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Miguel María Grau Seminario 

(Piura, 27 de julio de 1834-Punta
Angamos, Mejillones; 8 de octubre de 1879) fue
un marino militar y político peruano, y póstumo gran almirante de la Marina de
Guerra del Perú. Durante la guerra del Pacífico, comandó el monitor Huáscar y
mantuvo a raya a la escuadra chilena durante seis meses, sucumbiendo
finalmente de manera heroica en el combate naval de Angamos, enfrentado a
fuerzas muy superiores. Es considerado el «héroe máximo del Perú». Su
generosidad para con el enemigo en el campo de batalla le valió el apelativo de
«Caballero de los mares» y su posterior declaración como precursor
del derecho internacional humanitario por el Congreso de la República del
Perú.1 Tras un concurso fue ganador del título de «El peruano del milenio».2
Fue parte de la familia Seminario de gran importancia histórica en el
departamento de Piura durante el siglo XIX.3
Fue hijo del coronel grancolombiano (nacionalizado peruano) Juan Manuel
Grau Berrío y de la dama peruana Luisa Seminario del Castillo. Nació en Piura,
pero fue en el puerto de Paita donde vivió gran parte de su infancia y donde
forjó su vocación marinera. A los nueve años de edad se embarcó como
aprendiz de grumete en el buque mercante Tescua. Durante diez años navegó
en distintas naves y recorrió diferentes puertos de Asia, Estados
Unidos y Europa.
En 1854, ingresó a la Marina de Guerra del Perú como guardiamarina. En
1856, con el grado de alférez de fragata, pasó a servir a bordo de la
fragata Apurímac, integrándose plenamente al cuerpo de oficiales de la marina.
Se sumó a la revolución conservadora de Manuel Ignacio de Vivanco y
participó en el ataque al Callao de 1857.
Derrotada la revolución vivanquista en 1858, Grau fue expulsado de la Armada,
por lo que debió volver a la marina mercante. En 1863 se proclamó la Ley de
Amnistía para los oficiales y miembros del ejército y de la marina, que
participaron en la revolución vivanquista de 1858. Grau presentó su solicitud de
readmisión, y fue readmitido al servicio naval como teniente segundo. Poco
después, ya como teniente primero, fue enviado a Inglaterra, comisionado para
negociar la compra de unidades navales y supervisar la construcción de las
mismas. Ya de regreso al Perú, se sumó a la revolución
restauradora de Mariano Ignacio Prado, y fue ascendido a capitán de
fragata (1865). Durante la guerra contra España, actuó en el combate de
Abtao, al mando de la corbeta Unión (1866).
Se hallaba en Valparaíso, con la escuadra peruana, cuando, junto con otros
marinos, protestó contra la decisión del gobierno peruano de contratar al
comodoro estadounidense John R. Tucker como comandante de la armada
peruana en una proyectada expedición naval para liberar a Filipinas de la
dominación española. Acusado de insubordinación, fue confinado en la isla San
Lorenzo, donde fue sometido a juicio, para finalmente ser declarado inocente.
Por tercera vez, regresó a la marina mercante, laborando para una compañía
inglesa (1867). Ese mismo año se casó con la dama limeña Dolores Cabero y
Núñez, de cuya unión nacieron diez hijos.
A principios de 1868, fue reincorporado al servicio naval como comandante
del monitor Huáscar, siendo ascendido poco después al grado de capitán de
navío. Suscribió, junto con otros marinos, una proclama contra el golpe
revolucionario de los hermanos Gutiérrez (1872).
En 1873, al mando del Huáscar, realizó un crucero por el sur peruano y el litoral
boliviano, al ocurrir la amenaza de un conflicto armado entre Chile y Bolivia por
cuestiones territoriales. En 1874 fue comandante de la Escuadra de
Evoluciones, recorriendo el litoral peruano entre el Callao e Iquique, y
colaborando en la debelación de la intentona golpista del caudillo Nicolás de
Piérola.
En 1875, fue elegido diputado por la provincia de Paita, por el Partido Civil,
labor parlamentaria que interrumpió temporalmente para ejercer la
Comandancia General de Marina, entre 1877 y 1878. En tal calidad, elevó
al Congreso Nacional un pormenorizado informe sobre el estado deficiente de
los buques de guerra y las carencias de la Marina, formulando juicios que
fueron una verdadera advertencia, un año antes del estallido de la guerra con
Chile.
Al estallar la Guerra del Pacífico, el 5 de abril de 1879, Grau retomó el mando
del Huáscar, en detrimento de la fragata blindada "Independencia", que era por
entonces el buque insignia de la Armada Nacional peruana, por considerársele
como un buque de guerra con mayor poder de fuego del Perú. Miguel Grau fue
nombrado jefe de la primera división naval, iniciando su campaña en el mes de
mayo. Durante los cinco meses siguientes, desarrolló una intensa actividad,
manteniendo en jaque a la flota chilena. Ganó el combate naval de Iquique del
21 de mayo de 1879, hundiendo a la corbeta Esmeralda y se ganó el respeto
unánime por su acción humanitaria de rescatar a los náufragos chilenos.
En los meses siguientes, Grau realizó varias incursiones en aguas controladas
por Chile, atacando por sorpresa y hostilizando las líneas de comunicación
chilenas, bombardeando las instalaciones militares de sus puertos firmes. Fue
ascendido a la alta clase de contralmirante, reclinado este alto honor, porque
dicho cargo le alejaría del combate y de la defensa de su patria, al tener que
dirigir las acciones navales desde los despachos, Miguel Grau continuó con su
grado de Capitán de Navío hasta su inmolación en el Combate de Angamos.
Así el 8 de octubre de 1879, estando frente a Punta Angamos, el Huáscar fue
cercado por dos divisiones enemigas, trabándose un desigual combate. Grau
murió en los primeros minutos de la lucha, por efectos de una granada
disparada por el acorazado Cochrane, que destrozó su cuerpo. Sus oficiales y
marineros continuaron la lucha, hasta que resultaron muertos o puestos fuera
de combate. Solo con la eliminación de Grau y el Huáscar, que había actuado
como una verdadera muralla móvil del Perú, los chilenos pudieron iniciar la
campaña terrestre.
Sus restos, inicialmente enterrados en Santiago de Chile, fueron repatriados en
1890 y trasladados a la Cripta de los Héroes en 1908. En 1946 fue ascendido
póstumamente al grado de almirante. En su calidad de exdiputado, conserva
una curul permanente en el Congreso de la República del Perú.

Primeros años[editar]
Nacimiento[editar]
Los padres de Miguel Grau
Juan Manuel Grau Berrío

Luisa Seminario del Castillo

Miguel María Grau Seminario nació en la ciudad de San Miguel de Piura, en


una casona de la calle Mercaderes, hoy Tacna N.º 662. Fue bautizado el 3 de
septiembre de 1834, en la parroquia de San Miguel, por el presbítero Santiago
Angeldonis, siendo sus padrinos Manuel Ansoátegui y Rafaela Angeldonis. Su
partida fue asentada con el número 953, en el libro respectivo. Consta en dicho
documento que al momento de su bautizo era de «un mes y siete días de
nacido», por lo que se ha determinado que su nacimiento fue el 27 de julio de
1834.45n 1
Sin embargo, en la ciudad portuaria de Paita está muy arraigada la creencia de
que el nacimiento de Miguel Grau se produjo en dicho puerto, aunque solo se
ha dado como sustento una serie de indicios dispersos y especulativos, mas
nunca un documento probatorio. También se ha postulado a Sullana como otro
presunto lugar de su nacimiento.6 Los defensores de Paita como la cuna del
héroe, dicen, por ejemplo, que la partida de bautismo solo corrobora el lugar
donde fue bautizado, mas no el de su nacimiento; que Grau fue elegido
diputado por la provincia de Paita, y no por la de Piura; y que, cuando Grau, en
su foja de servicios o en su partida de matrimonio, anota haber nacido en Piura,
suponen que solo está aludiendo al departamento, mas no a la ciudad; entre
otras especulaciones de ese talante.7 En respuesta, el historiador Miguel
Seminario Ojeda señala que, de haber nacido en Paita o en Sullana, en su
partida de bautismo debió figurar la cláusula ex licencia parroquia (es decir
bautizado con licencia de su parroquia, sea la de Paita o la de Sullana, según
el caso).8 Además, este mismo historiador, investigando en los archivos, ubicó
el censo realizado en Piura en 1840, donde aparece registrada la familia Grau
(el padre y sus cuatro hijos), donde Miguel figura con el número 228, y como
nacido en la ciudad de Piura.9 En cuanto a la diputación por la provincia de
Paita (que Grau ganó en 1876), se debe señalar que, de acuerdo a
la Constitución vigente entonces (la de 1860, artículo 47), no era requisito
obligatorio que el candidato hubiera nacido en la provincia a la que postulaba,
sino que bastaba con ser del departamento en general (en este caso, el
de Piura, erigido en 1861).10 Se entiende, ciertamente, el afecto que Grau tenía
por Paita, ya que fue en ese puerto donde forjó su vocación de marino, lo que
marcaría toda su existencia.11
Fueron sus padres el teniente coronel grancolombiano (más tarde
nacionalizado peruano) Juan Manuel Grau Berrío, natural de Cartagena de
Indias, que llegó al Perú formando parte del ejército del Libertador Bolívar; y
María Luisa Seminario y del Castillo, piurana de nacimiento, hija del alcalde
provincial ordinario de Piura. Fue el tercero de cuatro hermanos; los mayores
se llamaban Enrique Federico y María Dolores Ruperta; y la menor, Ana
Joaquina Jerónima del Rosario.12 La unión de sus padres era extramarital, pues
María Luisa estaba casada con el capitán colombiano Pío Díaz (que por
entonces se hallaba en su país de origen), con el que tuvo tres hijos legítimos:
Roberto, Emilio y Balbina.5 Hay que señalar que, en la partida de bautismo del
héroe no figura el nombre de María Luisa Seminario como el de su madre, sino
el de Josefa Castillo, lo que ha motivado algunas especulaciones sobre su
verdadera filiación; al respecto, se ha sugerido que Luisa Seminario debió usar
el nombre de Josefa Castillo para ocultar el suyo, pues deseaba mantener
encubierta su relación con Juan Manuel Grau. Siguiendo la costumbre de la
época, Miguel Grau nunca usó ni mencionó su segundo apellido (Seminario), y
solo aparece en su partida de matrimonio, cuando menciona a Luisa Seminario
como su madre (1867).13n 2
Por entonces, el Perú vivía una época de inestabilidad e intrigas políticas que
ocasionaban sublevaciones e intentos de golpe de Estado. El país acababa de
salir de la primera guerra civil de su historia republicana (enero-abril de 1834).
En 1836 se desató la guerra por el establecimiento de la Confederación Perú-
Boliviana, que encumbró al mariscal Andrés de Santa Cruz como protector de
dicha entidad geopolítica; y tras un breve periodo de calma, surgió las guerra
entre restauradores y confederados, que culminó con el triunfo de los primeros
en la batalla de Yungay (1839). Se produjo entonces la Restauración en el
Perú, asumiendo el poder el mariscal Agustín Gamarra.
Infancia[editar]
El puerto de Paita, a principios de la época republicana.

Al producirse la guerra entre Perú y Bolivia de 1841, el teniente coronel Juan


Manuel Grau Berrío (padre de Miguel Grau), entonces retirado del servicio y
dedicado al comercio, juzgó que debía retornar al ejército peruano para
defender a su segunda patria. Escribió a Lima a su viejo jefe y amigo, el
general Antonio Gutiérrez de la Fuente, ex vicepresidente del Perú. La
respuesta fue favorable y en julio de 1842, el padre de Grau se incorporó a la
secretaría de dicho general, quien lo destinó a Ayacucho.14
En junio de 1842 se celebró la paz con Bolivia, pero una vez más, en el Perú se
desató la guerra civil y la anarquía. En noviembre de 1842, el nuevo presidente
del Perú, general Francisco de Vidal, nombró a Juan Manuel Grau, vista de
aduana en Paita, puerto estrechamente ligado con la ciudad de Piura.15 Fue
pues, en 1842, cuando Miguel Grau empezó a vivir en Paita, junto con su padre
y sus tres hermanos, pero sin su madre, que permaneció en Piura:16
No es sencilla la vida de Juan Manuel Grau con sus hijos en el puerto de Paita, sobre
todo por la ausencia de la madre y la falta de un hogar con un ambiente propicio para
la formación de los niños. No tenemos mayor información sobre cómo transcurre la
vida cotidiana de esta familia incompleta en el puerto de Paita; en todo caso, puede
pensarse que el vínculo entre el padre y los hijos se fortalece, y específicamente la
relación afectiva entre el padre y Miguel... Desde otro ángulo, este tiempo sirve para
estimular en el niño Miguel las aptitudes para la vida marinera. Paita es un anuncio de
los asuntos del mar. La entrega de Grau a la marina, que abarca toda su existencia,
tiene en Paita su ambiente central y propicio.

La casa de los Grau estaba ubicada en la parte baja de la ciudad, que en ese
entonces contaba con poco más de 5000 habitantes, pero que ya había visto
nacer a grandes héroes peruanos como los hermanos Manuel y Raymundo
Cárcamo, que pelearon en el combate del Dos de Mayo.17 También es de
mencionar la familia de La Haza, de la que salieron muchos marinos
destacados (entre ellos, los hermanos José, Diego, Ciríaco, Manuel, Pedro
y Antonio de la Haza Rodríguez).18
Primeros contactos con el mar[editar]
Retrato de Miguel Grau.

En Paita la actividad marítima civil era grande. Todos los navíos que hacían el
tráfico entre Panamá y el Callao tocaban en su rada. Funcionaba en el puerto
la escuela náutica fundada por el presidente Agustín Gamarra en 1843,
destinada a formar a pilotos civiles. Al pequeño Miguel, que sólo tenía ocho
años, le fascinó la inmensidad del océano. Su vocación naval comenzó a
despertar a partir de ese momento.19
Miguel Grau siguió en Paita los primeros cursos de su formación escolar. El
muchacho, listo y resuelto, había sido educado con dureza por el padre para
conseguir con ello templar su carácter y acerar su voluntad.20
Atraído por la vida marítima, Miguel, que solo tenía nueve años, obtuvo en
marzo de 1843 el permiso paterno para embarcarse en el Tescua, un bergantín
de la marina civil dedicado al cabotaje entre Paita y otros puertos del litoral
peruano y de los países del norte hasta Panamá. El capitán del buque era
Manuel Francisco Herrera, compatriota y gran amigo de Juan Manuel Grau.
Fue el punto de partida de la carrera náutica de Miguel, pero se truncó
inesperadamente. El buque naufragó frente a la isla Gorgona y el aspirante a
grumete se salvó milagrosamente, debiendo retornar a la vida hogareña y
escolar en Paita.2021
En 1844, Grau consiguió nuevamente la autorización de su padre para
embarcarse. Esta vez quedó definitivamente enrumbada su carrera marina,
navegando en diferentes buques, a veces con transitorios retornos a la patria.22
En esos viajes recorrió todos los mares y los puertos más importantes del
mundo, viajando por el Extremo Oriente, Europa y Norteamérica, así como las
costas de Sudamérica en varias oportunidades.23 El mismo Grau ha dejado una
relación concisa de estos viajes, que se sucedieron entre marzo de 1843 y
agosto de 1853.2425
Durante los viajes que realizó en la marina mercante, Grau se adiestró en la
ciencia y el arte de la navegación26 y se inició en el conocimiento del idioma
inglés.27 Embarcado en Paita como aspirante a grumete en 1843, regresó al
Perú en 1853, convertido en piloto de primera. Tenía 19 años; había recorrido
durante diez años, en doce distintos buques, por varios y distantes rumbos,
aunque con breves intervalos de estadía en tierra.28

Sus años en la Marina de Guerra del Perú[editar]


Guardiamarina[editar]
Se instaló en Lima, con miras a ingresar a la Marina de Guerra del Perú. Su
hermano Enrique Grau Seminario, que también había servido en la marina
mercante, tenía la misma vocación. El padre pidió la incorporación de sus dos
hijos a la Marina, mediante solicitud firmada en Lima, el 18 de agosto de 1853,
dado que aquellos eran todavía menores de edad.29 Mientras tanto, Miguel se
inscribió como estudiante libre en el colegio del poeta Fernando Velarde, donde
estuvo hasta que se verificó su ingreso a la Marina,30 el mismo que se produjo
el 14 de marzo de 1854, en calidad de guardiamarina. Gobernaba entonces en
el Perú el general José Rufino Echenique.31
Por entonces, la Marina de Guerra del Perú se había incrementado y
profesionalizado, bajo el incentivo del presidente Ramón Castilla (primer
gobierno, 1845-1851), gobernante muy preocupado porque su país tuviera la
hegemonía marina en Sudamérica. La armada peruana contaba con su primer
buque a vapor, el Rímac, construido en Nueva York, de 1300 toneladas y
armado con cuatro cañones; la fragata Mercedes, los
bergantines Guise y Gamarra y las goletas Peruana y Héctor. Castilla adquirió
también la fragata Amazonas, de 1300 toneladas y 33 cañones, que llegó en el
gobierno de su sucesor, José Rufino Echenique (1851-1856). Este continuó la
política de fortalecimiento del poderío naval con la adquisición en Inglaterra de
la fragata mixta Apurímac y las goletas Loa y Tumbes.32

Casa de Grau en Lima.

El guardiamarina Grau sirvió sucesivamente en el vapor Rímac (6 meses y 18


días, de abril a septiembre de 1854); el pailebot Vigilante (10 meses y 21 días,
de octubre de 1854 a noviembre de 1855); y el vapor de ruedas Ucayali (4
meses y 12 días, de diciembre de 1855 a febrero de 1856).3334
El Guardiamarina Miguel Grau desempeña eficientemente sus obligaciones. Destaca
entre sus compañeros como excelente práctico y verdadero conocedor de todo lo
relacionado con la navegación. Posee además los mejores atributos del marino
experto. Es un hombre franco, sincero, de reposado temperamento, con la tranquilidad
de la propia suficiencia, competente y hábil, valeroso, decidido y enérgico. Se
distingue asimismo por su carácter reflexivo, moral austera y acendrados principios
religiosos.
Geraldo Arosemena Garland33

Estando de servicio en el Vigilante, Grau tuvo su primera experiencia


especialmente dura. Ocurrió el 10 de junio de 1855, cuando navegaba rumbo a
Paita, entre Máncora y Punta Sal, con un mar algo inquieto y el cielo nublado:
el aspirante de marina Manuel Bonilla cayó al agua desde lo alto de la torre de
mando, y Grau, que era el oficial de guardia, dispuso que el buque se detuviera
de inmediato y se buscara al náufrago. Luego de tres horas de esfuerzo
infructuoso, suspendió la búsqueda. En el parte que pasó ese mismo día al
comandante del buque, el capitán de fragata Emilio Díaz Seminario (que era su
medio hermano), dio cuenta del suceso, expresando que «todos sus esfuerzos
resultaron inútiles, pues el mencionado pilotín no sabía nadar».3536
Por aquella época, Ramón Castilla volvió al poder, luego de derrotar en
la batalla de La Palma, el 5 de enero de 1855, al general José Rufino
Echenique.
Alférez de fragata[editar]
El 4 de marzo de 1856 Grau recibió su primer ascenso, como alférez de
fragata, y se integró de modo formal al cuerpo de oficiales de la Marina de
Guerra. Fue destinado al Apurímac, el mejor buque de la escuadra, que estaba
bajo el comando del capitán de navío José María Salcedo (natural de Chile), y
cuyo segundo comandante era el teniente Emilio Díaz Seminario (hermano
materno de Grau).37
Se hallaba Grau en el sur, a bordo del Apurímac, cuando estalló en Arequipa,
el 10 de noviembre de 1856, la revolución a favor del general Manuel Ignacio
de Vivanco, exmandatario y enconado rival del presidente Castilla. La
insurrección era de tendencia conservadora, opuesta a la Constitución
liberal (promulgada el mes anterior) y a toda reforma liberal, en especial a las
de carácter anticlerical.38
El movimiento de Vivanco se extendió por Moquegua. Pronto, la Marina de
Guerra se sumó a los rebeldes. El levantamiento a bordo del Apurímac ocurrió
en la rada de Arica el 16 de noviembre de 1856, siendo atizada por el teniente
segundo Lizardo Montero Flores, marino muy inclinado a la política. Es
probable que Grau se sumara a la rebelión bajo influjo de Montero, que era su
amigo y paisano. Al Apurímac se unieron poco después el Tumbes, el Loa,
el Guise y el Izcuchaca.39
En oficio fechado en Arica, el 20 de noviembre de 1856, el comandante
del Apurímac, José María Salcedo, dio parte a la Comandancia General de
Marina, relatando los pormenores de la rebelión y mencionando al alférez de
fragata Miguel Grau como uno de los que la secundaron.40 Las primeras
acciones de los rebeldes fueron liberar a los presos políticos que se hallaban
en los pontones Caupolicán y Highlander, y proclamar al general
Vivanco supremo regenerador de la República.41
La revolución adquirió los caracteres de una guerra civil, una de las más largas
y cruentas de la historia republicana peruana. La escuadra vivanquista llegó
frente al Callao en enero de 1857. La Apurímac se quedó allí, en una especie
de bloqueo al puerto, mientras que el resto de la escuadra siguió hacia el norte,
para alentar a la ciudadanía a levantarse. Los vivanquistas tomaron Trujillo y
luego Chiclayo, pero, perseguidos por Castilla, continuaron más al norte, para
embarcarse en Paita y caer en el Callao el 22 de abril, donde libraron enconada
lucha en las calles del puerto. Derrotado Vivanco, se retiró al sur y se
atrincheró en Arequipa, ciudad que resistió un largo asedio, para finalmente
ser tomada sangrientamente, entre el 5 y 6 de marzo de 1858. Así finalizó la
guerra civil, con el triunfo de las fuerzas gobiernistas.4142
Uno tras otro, los buques rebeldes se fueron rindiendo. La última en rendirse
fue la fragata Apurímac, que fondeó en el Callao el 25 de marzo de 1858 y se
puso a disposición del Gobierno.41 Los marinos amotinados fueron separados
del servicio activo y borrados del escalafón oficial.43

De retorno a la vida civil[editar]


Separación del servicio. Otra vez en la marina mercante[editar]

Retrato de Grau.

Separado de la marina de guerra, Miguel Grau regresó a la marina mercante.


De abril de 1859 a marzo de 1862 sirvió en el bergantín goleta María Cristina,
de propiedad de José Antonio García y García, con el que navegó entre los
puertos peruanos, hasta Guayaquil, por el norte. En marzo de 1862, asumió el
comando del bergantín Apurímac, con el que hizo viajes desde el Callao, hasta
Lambayeque, Paita y Guayaquil, siendo el último realizado en esa ruta en
septiembre de 1862, antes de enrumbar a la Polinesia.44
El viaje a la Polinesia tenía como fin traer bajo contrato mano de obra barata al
Perú, la que escaseaba tras la abolición de la esclavitud dada por Castilla en
1854. Miguel Grau no participó de este negocio, sino solamente era el capitán
del buque contratado para tal labor. Partió del Callao a fines de septiembre de
1862, haciendo una travesía normal, hasta que, al llegar a la isla Humphrey,
sufrió un fuerte temporal que hizo encallar a la nave (12 de noviembre de
1862). Grau y su tripulación se salvaron con grandes esfuerzos, refugiándose
en la isla, siendo acogidos hospitalariamente por sus habitantes. Pocos días
después fueron recogidos por el bergantín Trujillo, a bordo del cual retornaron
al Perú. Es de remarcar que Grau no logró traer a ningún canaca o polinesio,
debido al siniestro de su nave. Otros colegas suyos si lograron tal objetivo, no
dudando en usar el engaño y el secuestro para cubrir sus cuotas.45 A los
isleños, hombres y mujeres, se les hacía firmar documentos de trabajo para
luego embarcarlos y traerlos al Perú donde dicho contrato no era respetado y
en la práctica se convertían en esclavos.46 Para contextualizar este episodio, es
de saber que este proyecto de inmigración polinesia auspiciado por el gobierno
peruano, duró solo siete meses; en todo ese tiempo participaron 33 buques,
entre ellos 27 peruanos, 4 chilenos, un español y uno de Tasmania. Realizaron
38 viajes y trasladaron a 3634 personas. El proyecto concluyó el 28 de abril de
1863, por decisión del mismo gobierno peruano, que suspendió las licencias
otorgadas y aprobó la repatriación de los sobrevivientes a su lugar de origen.45
Mientras Grau navegaba en buques mercantes, el Perú y Ecuador enfrentaban
un conflicto (1858-1860), que culminó cuando el presidente Castilla ocupó
Guayaquil y celebró con el gobierno local el Tratado de Mapasingue. En el
plano interior, Castilla convocó un Congreso Constituyente que dictó, en
noviembre de 1860, la moderada Constitución de 1860, que suprimió algunas
de las reformas liberales de la anterior Carta de 1856. Esta Constitución rigió
en el Perú, salvo breves interrupciones, hasta 1920.47

Reincorporación a la Marina de Guerra[editar]


El 11 de abril de 1861 el Congreso de la República expidió la «ley de
reparación de los separados o indefinidos del servicio militar», que ordenaba
reinscribir en el escalafón a los borrados tras el triunfo de la revolución de
1854-1855. Por otra ley dada el 25 de mayo de 1861, quedaron comprendidos
en los efectos de esa ley los «Generales, Jefes y Oficiales, que hallándose o no
en servicio, tomaron parte de la revolución que terminó el año 1858». Entre los
beneficiados por esta última ley estaba Miguel Grau, que por recurso fechado
el 6 de diciembre de 1861, pidió que se declaren los goces que le
correspondían como indefinido.48 El 24 de abril de 1862 se resolvió
favorablemente su solicitud, ordenándose inscribir al «alférez de fragata Miguel
Grau» en el «Escalafón General de la Armada» con «7 años y 27 días de
servicios» y, a la vez, se le expidió «cédula de licencia indefinida».4950
De esa manera, Grau solucionó su situación en la Marina de Guerra, quedando
en calidad de oficial con licencia indefinida. Mientras tanto, a la espera de su
readmisión en el servicio activo, continuó en la marina mercante. Por entonces,
concluyó el segundo gobierno de Castilla, que el 24 de octubre de 1862 dio
pase al gobierno del mariscal Miguel de San Román. En noviembre de ese año,
Grau se hallaba en el ya mencionado viaje a la Polinesia. Tras el naufragio de
su nave, retornó al Perú, arribando al Callao a principios de 1863.51 Presentó al
capitán de puerto un detallado informe de su frustrado viaje, según consta en el
diario El Comercio de Lima, con fecha del 7 de enero de 1863.52
Poco después, ocurrieron cambios en el gobierno. El presidente San Román
falleció el 4 de abril de 1863, siendo reemplazado interinamente por el segundo
vicepresidente, general Pedro Díez-Canseco, hasta el 5 de agosto de ese año,
cuando regresó de Europa el primer vicepresidente, general Juan Antonio
Pezet. Al mes siguiente, Grau retornó al servicio activo en la Marina de Guerra
y fue ascendido a teniente segundo (13 de septiembre de 1863), siendo
destinado a la dotación del vapor Lerzundi. Poco tiempo después fue
ascendido a teniente primero graduado (4 de diciembre de 1863).53
En comisión a Europa[editar]

Fotografía de Miguel Grau.

Grau permaneció a bordo del Lerzundi cuatro meses y dos días, tiempo en el


que estrechó una amistad perdurable con el comandante del buque, el capitán
de corbeta Aurelio García y García. Ambos jefes debieron suspender
repentinamente sus servicios a bordo y viajar a Europa, comisionados por el
gobierno para negociar la adquisición de modernas unidades navales. Ello,
debido a que urgía reforzar la escuadra nacional, ante la alarma desatada por
la presencia de la escuadra española del Pacífico, que camuflada bajo el
nombre de Expedición Científica, surcaba amenazante las costas peruanas
desde julio del año anterior. El incidente de Talambo, ocurrido en agosto, en el
que murió un trabajador español, fue la excusa para que los españoles,
amparados por los cañones de su escuadra, insistieran en entablar
negociaciones con el gobierno peruano para recibir satisfacciones por
supuestos agravios.54
Grau y García partieron del Callao el 12 de enero de 1864.55 Días antes, el 8 de
enero, se concedió a Grau la efectividad del grado de teniente primero.56 En
febrero, ambos marinos se hallaban ya en Londres, punto central de las
negociaciones que debían llevar a cabo. De inmediato, tomaron contacto con
autoridades y empresas constructoras navales. Las negociaciones tuvieron
resultados positivos.55 El 30 de marzo de 1864, se firmó en Londres, con la
casa J. A. Samuda & Brothers, la construcción de la fragata Independencia,
cuyo costo se estipuló en 108 000 libras esterlinas. Los firmantes por Perú
fueron el cónsul, Enrique Kendall, y el capitán de fragata Aurelio García y
García.57
El 12 de agosto de 1864, admitió el Perú la propuesta de la casa Laird
de Birkenhead, frente a Liverpool, para construir un buque sólido con aparejo
de bergantín. Ese otro blindado era el monitor Huáscar, cuya construcción fue
vigilada por el capitán de navío José María Salcedo y el capitán de corbeta
Aurelio García y García.5859
Mientras tanto, en el Perú se agrava el conflicto con España. El gobierno
peruano se negó a recibir a Eusebio Salazar y Mazarredo como comisario
extraordinario enviado por la corte española, pues el Perú ya no era colonia de
España. En respuesta, el 14 de abril de 1864, la Escuadra Española del
Pacífico ocupó las islas Chincha (productoras del guano peruano), desatando
un grave incidente internacional. El presidente Pezet apeló a la diplomacia para
solucionar el conflicto, lo que no era sino una forma de ganar tiempo para
armar adecuadamente al Perú. Por lo que se hacía necesario agilizar las
adquisiciones bélicas en Europa.60
En efecto, el gobierno peruano nombró ministro especial y extraordinario a
Federico L. Barreda (ante París y Londres), quien actuando con gran celeridad
y eficiencia, logró cerrar el contrato de compra sobre dos corbetas francesas
que habían sido construidas por encargo del gobierno de los Estados
Unidos durante la guerra de Secesión,61 pero, al no ser canceladas, fueron
embargadas y puestas en remate. Se trataba de las corbetas Shangay (surta
en Saint Nazaire) y San Francisco (surta en Nantes). Una vez formalizada la
compra se les rebautizó, llamándolas Unión y América, respectivamente. Las
corbetas pasaron a poder del Perú entre noviembre y diciembre de 1864 e
inmediatamente se aprestaron para partir hacia su nuevo destino. Al respecto,
en la correspondencia de Barreda se menciona a Miguel Grau y a Aurelio
García y García como los oficiales encargados de inspeccionar las naves, y
cuyos informes decidieron la compra de las mismas.62
Grau, nombrado comandante de la Unión, se dirigió inmediatamente a Saint-
Nazaire y se hizo cargo del buque el 15 de diciembre de 1864. Por su parte, el
capitán de corbeta Juan Pardo de Zela Urizar se hizo cargo del mando de
la América.63
Arresto en Inglaterra[editar]
Fotoretrato de Grau en la década de 1860, posiblemente realizada por el francés Eugenio
Courret.

La corbeta Unión, bajo el mando de Grau, salió de Saint-Nazaire


enarbolando pabellón peruano el 18 de diciembre de 1864, y fondeó en
el Támesis el 22 de ese mes. Continuando su viaje, tocó Greenhithe y el 17 de
enero de 1865 estaba ya en Plymouth. Es aquí donde Grau sufrió arresto por
orden de las autoridades británicas, bajo sospecha de haber violado la ley que
regulaba el enrolamiento de personal para el servicio de las naves. El que
expidió la orden de arresto fue el juzgado de Dartford, en el condado de Kent,
hacia donde fue trasladado el detenido. El segundo comandante de la Unión,
teniente Felipe Pardo, dirigió una nota al ministro Barreda dando cuenta del
incidente, ocurrido cuando Grau se retiraba de la casa del almirante jefe del
apostadero de Plymouth, a quien acababa de saludar.646566
Informado del suceso, Barreda, que se encontraba en París, se trasladó a
Londres encargando la defensa de Grau al abogado británico Tilfourd Slater, a
quien pidió que se presentara ante el juzgado de Dartford para exigir que Grau
fuera puesto en libertad sin condiciones. Por su parte, Barreda dirigió al
canciller británico John Russell, una nota de protesta por la arbitraria prisión de
Grau, reclamando su inmediata libertad.6768
El 20 de enero, el abogado Slater llegó a Dartford, donde encontró a Grau
preso, enterándose de que todo se había originado cuando dos operarios,
contratados para trabajar como carboneros a bordo de la Unión, se habían
quejado de malos tratos. Durante la audiencia, se puso al descubierto que Grau
había despedido a esos dos operarios por insubordinación. Ventilado el juicio y
sentada la protesta del Gobierno del Perú por el atropello cometido, el juez
expresó que «encontraba el testimonio insuficiente para la formación de causa»
y declaró «que no había lugar para la detención», por lo que ordenó la
inmediata libertad de Grau. La prisión del comandante peruano solo había
durado 48 horas.69
Ahora se sabe que tras este incidente estuvo el manejo oculto de la diplomacia
española, que trataba a toda costa impedir la llegada a su destino de los
buques de guerra adquiridos por el Perú, en momentos en que se agravaba el
conflicto peruano-español en aguas peruanas. Lo atestigua una comunicación
de la legación de España en Londres dirigida al primer secretario de Estado
español, fechada el 19 de enero de 1865 con carácter de reservado. Allí dice
claramente el diplomático español a su superior, que el arresto del comandante
peruano en Plymouth fue el «resultado de las gestiones indirectas y reservadas
que tenía entabladas con autorización de V. E.»70
Grau, en carta fechada el 23 de enero de 1865 y dirigida a Barreda, explicó
todas las incidencias acaecidas en torno a su detención.71 Solucionado el
incidente, Grau continuó el viaje al Perú.72
La revolución restauradora[editar]
Artículo principal: Guerra civil peruana de 1865
Mientras que en Europa los representantes del gobierno peruano gestionaban y
agilizaban las compras de buques y armamentos, en Lima se negociaba
diplomáticamente el impasse surgido por la ocupación española de las islas de
Chincha. Al fin, el 27 de enero de 1865, el general Manuel Ignacio de Vivanco,
como representante del presidente Pezet, concluyó con el almirante
español José Manuel Pareja el llamado Tratado Vivanco-Pareja, por el cual, el
Perú, si bien recuperaba las islas Chincha, se comprometía a pagar tres
millones de pesos como indemnización por los gastos de la escuadra española.
El acuerdo fue rechazado por un mayoritario sector de la ciudadanía peruana
que lo consideraba humillante y contrario a los intereses del país. Tampoco fue
aprobado por el Congreso. El 28 de febrero de 1865 estalló revolución
restauradora encabezada por el coronel Mariano Ignacio Prado, en Arequipa.
Otro de los jefes revolucionarios era el general Pedro Díez-Canseco, en su
calidad de segundo vicepresidente del Perú. Pronto fueron apoyados desde el
norte por el coronel José Balta. Parte de la armada, al mando del capitán de
fragata Lizardo Montero se unió también a la revolución.73
Mientras tanto, Grau, al mando de la Unión dejaba el Reino Unido, el 5 de
febrero de 1865. Le acompañaba la América, comandada por el capitán de
corbeta Juan Pardo de Zela Urizar.74 De los 147 hombres que conformaban la
tripulación de la Unión, solo cuatro eran peruanos: el comandante Grau; el
teniente Felipe Pardo y Lavalle (hermano de Manuel Pardo y Lavalle), que era
el segundo comandante; y los guardiamarinas Ricardo Vera y José Correa. El
resto eran británicos.75
El 15 de febrero, las corbetas peruanas tocaron Funchal75 (isla de Madeira) y el
20 de febrero Cabo Verde. El 6 de marzo arribaron a Río de Janeiro, donde
Grau se dedicó a reparar la máquina de la Unión que había sufrido
desperfectos en la travesía. El 26 de marzo partieron en convoy la Unión y
la América pero, al siguiente día, tras navegar más de 100 millas, fueron
sorprendidos por un furioso temporal. La Unión sufrió graves daños en su
arboladura, por lo que tuvo que ser remolcada por la América, de regreso a Río
de Janeiro. Allí, debido a las dificultades ocasionadas por las lluvias, las
reparaciones de la Unión se prolongaron por dos meses, por lo que
la América optó por continuar sola el viaje.74
Por fin, el 6 de junio, Grau y la Unión se hicieron a la mar; un mes después, el 6
de julio, fondeaba en Valparaíso. Dos meses atrás, el 31 de marzo, el
presidente Pezet había ascendido a Grau al grado de capitán de corbeta.
Enterado de la guerra civil que se había desatado en el Perú, Grau anunció su
propósito de sumarse a las fuerzas revolucionarias de Prado.76 Su anciano
padre, Juan Manuel Grau, viajó a Chile con el exclusivo propósito de entregarle
un mensaje personal del presidente Pezet, en el que le pedía que se
mantuviera leal al régimen constitucional. Pero Grau, fiel a sus convicciones
políticas, rehusó amablemente el pedido, y al mando de la Unión se unió a la
escuadra rebelde, que estaba comandada por su amigo y paisano Lizardo
Montero.7775 Juan Manuel Grau, que se encontraba enfermo, falleció pocos
meses después, estando todavía en Valparaíso, el 30 de noviembre de 1865.77
Grau, como comandante de la Unión, apoyó desde el mar a las fuerzas
revolucionarias que combatían en tierra. Patrulló las costas, trasladó tropas,
vigiló puertos, transmitió informes, entre otras diversas comisiones. En plena
revolución, el 22 de julio de 1865, fue ascendido a la clase de capitán de
fragata por el segundo vicepresidente de la República, el general Pedro Díez-
Canseco, que se encontraba en ese entonces en la sierra central, junto con el
coronel Mariano Ignacio Prado, después de dominar todo el sur.7678 En el parte
escrito por el mismo Miguel Grau y elevado a la Comandancia General de
Marina el 5 de octubre de 1865, estando al ancla en el puerto chinchano
de Tambo de Mora, se consigna una declaración de dicho ascenso.79
El gobierno de Lima, por su parte, dio de baja a Grau, junto con otros jefes y
oficiales que se habían sumado a la revolución (16 de agosto).80
El desarrollo de la guerra civil se inclinó a favor de los revolucionarios. El
coronel Balta ganó el norte del país, de donde partieron gran cantidad de
tropas para unirse con los revolucionarios del sur en Chincha y emprender en
conjunto el avance sobre la capital. Los ejércitos revolucionarios entraron en
Lima el 6 de noviembre y obligaron a capitular a las fuerzas de Pezet. Tras un
corto gobierno en Lima del general Pedro Díez-Canseco, se instaló la dictadura
presidida por coronel Mariano Ignacio Prado, el jefe de la revolución triunfante
(26 de noviembre). El país se encaminó firme y seguro hacia la guerra con
España. El 5 de diciembre el Perú firmó con Chile (que se hallaba en guerra
con España desde el 6 de octubre), un tratado de alianza ofensiva y defensiva,
al que después se adhirieron Bolivia y Ecuador. El 14 de enero de 1866 el Perú
declaró la guerra a España.81
Guerra hispano-sudamericana[editar]
Artículo principal: Guerra Hispano-Sudamericana
Véase también: Combate de Abtao
En víspera de la declaratoria de guerra a España, el gobierno del Perú
apresuró la formación de una división naval, bajo el mando del capitán de
navío Manuel Villar Olivera e integrada por las
fragatas Amazonas y Apurímac y las corbetas Unión y América, recién llegadas
de Europa. Grau seguía como comandante de la Unión, mientras que el capitán
de fragata Manuel Ferreyros lo era del América.82

El combate naval de Abtao.


A fines de diciembre de 1865 la flota peruana salió hacia el sur para unirse a la
escuadra chilena, compuesta por la Esmeralda y la Covadonga, esta última
capturada recientemente a los españoles. La misión de la escuadra peruana
era dirigirse al Estrecho de Magallanes, donde debía montar guardia en espera
de la llegada de los recién construidos blindados
peruanos Independencia y Huáscar,82 que venían de Europa, al mando de los
comandantes Aurelio García y García y José María Salcedo,
respectivamente.83
El 15 de enero de 1866, en el apostadero de Chayahué, al abrigo de la isla de
Abtao en Chiloé, se unieron las flotas peruana y chilena. La división naval del
Perú sufrió una sensible pérdida cuando la fragata Amazonas varó en un bajío
arenoso de Abtao.82
El 7 de febrero, los dos barcos más poderosos de la escuadra española, la Villa
de Madrid y Blanca, avanzaron resueltamente hacia Abtao, formando línea de
combate, seguros de derrotar a la flota aliada, de menor poderío. La
fragata Apurímac, comandada por Manuel Villar, abrió fuego, retando así a la
temible potencia de los cañones españoles. Los barcos peruanos, gracias a su
menor calado pudieron maniobrar con mayor soltura entre los peligrosos
canales de Abtao y mantuvieron a raya a los buques españoles, tan es así que
estos se vieron obligados a retirarse con algunas averías, tras dos horas de
combate. Claudio Alvargonzález, comandante de la Villa de Madrid, en el parte
del combate reconoció la capacidad de los marinos peruanos, diciendo
textualmente: «Los tiros más certeros, de más alcance y de más efecto fueron
los de las dos corbetas peruanas América y Unión».84 Por su parte, Juan
Williams Rebolledo, el jefe de la escuadra chilena (y a la vez de toda la flota
aliada), felicitó a Manuel Villar por el triunfo de Abtao.85
Después del combate de Abtao, la flota aliada pasó a Huito, que tenía mejores
defensas. Las corbetas Unión y América salieron con rumbo al Estrecho de
Magallanes, en búsqueda de los blindados peruanos que venían de Europa.
Pero al no encontrarlos, enrumbaron a Valparaíso, que días antes había sido
bombardeada por la flota española. La Unión regresó a Huito, donde
permaneció dos meses, hasta que el 15 de mayo partió nuevamente a
Valparaíso. Luego se reunió con el resto de la flota aliada en Ancud, a la
espera de la llegada de la Independencia y el Huáscar.83
Mientras tanto, la guerra continuaba. La flota española se dirigió a las costas
del Perú, dispuesta a escarmentar al Callao, como lo hiciera con Valparaíso.
Pero el puerto peruano se hallaba preparado para responder el ataque. El 2 de
mayo de 1866 se libró el combate del Callao, que en el Perú se conoce como
combate del Dos de Mayo. Después de más de cuatro horas de intenso
bombardeo, la escuadra española se retiró definitivamente, sin haber cumplido
sus objetivos. En dicho combate murió el ministro de Guerra y Marina del
Perú, José Gálvez.86
Finalmente, la Independencia y el Huáscar arribaron el 7 de junio de 1866
a Ancud. Reunida pues, toda la flota peruana, el 11 de junio salieron todos con
rumbo a Valparaíso, puerto en el que permanecieron anclados cerca de dos
meses, a órdenes del capitán de navío Lizardo Montero.87
Arresto en la isla de San Lorenzo[editar]
Los «Cuatro Ases de la Marina Peruana». Parados, de izquierda a derecha, Miguel
Grau, Lizardo Montero y Aurelio García y García. Sentado: Manuel Ferreyros.

El gobierno de Mariano Ignacio Prado, entusiasmado por la victoria sobre


España, y habiendo sido reforzada la escuadra aliada con dos acorazados,
proyectó una expedición naval a Filipinas para liberarla del dominio español.
Pero tomó una decisión inesperada: con la idea de dar mayor solidez a la
comandancia naval, contrató al contralmirante retirado de la marina
estadounidense, John R. Tucker, quien arribó a Valparaíso a principios de julio
de 1866 y asumió el mando de la escuadra,8889 en reemplazo de Montero.90
Los jefes y oficiales peruanos, enterados con anticipación de que se le daría el
mando de la escuadra a un extranjero, escribieron al gobierno de Lima
protestando por esa decisión, pues dejaba de lado a muchos jefes peruanos
capaces y de reconocidos méritos. Solicitaron que el nombramiento de Tucker
fuera revocado o, en su defecto, que se aceptaran sus renuncias al servicio.
Entre esos marinos estaban Lizardo Montero, Miguel Grau, Aurelio García y
García y Manuel Ferreyros. En respuesta, el gobierno de Lima envió a
Valparaíso al Secretario de Hacienda y Comercio, Manuel Pardo y
Lavalle (futuro presidente del Perú), investido de amplias facultades para
solucionar el incidente.91
Pardo partió a bordo del transporte de guerra Callao, donde también se
embarcaron los jefes y oficiales de la Marina designados para reemplazar a los
renunciantes, en caso de que estos persistieran en su actitud.91 Como estos,
efectivamente, se mantuvieron firmes en renunciar a sus puestos si no se
revocaba a Tucker, Pardo les remitió la siguiente orden circular, fechada el 5 de
agosto de 1866:92
Que los jefes, oficiales y guardiamarinas se presenten en 24 horas a bordo de los
buques a donde harán renuncia, por el conducto regular, los que no quisieran
continuar en el servicio. Los que no cumpliesen con venir quedarán declarados
desertores de la armada al frente del enemigo.

Luego, ordenó a los marinos renunciantes que se embarcaran en el


transporte Callao, que les debía trasladar al puerto chalaco. Todos ellos
obedecieron y entregaron los buques a los marinos venidos a bordo del mismo
transporte. Grau dejó la Unión al capitán de corbeta Camilo N. Carrillo.92
Los marinos renunciantes arribaron al Callao el 15 de agosto, siendo
trasladados a la isla San Lorenzo, frente al Callao, en condición de arrestados.
Eran más de treinta. Fueron sometidos a juicio, acusados de insubordinación,
deserción y traición.93 Cabe señalar que la reclusión en San Lorenzo no fue
severa y que a varios de los marinos se les podía ver en las calles del Callao,
comprometidos bajo palabra a no salir de los límites del puerto.94
El juicio duró seis meses. El 24 de enero de 1867 los jefes y oficiales detenidos
fueron llevados de la isla San Lorenzo al puerto del Callao. Al día siguiente,
entró en funciones el Consejo de Guerra, presidido por el mariscal Antonio
Gutiérrez de la Fuente e integrado por los generales de división, Manuel
Martínez de Aparicio, y José Rufino Echenique y por los generales de brigada,
Pedro Cisneros, Baltasar Caravedo, Luis La Puerta y Nicolás Freire.88
Grau tuvo como defensor a Luciano Benjamín Cisneros (hermano del
poeta Luis Benjamín Cisneros), conspicuo representante del foro limeño. La
defensa de Cisneros fue muy brillante y se basó en que no hubo
insubordinación, por cuanto Grau había acatado las órdenes del gobierno al
embarcarse en el transporte Callao; que no hubo rebelión, por cuanto no había
desobedecido órdenes sino sólo había planteado su renuncia; y finalmente, que
no podía ser desertor, por cuanto el Gobierno era quien lo había separado de
su cargo. Además, el hecho de indisciplina quedaba descartado, al haber
presentado su petición de renuncia antes de que Tucker se hiciera cargo del
mando de la escuadra.88
La defensa de Cisneros, toda una joya de la oratoria forense, contenía las
siguientes conmovedoras palabras:95
Los marinos no han cometido ni la más ligera falta. Si alguna hay, será efecto de un
noble patriotismo, pero ¡las exageraciones del patriotismo se disimulan, no se penan...
¡No hay delito señores, no hay delincuentes; solo hay mártires de la convicción y del
deber que vienen a reclamar con perfecto derecho, el derecho de ser solemnemente
absueltos!

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