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El término fluidos se utiliza para denominar a toda materia compuesta por moléculas que se atraen entre
sí a través de una fuerza de atracción muy débil, lo que impide que puedan mantener una forma
determinada y estable, diferenciándolos de las materias sólidas que sí tienen dicha propiedad.
A nivel físico, los fluidos pueden ser líquidos y gases, ya que ninguno de los dos puede conservar una
forma estable. No obstante, la diferencia entre ellos es que los primeros se adaptan a la forma del
contenedor que los aloja, mientras que los segundos tienen menor atracción entre sus partículas, por lo que
pueden ser comprimidos, careciendo tanto de volumen como de forma.
1. Fluidos reales: son todos aquellos con la cualidad de ser viscosos o compresibles; la posición de sus
moléculas puede cambiar continuamente.
2. Fluidos newtonianos: son los que tienen viscosidad constante, sin variar según la fuerza que se les
aplique. Las leyes mecánicas de Newton explican el comportamiento de este tipo de fluidos.
3. Fluidos no newtonianos: no poseen viscosidad única, ya que dependen de la fuerza que se ejerza
sobre ellos, así como también de los cambios de temperatura, por lo que pueden ser un intermedio
entre fluido y sólido.
4. Superfluidos: se caracterizan porque pueden fluir ante la menor fuerza aplicada sin que haya
ningún tipo de resistencia ni fricción.
Por otro lado, los gases que son compresibles, ya que su volumen disminuye cuando se aplica fuerzas
sobre ellos. Los líquidos, en cambio, no disminuyen su volumen cuando se les ejerce una fuerza muy
grande, por lo que se les considera incompresibles. Además, los fluidos líquidos suelen ejercer presión
(conocida como presión hidrostática) sobre cuerpos sumergidos en ellos o en las paredes de los
recipientes contenedores.