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Complejidad conceptual del

campo de los consumos


problemáticos de sustancias
psicoactivas
Índice de contenido
1. Introducción............................................................................................................................................ 1

2. Complejidad conceptual del campo de los consumos problemáticos de sustancias


psicoactivas.................................................................................................................................................. 1

3. Modelos de intervención preventivo-asistenciales..........................................................................6

Modelo abstencionista-prohibicionista........................................................................................... 7

Modelo de reducción de riesgos y daños......................................................................................... 9

4. Conclusiones......................................................................................................................................... 12

Bibliografía................................................................................................................................................ 12
1. Introducción

En principio, vamos a plantear que el fenómeno del consumo problemático de


sustancias psicoactivas se caracteriza por su complejidad, heterogeneidad y
dificultosa sistematización, pues convoca al entrecruce de diversas disciplinas,
saberes y prácticas, que pertenecen a dimensiones y niveles de explicación de
distinto alcance. Entonces, es importante que Uds. puedan ubicar que,
precisamente, la complejidad y heterogeneidad que presenta el campo de los
consumos problemáticos de sustancias psicoactivas es producto del entrecruce
de tres dimensiones: la singularidad subjetiva, contextos y discursos sobre las
drogas y los efectos de las sustancias en el SNC.1 Si examinamos las distintas
dimensiones del fenómeno, podemos verificar que cada una de estas tres
dimensiones reviste complejidad y heterogeneidad.

a) Sujetos: los sujetos sostienen diversas modalidades de relación con las


sustancias, por ello podremos ubicar si se trata de un consumo experimental, una
mera distracción o una suerte de automedicación, como también situar qué lugar
y función singular enigmática ocupan en la vida de cada quien. Por otra parte, los
consumos atraviesan diversas franjas etarias y sociales de la población.

b) Contextos y discursos: los discursos sobre las drogas, o sea, la significación


asignada a las drogas varían histórica y culturalmente según los contextos socio-
culturales, o sea, según las relaciones sociales en que se inscriban en cada colecti-
vo sociocultural. De acuerdo a las significaciones atribuidas, se jugará la estigma-
tización hacia algunas sustancias y la aceptación de otras. La importancia tanto de
los contextos como de las representaciones discursivas sociales y culturales, en la
configuración del fenómeno del consumo de sustancias, es central a la hora de
definir y decidir el diseño de las estrategias, dispositivos de intervención preven-
tivo-asistenciales acordes a los códigos socioculturales macro y micro contextua-
les.

c) Sustancias psicoactivas: comprenden productos múltiples que incluyen


sustancias de distinta composición química, tanto lícitas como ilícitas. Estas
sustancias también llamadas psicotrópicos – por su acción en el SNC – abarcan
desde alcoholes, psicofármacos, las llamadas drogas, tabaco, hasta productos
industriales. Las sustancias son heterogéneas entre sí, sus distintas propiedades
pueden promover efectos: estimulantes, sedantes, eufóricos, analgésicos o
estados alterados de conciencia. Algunas de ellas presentan riesgos a corto
plazo; otras, a mediano y a largo plazo, como así también las vías de
administración presentan distintos niveles de riesgo.

2. Complejidad conceptual del campo de los


consumos problemáticos de sustancias psicoactivas

La complejidad del entrecruce de las tres dimensiones, ya expuestas, nos advierte


1 SNC: Sistema Nervioso Central.

Complejidad conceptual del campo de los consumos problemáticos de sustancias psicoactivas 1


sobre la imprescindible deconstrucción de las siguientes categorías:
drogadependencia, adicciones, toxicomanía; drogadicto, toxicómano, alcohólico y su
necesario reemplazo por otras, tales como: consumidores de drogas; consumos no
problemáticos o usos simples de sustancias, consumos problemáticos de sustancias.
Por ello, es imprescindible distinguir que cada clasificación responde a
construcciones discursivas que han variado históricamente.
Estas construcciones dependen de conceptualizaciones y posicionamientos
ideológicos que, sobre el fenómeno del consumo de sustancias psicoactivas, dan
cuenta los diversos modelos de intervención preventivo asistenciales.
Me parece interesante examinar la definición de drogas sostenida por el Grup Igia2
que es una asociación catalana interdisciplinar dedicada a la prevención,
asistencia, docencia e investigación en el campo del consumo de sustancias
psicoactivas:
“[…] las drogas […] aquellas sustancias químicas, que se incorporan
al organismo humano, con unas características farmacológicas que
actúan fundamentalmente a nivel psicotrópico, pero cuyas
consecuencias y funciones operan básicamente a partir de las
definiciones sociales, culturales y económicas de los grupos sociales
que las utilizan”.3

En esta deconstrucción de categorías, como decíamos, se torna imprescindible


también adoptar la nominación de consumos problemáticos en lugar de
toxicomanías o de drogadependencias. La definición de drogadependencia se sitúa
en términos de la interacción entre un organismo y una sustancia, excluyendo la
dimensión subjetiva. La categoría toxicomanías, en cambio, sitúa la relación entre
un padecimiento subjetivo, la manía, y un tóxico, pero excluye la dimensión
cultural del fenómeno. Los consumos problemáticos pueden definirse como un
fenómeno complejo caracterizado por el consumo más o menos compulsivo de
una o más drogas por parte de un individuo, a diferencia del uso de drogas o
consumo no problemático. Los consumos problemáticos, desde nuestra lectura,
incluyen tanto los llamados consumos abusivos como los fenómenos de
dependencia.
Podemos considerar que, en la historia de la humanidad, las hoy llamadas drogas
han estado presentes desde tiempos inmemoriales, formando parte del conjunto
de las medicinas y de los mitos, circunscriptas a usos acotados y aceptados,
acompañando a los individuos en diversos ritos: sociales, religiosos y festivos. De
este modo, constituían emblemas de renovación del lazo social, medios de
comunicación con las divinidades y con el culto a los muertos. O sea, estos usos

2 Romaní, Oriol (1999). Prólogo al Bloque I "El contexto sociocultural” En Contextos,


Sujetos y Drogas. Un Manual sobre drogodependencias. Barcelona: Ed. Grup IGIA y
colaboradores, pp.23 -25. (en línea). Recuperado el 3/03/2014, de Descargar en pdf -
Grup IGIA www.grupigia.org/wp-content/uploads/contextossujetosdrogas. pdf
3 Romaní, Oriol (1999). Prólogo al Bloque I "El contexto sociocultural” En Contextos,
Sujetos y Drogas. Un Manual sobre drogodependencias. Barcelona: Ed. Grup IGIA y
colaboradores, pp.23 -25. (en línea).Recuperado el 3/03/2014, de Descargar en pdf -
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estaban regulados por ritos culturales aceptados. Antonio Escohotado, filósofo y
sociólogo español, en su obra de 3 volúmenes Historia general de las drogas,
plantea que a partir de una serie de estudios antropológicos comparados, a
mediados del siglo XX, se descubre la "falacia sanitaria" que intenta separar la
terapéutica empírica (los antídotos, curaciones de heridas) de los ritos y
encantamientos de las prácticas religiosas:
"En efecto, hasta la medicina más empírica aparece siempre ligada a ensalmos en
la Antigüedad, y todavía durante el siglo IV A.C. -en plena expansión del
racionalismo griego- Platón hace decir a Sócrates que el pharmakon devolverá la
salud si al usarlo se pronuncia el ensalmo oportuno".4
El concepto de pharmakon alude a que una misma sustancia puede trocarse en
remedio y /o veneno, puede producir placer y/o displacer.
Por el contrario, desde mediados del siglo XX el escenario epocal ha cambiado: el
“problema de la droga” convoca imágenes y discursos de decadencia social,
inseguridad y peligrosidad que atraviesan los diversos ámbitos en que se trama la
vida cotidiana de las sociedades. Me interesa comentarles que, a fines del siglo
XIX y comienzos del XX, podemos situar la ruptura progresiva del concepto de
pharmakon. Justamente, es a partir de la prescripción de la receta médica que
podemos localizar la división entre usos prescriptos o debidos de sustancias y
usos no prescriptos o indebidos de sustancias. Esta construcción discursiva
sobre el “problema droga”, propiciada desde los medios de comunicación,
promueve alarma social y subjetiva alentando las demandas disciplinadoras y
criminalizadoras sobre los consumidores de drogas.
Carlos González Zorrilla, criminólogo español, en su artículo "Drogas y Control
Social", dice, respecto a los procesos de construcción social del problema droga,
que supone enfrentarse inmediatamente con dos dimensiones de este
fenómeno:

“En primer lugar, ha de analizarse qué representan las drogas para


nuestra sociedad, cuáles son las imágenes, las representaciones
culturales que socialmente definen los contornos del problema; y en
segundo lugar, ha de abordarse el problema de delimitar cuáles son
los mecanismos sociales e institucionales que la sociedad pone en
marcha para controlar dicho fenómeno, hasta qué punto estos
mecanismos están condicionados por las categorías culturales
presentes en la sociedad y hasta qué punto ellos mismos contribuyen
a definir los perfiles de la cuestión droga”.5

Podemos situar que el miedo no sólo paraliza sino que empuja a la segregación;
se trata del horror a la diferencia, el miedo aísla el pensamiento, no le permite al
sujeto involucrarse por temor al contagio.
En esta época, el fenómeno colectivo del uso de sustancias psicoactivas es

4 "Magia, Farmacia, Religión" (1989) (en línea). Recuperado el 24/8/2013, de


http://www.escohotado.com/articulosdirectos/magiafarmaciareligion.htm
5 González Zorrilla, Carlos (1987). "Drogas y Control Social". (en línea).Recuperado el 24/8/2013, de
http://comercialcinco.wikispaces.com/file/view/DROGAS+Y+CONTROL+
+SOCIAL.doc/380260052/DROGAS Y CONTROL SOCIAL.doc

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masivo, es una experiencia cotidiana no acotada, configura un síntoma social
que genera alarma, donde los estereotipos les adjudican un poder omnímodo y
demoníaco como agentes causales de adicción, desviación social y delito,
“irresponsabilizando” de esta manera, a los sujetos de sus actos. En particular,
estos estereotipos: enfermo, adicto, vicioso, delincuente, joven, peligroso,
impactan en nuestro ámbito de trabajo, la salud pública, promoviendo efectos de
exclusión que impiden la accesibilidad de los consumidores de sustancias al
sistema de salud. Coincidentemente con estos planteos Alain Ehrenberg,
sociólogo francés, en su artículo "Un mundo de funámbulos" (1990) sitúa que las
drogas configuran un universo mal conocido, que se trata del reparto cultural
de las sustancias donde algunas son aceptadas y legalizadas tales como
alcoholes, medicamentos, tabaco y, en cambio, otras son segregadas e
ilegalizadas, portando un imaginario de decadencia y degradación a las que el
discurso de la referencia social les otorga la exclusividad de la denominación de
drogas.
“Se trata entonces más de un tema de institución y de cultura que de
producto o de toxicología: el alcohol tiene su lugar en el espacio
público, mientras que las drogas no lo tienen”.6

El reparto cultural de las sustancias ha determinado entonces que las imágenes


de descomposición social y negatividad pura con su brillo demoníaco recaigan en
las consideradas drogas ilícitas, que en cada coyuntura histórica será, anteayer, la
marihuana, ayer, la cocaína, hoy, la pasta base; mientras que para las sustancias
lícitas, desplazadas de esa consideración negativa, se distinguen diversos
umbrales. Así, el consumo de alcohol se inscribe en el espacio público como
renovación del lazo social, por el contrario, cualquier uso de drogas queda
desplazado del ámbito público al privado.
A diferencia de los usos simples de sustancias, acotados, paradigmáticos de las
sociedades precapitalistas, los consumos problemáticos de sustancias
psicoactivas configuran una suerte de fenómeno social asociado a los contextos
sociales contemporáneos y, por lo tanto, característico de las mismas. Podemos
situar entonces, el consumo problemático de sustancias psicoactivas como un
síntoma social contemporáneo. ¿Por qué el consumo problemático configura un
síntoma social?
El contexto social actual internacional está atravesado por la globalización
capitalista, que ha promovido como efecto mutaciones simbólicas en las
instituciones clásicas de la modernidad: familia, estado, escuela, mediante
modificaciones en los modos de socialización básicos que tramitaban la
transmisión de saberes, costumbres, valores e ideales.
En mi lectura, en nuestro país, el contexto epocal está recorrido por diversas
tensiones producto de la puja, entre la hegemonía del mercado que, vía el
predominio de los dispositivos mediáticos, empuja al consumo inmediato y sin
restricción de todo tipo de objetos, productos, sustancias e imágenes y estilos de
vida – efectos de las políticas neoliberales que asolaron en los 90. Y por otro lado,
la intervención del Estado en la economía y las transformaciones culturales que
apuntan a propiciar mutaciones simbólicas, que propician la emergencia del

6 Ehrenberg, Alain (comp.) (1990). "Un mundo de funámbulos" en Individuos bajo Influencia. Buenos Aires: Ed.
Nueva Visión. p. 13.

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ciudadano como sujeto de derecho.
La identidad de consumidor, construida por el consumo de productos, objetos e
imágenes, está conformada por un universo de consumidores disciplinados y
homogeneizados, entre los cuales descolla un personaje social encarnado bajo la
nominación soy adicto. En este punto, las sustancias configuran aún una
respuesta, una solución inmediata, un recurso precario ante situaciones de
desamparo social y subjetivo. Como les decía en párrafos anteriores, diversas
tensiones recorren las sociedades contemporáneas latinoamericanas en la última
década. Por cierto, estas transformaciones actuales propician un horizonte más
estable que el de las décadas anteriores. Así, esta división maniquea, que sitúa a
las drogas ilícitas como venenos, y a las lícitas como aceptadas socialmente, está
vinculada a la significación social otorgada a las sustancias en la civilización
contemporánea. Las drogas lícitas e ilícitas constituyen mercancías que valen por
su valor de uso y por su valor de cambio, constituyendo un pingüe negocio la
ilegalización de las drogas y la judicialización que segrega a los usuarios más
jóvenes y pobres en ámbitos de reclusión, potenciando el estigma y el círculo
vicioso de la delincuencia y segregación. Si bien en la contemporaneidad el uso de
las drogas emerge como una salida de fácil acceso que intenta suplir la
inconsistencia de rituales de pasaje de la pubertad a la adolescencia, es
imprescindible evitar la equivalencia rápida entre adolescencia y consumo de
drogas, para evitar el deslizamiento al estereotipo segregativo.
Respecto del concepto de segregación, Colette Soler, que es una psicoanalista
francesa, en su conferencia7 retoma la tesis lacaniana sobre la segregación, 8 y
distingue dos categorías: discriminación y segregación como no equivalentes entre
sí, a pesar de la confusión frecuente en la utilización de ambos términos como
sinónimos.
Cuando distingue discriminación: alude a la diferencia afirmada y sostenida de
un atributo que se diferencia de otros – y no en términos excluyentes – y ubica
que en las civilizaciones precapitalistas la presencia del significante amo es
potente, pues colectiviza y permite la coexistencia de diversos modos de gozar
sin separación espacial o territorial, esto es, sin supresión de las diferencias. Por
el contrario, cuando Lacan enuncia su tesis sobre la segregación, la define como
efecto de homogeneización, producto de la universalización de la ciencia y del
mercado en los agrupamientos sociales. Entonces, conceptualiza la segregación
como un efecto de la universalidad introducida por la ciencia y el mercado en la
civilización contemporánea. De ese modo, situaremos que vía el mercado y la
ciencia se impone un modo de gozar universalizado, homogeneizado, para todos
por igual, y aquel que goce de distinta manera o resista a la universalización
desde su particularidad no será incluido sino rechazado, segregado. Entonces,
segregación indica una distribución del goce por medio de una suerte de
separación espacial, ya sea física o virtual, de aquellos que presenten un goce
distinto. De este modo, la segregación se sitúa como la única manera de tratar las
diferencias a través de un medio espacial, apartándolos en territorios reservados.
Así, la segregación es la vía para tratar lo imposible de soportar.
7Soler, Colette (1995). Sobre la segregación. Conferencia dictada en la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL).

8 Lacan, Jacques (1967)"Proposición del 9 de octubre de 1967".Revista Scilicet Nº 1/69 .París, Ed. du Seuil.
En 1967, Lacan advierte que con “el futuro de nuestros mercados comunes advendrán procesos de segregación
cada vez más duros…” y dirá “los campos de concentración son precursores”.

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En el contexto contemporáneo, nos encontramos, por un lado, con modos de
segregación impuestos por el Otro: por ejemplo, aquellos que viven en barrios de
pobreza crítica urbana, villas miseria, y por otro, con modos de segregación
elegida: por ejemplo, los que viven en barrios privados.
En mi opinión, el fenómeno de la segregación es complejo, puesto que cierta
autosegregación es corroborable en aquellos individuos que portan la nominación
de drogadictos, como una suerte de envés de la segregación impuesta. En la
consulta se presentan muchas veces espejados en el discurso de la referencia
social y atribuyen como causa o explicación de sus tribulaciones a una causalidad
externa, ubicando a las drogas como agente o a las malas compañías, tema que
ubicaremos con más detalle en el trayecto del curso.
En conclusión, podemos situar que los consumos problemáticos constituyen un
fenómeno paradigmático del desarrollo capitalista contemporáneo, pero,
también, podemos constatar que coexisten junto a ellos los consumos simples, no
problemáticos, de sustancias psicoactivas.

3. Modelos de intervención preventivo-asistenciales

Los modelos de intervención preventivo-asistenciales en consumos


problemáticos de sustancias suponen una concepción de los sujetos y de la
relación con las drogas, que a su vez configura la implementación de estrategias y
dispositivos de intervención.
Helen Nowlis (1975), en su ponencia "La verdad sobre la droga", presentada ante
la UNESCO,9 sistematiza 4 modelos de prevención que conceptualizan el
fenómeno de las drogas en base a la combinatoria de las tres dimensiones básicas
interactuantes: sujetos, contextos y sustancias.
Esta combinatoria, de acuerdo al énfasis que se le atribuya a cada dimensión,
permitirá conceptualizar el fenómeno desde cada modelo en forma distinta. Así,
estos cuatro modelos preventivos sistematizados por Nowlis, se enlazarán con los
enfoques asistenciales, y recibirán las denominaciones siguientes: ético-jurídico,
médico-hegemónico, psicosocial y sociocultural.
Cada uno de estos modelos, como exponíamos al comienzo, difieren entre sí
respecto a los supuestos que conceptualizan el fenómeno del consumo de
drogas, que variarán según el énfasis otorgado a cada una de las dimensiones o
variables en juego. Por ello, la implementación de los supuestos de cada modelo
tendrá diferentes consecuencias para la educación, prevención, tratamiento,
legislación y formulación de las políticas en materia de drogas.
Brevemente, diremos que el modelo ético-jurídico conceptualiza el consumo de
drogas como un flagelo social, un delito, una desviación social. Sitúa el agente
activo en la droga como agente causal de desviación social y delito.
El modelo médico conceptualiza a las adicciones como una suerte de
enfermedad infecciosa; también el énfasis recae aquí sobre las sustancias, a la
manera de un virus, como agente causal de adicción. El sujeto es considerado
9 La verdad sobre la droga (en línea). Recuperado el 31/7/2013, de
http://es.scribd.com/doc/51896565/La-verdad-sobre-la-droga-NOWLIS

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como un enfermo pasivo. Ambos modelos otorgan a las sustancias un poder
omnímodo y demoníaco excluyendo la dimensión subjetiva. Cualquier uso o
consumo simple de sustancias es equivalente a un consumo problemático o
adicción.
El modelo psicosocial sitúa el agente activo en el sujeto y en el entorno
inmediato, no en las drogas. En este modelo, el sujeto es considerado un
enfermo, pero la causa de su enfermedad radica en un trastorno psíquico y no en
las sustancias.
En el modelo sociocultural – dentro de la tríada sujeto, contexto y sustancia – se
asigna una importancia central al contexto histórico, social y cultural en la
conceptualización del fenómeno del consumo de drogas. A diferencia de los
otros modelos, en este enfoque el consumo de sustancias varía
necesariamente según las culturas y subculturas. Desde este modelo, se realiza
una lectura lineal de la dimensión subjetiva, los conflictos psicológicos son leídos
como un mero reflejo de los problemas sociales, emergentes de condiciones
socioeconómicas y ambientales críticas: pobreza, vivienda inadecuada,
vulnerabilidad social.
La revisión de los cuatro modelos de prevención, sistematizados por Helen
Nowlis, nos permite concluir que éstos constituyeron los antecedentes históricos
de los dos modelos que disputan actualmente el escenario de las políticas
públicas en materia de drogas: el modelo abstencionista-prohibicionista y el
modelo de reducción de riesgos y daños.
De la adopción de un modelo u otro, surgirán consecuencias diferentes respecto
a la formulación de políticas, estrategias y dispositivos según el modelo de
intervención que se implemente.
En el modelo abstencionista-prohibicionista, confluirán tanto los lineamientos del
modelo ético-jurídico como del modelo médico-hegemónico.
En el modelo de reducción de riesgos y daños se incluirán algunos lineamientos
del modelo sociocultural y del modelo psicosocial; este enfoque de reducción de
riesgos y daños articula el entrecruce entre contextos, sujetos y sustancias.

Modelo abstencionista-prohibicionista
El modelo abstencionista-prohibicionista, conocido también como modelo de
tolerancia cero, es heredero directo del modelo ético-jurídico y del modelo médico-
hegemónico. La filiación del modelo abstencionista de tolerancia cero –
dominante en la política en materia de drogas – proviene de la tradición
prohibicionista norteamericana de origen puritano. Este enfoque tiene por
objetivo lograr una sociedad libre de drogas, por ello es que alinea con el
paradigma prohibicionista de guerra contra las drogas.
El modelo preventivo-asistencial abstencionista-prohibicionista, entonces, se
orienta desde el modelo de la enfermedad y de la respuesta penal al fenómeno
del consumo. Sus estrategias y dispositivos se orientan exclusivamente a la
supresión obligatoria de sustancias, como condición de inicio y despliegue de un
tratamiento. Desde esta perspectiva, cualquier consumo simple de sustancias se
equipara a un consumo problemático o una adicción.

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El modelo médico-hegemónico que, tal como hemos visto, conceptualiza a las
drogas como agente causal de la adicción, sostendrá la tesis de la adicción como
una enfermedad, como una epidemia que hay que combatir y extirpar a la manera
de una infección peligrosa. Se trata de la lucha contra el mal.
Ambos modelos, el legal y el médico, conceptualizan el fenómeno del consumo
de sustancias ilícitas desde una suerte de reduccionismo lineal donde el objeto
droga es el agente causa y el sujeto es pasivo, irresponsable, enfermo, y que, a la
vez contradictoriamente, es considerado un delincuente.
En nuestro país, la Ley 23.737/8910 penaliza la tenencia para consumo personal de
sustancias psicoactivas ilícitas, la posesión de una cantidad mínima de sustancias
es tipificada como delito. Por ejemplo: la tenencia de un cigarrillo de marihuana.
De este modo, la tenencia para consumo personal configura un delito y promueve
mecanismos de control social coercitivos y disciplinadores sobre las prácticas y
cuerpos de los individuos, a través de la medida de seguridad curativa. Esta medida
de seguridad curativa impone tratamiento psicológico obligatorio a los
consumidores de drogas que estén incriminados en la figura de tenencia para
consumo personal. Esta medida se presenta como alternativa a la pena de prisión;
de este modo podemos constatar cómo se entrelazan la respuesta penal y la
respuesta médica.
La estrategia abstencionista-prohibicionista consiste en sustraer a los individuos
del contacto con las drogas. O sea, que en la tríada sujetos, contextos y sustancias,
las drogas son situadas como agentes causales de desviación, delito, inseguridad
social y enfermedad.
De este modo, se propicia la construcción de un estereotipo homogéneo del
"drogadicto" como emblema de descomposición social que se sinonimiza en la
ecuación adicto = delincuente = violento = desviado = enfermo = joven. Así, “la
droga” y “la drogadicción” se sitúan como entidades autónomas causales de
“adicción” y de “desviación social”, se les otorga un poder demonizante y
omnímodo. No se distinguen umbrales entre un consumo simple de sustancias,
un consumo abusivo o una dependencia.
El objetivo central y exclusivo, en este modelo, es lograr la abstinencia de
sustancias, y a este objetivo se subordina cualquier otra meta. Por ello, sus
dispositivos de tratamiento se organizan desde criterios de umbral máximo de
exigencia y tienen un carácter universal: son tratamientos por etapas, para
todos por igual, regulados por preceptos y pautas prescriptivas que ponen a
distancia sustancias y entornos que las rodean. Los dispositivos de tratamientos
abstencionistas, sean ambulatorios o de internación, se han conformado
aplicando los principios de las comunidades terapéuticas y de los grupos de
autoayuda AA y NA.11 Estas comunidades terapéuticas se constituyeron, así, como
el dispositivo estrella del tratamiento de las adicciones. Los tratamientos son de
carácter universal, no toman en cuenta la singularidad, en consecuencia son
homogeneizantes y segregativos, no sitúan las complejas relaciones que los
individuos sostienen con las sustancias ni la función que ocupan en la subjetividad
de cada quien.

10 Ley N°23.737 - Ministerio de Justicia y Seguridad. Ley N°23.737 - Ministerio de Justicia y Seguridad (en
línea) Recuperado el 22/8/2013, de www.mseg.gba.gov.ar/Investigaciones/DrogasIlicitas/ley
%2023737.htm
11 AA y NA: las siglas corresponden a Alcohólicos Anónimos y a Narcóticos Anónimos.

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Desde el punto de vista preventivo, sus estrategias preventivas son específicas,
tienen por meta sólo la abstinencia y evitar el contacto con las drogas, se dirigen
a la reducción de la oferta y la demanda mediante la prevención del consumo de
sustancias y la penalización de la tenencia para consumo personal. Se convoca a la
“lucha contra el flagelo de las drogas”, con apelaciones tales como: “Decile no a
las drogas y decile sí a la vida”, “Se empieza con la marihuana y se termina con la
heroína”, “No te juntes con un drogón sino querés contagiarte”, o “todos los
adictos son delincuentes”. Sus apelaciones se caracterizan por el tono
atemorizador, alarmista y estereotipado en sus contenidos y no informan sobre
prácticas de cuidado de la salud, propiciando así mecanismos de exclusión del
sistema sanitario y social.

Modelo de reducción de riesgos y daños

Este modelo conceptualiza las problemáticas del consumo de sustancias


psicoactivas desde una perspectiva pragmática, orientada por principios
humanitarios tendientes a reducir el sufrimiento.
Este enfoque se caracteriza por estrategias múltiples encaminadas a reducir,
disminuir o atenuar las consecuencias negativas del consumo de distintas
sustancias psicoactivas, sin excluir la abstinencia como una alternativa más.
Oriol Romaní, antropólogo catalán, miembro de la Junta Directiva del Grup Igia,
afirma que: “[…] para poder intervenir sobre el fenómeno de las drogas es
necesario constatar la intrínseca interdependencia sujeto-contexto-sustancia
[…].”12
O sea, que en la tríada de sujetos, contextos y sustancias, el modelo de
reducción de riesgos y daños será el que precisamente articula el entrecruce de
las tres dimensiones, la combinatoria de estas tres dimensiones, en forma
equivalente.
Por lo contrario, los otros modelos enfatizan una de las tres variables de la tríada
en desmedro de las otras dimensiones. Entonces, sólo el modelo de reducción de
riesgos y daños conceptualiza la complejidad del fenómeno del consumo de
sustancias psicoactivas desde la inextricable interdependencia de las referidas
tres dimensiones: contextos, sujetos y sustancias.
En este modelo el sujeto es activo, y puede sostener diversos modos de
vinculación con las sustancias psicoactivas. Por ello, es un principio central situar
la diferencia entre un consumo simple de sustancias de un consumo problemático.
Este enfoque permite distinguir diferentes umbrales en el consumo de
sustancias, pues se admite la existencia de usos heterogéneos de productos
múltiples. Tal como se ha expuesto en párrafos anteriores, algunas sustancias
presentan riesgos a corto plazo; otras, a mediano y a largo plazo, como también

12 Romaní, Oriol (1999). Prólogo al Bloque I "El contexto sociocultural” En Contextos,


Sujetos y Drogas. Un Manual sobre drogodependencias. Barcelona: Ed. Grup IGIA y
colaboradores, pp.23 -25. (en línea).Recuperado el 3/03/2014, de Descargar en pdf -
Grup IGIA www.grupigia.org/wp-content/uploads/contextossujetosdrogas.pdf

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las vías de administración presentan distintos niveles de riesgo. Por ello, estas
estrategias propician la adopción de diversos caminos alternativos a la
abstinencia, mediante la incorporación de prácticas de reducción de riesgos y
cuidado de la salud que incluyan la posibilidad de un consumo regulado.
Las estrategias de reducción de riesgos y daños pueden implementarse en
contextos diferentes, dirigidas a destinatarios de distintas edades y códigos
socioculturales y de género. Por ello, este enfoque presenta propuestas de
intervención que se caracterizan por ser transversales, variadas, múltiples,
flexibles, creativas, y heterogéneas. Los tratamientos son singulares y no
impuestos, donde la abstinencia surge por añadidura. El sujeto es concebido
como protagonista responsable de sus cambios. Esta formulación da cuenta del
cambio de paradigma operado pues, al deconstruir el estereotipo segregativo de
drogadicto, se lo sitúa como ciudadano como los demás, como sujeto de derecho.
Se diferencia así del modelo abstencionista, que conceptualiza a los
consumidores de drogas como sujetos pasivos e irresponsables, y
contradictoriamente, a la vez, los nomina como enfermos y delincuentes.
En el enfoque de reducción de riesgos y daños, el lugar y función que ocupan las
sustancias en los colectivos sociales variará según los macro y micro contextos
históricos y culturales.
Los dispositivos preventivos y asistenciales se orientan con criterios de umbral
mínimo de exigencia, siendo acordes a los requerimientos singulares y a las
particularidades contextuales.
Sus estrategias preventivas se asientan en metodologías participativas de
construcción de redes sociales con los actores involucrados en las tramas
comunitarias, donde los consumidores son considerados como protagonistas de
sus cambios, sujetos activos y responsables.
La importancia otorgada a los contextos, así como a las representaciones sociales
y culturales, en la configuración del fenómeno del consumo problemático de
sustancias, permite definir y decidir el diseño de las estrategias de intervención
más acordes según los códigos socioculturales macro y micro contextuales.
En esta dirección juegan un rol central los dispositivos de deconstrucción de mitos,
prejuicios y creencias en relación a las drogas y los usuarios. Estas intervenciones se
orientan entonces en el marco de construcción de ciudadanía y respeto a los
derechos humanos.
En nuestro país, si bien contamos con el desarrollo de algunas experiencias en
reducción de riesgos y daños, también contamos con antecedentes históricos de
experiencias transformadoras en salud pública implementadas en el año 1987,
durante la gestión del Dr. Floreal Ferrara, como Ministro de Salud del Gobierno de
la Provincia de Buenos Aires. El Dr. Ferrara era médico sanitarista y discípulo del
Dr. Ramón Carrillo. Sugiero la lectura de estas experiencias. 13 Estas experiencias
transformadoras se conformaron mediante la implementación de un sistema
articulado de atención progresiva de la salud, SIAPROS,14 y en particular, las
13 Bloch, Claudio (2013).”Floreal Ferrara un irreverente de la salud pública argentina” (en línea) Recuperado el
16/09/2013, de http://www.saludyderechos.org.ar/2013/03/floreal-ferrara-un-
irreverente-de-la.html
14 SIAPROS: Sistema Integrado de Atención Progresiva de la Salud.

Complejidad conceptual del campo de los consumos problemáticos de sustancias psicoactivas 10


experiencias de APS15 a través del ATAMDOS.16 Estas últimas, correspondientes al
primer nivel de atención, estaban articuladas en el SIAPROS, constituían el
peldaño de entrada al sistema de salud integrado según niveles de complejidad.
Estas experiencias, de cierto modo, se reflejan en la Ley Nacional de Salud Mental
Nº 26.657/13.17 Esta ley articula diversos niveles de intervención en función del
tratamiento del sufrimiento psíquico en el marco del paradigma de los derechos
humanos y construcción de ciudadanía. Uno de los ejes centrales de la Ley, lo
constituye la incorporación del tratamiento de los consumos problemáticos de
sustancias psicoactivas en las políticas de salud mental, incluyendo la perspectiva
de reducción de riesgos y daños en los abordajes y la importancia de los
tratamientos basados en la singularidad:

“…prevalecen especialmente [los]… derechos de toda persona a la mejor


atención disponible en salud mental y adicciones, al trato digno, respetuoso y
equitativo, propugnándose la responsabilidad indelegable del Estado en
garantizar el derecho a recibir un tratamiento personalizado en un ambiente
apto con modalidades de atención basadas en la comunidad, entendiendo a la
internación como una medida restrictiva que sólo debe ser aplicada como
último recurso terapéutico”.18

En síntesis, esta ley se basa en principios centrales que garantizan accesibilidad


al sistema de salud, en la conformación de equipos interdisciplinarios, en
tratamientos personalizados, acordes a la singularidad y asentados en la
participación comunitaria.
Estos antecedentes confluyen y forman parte de los lineamientos del Plan
Estratégico 2013-2015; que sustentan la refundación del Hospital Nacional en
Red especializado en salud mental y adicciones (ex-CeNaReSo). En relación con lo
anteriormente expuesto, los antecedentes citados constituyen fundamentos
sólidos propiciatorios de las transformaciones y creación de nuevos dispositivos
de intervención preventivo-asistenciales en “clave de época y en situación” 19 del
Hospital Nacional en Red especializado en salud mental y adicciones (ex-

15 APS: Atención Primaria de la Salud.


16 ATAMDOS : Programa de Atención Ambulatoria y Domiciliaria de la Salud,
17 Benedetti, Edith; Medolla, Diego (2014). “De camino a casa. Nuevos dispositivos de intervención clínica
extramuros: la Casa amigable, la Casa de Medio Camino y el Programa Vuelta a Casa en el marco de la
(re)construcción del lazo social”. In: VV.AA. 1° Jornada de Salud Mental y Adicciones. Dispositivos de
intervención clínica. Buenos Aires: Ediciones Licenciada Laura Bonaparte.
18 Ley N° 26.657. Ley Nacional de Salud Mental. Decreto reglamentario 603/2013. Boletín Oficial, Buenos
Aires, Argentina, 3 de diciembre de 2010 (en línea). Recuperado el 20/09/2013, de
http://www.solesdebuenosaires.org.ar/Leyes/Dec-603-2013-saludmental-
reglamentacion.html
19 Benedetti, Edith; Medolla, Diego (2014). “De camino a casa. Nuevos dispositivos de
intervención clínica extramuros: la Casa amigable, la Casa de Medio Camino y el
Programa Vuelta a Casa en el marco de la (re)construcción del lazo social”. In: VV.AA 1°
Jornada de Salud Mental y Adicciones. Dispositivos de intervención clínica. Buenos Aires:
Ediciones Licenciada Laura Bonaparte.

Complejidad conceptual del campo de los consumos problemáticos de sustancias psicoactivas 11


CeNaReSo). Estas iniciativas indican que soplan nuevos vientos en el campo de las
políticas públicas en materia de drogas.

4. Conclusiones
Hemos corroborado en el recorrido de esta clase que, tal como lo enuncié al
comienzo del módulo, los consumos problemáticos de sustancias psicoactivas
constituyen un fenómeno complejo, heterogéneo y de sistematización
dificultosa por la intervención de distintos saberes que convocan a una
perspectiva de trabajo interdisciplinario.
Por el contrario, los modelos de intervención preventivo-asistenciales que
conceptualizan el problema de la cuestión de la droga como efecto de
desviación y enfermedad se caracterizan por la proliferación de simplificaciones
y banalidades uniformizantes acerca de las sustancias, la noción de adicción o
toxicomanía como entidad autónoma y la figura de los consumidores nominados
como adictos.
Esta nominación, otorgada por el discurso de la referencia social, se sinonimiza en
la mencionada ecuación delincuente = desviado = enfermo = pobre = joven,
licuando así las diferencias entre un simple uso de sustancias – presente en la
historia de la humanidad desde tiempos inmemoriales como usos regulados por
ritos culturales aceptados – y los consumos problemáticos, toxicomanías,
adicciones o drogadependencias que configuran una suerte de remedio, recurso,
respuesta o solución.
Entonces, trabajar desde la perspectiva de reducción de riesgos daños implicará
un giro conceptual en los dispositivos de trabajo asistenciales y preventivos, ya
que requiere de la formación de equipos interdisciplinarios y la revisión crítica
de sus propios prejuicios, mitos, creencias y saberes sobre las prácticas de
consumo de sustancias y los diversos modos de vinculación de los individuos con
las mismas, condición necesaria para producir otros dispositivos de atención que
alojen a los consultantes.
Este giro conceptual implica una diversificación de servicios, articulada en
diferentes niveles de complejidad, que respondan a intervenciones de menor a
mayor exigencia, así como la generación de dispositivos de umbral mínimo de
exigencia intra y extramurales y que, a la vez, puedan permitir la atención de
consumidores de muy distintas características y modos de consumo, propiciando
su accesibilidad al sistema de salud.
Estimada/os participantes: en el próximo módulo, recorreremos la complejidad
de la clínica de los consumos problemáticos. Los espero en los foros de
intercambio.

Bibliografía
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el 21 de septiembre de 1989, promulgada el 10 de octubre de 1989.
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