muy travieso que se dedicaba el día a hacer diabluras en el colegio, a reír y burlarse de sus demás compañeros de salón y amigos, pero un día recibe una gran lección y de pronto entiende porque debe respetar a los demás y tratarlos bien. Había una vez un niño llamado Pedro que no pensaba en los demás. Un día mientras Pedro jugaba con sus compañeros de escuela, cogió una piedra y lo lanzó hacia sus compañeros.
La piedra golpeo en la oreja a Jorge su compañero de
salón, le salió mucha sangre. Cuando las maestras vieron lo que había pasado, se pusieron inmediatamente a ayudar a Jorge.
Lo único que hizo Pedro fue reír de ellos.
Una mañana de sábado mientras Pedro pica daba un paseo por el campo y se trepo de un árbol para comer un poco de frutos que estaban en la cima de un árbol sin percibir el peligro, al bajar Pedro pierde el equilibrio y se resbala Pedro acabo hiriéndose una pierna.
Intento levantarse pero le provocaba mucho dolor.
Se sentó bajo el árbol y lloro desconsoladamente, mientras
el dolor seguía. Cansado de esperar que alguien pasara, Pedro decidió levantarse cogiendo un palo como bastón para buscar ayuda. Mientras caminaba lentamente se encontró a unos vecinos que el molestaba echándoles agua y casi ahogo a uno por sus constantes abusos y bromas.
Al verlos, les grito
- Por favor. Ayúdenme no puedo caminar bien me duele mucho la pierna. Y reconociendo a Pedro los niños dijeron:
- No te vamos a ayudar porque
lanzaste a Gilberto al rio y casi se ahogo, aparte de eso pablo se enfermo de gripe por el frio que cogió cuando lo mojaste. Tienes que aprender a no herir, ni burlarte de los demás.
El pobre Pedro, entristecido, bajo la cabeza siguió en el
camino lentamente en busca de ayuda. Mientras caminaba se encontró algunos de sus compañeros de la escuela. Les pidió ayuda pero ellos tampoco quisieron ayudarle porque estaban enojados por lo que le había hecho a Jorge. Y una vez más Pedro bajo la cabeza y siguió el camino para buscar ayuda.
Caminar le provocaba mucho dolor.
Mientras todo eso sucedía. Había
un anciano que trabaja por ahí y viendo todo lo que ocurría. De pronto, el anciano que se llamaba Justino, dejo lo que estaba haciendo y se paro frente a Pedro. Y le dijo:
Ya ves Pedro, siempre has lastimado a los demás y ,
como si eso fuera poco, te burlabas de ellos. Por eso ahora nadie te quiere ayudar. Pero yo que todo lo he visto, estoy dispuesto a ayudarte si aprendes y cumples dos grandes reglas de la vida.
Y le contesto Pedro, llorando:
- Si, hare todo lo que me diga anciano, pero por favor, ayúdame ya no puedo caminar mas. Y Justino le dijo: Bien, las reglas son estas: La primera que no lastimaras a los demás, y la segunda es que ayudaras a los demás así te ayudaran cuando más lo necesites. Dichas las reglas. Justino ayudo a Pedro llevándolo a un hospital para curar sus heridas.
Y a partir de ese día se dice que Pedro aprendió la
lección de no molestar a los demás, respetar a sus compañeros y normas de un buen trato hacia los demás.