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Instituto Nacional del Cáncer de los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU.
En español
Puntos clave
• Las vacunas contra el cáncer están diseñadas para reforzar la capacidad natural del
cuerpo para defenderse a sí mismo, por medio del sistema inmunitario, de los peligros
que presentan las células dañadas o anormales, como son las células cancerosas.
• La Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) ha aprobado dos
tipos de vacunas profilácticas del cáncer: vacunas contra el virus de la hepatitis B, el cual
puede causar cáncer de hígado, y vacunas contra los virus del papiloma humano tipos 16 y
18, los cuales son responsables de 70% de los casos de cáncer de cuello uterino o cérvix.
• La FDA ha aprobado una vacuna para el tratamiento de cáncer en algunos hombres con
cáncer de próstata metastático.
• Los investigadores están creando vacunas de tratamiento contra muchos tipos de cáncer y
las están probando en estudios clínicos.
Las vacunas son medicamentos que refuerzan la capacidad natural del sistema inmunitario
para proteger el organismo contra “invasores foráneos”, principalmente gérmenes
infecciosos, que pueden causar enfermedades.
El sistema inmunitario es una red compleja de órganos, tejidos y células especializadas que
trabajan en forma colectiva para defender el organismo. Cuando un microbio infeccioso
invade el cuerpo, el sistema inmunitario lo reconoce como foráneo, lo destruye y “recuerda”
para prevenir otra infección en caso de que el microbio invada el organismo otra vez en el
futuro. Las vacunas se aprovechan de esta respuesta.
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Otros tipos de leucocitos, conocidos como linfocitos, ofrecen protección dirigida contra
amenazas específicas, tanto de un microbio específico como de una célula anormal o
enferma. Las células B y las células T citotóxicas (asesinas de células) son los grupos más
importantes de linfocitos responsables de llevar a cabo las respuestas inmunitarias contra
dichas amenazas.
Las células B producen anticuerpos; es decir, proteínas grandes secretadas que se adhieren a
los invasores foráneos y a las células anormales, los hacen inactivos y ayudan a destruirlos.
Muchas de las vacunas preventivas, incluso las vacunas contra el virus de la hepatitis B
(VHB) y contra el virus del papiloma humano (VPH), estimulan la producción de
anticuerpos que se adhieren a microbios específicos en los que se apuntan y bloquean su
capacidad de causar infección. Las células T citotóxicas, también conocidas como células T
asesinas, destruyen las células anormales o infectadas al emitir sustancias químicas tóxicas o
al impulsar a esas células a que se destruyan ellas mismas (proceso que se conoce como
apoptosis).
Otros tipos de linfocitos y leucocitos tienen funciones de apoyo para asegurar que las células
B y los linfocitos T citotóxicos desempeñan efectivamente su trabajo. Estas células de apoyo
incluyen a las células T colaboradoras y las células dendríticas, las cuales ayudan a que se
activen los linfocitos T citotóxicos y que reconozcan amenazas específicas.
Las vacunas de tratamiento para el cáncer están diseñadas para que funcionen al activar las
células B y los linfocitos T citotóxicos y al dirigirlos para que reconozcan y actúen contra
tipos específicos de cáncer. Hacen esto al introducir en el cuerpo, casi siempre por inyección,
una o varias moléculas llamadas antígenos. Un antígeno es una sustancia que estimula una
respuesta inmunitaria específica. Un antígeno puede ser una proteína u otro tipo de
molécula que se encuentra en la superficie o en el interior de una célula.
Los microbios son reconocidos por el sistema inmunitario como amenazas potenciales que
deben ser destruidas porque transportan antígenos foráneos o “extraños”. Al contrario, las
células normales del cuerpo tienen antígenos que las identifican como partes del mismo
individuo. Estos antígenos comunican al sistema inmunitario que las células normales no
son una amenaza y que debe ignorarlas (2).
Las células cancerosas pueden llevar en sí antígenos que las identifican como parte del
individuo y, al mismo tiempo, antígenos asociados con el cáncer. Estos antígenos asociados
con el cáncer marcan las células cancerosas como anormales, o foráneas, y pueden causar
que las células B y los linfocitos T citotóxicos emprendan un ataque contra ellas.
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Las células cancerosas pueden también producir cantidades mucho más grandes de las que
producen las células normales de ciertos antígenos que las identifican como parte del
individuo. El sistema inmunitario puede ver abundancia de antígenos del mismo individuo
como algo foráneo y, por lo tanto, puede desencadenar una respuesta inmunitaria contra las
células cancerosas (1–6).
Las vacunas contra el cáncer son medicamentos que pertenecen a una clase de sustancias
conocidas como modificadores de la respuesta biológica. Los modificadores de la respuesta
biológica trabajan al estimular o restaurar la capacidad del sistema inmunitario para
combatir las infecciones y enfermedades. Hay dos tipos generales de vacunas contra el
cáncer:
Dos tipos de vacunas preventivas están disponibles en los Estados Unidos (vea la pregunta
5) y una vacuna para el tratamiento del cáncer ha sido puesta a disposición recientemente
(vea la pregunta 8).
Además, Gardasil protege contra la infección de otros dos tipos de VPH, 6 y 11, los cuales son
responsables de casi 90% de todos los casos de verrugas genitales en hombres y mujeres
pero no causan cáncer cervical.
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Gardasil, producido por Merck & Company, se basa en los antígenos de VPH que son
proteínas. Estas proteínas se usan en el laboratorio para producir cuatro tipos distintos de
“partículas similares a virus” (virus-like particles, VLP), que corresponden a los tipos de
VPH 6, 11, 16 y 18. Los cuatro tipos de VLP se combinan para hacer la vacuna. Ya que
Gardasil se dirige a cuatro tipos de VPH, se dice que es una vacuna “cuadrivalente” (11). Al
contrario de las vacunas tradicionales, las cuales se producen ordinariamente con microbios
enteros debilitados, las VLP no son infecciosas. Sin embargo, las VLP en Gardasil todavía
pueden estimular la producción de anticuerpos contra los tipos 6, 11, 16 y 18 de VPH.
Cervarix, producida por GlaxoSmithKline, es una vacuna bivalente. Está compuesta por VLP
hechas con proteínas de los tipos 16 y 18 de los VPH. Además, hay algunas pruebas iniciales
que Cervarix provee protección parcial contra unos cuantos tipos de VPH que pueden causar
cáncer. Sin embargo, se necesitarán más estudios para comprender la magnitud y el impacto
de este efecto.
Gardasil ha sido aprobado para usarse en mujeres para la prevención del cáncer cervical, y
algunos cánceres de vulva y de vagina, causado por los tipos 16 y 18 de los VPH; así como
para usarse en hombres y mujeres para la prevención del cáncer de ano y tumores
precancerosos de ano causados por estos tipos de VPH. Gardasil ha sido aprobado también
para usarse en hombres y mujeres para la prevención de verrugas genitales causadas por los
tipos 6 y 11 de los VPH. La vacuna ha sido aprobada para estos usos en hombres y mujeres
de 9 a 26 años de edad. Cervarix ha sido aprobado para usarse en mujeres de 9 a 25 años de
edad para la prevención de cáncer cervical causado por los tipos 16 y 18 de los VPH.
La FDA ha aprobado también un tipo de vacuna preventiva que protege contra la infección
por el virus de hepatitis B (VHB). Una infección crónica por VHB puede resultar en cáncer
de hígado. La vacuna original contra el VHB fue aprobada en 1981, por lo que fue la primera
vacuna preventiva producida y comercializada con éxito. En la actualidad, la mayoría de los
niños en los Estados Unidos son vacunados contra el VHB un poco después de nacer (12).
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Tipos 16 y 18 de los virus del Virus Cáncer de cuello uterino (cérvix); cáncer
papiloma humano (VPH), así vaginal; cáncer vulvar; cáncer
como otros tipos de VPH orofaríngeo (cánceres de la base de la
lengua, de amígdalas o de garganta
superior); cáncer de ano; cáncer de
pene; carcinoma de células escamosas
de la piel
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Varios factores dificultan que el sistema inmunitario se apunte a cánceres que están
creciendo para destruirlos. Lo más importante es que las células cancerosas ya llevan
antígenos normales del individuo además de los antígenos específicos asociados con el
cáncer. Además, las células cancerosas experimentan a veces cambios genéticos que pueden
dar como resultado que pierdan los antígenos asociados con el cáncer. Por último, las células
cancerosas pueden producir mensajes químicos que suprimen las respuestas inmunitarias
contra el cáncer en los linfocitos T citotóxicos. Como consecuencia, aun cuando el sistema
inmunitario reconozca un cáncer creciente como una amenaza, es posible que ese cáncer
todavía se escape de un ataque agresivo por el sistema inmunitario (15).
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Las células APC cultivadas con PAP-GM-CSF constituyen el componente activo de sipuleucel
-T. Las células de cada paciente se regresan al médico que está tratando al paciente y se
infunden en el paciente. Los pacientes reciben tres tratamientos, generalmente con
intervalos de 2 semanas, y cada tanda de tratamiento requiere el mismo proceso de
manufactura. Aunque no se conoce el mecanismo preciso de acción del sipuleucel-T, parece
que las células APC que han absorbido PAP-GM-CSF estimulan las células T del sistema
inmunitario para que destruyan células de tumor que expresan fosfatasa ácida prostática.
En los estudios clínicos, se están investigando vacunas para prevenir la infección por los
VPH y para tratar varios tipos de cáncer.
La lista de abajo incluye los tipos de cáncer en los que se están concentrando los estudios
clínicos activos de prevención o de tratamiento del cáncer que usan vacunas. También se
pueden realizar búsquedas en inglés.
• Cáncer de vejiga
• Tumores cerebrales
• Cáncer de seno
• Cáncer de cuello uterino (cervical)
• Cáncer de riñón
• Linfoma de Hodgkin
• Linfoma no Hodgkin
• Leucemia
• Cáncer de pulmón
• Melanoma
• Mieloma múltiple
• Cáncer de páncreas
• Cáncer de próstata
• Tumores sólidos
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de los virus. Ya que solo se usa parte de estos microbios, las vacunas resultantes no son
infecciosas y, por lo tanto, no pueden causar la enfermedad.
Las vacunas de tratamiento del cáncer se están produciendo también mediante el uso de
células cancerosas destruidas o debilitadas que contienen un antígeno específico asociado
con el cáncer o células inmunitarias que se modifican para que expresen dicho antígeno.
Estas células pueden provenir del paciente mismo (lo que se llama vacuna autóloga como lo
es el sipuleucel-T) o de otra persona (lo que se llama vacuna alógena).
Otros tipos de vacunas de tratamiento del cáncer se producen mediante el uso de moléculas
de ácido desoxirribonucleico (ADN) o del ácido ribonucleico (ARN) que contienen
instrucciones genéticas para los antígenos asociados con el cáncer. El ADN o el ARN pueden
inyectarse solos en el paciente como una vacuna de “ácido nucleico desnudo” o los
investigadores pueden insertar el ADN o ARN en un virus inocuo. Después de que se inyecte
el ácido nucleico desnudo o el virus en el cuerpo, el ADN o el ARN es absorbido por las
células que empiezan a producir los antígenos asociados con el tumor. Los investigadores
esperan que las células produzcan una cantidad suficiente de antígenos asociados con el
tumor para estimular una fuerte reacción inmunitaria.
Los científicos han identificado un gran número de antígenos asociados con el cáncer, varios
de los cuales se están usando ahora para producir vacunas experimentales de tratamiento
del cáncer. Algunos de esos antígenos se encuentran en la superficie o dentro de muchos
tipos de células cancerosas o de la mayoría. Otros antígenos son únicos a tipos específicos de
cáncer (1, 5, 6, 18–22)
Los antígenos y las sustancias mencionadas en la pregunta 10 con frecuencia no son tan
potentes como para inducir la reacción inmunitaria para crear vacunas efectivas de
tratamiento del cáncer. Los investigadores suelen añadir otros ingredientes, conocidos como
adyuvantes, a las vacunas de tratamiento. Estas sustancias refuerzan las reacciones
inmunitarias que han sido activadas por la exposición a antígenos o de otras formas. Los
pacientes que reciben tratamiento experimental con una vacuna contra el cáncer a veces
reciben los adyuvantes separados de las vacunas (23).
Los adyuvantes que se usan en las vacunas contra el cáncer proceden de muchas fuentes
distintas. Algunos microbios, como la bacteria bacilo Calmette-Guérin (BCG), usada
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originalmente como vacuna contra la tuberculosis, pueden servir de adyuvantes (24). Las
sustancias producidas por bacterias, como Detox B, se usan también con frecuencia. Los
productos biológicos derivados de organismos no microbianos pueden también usarse como
adyuvantes. Un ejemplo es la hemocianina de la lapa (KLH), la cual es una proteína grande
producida por un animal marino. Se ha demostrado que al unir antígenos a la hemocianina
de la lapa se aumenta su capacidad de estimular reacciones inmunitarias. Aun algunas
sustancias no biológicas, como un aceite emulsificado conocido como montanide ISA-51,
pueden usarse como adyuvantes.
Las citocinas naturales o sintéticas pueden usarse también como adyuvantes. Las citocinas
son sustancias producidas naturalmente por los glóbulos blancos para regular y perfeccionar
las respuestas inmunitarias. Algunas citocinas aumentan la actividad de las células B y de los
linfocitos T citotóxicos, mientras que otras citocinas suprimen la actividad de estas células.
Las citocinas que se usan con frecuencia en las vacunas de tratamiento del cáncer o que se
administran junto con ellas son la interleucina 2 (IL2, conocida también como aldesleucina),
el interferón alfa (INF-a) y el factor estimulador de colonias de granulocitos y macrófagos
(GM-CSF, también conocido como sargramostim) (vea la pregunta 8).
Las vacunas diseñadas para prevenir o para tratar el cáncer parecen tener propiedades de
seguridad comparables a las de vacunas tradicionales (6). Sin embargo, los efectos
secundarios de las vacunas para el cáncer pueden variar de una formulación de vacuna a la
otra y de una persona a la otra.
El efecto secundario causado por las vacunas contra el cáncer que se notifica con más
frecuencia es la inflamación en el lugar de la inyección e incluye el enrojecimiento, dolor,
inflamación, calor en la piel, comezón y a veces sarpullido.
A veces se experimentan síntomas parecidos a los de la gripe después de recibir una vacuna
contra el cáncer. Estos síntomas son fiebre, escalofríos, debilidad, mareos, náuseas o
vómitos, dolor muscular, fatiga, dolor de cabeza y ocasionalmente problemas para respirar.
La presión arterial puede también afectarse.
Otros problemas de salud más graves se han reportado en números más pequeños de
personas después de recibir una vacuna contra el cáncer. Es posible que estos problemas
hayan sido causados por la vacuna o no. Los problemas reportados son asma, apendicitis,
enfermedad inflamatoria de la pelvis y ciertas enfermedades autoinmunitarias como la
artritis y el lupus eritematoso sistémico.
Las vacunas, como cualquier otro medicamento que afecta el sistema inmunitario, pueden
causar efectos negativos que pueden poner la vida en peligro. Por ejemplo, han ocurrido
reacciones graves de hipersensibilidad (alérgicas) a ingredientes específicos de las vacunas
después de la vacunación. Sin embargo, esas reacciones graves son poco comunes.
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Sí. En muchos estudios clínicos con vacunas de tratamiento de cáncer que se están
realizando ahora, las vacunas se administran con otras formas de terapia. Las terapias que se
han combinado con las vacunas de tratamiento de cáncer son cirugía, quimioterapia,
radioterapia y algunas formas de terapia dirigida, incluso las terapias que se administran
con el fin de reforzar las reacciones inmunitarias contra el cáncer.
Varios estudios han sugerido que las vacunas de tratamiento de cáncer pueden ser más
efectivas cuando se dan en combinación con otras formas de terapia para el cáncer (21, 25).
Además, en algunos estudios clínicos, las vacunas de tratamiento de cáncer han parecido
que incrementan la efectividad de otras terapias contra el cáncer (21, 25).
Los investigadores están también diseñando estudios clínicos que respondan preguntas tales
como si una vacuna específica de tratamiento de cáncer funciona mejor cuando se
administra antes de la quimioterapia, después de la quimioterapia o al mismo tiempo que la
quimioterapia. Las respuestas a estas preguntas proporcionarán información no solo sobre
la mejor forma de usar una vacuna específica contra el cáncer sino también indicarán
principios básicos adicionales que guíen la formulación futura de tratamientos combinados
que incluyan vacunas.
Los investigadores están tratando también de identificar los mecanismos por los que las
células cancerosas evaden o suprimen las reacciones inmunitarias contra el cáncer. Un
mejor entendimiento de cómo las células cancerosas manipulan el sistema inmunitario
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podría conducir a la creación de nuevos fármacos que bloquean estos procesos y, con eso,
mejorar la efectividad de las vacunas de tratamiento de cáncer (28). Por ejemplo, algunas
células cancerosas producen señales químicas que atraen glóbulos blancos conocidos como
células T reguladoras, o Treg, al lugar del tumor. Las Treg liberan citocinas que suprimen la
actividad de los linfocitos T citotóxicos cercanos (21, 29). La combinación de una vacuna de
tratamiento para el cáncer con un fármaco que pudiera bloquear los efectos negativos de una
o más de estas citocinas supresoras en los linfocitos T citotóxicos podría mejorar la
efectividad de la vacuna al generar reacciones fuertes contra el tumor por parte de los
linfocitos T citotóxicos.
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