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JESÚS FUE INVITADO

Juan 2:1-11

Las fiestas de bodas, por lo general se hacían en día miércoles, a mitad de la semana.
Duraban siete días. Unos días antes, Jesús se había encontrado con algunos de sus
discípulos y tres días después habían llegado a compartir en este hogar una fiesta de
bodas. La madre de Jesús, María, al parecer tenía alguna responsabilidad en la
organización de dicha boda. Algunos creen que quien se estaba casando era un familiar de
Jesús, por eso se puede notar ese ambiente familiar.
La boda se llevó a cabo en Caná de Galilea, que era una aldea pequeña muy cerca de
Nazaret, donde vivía Jesús. Según la tradición judía, en la mañana fue la ceremonia de
bodas; y, ya por la tarde llevaban a los novios a su casa, cargados en un dosel. Los llevaban
por el camino más largo para que todos los vieran en el pueblo. Al llegar a casa comenzaba
la fiesta, la cual duraría varios días más, donde los esposos recibirían visitas, regalos y un
trato de reyes.
Esa noche, mientras estaba la fiesta de bodas, sucedió un problema inesperado: el vino se
acabó. En una fiesta tan larga, se necesitaba una buena cantidad de vino, todo debía estar
previsto; pero, la cosa es que faltó.
En la fiesta, era mal visto que la gente se emborrachara; pero si se embriagaba. Aunque el
vino se iba mezclando dos partes de vino con tres partes de agua. Y, mientras más pasaban
los días y horas de fiesta, se iba pasando un vino de menor calidad, pues ya la gente no lo
notaría.
Así que, ante tan grave problema para aquellos recién casados, debía buscarse una ayuda
inmediata. La madre de Jesús acude a él para contarle el problema, diciéndole: “no tienen
vino”. Jesús en un tono amable, le respondió: “no te preocupes mujer, quizá no entiendas
lo que pasa, déjamelo a mí, yo lo haré a mi manera”.
María, confiando en Jesús le dice a los meseros de la boda: “Hagan todo lo que él les diga”.
Dentro de la casa había seis tinajas, a cada una le cabían dos o tres cántaros;
aproximadamente unos 100 litros de agua a cada tinaja. Esas tinajas eran para lavarse las
manos y los pies. En época seca la gente se empolvaba las sandalias y en época de lluvia se
llenaban de lodo los pies; así que debían lavarse. Además, entre cada comida, la gente se
lavaba las manos.
Los meseros llenaron las tinajas con agua, hasta el borde. Como Jesús se los había
indicado. Luego les dijo que le llevaran al maestresala una prueba del agua, la cual se
había transformado en vino. Cuando el encargado de la boda, probó el vino se asombró
tanto que le dijo al esposo: “Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han
bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora”. Los
sirvientes sí sabían que en las tinajas solo había agua, la cual ahora era el mejor vino.
La fiesta continuó, pues ahora se tenían seis tinajas, con 100 litros cada una del mejor
vino. Este vino no se terminó al final de la fiesta, siguió dando alegría a los nuevos esposos
por muchos días más. Aquellos discípulos que estaban presentes creyeron en Jesús; así
Jesús iniciaría a hacer milagros gloriosos.
Aprendamos algunas cosas de todo esto:
1. Jesús llega para darnos alegría. Cuando Jesús está presente, la fiesta no termina. A
Jesús le gusta la fiesta en nuestra vida, que vivamos llenos de gozo. Quieren tener
un matrimonio feliz, inviten a Jesús a su vida todos los días.
2. Jesús llega a nuestro hogar. Para Jesús, el hogar es el ambiente más importante. Es
donde encontramos el calor que nos hace estar bien. Aunque el hogar es el mejor
lugar para estar, algunas veces es donde peor nos portamos. Jesús nos enseña que
lo que pasa en el hogar es importante, todo debe estar en orden para que la
armonía se mantenga.
3. Jesús llegó a salvarnos. Una fiesta que no tuviera hospitalidad para los invitados,
sería una gran vergüenza para los esposos. Muchas fiestas terminan en desastre y
la gente pasa hablando mal de la misma. Pero Jesús, no permitirá que jamás
caigamos en vergüenza; mientras él este presente, estemos seguros, aunque no
entendamos lo que Jesús hará.
Así como María, cuando veamos problemas acudamos a Jesús con confianza. Cuando no
sepamos que hacer, Jesús si sabe lo que debemos hacer. Hagamos lo que él nos diga. En
los momentos más difíciles, Jesús no dará la calma y tranquilidad. Algunas historias
cuentan que, cuando la gente del barrio estaba preocupada, donde vivía Jesús de niño,
decían: vamos a ver al hijo de María; y se les olvidaban los problemas.
Así como María, en ocasiones tendremos problemas que nos confundirán. No sabremos
que hacer. Es más, ni siquiera sabremos cómo es que Dios nos salvará; pero es allí cuando
debemos creer en Jesús. Quizá no entendamos lo que él está haciendo; pero debemos
confiar de que todo estará bien.

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