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INSTITUTO DE CAPACITACION Y ESPECIALIZACION PADRE HURTADO

INTERVENCIÓN CON ADOLESCENTES POR CONSUMO DE DROGAS

MANUAL N°1
Antecedentes Generales del Consumo de
Drogas

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ÍNDICE

ANTECEDENTES GENERALES DEL CONSUMO DE DROGAS……………………………………………………………….3


OBJETIVOSESPECÍFICOS ........................................................................................................................................................................3
INTRODUCCIÓN ......................................................................................................................................................................................3
1. PERSPECTIVA HISTÓRICA DEL CONSUMO DE DROGAS ............................................................... 4
2. CONSUMO DE DROGAS: UN COMPLEJO FENÓMENO MULTIFACTORIAL.................................... 7
2.1. FACTORES INDIVIDUALES .................................................................................................... 9
2.1.1. BIOLÓGICOS……………………………………………………………………………………………………………….10
2.1.2. FACTORES INDIVIDUALES personales ....................................................................... 19
2.2. FACTORES MICRO Y MACROSOCIALES .............................................................................. 21
2.2.1. FACTORES MICROSOCIALES ...................................................................................... 22
2.2.2. FACTORES MACROSOCIALES ..................................................................................... 25
3. ANTECEDENTES EPIDEMIOLÓGICOS DEL CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS EN CHILE ......... 27
COMENTARIO FINAL…………………………………………………………………………………………………………………29
REFERENCIAS……………………………………………………………………………………………………………………………………………..30

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ANTECEDENTES GENERALES DEL CONSUMO DE


DROGAS

OBJETIVOS ESPECÍFICOS
 Analizar los aspectos biológicos, ambientales y sociales que
intervienen en el consumo de drogas.

 Caracterizar la construcción histórico-social del consumo de drogas.

INTRODUCCIÓN
“Colón llegó ante los Reyes Católicos con una larga historia personal a
sus espaldas. América Latina carga sobre sus hombros un sinfín de
acontecimientos relacionados con la droga y que presenta las
realidades ancestrales con visos de leyenda revestida por jirones de
mito”.

Marco Fidel López (1999). Fundación Universitaria Luis


Amigó.

El consumo de sustancias genera repercusiones sociales tan importantes


como el mal desempeño y el abandono escolar, la falta de productividad
en el trabajo y el desempleo, los costos económicos para el enfermo y su
familia, el delito y la violencia. Hoy en día, en el ámbito de las drogas, se
considera que la adicción, más que ningún otro fenómeno humano,
involucra diversos ámbitos que van desde aspectos biológicos
específicos, como cambios intracelulares, hasta aspectos sociales,
económicos, políticos y culturales, pasando por lo psicológico. Esta
condición impone la necesidad de un abordaje interdisciplinar del
problema de las drogas, de tal manera que se requieren de profesionales
capacitados, que tengan herramientas conceptuales, actitudinales y
prácticas para un manejo apropiado del tema.

Es por ello que resulta necesario realizar una revisión del estado actual
de la discusión respecto al problema de las drogas en las Américas, que
dan cuenta del cambio desde la ineficiencia de los enfoques y estrategias

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centrados en la prohibición, hacia políticas alternativas que revelan una


mirada de salud. Ha sido necesario romper los tabúes respecto de las
políticas de drogas y revisar los costos sociales y económicos asociados
al problema.

El uso de las drogas ha estado presente a lo largo de la historia de la


humanidad en diferentes culturas y, en la actualidad, se observa la
intención de los Estados no solo de revisar los mecanismos legales y de
control que regulan su uso por medio de acciones represivas, sino
también de promover la implementación de políticas públicas centradas
en la prevención y el tratamiento con el fin común de disminuir el daño
que las drogas hacen a las personas, a las comunidades, sociedades e
instituciones.

La presente unidad se focalizará en lograr una comprensión


biopsicosocial y global del problema y, posteriormente en el transcurso de
esta formación, permita entender y situar las intervenciones dirigidas a
reducir las dificultades en esta esfera.

1. PERSPECTIVA HISTÓRICA DEL CONSUMO DE


DROGAS
Evidentemente, puede señalarse que la concepción predominante actual,
respecto a las drogas y el consumo de estas, es diferente a tiempos
remotos. Es decir, no ha sido siempre igual, sino más bien responde a
una perspectiva dinámica e histórica de construcción de la realidad y, en
particular, de la relación y sentido de uso de las drogas.

El uso de sustancias, a través de la historia, ha asumido diversas


connotaciones:

Usos médicos: desde la Antigüedad y desde un prisma cultural en


pueblos de distintos niveles de desarrollo, el uso de sustancias
alucinógenas se realizaba con fines médicos o terapéuticos, variando el
tipo de sustancia y el cómo se utilizaba (Echeverría, 2004).

El emperador chino y herbario Shen Nung, hace 5000 años,

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recomendaba la cannabis contra el paludismo, el beriberi, las

constipaciones, los dolores reumáticos, la distracción continua y

los padecimientos femeninos. Hoa Glio, otro antiguo herbario

chino, recomendaba una mezcla de resina de cáñamo y vino como

analgésico para la cirugía (Hofmann y Schultes, 2000, p. 96).

Usos rituales: referido al uso de plantas alucinógenas por parte de los


pueblos indígenas cuyo objetivo era en un contexto de ritual y por el
chamán de la tribu, quien era el único que consumía o decidía quién
podía hacerlo y bajo qué condiciones (Echeverría, 2004).

El chamanismo es un fenómeno, cuyo origen se remonta a la prehistoria de


la humanidad. El chamán inca era una persona a quien se atribuyen
poderes para curar a los enfermos y comunicarse con el más allá. Su
actividad se concentra en todo en lo místico, en términos generales, su
tarea consiste en restaurar la salud, limpiar, purificar, reparar, mejorar las
relaciones del individuo con su grupo y dar sentido a lo que ocurre. El
chamán aspiraba el humo de ciertas yerbas e ingería bebidas y para el
desarrollo de su actividad utilizaba estados modificados de conciencia, a
veces identificados con el trance o viaje, estados inducidos (Biblioteca
Pléyades, s. f.).

Usos recreativos: el punto de quiebre entre el uso de plantas


alucinógenas en las culturas primitivas y la occidental de los últimos 200
años está en el carácter fundamentalmente recreativo. Si bien el
consumo de alucinógenos ha existido desde tiempos inmemoriales, salvo
excepciones, esta práctica siempre ha estado mediatizada por el ritual e
integrada a la sociedad que las ha utilizado. En la cultura occidental
contemporánea tiene un carácter distinto, connotando una dimensión
recreativa o de placer hedonista.

Así, en la historia de la humanidad, el consumo de sustancias


psicoactivas ha estado íntimamente relacionado y condicionado a
factores culturales. Es a partir de fines del siglo XIX y principios del XX
que el uso de las drogas comienza a ser percibido como un problema
(Grigoravicius, 2006).

De acuerdo a Marcelo Grigoravicius (2006), durante el siglo XIX se

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descubren y aíslan los principios psicoactivos de varias especies


vegetales; se comienza la producción y comercialización legal de casi la
totalidad de las sustancias psicoactivas descubiertas hasta el momento:
la morfina, la heroína, la cocaína, el éter y el cloroformo, entre otras. Si
bien se vendían en farmacias de Europa, América y Asia y su uso estaba
muy difundido, a la vez era moderado. No se identificaba el consumo de
estas sustancias como un problema social, tampoco legal ni de salud.

A principios del siglo XX en Estados Unidos surgen varios movimientos


sociales con raíces morales y religiosas, tanto como elementos de
raigambre científica y de grupos de interés por monopolizar el poder
político y económico, los que influyeron en el cambio de posición acerca
del consumo de drogas (Grigoravicius, 2006). El uso de las drogas,
entonces, da un giro hacia la condena moral del consumo, entregando el
uso a las manos de los expertos, científicos y políticos bajo la idea de
promulgación de políticas sanitarias y de regulación legal de tono
prohibicionista.

Paralelamente, el proceso dado da lugar o sienta las bases para la


comprensión del consumo de drogas, desde la óptica del “problema de
las drogas”, asociándose a un asunto de orden público focalizado en la
salud y a la seguridad ciudadana de alcance mundial, dando el puntapié
inicial en 1909 al convocar a la Conferencia de Shanghái1, pionera en las
convenciones que versan sobre la regulación de la producción y
comercialización de sustancias psicoactivas que llegan hasta nuestros
días.

El énfasis prohibicionista de la Convención de Shanghái perduró hasta


hace poco y está hoy en revisión, debido al público reconocimiento por
parte de las autoridades políticas de que las actuales estrategias han
resultado ineficientes y costosas y es necesario desarrollar políticas
alternativas (Vidal, 2013). Sin embargo, la sensibilización de la opinión
pública ha sido un éxito desde el punto de vista de la construcción de
representaciones sociales y conceptuales que han moldeado la
percepción respecto del consumo de drogas definidas como ilegales.

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2. CONSUMO DE DROGAS: UN COMPLEJO


FENÓMENO MULTIFACTORIAL
El consumo de drogas y la dependencia a estas, es un fenómeno
complejo, tanto en su génesis como en su superación, por lo mismo, es
muy importante la motivación y decisión al cambio de la persona que
consume, más no es suficiente. Dada su complejidad se requiere de
dispositivos especializados que apoyen a la persona a lograr sus
aspiraciones.

Fuente: NIDA (2008, p. 8).

El consumo problemático de drogas, presenta multiplicidad de factores


que interactúan entre sí, impactando en la vulnerabilidad de la persona
para consumir y en las consecuencias del consumo. No solo impacta a
quién consume, sino también a toda la sociedad desde diversos puntos
de vista: pérdida de la productividad, problemas de salud, problemas
familiares, de cuidado y crianza de los hijos, problemas legales, entre
otros.

El fenómeno es complejo. Ciertamente, al analizar causas y


consecuencias del consumo es dable encontrar elementos que las
personas comparten como, por ejemplo, el tipo de sociedad en que viven

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y se desarrollan, y otros elementos que difieren de un individuo a otro,


como su patrón de socialización temprana, la calidad del apego
desarrollado con sus figuras parentales, las redes de apoyo social con
que ha contado, la constitución biológica, el sexo, el entorno social, la
etapa de desarrollo en que se encuentra cuando comienza el consumo y
los efectos dañinos de las sustancias psicoactivas sobre el cerebro, que
pueden agravar la condición de la persona y potenciar una mayor
vulnerabilidad para su desarrollo integral.

Conocer la complejidad lleva a revisar los factores de riesgo y de


protección. El factor de riesgo es un atributo y/o característica individual,
condición situacional y/o contexto ambiental que incrementa la
probabilidad del uso y/o abuso de drogas (inicio) o una transición en el
nivel de implicación con las mismas (mantenimiento). El factor de
protección es un atributo o característica individual, condición situacional
y/o contexto ambiental que inhibe, reduce o atenúa la probabilidad del
uso y/o abuso de drogas o la transición en el nivel de implicación con las
mismas.

Los supuestos básicos son (Becoña, 2002, p. 190):

a) Un simple factor de riesgo puede tener múltiples resultados


b) Varios factores de riesgo o de protección pueden tener un impacto en un simple resultado.
c) El abuso de drogas puede tener efectos importantes en los factores de riesgo y de protección.
d) La relación entre los factores de riesgo y de protección entre sí y las transiciones hacia el
abuso de drogas pueden estar influidas de manera significativa por las normas relacionadas
con la edad.

Un factor de riesgo viene a ser una asociación o correlato entre un

sujeto y un resultado, pudiendo evaluarse antes de que se haya

producido el resultado o utilizarse para dividir a la población en

subgrupos de alto y bajo riesgo. Se distinguen tres tipos de riesgo:

marcador fijo, factor de riesgo variable y factor de riesgo causal

(Becoña, 2002, p. 190).

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El factor de riesgo que no puede cambiarse, puesto que se trata de

un marcador fijo, como el sexo, la fecha de nacimiento, etc.

Cuando un factor de riesgo puede cambiar espontáneamente

dentro del sujeto o como resultado de una intervención se habla de

factor de riesgo variable. Cuando un factor de riesgo puede ser

manipulable y cuando dicha manipulación cambia la probabilidad

del resultado, esta se llama el factor de riesgo causal (Becoña,

2002, pp. 189 y 190).

Se podría señalar entonces, desde la complejidad de la vulnerabilidad


para el consumo de drogas, que el consumo, tiene factores de riesgo
atribuibles a diferentes niveles, que son factibles de revisar uno a uno de
manera individual, no obstante, se vivencian integradamente y
corresponderían a los factores de riesgos individuales y sociales, desde la
dimensión biosicosocial.

2.1. FACTORES INDIVIDUALES


Los factores de riesgos individuales son los atribuibles a las
características propias del sujeto que consume, aun cuando es aceptable
comprender que igualmente tienen un sustrato más allá del sujeto, por
ejemplo su carga genética, la herencia sociofamiliar o cultural que, de
algún modo, moldean sus características de desenvolvimiento. De esta
forma, constituyen factores del sujeto los genéticos o biológicos, su
emocionalidad, su percepción y gestión a los riesgos a los cuales se
expone, entre otros.

A continuación, se detallan los factores individuales:

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2.1.1. BIOLÓGICOS

FACTORES GENÉTICOS

Entre los factores de riesgo para desarrollar un consumo problemático de


drogas, están la constitución biológica de la persona, el entorno social y la
edad o etapa de desarrollo en que se encuentra. Respecto de la
constitución biológica, se tienen los genes con los que se nace, que, en
combinación con las influencias del entorno, son responsables de
alrededor de la mitad de la vulnerabilidad a la adicción que tiene la
persona. El entorno o medio ambiente, implica muchos factores, desde la
familia y los amigos hasta el nivel socioeconómico y la calidad de vida en
general. Los factores genéticos y ambientales interactúan con las etapas
críticas del desarrollo humano afectando la susceptibilidad a la adicción
(NIDA, 2012).

Hay dos enfoques principales para valorar el peso de los componentes


genéticos respecto de los ambientales que dan cuenta de las diferencias
en la expresión fenotípica; tales son los estudios de gemelos y de
adopción. Los estudios de gemelos señalan con solidez la existencia de
factores genéticos de riesgo en varios aspectos de la dependencia,
especialmente del tabaco y el alcohol, tales como la iniciación,
continuación, cantidad consumida y cesación, sin embargo, no
proporcionan evidencias para especificar cuál es el gen implicado. Los
estudios de gemelos permiten diferenciar los factores ambientales de los
genéticos. Los estudios de adopción permiten separar los factores
ambientales de los genéticos, ya que se elimina el efecto del entorno y
así se puede delimitar con más claridad la contribución de la genética.
Con los estudios de adopción a su vez, se puede separar casi
completamente las influencias genéticas de las ambientales respecto de
la variación en la vulnerabilidad a un trastorno, salvo las aportaciones de
factores ambientales pre y posnatales tempranos (OMS, 2005).

Los trastornos como la dependencia de sustancias son considerados


complejos debido a que involucran la interacción de varios genes con el
medio ambiente. Cualquiera de los genes, por sí solo no es suficiente
para provocar la dependencia, pero varios genes diferentes pueden
contribuir a la vulnerabilidad (poligenia). Por lo tanto, la presencia de

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antecedentes genéticos de dependencia no determina que un individuo


desarrolle una dependencia y, al contrario, también es cierto que una
persona sin antecedentes genéticos puede convertirse en adicto.

De acuerdo a lo expresado por Luisa Ugedo y Eduardo Ruiz (2002),


puede señalarse que la existencia de factores hereditarios, no implica que
una dependencia sea un trastorno hereditario, sino que diversos rasgos
heredables (como son: la sensibilidad a una sustancia, que determinará la
presencia e intensidad de los efectos subjetivos y fisiológicos inducidos
por la droga, las características y curso temporal de la tolerancia y
abstinencia, el metabolismo de la droga, la preferencia por una
determinada sustancia, la dependencia y la vulnerabilidad), son factores
de riesgo o de protección frente a una determinada drogodependencia.
Estos rasgos no son fenómenos de todo o nada, es decir, no son una
variable discontinua que se transmite siguiendo las leyes de Mendel y
tienen una distribución en dos poblaciones (una con el rasgo y otra sin él),
sino que se pueden presentar en diversos grados de intensidad, como
ocurre con otros caracteres normales heredables, por ejemplo, la
inteligencia o la estatura y que se denomina variable continua.

Si bien un gran número de investigadores, del campo de las


drogodependencias, consideran hoy en día que la herencia genética tiene
influencia, la importancia que se da a los factores hereditarios
(heredabilidad) en la génesis de las drogodependencias varía mucho de
unos autores a otros, oscilando entre un 30 y un 70%.

Ugedo y Ruiz (2002) señalan que el consumo problemático y dependiente


de alcohol (alcoholismo), ha sido la primera y más investigada,
concluyéndose de los resultados obtenidos en las últimas décadas, que:

1) las tasas de dependencia en familiares de sujetos alcohólicos son más


elevadas que en los familiares de controles (la razón promedio de
prevalencias es de siete veces más para los familiares de los
alcohólicos).

2) En gemelos (varones) la incidencia de alcoholismo es mayor en


monocigóticos5 que en dicigóticos.

3) Hay una mayor tasa de alcoholismo entre los familiares biológicos que

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en los familiares adoptados.

Describen, además, dos tipos de alcohólicos:

a) Tipo 1 que empiezan a beber tarde, beben esporádicamente, pierden


el control de la bebida y se sienten culpables.

b) Tipo 2 con conductas impulsivas y agresivas y comienzo temprano del


consumo de alcohol; es este segundo tipo el que tiene una mayor
influencia de los factores genéticos.

En cuanto al alcoholismo en mujeres, los resultados obtenidos son más


dispares. Si bien los primeros resultados indicaban que también había un
componente genético, en estudios posteriores realizados en parejas de
gemelos donde se analizan la influencia de los factores según el sexo, los
resultados indican que la influencia de los factores genéticos está
presente en los hombres, pero no en las mujeres.

Respecto la dependencia a otras drogas, la probabilidad de desarrollar


una drogodependencia está bajo la influencia de factores genéticos y
ambientales en igual medida, determinando la vulnerabilidad para
cualquier tipo de drogodependencia. Los factores genéticos son, sobre
todo, importantes en la dependencia a la heroína, la marihuana y los
estimulantes.

MECANISMOS CEREBRALES EN EL ABUSO Y LA ADICCIÓN

Las drogas son sustancias que actúan sobre el cerebro y producen


modificaciones en él, penetrando su sistema de comunicación e
interfiriendo con la manera en que las células nerviosas normalmente
envían, reciben y procesan la información. Pueden dar lugar a
alucinaciones, a sensación de bienestar, sedación, estimulación, etc.

Todas las drogas, ya sean estimulantes o relajantes, activan los mismos


circuitos cerebrales y estimulan la liberación de dopamina.

Las drogas producen adicción, porque aumentan la dopamina, en una

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proporción 10 veces mayor que los estímulos placenteros naturales y


sociales.

Fuente: NIDA (2008, p. 18).

Zonas cerebrales afectadas por el consumo:

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La adolescencia es una etapa de especial preocupación para el consumo


de drogas. Como las áreas del cerebro que gobiernan la toma de
decisiones, el juicio y el autocontrol aún se están desarrollando
activamente durante la adolescencia, los jóvenes pueden ser
especialmente propensos a comportamientos de riesgo, los que incluyen
la experimentación con las drogas de abuso.

Precisamente, una de las áreas del cerebro que continúa

madurando a través de la adolescencia es la corteza prefrontal, la

parte del cerebro que nos permite evaluar las situaciones, tomar

decisiones juiciosas y mantener nuestras emociones y deseos bajo

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control. El hecho de que esta parte crítica del cerebro adolescente

aún es una obra sin completar aumenta el riesgo de tomar malas

decisiones (como probar drogas o continuar abusándolas). Es por

eso que si se introducen drogas al cerebro cuando éste aún está

desarrollándose, puede haber consecuencias profundas y de larga

duración.

FACTORES CONSTITUCIONALES Y COMORBILIDAD CON


ENFERMEDADES MENTALES

Elizardo Becoña (2002, p. 237), señala:

Varios estudios y revisiones han indicado factores constitucionales,

como el dolor y la enfermedad crónica como factores de riesgo

para el consumo de drogas, sin embargo, habrían mayores

precisiones con las personas que tienen problemas de salud

mental, que descubren las drogas y las utilizan para automedicarse

o para reducir el propio estado que les produce la enfermedad (ej.,

en la esquizofrenia, en el trastorno bipolar, en la ansiedad social,

etc.).

La “comorbilidad”, también conocida como “morbilidad asociada”,

es un término utilizado para describir dos o más trastornos o

enfermedades que ocurren en la misma persona. Pueden ocurrir al

mismo tiempo o uno después del otro. La comorbilidad también

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implica que hay una interacción entre las dos enfermedades que

puede empeorar la evolución de ambas (NIDA, 2011b, p. 1).

Según Becoña (2002), el consumo de sustancias psicoactivas puede


producir un gran número de efectos y trastornos de tipo físico y mental. El
DSM-IV-TR (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, que proporciona la
clasificación de los trastornos mentales y sus categorías) considera que el
consumo de drogas puede producir los siguientes trastornos clínicos:
abuso, dependencia, intoxicación, síndrome de abstinencia (con y sin
delirio), trastorno psicótico, síndrome amnésico, trastorno del estado de
ánimo, trastorno sexual, trastorno del sueño, trastorno perceptivo u otros.

A su vez, distintas drogas producen los denominados trastornos mentales


inducidos por sustancias (ej.: insomnio, depresión, psicosis, etc.). Para
cada sustancia hay problemas concretos y patologías específicas
asociadas.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) propone los siguientes


interrogantes (en Valverdi y Álvarez, 2012):

 ¿Es la enfermedad mental la que produce dependencia de sustancias


o la dependencia de sustancias produce enfermedad mental?

 ¿La enfermedad mental y la dependencia de sustancias son


manifestaciones sintomáticas independientes de las mismas
neuropatologías subyacentes?

La OPS (en Valverdi y Álvarez, 2012, p. 4) propone cuatro supuestos de


carácter neurobiológicos para explicar la comorbilidad:

1) Los trastornos de uso de sustancias psicoactivas y otras enfermedades mentales son


expresiones sintomáticas diferentes de las mismas anormalidades neurobiológicas
preexistentes.
2) La administración repetida de sustancias produce (a través de neuroadaptaciones excesivas o
posiblemente aberrantes a los efectos agudos de las sustancias) cambios biológicos que
tienen algunos elementos en común con las anormalidades que median otras enfermedades
mentales, como la depresión.
3) El uso de sustancias psicoactivas puede reflejar una automedicación, con la intención de
revertir algunas de las anormalidades asociadas con la enfermedad mental; estas

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anormalidades pudieron haber existido antes del uso de sustancias, o pudieron haber sido
causadas por este uso. Esta hipótesis está estrechamente relacionada con la segunda
hipótesis, y no es independiente de esta.
4) La farmacodependencia y otras enfermedades mentales tienen mecanismos neurobiológicos
diferentes e independientes, y la comorbilidad observada es simplemente por azar. Sin
embargo, esta hipótesis es poco probable, considerando la gran cantidad de datos
epidemiológicos y neurobiológicos que indican lo contrario.

También pueden existir otras razones posibles y no neurobiológicas para


esta comorbilidad, como por ejemplo los factores ambientales comunes.

Por otro lado, Zimberg (1996; en Iñaki Lorea, 2006, pp. 87 y 88) propone
una explicación respecto de la articulación entre ambos trastornos, en la
que la causalidad o coexistencia de dichas anomalías determina la
presencia o no de un diagnóstico dual. Plantea tres tipos de comorbilidad:

1) Trastorno mental primario con trastorno por uso de sustancias secundario.


La conducta de abuso de sustancias puede considerarse una forma de
afrontamiento inadecuada, a través de la automedicación, del trastorno primario. Por
ejemplo, el caso de los pacientes afectados por síntomas negativos de esquizofrenia
que utilizan drogas estimulantes (cocaína, anfetaminas) como forma de contrarrestar
la sintomatología deficitaria, o el abuso de alcohol en pacientes diagnosticados de
un trastorno de ansiedad previo. Esta hipótesis de la automedicación fue
desarrollada por E. J. Khantzian y representa un modelo de comprensión que se
adapta mejor a los pacientes con alta afectación psicopatológica y con síntomas
clínicos evidentes, duraderos y no contingentes al consumo de sustancias. Por lo
general, si la sintomatología persiste durante más de cuatro semanas después de la
desaparición de los síntomas fisiológicos de la abstinencia, puede considerarse que
el trastorno mental es primario.

2) Trastorno por uso de sustancias primario con signos y síntomas


psicopatológicos secundarios.
El trastorno por uso de sustancias constituye el trastorno primario y los síntomas
psicopatológicos aparecen como consecuencia del consumo de sustancias. Estos
síntomas pueden ser de tres tipos:

a) Asociados a las manifestaciones agudas de la intoxicación por la sustancia.


b) Asociados a las manifestaciones agudas de la abstinencia.

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c) Debidos a un consumo prolongado (por ejemplo, la demencia alcohólica).


Para realizar un diagnóstico de esta naturaleza, es necesario comprobar, en primer lugar, la
presencia de una estrecha relación temporal entre el uso de sustancias y los síntomas
comórbidos. Y, si la sustancia específica de consumo puede o no provocar los síntomas clínicos
observados.
3) Coexistencia de ambos tipos de trastornos, con un origen independiente.
En este tercer caso, se aplica la etiqueta de diagnóstico dual, cuando ambos trastornos son
independientes. En esta condición, los trastornos pueden interactuar entre ellos, aumentar su
gravedad, provocar un mayor sufrimiento, disminuir la tolerancia a la frustración y aumentar
la impulsividad de estos pacientes (Sheehan, 1993). El diagnóstico dual solo se aplica, por
tanto, en el caso de que los síntomas psicopatológicos y por uso de sustancias presenten un
curso independiente, con períodos en los que hay síntomas clínicos sin abuso de sustancias o
bien abuso de sustancias sin sintomatología psicopatológica.

En un sentido similar, NIDA (2011, pp. 1 y 2) plantea que las


investigaciones sugieren las siguientes posibilidades como razones por
las que es común que estas enfermedades se den de manera
concurrente:
a) El abuso de drogas puede provocar los síntomas de otra enfermedad mental.
El hecho de que algunos usuarios de marihuana con vulnerabilidades preexistentes exhiban un
mayor riesgo de desarrollar psicosis sugiere esta posibilidad.
b) Los trastornos mentales pueden conducir al abuso de drogas, posiblemente como una forma
de “automedicación”. Por ejemplo, los pacientes que sufren de ansiedad o depresión pueden
depender del alcohol, el tabaco u otras drogas para aliviar temporalmente sus síntomas.

Agrega, que los trastornos pueden ser causados también por factores de
riesgo compartidos, tales como:

a) La superposición de vulnerabilidades genéticas.


Que pueden predisponer a una persona a que sea susceptible tanto a la adicción como a otros
trastornos mentales o que tenga mayor riesgo para un segundo trastorno una vez que
aparezca el primero.
b) La superposición de factores desencadenantes en el entorno.
El estrés, el trauma (tal como el abuso físico o sexual) y la exposición temprana a las drogas
son factores comunes en el entorno que pueden conducir a la adicción y a otras enfermedades
mentales.
c) La participación de regiones similares del cerebro.
Por ejemplo, los sistemas del cerebro que responden a la gratificación y al estrés se ven
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afectados por las drogas y pueden mostrar anomalías en los pacientes con ciertos trastornos
mentales.
d) Los trastornos por consumo de drogas y otras enfermedades mentales son trastornos del
desarrollo.
Es decir, comienzan con la adolescencia o incluso a una edad más temprana, que son los
periodos cuando el cerebro experimenta cambios radicales en su desarrollo. La exposición
temprana a las drogas también puede cambiar el cerebro de tal manera que el riesgo de sufrir
trastornos mentales sea más alto. Además, cuando existen síntomas tempranos de un
trastorno mental puede ser una indicación de que exista un mayor riesgo de toxicomanías más
adelante.

2.1.2. FACTORES INDIVIDUALES PERSONALES

Hacen referencia a las circunstancias internas del individuo, a su forma


de ser, sentirse y comportarse que conforman un sujeto único. Siguiendo
a Patricia Fernández (2010), entre otras, pueden señalarse:

AUTOCONCEPTO Y AUTOESTIMA

Autoconcepto se refiere a la percepción que cada uno tiene de sí mismo,


que se forma a partir de las experiencias y las relaciones con el entorno,
en las que las personas significativas desempeñan un papel importante.
El grado de autoestima viene determinado, por un lado, por la
autovaloración que, sobre la base de las sensaciones y experiencias, se
han ido incorporando a lo largo de la propia vida, y por otro, por la
relación entre la imagen que cada uno tiene de sí y la que le gustaría para
sí en términos de imagen ideal. El sentimiento de autoestima será mayor
en la medida en que la distancia entre la imagen real (como me veo a mí
mismo) y la imagen ideal (como me gustaría ser), sea menor.
Autoconcepto y autoestima son conceptos que están íntimamente
relacionados y son dinámicos: la adolescencia es una etapa decisiva para
la formación de los mismos.

Un bajo nivel de autoestima hace al sujeto sentirse incompetente para


resolver situaciones o problemas y esto provoca frustración. La droga
puede aliviar una percepción personal negativa y puede utilizarse para
evitar enfrentarse a ella.

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Paralelamente, también surge el sentido de la vida y los proyectos


personales que se desarrollen, sin esperar que sean proyectos de gran
magnitud, sino tan solo aquello que le da sentido y orientación a la vida.

 Características evolutivas de la adolescencia:

Existe una serie de características evolutivas propias de la adolescencia


(cambios cognitivos, personales y psicosociales), que pueden
incrementar la vulnerabilidad de las personas que se encuentran en este
momento vital, a tener un consumo problemático de sustancias, ya que
les sitúan más cerca de la influencia por los grupos principales de
factores de riesgo.

 Actitudes, creencias y valores:

Las actitudes, creencias y valores, forman parte del yo de cada uno, e


influyen y determinan gran parte de la conducta que la persona tiene para
consigo misma y con los demás. Lo que el joven piensa sobre las drogas,
las creencias acerca de sus efectos y sobre el propio acto de consumir y
lo que experimenta con ellas, arrojan un balance subjetivo positivo o
negativo que determinará la ocurrencia o no del consumo.

 Habilidades o recursos sociales:

Se pueden definir como las capacidades de interacción social, recursos


para establecer relaciones adecuadas y adaptadas a la realidad,
expresando las propias opiniones y sentimientos y desarrollando
estrategias de solución de problemas para afrontar asertivamente las
situaciones y resistir a las presiones. Las habilidades sociales incluyen: la
comunicación asertiva, escucha activa, empatía, análisis motivacional y
resolución de conflictos. Implicarían también la tolerancia a la frustración
y la capacidad de reorientar sus planes y metas, reinventarse tan
dinámicamente como la vida misma.

 Percepción y gestión del riesgo:

La capacidad que el o la adolescente tienen para evaluar sus conductas


de riesgo así como el riesgo presente en el contexto y actuar
gestionándolo de modo tal de no experimentar daño o bien, el menor

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daño posible. Ej.: consumir hasta cierta cantidad de alcohol, porque una
vez superado ese límite se “borra” o queda sin capacidad de autocuidado.

La percepción respecto del consumo, esta también referida a los riesgos


y daños que el joven señala respecto de una droga. Ej.: consumo de
marihuana y pérdida de la memoria reciente.

Por otro lado, Becoña (2002, p. 243), indica que, a pesar de que se han
analizado muchas variables o rasgos de personalidad, solo unos pocos
han aflorado como significativos para explicar una parte del consumo de
drogas. Entre ellas, señala:

 Búsqueda de sensaciones, que se refiere a la necesidad que tiene el individuo de tener


experiencias y sensaciones nuevas, complejas y variadas junto al deseo de asumir riesgos
físicos y sociales para satisfacerlas. Constaría de cuatro dimensiones: (a) excitación y búsqueda
de aventuras, (b) búsqueda de experiencias, (c) desinhibición y (d) susceptibilidad al
aburrimiento.
La excitación y búsqueda de aventuras implica una propensión a implicarse en deportes o
pasatiempos físicamente peligrosos; la búsqueda de experiencias implica cambios en el estilo
de vida y estimulación de la mente; la desinhibición se manifiesta por conductas de
extraversión social; y la susceptibilidad al aburrimiento, se caracteriza por una incapacidad
para tolerar experiencias repetitivas y la monotonía.
La búsqueda de novedad o de sensaciones es una de las variables más críticas que tiene valor
predictivo en el consumo de drogas.
 La impulsividad entendida como la tendencia a involucrarse de manera prematura,
inapropiada o sin anticipación, también predice el inicio temprano, una escalada hacia un uso
intensivo, y pasar del abuso a la dependencia más rápido que individuos que no presentan
esta característica. Además manifiestan una menor tendencia hacia la abstinencia después del
tratamiento.

2.2. FACTORES MICRO Y MACROSOCIALES


Los factores microsociales son aquellos atribuibles a las situaciones o
contextos más inmediatos al sujeto, con significancia para este, a través
de los cuales se desarrolla y cotidianamente se interrelaciona, por
ejemplo la familia, la escuela, el grupo de pares, entre otros.

Los factores macrosociales corresponden a aquellos que se derivan del

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contexto social amplio, la sociedad, en la cual el sujeto se inserta y vive,


por ejemplo, los rasgos de la cultura, como los usos sociales y la
aceptación del consumo, los discursos de líderes en torno al consumo de
drogas, políticas públicas, entre otros.

2.2.1. FACTORES MICROSOCIALES

CONTEXTO FAMILIAR

Becoña (2002) señala que el consumo de drogas tiene como base un


proceso de socialización en el que influye la familia, como primer y
principal agente socializador, siendo el ámbito de formación de actitudes,
habilidades y valores que permiten, posteriormente, afrontar las vivencias,
sobre todo en la etapa de la adolescencia. La familia juega un papel
fundamental para explicar la aparición de numerosas conductas
desadaptativas en los hijos, entre las que se encuentra el uso de
sustancias, existiendo aspectos que van a actuar como factores de
riesgo, entre otros: situaciones de riesgo familiares; las actitudes y
conductas familiares hacia el consumo de drogas; las relaciones afectivas
y comunicación entre padres e hijos; y las prácticas educativas ejercidas
por las figuras parentales y la disciplina familiar, así como la ausencia de
implicación maternal, la ausencia o inconsistencia de la disciplina paternal
y bajas aspiraciones de los padres sobre la educación de sus hijos,
predecían su iniciación en el uso de drogas.

El apego familiar favorece el sentimiento de pertenencia del

adolescente, proporcionándole un espacio de encuentro donde, no

solo puede compartir sus experiencias y es reconocido, sino

también un lugar donde se puede refugiar y donde puede adquirir

la seguridad necesaria para ir afrontando las dificultades que se

dan en la vida cotidiana (Fernández, 2010, pp. 72 y 73).

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Fuente: Becoña (2010, pp. 199-201).

CONTEXTO ESCOLAR

Adquiere importancia a través de la interrelación con diversos agentes,


tales como los/as compañeros/as, los/as profesores/as.

Entre los factores relacionados con el medio educativo, se han destacado


la adaptación escolar, el interés y las expectativas sobre los estudios, el
grado de satisfacción escolar, el rendimiento escolar, el tipo de centro y
estilo de funcionamiento, la relación del centro escolar con las familias y
con la comunidad, etc. Se han relacionado las conductas de consumo de
drogas con el absentismo escolar, la escasa implicación en los estudios y
un bajo rendimiento académico. Se consideran factores de protección un
estilo educativo democrático y participativo, una escuela que promueve
la solidaridad, la integración y los logros personales, continuar con los
estudios, buena adaptación escolar y la existencia de normas que limiten
el consumo de la comunidad educativa.

GRUPO DE PARES

El grupo de pares es imprescindible para comprender la actitud y los


comportamientos de los jóvenes, ya que el grupo de compañeros va
sustituyendo progresivamente a la familia como referencia y las
relaciones más importantes del adolescente se desplazan hacia los
compañeros de similar edad e intereses. Los compañeros proporcionan
información directa o indirecta sobre aquellas conductas que son
aceptadas y reconocidas en determinadas situaciones sociales, diferentes
a las que el sujeto vive en su medio familiar.

La investigación actual concluye que la influencia que el grupo

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tiene sobre el adolescente, está relacionada con la calidad del

grupo de amigos, de manera que induciría positiva o

negativamente en el inicio y mantenimiento de los consumos de

sustancias en función de la calidad de la relación y del tipo de

grupo de referencia o pandilla (Fernández, 2010, p. 85).

2.2.2. FACTORES MACROSOCIALES

Los factores macrosociales hacen referencia a un entorno social más


amplio. La estructura económica, normativa, la accesibilidad al consumo,
la aceptación social del mismo y las costumbres y tradiciones imprimen
características que diferencian a unas culturas de otras e impactan en la
conducta del individuo. Los factores de riesgo comunitario son: leyes y
normas favorables al consumo, accesibilidad y disponibilidad de las
mismas, de privación económica y desorganización del vecindario.
También, la influencia de la publicidad y los medios de comunicación.
Entre ellos, están:

PRIVACIÓN SOCIOECONÓMICA

En repetidas oportunidades las personas han expresado que quien está


en situación de la pobreza, tiene una importante relevancia en el
consumo de drogas, especialmente cuando vive en una cultura donde
otros tienen acceso a un gran número de bienes, sin posibilidad de
acceder (Becoña, 2002). Sin embargo, a pesar de que la pobreza sea
importante o extrema, ella por sí sola no es suficiente para explicar el
consumo de drogas. De hecho, se presenta el consumo en personas con
un nivel económico adecuado y con poder adquisitivo. Por lo tanto, es
necesario poner atención a otros factores que estarían impactando en la
persona, tornándola más vulnerable para el consumo de drogas.

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DESORGANIZACIÓN COMUNITARIA

De acuerdo a lo expresado por Becoña (2002), la desorganización


comunitaria se refiere a aquel lugar en donde la persona vive y que no
cumple unas normas adecuadas de buena organización, como es el
cuidado de las calles, aceras, disponibilidad de jardines, lugares de ocio y
diversión, apego social al barrio, adecuado nivel de control en el mismo,
identidad y participación, entre otras. Las zonas que presentan una mayor
desorganización comunitaria, están caracterizadas por un alto índice de
delincuencia y un mayor consumo de sustancias y otro tipo de conductas
antisociales.

DISPONIBILIDAD Y ACCESIBILIDAD A LAS SUSTANCIAS

La facilidad para acceder a las drogas así como el precio, son variables
que influyen en el consumo y en la relación que cada joven establezca
en el fenómeno de las drogas (Becoña, 2010).

A modo de resumen se presenta el siguiente cuadro (Becoña, 2010, pp.


195 y 196):

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3. ANTECEDENTES EPIDEMIOLÓGICOS DEL


CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS EN CHILE
El Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de
Drogas y Alcohol (Senda) realizó el Décimo Estudio Nacional de Drogas
en Población Escolar de Chile. Principales resultados nacionales (2013),
investigación que realiza Senda para conocer las tendencias en el uso de
drogas en la población escolar a nivel nacional. Se lleva a cabo cada dos
años, durante el primer semestre del año escolar.

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En el año 2013, este estudio se aplicó en 121 comunas del país y los
principales resultados señalan:

CONSUMO DE TABACO: arrojan una nueva disminución del uso diario


de tabaco entre escolares, confirmando la tendencia a la baja observada
en los últimos estudios publicados.

CONSUMO DE ALCOHOL: se observó que el consumo de los hombres


varió de 34,6% a 35,6% entre 2011 y 2013, mientras que en las mujeres
pasó de 34,9% a 35,7% en el mismo período. Las prevalencias de
consumo en hombres y mujeres no difieren entre sí. Los cuartos medios
tienen una prevalencia (51,4% en 2013) tres veces mayor a la observada
en octavos básicos (16,6%), y que la prevalencia de consumo crece
(significativamente) a medida que el nivel aumenta (observado también
en 2011). La prevalencia de consumo en octavo básico muestra un
descenso significativo, pasando de 18,7% en 2011 a 16,6% en 2013.

CONSUMO DE MARIHUANA: se registran declaraciones de consumo de


marihuana de último año significativamente mayores que en los estudios
previos, llegando a un 30,6%, lo que equivale a 11,1 puntos porcentuales
más que los registrados el estudio anterior. Todos los cursos presentaron
variaciones al alza y las mayores variaciones se observaron en los
primeros y terceros medios.

CONSUMO DE COCAÍNA: no se registra una variación significativa en el


consumo de cocaína (clorhidrato). La tendencia de la serie se mantiene
estable para este indicador en torno al 3%. El reporte de consumo de esta
sustancia para el presente estudio es de 3,6%, equivalente a 0,4 puntos
porcentuales más que el 2011.

CONSUMO DE PASTA BASE: en la presente versión del estudio se


observa una estabilización del consumo de esta sustancia en el país
respecto al estudio anterior, pasando de 2,2% a un 2,3%. También se
observa un aumento de 0,4 puntos porcentuales en mujeres, primeros y
terceros medios.

CONSUMO DE INHALABLES: a nivel nacional y por segundo estudio


consecutivo, la prevalencia de consumo en el último año de sustancias

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inhalables aumentó significativamente, pasando de un 4% en 2011 a un


5,2% en 2013.

CONSUMO DE TRANQUILIZANTES SIN RECETA MÉDICA: se registra


un aumento significativo en los reportes de tranquilizantes sin receta
médica en el último año, pasando de un 7,5% en 2011 a un 9,5% en
2013.

COMENTARIO FINAL
Para una comprensión apropiada del consumo de drogas, es necesario
tener presente que el acercamiento al fenómeno del consumo de drogas
involucra aspectos históricos, neurobiológicos, individuales, familiares,
comunitarios, sociales, legales, políticos y culturales, cada una de las
dimensiones con variados factores que la conforman.

Analizar por qué el consumo de drogas remite remontarnos a épocas


ancestrales donde este respondía a motivaciones diferentes a las
recreacionales de hoy día. Por otro lado, los factores de riesgo son
diversos y múltiples, adquiriendo mayor relevancia los mutuos
condicionamientos e influencias entre ellos.

Ciertamente la población adolescente se encuentra más expuesta a sus


efectos, dada la etapa de desarrollo en que se encuentra, afectándole
aspectos tales como la calidad de las relaciones familiares, las
características de sus pares y los factores biológicos o genéticos, los que
constituyen entre el 40 y el 60% de la vulnerabilidad a la adicción, siendo
los adolescentes y las personas con trastornos mentales los que tienen
mayor riesgo para el abuso de drogas y la adicción en comparación con
la población en general. Precisamente, el área prefrontal del cerebro se
encuentra aún en desarrollo en la etapa de la adolescencia, siendo
importante en la vulnerabilidad del consumo de drogas, dado que es la
parte del cerebro que permite evaluar las situaciones, tomar decisiones
juiciosas y mantener los deseos y las emociones bajo control.

Paralelamente, desde la Antigüedad hasta el presente, la visibilidad de


las consecuencias está mediada por mecanismos de construcción
sociocultural que influyen en la percepción, comprensión y valoración del

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fenómeno, impregnando las significaciones y atribuciones que delimitan lo


bueno de lo malo, lo normal de lo anormal, lo aceptable de lo desviado.
Definen y delimitan lo que en una época determinada se considera un
problema social.

Este es el momento en que el fenómeno de las drogas se ha definido y


aceptado como un problema social, denominado como el “problema de
las drogas”. Esta definición se debe al público reconocimiento de las
autoridades políticas a nivel mundial de que las estrategias utilizadas para
abordarlo han fracasado, puesto que no han cumplido con los objetivos
de lograr un mayor control y regulación del mercado de las drogas y no
han sido eficientes en reducir el daño ocasionados a la población por el
uso de las drogas. El debate se ha abierto y se ha focalizado en el
cambio desde un enfoque legal-prohibicionista de raigambre histórica, a
uno centrado en la salud, dando relevancia a intervenciones comunitarias
preventivas y de tratamiento.

Sin embargo, dada la alta complejidad del fenómeno, es necesario


reflexionar y mantener presente la intrincada relación entre los distintos
planos que se ven involucrados, dado que las orientaciones, decisiones y
acciones que de allí surgen, dan lugar a consecuencias duraderas para la
sociedad. Es por esto que el debate acerca de las drogas es de gran
relevancia y debe hacerse de manera informada, documentada y desde la
ética, dado que se ponen en juego los fundamentos acerca de cómo la
sociedad se está percibiendo e interpretando su propia construcción.

REFERENCIAS
Becoña, E. (2002). Bases científicas de la prevención de las

drogodependencias.

Biblioteca Pléyades. (s. f.). Los chamanes incas.

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