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José Luis Morante

(1956)

1. ¿Recuerda cuándo empezó a escribir a aforismos de una forma consciente, es decir,


comprometido con el género en cuanto autor?

No recuerdo una fecha exacta, pero los primeros aforismos de mi libro Mejores días
(Mérida, 2009) nacieron hacia 2005, ya como textos autónomos para integrarse en un
libro futuro. Antes escuché con frecuencia que muchos de mis poemas tienen un cierre
aforístico; así que no fue una decisión brusca en mi escritura.

2. ¿Cuál es su método de creación y composición de aforismos? ¿Los corrige de forma


concienzuda, o prefiere respetar la primera intuición?

No existen fórmulas fijas. Por lo general suelen presentarse con un detonante concreto:
una vivencia, una lectura, un asunto laboral… Así alcanzan una primera redacción que
después modifico varias veces. La intuición es una brújula perezosa y poco fiable.

3. ¿Cuáles son sus aforistas de cabecera?

Mis estaciones de vuelta son dos, Friedrich Nietzsche y Elias Canetti. Pero no
monopolizan mi mesilla, dejan sitio a los moralistas franceses o a clásicos y coetáneos
que me dejaron el alborozo intacto de un descubrimiento.

4. Dígame su aforismo favorito, aquel que envidia no haber escrito usted.

Los gustos cambian con el discurrir temporal y la estructura del género no invita a la
memorización, como un poema rimado; más bien a la reflexión. Los estados de ánimo
también regulan las preferencias. El que hoy prefiero no es el de ayer y mañana será
sustituido por otra lectura. Este de Ramón J. Sender se escucha muy bien: “El error de
haber nacido se corrige siempre”.

5. ¿Recuerda el mejor aforismo sobre el aforismo que haya leído?

En la edición que Renacimiento hizo de los aforismos de Nietzsche existe un índice


temático, y sería fácil elegir una respuesta. Sin embargo la cualidad esencial del
aforismo es su diversidad. No me gustan los aforismos que se miran su propio ombligo.
Así que callo cualquier aforismo narcisista.

6. ¿Qué lugar ocupa el aforismo en su actividad creadora, respecto a otros géneros?

Desde que abrí el blog “Puentes de papel”, el 30 de diciembre de 2011, la práctica


aforística ha ganado musculación y presencia. Su filosofía concisa y su ajuste léxico
muestra grandes afinidades con el tiempo binario de internet. Además es un género
sedentario en mi trabajo que comparte espacio con la crítica y la poesía en buenas
relaciones de vecindad.

7. ¿Cree que se está produciendo en España cierta burbuja aforística?


No. Aquí no sirve la especulación. Los falsos materiales no pueden disimularse; por
tanto los espejismos apenas salen a la superficie. En las últimas décadas, se han
constituido nuevas colecciones que invitan al lector a sumarse al género. Y también hay
una mayor solicitud de frutos aforísticos por parte de los editores. Así que parece que
hay una cosecha cualitativa.

8. ¿Qué influencia cree que pueden haber ocasionado ciertos fenómenos sociales (como
la publicidad o las redes sociales) en el actual boom del aforismo?

Ya he comentado en una respuesta anterior que vivimos tiempos de celeridad


comunicativa y el aforismo se ajusta bien a este trayecto en ruta. Un cantar de gesta en
el blog es ilegible; un haiku o un aforismo invitan a una degustación al paso. Son
aperitivos creadores que no sacian el hambre de buena literatura pero diluyen sus
efectos.

9. ¿Qué virtud y qué peligro puede tener el aforismo respecto a otros géneros literarios?

Consignaría como virtudes la precisón, el fondo argumental incansable, la facilidad de


lectura y el afán comunicativo. Los peligros también son explícitos: el tono solemne de
púlpito y dogma, la obviedad, el razonamiento sin matices…

10. Para terminar, obséquieme con un aforismo inédito, nunca antes publicado en
ningún otro sitio.

Debo ser generoso con su paciencia. Dejo dos:

“Antes del alud, elogiaba la belleza impasible de aquella roca”.

“Cuando el lunes se despista deja en los espejos una sonrisa dominical”.

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