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La venganza de Emma Zunz

Estos asientos son un vejestorio y están sucios, no podré dormir.


Pero está bien, no tenía pensado hacerlo. Tengo la incomodidad
perfecta para mantenerme despierta y así poder pensar mi plan de
venganza.
Mañana será un día difícil, pero es el final, todo acabará dentro de
unas pocas horas. Debo contenerme y respirar, no puedo
permitirme fallar.
Plan de venganza: (llegar al oeste) entrar a la fábrica, sorprender a
Loewenthal y vengar a mi padre. Sencillo.
Estoy en busca de un lugar donde pueda descansar, allí trataré de
dormir un poco y recargar mis energías.

····
Lo he soñado, he soñado que lo mataba, puede ver el revolver gris
oscuro, en mis manos y la sangre salpicada por la pared y
muebles de su oficina. Fue un sueño tan simple, Loewenthal
confesaba todo, intentaba negociar (como cualquier egoísta
codicioso) para salvar su vida, fragmentos de material para tejido;
Incluso aumentó la oferta cuando pegué el revolver a su frente, en
ese momento ofreció una pequeña parte de su fábrica o míseras
acciones que no valdrían nada en el futuro. Eso no era algo
importante para mí, lo único que necesitaba era su confesión.
Aunque al ver el cuerpo, tibio, silencioso y hundido sobre el piso
de cemento negro, me generó una satisfacción aún más grata que
un simple sermón de un hombre cuya palabra nuca se puede
confiar. ¿Será lo correcto? Digo, con tanta rabia y odio dentro de
mí, no pude pensar en otra solución más que hacerlo sufrir como
yo sufro con la muerte de mi padre. Tuve, lo que creo y espero fue
suficiente tiempo para pensar detalladamente el plan, quería que
la gente sepa que fue un asesinato y no un suicidio, pero me
interrumpió un pensamiento que se adelanto a todo lo demás,
todo debe salir perfecto (sin huellas o marcas delatoras) o iré a
prisión.

Nada salió como lo planeado, pero por lo menos, estoy dentro de la


fábrica sentada frente al hombre que mató a mi padre con la
oportunidad en mano de vengarme y hacerlo pagar. Sospecho que
duda de mi inocencia, pero puedo asegurar que no sabe que seré
la última persona que lo verá con vida. Ya que el perro anunció mi
intrusión, debo improvisar, necesito una distracción para alejarlo
de la oficina y encontrar o fabricar un arma de inmediato.
Busco en los abrigos, (un hombre así de afamado claramente
porta un arma en el bolsillo, fue en vano) y me aproximo al
escritorio, es pequeña, liviana pero poderosa. No reviso si está
cargada, solo lo deseo.
En el entretiempo, repaso mi acusación hacia él, tal como lo había
soñado, quería que me escuche, que sufra lentamente. Sin
embargo, cuando Loewenthal regresa con la copa en mano, me
posiciono en cierto ángulo para que pueda salir por la puerta y
evitar salpicarme. Disparo, una, dos, tres veces.
“He vengado a mi padre y no me podrán castigar…”

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