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RENÉ FAVALORO”
Política y Ciudadanía – 5°
Matices y tradiciones
Más allá de referirnos a cosas ligeramente diferentes, cuando empleamos uno u otro
sentido estamos inscribiéndonos en dos tradiciones teóricas diferentes. Es decir, que
cada sentido tiene también su propia historia de pensadores y de acontecimientos, que
vamos a analizar en las próximas páginas.
Es así, como se puede conformar una democracia directa, donde el pueblo es quien toma
todas las decisiones ejecutivas y legislativas, o la democracia representativa, donde le
pueblo por medio de votación popular escoge las autoridades que representarán a la
ciudadanía, en la toma de decisiones.
Hoy en día, la gran mayoría de los sistemas democráticos, funcionan por medio de la
representación; podemos imaginar lo complicado que sería de otra manera, con la
población actual de los países.
Dentro de la democracia, quienes tienen el beneplácito, para ostentar los cargos públicos,
son los integrantes de los poderes políticos. Es así, como los partidos políticos, son
quienes potencian y fortalecen a la democracia. Por medio de su actuar y la alimentación
de participantes, quienes escogerán por medio de las distintas elecciones, los cargos de
los poderes ejecutivos y legislativos, en la mayoría de las naciones democráticas. Aún
cuando, en algunas de ellas, la ciudadanía, también puede escoger a ciertos integrantes
del poder judicial.
Es así, como la separación de los poderes del Estado, es uno de los pilares
fundamentales de toda democracia. Cada uno de ellos es independiente y existe un
control constante de uno sobre el otro. Aquello redunda en un control sobre el actuar de
los mismos y evitar casos de corrupción o ilegalidades de los mismos; lamentablemente,
en algunos casos estos poderes se coluden y la corrupción se hace generalizada, como
aún vemos en algunos países, sobre todo en aquellos que se encuentran en vías de
desarrollo.
Esto se da, gracias al reducido tamaño de las polis, con lo cual, la población al mismo
tiempo era pequeña. Es así, como todos los ciudadanos hombres libres, podían participar
de la Asamblea. De aquella manera, cada uno de ellos, de manera alternada, podía
ocupar uno de los puestos burocráticos de esta asamblea. Por lo mismo, que este sistema
de gobierno, no era representativo, sino que se actuaba, por medio de democracia
directa. Frente a cada una de las decisiones, la mayoría votante, era la que decidía sobre
las distintas materias.
Con respecto a la cultura romana, esta poseía un sistema democrático, pero de índole
representativo. Al menos en los cargos del ejecutivo. Ya que el poder legislativo, estaba
constituido, por los Senadores, quienes no eran electos. Asimismo, muchos de los cargos
públicos, eran escogidos a través de una elección directa. Quienes votaban en un
principio, eran los ciudadanos con derechos; de manera posterior, pudo votar el vulgo.
Para 1688, en Inglaterra, triunfa la democracia, por medio de del principio de libertad de
discusión, la cual era ejercida principalmente por el Parlamento. Así, se constituía
definitivamente, una monarquía parlamentaria.
Así, para el siglo XVIII, muchos filósofos europeos, consideraban a la democracia, como
la posibilidad del pueblo, de escoger el gobierno imperante. La revolución norteamericana
en 1776 y la revolución francesa en 1789, conllevó la expansión definitiva, de las ideas
libertarias y el establecimiento, de la cultura democrática, en todo occidente. Situaciones
que marcaron profundamente, los destinos políticos de varias naciones en el siglo XIX.
Dentro de toda democracia que se afane de serlo, debe de existir una carta magna o
Constitución. La cual será la ley madre, por la cual todas las leyes de la nación, se
deberán normar y subordinar.
Dentro de toda Constitución, se establecerán las normas por las cuales se elegirán a las
autoridades del país, y cómo estas deben de actuar, frente a sus cargos. Asimismo sus
atribuciones y limitaciones constitucionales, estarán escritas de manera explícita.
La democracia como forma de gobierno fue creada por los antiguos griegos en
la polis ateniense, a partir de las reformas establecidas por el legislador Solón. Éste
dividió la ciudad de Atenas en barrios, a los que llamó demos, y estableció que todos los
varones adultos -pobres o ricos- que formasen parte de un demos podían participar de las
asambleas, donde se decidirían las leyes.
Ésta es la democracia que define Aristóteles (aprox. 330 a. C.), el más grande filósofo de
la Antigüedad. Para él, la democracia es el gobierno que no reconoce diferencias entre los
individuos -ni de sangre, ni de clase social, ni de creencia o educación, etc.- para
participar del gobierno y ejercer sus derechos de ciudadanía.
Por eso, desde el punto de vista político, la democracia se define como el gobierno del
pueblo o de la mayoría. También es el gobierno de los hombres libres, entendiendo
como tales a todos aquellos que participan del gobierno. Por extensión, es el gobierno de
los iguales, pues es la primera forma de gobierno en la que el poder político no
pertenece a una minoría sino a todos, sin importar sus diferencias, a través de la
alternancia en el ejercicio de los cargos.
"Democracia" puede significar algo diferente a una forma de gobierno si nos referimos a
una sociedad democrática.
La sociedad democrática, o igualitaria, fue desconocida en la Antigüedad y es un
fenómeno específicamente moderno. El político y ensayista francés Alexis de Tocqueville
fue el primero en usar el adjetivo "democrático" para denominar no una forma de gobierno
sino un estado social, es decir, un conjunto de relaciones sociales, del que derivan las
costumbres, creencias, opiniones, y las instituciones de un pueblo.
Para Tocqueville, democracia es ante todo la forma de sociedad que surge de la pasión
igualitaria, es decir, de la voluntad de los hombres de ser iguales, de tal manera que toda
diferencia -de cualquier orden: político, económico, de ideas, de opiniones, etc.- resulte
insoportable, inmoral e injusta.
Al mismo tiempo, Tocqueville dice que igualdad y desigualdad son fenómenos sociales
que se refieren a la forma en que la sociedad condiciona a los individuos e influye en sus
relaciones mutuas, agrupamientos y divisiones. Libertad y despotismo son, en cambio,
fenómenos políticos: tienen que ver con la forma que los individuos con sus acciones
imprimen al régimen (leyes e instituciones) de su vida en común.
Para responder a esta pregunta, nos referiremos a dos teorías muy diferentes y, a la vez,
muy originales en su manera de pensar la relación entre la forma democrática de gobierno
y las características democráticas de la sociedad moderna.
Bibliografía comentada
Notas
Forma de gobierno
La tipología clásica de las formas de gobierno fue elaborada por primera vez por los
antiguos griegos. Aristóteles, en el libro III de Política, explica que las variedades de
formas de gobierno se pueden deducir a partir del conocimiento de quién es el sujeto de
la autoridad política (un hombre, pocos hombres, muchos hombres), y del modo en que
este sujeto ejerce el poder de mando (las dos formas del régimen: libre, cuando el
gobierno se orienta al bien común; o despótica, cuando el gobierno se ejerce a favor del
gobernante). Así, surgen las seis formas clásicas de gobierno, que son: la monarquía, y
su variante despótica, la tiranía; la aristocracia, y su forma corrupta, la oligarquía; y la
república, con su forma viciosa, la demagogia. Pero más tarde, en el libro VI, Aristóteles
reduce estas seis formas a dos: el gobierno de los pocos, o aristocracia, y el gobierno de
los muchos, o democracia. Si ambos grupos gobiernan juntos, y participan por igual en el
poder, surge una forma mixta, la república.
Aristóteles
Igualdad de condiciones
"Entre las cosas nuevas que durante mi estancia en los Estados Unidos llamaron mi
atención, ninguna me sorprendió tanto como la igualdad de condiciones. Sin dificultad
descubrí la prodigiosa influencia que este primer hecho ejerce sobre la marcha de la
sociedad, pues da a la opinión pública una cierta dirección, un determinado giro a las
leyes, máximas nuevas a los gobernantes y costumbres peculiares a los gobernados.
Pronto observé que ese mismo hecho extiende su influencia mucho más allá de las
costumbres políticas y de las leyes, y que su predominio sobre la sociedad civil no es
menor que el que ejerce sobre el gobierno, pues crea opiniones, engendra sentimientos,
sugiere usos y modifica todo lo que él no produce.
Así pues, a medida que estudiaba la sociedad americana, percibía cada vez más, en la
igualdad de condiciones, el hecho generador del que parecía derivarse cada hecho
particular, hallándolo ante mí una y otra vez, como un punto de atracción hacia el que
convergían todas mis observaciones.
Trasladé entonces mi pensamiento hacia nuestro hemisferio y me pareció percibir en él
algo análogo al espectáculo que me ofrecía el Nuevo Mundo. Vi que la igualdad de
condiciones, sin haber alcanzado como en los Estados Unidos sus límites extremos, se
acercaba a ellos cada vez más, y me pareció que la misma democracia que reinaba sobre
las sociedades americanas avanzaba rápidamente hacia el poder en Europa.
Desde ese momento concebí la idea de este libro.
Una gran revolución democrática se está operando entre nosotros. Todos la ven, mas no
todos la juzgan de la misma manera. Unos la consideran como una cosa nueva, y
tomándola por un accidente, esperan poder detenerla todavía; mientras que otros la
juzgan irresistible, por parecerles el hecho más ininterrumpido, más antiguo y más
permanente que se conoce en la historia."
Despotismo democrático
Libertad política
Poliarquía
Más concretamente, diremos que la poliarquía es un orden político que se singulariza por
la presencia de siete instituciones, todas las cuales deben estar presentes para que sea
posible clasificar a un gobierno como poliárquico.
NOTAS:
Los países del mundo pueden ordenarse, en verdad, según el grado en que esté
presente en ellos, en un sentido realista, cada una de estas instituciones.
Consecuentemente, éstas pueden servir como criterio para decidir cuáles son los
países gobernados por una poliarquía en la actualidad o en el pasado.
Una Constitución es la norma que fija los principios básicos de convivencia en un Estado.
La Constitución de un país democrático debe tener un contenido particular que contemple:
• un amplio catálogo de los derechos de los ciudadanos,
• la organización de un gobierno compuesto por poderes separados,
• el acceso al poder sólo a través del voto de la ciudadanía,
• la periodicidad en el poder, es decir, que se puede ocupar sólo durante un lapso
determinado,
• la independencia del poder judicial de los otros poderes,
• la publicidad de los actos de los tres poderes, de manera que puedan ser conocidos por
todos los ciudadanos,
• la libertad de la oposición al gobierno para expresar sus ideas.
Todos estos contenidos tienen por finalidad asegurar la libertad y la dignidad de las
personas. Sólo una Constitución que presente todas estas estipulaciones, es una
Constitución democrática.
Propuesta
Regímenes políticos
1880-1916 oligárquico o conservador
1916-1930 democracia
1943-1946 dictadura
1946-1955 democracia
1955-1958 dictadura
1958-1966 semidemocracia
1966-1973 dictadura
1973-1976 democracia
1976-1983 dictadura
1983-....... democracia
En los cien años que median entre 1880 y 1983, el principio de la soberanía popular sólo
rigió plenamente durante aproximadamente unos veinticinco años. Nos preguntamos
entonces, ¿qué otros principios, distintos de los establecidos en la Constitución, rigieron el
acceso al poder?, ¿quiénes elegían si no lo hacían los ciudadanos?, ¿entre qué grupos se
reclutaban los gobernantes?, ¿quiénes accedían al poder político?, ¿cómo se mantenían
en el mismo?, ¿cómo justificaban su estancia en el poder?, por último, ¿cuál fue la actitud
de la ciudadanía frente al avasallamiento de sus derechos?
Si tomamos como ejemplo el período 1880-1916 podremos observar que bajo la fachada
de un régimen democrático se escondía otro tipo de régimen político bien diferente. El
llamado a elecciones y la renovación de autoridades se cumplía en los plazos
establecidos por la Constitución, pero en realidad la voluntad popular no contaba, ni
existían espacios para las oposiciones políticas, que eran consideradas peligrosas para el
orden establecido.
Muchas son las preguntas que ustedes mismos se pueden realizar para guiarse en la
comprensión de los contenidos. A continuación, estos son ejemplos de algunos
interrogantes y conceptos que los guíen en la reflexión.
¿Cómo se accedía entonces al poder?
No por el voto popular, falseado permanentemente por distintos mecanismos de fraude y
por la violencia política, sino a través de la elección de los funcionarios entrantes por parte
de los salientes. Se trataba de un sistema que fue conceptualizado como de "hegemonía
gubernamental" o de "gobiernos electores" en el que algunos miembros del sistema
político, como el presidente saliente, algunos ex presidentes, senadores y gobernadores,
jugaban un rol clave en las designaciones.
¿Quiénes accedían al poder?
Una minoría que se agrupaba en torno al Partido Autonomista Nacional, perteneciente a
las familias más ricas del país y que iba rotando por los puestos clave de la estructura
político-administrativa del Estado nacional.
¿Cómo justificaba esta elite el monopolio del poder?
Por un lado, consideraba que su supremacía política derivaba de ser (o proclamarse)
heredera de los "padres fundadores de la nacionalidad". Y, además, sus integrantes
creían estar dotados por la naturaleza de competencias y atributos especiales para
gobernar que el resto de la población no poseía.
¿Cuál fue la actitud de la ciudadanía?
El régimen que muchos caracterizan como oligárquico comenzó a ser cuestionado desde
1890. El país se transformaba con la llegada de millones de inmigrantes europeos y la
expansión de la economía agroexportadora. Desde principios del siglo XX, a medida que
la gran masa inmigratoria se iba integrando a la nueva sociedad, y que sus hijos
argentinos iban ascendiendo en la escala social, crecieron los cuestionamientos políticos
y las demandas democratizadoras. También se fortaleció el partido que desde 1891
levantaba como estandartes los principios democráticos: la Unión Cívica Radical. La
acción de estas fuerzas sociopolíticas forzó en 1912 la sanción de la Ley de reforma
electoral o Ley Sáenz Peña, fenómeno que marcó el comienzo de la primera experiencia
democrática de la historia argentina.