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Vacunas obligatorias.

Artículo original publicado el 14 de octubre de 2012


October 31st, 2022859 vistas
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Luis Miguel Benito de Benito

Ante el comienzo de la campaña de vacunación, vuelve a abrirse el debate sobre la


necesidad de "forzar" a las personas a que se vacunen o dejar ese acto al arbitrio de cada
uno. Recientemente leíamos el siguiente titular "La obligatoriedad de vacunar de la
gripe a los profesionales sanitarios en el centro del debate de un grupo de expertos".
Porque resulta polémico, merece un análisis de esta entrada de blog.

Entre los expertos del debate, patrocinado como no podía ser de otro modo por una
conocida empresa farmacéutica dedicada a la elaboración de vacunas, algunos opinaban
que "vacunar de la gripe a los profesionales sanitarios impide que estos contagien a sus
pacientes, lo que redunda en un mejor control de la enfermedad, un menor gasto
sanitario y un absentismo laboral más reducido". Asimismo se aportó la cifra de que
sólo el 16% de los médicos y el 11% de los enfermeros se vacunan en España.

Alarmados por el descenso de gasto en vacunas en España del 1,5% al 0,9% actual, se
apela a la responsabilidad del profesional en el uso de las vacunas, empezando por
dar ejemplo, pues, tal como expresó el director general de Atención Primaria de la
Comunidad de Madrid, los médicos que se vacunan tienen tres veces más éxito de
conseguir que sus pacientes también lo hagan.

Cuando se analizan los motivos por los que el personal sanitario decide no vacunarse (y
hablamos del 85% de los profesionales), los expertos del debate alegaban pereza,
desidia, desconfianza y hasta miedo a las agujas. La pereza, la desidia y el miedo a las
agujas puede ser común a todos los mortales pero la desconfianza ¿es igual si se
presenta entre los médicos que en el resto de la población? Dicho de otro modo, ¿qué
motivos puede tener un médico para recelar de las vacunas?

La idea general que se tiene de una vacuna es de que se trata de un producto


inocuo (o escasamente inocuo) que se inyecta a un individuo para "enseñar" a su
sistema inmunológico a fin de que aprenda a defenderse frente a infecciones que
pueden ser graves. Ante a la amenaza de una agresiva pandemia de gripe A en 2009, se
alertó a la población de que podía haber miles de muertos si no "educábamos" nuestro
sistema inmunológico frente a ese virus tan letal. Así se arengaba a la población para
que se vacunase. La gestión de vacunación de aquella supuesta pandemia de gripe A
que llevó a la adquisición de una gran cantidad de vacunas (que caducaron sin
utilizarse) deja entrever que a lo mejor hubo intereses comerciales más que sanitarios,
por más que las autoridades sanitarias se enroquen en que se hizo lo que había que
hacer. ¿Cuál es el coste de la vacunación? ¿Cuáles son sus riesgos? ¿Qué se previene y
en qué medida se logra prevenir? ¿Cuánto vale lo que se logra prevenir? ¿Cuál es, en
definitiva, la diferencia entre vacunar o no vacunar?
Pero a la vista de que aparte de lo sanitario hay también intereses comerciales, el recelo
puede venir de sopesar qué hay detrás del interés de las autoridades sanitarias por
recomendar tal o cual vacuna. Sabemos que la veleidad de los políticos ha llevado a
que el calendario vacunal en cada comunidad autónoma sea de lo más variopinto. No
sólo en las vacunas que se administran sino también en las pautas de vacunación, la
torre de Babel se desarrolló al grito de a ver quién da más, porque si tú pones una
pentavalente, ahí estoy yo como no podía de ser de otro modo, con mi heptavalente, que
no me achico. Y orlando el calendario vacunal obligatorio, todo un cortejo de vacunas
optativas a la carta. Que no, no son inocuas. Recientemente se ha vuelto a notificar otro
caso de muerte en una joven que recibió la vacuna contra el papilomavirus (habrá que
ver si guarda relación el fallecimiento con la vacuna) aunque la mejor vacuna contra el
papilomavirus -no está de más recordarlo- es evitar la promiscuidad.

Existe un grupo creciente de médicos y de ciudadanos que empiezan a sospechar


que detrás de tanto empeño de las autoridades sanitarias por fomentar la
vacunación existen no sólo intereses comerciales sino un perverso propósito de
inocular sustancias que adormecen o mutilan la respuesta inmunológica natural.
Hay quien achaca el incremento de los casos de alergias a la proliferación de las
vacunas e incluso quien ve tras el empeño por hacer obligatoria la vacunación una
conspiración de lento pero progresivo envenenamiento mundial. Algunos padres
convencidos de esto entran en litigio con las autoridades sanitarias porque no llevan a
sus hijos a ponerse las vacunas preceptivas con arreglo al calendario vacunal. ¿Qué debe
prevalecer en estos casos?

Según decían en la reunión de expertos, no es posible de forma clara y directa obligar a


ningún profesional a vacunarse, aunque había quien se mostraba partidario de sancionar
a un médico que, estando con gripe, atendiese un paciente. Lo sensato es que si uno
padece una enfermedad infecto-contagiosa se quede en casa y no vaya a trabajar para no
contagiar a nadie. No soy reacio por sistema a las vacunas: algunos años me he
vacunado y otros no. Recelo de lo que es por imposición, por obligación. Por ello la
posibilidad de que llegue un día en que me obliguen como médico a vacunarme,
alimenta la hipótesis de la conspiración mundial.

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