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Podríamos decir que el libro de Elisa Pérez Buchelli se concentra en la obra y la vida de tres artistas
uruguayas: Teresa Trujillo, Graciela Figueroa y Teresa Vila. Sin embargo, una lectura atenta de sus
páginas nos enfrenta más bien a la historia de un período y de un campo artístico donde lenguajes,
estéticas, luchas y fuerzas locales e internacionales, artísticas y políticas, confluían y se enfrentaban, en
años claves para la conformación de relaciones fundantes de características del campo cultural presentes
hasta hoy.
El libro es fruto de una investigación de lo interdisciplinar desde un enfoque multidisciplinar, que combina
una profunda exploración de antecedentes y trabajo de archivo con la creación de fuentes propias y de
reflexiones densas y valiosas, que no pueden ser clasificadas según etiquetas puras. De hecho, su
publicación estuvo relacionada con la instalación “Intersticios: cuerpos políticos, estrategias conceptualistas
y experimentalismos cinematográficos” (2019), curada por Pérez Buchelli junto a May Puchet y Ángela
López Ruiz con la coordinación de Guillermo Zabaleta, que desplegó tridimensionalmente y a partir de
archivos y medios múltiples, otras exploraciones sobre el período próximo al que aborda el libro.
De los archivos textuales, a las imágenes, los relatos orales, las memorias fragmentarias y de vuelta al
texto, el libro cuenta en un estilo claro, directo y provocador, historias que entremezclan el devenir
biográfico de tres artistas pero también de diferentes tensiones y (des)encuentros entre arte y política, lo
El trabajo se sitúa en una línea de investigación próxima a la historia política de las sensibilidades que
fueron conformando los campos de militancia y creación artística. También es una historia sensible de la
política del campo cultural, que logra plantear a través de hechos y situaciones concretas la complejidad de
los modos en que los posicionamientos autónomos o heterónomos respecto al campo artístico, coludieron o
a veces cooperaron con fuerzas intervinientes en devenires estéticos, personales, nacionales y
transnacionales. Por este motivo Arte y política. Mujeres artistas y artes de acción en los sesenta y setenta
puede leerse en relación con trabajos como los de Andrea Longoni, Andrea Giunta, Vania Markarian,
Amparo Menéndez Carrión, o Aldo Marchesi en los aportes historiográficos que realizan desde
metodologías rupturistas de ciertos modos canónicos de entender o estudiar estas relaciones.
El libro propone y disponibiliza un acercamiento, documentación y reconstrucción - desde las ruinas - del
campo local uruguayo signado por significativas deudas con respecto a su propia historicidad, en lo que
concierne a la historia de escuelas, artistas, obras, y comunidades que han marcado los imaginarios
simbólicos y coreográficos de la danza local.
Las historias de Trujillo, Figueroa y Vila están cruzadas por el exilio, las oportunidades de formación y
actuación en el exterior, la injerencia de USA en la región, las políticas culturales nacionalistas y
conservadoras. Y también por las decisiones y movimientos que estas mujeres realizan en vida y obra, y en
la propia conceptualización práctica y teórica de ese vínculo.
Sus páginas nos llevan a un período y a artistas insolentes con respecto a delimitaciones de lenguaje, y
que en sus búsquedas y experimentaciones se permitieron pasar indisciplinadamente desde la
performance a las artes visuales, y la danza. Nos invita a pensar un período en el que ser profesional en
danza era aún un desafío y un misterio en construcción; y también a una década en la que el
desdoblamiento entre el ser artista y ser ciudadana se encontraba en turbulencia y permanente
cuestionamiento.
A través de las historias y obras de Teresa Trujillo, Graciela Figueroa y Teresa Vila, vemos - como por la
mirilla de la historia- las experiencias y recorridos de los colectivos (artísticos y políticos) y de las
comunidades de los que estas artistas formaron parte. Sin anunciarse “feminista”, Elisa Pérez Buchelli crea
un abordaje donde lo personal, las experiencias, los relatos en primera persona, resultan innegablemente
políticos (y estéticos), y nos propone una revisión de episodios claves de la historia nacional - a menudo
imbuida de un machismo historiográfico naturalizado - desde la mirada, sensibilidad y posicionamientos de
tres exponentes femeninas de la cultura local (que de local siempre tuvo solo una parte) durante un período
afectado por los ecos de la “segunda ola” feminista.
Organizado en tres capítulos centrales, con una introducción y epílogo, Arte y política... historiza y
polemiza sobre tres formas específicas de vincular arte y política, alejándose performativamente del
entendimiento de la historia como un campo neutral en sus efectos políticos.
Teresa Vila, que volantea bruscamente y por motivos políticos para salirse de la senda internacionalista y
tomar la ruta latinoamericana en su obra, alejándose como consecuencia del desarrollo de sus incipientes
“acciones con tema” por emplear estas un lenguaje estético proveniente del territorio que identificaba como
enemigo.
Teresa Trujillo, comprometida con la cultura comunitaria y popular, insistente en y desde la centralidad de
la cultura en las luchas que se desplegaban en el territorio, integrante de la Agrupación de trabajo cultural
“26 de marzo” y del Teatro de la Banda Oriental, dos bastiones locales de la radicalización del campo
artístico local (que entraría en directa colisión con fuerzas conservadoras en términos o bien políticos, o
bien estéticos).
Por estos años las tres artistas nutrieron y a su vez se alimentaron de la formación y creación en
colectivo, una característica que mirada en retrospectiva y tras procesos de fuerte neoliberalización del
campo social y cultural, resulta prácticamente extinta en un campo artístico cada vez más organizado en
torno a figuras individuales, competencia y grandes dificultades para sostener colectivos. El Grupo de
Danza de Montevideo, el Teatro de la Banda Oriental, Dálica, Teatro uno, son algunos de los grupos
uruguayos de actuación de estas artistas, entre los que inclusive sucedieron cruces.
Algunas de sus obras de este período marcaron de formas poco documentadas pero ciertamente
potentes al campo local de las artes del movimiento. Creaciones y performances como Poesíasi por
Graciela Figueroa en 1963 o Actos sin palabras II de Samuel Beckett con la participación de Jorge
Freccero, Alberto Restuccia y Luis Cerminara, El encargado (dirigida en 1975 por Elsa Vallarino), la
realización de acciones con tema, así como la participación de Teresa Vila en el Teatro de la Banda
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Oriental (brazo teatral del movimiento armado Movimiento de Liberación Nacional - MLN) , con obras tales
como Hacia la tierra, Con la misma divisa sobre el legado artiguista, o A la opinión pública sobre Ernesto
Che Guevara. Habla por sí sola el título de la pieza presentada por Trujillo como parte de un acto del 26 de
marzo: ¿Qué hace la danza en este tiempo de mudanza?
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Una profundización de la obra de este colectivo es realizada por Pérez Buchelli en el artículo “Trayectos de la radicalización artística y
política en Uruguay en 1971” (2020).
Momentos relevantes de la investigación son el trazado de relaciones de colaboración entre las artistas y
protagonistas claves de la historia del campo artístico internacional, la relación entre las obras de las
artistas y la formación del corredor de teatro militante en América Latina; la insistencia en analizar no sólo
qué se trajeron de vuelta sino qué produjeron en los lugares a los que migraron o exiliaron las artistas, la
alusión a acontecimientos extraordinarios como la ocupación durante tres meses del Subte de Montevideo
en contra de la política curatorial conservadora y a-política oficial; o la entrevista a Angel Kalenberg,
encargado de las políticas culturales que General Electric en tanto embajadora de USA, desplegaba en
nuestro país, quien niega de forma inverosímil la articulación política detrás de las prácticas curatoriales del
Instituto.
El texto compone y expone problemas que no tienen fácil solución, ni en el abordaje propuesto por la
autora, capaz de mapear una multiplicidad de posicionamientos sin avasallar en su perspectiva con uno
solo pero sin dejar de tomar posición, ni en los hechos donde las disputas y experiencias concretas se
movilizaban. Pasado y presente; propio y foráneo; arte y política, no hacen más que entreverarse y mostrar
sus cambiantes relaciones dejando en evidencia que solo ante una mirada reduccionista se sostienen como
polos puros de un antagonismo claro.
El libro presenta a las artistas como participantes del debate sobre qué arte y qué política son necesarias
o deseables para traer los cambios deseados, y al mismo tiempo sobre las implicaciones de pensar y hacer
desde América Latina donde emergen por estas décadas diálogos y reconfiguraciones activadas por
conceptos como transculturación, conceptualismo, latinoamericanismo o actualizaciones del modernismo
en tanto protagonista de la historia larga (y conservadora) de la cultura y en particular de las artes de
acción del continente.
En enfoque de las tres obras - en sus variaciones a través de diferentes conflictos y etapas - a través del
concepto de “artes de acción” es un gesto propositivo de parte de la autora, que historiza juntas y en
relación, trayectorias que siguiendo las delimitaciones más canónicas de los lenguajes artísticos (danza,
performance, artes visuales), hubieran sido estudiadas por separado. Es precisamente ese encuentro y su
aguda observación, que logra mapear movimientos tan complejos como el abandono de un lenguaje
artístico por motivos políticos. Es el caso de Teresa Vila “quien pasó de un uso de un presunto lenguaje
internacionalista del happening - aunque con una adecuación contextual muy marcada -, a una búsqueda
expresiva sobre el dibujo y el grabado que abrevó en una línea conceptualista, nacionalista e historicista”
(Pérez Buchelli, 2019: 63).
La conciencia política sobre las implicaciones del origen y circuitos de circulación de los diferentes
lenguajes empleados era una característica que aparece presente en Trujillo y Vila con mucha fuerza, y
también late en Figueroa de distinta manera. Sin duda en obras como las de las artistas, historizar un
periodo hace necesario tener en cuenta que las posiciones y estéticas que ellas mismas desarrollaron en
otros momentos no necesariamente fueron las mismas.
En su recorrido por las diferentes experiencias y creaciones de las artistas y los contextos que habitaban,
su lectura nos mantiene en un permanente vaivén entre el arte como medio y el arte como fin (para el
cambio revolucionario); entre los intentos de unificación del movimiento, las fracturas y la asunción de que
no hay posible síntesis; entre la militancia cultural en plena conformación del Frente Amplio en 1971 y la
retórica tupamara; entre la apuesta por la democracia liberal y la desconfianza; entre un teatro para la
comunidad teatral o un teatro para quienes no llegan al teatro; entre vanguardismo (y anti vanguardismo)
político y artístico; entre artistas comprometidos y artistas revolucionarios; entre procesos de
nacionalización, latinoamericanización y globalización; entre un arte promotor de una internacionalización
occidentalizada y la reivindicación de la condición periférica, en pleno emerger del latinoamericanismo y de
la conciencia sobre la colonialidad del poder.
En conclusión, el libro invita a un aprendizaje de los episodios que narra, proponiendo a les lectores a
sumergirse y actualizar las preguntas que movilizaban a las comunidades artísticas y a las artistas en
cuestión, que aun desde estrategias estéticas y miradas políticas eran interpeladas por la pregunta: “qué
podemos hacer los artistas? ¿O escuchamos lo que está pasando o seguimos en el molde?” (Trujillo, 2012:
198, citado en Pérez Buchelli, 2019)
> Referencias
Pérez Buchelli, Elisa. (2020). "Trayectos de la radicalización artística y política en Uruguay en 1971".
Estudios del ISHiR (Vol.10), 28, 1-21. Recuperado de
http://portal.amelica.org/ameli/jatsRepo/422/4221785004/html/index.html