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Dietrich 

Bonhoeffer
Jaime Mazurek (Año: 2006 – Num.: 1) 

La gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia. Hoy combatimos en favor de la

gracia cara. Estas palabras, tan frecuentemente citadas, son las primeras expresiones de El

precio de la gracia, escrito en 1937 por el joven teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, como

una crítica de la iglesia luterana alemana que brindaba su apoyo al régimen de Hitler.

Indudablemente Bonhoeffer fue uno de los teólogos mas destacados del siglo xx, tanto por

sus escritos como por sus acciones y su martirio. A pesar de solo vivir treinta y nueve años,

dejó un legado teológico y ético que se estudia en todo el mundo hasta hoy.

RESEÑA BIOGRAFICA

En su obra The Theology of Dietrich Bonhoeffer (La teología de Dietrich Bonhoeffer), John

Godsey afirma que se pueden reconocer tres etapas en la vida de Bonhoeffer, las que él ha

rotulado de la siguiente manera: Fundamento teológico 1906-1931; Aplicación teológica

(1932-1939); y Fragmentación teológica (1940-1945). Es un criterio acertado y útil.

Dietrich Bonhoeffer nació el 6 de febrero de 1906, hijo de un destacado profesor de

psiquiatría de la Universidad de Berlín. Desde la niñez mostró una gran capacidad intelectual

y a los 17 años comenzó sus estudios de teología en las universidades de Berlín y Tubinga

(1923-1927). Después de un periodo de práctica ministerial en España, regresó para

completar sus estudios postgrado en Berlín, donde cayó bajo la influencia profunda de Kart

Barth y su teología de revelación.

A los veintiún años de edad completó su disertación doctoral, titulada Sanctorum Communio

(La comunidad de los santos). Después de una jornada de ministerio en Barcelona, viajó en

1930 a Norteamérica donde estudió un año en la Union Theological Seminary de Nueva York,

bajo los profesores Reinhold y Richard Niebuhr. Ahí se hizo amigo de numerosos teólogos

sobresalientes, entre los cuales estuvo Frank Fisher, un africano-americano, quien le llevó a

conocer las iglesias negras en el barrio de Harlem de Nueva York. Ahí Bonhoeffer se hizo

muy amante de la música espiritual negra. Algunos piensan que su experiencia con los

negros de Nueva York aportó a su decisión de defender a los judíos alemanes frente a los

ultrajes nazis.
La segunda etapa de la vida de Bonhoeffer (1932-1939), fue marcada por su activismo en el

movimiento ecuménico y en la lucha interna de la iglesia alemana. Al regresar a Alemania,

Bonhoeffer comenzó su carrera docente en la Universidad de Berlín y participó en grupos

ecuménicos que buscaban mayor interacción entre las iglesias de Europa.

La llegada de Hitler al poder en 1933 complicó las cosas para Bonhoeffer, ya que muchas de

las iglesias alemanas se sumaron a los ideales nazis, cosa que él rehusaba hacer. Dos días

después del acenso de Hitler a la cancillería alemana, Bonhoeffer habló por la radio

expresando su oposición. Advirtió al pueblo del peligro de entregar sus almas a un hombre

que buscaba ser adorado. Junto a Martín Niemoller y otros jóvenes pastores contrarios al

nazismo, participó en la fundación de la Iglesia Confesante, una congregación de ministros

alemanes contrarios a la política racista pro-arriana de la iglesia estatal.

En 1935 Bonhoeffer participó en la fundación del seminario de Finkenwald, en el norte de

Alemania. Aunque la Gestapo nazi clausuró el seminario en 1937, él siguió dirigiéndola

clandestinamente hasta 1940. Durante sus años con los alumnos de Finkenwald, Bonhoeffer

produjo escritos sobresalientes como Nachfolge (El precio de la gracia, 1937) y

Gemeinsames (La vida juntos),

En 1939, a los comienzos de la Segunda Guerra Mundial, Bonhoeffer aprovechó una

oportunidad para regresar a Nueva York bajo la tutela de Reinhold Niebuhr. Sin embargo,

después de pasar unas pocas semanas ahí, se dio cuenta más que nunca que su destino

estaba con su pueblo, y regresó a Alemania para acompañar a la iglesia alemana que resistía

a Hitler, y para iniciar la tercera, y última etapa de su vida.

En el verano de 1940, la Gestapo le prohibió hablar en público y declararon a sus libros

ilegales. Para evitar que Dietrich fuere conscripto al ejército, su cuñado hizo arreglos para

que obtuviera trabajo en la Abwehr, la agencia de inteligencia militar dirigida por el Coronel

Von Stauffernberg. La verdad es que muchos miembros de la Abwehr se oponían al régimen

nazi. Aprovechando su posición dentro del sistema gubernamental, Bonhoeffer contribuyó a

la huida de catorces judíos hacia Suiza. La Gestapo empezó a sospechar y en 1943

Bonhoeffer fue arrestado y encarcelado por aquella acción.


El 20 de julio de 1944 hubo un fallido intento de asesinato contra Adolfo Hitler. Temprano en

1945, con el ejército alemán en plena retirada frente al avance las fuerzas aliadas, la

Gestapo descubrió que el Coronel Von Stauffenberg y miembros de su departamento militar

habían sido los responsables del malogrado intento.

Hitler dio la orden para la ejecución del liderazgo Abwehr, y el 9 de abril, apenas 21 días

antes de que el mismo Hitler se suicidara, Dietrich Bonhoeffer, acusado de ser parte de la

conspiración, murió ahorcado en la prisión de Flossenburg.

Las cartas que Bonhoeffer escribió durante sus años de encarcelamiento han sido publicadas

bajo el título Cartas y papeles desde la prisión, y sus cartas dirigidas a su novia, Maria von

Wedemeyer, han sido publicadas como Cartas de amor desde la celda numero 92.

PENSAMIENTO TEOLOGICO

El área de la teología que más le interesaba a Bonhoeffer era la ecclesiología la doctrina de

la Iglesia. Este fue el tema de su disertación doctoral, Sanctorum Communio y de la mayor

parte de sus otras obras. El problema de la Iglesia y su papel dentro de un mundo contrario

al evangelio, tal como la situación sufrida bajo el Tercer Reich de Adolfo Hitler, impulsó al

joven teólogo a concentrar sus fuerzas en meditar bien este tema.

Una de las ideas centrales de Bonhoeffer fue que la Iglesia es, ante todas las cosas, una

comunidad. Se puede apreciar esto en su monografía ¿Qué es la iglesia? escrita en 1932.

La iglesia es comunidad, la comunión de los santos, aquellos liberados por Dios de la

soledad. Es uno escuchando al otro, entregándose, reconociéndose responsable porque Dios

le ha unido al otro. Comunidad a través de sacrificio, oración y perdón. El quebrantamiento

de las cadenas de la soledad, la realidad de estar unos con otros, por los otros, amor,

hermandad. Y todo esto viene de Dios. Dios, el Cristo presente, echa la base de la

comunidad, es su pueblo llamado a salir del mundo por su Palabra, atado a El, su único

Señor en fe, atados a sus hermanos en amor. (No Rusty Swords (Ninguna espada oxidada),

pág. 150, 151)

Continúa explorando el tema de la iglesia en El precio de la gracia:

La Iglesia de los santos no es la Iglesia ideal de los que carecen de pecado, de los perfectos.

No es la comunidad de los puros, que no dejaría lugar al pecador para arrepentirse. Es, más
bien la Iglesia que se muestra digna del evangelio del perdón de los pecados, en la medida

en que anuncia verdaderamente el perdón de Dios. . . Es la Iglesia de los que han

experimentado la gracia cara de Dios, y obran de forma digna del evangelio, sin malbaratarlo

ni rechazarlo. . . . Una Iglesia que no llama pecado al pecado no puede encontrar la fe

cuando quiere perdonar el pecado. (El precio de la gracia, pag. 200).

Aunque a Bonhoeffer le preocupaba mucho el tema de la unidad del cuerpo de Cristo, y fue

un líder en el movimiento ecuménico internacional de sus días, no estrechaba lazos con la

iglesia luterana que se había unido al nazismo. Para Bonhoeffer, los alemanes tenían una

sola alternativa viable de iglesia, la Confesante.

Extra ecclesiam nulla salus. La cuestión de la membresía en la iglesia es la cuestión de la

salvación. La extensión de la iglesia es la extensión de la salvación. Cualquiera que

conscientemente se separa de la Iglesia Confesante en Alemania se separa de la salvación.

(El camino a la libertad, pag. 93,94)

Pedimos una teología responsable del movimiento ecuménico por amor a la verdad por la

certidumbre de nuestra causa. (Ninguna espada oxidada, pag. 156).

En medio de sus reflexiones profundas, Bonhoeffer también tuvo sus momentos de buen

humor. En su obra Creación y caída, tentación menciona una instancia anecdótica cuando a

Martín Lutero se le preguntó qué cosas hacía Dios antes de crear al universo y al mundo; y

Lutero respondió, Pues, cortaba cañas para dar golpes a personas que hacen preguntas

inútiles. (Creación y caída, tentación, pag. 17).

Hay que reconocer que Bonhoeffer fue absolutamente un producto de la teología neo-

ortodoxa de Karl Barth. Su perspectiva de la Biblia era que, en vez de ser en sí misma la

Palabra de Dios, es el instrumento por medio del cual se puede hoy escuchar la voz de Dios.

No tenía una visión de Biblia como inerrante o infalible, sino como un documento imperfecto

con errores y mitos. Al comentar sobre el relato de Adán y Eva en el huerto del Edén, afirma,

¿Cómo hablar acerca de la Tierra joven, salvo con lenguaje de cuentos de hadas? (Creation

and Fall, Temptation, [Creación y caída, tentación], pag. 49). Aunque reconoce valiosas

verdades reveladas en la narración, estima que la narración en sí es mitológica más que

histórica.
EVALUACION DE SU PENSAMIENTO

Un repaso de las diversas evaluaciones de la teología de Bonhoeffer revela que hay una

buena variedad de opinión sobre sus ideas. Es uno de los pocos teólogos que es celebrado

tanto por conservadores como por liberales. Muchos autores evangélicos contemporáneos

como Charles Colson citan favorablemente de las obras de Bonhoeffer, mientras que otros

evangélicos fundamentalistas lo consideran un liberal cuyas obras forman la base de la

moderna teología de liberación.

Se dificulta la evaluación de la teología de Bonhoeffer por dos razones. En primer lugar,

murió antes de poder producir una obra definitiva sobre su teología sistemática. Mucho de lo

que dejó existe en forma de cartas personales, sermones y ensayos. En segundo lugar, como

ya se ha señalado, Bonhoeffer vivió diferentes etapas, y es aparente que durante su

encarcelamiento, esperando la hora de su muerte, su pensamiento teológico estaba en un

proceso de cambio.

Los escritos tempranos de Bonhoeffer ejemplificado con El precio de la gracia son de corte

evangélico y más conservadores. En sus escritos tardíos se aprecia más el pensamiento

existencialista y liberal. Lo cuestionaba todo. Se preguntaba, ¿qué es el cristianismo, y quién

es Cristo para nosotros hoy, en verdad? ¿Cómo puede ser Cristo el Señor del mundo no-

religioso? Llegó a hablar de la necesidad de ser cristiano sin religión.

¿Para dónde iba el pensamiento de Bonhoeffer? ¿Será que estando encarcelado él temía el

triunfo del nazismo y escribía para preparar la iglesia para un nuevo modo de existencia

como pueblo perseguido? De haber sobrevivido la guerra y visto la ruina total del tercer

reich, ¿hubiera cambiado su pensamiento? Es imposible saberlo. Ya antes de la llegada de

Hitler al poder, Bonhoeffer veía el futuro de la iglesia alemana con mal augurio. En octubre

del 1931 escribió a un amigo: Podrá nuestra iglesia sobrevivir otra catástrofe? Uno se

pregunta, ¿no será eso verdaderamente el fin a menos que nos convirtamos en algo

completamente diferente? ¿Hablar y vivir de manera diferente? Pero ¿cómo? (Ninguna

espada oxidada, pag. 119). Hasta qué punto influyó la situación política y social alemana en

la formulación teológica de Bonhoeffer (especialmente la tardía) es un tema que amerita

mayor discusión.

Como quiera uno estime ese asunto, la verdad es que cualquier ministro que estudie a

Bonhoeffer se dará cuenta que este hermano escribía con elocuencia, profundidad, devoción
y convicción. No cabe duda que amaba a Cristo con un amor genuino y profundo, tal como

nos exhorta en El precio de la gracia:

La vida del discípulo se acredita en el hecho de que nada se interponga entre Cristo y él, ni la

ley, ni la piedad personal, ni el mundo. El seguidor no mira más que a Cristo. No ve a Cristo

y al mundo. No entra en este género de reflexiones, sino que sigue sólo a Cristo en todo. Su

ojo es sencillo. Descansa completamente en la luz que le viene de Cristo; en él no hay ni

tinieblas ni equívocos.

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