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Los ilusos #16: breves


comentarios para el
documental reflexivo
Publicado por Fabio Vallarelli

Buenas, ¿cómo están? Yo quiero aprovechar para


saludar al intendente del municipio separatista
de Plaza Serrano, el primer lugar libre de COVID-
19 de la Argentina. Un verdadero logro que
estamos logrando lograr. Otra buena es que
volvió al futbol, cómo extrañaba ver a Wanchope
quedar en offside.

Esta semana vamos a conversar sobre algunas


novedades. Pocas, no vi demasiadas y creo que
no hubo tantas cosas por fuera de lo que se
puede hallar en los festivales que anduvieron
dando vueltas por ahí. Tengo una buena, que es
que accedí a ver una película que hacía mucho
buscaba y que me gustó tanto, tanto, que decidí
bucear un poco en la filmografía del director.

Al final, como siempre, un libro acorde. Les debo


la polémica, tengo que pensar alguna, ando con
pocas ganas de pelearme estas últimas
semanas. En qué te han convertido, Daniel.

Basta de cháchara. Comencemos.

Estrenos: Swallow y Planta permanente

Swallow es una película del 2019, que anduvo


muy bien en el festival de Tribeca del año pasado
y era uno de los lanzamientos “independientes”
más interesantes de cara al inicio del 2020.
Pandemia mediante su estreno se fue
retrasando, salió vía VOD en algunos países y
finalmente se puede ver en Argentina de la mano
de Mubi.

La película, dirigida por Carlo Mirabella-Davis,


narra la historia de Hunter (la no tan conocida
Haley Bennett), que tiene una vida que podría
decirse “perfecta” con su esposo Richie (Austin
Stowell). Hunter queda embarazada y comienza
a desarrollar una afición un poco extraña, digna
de un especial del Ripley, ¡aunque usted no lo
crea!, conducido por Dean Cain: ingerir objetos
no comestibles. Chinches, bolitas y hasta pilas,
una buena forma de llamar la atención.

Lo interesante del trabajo de dirección y


construcción de puesta en escena está en el
tiempo y en cómo se aborda cierta estética que
hace confundir al espectador sobre si está
viendo una historia que transcurre en el presente
o en los 60. Esa confusión no es arbitraria, forma
parte del discurso de la película que intenta
poner en evidencia que en ciertos sectores
sociales el lugar de mujer/adorno sigue muy
vigente. Hacia el final hay una escena más que
interesante, donde se revela un aspecto clave de
la infancia de la protagonista y que el director
resuelve con mucha maestría, no solo desde la
puesta, sino también desde lo narrativo.

Es una película corta, 90 y pocos minutos, con


un gran trabajo visual y de construcción
dramática. Vale mucho la pena.

Swallow - O)cial Trailer I H…

Planta permanente es la nueva película de


Ezequiel Radusky, cineasta tucumano que hiciera
Los dueños (2013) en codirección con Agustín
Toscano (El motoarrebatador). La actriz fetiche
de estos tucumanos, la gran Liliana Juárez,
protagoniza junto con Rosario Bléfari este film
que es una suerte de sátira sobre el empleo
público nacional y sus yeites.

Lila (Juárez) y Marcela (Bléfari) son dos amigas


que trabajan haciendo la limpieza como personal
de maestranza en un edificio público. Además,
manejan en el subsuelo un pequeño comedor
donde hacen la comida para los trabajadores del
lugar. La asunción de una nueva autoridad pone
en riesgo la continuidad del comedor y también
tensiona la amistad entre estas dos mujeres, al
tiempo que afloran ciertas miserias propias.

La película es divertida y logra tener cierta


mirada ácida sobre el mundo de la burocracia
pública. Un mundo que cualquiera que haya
transitado un poquito sabe lo peculiar que es y
que el film logra reflejar con cierta solvencia. Me
parece un error catalogarla como una película
que critica la gestión “macrista” del Estado. Los
cambios de gestiones, los funcionarios ineptos y
las prácticas que se ven son más propias de
cómo opera nuestra burocracia pública en
natural y no me parece que corresponda
atribuirle su autoría a un sector de la política.

Creo que el film cae en algunos aleccionamientos


y elige poner a ciertos personajes desiguales
como iguales. Hay también una suerte de mirada
crítica hacia los trabajadores que no está muy
bien lograda y que refuerza ciertos estereotipos
sobre la miserabilidad de la grasa militante que
anunciaba el inefable Alfonso Prat Gay al
comienzo de su deplorable gestión como
ministro de Hacienda y Finanzas Públicas de la
Nación.

Más allá de todo eso, las interpretaciones de


Juárez y la despedida de la querida Rosario
pagan por su propio peso la hora y cuarto de
película.

The Lunchroom (Planta Per…

Misceláneas atemporales: el cine de León


Siminiani y las virtudes del documental
reflexivo

Dice Bill Nichols, en La representación de la


realidad (1991), al momento de hablar sobre la
modalidad documental que describe como
reflexiva:

Si el mundo histórico es un lugar de encuentro


para el proceso del intercambio y la
representación sociales en la modalidad
interactiva, la representación del mundo histórico
se convierte, en sí misma, en el tema de
meditación cinematográfica de la modalidad
reflexiva. En vez de oír al realizador implicarse
únicamente de un modo interactivo
(participativo, conversacional o interrogativo)
con otros actores sociales, ahora vemos u oímos
que el realizador también aborda el
metacomentario, habiéndonos menos del mundo
histórico en sí, como en las modalidades
expositiva y poética o en la interactiva y la que se
presenta a modo de diario personal, que sobre el
proceso de representación en sí. Mientras que la
mayor parte de la producción documental se
ocupa de hablar acerca del mundo histórico, la
modalidad reflexiva aborda la cuestión de cómo
hablamos acerca del mundo histórico.

En los años que llevo acompañando las clases de


realización de primer año del IDAC siempre surge
una duda un tanto difícil de dilucidar para los
estudiantes: ¿sobre qué reflexiona un
documental reflexivo? La respuesta más
graciosa, la que suelen dar aquellos que vienen a
zafar el examen, es que esta modalidad hace
reflexionar al espectador. Más allá del
chascarrillo, es interesante como Nichols
evidenció una categoría de cine documental que
años más tarde explotaría y que hoy hibrida y
alterna con frecuencia con otras modalidades
gracias a la llegada del digital como soporte
audiovisual imperante.

El documental reflexivo es entonces el que pone


de manifiesto una propia reflexión sobre el
quehacer documental, sobre el formato, los
modos de producción, los límites de la
construcción y las propias formas de la
representación en el campo de la no ficción. Esta
modalidad expone el proceso de creación en sí
mismo de una película y las tensiones que
siempre se articulan en torno al vínculo del
documental con la realidad y la puesta en
escena.

Esta idea, omnipresente en el denominado cine


en primera persona que tan bien describiera
Pablo Piedras en su libro, implica una
autoconsciencia del cineasta en su rol como tal y
un nivel de exposición como sujeto actante
mucho más importante. En algún punto, los
documentales reflexivos son interesantes en la
medida en la que la reflexión propuesta y quien la
reflexiona lo sean. Es el caso del español León
Siminiani y sus dos películas, Mapa (2012) y
Apuntes para una película de atracos (2018).

Hacía mucho tiempo que quería ver Mapa.


Llegué a ella gracias a Letterboxd y su póster en
el perfil de un crítico uruguayo que la tenía
dentro de sus películas favoritas. A ese crítico
había llegado a su vez por intercambio sobre el
cine de Jonás Trueba. Ustedes saben cómo es
esto, yo lo siento nombrar a Jonás y desenfundo
la vincha al mejor estilo Mariano de la Canal. Si
saben cómo me pongo, para qué me invitan. El
asunto es que había varios elementos que me
hacían suponer que Mapa estaba conectada de
alguna manera con el cine de Trueba Jr., en
particular con la película que homenajea esta
columna.

Después de mucho buscar por medios non


sanctos, terminé encontrando la película en
Filmin, una gran plataforma española que vale un
ojo de la cara en este devaluado país, pero de la
cual conseguí un usuario prestado. Si les cuento
toda esta perorata es porque probablemente no
exista otra forma de poder ver Mapa, nadie debe
haber hecho el esfuerzo de piratearla, y porque
vale cualquier euro y más que haya que gastar
para poder visionarla. Es uno de los mejores
documentales que haya visto en mucho tiempo,
repleto de recursos cinematográficos y que
aborda prácticamente toda modalidad conocida
para hacer cine de no ficción.

La película comienza con las imágenes de un


viaje que Siminiani realizó con su novia Ainhoa al
desierto. Al regreso, según lo que cuenta el
realizador, una conversación los llevó a
diferencias irreconciliables en la pareja y a la
separación. Ese fue el disparador para que el
realizador abandonara su carrera en el mundo de
la televisión española y se decidiera a hacer su
primera película a partir de la realización de un
viaje. El destino: la India.

De ahí en más Siminiani hace muchísimas cosas.


Cuestiona su discurso, su mirada
europrogresista, la obtención de las imágenes y
su uso textual en el marco de un discurso
cinematográfico. Piensa y repiensa como contar
lo que le pasa con una honestidad brutal.
Requiere mucha valentía animarse a abrirse del
modo en el que lo hace. La película muta, cambia
todo el tiempo, incluso en su desenlace. Una
verdadera maravilla, que además me llegó en un
momento justo de esta cuarentena del horror.

MAPA - Tráiler

Pero, no contento con todo esto, el realizador va


un paso más allá en su segunda película Apuntes
para una película de atracos y entra en un
terreno donde la reflexión ya incluye el falso
documental, la escenificación de ficción y toda
una serie de elementos que hacen pensar a F de
falso como una película menor. Esto último
puede ser una exageración, es verdad, pero les
estoy vendiendo la película, viejo. Síganme la
corriente.

Apuntes para una película de atracos es desde lo


espiritual y lo argumental una secuela de Mapa.
Siminiani vuelve a ponerse en primera persona,
nos cuenta algo más de su vida luego de su
primer film, esto incluye algunos aspectos
reveladores vinculados a su vida sentimental, y
decide narrar la amistad que va generando a lo
largo de unos años con un ladrón de bancos que
está en la cárcel, con la excusa de conocer todo
sobre los atracos y poder pensar una propia
película. El resultado también es un documental
hermoso, que tensiona muchísimo con el cine de
ficción y que muestra cómo cuando se abordan
bien esas zonas fronterizas el cine todavía es un
espacio fresco y vital con posibilidades
expresivas infinitas.

Apuntes para una película d…

Este film está en Netflix, así que es mucho más


fácil de encontrar. Como addenda les cuento que
hay una serie documental, mucho más clásica,
pero con algunos elementos muy interesantes,
que Siminiani realizó para Netflix. Se llama El
caso Alcasser y cuenta la investigación sobre la
muerte de unas adolescentes cerca de Valencia
a comienzos de los 90.

Ah, y si ustedes se preguntaban cuál era el


vínculo entre la película de Jonás y Mapa, lleguen
al final, miren los agradecimientos y van a
entender todo.

¿Qué estoy leyendo? La representación de la


realidad, de Bill Nichols

Bueno como no podía ser de otra forma había


que mencionar al querido Bill Nichols. Como yo
no terminé las materias de documentalista
comprometido con la realidad social, quizá ahora
“los que saben” lo estén puteando. Por ahí ya lo
putearon y ahora lo volvieron a querer. Vaya uno
a saber, son gente rara estos muchachos.

Sea como sea, es innegable el valor del trabajo


de Bill Nichols y su esfuerzo por desarrollar una
nueva teoría del cine documental que estuviera
más actualizada a lo que en su momento fueron
las ideas de Grierson y luego Rabiger.

Este libro (aquí en PDF) y su otro opus,


Introducción al cine documental, son estudiados
en todo el mundo, pero también creo que la
mayoría que los conocen no los han leído por
completo. Esto es muy habitual en el mundo de
la formación cinematográfica: se habla de
películas que no se vieron y de libros que no se
leyeron.

Se los recomiendo para quienes gusten de esta


forma cinematográfica, así como también
aprovecho para recordar este gran artículo que
escribió Néstor Fonte sobre el contrato de
confianza entre el espectador y el
documentalista, quizá el único elemento más o
menos reconocible que diferencie hoy por hoy al
cine de ficción de la no ficción o documental.

Y bueno, eso fue todo. Recuerden que si estaban


dispuestos a tomar lavandina con la vacuna rusa
tienen que decir venga el líquido, como el
querido Homero.

Nos vemos la semana que viene.

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