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Centro de Estudios Superiores

en Ciencias Jurídicas y
Criminológicas.
RVOE 2018035 DEL 31 DE MAYO DEL 2018

ANÁLISIS DEL ROBO A TRANSEÚNTE EN


AVENIDA ERMITA ACTUALMENTE.

Tesina que para obtener el título de Licenciado en Derecho presenta:


Alcalá Vargas Angel Gabriel

Asesora: Dra. Guadalupe Alfaro Juárez

Ciudad de México, mayo 2023


ÍNDICE
INTRODUCCIÓN

En la presente investigación trataremos a fondo el tema del robo a transeúnte en la


Ciudad de México, en la Alcaldía Iztapalapa y para ser más precisos en la avenida
Ermita Iztapalapa. abordaremos el tema desde lo más general hasta lo particular
comenzando desde su origen hasta la presente investigación con su respectiva
interpretación que logramos obtener por medio de esta.
El robo a transeúnte es uno de los delitos que tiene una mayor incidencia en
México. La Ciudad de México junto con el Estado de México son las entidades con
las mayores tasas de este delito en el país. En la Ciudad de México representó casi
30 por ciento del total de averiguaciones previas registradas en los ministerios
públicos en el año 2010. El análisis de dicho delito es muy importante debido al
impacto negativo que tiene entre los ciudadanos, ya que no sólo afecta su
patrimonio sino que también pone en riesgo su integridad física.
CAPÍTULO I
MARCO HISTÓRICO

En este capítulo abordaremos el proceso histórico por el cual hemos pasado hasta
llegar el día de hoy a los diferentes tipos de robos y nos enfocaremos en el robo a
transeúnte.
Sin temor a equivocarnos, nos atrevemos a decir que en todas las culturas o en la
mayoría de ellas, el robo siempre ha estado presente como una conducta
aparentemente inherente al ser humano. Inclusive podemos encontrar diversos
episodios de la mitología griega que nos narran robos singulares. Algunos ejemplos
de esto son las anécdotas en la que Prometeo Titán robó el fuego de Zeus para
dárselo a los hombres o cuando Hermes roba 15 vacas a Apolo y lo niega al ser
descubierto. Quizás habrá quienes se pregunten por qué estamos haciendo
referencia a este tipo de relatos mitológicos si se está abordando exclusivamente un
problema de seguridad pública que no solo aqueja a México sino al resto de los
países.
La respuesta es muy sencilla y se relaciona con una realidad casi irrefutable, desear
o querer apropiarse de los objetos de otros pareciera ser algo innato del ser
humano. Sería absurdo negar que el ser humano desde siempre ha querido aquello
que no tiene y toma una decisión de vida al tratar de conseguirlo de cualquier forma.
Los factores que determinarán que una persona ceda a esta intención o impulso
para ejecutar el acto son múltiples y de diversa índole; sin dejar de lado los
preceptos éticos individuales que pueden ser determinantes para que una persona
cometa o no el delito. En reconocimiento a esta condición se adecuaron los marcos
jurídicos correspondientes acorde con los principios del derecho a la propiedad, a
partir de los cuales la acción de robar quedó establecida como un delito.
Antes de continuar con el análisis de este ilícito es fundamental despojarse de la
imagen y concepto clásico del ladrón, la cual consiste en visualizar una persona con
arma de fuego que se acerca profiriendo amenazas para apropiarse de nuestros
bienes o bien la de aquellos carteristas profesionales que con la precisión de un
cirujano sustraen nuestras pertenencias. El perfil del sujeto activo de este delito
patrimonial es tan diverso como lo es la propia conducta delictiva pues puede ir
desde aquella persona que se apropia del bien de un familiar sin su consentimiento;
aquella que consume un producto en una tienda de autoservicio sin pagarlo, hasta
las empresas que roban energía eléctrica. Ello sucede a tal grado que podríamos
afirmar que no hay sociedad alguna en la cual no se cometa este ilícito.
Con la finalidad de contar con los elementos teóricos y conceptuales necesarios
para comprender el problema social, cultural y de seguridad ciudadana que
representa el robo, en este capítulo abordaremos los distintos términos que suelen
ser empleados de manera indistinta para hablar de este ilícito. Esto resulta más que
evidente cuando tratamos de analizar este delito de alto impacto social en América
Latina pues encontramos que se suele hablar de hurtos, asaltos y robos. Quizás
superficialmente se crea que no existe diferencia alguna entre ellos. No obstante,
cada uno de ellos implica diversas cuestiones tanto en el área social como
psicológica y esto sobre todo es evidente cuando hablamos de robos y asaltos.
Como veremos más adelante, la diferencia entre estos estriba en el ejercicio de la
violencia que padece directamente la víctima.
¿Quiénes pueden ser víctimas de este delito? La respuesta más clara y contundente
es que cualquiera de nosotros. Sin embargo, desde una perspectiva victimológica
cada persona puede ser víctima de este tipo de criminalidad debido a distintas
circunstancias como lo veremos más adelante. Ello es un elemento analítico crucial
para comprender este ilícito pues está estrechamente relacionado con el mercado
de robo de una sociedad. Cuando se analiza esta conducta delictiva no se puede
prescindir de considerarlo como un delito patrimonial que se encuentra
estrechamente vinculado a la lógica de mercado, por esta razón se brindará un
análisis desde la perspectiva de la teoría económica. Asimismo se presentará parte
de la literatura especializada que da cuenta de las implicaciones que conlleva esta
conducta delictiva no solo para las víctimas directas y las comunidades sino para los
propios sujetos activos. Esto último se debe a que el robo es una conducta que, en
ocasiones, puede representar el inicio de la carrera delictiva y a partir de allí
ascender en la misma.
Con la finalidad de que sea evidente que se trata de una conducta delictiva común
en diversas latitudes, se presenta en este capítulo un breve apartado en el cual se
hace breve referencia a este problema de seguridad pública en distintos países de
América Latina. La situación alrededor de este delito de alto impacto en algunos de
ellos alcanza tal nivel que incluso es considerado como una de las principales
amenazas a la seguridad ciudadana, aún por encima de las pandillas y de la
delincuencia organizada.

Para abordar el tema de este estudio resulta indispensable saber qué es la


delincuencia organizada; cómo y dónde se ubica en el tiempo; de esta manera se
inicia el estudio ubicando y describiendo tales fenómenos criminales.

En principio, se entenderá como Delincuencia Organizada, según el Diccionario


Jurídico Mexicano: “Es una agrupación permanente de delincuentes que tienen una
estructura jerárquica respetada, compuesta por tres o más individuos, disciplinados
para cometer una acción delictiva”.1 Desde la perspectiva sociológica, la
delincuencia es una expresión de conductas en el seno de la sociedad, tales
conductas deben tener la particularidad de ser antisociales, por no decir
antijurídicas, debido a que pueden ser por un lado, violar o transgredir valores
éticos, morales e incluso religiosos; lo cual significa que no necesariamente son
bienes jurídicos protegidos por las leyes, así entonces observamos que la
delincuencia cómo fenómeno social ocurre en la forma de conductas transgresoras
de valores individuales o colectivos mismas que concatenadas como un todo,
adquieren la característica de fenómeno delictivo o delincuencia.

Una vez que las normas jurídicas previstas por la legislación y en base a que son
sistemas jurídicos adoptados por cada sociedad y en la medida en que se absorben
los valores sociales, morales, éticos y religiosos;la norma jurídica adquiere
supremacía, así ocurre que las conductas antisociales adquiere estrictamente la
condición de ser antijurídicas o delictivas; en este sentido la delincuencia organizada
surge del fenómeno antisocial pero mostrando particularidades propias de su
naturaleza por ejemplo: la organización, lo cual significa que va más allá de la mera
coalición o asociación; bajo este orden de ideas la Delincuencia Organizada ha sido
objeto de estudios y definiciones para ubicarla en tiempo y espacio, pero sobre todo
para calificarla, así los enfoques de tipo jurídico atiende para su estudio a
características propiamente establecidas o contenidas en las leyes, pero que son
derivadas de la afectación de valores sociales, es decir, el sistema jurídico al
1
1 DICCIONARIO JURÍDICO MEXICANO. 12va ed. Ed. Porrua. México. 1998. Pag. 218.
adquirir la condición de norma imperativa alberga los valores morales, étnicos,
religiosos que desde la perspectiva sociológica son los que la delincuencia afecta.

Los estudios de la Delincuencia Organizada se ubican a inicios del siglo XX


realizado por los criminólogos Estadounidenses, especialmente por John Landesco
mismo que publicó en 1929 un estudio llamado “Organizad Crime in Chicago”2 éste
sería el primer estudio formal de tal problema; hemos de mencionar que a fines del
siglo XX fundamentalmente en la década de los 80 y 90, la Delincuencia Organizada
cobró mayor auge, ello debido a circunstancias propias de su entorno o relación
histórica que la rodeaban, tal como la caída del bloque socialista, el proceso de
globalización e integración económica, bajo las circunstancias tenemos que la
concepción de la Delincuencia Organizada adquiere una nueva naturaleza
enmarcada en el ámbito internacional, bajo este marco contextual deben entenderse
las siguientes funciones.

La INTERPOL define a la delincuencia organizada como “Toda asociación o grupo


de personas que se dedican a una actividad ilícita permanente, cuyo primer objetivo
es sacar aprovechamiento sin tomar en cuenta las fronteras internacionales”.3

Otra definición es dada por el Dr. Moisés Moreno que dice: “El crimen Organizado
involucra a miles de delincuentes que trabajan dentro de estructuras complejas,
ordenadas y disciplinadas como las de cualquier corporación mientras que están
sujetos a reglas aplicadas con gran rigidez, se caracterizan porque sus acciones no
son impulsivas sino más bien resultados de previsiones a corto, mediano y largo
plazo, y con el propósito de ganar control sobre diversos campos de actividad y así
amasar grandes oportunidades de dinero y de poder real, su pretensión no es tanto
el poder político, el cual le interesa más para propósitos de protección. En caso
extremo el propósito de la delincuencia organizada no es competir contra el
gobierno sino utilizarlo”.4

2
FIGUEROA VAZQUEZ, Rogelio. El lavado de dinero en el derecho penal mexicano. Tesis de Doctorado. UNAM. México.
1999. Pag. 209.
3
Delincuencia Organizada. México. PGR. 1993. Pag. 187.
4
MORENO, Moisés. El crimen organizado. Ed. Caballito. México. 1993. Pag.52.
Para este autor la delincuencia organizada rebasa los planos estrictamente
jurídicos, y ubica el fenómeno en el campo de lo político, lo cual se manifiesta al
decir que el Estado es utilizado por las organizaciones criminales para lograr sus
objetivos, lo anterior se visualiza en las figuras de los Servidores Públicos que
brindan protección a los delincuentes, situación que implica se realicen actos de
corrupción, mismos que van permeando la solidez de las estructuras jurídicas del
Estado.

Por su parte Zamora Pierce define la Delincuencia Organizada de la siguiente


manera: “La Delincuencia Organizada ha de estar orientada entre otros por los
siguientes criterios: la unión de varios delincuentes dentro de un grupo permanente,
jerárquicamente estructurado con finalidades de lucro, mediante la comisión de
delitos que afectan bienes fundamentales de los individuos y de la colectividad y que
a su vez alteran seriamente la salud o seguridades públicas”.5
Este autor incluye en su definición la afectación de bienes fundamentales como la
vida o seguridad pública, incluso la integridad física, mismos que han de ser
protegidos por las leyes, de modo tal que la actividad criminal organizada lesiona los
intereses de la colectividad en conjunto.
Por su parte Álvaro Bunster, define a la Delincuencia Organizada como “La
reiteración de acciones delictivas enderezadas a lucrar con la apertura,
manteniendo y explotación de los mercados de bienes y servicios efectuados por
grupos de personas dispuestas en una estructura jerárquica dotada al efecto de
recursos materiales y de redes especialmente ilimitadas de operación”.6 Aquí es
importante rescatar el elemento de temporalidad clasificado como reiteración de
acciones, de lo cual denota la realización de conductas de forma permanente en el
tiempo tendiente a la consecución de un mismo fin, de manera tal que la existencia
de un grupo criminal no queda limitado a un modo o circunstancia de tiempo.

El autor Eduardo Andrade, entiende como crimen organizado lo siguiente: “La


asociación de individuos o grupos que tienen una disciplina, una estructura y un
carácter permanente, que se perpetúa por sí misma y que se combina
conjuntamente para el propósito de obtener ganancias o beneficios monetarios de

5
ZAMORA, Pierce. Aspectos jurídicos de la delincuencia. Ed. Porrúa. México. 1998. Pag.168.
6
BUNSTER, Alvarado. La procuración de justicia: problemas, retos y perspectivas. PGR. México. 1993. Pag. 237.
manera parcial o total de medios ilegales y que protegen sus actividades mediante
la aplicación sistemática de prácticas corruptas”.7

Una vez más aparece el elemento corrupción en la existencia de Delincuencia


Organizada, característica que parece ser una condición constante para el éxito de
las actividades delictivas. Una vez que hemos revisado qué es la Delincuencia
Organizada de forma conceptual pasaremos a revisar propiamente la evolución
histórica del referido fenómeno delictivo, al mismo tiempo que su expresión
concretada en el lavado de dinero.

SURGIMIENTO Y EVOLUCIÓN DE LA DELINCUENCIA ORGANIZADA.

En principio podemos advertir que la Delincuencia Organizada es un sinónimo de


Mafia, esta última palabra tiene su origen en Sicilia, Italia, donde grupos de
delincuentes operaban ya desde el siglo XX, cometiendo robos, fraudes, estafas y
sobornos contra personalidades públicas y pequeños empresarios; pero la mafia
italiana no es el origen histórico de la Delincuencia Organizada, sino más bien un
suceso dentro de su evolución; las delincuencia organizada tiene, según diversas
opiniones, una variedad de manifestaciones históricas, la forma más primitiva de la
Delincuencia Organizada sería la Asociación Delictuosa, concepto que debe ser
entendido no bajo las ideas modernas del Derecho Penal, sino como una simple
conjugación de personas para cometer un ilícito, esta forma de delinquir se refleja
en personajes tales como mendigos, piratas, corsarios; personajes que tenían el
denominador común de usar la violencia en sus actividades criminales, además de
actuar en asociaciones.

Históricamente podemos resaltar otro factor que puede ser un detonante para el
surgimiento de asociaciones delictuosas, la guerra entre pueblos estableció
condiciones idóneas tales como la violencia, la ausencia de normas y orden, así
como la imposición de la ley del más fuerte, en función de tales condiciones los
grupos de bandoleros o incluso de rebeldes entre los grupos beligerantes era que
aprovechaban el desorden para saquear, robar, violar o matar en beneficio propio y

7
ANDRADE SANCHEZ, Eduardo. Instrumentos jurídicos contra el crimen organizado. PGR. México. 1993. Pag. 412.
en perjuicio de inocentes; de esa manera las guerras y su participación en las
mismas por grupos de mercenarios eran vistas como potencial fuente de riquezas y
beneficios, así desde épocas remotas como la de los sumerios, hititas, romanos,
egipcios; ocurrían estas formas prácticas de delinquir para obtener poder económico
mediante la acumulación de esclavos y joyas.

Es precisamente el tráfico de esclavos una de las primeras manifestaciones de la


delincuencia organizada aunado al tráfico de utensilios y pertrechos de guerra tales
como: escudos, sables, lanzas; las cuales eran vendidas en mercados a
comerciantes. En otro contexto, la falsificación de moneda en el Imperio Romano
era una clara expresión de la Delincuencia Organizada, pues actuaban al margen de
la ley y de manera confabulada, lo mismo que traficantes de esclavos que
compraban y vendían personas para diversos usos, uno como servidumbre otros
como carne de espectáculos en el Coliseo Romano, hemos de decir que dichos
traficantes de personas actuaban bajo consentimiento del Emperador o de sus
representantes en las provincias romanas, situación que pone de manifiesto una
complicidad entre personas públicas y comerciantes.

En la época medieval, aún cuando cambian las condiciones de control geográfico y


político, la guerra sigue siendo un escenario ideal para la comisión de conductas
delictivas lo cual podemos advertir en las guerras por territorios entre reinos, incluso
en las cruzadas del siglo XIII donde el botín de guerra obtenido por triunfo sobre el
enemigo era distribuido entre los ejércitos compuestos por hombres que provenían
de diversos reinos o feudos, este también era distribuido con los grupos
mercenarios. En los feudos, los comerciantes al trasladarse por las rutas de
comercio que venían de medio oriente hacia Europa, era común que fuera
saqueados por grupos de bandoleros, los cuales comercializaban el producto del
robo en otras regiones o feudos, tales actividades no sólo iban dirigidas contra los
comerciantes, también los nobles en sus traslados a un feudo a otro eran víctimas
del pillaje y el asalto, asimismo el interior del feudo solían practicarse las estafas y
los robos, no es de menospreciar la leyenda de Robín Hood y su banda de
asaltantes con pretexto de despojar a ricos de sus pertenencias, para ayudar a los
pobres marginados.
Así, en consecuencia, el bandolerismo se convirtió en el prototipo del grupo delictivo
organizado desde la época feudal incluso hasta en fechas recientes. En otras
latitudes, la asociación delictuosa se manifiesta bajo el margen de triadas chinas,
que de igual manera a las anteriores actuaban al margen de la ley, la Yakuza
japonesa en otra expresión de los grupos delictivos que surgieron en siglos pasados
pero que aún siguen operando en los países asiáticos, gracias a su capacidad
organizativa y de adaptación a las nuevas circunstancias socioeconómicas. Otros
ejemplos de delincuentes asociados son los bandidos del viejo oeste americano en
el siglo XVIII y XIX, los cuales son bien conocidos por sus leyendas “Jese James”,
“Billi The Kid”, etc., los cuales principalmente perpetraban asaltos a los trenes o
diligencias, o bien asaltaban bancos de un Estado a otro en la Unión Americana;
para el lado mexicano, las sociedades criminales históricamente operan desde la
época colonial, tales grupos delictivos se dedicaban a actividades tan diversas como
la falsificación de moneda, el asalto en caminos y despoblado; estos grupos en esas
épocas eran conocidos como facinerosos, ganzueros, campeadores, incendiarios;
mismos que cuando eran sorprendidos in fraganti en la comisión de un delito eran
ahorcados en el lugar de los hechos; ante tal situación en 1805 la Novísima
Recopilación incluyó once leyes sobre bandidos, salteadores de caminos,
facinerosos, contra falsificadores de moneda, todo lo anterior expedido por los
Virreyes de la Nueva España.

En la época de la independencia existió la necesidad de promulgar varias leyes para


enfrentar el problema de la creciente delincuencia, algunas de las medidas en uso
fueron la expedición de circulares para impedir de algún modo la falsificación de
moneda, también se expidió una circular para establecer la prohibición de su
comercio, otro ejemplo de ello es “La expedición de una circular por parte de la
Secretaría de Guerra donde se faculta a los gobernadores para que ordenaran el
fusilamiento de ladrones detenidos en flagrancia”.8 También en 1823 se expidió el
bando real, “El cual disponía que los salteadores de caminos así como los ladrones
en despoblado serían juzgados según las normas penales militares”9 es decir, se les
impondrá penas más severas.

8
ANDRADE SANCHEZ, Eduardo. Op. Cit. Pág. 67
9
ANDRADE SANCHEZ, Eduardo. Op. Cit. Pág. 69.
Casos muy sonados de bandolerismo en el siglo XIX, son el de “Chucho el Roto
(Jesús Arriaga) así como los bandidos de río frío encabezados por el Coronel
Yáñez, quien era el jefe de ayudantes del Presidente Antonio López de Santa Ana”10
son evidencia de que existía un fenómeno de criminalidad organizada en forma
precaria, al mismo tiempo que constituyen una prueba de cómo los Servidores
Públicos ya desde aquella época figuraban los grupos delictivos, lo cual es un rasgo
que está presente en la actualidad, mismo que refleja un cierto grado de penetración
de la Delincuencia en las Instituciones del Estado.
Entrando en el siglo XX en México y dentro del contexto revolucionario de guerra,
disturbios y desorden; los grupos delictivos adquieren mayor fama, valiéndose de la
ausencia de control en determinadas regiones del país imponían sus propias reglas,
practicaban el saqueo contra las haciendas con la finalidad de obtener oro, joyas,
caballos; este tipo de bandolerismo evidencia la forma recurrente en que realizaban
sus actos; aquí ya es posible percibir una organización jerárquica en los grupos
delictivos debido a que actúan como tales; un elemento interesante en estos grupos
es que las cabecillas gozaban de una cierta simpatía pública, pero que, no por eso
dejaban de ser villanos, también era común que los miembros inferiores de dichos
grupos no eran sino desamparados campesinos o desertores del ejército que
buscaban una mejora económica dada la extrema situación de pobreza en la que
vivían.

MANIFESTACIÓN EN MÉXICO DE LA DELINCUENCIA ORGANIZADA.

El fenómeno conocido como lavado de dinero representa un delito característico de


la época moderna. La especialización en los sistemas financieros, la integración de
las grandes empresas y las operaciones realizadas en los diversos continentes, son
notas concomitantes del lavado de dinero. En virtud de lo anteriormente expuesto
podemos determinar que así como el lavado de dinero es una expresión moderna
del injusto penal, también lo es la aparición o auge de delitos que están
intrínsecamente ligados al lavado de dinero primordialmente como fuentes de
recursos financieros, ejemplo típico lo es del narcotráfico, la defraudación fiscal, así
como la corrupción, la primera de las anteriores es la de mayor importancia en

10
MENDOZA LOPEZ, Noé. Delito de operaciones con recursos de procedencia ilícita, en la legislación mexicana. Tesis de
Maestría. UNAM. México. Pág. 15.
cuanto a la generación de riquezas en México y el mundo susceptibles de ser
lavado.

Por sus antecedentes se puede considerar al lavado de dinero como un fenómeno


de carácter socioeconómico, es social porque su origen está determinado por una
serie de situaciones ilícitas, que a su vez se gestan en el desorden y la
descomposición social, eso quiere decir que el fenómeno del lavado de dinero tiene
como fuentes a otros fenómenos sociales que lo alimentan y fortalecen; ahora bien,
en virtud de su proyección es económico, ya que la mayoría de sus acciones se
desenvuelven en el ámbito financiero, puesto que para la existencia del lavado de
dinero debe existir algún tipo de efectivo circulante o algún tipo de bien mueble o
inmueble susceptible de ser enajenado, lo cuales un medio propicio para la
manifestación y desarrollo del delito en comento.

La anterior opinión ubica al lavado de dinero como una manifestación condicionada


de factores socioeconómicos, casi podemos decir que, en sí mismo el fenómeno no
constituiría un delito desde la perspectiva económica, si no estuviera relacionado
con cualquier otra actividad ilícita, sin embargo, la propia naturaleza u origen del
lavado de dinero y su finalidad tienen la característica de ser lesivos para la
sociedad.

Si hablamos de narcotráfico como delito de origen y principal proveedor de recursos


podríamos decir que la lesión al interés jurídico para la sociedad sería la puesta en
peligro de salud pública, si lo ubicamos como delito final o de destino, diríamos que
se lesionaría la seguridad económica y por lo tanto estaría poniendo en riesgo la
estabilidad económica y se defraudaría el ingreso fiscal.

Si bien es cierto que el lavado de dinero por sí solo no lesiona materialmente la


salud pública, la vida, la integridad física, también lo que su materialización pone en
riesgo la seguridad económica de las instituciones privadas y públicas y en general
la de un país.

Por otro lado, ¿Cómo podríamos explicar la casi imperceptible aparición del lavado
de dinero así como su integridad en las actividades ilícitas? Señala Lefort: “El
fenómeno del lavado de dinero obedece fundamentalmente a ciertas operaciones de
manejo que por no haber sido previstas en los diversos ordenamientos legales, se
extendieron paulatinamente y de manera casi natural, fueron aceptados aún dentro
de las políticas económicas estatales, habiendo incluso más predisposición que
rechazó al considerarlo más como una transacción monetaria de carácter
ordinario”.11

El lavado de dinero no surge misteriosamente, ha existido desde hace tanto tiempo


como la banca internacional y el crimen organizado, sin embargo es preciso
destacar que este problema cobró mayor relevancia a partir no sólo de la
globalización de los mercados financieros sino también del aumento de tráfico
internacional de drogas. Esta situación fue impulsada en la década de los 70s y 90s
por el desarrollo de las telecomunicaciones, “las comunicaciones generan mayor
velocidad en la transacciones de bienes y dinero”12 lo cual contribuyó a que el
narcotráfico encontrara un terreno productivo en el campo comercial para la
inversión de sus ganancias.

El narcotráfico como expresión de la delincuencia surge en México a mediados del


siglo XX y se profundiza a finales del mismo, las condiciones que incidieron en el
crecimiento del narcotráfico fueron la Segunda Guerra Mundial y su impacto sobre
los Estados Unidos, pues dicho país aumentó su demanda de heroína y morfina
para sus tropas en Europa, esta situación hizo que en México se incrementará el
cultivo de la amapola, básicamente en la zona de Badiraguato dado que el consumo
en nuestro país era menor, de hecho se menciona que los gobiernos locales de
Sinaloa y Durango cobraban un impuesto a los cultivadores de esa planta.

Por otro lado la crisis que vivió la minería en la década de los 60s en el norte de
México, propició que muchos trabajadores de esa área económica fueran
absorbidos por el sector agrícola, muchos de ellos se integraron a los cultivos de la
amapola y la marihuana pues las ganancias de sus cosechas podían costear los
gastos de familia. Así estos factores explican el crecimiento de la siembra de
amapola en el periodo comprendido entre 1940 y 1970. “La demanda de heroína en

11
LEFORT, Manuel. Recursos de operaciones de procedencia ilícita. Ed. Marcial Pons. Madrid España 1997. Pág. 18.
12
JIMÉNEZ, Héctor. Aspectos socioeconómicos del lavado de dinero en México. Ed. INACIPE. México. 1991. Pág. 153.
el mercado estadounidense, la legalidad del cultivo de amapola, la rentabilidad de
dichos cultivos y el desempleo”.13 Incluso a principios de la década de los 70s el
cultivo de marihuana y amapola se concentraba en el triángulo de oro formado por
los Estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua. Sin embargo en esa misma época el
Gobierno Federal prohibió el cultivo de dichas plantas, al mismo tiempo que inició un
programa de erradicación de dichos cultivos en zonas predominante marihuaneras,
situación que ocasionó la movilización de los sembradíos a estados menos vigilados
como Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, de esa manera el cultivo de
enervantes se enraizó por toda la costa del pacífico, ocasionando la aparición de
numerosos grupos delictivos a lo largo de dicha región, hoy conocidos como
carteles de la droga, toda esa expansión y producción de la droga fue coordinada
por el grupo delictivo denominado Cártel de Guadalajara encabezado por Miguel
Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca y Caro Quintero, quienes hasta finales de la
década de los 80s tenían el control del tráfico y producción a gran escala hacia
Estados Unidos.

Pero como todo mercado, la demanda de drogas también era cambiante, así que en
los mismos años 80s la cocaína ocupaba el primer lugar en consumo de drogas
ilícitas en el mercado americano, esta circunstancia convirtió a México ya no en
proveedor de drogas número uno para Estados Unidos, sino también ocupó la
condición de país de paso para la droga traída desde Colombia, pues de
transportación de droga entre los países productores Norteamérica, además de que
la ruta “Colombia- Bahamas-E.U”14 fue desarticulada por esos años lo cual creó la
necesidad de buscar rutas alternativas.

Hasta 1989 el Cártel de Guadalajara era el más poderoso debido a su basta red de
contactos con los círculos económicos y políticos del país, contactos que incluían a
funcionarios de corporaciones policíacas, partidos políticos y Secretarios de
Estado.15 Otro ejemplo de corrupción y de operación de la delincuencia organizada
consistente en los vínculos que se presumían entre el Cartel del Golfo y el ex asesor
presidencial Córdoba Montoya, los Salinas y el grupo empresarial de Cabal Peniche,
situación que por sus circunstancias y concatenados nos conducen al lavado de
13
Op. Cit. Pág. 48.
14
PERDOMO, Rafael. El narcotráfico en México. México. 1993. Pág. 32.
15
LOPEZ MENDOZA, Noé. Op. Cit. Pág. 52.
dinero. Sirva de ejemplo que las utilidades producto del narcotráfico así como del
lavado de dinero en términos mundiales oscilan entre los “300 y 500 mil millones de
dólares anuales”.16

Es a partir de la última década del siglo XX, que el lavado de dinero adquiere mayor
envergadura, ya que no solo se limita a una circunscripción territorial determinada,
pues las operaciones de lavado de dinero involucran a delincuentes y
personalidades de diversos países, como lo fue el caso de “Casa Blanca”. Por lo
que se puede decir que estamos ante un proceso de internacionalización del delito,
de modo tal que el lavado de dinero no puede ser considerado exclusivo de un país
a causa de que el dinero como mercancía fluye de un país a otro basado en las
operaciones de mercado electrónicas que en más de las ocasiones no están sujetas
a leyes.

16
23 NANDO LEFORT, Manuel. Op. Cit. Pág. 18.
CAPÍTULO II
MARCO CONCEPTUAL

Por medio de este segundo capítulo daremos contexto a diferentes conceptos que
vimos en lo anteriormente citado y trataremos de profundizar más en ellos para así
poder lograr un claro entendimiento de ellos.
Como lo mencionamos anteriormente el robo es algo que viene de la mano del
hombre desde sus inicios más recónditos hasta el día de hoy y es por eso que
debemos adentrarnos más en sus diferentes tipos y en sus diversas variantes.
En México y en distintos países de América Latina hablar de hurtos, asaltos o robo
es algo cotidiano debido a que son los delitos más comunes. Si platicamos entre
nuestro círculo profesional, amistoso o familiar; resultará difícil que alguien no haya
sido víctima de este ilícito. En este tipo de conversaciones cotidianas, usualmente
se emplean de manera indistinta los conceptos referidos anteriormente. Quizás este
detalle puede parecer un tanto insignificante, sin embargo, cada uno de estos
términos tiene diferentes implicaciones que están vinculadas con el ejercicio de la
violencia ¿Qué significa cada uno de ellos?
Si hacemos una revisión puntual de la etimología de la palabra robo, podemos
observar que este proviene del latín raubare, acción y efecto de robar, que a su vez
se deriva directamente del término germánico raubôn que significa saquear o
arrebatar. A partir de estos elementos la Real Academia de la Lengua (RAE), define
robar como quitar o tomar lo ajeno con violencia o con fuerza. Si llevamos a cabo el
mismo ejercicio con la palabra hurto podemos apreciar que este proviene del latín
furtum que significa acción de hurtar, es decir, de tomar o retener bienes ajenos
contra la voluntad de su propietario sin intimidación alguna de por medio y sin el
ejercicio de la violencia.
Por otra lado, si checamos el significado del concepto asaltar podemos encontrar
que de acuerdo con la RAE, este significa acometer, sobrevenir u ocurrir
repentinamente algo. Independientemente de lo definido por la RAE, cuando hace
referencia a un asalto estamos hablando del delito que se perpetra contra el
patrimonio de las personas.
¿Qué dice la literatura especializada sobre estos conceptos? Acorde con lo
planteado por Hilda Marchiori (2013), 17
“la diferencia entre el hurto y el robo estriba básicamente en la violencia y en la
intimidación que implica cada uno de ellos pues el bien jurídico protegido que se ve
afectado es el mismo. Respecto al robo, se refiere que en este el sujeto activo actúa a
través de la violencia, sea a través de los medios o también con violencia física en las
personas. La violencia puede tener lugar antes del robo para facilitar, en el acto de
cometerlo o después de cometido para procurar impunidad”.

En relación con el ejercicio de la violencia, es preciso señalar que esta puede ser
física o moral. La violencia física comprende la fuerza material empleada en
perjuicio de la persona a la que le quita sus bienes y abarca desde simple acciones
apremiantes como amordazar o sujetar a las víctimas hasta lesionarlas o
asesinarlas; mientras que, la violencia moral es entendida como la intimidación o
amenaza contra la víctima atemorizarla e impedirle el libre ejercicio de su voluntad.
Por lo tanto, el robo necesariamente implica una actitud particular del sujeto activo
frente al bien mueble u objeto.
Por otra parte, el hurto es aquella sustracción de los bienes más útiles hasta los más
inútiles; que suele ser cometido sin violencia física o moral. Bajo esta perspectiva,
algunos especialistas señalan que el hurto realmente no persigue el apoderamiento
de los objetos sino más bien tiene como finalidad destruir. Con la finalidad de
adecuar esta aproximación conceptual al contexto nacional, debemos destacar que
usualmente, el término de hurto es empleado en los países de América Latina.
Como veremos a lo largo de este estudio, en el caso de México cuando se quiere
abordar los tipos de conducta definidos en este apartado, se hace referencia a los
robos con y sin violencia. Al menos, este es el criterio que impera en los registros de
averiguaciones previas o carpetas de investigación iniciadas en las procuradurías o
fiscalías de justicia estatal. Por lo tanto, podríamos decir que se continúa bajo la
lógica de clasificar este hecho delictivo con base en la acción ejecutada contra el
propietario del bien mueble.

La definición de ‘delito de robo’ se estipula en el Código Penal Federal, dentro del


Título Vigésimo Segundo de los delitos en contra de las personas en su patrimonio,
en el Capítulo I, tipifica el robo de la siguiente manera: “Artículo 367. Comete el

17
Hilda Marchiori (2013)
delito de robo: el que se apodere de una cosa ajena mueble, sin derecho y sin
consentimiento de la persona que puede disponer con arreglo a la ley.”18
Mientras que el Código de Defensa Social del Estado de Puebla, en su Artículo 373,
dice: “Comete el delito de robo, quien se apodere de un bien ajeno mueble, sin
derecho o sin consentimiento de la persona que puede disponer de él con arreglo a
la ley.”19

Por ‘bien mueble’ se entiende una cosa que se puede transportar, sin importar el
tamaño, color o el objeto, es decir, que no permanezca pegada al suelo (como
casa), este objeto puede ser desde un lapicero o bolígrafo, una cartera, celular o
alhajas, hasta maletas, portafolios o muebles, incluso.
Al hablar de ‘robo a transeúntes’ los bienes muebles más comunes son alhajas
(cadenas, anillos, dijes, aretes, relojes, etcétera), carteras o monederos, bolsas o
portafolios o mochilas, accesorios (celulares, laptops, reproductores de música,
dispositivos móviles, etcétera).
Para la tipificación del delito de robo a transeúntes dentro de la ley, no existe ningún
artículo que lo defina con exactitud; sin embargo, la Norma Técnica para la
Clasificación Nacional de Delitos del Fuero Común 6, realizada por el Instituto
Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hace una clasificación de los delitos
partiendo del bien jurídico afectado, ésta consta de siete apartados:
1. La vida y la integridad corporal;
2. La libertad personal;
3. La libertad y la seguridad sexual;
4. El patrimonio;
5. La familia;
6. La sociedad y
7. Otros (bienes jurídicos afectados del fuero común).

18
Art. 367. Código Penal Federal. Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión. Secretaría General, Secretaría
de Servicios Parlamentarios. Pag. 94.
19
Art. 373. Legislación Penal Procesal del Estado de Puebla. Código de Defensa Social del Estado de Puebla. México, Puebla.
1998. Pp. 103
Dentro del apartado ‘El patrimonio’ realiza una subclasificación de doce tipos
distintos de robo:
1. Robo a casa habitación.
2. Robo de vehículo.
3. Robo a transeúnte en vía pública.
4. Robo a transeúntes en un espacio abierto al público.
5. Robo a transportista.
6. Robo a transporte público individual.
7. Robo en transporte público colectivo.
8. Robo en transporte individual.
9. Robo a una institución bancaria.
10. Robo a negocio.
11. Robo de ganado.
12. Robo de maquinaria.
Con esta categorización es posible saber qué delito es el más reincidente, también
de esta manera los órganos de procuración y administración de justicia realizan
adecuaciones a ley para frenar el fenómeno delictivo. Sólo en el documento
realizado por el INEGI se reconoce el delito de robo a transeúntes con sus distintas
modalidades.

¿Cómo definir el robo? El robo es la acción individual o de grupo sobre otro


individuo o grupo con objeto de apropiarse de un bien. Entre otras características
implica una acción violenta o no violenta que atenta contra la tranquilidad y el
bienestar patrimonial, generalmente de los individuos, las familias, o la sociedad.
Según la definición de robo en la Enciclopedia Británica, robo es un término general
que cubre una variedad de tipos específicos de robo, incluidos los delitos de hurto,
robo y allanamiento de morada. El robo se define, en dicha Enciclopedia, como la
sustracción física de un objeto susceptible de ser robado sin el consentimiento del
propietario y con la intención de privarlo de forma permanente. Generalmente,
ocurre en circunstancias de violencia e implica la aplicación o la amenaza de uso de
la fuerza para cometer el robo o para lograr una fuga. El robo adopta muchas
formas, desde asaltos hasta atracos bancarios. La pena por robo suele ser más
severa que la del hurto. Muchos criminólogos consideran que las estadísticas sobre
robos se encuentran entre los mejores indicadores de la tasa general de
delincuencia porque, en comparación con el hurto o el robo, es más probable que
las víctimas lo denuncien a la policía y es más probable que la policía lo registre en
sus estadísticas oficiales.20
En esta medida, en el desarrollo de esta investigación nos apoyaremos fuertemente
en el enfoque geográfico, dado que resulta trascendental para caracterizar con un
buen grado de certeza la actividad delictiva. Como señala Fernando Carrión “es
difícil disociar el delito de la forma como se manifiesta, porque lo uno no es un
efecto de lo otro. Por ejemplo, el tiempo y el espacio no pueden ser entendidos sólo
como el cuándo y dónde se producen los hechos violentos, porque son elementos
constitutivos de delito”.21
Ahora bien, la idea de territorio como tránsito concibe al ser humano como un sujeto
en desplazamiento permanente. Por tanto, en esta investigación lo que llamaremos
interacciones implica acción que “moviliza” sujetos o cosas, pero que ocurre en un
territorio que tiene su propia sinergia. En suma, toda interacción social, toda
interacción humana y toda interacción con las cosas puede definirse como un
proceso, primeramente, sujeto a un marco legal, y luego como parte, de un tránsito.
Es en esta reflexión que la práctica del robo es tanto una “transgresión” a un orden
establecido en las leyes (un delito); como un proceso que implica condiciones de
tensión entre el agresor, la víctima y los entornos del que provienen cada uno;
además, el acto de robo define también tanto al territorio (como una incidencia),
como a la práctica social recurrente (temporalidad) y, por tanto, expresa relaciones
de poder.

20
Bernard, Thomas J. "robo". Enciclopedia Británica, 28 de abril de 2020, en línea: https://www.britannica.com/topic/theft.
Consultado el 2 de octubre de 2021
21
Carrión, Fernando (2007). La geografía del delito. Quito: Flacso Ecuador (Programa Estudios de la Ciudad, 17)
CAPÍTULO III
MARCO JURÍDICO

Por ‘marco jurídico’ se entiende al conjunto de disposiciones jurídicas que regulan la


situación de un hecho delictivo, se pueden especificar en penal o civil. El presente
escrito se basará específicamente en las leyes que establecen, la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Código Penal Federal y el Código
Penal para la Ciudad de México y de forma puntual en cada uno de los artículos
relacionados con el tema que estamos abordando en específico.

Como ya se ha definido en el apartado anterior, en los códigos penales


mencionados, el delito de robo lo comete la persona que se apodera de un bien
ajeno del que nos es propietario o poseedor; sin embargo, no existe una sanción
para la conducta de robo por sí solo, esto sucede porque este delito se equipara de
la siguiente manera: Dentro del Código Penal Federal : “Artículo 368 Bis. Se
sancionará con pena de tres a diez años de prisión y hasta mil días de multa, al que
después de la ejecución del robo y sin haber participado en éste, posea, enajene o
trafique de cualquier manera, adquiera o reciba los instrumentos, objetos o
productos del robo, a sabiendas de esta circunstancia y el valor intrínseco de éstos
sea superior a quinientas veces el salario. Artículo 368 Ter. Al que comercialice en
forma habitual objetos robados, a sabiendas de esta circunstancia y el valor
intrínseco de aquéllos sea superior a quinientas veces el salario, se le sancionará
con una pena de prisión de seis a trece años y de cien a mil días multa. (…) Artículo
370. Cuando el valor de lo robado no exceda de cien veces el salario, se impondrá
hasta dos años de prisión y multa hasta de cien veces el salario. Cuando exceda de
cien veces el salario pero no de quinientas, la sanción será de dos a cuatro años de
prisión y multa de cien hasta ciento ochenta veces el salario. Cuando exceda de
quinientas veces el salario, la sanción será de cuatro a diez años de prisión y multa
de ciento ochenta hasta quinientas veces el salario. Artículo 371. Para estimar la
cuantía del robo se atenderá únicamente el valor intrínseco del objeto del
apoderamiento, pero si por alguna circunstancia no fuere estimable en dinero o si
por su naturaleza no fuere posible fijar su valor, se aplicará prisión de tres días hasta
cinco años. En los casos de tentativa de robo, cuando no fuere posible determinar
su monto, se aplicarán de tres días a dos años de prisión. Cuando el robo sea
cometido por dos o más sujetos, sin importar el monto de lo robado, a través de la
violencia, la acechanza o cualquier otra circunstancia que disminuya las
posibilidades de defensa de la víctima o la ponga en condiciones de desventaja, la
pena aplicable será de cinco a quince años de prisión y hasta mil días multa.
También podrá aplicarse la prohibición de ir a lugar determinado o vigilancia de la
autoridad, hasta por un término igual al de la sanción privativa de la libertad
impuesta. Artículo 372. Si el robo se ejecutase con violencia, a la pena que
corresponda por el robo simple se agregarán de seis meses a cinco años de prisión.
Si la violencia constituye otro delito, se aplicarán las reglas de la acumulación.
Artículo 373. La violencia a las personas se distingue en física y moral. Se entiende
por violencia física en el robo: la fuerza material que para cometerlo se hace a una
persona. Hay violencia moral: cuando el ladrón amaga o amenaza a una persona,
con un mal grave, presente o inmediato, capaz de intimidarlo. Artículo 374. Para la
imposición de la sanción, se tendrá también el robo como hecho con violencia: I.
Cuando ésta se haga a una persona distinta de la robada, que se halle en compañía
de ella, y II Cuando el ladrón la ejercite después de consumado el robo, para
proporcionarse la fuga o defender lo robado. Artículo 375. Cuando el valor de lo
robado no pase de diez veces el salario, sea restituido por el infractor
espontáneamente y pague éste todos los daños y perjuicios, antes de que la
Autoridad tome conocimiento del delito no se impondrá sanción alguna, si no se ha
ejecutado el robo por medio de la violencia. Artículo 376. En todo caso de robo, si el
juez lo creyere justo, podrá suspender al delincuente de un mes a seis años, en los
derechos de patria potestad, tutela, curatela, perito, depositario o interventor judicial,
síndico o interventor en concursos o quiebras, asesor y representante de ausentes,
y en el ejercicio de cualquiera profesión de las que exijan título.” Dentro del Código
de Defensa Social del Estado de Puebla se determina: “Artículo 374. El robo se
sancionará: I. Cuando el valor de lo robado no exceda de diez de salario mínimo,
con prisión de tres a treinta días y multa de uno a tres días de salario; II. Cuando el
valor de lo robado excediere de diez días de salario pero no de cincuenta, se
impondrá de tres meses a dos años de prisión y multa de cinco a treinta días de
salario. III. Cuando el valor de lo robado excediere de cincuenta días de salario,
pero no de doscientos cincuenta, se impondrá de dos a cuatro años de prisión y
multa de cincuenta a ciento cincuenta días de salario. IV. Cuando el valor de lo
robado sobrepasare doscientos cincuenta días de salario, se impondrán de tres a
ocho años de prisión y multa de ciento cincuenta a doscientos cincuenta días de
salario.”8 Para obtener el valor de lo robado se deberá de apegar al Artículo 378, de
la misma ley. En el mes de julio de este 2013, los secretarios de la Mesa Directiva
del Honorable Congreso del Estado de Puebla han emitido una propuesta para
considerar el delito de robo a transeúntes, la propuesta dicta al pie de la letra:
“DECRETO ARTÍCULO PRIMERO. Se reforma la fracción XX del artículo 380 del
Código Penal del Estado Libre y Soberano de Puebla, para quedar como sigue:
Artículo 380. (…) I.- a XIX.- (…) XX.- Cuando se cometa con violencia contra
transeúntes; XXL.- a XXV.- (…)” Este decreto pretende sancionar severamente el
que se apodere de un bien inmueble ajeno mientras la víctima sea un transeúnte,
esto debido al alza del delito en el estado de Puebla. En los dos códigos se
menciona que se sancionará el delito con adecuación del objeto robado y si se
aplicó la fuerza para sustraerlo, si se utilizó algún objeto como armas (blanca, de
fuego, etcétera) y el número de integrantes que participó en el hecho delictivo.
Evolución del robo como un problema de seguridad ciudadana en México
El robo no es delito reciente en nuestro país, al contrario, se podría señalar que se
trata de un ilícito que ha sido cometido desde siempre. Sin embargo, como veremos
en el primer apartado de este capítulo, esta conducta delictiva ha evolucionado a la
par de la intensificación o radicalización del ejercicio de la violencia.
Esto ha sucedido hasta tal punto que la vieja escuela de los carteristas ha quedado
un tanto atrás dejándole el paso libre a los robos violentos cometidos por personas
sin experiencia en el uso de armas y en la conducción de un asalto como lo refiere
uno de los especialistas consultados para este estudio. Además de que se
mencionarán algunos casos históricos en los cuales es evidente que el robo
efectivamente fue la base para ciertos individuos comenzarán a especializarse en su
carrera delictiva hasta llegar al secuestro u homicidio. Debido a estos factores, la
transformación o evolución de esta conducta delictiva patrimonial no es un detalle
menor pues implica un salto cualitativo no solo para quien comete el ilícito sino para
la crisis de inseguridad que se vive en el país.
En el capítulo anterior mencionamos que el robo es el delito más cercano a las
personas que suele ser simplificado a la simple pérdida patrimonial. Por esta
cuestión pareciera que realizar un estudio general sobre este delito de alto impacto
en México es una tarea sencilla que puede ser realizada con la mera revisión del
Código Penal Federal y con las estadísticas disponibles en el Secretariado Ejecutivo
del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y en el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI). Sin embargo, como se verá en este capítulo, la
situación es radicalmente distinta debido a que se trata de un ilícito que
generalmente es del fuero común, por lo tanto, la regulación del mismo depende de
cada uno de los códigos penales de las entidades federativas. Aunado a ello, como
se podrá apreciar claramente en esta sección el estudioso de este delito de alto
impacto en México debe enfrentar la heterogeneidad de categorías y subcategorías
de las diversas fuentes de información.
Como se podrá observar más adelante, ello resulta tan complejo que ni siquiera
puede sortearse dicho obstáculo mediante solicitudes de información dirigidas a las
procuradurías de justicia de las entidades federativas. Con la finalidad de brindar
una primera aproximación a este tipo de criminalidad a partir de datos oficiales, al
final de esta sección se presenta un análisis general de los registros de
averiguaciones previas iniciadas tanto en las procuradurías estatales como en la
propia Procuraduría General de la República (PGR) acorde con las propias
categorías determinadas por las propias instituciones.

Aproximación histórica a la evolución del robo en México


No es posible visualizar a la delincuencia como un fenómeno estático,
exclusivamente coyuntural asociado a variables políticas como se pretende ver en
muchas ocasiones. Si bien la forma como nos aproximamos al delito es a través de
experiencias sumamente personales, no debemos perder de vista que las
condiciones actuales de alta criminalidad pueden explicarse mediante factores
históricos, sociales y económicos.
Prescindir del análisis estructural, es decir, de los factores antes mencionados no
contribuye a entender plenamente el problema de la delincuencia tradicional y
organizada. En reconocimiento a este factor, decidimos realizar una breve
aproximación histórica a la evolución cualitativa del robo en México, a partir de la
cual será evidente la transformación de este ilícito en una conducta cada vez más
violenta cometida por personas cada vez más jóvenes.

Tipos de robos regulados en el Código Penal Federal


Con la finalidad de contar con una visión completa sobre la figura del robo en el
sistema jurídico mexicano, es indispensable revisar cómo se encuentra regulado
este delito de alto impacto en el Código Penal Federal. Tener en cuenta dichas
disposiciones es de especial relevancia, ya que nos permite conocer tanto la
dogmática como las reglas de estructura y acreditación del ilícito. Al consultar los
diversos artículos que regulan el robo en la normativa federal se pueden identificar
ciertos tipos de robos que son contemplados en los códigos penales estatales y que,
por lo tanto, ya fueron explicados anteriormente. Este es el caso de los robos
simples, calificados, con violencia, famélicos o por necesidad y de vehículos. Frente
a esta circunstancia creemos que es adecuado recordar la diferencia entre un hecho
delictivo del fuero común y del fuero federal, pues como se verá más adelante hay
una amplia cantidad de robos que son perseguidos por la Procuraduría General de
la República (PGR). Respecto a ello, el Artículo 50 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación refiere que los delitos del orden federal son aquellos:
a) Los previstos en las leyes federales y en los tratados internacionales. En el caso
del Código Penal Federal, tendrán ese carácter los delitos a que se refieren los
incisos b) a l) de esta fracción;
b) Los señalados en los artículos 2 a 5 del Código Penal;
c) Los cometidos en el extranjero por los agentes diplomáticos, personal oficial de
las legaciones de la República y cónsules mexicanos;
d) Los cometidos en las embajadas y legaciones extranjeras;
e) Aquellos en que la Federación sea sujeto pasivo;
f) Los cometidos por un servidor público o empleado federal, en ejercicio de sus
funciones o con motivo de ellas;
g) Los cometidos en contra de un servidor público o empleado federal, en ejercicio
de sus funciones o con motivo de ellas, así como los cometidos contra el Presidente
de la República, los secretarios del despacho, el Procurador General de la
República, los diputados y senadores al Congreso de la Unión, los ministros,
magistrados y jueces del Poder Judicial Federal, los miembros de Consejo de la
Judicatura Federal, los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, los miembros del Consejo General del Instituto Federal Electoral, el
presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, los directores o
miembros de las Juntas de Gobierno o sus equivalentes de los organismos
descentralizados;
h) Los perpetrados con motivo del funcionamiento de un servicio público federal,
aunque dicho servicio esté descentralizado o concesionado;
i) Los perpetrados en contra del funcionamiento de un servicio público federal o en
menoscabo de los bienes afectados a la satisfacción de dicho servicio, aunque éste
se encuentre descentralizado o concesionado;
j) Todos aquéllos que ataquen, dificulten o imposibiliten el ejercicio de alguna
atribución o facultad reservada a la Federación;
k) Los señalados en el artículo 389 del Código Penal cuando se prometa o se
proporcione un trabajo en dependencia, organismo descentralizado o empresa de
participación estatal del Gobierno Federal;
l) Los cometidos por o en contra de funcionarios electorales federales o de
funcionarios partidistas en los términos de la fracción II del artículo 401 del Código
Penal, y
m) Los previstos en los artículos 366, fracción III; 366 ter y 366 quáter del Código
Penal Federal, cuando el delito sea con el propósito de trasladar o entregar al menor
fuera del territorio nacional.
Aunado a ello, deben considerarse aquellos casos en los cuales el Ministerio
Público de la Federación haya ejercido su facultad de atracción respecto a un delito
del fuero común. Es importante tener en cuenta este aspecto al momento de
analizar exclusivamente las estadísticas oficiales sobre incidencia delictiva
disponibles en el SESNSP, pues como se verá al final de este capítulo hay una
cantidad significativa de casos que ameritaron el inicio de una averiguación previa
por parte de la PGR. Debemos mencionar que algunas modalidades de robo que
suelen ser atendidas en el orden federal, son aquellas relacionadas con el robo de
hidrocarburos y de energía eléctrica. Sin embargo, por la particularidad de cada una
de estos tipos de delitos la explicación sobre su regulación correspondiente será
expuesta conjuntamente con el análisis de su incidencia en el Capítulo 3 de este
estudio.

.
Informe Policial Homologado
Diversos especialistas han señalado la importancia del registro inicial de este ilícito
que suele recaer en los policías, pues como es bien sabido muchas veces solo se le
reporta a los cuerpos policiacos la comisión de un robo sin que llegue a presentar la
denuncia correspondiente. Tal es la importancia de este eslabón que podría llegar a
ser considerado el nodo originario del sistema de información sobre incidencia
delictiva como lo comenta Lucía Dammert. En el Observatorio consideramos que
este aspecto no debe pasar desapercibido sobre todo porque en nuestro país aún
no contamos con estadísticas oficiales que nos den cuenta de los delitos reportados
y atendidos por las instituciones policiales. En el mejor de los casos podemos tener
algún indicio de su actuación mediante el Censo Nacional de Gobierno, Seguridad
Pública y Sistema Penitenciario a partir de las cifras sobre intervenciones policiales.
No obstante, recordemos que hace algunos años se creó el Sistema Único de
Información Criminal (SUIC) que constituye “el primer paso […] para instaurar los
sistemas de información y dotar al país con un instrumento que permitiera realizar
investigación policial, elemento crucial para combatir la delincuencia, considerando
que dicha investigación constituye 80% de la efectividad de una política pública en
la materia”
(Acosta y Chávez, 2012). Esta se ha consolidado mediante la integración de
distintas bases de datos y la creación de infraestructura tecnológica que dio como
resultado el sistema Plataforma México. Algunas de las bases de datos que forman
parte del SUIC y que conforman una de las capas de Plataforma México son las
siguientes: Sistema del Informe Policial Homologado (IPH); Registro Público
Vehicular (REPUVE); Base de datos nacional de vehículos robados y recuperados;
Registro Nacional de Personal de Seguridad Pública; Registro Nacional de
Armamento y Equipo; Registro de Empresas de Seguridad Privada; Registro
Nacional de Indiciados, Procesados y Sentenciados; entre otras.
Como se puede observar una de las bases de datos que conforman el SUIC se
encuentra estrictamente relacionada con la función policial, se trata de aquella
construida a partir del IPH que cada policía integra tras tener conocimiento de un
evento presuntamente delictivo y/o una falta administrativa, así como los hallazgos
de la actuación policial. Uno de los rasgos más significativos del IPH presuntamente
es “que todos los eventos reportados […] pueden ser georreferenciados, logrando
así, la generación de mapas delictivos” [Sic.] (Acosta y Chávez, 2012, p. 21).
¿Cómo se integra el IPH? De acuerdo con los Lineamientos para la integración,
captura, revisión y envío del Informe Policial Homologado emitidos por el Centro
Nacional de Información (CNI) del SESNSP, los policías o elementos que participan
directamente en la atención de un evento presuntamente delictivo deben integrar en
el formato preimpreso del IPH distintos datos generales sobre el hecho (hora del
evento, asunto, motivo, nombre de las personas involucradas). Posteriormente,
estos mismos policías o elementos que conforman la Unidad de Despliegue
Operativo (UDO) deben informarle vía radio sobre el evento a la Unidad de Captura;
se le denomina de esta manera al área encargada de ingresar cada uno de los
informes rendidos por los policías en el Sistema del Informe Policial Homologado.
Es importante señalar que cada uno de los eventos en los que participan policías es
registrado en dicho sistema,5 por lo tanto, todos aquellos robos en los cuales se
acude exclusivamente al policía sin denunciar el hecho ante el Ministerio
Público quedan asentados en esta base de datos.
Si tomamos en cuenta que, en muchas ocasiones, la primer y única autoridad que
tiene conocimiento de un robo es la policía municipal o estatal debido a que las
víctimas no denuncian el hecho; el volumen de robos captados en la base de datos
construida con información de los IPH es mucho mayor que aquel identificado
mediante los registros de averiguaciones previas o carpetas de investigación
iniciadas por las procuradurías de justicia. Bajo esta perspectiva, quizás un
diagnóstico más cercano a la incidencia de robo a partir de información oficial no
solo debe tomar como base la estadística del formato CIEISP disponible en la
plataforma del SESNSP sino las cifras que pueden derivarse de lo reportado por los
policías en el IPH.
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5 De acuerdo con el Artículo 41 de la Ley General del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, los integrantes de las instituciones policiales tendrán
específicamente como obligación “Registrar en el informe Policial Homologado los
datos de las actividades e investigaciones que realice”. Asimismo se debe tener en
cuenta que en el Artículo 43 del mismo ordenamiento jurídico se establece que los
integrantes de las instituciones policiales deberán de llenar el Informe Policial
Homologado, al menos con los siguientes datos: tipo de evento, subtipo de evento,
ubicación del evento, descripción de los hechos, entrevistas realizadas y
detenciones, en caso de que las haya.
citacitacitacitacitacitacitacitacitacitacitacitacitacitacitacitacitacita

América Latina
Las ciudades de América Latina han experimentado un rápido crecimiento de la
violencia urbana (Vilalta y Muggah, 2012). Pese a que la región en su conjunto
experimenta importantes avances en la estabilidad financiera, reducción de la
pobreza y crecimiento económico, la violencia, el crimen y la inseguridad fue el
mayor problema de la región en la última década (PNUD, 2013).
Con la escalada de violencia que ha azotado a América Latina (AL) en los últimos
años se puede dividir a los países de la región en dos bloques. Por un lado con
niveles altos se encuentran Brasil, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala,
Honduras, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Venezuela. Según
los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS), este bloque presenta
un alto nivel de homicidios con tasas medias superiores a los 10 homicidios por
cada 100,000 habitantes. Por su parte en el segundo bloque se encuentran
Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Nicaragua, Perú y Uruguay los cuales
presentan una tasa menor de homicidios. Por otra parte, el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), reconoce que en América Latina se ha extendido el problema de
robos y el uso de violencia ha aumentado, y considera que “el robo se ha convertido
en un acto más cotidiano que excepcional en la región” (BID, 2013).
En este escenario, la inseguridad creció en la región y presenta una tendencia a
incrementarse incluso en países con baja intensidad del delito como en Chile o
Uruguay, que han padecido un crecimiento en robos y otros delitos desde
comienzos del presente siglo, situación que ha generado que la inseguridad se haya
convertido en el tema de mayor preocupación ciudadana (Dammert y Lunecke 2007
en PNUD, 2013). Parte de lo alarmante de este problema es que acompañado con
el aumento de los robos, situación que afecta de manera más frecuente a los
latinoamericanos, es que existe un crecimiento en el número de robos que se
cometen con violencia. Según el informe Regional de Desarrollo Humano elaborado
por el PNUD, junto al incremento del robo, también existe un marcado crecimiento
en el último año en el uso de la violencia al cometerlo. La violencia o amenaza en
los robos suele involucrar el uso de arma de fuego o arma blanca (PNUD, 2013).
La recopilación de la estadística delictiva para conocer las cifras con exactitud en la
región suele tener algunos problemas metodológicos y de confiabilidad. Por un lado,
hay países que tienen mejores mecanismos de recopilación de la información o
mayores tasas de denuncia, es por eso que pueden llegar a mostrar mayor
incidencia delictiva en las estadísticas oficiales o precisamente lo contrario. Sin
embargo, una línea del tiempo puede llegar a mostrar una tendencia sobre el
comportamiento del fenómeno (Gráfica 2.1).
Según datos del Informe de Seguridad Ciudadana en las Américas 2012, reporte
que se genera con las estadísticas oficiales de cada país, Argentina fue el que
registró las mayor tasa de robos con 973 en el año 2008 (sin cifras para el año
2010), Costa Rica ocupa el segundo lugar con 9432 y México en tercero con una
tasa de 670 delitos por cada 100 mil habitantes. Estos tres países junto con
Nicaragua que presentó una tasas de 488 son lo únicos que se encuentran por
arriba de la media en América que fue de 456 delitos por cada 100 mil habitantes.

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