos de trabajo y estimulaban el desarrollo de industrias secundarias
que cogerían una gran importancia (por ejemplo, el caucho, los metales no ferrosos, los
aparatos electrónicos, etc.).

La industria química también fue una de las punteras y Alemania se convirtió en la pionera del
sector, produciendo más del 80% de los colorantes sintéticos y ocupando el primer lugar en
industria farmacéutica. También desarrollarse la producción de sosa, de fertilizantes sintéticos,
de fibras artificiales y explosivos.

Finalmente, la utilización del cemento armado (cemento combinado con una carcasa de hierro)
permitió que la ingeniería y la industria de la construcción alcanzaran un gran desarrollo. Este
hecho hizo posible la edificación de puentes, viaductos y túneles más largos. Además, los
edificios comenzaron a crecer en altura y en EEUU comenzaron la construcción de los
primeros rascacielos.

Principales inventos y descubrimientos


Los principales inventos y descubrimientos de carácter científico y tecnológico que
contribuyeron a la mecanización de la industria y, en consecuencia, a su formidable desarrollo
hasta finalizar el siglo XIX, fueron numerosos y variados e hicieron su aparición o se
produjeron, mayormente, en Inglaterra, erigida, en la más grande potencia industrial y
comercial del mundo, en el primer centro fabril del Orbe. Y, desde fines del pasado siglo,
experimento también Estados Unidos de América un inusitado y portentoso desarrollo de su
industria hasta rivalizar con Inglaterra. Poco después entraría en la escena Alemania, cuyos
progresos inmensos sorprenderían al mundo desde las primeras décadas del presente siglo.

Damos a continuación algunos de tales progresos científicos y tecnológicos:


 Las máquinas para desmontar, hilar y tejer algodón.
 La máquina de vapor, cuya fuerza generada por el vapor de agua se convertía en una
nueva fuente de energía, y que una vez perfeccionada por su inventor, James Watt,
tuvo tres principales aplicaciones: en la industria textil, la minería y los transportes,
mediante el empleo del telar mecánico impulsado por la máquina de vapor, el barco de
vapor y la locomotora de vapor (ferrocarril).
 El uso de la electricidad, cuya base lo constituye el motor eléctrico, origen de los
tranvías eléctricos, las locomotoras eléctricas y el alumbrado eléctrico.
 La invención del telégrafo, el teléfono y la radiotelegrafía.
 La invención del motor de explosión, más liviano, que utilizó el petróleo al comienzo y,
luego, la gasolina, ello originaria, asimismo, una revolución en los medios de transporte
al hacer su aparición el automóvil, el avión, el dirigible, el submarino, etc.
 La sustitución del hierro por el acero.
 La inversión de los productos sintéticos.
 La invención de la dinamita.
 La invención del cinematógrafo y de los aparatos de refrigeración.
 La invención de la máquina de coser.
 La construcción de las vías férreas y redes camineras.
 La construcción de barcos mercantes y de guerra, etc.
Consecuencias de la Revolución Industrial
Las principales consecuencias de la Revolución industrial, fueron las siguientes:

– La Revolución Industrial constituyó el origen de la Sociedad Contemporánea, es decir, que


originó ella profundos cambios en la vida de los pueblos, tanto en el orden económico y social
como en el político, científico, cultural, desde fines del siglo XVIII hasta el presente.

– Aumentó, en forma extraordinaria, la riqueza del mundo, y aunque los beneficiados fueron
mayormente los industriales y comerciantes, también los pobres mejoraron algo en sus niveles
de vida, tanto en lo relacionado con los salarios, la alimentación y el vestido como con la
educación y la cultura.

– Se acrecentó considerablemente la población del mundo. Así, en el siglo XIX, Europa pasó
de 175,000,000 de habitantes a 400,000,000; Estados Unidos de América, de 5,000,000 a
150,000,000; Argentina, de 4,000,000 a 21,000,000.

– Se produjo una mayor expansión colonial. Ello obedeció al propósito de abrir nuevos
mercados como, fundamentalmente, a obtener materias primas para la floreciente industria de
sus pueblos.

– Nace el capitalismo industrial, a la vez que se consolida el poder de la burguesía capitalista.

– Surge una producción masiva y en serie de artículos manufacturados, a la vez que la


agricultura mecanizada brinda un rendimiento extraordinario; ello contribuye a abaratar los
precios y a facilitar su adquisición en mayor volumen.

– Nace una nueva sociedad. La sociedad Industrial, a base de la existencia de dos clases
sociales de antagónica posición: la capitalista industrial y la proletaria u obrera.

– Surgen agudos problemas de carácter social, emanados precisamente de los conflictos de


clases (lucha de clases), es decir, de la pugna surgida entre los proletarios u obreros y los
capitalistas o industriales.

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