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Regencia de la emperatriz Ana de Saboya (1341-1347)

Cambios territoriales durante la guerra civil

1340. El territorio bizantino antes del estallido de la guerra civil.

1354-1358. Reducción territorial imperial y expansión de Serbia y de Bulgaria.


Los años de la minoría de edad de Juan V fueron el escenario de la llamada segunda
guerra civil bizantina. A la muerte de Andrónico III, la regencia fue atribuida a
la emperatriz viuda Ana de Saboya (19 de noviembre de 1341). Poco después, el
primer ministro durante el reinado de Andrónico III, el megas domestikos Juan VI
Cantacuceno hizo valer su condición de amigo íntimo del emperador difunto para
ocupar el cargo de tutor de la emperatriz en su tarea de regente. Sin embargo, un
grupo de políticos influyentes se había agrupado en torno a la emperatriz viuda:
dirigido por el megaduque Alejo Apocauco y por el patriarca Juan Calecas, esta
facción política se opuso, con el apoyo de la propia emperatriz, a las ambiciones
de Cantacuceno. Tras su intento fallido por controlar el rumbo de la regencia,
Cantacuceno abandonó Constantinopla y se refugió en la ciudad tracia de
Didimoteicos, donde se hizo proclamar emperador el 26 de octubre de 1341. Este
acontecimiento marcó el principio del conflicto que opondría durante seis largos
años a los partidarios de Juan V al usurpador Juan VI Cantacuzeno.

Moneda de Juan V Paleólogo.


Los primeros años de la contienda fueron favorables al partido de la Regencia de
Ana de Saboya: los repetidos fracasos militares de las fuerzas de Cantacuceno
serían aprovechados por sus enemigos para asentar su poder en la mayoría de las
ciudades del Imperio y confiscar las propiedades de los denominados
"cantacucenistas". Sin embargo, el intento fallido de tomar la ciudad de
Didimoteicos durante el verano de 1344 cambió radicalmente el curso de los
acontecimientos.

A partir de 1344, los ejércitos de Juan VI, reforzados gracias a las tropas
enviadas por el emir turco de Aydın, fueron sometiendo las principales plazas de
Tracia y llegaron hasta las inmediaciones de Constantinopla. Por entonces, el
gobierno de la Regencia de Ana de Saboya atravesaba una importante crisis a causa
del asesinato del megaduque Alejo Apocauco el 11 de julio de 1345. Seguro de la
victoria, Cantacuceno se hizo coronar emperador por el patriarca Lazaros de
Jerusalén en Adrianópolis el 21 de mayo de 1346, antes de conseguir la rendición de
la capital. Esta solemne coronación significaba la legalización del levantamiento
iniciado en 1341 y un claro desafío a los derechos de Juan V al trono. Cuando a
principios de 1347 las tropas de Juan VI se disponían a iniciar el asalto final
contra Constantinopla, el partido de la regencia accedió a firmar un acuerdo, por
el cual Juan V y Juan VI gobernarían juntos, como coemperadores. La alianza fue
sellada a través del matrimonio entre Juan V y la hija de Juan VI, Helena
Cantacucena.

El reinado de Juan VI (1347-1354)


El 13 de mayo tuvo lugar una nueva ceremonia de coronación en la basílica de Santa
Sofía, oficiada por el patriarca Isidoros I. Con esta celebración Cantacuceno
legitimó su posición, atribuyéndose el papel de "padre espiritual" del emperador
Juan V, un parentesco que se reforzaba a través del matrimonio entre este último y
Helena Cantacucena, hija del nuevo soberano. En 1350, los dos emperadores viajaron
a Tesalónica, capital de la provincia de Macedonia, que por entonces se encontraba
asediada por el tsar serbio Esteban IV Dusan. Tesalónica se había declarado desde
1342 a favor del partido de Juan V en la guerra contra Cantacuceno. Un sector de la
población de esta ciudad llamado los zelotes (radicales) (ver segunda guerra civil
bizantina) había tomado el poder y expulsado de la ciudad a todos los partidarios
de Juan VI. Este grupo social ha sido tradicionalmente identificado a una suerte de
"clase media", dedicada al comercio y a los negocios, enfrentada a la antigua
aristocracia terrateniente, que era, esta última, mayoritariamente favorable al
usurpador. Así es como el erudito Demetrios Kydônès relata un episodio de la toma
del poder en Tesalónica por el grupo de los zelotes:

Eran arrastrados (los aristócratas) por las calles con una soga al cuello, como
esclavos. A veces un criado empujaba a su amo, otras un esclavo al que lo había
comprado. El rústico empujaba al general, el campesino al guerrero.

En 1350, la presión ejercida por el ejército serbio sobre Tesalónica, puso a los
zelotes en una situación delicada y les forzó a reconocer la autoridad de Juan VI
en la ciudad. La entrada de Cantacuceno en Tesalónica y el cambio de gobierno
fueron facilitados gracias a la presencia, al lado de Juan VI, del joven emperador
Juan V, que por entonces ya contaba con 19 años de edad.

Con el fin de evitar las protestas de Juan V, único emperador legítimo, Juan VI
accedió a cederle una parte del Imperio en calidad de apanage: la región de los
Rhódopes, franja costera al norte del mar Egeo. Sin embargo, con el tiempo la
oposición entre los dos emperadores se acentuó: el deseo de Juan VI de coronar a su
hijo Mateo Cantacuceno como coemperador y de expulsar definitivamente del trono
Juan V fueron suficientes para retomar las armas. En 1352, Juan V atacó la ciudad
de Adrianópolis, donde gobernaba Mateo Cantacuceno. Poco después, llegó el
emperador Juan VI Cantacuceno, acompañado de tropas mercenarias turcas. La
superioridad militar de Cantacuceno obligó a Juan V a rendirse. En esta difícil
situación, Juan V pidió ayuda al tsar serbio. Sin embargo, el resultado final de la
batalla siguió favorable a Juan VI y Juan V tuvo que retirarse. El momento no podía
ser más propicio para Juan VI, que utilizó como argumento el ataque de Juan V para
despojarle de su derecho al trono y coronar a su hijo Mateo (1353).

El triunfo de la dinastía Cantacuceno fue no obstante de corta duración. El uso de


mercenarios turcos en el ejército bizantino comenzaba a hacer estragos entre la
población autóctona de Tracia. Las numerosas razzias turcas hacían cada vez más
impopular al emperador Juan VI. La situación se volvió extremadamente peligrosa en
marzo de 1354, cuando un fuerte temblor de tierra dañó las fortificaciones de
algunas ciudades de Tracia y las expuso al pillaje de estos mercenarios: el
importante puerto de Galípoli, que aseguraba el paso del estrecho de Dardanelos y
por tanto la travesía entre Europa y Asia, fue entonces capturado por los turcos
otomanos. Comenzaba en estos momentos la instalación firme de este pueblo en suelo
europeo. La población de Constantinopla fue presa del pánico, creyendo que la misma
capital estaba amenazada: la situación de Juan VI era insostenible y Juan V
aprovechó la situación para recuperar el trono. Concluyendo una alianza con el
aventurero genovés Francesco Gattilusio, Juan V consiguió entrar en Constantinopla
y forzar a Juan VI a abdicar. A cambio de su ayuda, Juan V acordó a Francesco
Gattilusio el gobierno de la isla de Lesbos y la mano de su hermana Maria
Palaiologina. Juan VI fue obligado a tomar el hábito monástico (bajo el nombre de
Joasaph) y a refugiarse en el monasterio de San Jorge de los Manganes. Viviría aún
treinta años, hasta el 15 de junio de 1383, durante los cuales escribió su célebre
Historia, una obra en la cual intentó justificar sus propios actos políticos.

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