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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS OCCIDENTALES
EZEQUIEL ZAMORA
UNELLEZ
ACARIGUA-ESTADO PORTUGUESA

FORMACIÓN
CIUDADANA
II

Integrantes:
César Mambel C.I.: 30.441.543
Naholimar Salcedo C.I.: 30.440.820
Andrea Garrido C.I.:20.271.055
Luis Cuellar C.I.: 26.442.206
Gutiérrez Roiber C.I.26.759.095
Abreu Edgardo C.I.12.265.638
Docente:
Giraldo Salas
Eje: Proyecto Inst. III
3er año(Nocturno)
ÍNDICE.

Introducción.
1
Programas sociales de "ayuda" en el sistema capitalista.
2
Medidas de seguridad social. 2-
3 Sistema de Salud.
3-4
Sistema de pensiones. 4-
6
Conclusión.
7
INTRODUCCIÓN
Antes de comenzar con el desarrollo del trabajo es importante tener conocimiento sobre lo que es el
capitalismo, para así tener una mayor compresión sobre el tema. Entonces, el capitalismo es el sisteme
económico y social que se basa en la propiedad privada de los medios de producción y en el capital
(dinero ) como generador de riqueza, a través del comercio en el libre mercado. Surgio luego de la derrota
del feudalismo europeo tras la Revolucion Francessa e influenciado por la Revoluvion Industrial.

Este trabajo presenta la asociación entre la producción de relaciones sociales en la sociedad


capitalista y las políticas sociales. Se muestra la estrecha unión entre ambas por considerar estas
últimas como un mecanismo de reproducción de las contradicciones derivadas de este modo de
producción, pues estas reproducen condiciones de apropiación, distribución y acumulación de
capital. Se muestran las políticas sociales como una tentativa para equilibrar las contradicciones
entre el bienestar social y la acumulación de capital, lo que hace de estas herramientas favorables
en la regulación de las relaciones capital-trabajo, al no confrontar la propiedad sobre medios de
producción ni la expansión de lucro.
PROGRAMAS SOCIALES DE “AYUDA” EN EL SISTEMA CAPITALISTA
Entendiendo que las relaciones sociales capitalistas parten de la constitución de bienes extraeconómicos
que no confrontan la exploración del trabajo por parte del capital, sino por el contrario, se encuentran
asociados a los intereses del capital, es posible interpretar los sistemas de protección social, incluidas sus
políticas sociales, como parte de esos bienes extraeconómicos que regulan las relaciones capital-trabajo.
En general, los sistemas de protección social son interpretados como una concesión a la lucha de la clase
trabajadora, sin embargo, aunque incluyeran acciones de este tipo, los sistemas de protección social no
pueden dejar de entenderse como funcionales a la estabilidad del modo de producción capitalista. Mandel
(1985) reconoce así un efecto contradictorio a la evolución del Estado burgués: en la medida en que
aumentaban los monopolios, la sobreacumulación, la exportación de capitales, los dominios coloniales y
la influencia de potencias imperialistas; surgió también una fuerte organización de la clase trabajadora,
siendo, por tanto, necesario modificar el papel del Estado burgués, el cual debe configurar la nueva forma
de relacionamiento social que surge dentro de este modo de producción.
La libertad y la igualdad se constituyeron como bienes extraeconómicos asociados por la ideología liberal
como cualidades propias e innatas de cada individuo y, por lo tanto, universales. Sin embargo, también se
reconoce que guardan una estrecha relación con el fortalecimiento de la sociedad burguesa y las
condiciones sociales de reproducción del capital, particularmente, la protección de la propiedad privada.
Esta última relación es evidente en el texto Sobre la cuestión judía, donde Marx contesta a la pregunta
sobre lo que es la libertad, la igualdad y, agrega otro bien extraeconómico de la sociedad burguesa, la
seguridad. En resumen, dice el autor, la libertad es un derecho a la propiedad privada, la igualdad es
igualdad de la libertad y la seguridad es la garantía de protección de la propiedad, de la persona y de sus
derechos. Estos tres como principios de la emancipación política tienen en común promulgar la
individualidad de la sociedad burguesa, y, por esto, Marx los reconoce exclusivamente como derechos de
esta sociedad. Para él, "la emancipación política es la reducción del hombre, por un lado, a miembro de la
sociedad burguesa, a individuo egoísta independiente, y por otro, a ciudadano, a persona moral".

MEDIDAS DE SEGURIDAD SOCIAL


El objetivo primario de la Seguridad Social (es) hacer llegar la parte del Ingreso Nacional, que por
derecho les corresponde, a quienes por razones ajenas a su voluntad no pueden obtenerlo del mercado”.
La llamada Seguridad Social debería abarcar un conjunto de necesidades que se plantean cuando el
trabajador es expulsado del mercado de trabajo. Esto comprende la cobertura de la vejez (jubilación), la
salud, la desocupación (seguro de desempleo), etc., los cuales forman parte del valor de la fuerza de
trabajo y tienen que ver con la existencia y reproducción del trabajador. Pero así como la tendencia del
capital a aumentar la plusvalía absoluta y relativa empuja a la burguesía a achicar los salarios, también
explica su brutal ataque a la jubilación, la salud, el seguro de desempleo, etc.
Los llamados beneficios sociales fueron arrancados por el movimiento obrero a lo largo de luchas de
décadas.
En Inglaterra, “bajo la influencia de Charles Booth, los Webb y el partido laborista, los seguros sociales
fueron uno de los elementos principales de la vida inglesa. En 1897, el Workmen's Compensation Act
introdujo el seguro de accidentes del trabajo, al que siguieron en la primera década del siglo XX una serie
de leyes ampliando el seguro social a la enfermedad, la invalidez, el paro y la vejez” .
El Banco Mundial reconoce que “en 1889 el canciller alemán Otto von Bismarck aprovechó la
oportunidad política que se le ofrecía para apaciguar a los trabajadores industriales y alejarlos de los
socialistas y creó el primer plan nacional participatorio de seguridad económica para la vejez, dando así a
los trabajadores un interés económico en el gobierno centrar’.
Por este motivo se dice que la seguridad social nació “como una conquista de los obreros alemanes”.
En EE.UU., como consecuencia de la crisis mundial de 1929 y de la agitación obrera en los años
siguientes, se aprobó en 1935 un vasto plan de seguridad social, que proveyó “varios beneficios en
seguros de vida, “salud y pensiones para la mayoría de los norteamericanos”, lo que “ restringió el rol de
los seguros privados”
En los finales de la segunda guerra mundial, la Seguridad Social pública cobró un enorme auge como una
herramienta fundamental de los Estados capitalistas para hacer frente a la marea revolucionaria en
Europa. Comentando los planes aprobados a mediados de la década del 40, el mencionado profesor de la
Universidad de Zurich, Jean Halperin, señala: “No parece exagerado afirmar que la condición para la
subsistencia del capitalismo es la seguridad social”.
En Argentina, Perón, en la década del 40, concedió algunos de estos beneficios como una concesión
preventiva con el fin ulterior de regimentar al movimiento obrero.
En todos los casos, estos sistemas debutaron como un impuesto a la clase capitalista en la forma de un
aporte sobre los salarios, como aportes mixtos (patrones y obreros) o a cargo de los Tesoros. En
contrapartida, el trabajador tenía derecho a la cobertura médica y al pago de pensiones, definidas como un
porcentaje de los salarios de los últimos años previos tanto en caso de desempleo como durante la vejez.
Estos sistemas eran insuficientes, bajos e incompletos en relación a los salarios y al nivel de vida de los
trabajadores: perpetuaban en la vejez los magros ingresos de la clase trabajadora, en muchos casos no
cubría la desocupación y quedaban afuera millones de personas sin trabajo, millones de trabajadores
rurales, las mujeres amas de casa, etcétera.
Toda esta limitada seguridad social ha caído, sin embargo, bajo el peso de la crisis capitalista. En todo el
mundo, los sistemas están en crisis, sin financiamiento, y cubren y pagan cada vez menos.
Para el Banco Mundial, la crisis de la seguridad social se explica porque hay un aumento de la población
de edad avanzada. “Debido a la rápida transición demográfica causada por el aumento de la esperanza de
vida y la disminución de la fecundidad, la proporción de ancianos en la población está aumentando
aceleradamente” . En consecuencia, según el Banco Mundial, por razones demográficas los aportes sobre
los salarios de los trabajadores activos no podrían financiar los haberes y las prestaciones de los pasivos,
además del mayor costo de la salud. Para mantener el financiamiento, según el Banco Mundial, se
requeriría aumentar las contribuciones sobre los salarios, lo cual “causa evasión”, y admitir que los
gobiernos incurran en déficits, lo que “estimula la inflación y traba y “obstaculiza el crecimiento ’.
SISTEMAS DE SALUD
La Salud Pública en el Sistema Capitalista
Los ssistemas de salud publica en los países capitalistas económicamente desarrollados, se caracteriza por
determinadas regularidades, la más importante de las cuales es la contradicción entre las necesidades
(demandas) de atención médica calificada, de amplias masas de trabajadores y por el carácter de clase de
su organización
La salud pública en los países capitalistas económicamente desarrollados, se caracteriza por determinadas
regularidades, la más importante de las cuales es la contradicción entre las necesidades (demandas) de
atención médica calificada, de amplias masas de trabajadores y por el carácter de clase de su
organización. Estas contradicciones no tienen carácter específico propio, sino que son sólo el reflejo de
las contradicciones generales entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción
en la sociedad capitalista.
Algunas características que reflejan la relación ínfima que existe entre el proceso salud-enfermedad y la
práctica de la medicina en el sistema capitalista, pueden resumirse así:
 La atención médica no responde a las verdaderas necesidades de la población, sino que se
subordina a satisfacer la demanda de asistencia médica, como cualquier otra.
 o existe una política estatal coherente y planificada de salud porque el espíritu de empresa
privada, la competencia, el comercialismo, el negocio, la búsqueda de ganancias, le imprimen a la
atención médica el sello característico de la anarquía de la producción capitalista.
 La orientación preventiva en la práctica médica está reducida a su minima expresión. Los
médicos según las relaciones sociales imperantes son, en el fondo, enemigos de la salud, porque
viven a expensas de la enfermedad.
 En el marco conceptual que orienta la formación del médico responde a la necesidad de
perpetuar los intereses de la clase dominante: desvinculación de la vida social, estímulo a la
práctica privada, etc.
 La ausencia de una política de investigación que permite la práctica de la ciencia por la ciencia,
no dirigida a resolver los ñroblemas fundamentales de la población ni a profundizar las causas,
formas
 de presentación y desarrollo del proceso salud-enfermedad.
 orientada por la política real que establecen las empresas nanciadoras.

Salud Pública Capitalista-Privada


Se construye con base en el principio que proclama la conservación de la salud como una obligación
individual de cada persona. Sobre esta base descansa la venta de servicios médicos y la compensación
hecha por la población de los gastos por la prestación de la atención médica. En su forma más típica, esta
forma de salud pública es la forma característica de los EE.UU., donde el principio de la empresa privada
constituye el sistema fundamental de la atención médica, la industria farmacéutica y el suministro de
medicamentos a la población.
Loss elementos fundamentales del sistema son: el médico dedicado a la práctica privada, los hospitatles
que corresponden a personas o entidades privadas, firmas farmacéuticas y compañías privadas dee
seguros.
La atención ambulatoria igualmente, la realizan los médicos de práctica privada en sus propios
consultorios o en consultorios de práctica agrupada voluntaria. En este caso, cada persona elige el médico
y financia todos los gastos relacionados con el recibo de servicios médicos.
En los EE.UU., el 80% de los gastos en servicios médicos lo constituyen los pagos directos de la
población
SISTEMA DE PENSIONES
La producción presente constituye siempre y en todos lados el fondo de manutención de la población
inactiva. De tal modo, cualquier sistema pensionario es una decisión sobre la parte de la producción que
la sociedad otorga a sus jubilados. Si para el trabajador individual el financiamiento de su jubilación
aparece como un atesoramiento, se trata en realidad de la adquisición de derechos sobre una parte de la
producción futura. Éstos pueden ser objeto de garantías colectivas o plasmarse en contratos individuales.
En el primer caso forman un sistema de reparto donde cierta una institución estatal cobra las cotizaciones
de los activos a cambio de la promesa de entregar un ingreso regular al jubilarse. En el segundo se
compone por un sistema de capitalización en el cual una empresa privada —un FP— recolecta las
cotizaciones de los activos para invertirlas en la bolsa, con el compromiso de pagar un ingreso regular al
retiro. Corolario del grado de extensión del trabajo asalariado y de la esperanza de vida de los
trabajadores, la problemática de la jubilación en el capitalismo pertenece a la discusión más amplia sobre
los límites de la explotación del trabajo. Por esa razón, el derecho a jubilarse nació directamente de las
luchas obreras, aun cuando el principio emergió con la formación de los cuerpos nucleares del Estado
moderno.2 Igual que las limitaciones del trabajo infantil y de la jornada laboral, el principio de jubilación
limita el tiempo de explotación. La obligatoriedad del financiamiento del retiro con cotizaciones obreras y
patronales, así como la garantía de las prestaciones, forma parte de las conquistas más importantes de los
trabajadores. Las contraofensivas intervinieron en la estela de las transformaciones socioeconómicas y de
las decisivas derrotas obreras al calor de las crisis de los decenios de 1970 y 1980. Los principales ejes de
las reformas fueron el aumento de los tiempos de cotización, la postergación de la edad legal de retiro, la
individualización de las cuentas, la fijación de topes a las cotizaciones obligatorias y la ampliación de las
aportaciones voluntarias: trabajar más, pagar más y cobrar menos.
Los progresos de la esperanza de vida al nacer y el descenso de las tasas de fecundidad tienden a invertir
las pirámides de edades; y este fenómeno adquiere formas extremas en países como Japón, donde los
mayores de 60 años representan cerca de 25 por ciento de la población y los mayores de 50
aproximadamente 50 por ciento. Al mismo tiempo, los cambios de patrones de natalidad, de mortalidad y
de fecundidad elevan a un ritmo sostenido la proporción de ancianos. El aumento del ratio de dependencia
económica sirve en el mundo entero de argumento de peso para justificar la implantación de reformas
pensionarias regresivas. Recíprocamente, los déficit de las cuentas de los sistemas de reparto auxilian
dicha tesis en cuanto se presentan como consecuencias ineluctables de la demografía. Pero tal uso de la
premisa del aumento de la dependencia económica es unilateral, cuando no embustero: ésta debe
observarse —igual que cualquier consideración sobre el cambio de las reglas de repartición del producto
interno bruto y del nivel de vida que pueda derivar de una permuta demográfica— a la luz de la evolución
de la capacidad de producción de riquezas. El gigantesco desarrollo de las fuerzas productivas desde la
Segunda Guerra Mundial no sólo elevó la productividad al grado de que los “instrumentos, en virtud de
una orden recibida, trabajan por sí mismos, como las estatuas de Dédalo o los trípodes de Hefesto” —cual
imaginaba Aristóteles—, sino que acrecentó el despilfarro de trabajo social. El constante aplazamiento de
la edad de retiro exigido por el capital corre paralelo con el aumento de las tasas de desempleo en general
y de los trabajadores mayores en particular. De tal modo, el discurso que equipara las reformas
pensionarias regresivas con el interés general encubre un objetivo de clase más profundo: disminuir las
cotizaciones patronales en el financiamiento de las jubilaciones, prolongar el periodo de permanencia de
los trabajadores en el mercado laboral; en otras palabras: desvalorizar la fuerza de trabajo. Este leitmotiv
burgués siempre conlleva consecuencias sociales sorprendentes: si la esperanza de vida al nacer sigue
progresando, no así la esperanza de vida en buena salud, un fenómeno inédito en los países muy
desarrollados. Ahora bien, las reformas pensionarias no sólo dilataron una barrera a la explotación del
trabajo por el capital: promovieron la implantación de sistemas de capitalización. Las formas
institucionales de ese proceso dependieron en cada país de los sistemas pensionarios preexistentes, o no.
El sistema de capitalización conlleva dos grandes regímenes: FP de prestaciones definidas y FP de
aportaciones definidas. Ambos supeditan los ingresos del jubilado al valor nominal de las carteras
invertidas por los FP en los mercados financieros. Pero mientras el primero garantiza de manera formal el
monto de las prestaciones, en el segundo el trabajador no sabe de antemano cuánto cobrará.
Los estudios comparativos muestran que el sistema de capitalización tiene un costo de funcionamiento
superior al de reparto. Gran parte de las cotizaciones sirve por ejemplo para cubrir salarios de los gestores
de cuentas individuales, comisiones de operadores bursátiles, gastos de publicidad de los FP, y pagos por
afiliación y traspaso; todas esas erogaciones no existen en el sistema de reparto. Empero, para las
empresas y los bancos, entre otras instituciones, los FP transforman las cotizaciones de los trabajadores en
capitales productores de dividendos e intereses. Dicho de otro modo, los ahorros-retiro de las clases
trabajadoras nutren y apalancan los fondos de acumulación y de especulación de los estratos capitalistas.
La procedencia colectiva, el carácter colosal de las sumas en juego y la magnitud de su tiempo de
inmovilización convierten los FP en inversores institucionales, megaoperadores de los mercados
financieros globalizados. Por su influencia en la política financiera de los Estados —como mayoristas de
títulos de deudas públicas— y el control que ejercen en las direcciones de las grandes corporaciones —
como grandes accionistas— los FP articulan las condiciones de explotación de los trabajadores y los
instrumentos de dominación contemporánea del capital financiero.
Finalmente, el sistema de capitalización trae consecuencias contradictorias para las representaciones que
los trabajadores se forjan de su destino. De manera objetiva, el manejo bursátil de una cuenta individual
de retiro entretiene la angustia y la incertidumbre del trabajador. No obstante, desde el plano subjetivo,
éste puede llegar a creer en el espejismo de la multiplicación de sus cotizaciones en la bolsa, una quimera
muy atractiva en las coyunturas de auge financiero.
CONCLUSIÓN
Tras la culminación del trabajo se puede decir que en el Sistema Capitalista, basado en la explotación del
la clase trabajadora y en el enriquecimiento del capital, las medidas de seguridad social no son más que
meras concesiones a la lucha obrera, en su intento de garantizar la estabilidad del sistema y el control de
la sociedad mediante la los modos de producción capitalistas, por lo tanto no son más que bienes
extraeconómicos que forman partes de la relación entre el capital y los trabajadores. Por otro lado, se
logró distinguir dos modelos de sistemas de salud en el mundo capitalista: aquel donde predomina lo
público, y el otro, donde esta bajo control del sector privado. En el primero, el sistema se encuentra
financiado por el Estado y busca garantizar a todos los ciudadanos la mayor cobertura médica posible,
destacando entre estos el Sistema Público Salud británico. Aunque muchos veces estos sistemas son
deficiente, no logran cubrir la demanda, no tienen suficiente financiamiento, sus trabajadores no tienen
buenos sueldos y las condiciones, en algunos casos, dictan de ser óptimas. Por otro lado, tenemos el
sistema privado de salud, como en el caso estadounidense, que está totalmente administrado y gestionado
por el sector privado, y aunque muchas veces es más eficiente, termina dejando fuera del sistema a
aquellas personas con menos recursos que no pueden pagarse un seguro médico privado y que la
cobertura pública no los beneficia. Cambiando de tema, en cuanto al sistema de pensiones en la sociedad
capitalista, se concluye que sociedad redefine el reparto de los frutos de su trabajo a medida que
progresan sus fuerzas productivas y cambian sus patrones demográficos. Anclada en la historia obrera, la
reivindicación del derecho a jubilarse defiende el principio del retiro como tiempo de vida no subordinado
al capital: los frutos del aumento de la esperanza de vida son de los trabajadores. En ese sentido, las
reformas pensionarias de las últimas décadas transfiguraron ese principio en látigo para una mayor
sumisión del trabajo al capital.

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