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Sin embargo, es preciso agregar que Cristo mismo ha instituido sacramentos para que
este verdadero sacerdocio y este único sacrificio llegaran hasta nosotros. Pero el orden
de la sacramentalidad cristiana no está tanto en el campo de los "ritos religiosos", que
acompañan colateralmente la existencia humana como uno de los múltiples fenómenos
de su vitalidad, sino que está más bien en el campo de los "signos de la fe", que sirven
de medios sobrenaturales para manifestar y recapitular el sentido litúrgico integral de la
vida cristiana en sí misma, con todo su acontecer existencial; no se trata de una
actividad religiosa de "agregación" sino de "compenetración" y de "manifestación". La
Liturgia sacramental, más que "rito", es "signo", tanto de la reactualización del
acontecimiento histórico de la Pascua del Señor, cuanto de la asunción de los eventos
históricos de la vida cristiana, que son participación de la liturgia de la Pascua del
Señor.
Como dice un teólogo al hablar de la Eucaristía: "... la Misa es, por la repetición del
sacrificio incruento, la entrada existencial de cada una de las generaciones de la Iglesia
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en el drama de la misma caridad redentora presente en su fuente, en donde la tarea, de
la Iglesia ya ha sido consignada de antemano". Con razón, pues, en el capítulo II de la
"Lumen Gentium", sobre el Pueblo de Dios, se da valor de primacía al sacerdocio
espiritual de los fieles: "Los bautizados son consagrados como casa espiritual y
sacerdocio santo por la regeneración y por la unción del Espíritu Santo, para que por
medio de todas las obras del hombre cristiano ofrezcan sacrificios y anuncien las
maravillas de quien los llamó de las tinieblas a la luz admirable. Por ello todos los
discípulos de Cristo... han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a
Dios; han de dar testimonio de Cristo en todo lugar. . . " (L.G., 10).
Y, hablando del sacerdocio ministerial de los presbíteros, el Concilio afirma que tiene "la
gracia de ser entre las gentes ministro de Jesucristo, desempeñando el sagrado
ministerio del Evangelio, para que sea grata la oblación de los pueblos, santificada por
el Espíritu Santo. Pues, por el mensaje apostólico del Evangelio se convoca y congrega
el Pueblo de Dios de forma que, santificados por el Espíritu Santo todos los que
pertenecen a este Pueblo, se ofrecen a sí mismos... Por el ministerio de los presbíteros
se consuma el sacrificio espiritual de los fieles en unión del sacrificio de Cristo... Por
consiguiente, el fin que buscan los presbíteros con su ministerio y con su vida es
procurar la gloria de Dios Padre en Cristo. Esta gloria consiste en que los hombres
reciben consciente, libremente y con gratitud la obra divina realizada por Cristo y la
manifiestan en toda su vida" (P.O., 2).
Según esto, la Liturgia se presenta como la cumbre a la cual tiende la vida misma de
los cristianos con sus obras y quehaceres cotidianos, y a la cual dirige todos sus
esfuerzos ministeriales el trabajo apostólico de los pastores.
Esta vida debe entrar a la liturgia de Cristo por medio de "signos eficaces". Lo principal
de estos medios sacramentales no es el "rito" con que se realizan, sino el "signo"
mistéricamente eficaz que reactualiza la Pascua de Cristo y recapitula la vida del
cristiano haciéndola entrar realmente en la mediación de Cristo.
* de ritos * de signos
más bien preocupada de los ritos donde la vida misma debe ser sacrificio
religiosos en sí mismos; espiritual, alimentado y expresado con los
signos de la fe;
* pasiva * activa
donde los fieles van a recibirlo todo del con participación positiva de los fieles
ministro; algo mágica; con idioma como expresión del sentido mismo de su
desconocido (lejano); vida;
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